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Líbano

La revolución contra el sectarismo religioso en el Líbano

Protestas en Beirut, capital de El Líbano.
enero 16, 2020

La revolución libanesa es uno de los centros de la lucha de clases internacional. Seleccionamos esta crónica escrita por el activista Joey Ayoub, cuyo relato de los eventos permite descubrir el tamaño de la extensión y la profundidad de esta revolución. No estamos de acuerdo con el autor cuando afirma que el levante tiene una naturaleza doble: reformista y revolucionaria. Entendemos la lucha actual en el Líbano como una revolución en curso, lo que es controversial incluso entre los izquierdistas[1]. Sugerimos que nuestros lectores saquen sus propias conclusiones después de leer esta extensa crónica de los acontecimientos.

De: Joey Ayoub, 6/1/2020

Crónica del primer mes de la revuelta

Desde el 17 de octubre han ocurrido manifestaciones en todo el Líbano, que derrocaron al primer ministro y transformaron la sociedad libanesa. Esas manifestaciones son parte de una ola global de revueltas, que incluye países como Ecuador, Chile, Honduras, Haití, Sudán, Irak, Hong Kong y Cataluña, en que los explotados y oprimidos están desafiando la legitimidad de sus gobernantes.

En el Líbano, un sistema de división de poder sectario religioso[2], que existe desde el final de la guerra civil, creó una clase dominante permanente de señores de la guerra[3] que usan redes de apadrinamiento[4] para mantenerse en el poder venciendo las elecciones. Eso confirma la tesis de que la política es la guerra por otros medios. En este relato minucioso de los acontecimientos del mes pasado, un participante de las movilizaciones describe la revuelta libanesa en detalle, explorando cómo ella minó las estructuras patriarcales y trascendió las divisiones religiosas sectarias para unir a las personas contra la clase gobernante.

Plaza de los Mártires, de Beirut. Foto por Joey Ayoub.

Cómo comenzó todo

Para el pueblo del Líbano, la semana del 17 de octubre de 2019 estaba entre las más importantes en la memoria reciente.

En la noche del 13 al 14 de octubre, incendios forestales devastaron el Líbano y partes de Siria. Perdimos hasta 3.000.000 de árboles (1.200 hectáreas) en un país de 10.500 km2. Eso es casi el doble de la media anual de pérdida de árboles en apenas 48 horas. La respuesta del gobierno fue desastrosa. El Líbano tenía solo tres helicópteros, donados por civiles que querían ayudar. Los demás helicópteros del gobierno quedaron parados en el aeropuerto por falta de mantenimiento.

Aunque el gobierno haya destinado dinero para el mantenimiento, el dinero “desapareció” hacia los bolsillos de la clase alta del sistema sectario, así como tantos otros fondos del Líbano. Los incendios fueron finalmente apagados por una combinación de voluntarios entre funcionarios públicos (defensa civil no es paga desde hace décadas), voluntarios de los campos de refugiados palestinos, otros voluntarios civiles, y aviones enviados por Jordania, Chipre y Grecia y, felizmente, la lluvia. Todo podría haber sido mucho peor.

No satisfechos con su propia incompetencia, políticos libaneses comenzaron a echar la culpa a los refugiados sirios, extendiendo rumores de que ellos estaban comenzando los incendios para ir a vivir en las casas que los libaneses abandonaran (aparentemente, los sirios son la prueba de fuego).

Algunos de esos políticos, como Mario Aoun, del Movimiento Patriótico Libre (FPM), se quejó de que los incendios alcanzaron solo áreas cristianas, ignorando el hecho de que la región Shouf, donde ocurrió gran parte del incendio, es en realidad un área de mayoría drusa.

En lugar de resolver el problema de los incendios y prevenir los próximos, el Estado agrava la situación. El 17 de octubre, el Estado aprobó un proyecto de ley para tasar llamadas telefónicas vía internet, como el Whatsapp. Ellos afirman que esa es una tentativa de traer ingresos adicionales, a fin de desbloquear más de U$S 11.000 millones en “ayuda” prometida en la conferencia CEDRE, ocurrida en París:

“Ferid Belhaj, vicepresidente del Banco Mundial para Medio Oriente y el Norte de África, dijo que si el Líbano quería ver el dinero CEDRE en breve, precisaba tomar en serio la implementación de reformas”.

Estas “reformas” fueron esencialmente medidas para castigar aún más a la base de la pirámide económica, y ahorrar en la cima.

Asista los videos en las siguientes direcciones:

https://twitter.com/i/status/1185084950829244417

https://twitter.com/i/status/1185085268518473728Manifestantes cantando la consigna de las revoluciones de la primavera árabe: “El pueblo quiere la caída del régimen”.

https://twitter.com/i/status/1185085268518473728

https://twitter.com/i/status/1185086206847135744Declaración de una señora de que por cada árbol quemado, el pueblo quemará un miembro del gobierno.

El Líbano tuvo ya varias crisis económicas debido a la corrupción y a la deuda pública –la mayor parte (aprox. 90%) de los bancos nacionales y del Banco Central– resultando en varios saqueos en masa de las cuentas, escasez de combustible, y huelgas. Casi U$S 90.000 millones están concentrados en apenas 24.000 cuentas bancarias en el Líbano, lo que quiere decir que entre 6.000 y 8.0000 titulares de cuentas en el Líbano tienen más de ocho veces la cantidad de dinero que el gobierno está esperando para “desbloquear” con CEDRE. A pesar de que muchos medios de comunicación se concentran en el “impuesto Whatsapp”, es la combinación de todos esos factores citados y muchos otros la que genera la indignación.

