Irán | Sobre la rebelión contra el régimen de los ayatolás
Hace seis semanas explotó en Irán una rebelión popular en respuesta al asesinato de una joven kurda por parte de un agente de la llamada Policía de la Moral. A seis semanas de su inicio, esta rebelión se mantiene y apunta contra el régimen de los ayatolás. ¿Cuáles son sus perspectivas? ¿Qué programa debemos levantar los revolucionarios en esta situación?
Por Alejandro Iturbe
Escribimos este artículo siendo conscientes de la limitación que representa el hecho de que la LIT-CI no tiene una organización nacional en Irán (aunque sí mantenemos contacto con exiliados iraníes en el exterior). Por eso, seremos muy cuidadosos en la formulación de caracterizaciones y propuestas, porque pueden contener errores de apreciación. Sin embargo, al mismo tiempo contamos con el conocimiento de experiencias históricas en situaciones similares y también con el capital teórico que nos suministra el marxismo para su comprensión.
Algunos datos sobre el país
El Irán moderno comienza a conformarse en el siglo XIX e inicios del XX (cuando todavía se denominaba Persia). Siglos atrás, las monarquías persas habían adoptado la rama chiita del islamismo. El Irán actual es el resultado, por un lado, de la reducción de un Imperio regional que debió ceder territorios que se incorporaron al Imperio ruso luego de la guerra ruso-persa (1826-1828): la llamada Transcaucasia. Por el otro, del dominio de ciudades por parte del Imperio británico. Era el caso de Herjat, que los persas quisieron recuperar en la guerra anglo-persa (1856-1857) pero fueron derrotados.
Persia llega al siglo XX como un país debilitado y sometido a esa doble opresión imperialista extranjera. En su libro El imperialismo, fase superior del capitalismo, Lenin define a Persia como un país semicolonial en el sentido de que tenía parte de su territorio en manos de potencias extranjeras. En el siglo XX, estas apetencias imperialistas comenzaron a tener como centro las inmensas riquezas petroleras del país y, algunas décadas más tarde, el imperialismo estadounidense entra como un factor central en la ecuación.
Actualmente, Irán posee una superficie de 1.650.000 km2 y una población superior a los 85.000.000 de habitantes. El eje de su economía continúa siendo la extracción y el refinado de petróleo (también de productos derivados) y su exportación. En ese marco, como resultado de varios procesos durante el siglo XX, produce una amplia variedad de productos industriales con tecnología propia, con varias fábricas de automóviles, tractores y maquinaria en general. Por lo mismo, existe un movimiento obrero de peso social considerable.
Al mismo tiempo, parte importante de la población vive de un sector primario agro-ganadero autosuficiente. Es muy importante la ganadería ovina, que produce lana para la elaboración de las famosas alfombras persas. Tiene producción de trigo, algodón y tabaco. En el sector comercial y de servicios predominan las empresas privadas de pequeño tamaño.
La revolución de 1979
La historia de Persia-Irán durante el siglo XX encadena diversas situaciones nacionales en el marco de grandes procesos mundiales, como la I y la II Guerras Mundiales, y, en la Segunda Posguerra, la consolidación de EE.UU. como el imperialismo hegemónico.
Desde 1925, el régimen iraní se definía como una “monarquía constitucional”. A inicios de la década de 1950, el primer ministro Mohammad Mosaddeq pretende nacionalizar el petróleo, hasta entonces en manos de empresas extranjeras (las “siete hermanas”). En respuesta, los imperialismos estadounidense y británico impulsan un golpe de Estado que derroca al gobierno Mossaddeq.
Se instala un régimen dictatorial monárquico encabezado por el Sha Reza Pahlevi. Este régimen se transforma en uno de los pilares de la política imperialista para dominar Medio Oriente (junto con el Estado de Israel y la petromonarquía saudita). A nivel interno, realiza una durísima represión contra sus opositores, fundamentalmente a través de la policía secreta (la SAVAK), encarcelándolos u obligándolos al exilio, como el ayatolá Ruhollah Khomeini, el más importante líder religioso de Irán en esa época.
El odio al régimen del Sha se va acumulando, estalla y se desarrolla en el año 1978 y culmina en enero de 1979, cuando el Sha se ve obligado a huir del país. Fue una gran revolución que derrocó la monarquía, desmanteló la SAVAK, y llegó a conformar consejos y milicias obreras y populares[1].
