Jue Mar 28, 2024
28 marzo, 2024

Economía mundial: recuperación anémica y con muchos problemas

Economía mundial: recuperación anémica y con muchos problemas

En agosto pasado, la economía de EEUU creó muchos menos empleos que los esperados[1]. Para los analistas burgueses, este dato y el de la inflación han prendido la luz amarilla, en este país y en el mundo, sobre el carácter y la dinámica de la recuperación en curso de la economía mundial.

Alejandro Iturbe

Comencemos ubicando este momento actual en una secuencia más larga. En el artículo  “¿Hacia dónde va la economía mundial?”, publicado en este sitio en noviembre del año pasado, analizamos las grandes fluctuaciones que se habían dado en 2020[2].

En ese artículo, realizábamos una secuencia de la dinámica del PIB mundial en los tres primeros trimestres de 2020. En el primer trimestre, la economía mundial cayó cerca de 1,2% como reflejo del freno y de la dinámica recesiva que ya traía desde el año anterior. En el segundo trimestre, por el impacto de la pandemia y las medidas restrictivas, se registró una caída promedio cercana a 10%, una cifra cuya magnitud no se veía desde la crisis de 1929, con retrocesos históricos en muchos países, incluidas las potencias imperialistas. El tercer trimestre mostró un freno en la caída y el inicio de una recuperación en prácticamente todos los países. En este cambio de dinámica incidieron esencialmente el levantamiento de las restricciones de la pandemia (la hipócrita y criminal política de “la nueva normalidad”) y el reflejo de los “paquetes de ayuda” de los gobiernos imperialistas a las empresas y familias. Esta dinámica se mantuvo en el cuarto trimestre. Pero el saldo global en el PIB mundial fue muy negativo: -3,2% según el FMI y -3,6% según el Banco Mundial[3].

Esta recuperación continuó en los dos primeros trimestres de 2021, con una proyección anual de +6% de crecimiento del PIB mundial según el FMI, +5,6% para el Banco Mundial y +5,8% para la OCDE[4]. Es la dinámica general de las economías de EEUU y China las que están empujando hacia arriba, ya que otros polos centrales, como Europa y Japón, vienen en un proceso mucho más lento y difícil. También economías como las latinoamericanas, por ejemplo, la del Brasil[5].

Una recuperación quebrada

Es sobre este marco de una dinámica general ascendente pero con muchas desigualdades que tanto los organismos financieros internacionales como los analistas económicos han comenzado a introducir una nueva letra (la K) para referirse a las características de esta recuperación. ¿Qué significa? Que de modo simultáneo un sector de empresas se “va para arriba” y otro “se cae”. En términos que hemos utilizado en otras circunstancias: un desarrollo “en tijera”. En un artículo muy interesante de un medio español, se explica: “Pero lo que algunos afirman que estamos viviendo no es eso [formato V o pipa Nike], sino una recuperación en forma de K, que supone un desacople de los distintos sectores de la economía, una ruptura económica. Y es que tras la crisisse ven ganadores y perdedores, especialmente en la bolsa de EEUU”[6].

Según la descripción del FMI en el informe de abril pasado: Las recuperaciones económicas están divergiendo entre países y sectores, debido a la diversidad de trastornos inducidos por la pandemia y del grado de respaldo de las políticas. Las perspectivas dependen no solo del resultado de la lucha entre virus y vacunas, sino que también del grado en que las políticas económicas desplegadas en medio de una gran incertidumbre puedan limitar los daños duraderos causados por esta crisis histórica”.

En el último de los informes del FMI (“Se ahondan las brechas en la recuperación mundial”), este organismo indica que se acentúa el desarrollo “en tijera” entre países: Las perspectivas económicas han divergido aún más entre los países desde las proyecciones publicadas en la edición de abril de 2021 de ‘Perspectivas de la economía mundial’. El acceso a las vacunas se ha convertido en la principal brecha a lo largo de la cual la recuperación mundial se divide en dos bloques: los países que pueden esperar una mayor normalización de la actividad a finales de este año (casi todas las economías avanzadas) y aquellos que todavía se enfrentan a un rebrote de contagios y un aumento del número de víctimas de COVID. Sin embargo, la recuperación no está asegurada incluso en aquellos países con niveles de infección muy bajos mientras el virus circule en otros países”.

Lea también: Las tendencias de la economía mundial después de la recesión de 2020

“Ganadores  y Perdedores”

Hemos dicho que, por lo menos en términos nominales, las economías de EEUU y China son las que presentan mejores perspectivas de recuperación en 2021. Esto significa que las dos principales economías del mundo tenderán a acumular una fracción creciente del PIB mundial.