La noche del 17 de octubre, millares tomaron las calles del Líbano, incluyendo Beirut, Tiro, Baalbek, Nabatiyeh, Saida, y muchos otros lugares en protestas espontáneas. Las protestas fueron tan avasalladoras que el Estado canceló el impuesto inmediatamente. En aquella noche, una mujer llamada Malak Alaywe Herz pateó a un guardaespaldas armado de un político; el video se hizo viral y, como en el Sudán, una mujer se tornó un icono revolucionario. El 18 de octubre, partes del centro de Beirut, estaban en llamas y grandes partes del país fueron completamente bloqueadas con barricadas, muchas de las cuales tuvieron neumáticos en llamas.

Vea el video de la mujer enfrentando la seguridad personal de uno de los políticos presentes, que viralizó en las redes sociales, en: https://twitter.com/i/status/1184939932810465281

Yo me junté a las protestas en Beirut aquel día y comencé a participar casi todos los días desde entonces. Como un organizador de las protestas de 2015, morador del Líbano y también alguien que escribe sobre el asunto desde 2012, pude ver inmediatamente que estas protestas serían diferentes. Yo no era el único tomado por la esperanza, en todos los lugares era ese el sentimiento. En este relato, voy a intentar explicar por qué esas protestas ya crearon cambios irreversibles en el país, cambios que los señores de la guerra están intentando revertir.

La doble naturaleza de la Revuelta

Podemos pensar esta revuelta como de dimensiones reformistas y al mismo tiempo revolucionarias[5]. Es una revuelta contra la injusticia y la corrupción y una revolución contra el régimen sectario religioso.

La dimensión reformista asume la forma de protestas contra la corrupción. Una exigencia común, expresada en el canto “Kellon yaani Kellon” (“Fuera Todos significa Fuera Todos”), es que el gobierno renuncie. El 20 de octubre, renunciaron

cuatro ministros de las Fuerzas Libanesas (LF). La LF es un grupo liderado por el antiguo señor de la guerra Samir Geagea. Desde entonces, la LF ha intentado, a pesar de que sin éxito, surfear la ola de las protestas. La primera gran victoria fue la renuncia del primer ministro Saad Hariri el martes 29 de octubre. Eso colapsó el gobierno que conocemos, aunque hasta el cierre de este texto, él aún sea primer ministro interino hasta la elección de otra persona para el cargo.

No hay exigencias unificadas que vengan de las calles; en muchos aspectos, hay resistencia para la formulación de una lista única de exigencias. Existen, sin embargo, varias demandas populares, principalmente apelando al fin de la corrupción y del régimen sectario religioso, que son vistos como conectados. Vemos eso en entrevistas realizadas en la calle por emisoras de TV, en medios sociales, y entre manifestantes. Como Kareen Chahayeb y Abby Sewell escribieron, además de la renuncia del gobierno, dos exigencias comunes han sido “elecciones parlamentarias anticipadas con una nueva ley electoral para las elecciones que no esté basada en la proporcionalidad sectaria” y “para una investigación independiente sobre lo que fue robado y desviado de los fondos públicos”. Esa última fue sucintamente resumida por un hombre de la ciudad de Arsal: “No hay guerra. Esto es sobre el dinero, usted robó el dinero, devuelva el dinero”.

Vea las protestas en Beirut, capital del Líbano, en: https://twitter.com/JadChaaban/status/1185962175011180550

Las protestas son contra el sectarismo en muchas maneras. Va más allá de lo que es conocido como izquierda vs. derecha, e incluso hasta de los tradicionales partidos políticos sectarios, esta rabia viene de casi tres décadas; los traumas entre las generaciones son aún más antiguos. Desde el final de la guerra civil, la oligarquía de los señores de la guerra del Líbano perfeccionó las reglas del juego.

El Estado sirve como un mostrador de negocios a través del cual esta clase puede negociar entre sí y con las elites del Golfo, de Irán, y occidentales; las redes de apadrinamiento ayudan a mantener las estructuras de poder, beneficiando a esa clase, manteniendo partes de la población dependiente de ellos; infraestructuras públicas fueron dejadas para pudrirse mientras la rápida privatización limita la libertad de circulación entre las regiones y frecuentemente paraliza todo el país; y, más recientemente, el miedo de la violencia por parte de Siria ha sido regularmente usada para imponer pánico sobre el pueblo libanés, incluso tres décadas después de la guerra civil.

Para hacer corta la historia: al intentar recuperarse de quince años de guerra civil, los libaneses pasaron las tres últimas décadas frente a un gobierno que no trató sobre sus intereses. Por eso, una explosión social era inevitable, pero la forma como eso ocurrió está levantando las interpretaciones más cínicas de la política libanesa, incluso de los propios libaneses.

Reivindicaciones de las calles

Cuando la guerra civil terminó bajo la “tutela” (léase: ocupación) del régimen sirio, los poderes se reconfiguraron a fin de promover el mensaje de que la década de 1990 sería la década de reconstrucción. En Beirut, esto involucró la privatización de prácticamente todo. El centro histórico, que árabes en toda la región la refieren como Al-Balad (literalmente, “el país”), fue transformado en Solidere, la empresa privada fundada por la familia Hariri.

Esa política neoliberal fue camuflada con un lenguaje de esperanza: la narrativa era que solamente a través de lazos comerciales es que se podría impedir la amenaza de una nueva guerra civil. Este fue el tiempo en que nuestra generación nació –la generación de posguerra que me gusta referir como la “generación de la reflexión tardía”. Nosotros crecimos oyendo historias de “los buenos viejos tiempos” antes de la guerra, cuando Beirut tuvo un “bonde” y las personas podían vender productos en espacios públicos. No es preciso decir que esa “nostalgia” de los años anteriores a la guerra esconde muchas crisis en los niveles regionales y nacional; las crisis que culminaron con la guerra civil en 1975.