La dictadura religiosa de los ayatolás
Sin embargo, esta gran revolución tenía una enorme debilidad: la ausencia de una dirección revolucionaria organizada que, de modo consciente, impulsase la revolución hacia la toma del poder por la clase obrera, como hizo el Partido Bolchevique de Lenin y Trotsky en 1917, en Rusia, después del derrocamiento del zarismo.
Esta gran debilidad fue aprovechada por el clero chiita y la burguesía iraní opositora al Sha (la llamada “burguesía del Bazar”) para, primero, contener y frenar la revolución y, después, derrotarla. El ayatolá Khomeini volvió del exilio, reagrupó al clero chiita y utilizó su influencia religiosa para crear una poderosa fuerza militante propia. Los consejos obreros y populares fueron reemplazados por “consejos islámicos” y las milicias que se habían creado en la lucha contra el Sha acabaron transformándose en “Guardianes de la Revolución”, al servicio de la política de Khomeini.
Como dice Soraya Misleh en un artículo reciente, la revolución “acabó por ser secuestrada por una dirección burguesa representada por el ayatolá Khomeini, que ni siquiera sería capaz, por sus intereses de clase, de realizar hasta el fin las tareas democráticas. Al contrario, la oposición fue destruida por una contrarrevolución”[2].
El resultado de este proceso fue la conformación de una “dictadura religiosa” en la que la principal institución es el alto clero chiita y, en especial, su líder religioso. Tal como dice el artículo recién citado, este régimen no resolvió ninguna de las tareas democráticas que había expresado la revolución. En realidad, como veremos en este mismo material, en muchos casos, agravó aún más la situación.
En ese marco, antes de analizar esas tareas pendientes que explotan en la rebelión actual, vemos necesario hacer una consideración. El régimen de los ayatolás es el resultado altamente contradictorio de un proceso que comenzó con una revolución que tuvo como uno de sus ejes la lucha contra el imperialismo estadounidense.
Esta génesis hace que este régimen tenga una autonomía política relativa frente al imperialismo, que no sea un régimen servil que se limita a acatar órdenes, y que tenga aspiraciones de transformar a Irán en una potencia regional. Por ejemplo, nacionalizó la totalidad de la extracción, refinación y exportación del petróleo, y la empresa estatal NIOC (National Iranian Oil Company) pasó a tener el control monopólico del sector en el país. Utilizó a fondo ese perfil para justificar la instalación de la dictadura, presentándola como un bastión antiimperialista del islamismo que luchaba duramente contra EE.UU.
Desde 1979, el imperialismo estadounidense tiene “cuentas pendientes” con la revolución y, en algunos aspectos, las transfiere al régimen de los ayatolás. Por eso, en 1980, impulsa al régimen iraquí de Saddam Hussein a invadir regiones de Irán, dando inicio a una larga guerra entre los dos países. A la vez que se defendía, el régimen de los ayatolás utilizaba esta guerra para consolidar su dictadura.
Por otro lado, desde hace más de quince años, el imperialismo le ha impuesto sanciones económicas contra el programa de desarrollo nuclear independiente que realizaba Irán[3]. En diversos artículos hemos repudiado y llamado a combatir estas sanciones, y defendemos el derecho de una nación más débil de desarrollar su propia tecnología nuclear[4]. En 2019, el gobierno de Trump había ordenado un ataque a tres bases militares iraníes, pero retrocedió y cambió la acción por un ataque con drones que causó la muerte de un general iraní. La LIT-CI también repudió esta agresión imperialista[5].
Hemos dicho que repudiamos las sanciones económicas del imperialismo contra Irán. Es innegable que ellas afectan negativamente la economía iraní y, en última instancia, son sufridas por su pueblo. Como dice el reciente artículo de Florence Oppen: “Estas sanciones deben ser condenadas; no han perjudicado al régimen ni a la élite económica de Irán, que no ha hecho más que enriquecerse, sino que solo han perjudicado a los iraníes comunes y corrientes”[6].
Al mismo tiempo, “el opresivo régimen iraní utiliza las sanciones como excusa para desviar la atención de su propia responsabilidad en la crisis económica”. Luego nos referiremos a sus políticas de ajuste y privatizaciones y su búsqueda de inversiones imperialistas. Asimismo, estas sanciones no pueden ser utilizadas como excusa para su política de represión a las nacionalidades oprimidas, a las mujeres y a los homosexuales.