En el ámbito de las grandes empresas, también hubo y hay ganadores y perdedores. En junio de 2020, el Financial Times publicó un listado de veinte empresas que estaban “brillando” durante la pandemia, de acuerdo con el crecimiento de la cotización de sus acciones desde el mes de febrero de 2020[7]. En esa lista se destacan, en los primeros lugares: Amazon, Microsoft, Apple, Tesla, Tencent y Facebook.

Este cuadro puede estar algo “envejecido” ya que se han producido algunos cambios de ubicación y de ingresos de otras empresas al “top 20”. Pero nos marca algunas tendencias que permanecen. La mayoría son empresas que utilizan las nuevas tecnologías, algunas de ellas especializadas en e-commerce. Al mismo tiempo, dentro de la lista hay un claro predominio de empresas estadounidenses, seguidas por una cierta presencia de empresas chinas y, mucho menor, de otros imperialismos.

Una conclusión es que esa dinámica dividida de los diferentes sectores acentúa al extremo el proceso que Marx llamó “centralización del capital”; es decir, el control de fracciones cada vez mayores por parte de un número menor de burgueses. Como una expresión clara de este salto, se estima que actualmente 50 empresas controlan ya 28% del PIB mundial[8]. Además, el ritmo en que logran ganancias, es decir, en que reproducen de modo ampliado su capital (aunque haya factores especulativos que exageren este dato) determina que esa concentración aumentará de modo acelerado[9].

Por otro lado, otras grandes empresas, que usan tecnologías ya envejecidas (como la industria automotriz de los motores de explosión), deben encarar planes de reestructuración y reducción. El golpe más duro lo han recibido millones de pequeñas y medianas empresas. Suzanne Clark, presidente de la Cámara de Comercio de EEUU, expresó en el sitio de esa institución que: “en EEUU hay cuatro millones de pequeños negocios, 13% de los 31 millones de pequeños empleadores en EEUU, que han agotado las ayudas que se les dieron para mantenerse a flote y que necesitan nueva ayuda”[10]. Es lo que se ha llamado “empresas fantasmas”, y todavía no es claro cuántas de ellas sobrevivirán con el “paquete de ayuda” que impulsa el gobierno Biden.

Si esto sucede en EEUU, se reproduce con gran impacto en países con mucha menor capacidad de intervención desde el Estado y los gobiernos. En un artículo de julio pasado se cita una previsión de la CEPAL sobre que los efectos económicos de la pandemia provocarían “el cierre de 2.700.000 empresas” en Latinoamérica y que las más afectadas serían las pymes[11].

El keynesianismo

Uno de los problemas de la actual recuperación que más preocupa a los economistas burgueses y a los organismos internacionales es la dinámica inflacionaria que presenta, tanto en los países imperialistas como en el resto del mundo. Algunos de ellos, incluso alertan sobre el riesgo de estanflación. Expliquemos este concepto.

Históricamente, en el capitalismo, el primer momento de la fase ascendente de un ciclo corto tendía a ser inflacionario (aumento de precios) porque la demanda en crecimiento superaba una oferta que venía “oxidada” como resultado de la fase descendente anterior. Por el contrario, la fase descendente tendía a ser deflacionaria (baja de precios) por el exceso de oferta.

En la década de 1970, se produjo un fenómeno nuevo: una situación de estancamiento (o de caída) de la economía se combinaba con una inflación persistente (la estanflación). Los economistas monetaristas “ortodoxos” de la llamada Escuela de Chicago (como Milton Friedman) plantearon que esto era el resultado de varias décadas de inyecciones monetarias y de crédito de las políticas keynesianas para reforzar la demanda[12] y que era necesario reequilibrar la masa de dinero y crédito circulante a niveles acordes con la producción. Fue la base teórica que llevó a dejar de lado las políticas keynesianas y orientó los feroces planes de ajuste que comenzaron a aplicar los gobiernos desde finales de esa década.

A partir de la fortísima crisis económica internacional iniciada en 2007-2008, ganaron nuevo prestigio, especialmente en EEUU, economistas burgueses neokeynesianos como Joseph Stiglitz y Paul Krugman, que influyeron sobre el gobierno de Barack Obama, aunque este, en realidad, no aplicó una política keynesiana clásica (destinada a impulsar la inversión y el consumo para quebrar la dinámica de la crisis) sino que se concentró en salvar a los grandes bancos en dinámica de quiebra y a empresas como la GM, financiando el costo de esta ayuda a través del aumento de la deuda pública (emisión de bonos del Tesoro).

El neokeynesianismo de Biden

La principal medida económica del gobierno de Donald Trump fue una gran reforma impositiva que rebajó de 35 a 21% la tasa fija que pagaban las empresas y los sectores de mayores ingresos, a finales de 2017[13]. Con un criterio “ortodoxo”, que ya había aplicado Ronald Reagan en los ’80, afirmaba que este “ahorro” se revertiría en un aumento de la inversión que impulsaría el crecimiento de la economía. Sin embargo, la dinámica recesiva de la economía mundial iniciada en 2019 y el salto en esa dinámica de retroceso que generó el impacto de la pandemia tiraron por tierra esas expectativas. Complicándole todavía más el panorama, en 2020 estallaron por todo el país las rebeliones antirracistas y, aunque menos difundida, una importante oleada de huelgas que lo ponen contra las cuerdas.