“Es llamado Al-Balad, no Solidere.” Foto de Joey Ayoub.

Pero la década de 1990 vio también otros desarrollos. El parlamento aprobó una ley de amnistía en 1991, perdonando la mayoría de los crímenes cometidos durante la guerra, permitiendo que aquellos que estaban en el poder durante la guerra se mantuviesen en el gobierno. La mayoría de los pesos pesados políticos actuales eran señores de la guerra o relacionados con ellos. O, entonces, en la era posguerra desde sus primeros días, pero también después de la Revolución de los Cedros que en 2005 expulsó al ejército sirio del Líbano.

Estas figuras políticas incluyen a Nabih Berri, líder del movimiento Amal desde los años 1980 y presidente del parlamento desde 1992; Michel Aoun, presidente de la república, líder del Movimiento Patriótico Libre (FPM), que volvió del exilio en 2005, y suegro de Gebran Bassil, que también es dirigente del FPM, así como el ministro de Relaciones Exteriores, Samir Geagea, líder las Fuerzas Libanesas (LF) desde los años 1980, liberado de la prisión en 2005 y rival histórico de Aoun; Hassan Nasrallah, líder de Hezbollah desde 1992; Walid Jumblatt, líder del Partido Progresista “Socialista” (PSP) desde 1977; y Samy Gemayel, líder del partido Kataeb y sobrino de Bashir Gemayel, un señor de la guerra que fue asesinado en 1982 mientras era presidente electo. Además, podemos contar el Movimiento Futuro (FM), con su líder Saad Hariri, primer ministro reelecto e hijo del asesinado primer ministro Rafik Hariri, como uno de los oligarcas más prominentes de era posguerra al lado de Tammaam Salam, el ex primer ministro y el hijo de Saeb Salam, seis veces primer ministro antes de la guerra civil, y Najib Mikati, también ex primer ministro y generalmente citado como el hombre más rico del Líbano.

En suma, el Líbano es gobernado por dinastías políticas que fueron forjadas en el fuego de la guerra civil o durante la “reconstrucción” de posguerra. Los manifestantes en la ciudad de Trípoli, el 2 de noviembre se referían a ellos con el eslogan “nosotros somos la revolución popular, usted es la guerra civil”.

Trípoli, Luz de la Revolución

Trípoli, la mayor ciudad del Norte del Líbano, ha estado a la vanguardia de la revuelta. Casi todos los días desde el 17 de octubre, millares de manifestantes en Trípoli fueron a las calles para exigir la caída del régimen sectario. Para citar a un participante de 84 años de edad, “Hay tanta pobreza y privación aquí, que no importa como esto acabe, las cosas serán mejores”. Además de las manifestaciones espectaculares de movilización popular, Kellon yaani Kellon (“Fuera Todos significa Fuera Todos”) y “el pueblo quiere la caída del régimen” [se escucha] diariamente.

Trípoli, una ciudad de mayoría sunita, fue desafiando abiertamente la narrativa sectaria declarando que están con Nabatiyeh, Tiro y Dahieh –todas ciudades de mayoría chiita–. Cuando Hezbollah y Amal shabbiha (secuaces del gobierno) atacaron a manifestantes en Nabatiyeh el 23 de octubre, Trípoli respondió “Nabatiyeh, Trípoli está con ustedes hasta la muerte”. El eslogan popular “revolución popular contra la guerra civil” rápidamente se extendió por el resto del Líbano. Eso presenta la narrativa que ven los que todavía se apegan a sus identidades sectarias como reliquias de la guerra civil en oposición a aquellos que están intentando construir un futuro inclusivo para todos, independientemente de sectas religiosas. Las protestas de Trípoli indicaban desde el inicio que este levante sería diferente.

Vea el video de la manifestación en Trípoli, el 22 de octubre, en https://twitter.com/joeyayoub/status/1186747341660917762. Se afirma en el video que si ellos cerraran todas las plazas, los manifestantes serían bienvenidos en la ciudad.

Trípoli ha mantenido un ritmo diferente por causa de las organizaciones que surgieron. Como en Beirut, manifestantes en Trípoli crearon hospitales populares y foros de discusión, además de ocupar el edificio municipal. Las movilizaciones han sido tan abarcativas que, por primera vez, que yo sepa, los manifestantes de otros lugares en el Líbano han ido a Trípoli para participar de las protestas allá, en respuesta a una invitación abierta. El 22 de octubre, poco antes de que los manifestantes comenzaran a cantar “el pueblo quiere la caída del régimen”, un hombre con una megáfono declaró: “Si ellos [el gobierno] cerrasen todas las plazas, todos serán bienvenidos a la plaza Nour [la plaza principal]”. Por primera vez, Trípoli se tornó el centro de la indignación libanesa. Nour significa “luz” en árabe; el escritor libanés Elias Khoury nombró a Trípoli como la luz de la revolución.

Para comprender el significado de esto, es necesario comprender que partes de Trípoli del distrito Akkar (al norte) históricamente sufren con el peso de la violencia del Estado, son demonizados por la opinión pública y por los medios como centros de extremismo sunita. Tanto el Estado libanés como Hezbollah adoptaron sus propias versiones de “Guerra al Terror” (narrativa pos 9/11) y las áreas de mayoría sunita del norte del Líbano, entre los más pobres del Líbano y cerca de Siria, se tornaron chivos expiatorios. No obstante, a pesar de esas tentativas de los partidos sectarios en transformar el Norte en chivo expiatorio, no fue posible sofocar el movimiento. Se pueden encontrar comentarios sectarios online, generalmente mezclados con comentarios anti-refugiados, pero ellos no han impactado significativamente el impulso de las calles.