Por otro lado, su política es cada vez menos enfrentada al imperialismo. Por el contrario, desde hace varias décadas busca ser aceptado por las potencias imperialistas y tener “un lugar en la mesa” internacional, subsidiario y de colaboración. Por ejemplo, luego de la invasión y ocupación militar ordenada por el gobierno de George Bush hijo y la coalición con los países imperialistas europeos que derrocaron el régimen iraquí de Saddam Hussein (2003), hubo un intento de instalar un gobierno títere encabezado por un hombre de origen iraquí, ligado a la CIA. Este intento fracasó: la situación derivó hacia una guerra de resistencia nacional a la ocupación y la dinámica de fractura del país en tres regiones, bajo el dominio de chiitas, sunnitas y kurdos. En ese marco, el régimen de los ayatolás realizó un pacto de hecho con el gobierno de Bush y ayudó a instalar gobiernos “centrales” en Bagdad (en la zona de predominio chiita). En el terreno del desarrollo de su proyecto nuclear, bajo el gobierno de Barack Obama, el régimen iraní acabó aceptando las exigencias imperialistas (control y supervisión externa), y profundizó la política común hacia Irak[7].
Menos conocido es el hecho de que, desde hace varios años, desarrolla una política de privatizaciones de las grandes empresas estatales y la búsqueda de inversiones imperialistas[8]. Una “apertura” al imperialismo que no podía estar ausente en el sector petrolero, que solo en los primeros tres meses del año fiscal de 2013 registraba un aumento de 300 millones de dólares[9]. Una política que continuó en los años siguientes: “El gobierno iraní que preside el moderado Hasan Rohani, aprobó un nuevo modelo de contratos para la industria petrolera diseñado para atraer inversores extranjeros, que estará abierto a empresas de todo el mundo, incluidas las de EE.UU.”[10].
La chispa de la rebelión…
En la actual rebelión se expresan con fuerza creciente los diferentes componentes que generan la lucha contra el régimen de los ayatolás. En primer lugar, la opresión a las mujeres, obligadas por ley a usar el velo islámico (el hijab) y tratadas como ciudadanas de segunda. Las relaciones homosexuales están totalmente prohibidas y son castigadas con la pena de muerte. En el país existe una Patrulla de Orientación del Estado (una Policía de la Moral) encargada de hacer cumplir estas leyes y con derecho de encarcelar y reprimir a quienes las transgredan.
La actual rebelión estalla precisamente por la reacción frente al asesinato de la mujer kurda iraní Mahsa Amini, cometido por un agente de la Policía de Moral, por no usar correctamente el hijab, el 16 de setiembre pasado. Al mismo tiempo, las violaciones son comunes en Irán, en particular contra jóvenes kurdas. En 2009 también hubo una fuerte reacción popular ante el suicidio de Farinaz Josrawani, luego de ser violada por un guardia de seguridad en el hotel donde trabajaba[11]. No es casual entonces que sean las jóvenes mujeres las que inicien esta rebelión.
… inicia un incendio
Su lucha actúa como una chispa que prende rápidamente. Porque en las movilizaciones son acompañadas y apoyadas por muchos hombres, especialmente jóvenes: son sus hermanos, amigos, colegas de estudio o de trabajo[12]. Un video difundido por la red muestra que los «Estudiantxs de la Universidad de Hormozgan, una de las regiones más conservadoras de Irán, derriban la pared divisoria que segrega a hombres y mujeres en la cafetería de la facultad, al grito de ‘libertad’»[13]. Es la respuesta de esa juventud, harta de soportar ese régimen opresivo.
También se inflama la lucha de las nacionalidades oprimidas por la mayoría persa, resultado del proceso de formación del país. En especial, la de los kurdos[14] (recordemos que la joven asesinada era de esta nacionalidad). En el país viven 10.000.000 de kurdos, que son discriminados y tratados como ciudadanos de segunda: viven en las regiones más pobres de Irán; en 2019, representaban la mitad de los presos detenidos por delitos “contra la seguridad nacional”, condenados a penas desproporcionadas, y no pueden enseñar su lengua en sus escuelas. Finalmente, como ya hemos visto, muchos policías y guardias de seguridad persas consideran tener el “derecho” de violar a las jóvenes kurdas. El pueblo kurdo ha desarrollado una lucha histórica contra esta opresión: por ejemplo, en 1946, fue dentro de las fronteras de Irán que se declaró la constitución del primer Estado kurdo independiente (la República de Mahabad), rápidamente aplastada de modo sangriento por el ejército iraní.