El demócrata Joe Biden ganó las elecciones y asumió ante este panorama y con la tarea de desmontarlo. Su respuesta fue la presentación al Congreso de una política keynesianista, a través de varios paquetes escalonados[14]. En el artículo citado, se señalaba: Biden está combinando una gran inyección de crédito con gastos del Estado financiados a través del déficit y destinados tanto a inversiones como a pagos directos a empresas y hogares”.

En un análisis profundo, la política de Biden y sus distintas etapas se planteaba tres niveles de objetivos. El primero, contenido en el paquete inicial de 1,9 billones de dólares, buscaba dar una respuesta a la profunda crisis económico-social que habían expresado las rebeliones antirracistas y las huelgas; contener la pandemia y su impacto, y frenar (o por lo menos atenuar) la dinámica de quiebra de millones de pequeñas y medianas empresas, a la que ya nos hemos referido.

El segundo nivel es reforzar la recuperación económica e impulsar el inicio de una onda ascendente de inversiones. En ese marco, el tercer objetivo es más estratégico: renovar la infraestructura del país, en la perspectiva de una reconversión parcial de la matriz productiva y tecnológica en Estados Unidos, en el marco de la disputa con el capitalismo chino.

Hasta ahora, lo que se ha dado en EEUU es la aplicación de la primera parte del plan que, si bien ha impulsado una cierta recuperación por sobre la caída de 2020, presenta problemas como la inflación que, como vimos, produce preocupación e intensos debates entre los economistas burgueses.

El debate sobre la inflación

El último informe del FMI expresa: Los precios de los productores estadounidenses aumentaron con fuerza en agosto, lo que sugiere que es probable que la alta inflación persista durante un tiempo”. Algunas estimaciones indican que el acumulado anual puede llegar a 5% o superarlo; el índice más alto en los últimos 30 años[15]. Algo que se repite en las economías imperialistas europeas: se estima que oscilará entre 3 y 4% (el mayor índice desde 2011), aunque con aumentos mucho mayores en el costo de la energía[16]. En el resto del mundo, las perspectivas son más altas: en el Brasil superará 10% en 2021[17] y en México, ya en julio pasado se acumulaba casi 5%[18].

Estos niveles de inflación nos plantean dos cuestiones. La primera de ellas es considerar en su verdadera dimensión la recuperación que vive la economía de EEUU, un país en el que el cálculo del PIB no se ve distorsionado por las oscilaciones del tipo de cambio con respecto al dólar. Esto significa que, si se estima que el crecimiento nominal del PIB será de 7% y un 5% está determinado por la inflación (alza de precios de productos y servicios), el crecimiento real de la producción material será de tan solo 2%.

La segunda cuestión se refiere al debate en curso entre los economistas burgueses. Algunos de ellos consideran que, dado un crecimiento nominal determinado, si el componente inflacionario supera porcentualmente el crecimiento real de la producción, ya están presentes un elemento y una dinámica de estanflación.

Es lo que caracteriza el economista heterodoxo Nouriel Roubini: “La amenaza de estanflación se muestra cada vez más posible. La política económica actual, que combina expansión monetaria y crediticia… va a producir un calentamiento inflacionario. Combinadas, tales dinámicas de oferta y demanda puede[n] generar estanflación, un aumento general de los precios y recesión, al estilo de lo que ocurrió en la década de 1970”[19].

Por el contrario, el economista neokeynesiano Joseph Stiglitz desestima esta perspectiva. Él caracteriza la situación actual como “Leves aumentos de la tasa de inflación en Estados Unidos y Europa”, y expresa que los temores de estanflación “son prematuros”.  Considera que “gran parte de la presión inflacionaria actual surge de los cuellos de botella de corto plazo del lado de la oferta, que son inevitables cuando se reinicia una economía que ha estado temporariamente cerrada… especialmente si se considera el exceso de capacidad general en todo el mundo”[20]. Es decir que, rápidamente, se retomaría un proceso de crecimiento normal no inflacionario.

Esta visión es compartida por el último informe del FMI:Las recientes presiones sobre los precios, en gran parte reflejan la inusual evolución relacionada con la pandemia y los desajustes transitorios entre la oferta y la demanda. Se prevé que la inflación regrese a los rangos que se registraban antes de la pandemia en la mayoría de los países en 2022, una vez que estas perturbaciones vayan quedando reflejadas en los precios”.