Es por eso que el estatus de Trípoli como la capital de la revolución dejó desconfortable a políticos como los del FPM. El canal de televisión controlado por el FPM, la OTV, ha demonizado regularmente a manifestantes de Trípoli y Akkar, participando de una campaña de desinformación desde el inicio. Un titular afirmó que Trípoli está “copiando” a la ciudad siria de Homs (brutalmente destruida por el régimen de Assad en 2014), lo que sugiere que militantes de Idlib estaban desplazándose para ahí. Otro comentarista en OTV afirmó “así como nosotros fuimos para Siria y enterramos su revolución, vamos enterrar esta revolución en el Líbano”. El FPM nunca participó militarmente en Siria, pero su aliado Hezbollah sí lo hizo. Cuando una activista en Beirut respondió a los sentimientos anti-refugiados de Siria, cantando “Bassil fuera, refugiados dentro”, OTV tomó esa filmación y agregó al titular “entrenamiento americano, incitación saudí, infiltración siria”.

Vea el video en que manifestantes gritan “Bassil Fuera, Fuera; Inmigrantes Dentro, Dentro”, en: https://twitter.com/Amanykhalefa/status/1185578436632436736

La conexión con Siria es profunda. Manifestantes en Trípoli han cantado “Idlib estamos con ustedes hasta la muerte”, en referencia a la ciudad siria que continúa siendo bombardeada por las fuerzas aéreas rusas y de Siria; cantos sirios fueron adoptados y resignificados en todo el Líbano. Como escribió un activista sirio: “el régimen político del Líbano, en particular la parte que aún está en el poder está cada vez más irritada con Trípoli, a punto de difamar la ciudad y a sus habitantes”. El chivo expiatorio de Trípoli podría ser visto como una extensión de la respuesta del gobierno libanés para la revolución siria, especialmente por parte de Hezbollah, Amal y el FPM. Aunque oficialmente no afiliados, el gobierno libanés tomó de nuevo la línea dura contra los refugiados desde la elección de Aoun en 2016… no que el gobierno fuese pro refugiados antes. Bassil, especialmente, se asoció con esa retórica y por eso el canto anti Bassil y pro refugiados.

El distrito de Akkar fue indiscutiblemente el chivo expiatorio de políticos y de los medios de comunicación, aún más que Trípoli. A pesar de que las protestas no comenzaron junto con las del resto del Líbano, la cobertura de los medios es mínima. El 30 de octubre, manifestantes en Akkar, como en el resto del país, resonaron el famoso canto sirio “yalla erhal ya Bashar” (apúrese, Fuera Bashar [al-Assad]), adaptándolo para “yalla erhal Michel Aoun”, como se oyó por primera vez en Beirut.

Aquella misma noche, las fuerzas de seguridad atacaron una marcha en Akkar cuando los manifestantes intentaban bloquear las rutas. La respuesta violenta por parte de las fuerzas de seguridad llevaron a los manifestantes a ver el contraste entre la respuesta relativamente suave por las fuerzas de seguridad en Beirut y su respuesta en Akkar.

El levante del Sur y del Este

La otra parte de la historia aquí es definida en el Sur, especialmente en Nabatiyeh y Tiro (conocido como Sour, en árabe), así como el Valle del Bekaa, en el Este.

Manifestantes en Nabatiyeh estaban entre los primeros en protestar, en la noche del 17 de octubre. El 18 de octubre, algunos ya estaban desafiando tabúes de larga data. La mera sugestión que un manifestante hizo en vivo por la televisión –de que Nabih Berri, cuyo movimiento Amal domina la región políticamente al lado de Hezbollah, fue presidente del parlamento por mucho tiempo– aterrorizó al periodista que lo entrevistaba; el tweet que muestra eso fue excluido. Para entender por qué ocurre eso y por qué eso es tan importante, precisamos discutir la milicia shabbiha. Los shabbiha han sido históricamente un fenómeno sirio.

La propia palabra viene de “fantasma” o “sombra”; muchas veces es asociado con autos Mercedes S600 negros (llamados al-Shabah) que fueron utilizados para secuestrar a disidentes sirios y a manifestantes. Más tarde, el término asumió una connotación más general, describiendo a hombres dispuestos a usar la violencia en nombre de su zu’ama (singular: za’im) –señores de la guerra o jefes locales que reciben órdenes de arriba–. Eso puede ser desde golpear a manifestantes hasta secuestrar, torturar, incluso matarlos. Esto último ya no es tan común en el Líbano, razón por la cual el término shabbiha ahora significa cualquier actitud violenta pro gobierno contra manifestantes.

Ver: pic.twitter.com/PHPqyQDfrv

— zeinab othman (@zeinab_othman) October 19, 2019

imágenes muestran shabbiha pro-Amal en auto, el 19 de octubre.

Some unprecedented developments taking place in Sour and other parts of South #Lebanon.

Protestors in Sour have been attacked by armed men allegedly affiliated to Speaker of Parliament Nabih Berri https://t.co/8rm4PUcx24

Un video de esa misma mañana muestra esos shabbihas atacando a manifestantes.

Debido a su naturaleza, muchas veces es muy difícil identificar shabbiha, y casi imposible “probar” una cadena de comando. Pero, tanto por razones históricas como contemporáneas, ellos se tornaron asociados con el Movimiento Amal y con Hezbollah (aunque la shabbiha armada de la FPM también atacó a manifestantes en por lo menos una ocasión).

Aunque en Beirut también hayan ocurrido dos grandes ataques por shabbihas, es importante mencionar que incluso con los eventos del 29 de octubre, cuando centenas de hombres Amal/Hezbollah fueron al centro de Beirut para golpear a manifestantes y periodistas y destruir las tiendas montadas, eso no se compara con lo que ellos están haciendo en el Sur. El 23 de octubre, la shabbiha del Amal/Hezbollah atacó a manifestantes en Nabatiyeh, hiriendo a más de veinte personas. Eso generó tanta conmoción que media docena de concejales renunciaron al día siguiente bajo presión de los manifestantes. En respuesta al ataque del 23/10, el día 25 se llamó “el día de solidaridad con Nabatiyeh” y se pasó un meme con las palabras “Nabatiyeh no se arrodilla, pregunte a los sionistas”.

El “Domingo de la Unidad” (3 de noviembre), los manifestantes en Kfar Remen, históricamente conocida por su resistencia comunista a la ocupación del sur del Líbano por Israel, se reunió con los manifestantes de Nabatiyeh. Algunos manifestantes que huían de la policía del Hezbollah de Nabatiyeh fueron para Kfar Remen a juntarse a las protestas.

Esta es una vida extraordinaria de acontecimientos para la región del Líbano, que es muchas veces considerado territorio incontestable de Hezbollah y de Amal; lo mismo vale para el Valle del Bekaa. Pero los desafíos a las potencias dominantes ha continuado. Nosotros escuchamos cantos como “Nosotros no queremos un ejército en el Líbano excepto el ejército libanés” (un desafío para el poder militar dominante actual, Hezbollah), así como en solidaridad con Trípoli y con el resto del Líbano. Vimos la violencia shabbiha en Bint Jbeil, una ciudad en la frontera sur que sufrió mucho bajo la ocupación israelí y, en seguida, durante la guerra de 2006.

La ciudad de Tiro también se juntó en la primera noche, cantando “el pueblo quiere la caída del régimen”; el 19 de octubre, shabbihas estaban atacando violentamente a los manifestantes. Periodistas fueron forzados a huir conforme las shabbihas golpeaban indiscriminadamente a cualquiera en su camino. Una testigo describió cómo Mukhabarat (policía secreta) estaba siguiendo a manifestantes al lado del shabbiha.

En cuanto al valle del Bekaa, la cobertura de los medios ha sido relativamente baja. Hubo protestas en Zahleh, Baalbek, Taalbaya, Bar Elias, Saadnayel, Chtoura, Majdal Anjar, Al-Fakeha, Hasbaya, Rashaya, y Al-Khyara, entre otros lugares.

El régimen contraataca

Estos ataques podrían ser descritos como la mordida de la estrategia de muerde y sopla del gobierno. En cuanto a la parte de soplar, ha sido bastante confusa. Los principales actores se han esforzado para ofrecer una respuesta coherente a las protestas, principalmente porque ellos no están de acuerdo entre sí y están intentando, como de costumbre, coser una política diariamente. La naturaleza descentralizada y horizontal de las protestas ha dificultado las tentativas del Estado de demonizarlos o corromperlos.

Hassan Nasrallah, líder del Hezbollah, hizo un discurso el 19 de octubre. Nasrallah habló cuatro veces desde el inicio del levante, lo que ya es un fenómeno poco común en sí mismo. Aunque Nasrallah no tenga ninguna posición oficial en el gobierno libanés, es visto como un gobernante de hecho, debido al poder militar del Hezbollah. Pero, a pesar de tener una reputación entre sus seguidores de ser calmo en sus discursos, su primer discurso fue caracterizado por una extrema rabia, arrogancia y condescendencia. Dijo a los manifestantes que ellos están perdiendo su tiempo y que este “mandato” (su elección de palabras también puede ser traducido como “era” o “alianza”) no va a caer, en referencia al acuerdo de 2016 que llevó a Michel Aoun a convertirse en presidente y a Saad Hariri primer ministro (recordando que Nabih Berri no deja el cargo de presidente del parlamento desde 1992).

Todavía acusó a los manifestantes de ser financiados por embajadas extranjeras, llevando a estos a responderle diciendo: “Yo soy el financiamiento de la revolución” que desde entonces se tornó un meme y apareció en carteles de calle también. Un camarógrafo de cine libanés debió responder por subir un video de Nasrallah diciendo que Hezbollah es 100% financiado y armado por Irán.

Al mantener el apoyo del gobierno, Nasrallah jugó su peso por detrás de dos hombres más impopulares en la política libanesa: Gebran Bassil del FPM y Saad Hariri de la FM. Eso expuso al régimen como oportunista y corrupto. Así como los partidos políticos sectarios unidos en 2016 para derrotar a Beirut Madinati en las elecciones municipales, ellos estaban ahora una vez más unidos para derrotar el levante popular. Pero Nasrallah cometió un grave error. Al decir que este gobierno no va a caer, aumentó la presión de renuncia sobre Hariri.

Hariri ya era el eslabón más débil de esa coalición, porque tuvo que buscar apoyo de sus rivales del FPM y de Hezbollah para permanecer en el poder, contra la voluntad de sus propios simpatizantes. El 29 de octubre, Hariri finalmente renunció, aparentemente sorprendiendo a Hezbollah. En trece días, los manifestantes habían forzado el colapso de un gobierno que demoró meses para ser formado. En las semanas desde el inicio de la revolución, la clase de los señores de la guerra viene intentando mantenerse frente a una crisis a la que nunca imaginó que tendría que enfrentarse.