Por su parte, la economista Jayati Ghosh, presidente del Centro de Estudios y Planificación Económica de la Universidad Jawaharlal Nehru (Nueva Delhi, India) también considera que la estanflación es una amenaza real, pero esencialmente para los países menos desarrollados y los mercados emergentes[21].

La realidad definirá quién tiene razón en este debate. Por nuestra parte, opinamos que, por una combinación de razones, la perspectiva más probable es la que señala Roubini. En el artículo ya citado de Orlando Torres, se anticipaba: Si los estímulos fracasan en restablecer la rentabilidad y, por lo tanto, las inversiones capitalistas, el bajo costo del capital eventualmente elevará la inflación”.

Inversiones y rentabilidad

Para el marxismo, el análisis de la situación presente y las posibles dinámicas de la economía capitalista se basan en criterios diferentes a los de los economistas burgueses. Consideramos que el motor de esa economía es la búsqueda de la ganancia o, lo que es lo mismo, la acumulación de nuevo capital. Por eso, lo que define esa dinámica es la cantidad de inversiones productivas e, íntimamente ligada a ella, la rentabilidad del capital invertido (lo que denominamos “tasa de ganancia”, basada en la relación entre plusvalía extraída y capital invertido).

El primer paquete de Biden fue de casi 2 billones de dólares, más de 8% del PIB nominal de país en 2020. Hemos visto que el crecimiento nominal del PIB estimado para 2021 es de 7%, que gran parte de él (5%) es resultado de la inflación, y que el crecimiento real de la riqueza (nuevo valor producido) será de solo 2%.

La primera explicación de esta diferencia es que la gran mayoría de ese dinero no fue destinado a inversiones productivas. Entre sus beneficiarios, las familias lo utilizaron para cubrir algunas deudas acumuladas y mantener un mínimo nivel de consumo. Las pequeñas y medianas empresas también cubrieron deudas y “taparon agujeros”. Aquellas empresas e inversores que podrían invertir continúan optando, por ahora, por inversiones especulativas, como las acciones que integran el S&P 500 de la Bolsa de Nueva York e, incluso, variantes como las criptomonedas.

Solo una parte menor del paquete fue a inversiones productivas. Si se analizan los informes trimestrales del Bureau of Economic Analysis (BEA) de EEUU se ve que: “El incremento del PIB [nacional] en el primer trimestre reflejó la continuidad de la recuperación económica, la reapertura de los establecimientos y la continuación de la respuesta del gobierno relacionada con la pandemia de Covid-19”. En su habitual análisis de cómo se generó ese incremento, se destaca el aumento de los “ingresos personales” y el “consumo” como resultado de los dos elementos anteriores. Es decir, hasta ahora, no se percibe un aumento de las inversiones privadas.

¿Por qué no realizan inversiones productivas las empresas que tienen capacidad para hacerlo? Tal como dijimos, esto está profundamente relacionado con la rentabilidad del capital invertido. En el artículo ya citado de noviembre de 2020, nos referimos al estudio realizado por el economista marxista británico Michael Roberts sobre la dinámica de la tasa de ganancia en EEUU y reprodujimos un cuadro en el que se muestra, por un lado, la tendencia histórica de la tasa de ganancia a su descenso y, por el otro, una abrupta caída en 2020. Roberts concluía que la rentabilidad del capital en las inversiones productivas seguía siendo “demasiado baja”[22].

La rentabilidad relaciona dos factores. Por un lado, el volumen total de capital circulante; por el otro, la masa total de plusvalía extraída en la producción (el nuevo valor producido en un ciclo determinado). El primer factor presenta un elemento profundamente deformante: el carácter crecientemente especulativo y parasitario del capitalismo, ya analizado por Lenin hace más de un siglo. Esto significa un obstáculo para la recuperación de la tasa media de ganancia porque acentúa la proporción de capitales no productivos en el volumen de capital total. Es decir, la proporción de capital que no ayuda a generar nueva plusvalía pero sí disputa (con ventajas) su apropiación[23].

Por su parte, la masa de plusvalía extraída en la producción es función de la productividad del trabajo. Medida en términos monetarios, se expresa por cuánto produce cada trabajador por cada dólar recibido en salario. La diferencia entre el valor total producido y el salario es la plusvalía de la que se apropian los burgueses.

Lo cierto es que la productividad del trabajo en EEUU viene aumentando constantemente en las últimas décadas. A modo de ejemplo, entre marzo de 2020 y marzo de 2021 dio un salto sobre años anteriores y creció 5%, entre otros elementos por la aplicación de las nuevas tecnologías[24]. Otros factores que aumentan la productividad real son la pérdida de conquistas laborales y la precarización, y la pérdida de poder adquisitivo de los salarios ante la inflación.