Pero, como mencionado anteriormente, otros partidos políticos vienen intentando surfear la ola de la revolución. Eso ha sido especialmente evidente con Geagea y la LF ­–rival histórico de la FPM, una rivalidad que se remonta a las sangrientas batallas Geagea-Aoun durante la guerra civil y que fue reavivada después de 2005.

La LF vio una oportunidad de oro cuando la revolución comenzó: salir de un gobierno impopular, la LF creía que podría debilitar a sus rivales, ya que ambos grupos disputan la misma base electoral sectaria. Hubo hasta simpatizantes de la LF bloqueando rutas; eso planteó un dilema para los manifestantes antigobierno. Luego de la renuncia de Hariri, algunos manifestantes prefirieron enfocarse en los peces grandes del gobierno –Aoun y Berri, respectivamente presidente y presidente del parlamento– pero el eslogan Kellon yaani Kellon continúa dominando las protestas. A pesar de lo que simpatizantes del FPM/Amal/Hezbollah quieren creer, la LF no es popular entre los manifestantes; tiene soporte insignificante en la mayoría de los lugares donde hay protestas.

Hay un fuerte consenso de que ningún partido político sectario será apoyado, no importa cuánto ellos intenten.

Aún es muy temprano para saber cuáles serán los próximos pasos del gobierno, el gobierno interino aún tiene que nombrar nuevos ministros y el parlamento está planeando discutir una ley que concedería una amnistía general que alcance crímenes como abuso de autoridad, negligencia y crímenes ambientales. La situación está desarrollándose muy rápidamente.

Energía creativa

Las protestas en el Líbano han sido increíblemente creativas. Estudiantes en Trípoli han usado guinchos para sacar a otros alumnos de las aulas; en Beirut se entregaron sándwiches rotulados “financiado por Arabia Saudita/Francia/Estados Unidos” para reírse de aquellos que alegan que los manifestantes son financiados por potencias extranjeras; varias barricadas en las calles fueron transformadas en una sala de estar pública con sofás, heladeras y personas jugando fútbol, y con un Airbnb (gratis); manifestantes ocuparon Zaitunay Bay, una fuente de agua privada construida encima de la costa, que fue robada de Beirut, y exhibió el filme V de Venganza (el 5 de noviembre); imágenes de líderes sectarios fueron retiradas y quemadas; las personas han viralizado posteos que muestran los cacerolazos de Chile, y exhibido eso en las calles y en sus casas; voluntarios crearon refectorios en Beirut y Trípoli; un cine histórico abandonado fue recuperado y reutilizado como un cine, sala de aulas, y punto de encuentro para artistas; personas formaron una corriente humana de norte a sur del país; manifestantes bloqueando las rutas cantaron “baby shark” para un niño que estaba parado en el tránsito dentro de un automóvil; manifestantes usan regularmente máscaras de Guy Fawkes, Dalí y el Guasón; se organizaron foros abiertos para reunir a manifestantes de Trípoli, Saida, Nabatieh, Zouk, Aley y Beirut.

Manifestantes “bloquearon” una estación ferroviaria como una broma: vías del Líbano fueron destruidas durante la guerra civil y nunca reconstruidas. La privatización de la década de 1990 se hizo a costa de los espacios y los servicios públicos, y es por eso que una gran parte de las protestas intentaron recuperarlos, a práctica de plantío de guerrilla y similares.

La idea general aquí es que los manifestantes tienen que reinventar sus tácticas constantemente, a fin de tornar difícil para el Estado acompañarlas. Por ejemplo, hay un debate en curso sobre la eficacia de los bloqueos. La principal objeción es que los políticos no son tan afectados por ellos como personas comunes intentando ir al trabajo o enviar a sus hijos a la escuela. A partir de ahora, si bien esa táctica aún está siendo usada, ya no es más la principal.

En los últimos días, los manifestantes están priorizando la ocupación o protestas frente a los edificios del gobierno y otros símbolos de poder: todo, desde casas de políticos hasta edificios de la red eléctrica (la mayoría del Líbano aún no tiene electricidad 24 horas por días, 7 días por semana), pasando por las principales compañías de telecomunicaciones y operadores de datos, bancos, municipios, y así sucesivamente. Existen hoy decenas de acciones diferentes diariamente, con la mayoría de las acciones anunciadas solo un día antes. Los estudiantes secundarios y universitarios –y algunos alumnos aún más jóvenes– protestan por tres días en Said, Beirut, Jounieh, Trípoli, Koura, Bar Elias/ Zahleh, Mansourieh, Hadath, Baalbek, Nabatiyeh, Al-Khyara , Al-Eyn, Mazraat Yachouh, Furn El Chebbak, Akkar, Tannourine, Batroun, e Byblos/ Jbeil, entre otros lugares.

También hay un esfuerzo online para combatir las fake news desparramadas por los simpatizantes del gobierno y por los propios partidos políticos, así como para ayudar a los manifestantes a mantenerse informados de modo más general: el3asas (o “vigilante de la ciudad”) está verificando las noticias publicadas en las redes sociales y por los medios oficiales de noticias; un directorio llamado Daleel Thawra (“directorio de la revolución”) divulga las diversas acciones, actividades e iniciativas; TeleThawra (“revolución TV”) ofrece una alternativa al Télé Liban, canal del gobierno; Fawra Media (“Medio de la explosión”) documenta “a los individuos y grupos que están sosteniendo la Revolución Libanesa”, Sawt Alniswa (“voz de las mujeres”) es una revista dirigida por mujeres con publicación semanal; y Megafone News (“Noticias del Megáfono”) es un medio independiente que existe desde 2017.