Este aumento de la productividad se expresa, claro, en un aumento de la masa de plusvalía extraída. Sin embargo, la rentabilidad capitalista no se recupera a “niveles satisfactorios” porque el volumen cada vez mayor de capital circulante, con peso creciente del capital especulativo y parasitario (que no produce nuevo valor pero disputa su apropiación) se “devora” masas cada vez mayores de plusvalía y, con ello, tira para abajo la tasa media de ganancia. Una tendencia especulativa y parasitaria que solo parece reforzarse.

Lo cierto es que el primer paquete de medidas de Biden, si bien ha conseguido, hasta ahora, calmar la explosiva situación social de 2020 y frenar la dinámica negativa de la economía, no logró ser el detonante de una “oleada inversora”.

¿Quién pagará la cuenta?

En este punto, cabe preguntarse quién pagará el costo del plan del gobierno Biden y sus diferentes etapas. En este primer paquete, la respuesta es clara: centralmente, se financió a través de un aumento del déficit fiscal por la vía de la emisión de bonos del Tesoro, un mecanismo por el cual el imperialismo estadounidense “aspira” riquezas de todo el mundo[25].

La deuda pública de EEUU alcanzó 102,3% del PIB en el ejercicio fiscal que se inició el 1/10/2020 y termina el 30/9/2021. Es decir, eso sucedió durante la vigencia del último presupuesto federal votado durante el gobierno de Donald Trump y no incluye el paquete de estímulo votado por el gobierno de Biden, en febrero pasado. Por eso, la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO, por sus siglas en inglés) prevé que esa deuda pública continuará creciendo en los próximos años hasta llegar a un 107% del PIB[26]. En otras palabras, lo acaban pagando los trabajadores y pueblos de los demás países a través de la compra de bonos estadounidenses que realizan sus gobiernos y burguesías.

Sin embargo, este mecanismo tradicional de financiamiento de los gobiernos de EEUU solo cubriría una parte del total de los paquetes propuestos por Biden. Por eso, ha propuesto, también, una modificación de la actual tasa fija impositiva que pagan las empresas (reducida por Trump de 35 a 21%). Esta imposición fija sería reemplazada por una estructura gradual: las compañías que ganen menos de 400.000 dólares al año pagarían 18%, las que tengan beneficios de hasta 5 millones 21% y las que superen esos 5 millones 26,5%[27].

Esta tasa  impositiva para las empresas más grandes está por debajo del 28% del que había hablado Biden en su campaña electoral (mucho más aún de la existente antes de Trump: 35%). Pero aun así, representa un aumento de lo que pagan ahora. Lo cierto es que la mayoría de esas grandes empresas no está dispuesta a pagar más o, por lo menos, quiere reducir al máximo ese aumento.

Esto se expresa tanto en la oposición de los “economistas ortodoxos” como en la de los legisladores republicanos, e incluso del ala derecha de los demócratas. Por eso, para obtener aprobación parlamentaria, el gobierno Biden debe negociar cada paso de su plan y ofrecer la reducción de objetivos, como esta tasa impositiva[28]. Una reducción que va erosionando la efectividad y la fuerza del plan en su conjunto.

Una de las primeras “víctimas” de estas negociaciones ha sido el aumento del salario mínimo a 15 dólares la hora, prometido durante la campaña electoral. Un reclamo que ha estado muy presente en la última década en las luchas de los numerosos trabajadores del escalón más bajo de la estructura salarial y de diversos sindicatos[29]. Aclaremos que, por la inflación, si se consiguiera hoy, ese salario mínimo horario representaría un poder adquisitivo mucho menor que cuando ese reclamo fue lanzado.

Pero, incluso así, sectores importantes de la burguesía estadounidense se niegan a otorgarlo y el salario mínimo continúa en 7,25 dólares por hora. El gobierno Biden dejó de lado su promesa, y el aumento a 15 dólares fue eliminado en la aprobación del primer paquete, en febrero pasado[30]. Muchos analistas consideran que, en realidad, se trató de una promesa electoral “para la tribuna” porque sabía que no sería aprobado en el Congreso.

Por fuera de esto, lo cierto es que aquí se nos aparece un segundo “pagador de la cuenta” de los paquetes: los trabajadores estadounidenses, en especial los de más bajos salarios, cuyo poder adquisitivo se ve cada vez más deteriorado por la inflación.

China: ¿tormenta en el horizonte?

China es una de la principales impulsoras de la recuperación: fue la única de las grandes economías que terminó con un crecimiento de su PIB nominal en 2020 (2,3%) y tiene una de las mejores previsiones para 2021 (8,1% solo superada por la India).

Esto se expresa en un gran crecimiento de su comercio exterior en 2021 (24,5%, el mayor en 10 años), tanto en sus exportaciones (que así cubren una parte de los suministros que, como vimos, están “trabados” en otros países) como en las importaciones que, de esa forma, ayudan a aliviar la situación de los países proveedores de alimentos y materias primas. También mantiene un buen nivel de captación de inversiones extranjeras así como la realización de sus inversiones en otros países, en especial en la llamada “Ruta de la Seda”. Los medios y analistas imperialistas festejan esta dinámica con títulos como  “China continuará siendo estabilizador de la recuperación económica mundial”[31].

Sin embargo, detrás de este “panorama dorado” aparecen gruesas nubes de tormenta. La principal de todas es la crisis del Evergrande Group, el segundo mayor promotor inmobiliario del país por sus ventas, especializado en viviendas para sectores medios y altos[32]. Desde este sector se extendió a otras ramas, como los autos eléctricos, la salud y hasta un club de fútbol. El crecimiento explosivo de este grupo se financió con un pasivo (deudas) que hoy es récord para una sola empresa: 300.000 millones de dólares.

Lo cierto es que el grupo no puede pagar hoy con sus activos ni siquiera sus deudas de corto plazo, y sus acciones ya perdieron 80% de su valor de mercado. En ese marco, posee el récord de demandas presentadas por sus contratistas en los tribunales chinos[33]. Al mismo tiempo, se estimó que alrededor de 1.500.000 clientes podrían perder sus depósitos en casas que Evergrande aún no ha construido, si la empresa se hunde[34].
Veamos algunos datos: la construcción civil y el sector inmobiliario responden directamente por 7% del PIB chino, una cifra que llega a casi 25% si se consideran los proveedores directos e indirectos. Ha sido uno de los motores del crecimiento de la economía china y de la creación de empleo[35]. Muchos analistas consideran que el sector, en realidad, ha sido “inflado” artificialmente a través de créditos y préstamos estatales y privados. Algo que se ya había expresado en la crisis que este sector vivió en 2015[36].

En realidad, el problema es mucho más grande que contratistas que no cobran o clientes que no tendrán sus casas. Por un lado, la caída de Evergrande puede tener un “efecto cascada” sobre todo el sector inmobiliario y de la construcción. Por el otro, la mayor parte de las deudas del grupo es con bancos e instituciones financieras chinas, por lo que un impago general de sus deudas (más aún si se extiende a otras grandes empresas inmobiliarias) podría impactar en todo el sistema financiero del país.
Por eso, muchos opinan que una “caída libre” de este grupo podría tener el mismo efecto potenciador de una profunda crisis en la economía china que el que tuvo la caída del banco Lehman Brothers en EEUU, en 2008[37]. Por su tamaño e importancia, una crisis de este tipo no reduciría su impacto solo a China sino que sería un golpe muy duro para toda la economía capitalista mundial y para la actual débil recuperación en curso.

Todos los burgueses del mundo están esperando para ver qué hará el gobierno chino. En ese marco, los analistas ven tres escenarios posibles. El primero es el de una “caída libre” con las consecuencias potenciales que ya hemos analizado. El segundo es el de una “caída amortiguada”, con ayuda del gobierno chino para “reducir los daños” (es la que parece ser la perspectiva más probable). El tercero es una intervención plena del gobierno de Xi Jinping para “rescatar” el grupo. Cualquiera sea la alternativa que se dé, estas “nubes cargadas” están en el horizonte y la “tormenta” es una posibilidad real.

Pandemia y Afganistán

Veamos ahora cómo inciden sobre la dinámica económica dos factores “externos”. El primero de ellos (la pandemia) ya mostró el año pasado un impacto similar al de una guerra, que el imperialismo y la burguesía buscaron revertir a través de la criminal política de “nueva normalidad”. En diversos artículos hemos denunciado la mentira del anuncio del “fin de la pandemia” y, más recientemente, su reemplazo por el de su “mitigación” (reducirla a niveles “tolerables” para la sociedad)[38].

Pero lo cierto es que la pandemia persiste, no solo con niveles muy altos en los países de muy escasa vacunación sino también en los propios países imperialistas, donde vuelve como un boomerang a través de las nuevas cepas del virus. Por eso, hasta los organismos financieros internacionales alertan sobre el impacto que esto tendrá en las economías emergentes y pide la creación de un fondo internacional para el desarrollo de un plan mundial de vacunación, porque: “Un ritmo de vacunación más lento de lo previsto permitiría que el virus mutara aún más”. Todo lo cual agrega “incertezas” a la dinámica de la economía mundial.

El otro hecho de peso en la realidad internacional ha sido la reciente consumación de la derrota militar y política de EEUU y otras potencias imperialistas en la guerra de Afganistán. Tal como se señala en la declaración de la LIT-CI, esta derrota debilita al imperialismo y puede alentar luchas del movimiento de masas en el mundo[39]. Es imposible medir el impacto económico que este hecho acabará teniendo. Sin embargo, utilizando el lenguaje del FMI, es indudable que agrega “incertezas” al inicio de una fuerte oleada inversora de los capitalistas y a la dinámica general de la economía mundial.