Olas de choque subterráneas

Estos desenvolvimientos abrieron espacio para las personas y para narrativas que normalmente son suprimidas en nivel nacional o en los partidos.

Además de los activistas arriba mencionados, palestinos y sirios han participado activamente en las protestas, particularmente en las dos mayores ciudades, Beirut y Trípoli. Algunos medios de comunicación sectarios usaron eso para reiterar alegaciones de que las protestas son “infiltradas por extranjeros”. Conscientes de eso, muchos palestinos y sirios pasaron a actuar de forma discreta. Salvo una protesta en el campo de refugiados Ain El Helweh, donde los palestinos expresaron directamente solidaridad con las protestas libanesas, palestinos en Saida, Beirut, Trípoli y otros lugares en que han participado hasta ahora han tenido el cuidado de “mantenerse al margen de las manifestaciones libanesas, [para] evitar ser acusados de instigar o usurpar el movimiento de protesta”. Esta iniciativa tornó más difícil para los xenófobos usar su discurso habitual, toda vez que es imposible diferenciar entre libaneses, palestinos, y el pueblo sirio, a menos que ellos levanten sus respectivas banderas nacionales.

Vimos también, en menor grado, consignas de manifestantes en solidaridad con egipcios, sudaneses y otras partes árabes de la región de Medio Oriente y del Norte de África, y hay alguna conciencia, principalmente expresada en las redes sociales, de las protestas en curso y de la violencia en Irak, Hong Kong, Kurdistán sirio y Chile. Aunque rápidamente olvidado en nivel nacional, también vimos motines el primer día de las prisiones de Zalhe y Roumieh, en solidaridad con los manifestantes, así como para llamar la atención sobre las condiciones de las prisiones horribles del Líbano y sobre repetidas llamadas a una ley general de amnistía, cómo muchas personas son presas por supuestas ligazones con grupos yihadistas, posesión de drogas, y así sucesivamente. Hasta ahora no hubo gran participación de los trabajadores domésticos migrantes, que son generalmente confinados a casas de familias libanesas o entonces están muriendo en prisiones subterráneas horribles, con poco o ningún derecho político bajo el sistema Kafala (apadrinamiento). Es improbable que eso cambie en un futuro próximo dadas las restricciones que les son impuestas, pero si el impulso de las protestas continúa, podría abrir espacio político suficiente para nuevas conexiones políticas a formarse.

La Revolución es femenina

Hasta ahora, las protestas se han centrado sobre la lucha contra la corrupción generalizada y el sistema sectario. Pero el papel de feministas, incluyendo LGBTs y/o activistas no libanesas sugiere una tentativa por parte de los manifestantes de crear un movimiento más progresista e inclusivo. Las feministas realizaron marchas separadas para destacar las estructuras patriarcales que oprimen desproporcionadamente a las mujeres y las LGBTs –importante notar el hecho de que las mujeres libanesas aún no pueden transmitir su nacionalidad a sus cónyuges e hijos, y el hecho de que las leyes sectarias del país que rigen estos asuntos como casamiento, divorcio, guarda y etcéteras, discriminan a las mujeres–. Hombres y mujeres marcharon por el derecho de ellas a pasar su nacionalidad a los hijos, en Tiro, en Trípoli, y en otros lugares.

Las mujeres también usaron sus cuerpos para proteger de la policía a otros manifestantes y prevenir el aumento de la violencia. Como dijo Leya Awadat, participante de las “paredes feministas”, “En esta sociedad machista, es mal visto para los hombres golpear públicamente a las mujeres” (énfasis en públicamente), entonces, ellas han utilizado eso en su ventaja.

LGBTs también han sido blanco de insultos. Un shabbiha atacando a manifestantes el 29 de octubre, fue oído en vivo en la televisión, gritando: “¡Los hombres son hombres, carajo!” Un convidado en OTV alegó que los manifestantes quieren destruir el sectarismo en nombre de una especie de “agenda gay”.

Vea la gran muralla feminista de Riad al-Solh, en: https://twitter.com/timourazhari/status/1185662379864051713 No son permitidos hombres para que no ocurran problemas, y ellas son realmente serias sobre eso.

Las marchas feministas siempre se encuentran con las principales marchas. La idea no es crear movimientos separados, pero sí para hacer conocida su presencia dentro de las exigencias más amplias sobre la justicia y la igualdad. Las feministas lideraron muchas barricadas y muchas consignas, también mantuvieron una activa presencia en las iniciativas del día a día que ayudan a mantener el ritmo del levante. Una manera que ellas han usado es clamar por cánticos y canciones –tradicionales y recientes– removiendo sus connotaciones machistas.

La canción popular “hela hela” contra Gebran Bassil insultando a su madre –es muy común en la lengua árabe usar a las mujeres o sus órganos genitales como insultos– entonces, feministas cambiaron para insultar tanto a Gebran y “su tío” (el presidente, Michel Aoun) lo que, desde entonces, se arraigó. Ellas también recuperaron una canción tradicional usada para enviar a las mujeres fuera del casamiento, cambiando la letra “Ella fue para protestar, ella fue para cerrar las rutas, ella fue para derrocar el gobierno”.

¿Qué viene después?

Al contrario de lo que algunos han asumido, el problema en sí no es el sectarismo. Aunque el riesgo de tensiones sectarias probablemente ocurra en el futuro, el riesgo más inmediato es la crisis económica inminente. En mi opinión, es por eso que las formas más radicales de política solo aparecen tímidamente. El temor de que las cosas vayan a quedar peor es real y realista; es muy difícil hablar de formas alternativas de organizarnos, incluso considerando las pocas diferencias entre libaneses y no libaneses, cuando la principal preocupación de la mayoría de las personas es la escasez de medicamentos y combustibles, y posiblemente incluso hasta de alimentos. Mientras el radicalismo puede desarrollarse naturalmente, si la situación económica se agrava también es posible que los elementos más nacionalistas y sectarios de la política libanesa se radicalicen. Las últimas tendencias tienen décadas de experiencia en el poder, mientras las formas más pacíficas de la política son relativamente nuevas, siendo construidas en las calles y online.

Consecuentemente, la percepción dominante entre los manifestantes es que precisamos ser tan bravos como cuidadosos.

En el cartel dice: “justicia económica es una causa feminista”, frente a la mezquita Mohammad Al-Amin, con la Plaza de los Mártires al fondo, en Beirut. Foto de Joey Ayoub

Dicho esto, las cocinas, las tiendas de salud gratuitas y la recuperación de sitios históricos privatizados y de zonas costeras, son todas iniciativas que afirman implícitamente que podemos recuperar los bienes comunes. Esto es crucial de entender en un país que no tuvo nada público en la memoria reciente, donde la ideología “pro mercado” dominante es una prioridad del Estado-nación del Líbano.

Aunque los principales actores pueden ser resumidos a una docena de figuras públicas, la razón de que las redes de apadrinamiento hayan funcionado hasta ahora tiene que ver con la existencia de una parte de la población que obtiene privilegios con esa red. Se ponen como intermediarios entre los oligarcas y aquellos que buscan “wasta” (soborno, nepotismo, “QI” Quien Indica) para recibir servicios no provistos por el Estado. En otras palabras, algunas personas tienen incentivos financieros para mantener redes populistas contra la creación de cualquier cosa que pueda ser llamada servicio público. Reformar y después derribar este sistema será difícil. Derrocar este sistema que está en la base de funcionamiento del Estado va a ser aún más difícil.

Pero, si la unidad de progresistas antisectarios no resuelve esta cuestión, es probable que el Estado los transforme en chivos expiatorios: refugiados y trabajadores sirios y palestinos, trabajadores domésticos migrantes (principalmente de Etiopía, Sri Lanka, y Filipinas, y abrumadoramente mujeres), LGBTs (ciudadanos y no ciudadanos), profesionales del sexo y similares. Cualquier individuo que no encaje en el paradigma patriarcal capitalista-sectario dominante está en riesgo de violencia física, psicológica y simbólica.

Finalmente, y esto está relacionado con el punto anterior, derrotar el sectarismo político y “la manera sectaria de hacer las cosas” es visto como una prioridad inmediata. Este sistema, que remonta a la década de 1860, viene perdiendo su aura de ser intocable entre las generaciones de la posguerra, tanto los Millennials y, especialmente como la Generación Zs –aquellos que vivieron sus vidas enteras oyendo a sus padres quejarse sobre “¿Dónde está el gobierno?”–, cuando ellos tienen que pagar dos cuentas separadas para la electricidad (priva y pública), tres cuentas separadas para el agua (agua corriente privada y pública, y privada de agua potable embotellada). Como los señores de la guerra envejecen –los dos más poderosos, Aoun y Berri, tienen 84 y 81 años, respectivamente– vamos a ver el inevitable declive del sectarismo de la era de la guerra civil.

Pero, mientras eso puede ser inevitable, la cuestión es si los progresistas antisectarios tendrán éxito en la construcción de alternativas viables que pueden desafiar el viejo orden.

Manifestantes en una simulación de ahorcamiento sosteniendo carteles que decían “1975” (el inicio de la guerra civil) y de la calle “sectarismo” -Riad El Solh, Beirut. Foto de Joey Ayoub.

Tenemos muchos motivos para la esperanza, como escribió Bassel F. Salloukh, porque “la revolución del 17 de octubre marca el fin definitivo de la guerra civil, y una genuina reconciliación de abajo para arriba entre las comunidades rivales, de una sola vez”.

Notas

[1] https://litci.org/en/marxists-and-the-lebanese-revolution/ [El marxismo y la revolución libanesa].

[2] El sectarismo religioso es un tipo de régimen en que el poder es dividido entre grupos religiosos. En el caso del Líbano, desde el fin de la colonización francesa en 1943 está consolidado en la constitución del país que el cargo de presidente debe pertenecer a los cristianos, el de primer ministro a los musulmanes sunitas y el de presidente del parlamento a los musulmanes chiitas.

[3] Señores de la guerra es como son conocidos los miembros de la clase dominante en el país, que subieron al poder durante la guerra civil libanesa (1975-1990). En sus orígenes eran líderes locales de regiones, como el coronelismo en el Brasil. Pero después de ganar una expresión nacional durante la guerra civil, nunca salieron del poder.

[4] Las redes de apadrinamiento son formas de asistencialismo ligadas a grupos políticos, que visan ganar un apoyo político para esos partidos a través del populismo.

[5] Es exactamente aquí donde se confunden los conceptos de reforma revolución. El autor trata reforma como la lucha contra el gobierno y revolución como la lucha contra el régimen. No son los mismos conceptos marxistas de reforma y revolución.

Texto publicado originalmente en Crimethlnc

Traducción del original: Abdallah.

Traducción del portugués: Natalia Estrada.

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