Profundicemos el tema de la lucha de clases en el mundo. Vamos a partir de una consideración: la pandemia generó un salto en el empeoramiento de las condiciones de vida del movimiento de masas en el mundo. Una de sus expresiones más graves es el aumento de la “pobreza extrema” (miseria) y de la “inseguridad alimentaria” (hambre): según un estudio del Banco Mundial realizado en octubre de 2020 (es decir, cuando la recuperación ya había empezado), ese año terminaría con un saldo de 150 millones de personas en el mundo que descenderían a esa categoría[40].

Sin llegar a tal extremo, en todo el mundo aumentó la pobreza, el desempleo, la pérdida del poder adquisitivo de los salarios, el deterioro de las condiciones laborales, y la precarización. Una realidad que casi no ha sido revertida por la recuperación en curso: recordemos la negativa de la burguesía estadounidense a aumentar el salario mínimo.

Esta situación que hemos descrito ha tenido consecuencias contradictorias en la clase obrera y las masas. En algunos casos, las ha llevado a retroceder y pasar claramente a la defensiva. En otros casos, la sensación de “intolerabilidad” por parte de los trabajadores y las masas ha generado explosiones contra gobiernos y regímenes, como sucedió en Paraguay y en Colombia.

¿Cómo se combinarán estas dos tendencias contradictorias en el futuro cercano? Lo cierto es que la burguesía tiene un profundo temor de que se imponga la tendencia “explosiva”: en varios artículos de su blog, el FMI alerta sobre el peligro de “un gran malestar social” que lleve a “una explosión social”[41].

Como en otros temas que hemos dejado abiertos en este artículo, será la realidad la que nos muestre cuál de las alternativas se dará. Lo que es seguro es que la lucha de clases (más aún se si extiende en el período próximo) puede ser un “palo en la rueda” en la necesidad burguesa de recuperar su tasa de ganancias e impulsar un nuevo ciclo de inversiones. En sus resultados (victorias y derrotas) se juega gran parte de la dinámica de la economía. Al mismo tiempo, existe la posibilidad de luchas más generalizadas y profundas, que avancen en el camino de la destrucción de este sistema capitalista imperialista cada vez más retrógrado e inhumano y su reemplazo por un sistema mucho más racional y humano, a través de la revolución socialista.

Notas:

[1] https://www.elconfidencial.com/economia/2021-09-03/eeuu-crea-muchos-menos-empleos-de-lo-esperado-en-agosto_3269422/ y https://www.bls.gov/news.release/empsit.nr0.htm

[2] https://litci.org/es/hacia-donde-va-la-economia-mundial/

[3] https://www.imf.org/es/Publications/WEO/Issues/2021/03/23/world-economic-outlook-april-2021 y https://agenciabrasil.ebc.com.br/internacional/noticia/2021-01/banco-mundial-preve-salto-de-4-no-pib-global-em-2021#:~:text=A%20economia%20global%20deve%20crescer,1%2C6%25%20neste%20ano.

[4] https://www.imf.org/es/Publications/WEO/Issues/2021/07/27/world-economic-outlook-update-july-2021, https://www.oecd.org/perspectivas-economicas/

y https://www.bancomundial.org/es/publication/global-economic-prospects

[5] Ver cuadro incluido en el último informe trimestral del FMI en la referencia citada en nota [4].

[6] https://www.elblogsalmon.com/indicadores-y-estadisticas/recuperacion-forma-k-economia-rota-ganadores-perdedores

[7] https://www.ey.com/es_sv/covid-19/las-empresas-ganadoras-en-tiempos-de-pandemia

[8] https://magnet.xataka.com/en-diez-minutos/50-empresas-representan-28-economia-mundial-capitalismo-hiperconcentrado

[9] https://www.ambito.com/tecnologia/apple/cuanto-ganan-los-gigantes-tecnologicos-minuto-n5191120

[10] Citado en el artículo referido en nota [6].

[11] https://www.dw.com/es/el-coronavirus-provocar%C3%A1-el-cierre-de-27-millones-de-empresas-en-am%C3%A9rica-latina/a-54034052

[12] John Maynard Keynes (1883-1946) fue un economista británico cuyas elaboraciones orientaron la política económica y monetaria mundial en la segunda posguerra, en especial su libro Teoría general del empleo, el interés y la guerra.

[13] https://www.france24.com/es/20171219-reforma-tributaria-donald-trump-impuestos

[14] Ver el artículo “Keynesianismo imperialista en tiempos de pandemia” de Orlando Torres, en la revista Correo Internacional n.° 25 (abril de 2021), disponible en https://litci.org/es/especialescorreo/.

[15] https://www.eleconomista.es/economia/noticias/11322656/07/21/La-inflacion-no-da-respiro-a-la-Fed-el-IPC-general-sube-hasta-el-54-y-el-subyacente-toca-maximos-de-1991.html

[16] https://www.eleconomista.es/economia/noticias/11377830/09/21/La-inflacion-aumenta-y-la-eurozona-marca-maximos-desde-2011-al-3.html

[17] https://g1.globo.com/economia/noticia/2021/08/30/analistas-do-mercado-sobem-para-727percent-estimativa-da-inflacao-em-2021-e-veem-alta-menor-do-pib.ghtml

[18] https://expansion.mx/economia/2021/08/09/la-inflacion-se-ubica-en-5-81-durante-julio-impulsada-por-gas-lp-y-alimentos

[19] ROUBINI, Nouriel, The stagflation threal is realProject Syndicate, 30 de agosto de 2021, en: https://www.project-syndicate.org/commentary/mild-stagflation-is-here-and-could-persist-or-deepen-by-nouriel-roubini-2021-08?barrier=accesspaylog#:~:text=There%20is%20a%20growing%20consensus,be%20alleviated%20in%20due%20course.

[20] https://www.contrapunto.com.sv/la-falacia-de-la-inflacion/

[21] GHOSH, Jayati; Specter of stagflation hangs over emerging marketsForeign Policy (5 de agosto de 1921), en https://foreignpolicy.com/2021/08/05/emerging-markets-stagflation-inflation-food-commodities-fiscal-monetary-stimulus-money-printing-developing-world/

[22] El cuadro ha sido tomado de https://www.nuevatribuna.es/articulo/global/notas-reflexiones-crisis-capitalista-2020-2021/20201004101328179783.html. Para una visión más general de los análisis de Roberts ver la entrevista publicada en esta página en: https://litci.org/es/la-larga-depresion-entrevista-a-michel-roberts/

[23] Sobre este tema, sugerimos ver el libro O sistema financeiro e a crise económica mundial de Alejandro Iturbe, Editora Sundermann, San Pablo, Brasil, 2009.

[24] https://cincodias.elpais.com/cincodias/2021/04/13/opinion/1618316639_651412.html

[25] Sobre este punto, recomendamos leer el Capítulo 8 (EE.UU., epicentro de la crisis actual) del libro citado en la nota [23], especialmente el subtítulo “Los déficits gemelos”.

[26] https://www.eleconomista.es/economia/noticias/11045864/02/21/La-deuda-publica-de-EEUU-superara-este-ano-el-tamano-de-la-economia-segun-la-CBO.html

[27] https://www.infobae.com/america/eeuu/2021/09/14/democratas-proponen-abolir-parcialmente-la-reforma-tributaria-de-donald-trump-y-subir-los-impuestos-a-los-ricos-y-a-las-empresas/

[28] https://www.eleconomista.com.mx/internacionales/Biden-ofrece-negociar-el-aumento-de-impuestos-a-empresas-en-busca-de-apoyo-de-los-republicanos-20210603-0081.html

[29] Ver, por ejemplo, el artículo de 2014: https://litci.org/es/la-recuperacion-economica-y-la-lucha-por-un-salario-minimo-de-15-dolares-por-hora/

[30] https://www.eleconomista.es/economia/noticias/11074145/02/21/Biden-se-queda-sin-la-subida-del-salario-minimo-a-15-dolares-en-su-paquete-de-estimulo.html

[31] https://www.brasil247.com/mundo/china-continuara-sendo-estabilizador-da-recuperacao-economica-mundial

[32] Sobre este tema ver el artículo de Marcos Margarido en https://litci.org/es/probable-colapso-de-la-evergrande-deja-al-descubierto-el-capitalismo-chino/

[33] Ver artículo del Financial Times en ft.com/content/e7dac606-1d25-4034-99af-aafab24d5a4d

[34] https://time.com/6099000/china-evergrande/

[35] https://g1.globo.com/economia/noticia/2021/09/20/crise-na-evergrande-por-que-o-mercado-esta-em-alerta-e-quais-as-possiveis-consequencias-para-o-brasil-e-o-mundo.ghtml

[36] Sobre este tema, recomendamos leer: https://litci.org/es/certezas-e-interrogantes-que-plantea-la-crisis-economica-en-china/

[37] https://www.ambito.com/negocios/china/la-crisis-evergrande-el-lehman-brothers-chino-que-pone-riesgo-los-mercados-del-mundo-n5279216

[38] Ver, entre otros artículos publicados en este sitio: https://litci.org/es/66832-2/

[39] Ver, entre otros artículos publicados en este sitio: https://litci.org/es/66669-2/

[40] https://news.un.org/pt/story/2020/10/1728962

[41] https://www.cadtm.org/Tras-la-pandemia-el-FMI-advierte-del-peligro-de-una-explosion-social

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