La lucha se extiende también a los trabajadores: el Consejo de Organización de las Protestas de los Trabajadores Petroleros Contratados hizo una clara advertencia al gobierno: “Apoyamos las luchas del pueblo contra la violencia organizada y cotidiana contra las mujeres y contra la pobreza y el infierno que domina la sociedad”, y amenazó con una huelga[15]. El Consejo de Coordinación del Sindicato de Educadores de Irán apoyó las manifestaciones iniciales convocando una huelga de dos días. Declararon que “los profesores, que han protagonizado una oleada de huelgas y protestas desde el pasado mes de diciembre, escribieron que el levantamiento demuestra que ‘Irán sigue vivo y activo, y no se doblega ante la opresión’”[16].
Hemos dicho que existe una importante clase trabajadora en Irán, que sufre crecientemente los ataques del régimen y sus planes de privatizaciones y ajustes. Debe enfrentarlos en condiciones muy difíciles, ya que la legislación prohíbe la existencia de sindicatos legales. Lo que existe son los “consejos laborales islámicos”, organismos tripartitos en los que la “representación” obrera es ejercida por personas seleccionadas “sobre la base de sus lealtades y sus afiliaciones religiosas al Gobierno”. Son habituales los arrestos y detenciones de quienes quieren crear una estructura sindical independiente, así como las torturas y la falta de atención médica a los detenidos[17]. A pesar de esas durísimas condiciones, en los últimos años ha habido numerosas oleadas de huelgas muy combativas[18].
La represión no quiebra el movimiento
Como en cada ocasión similar en el pasado, el régimen respondió con una durísima represión. Varias semanas atrás, se registraban más de 1.200 detenciones (que serán sometidas a juicios sumarios) y, por lo menos, 154 personas muertas. La cifra seguramente ya es mucho mayor. Además, nuevamente se utiliza el repugnante método de la violación en cautiverio de jóvenes detenidas, por parte de agentes de policía[19].
Sin embargo, todas las informaciones que recibimos es que esta durísima represión no logra quebrar el movimiento. Por el contrario, parece fortalecerse y extenderse (incluso a sectores de comerciantes y pequeños propietarios), tanto por el repudio contra la represión como por la acumulación de bronca en los trabajadores y las masas por décadas de opresiones y explotación crecientes.
En ese contexto, el proceso de luchas tiende a unificarse y a dirigirse cada vez más, de modo consciente, contra el régimen de los ayatolás en su conjunto y por su derrocamiento. Como señala el artículo de Florence Oppen: “Los manifestantes corean ‘Muerte al dictador’ y… ‘este es el año en que la casa de Sayyid Ali Jameini será derrocada’”[20].
Si esa dinámica de la lucha provoca y se combina con un debilitamiento de este régimen, así como grietas y divisiones en la burguesía iraní que lo respalda, se entraría de modo pleno en una situación revolucionaria en el país, según los clásicos criterios analizados por Lenin en 1915[21].
Una propuesta de tareas
Hemos dicho que somos conscientes de la limitación que representa el hecho de que la LIT-CI no tiene una organización nacional en Irán pero que, al mismo tiempo, podemos utilizar el conocimiento de experiencias históricas en situaciones similares y el capital teórico que nos suministra el marxismo para su comprensión. Esto es válido para una propuesta tentativa de tareas que hacemos frente a estas luchas en Irán.
Tal como señala el artículo de Soraya Misleh, solo puede hacerse esta propuesta en el marco de la comprensión de la dinámica de la revolución permanente formulada por Trotsky[22]. Es decir, un proceso de luchas que se inicia con la combinación, por un lado, de reclamos democráticos no resueltos, como elecciones libres y las opresiones nacionales y sobre la mujer. Y, por el otro, por reclamos de la clase trabajadora, como la defensa del salario o la libertad de poder organizar sindicatos y hacer huelgas.
En un primer momento, esos reclamos se unifican alrededor de un eje central: ¡Abajo la dictadura de los ayatolás! y por su derrocamiento. Para lograr avanzar hacia este primer objetivo, la experiencia histórica muestra la importancia que tiene que los trabajadores y las masas construyan núcleos de organización y lucha en las fábricas, barrios, escuelas y universidades, y que esos núcleos se coordinen en comandos regionales y en uno nacional, con representación democrática.
También, la importancia de organizarse para enfrentar la represión, tal como se evidenció en las “primeras líneas” de las movilizaciones en Chile y otros países, y el realizar un trabajo sobre la base de las fuerzas represivas para desmoralizarlas y quebrarlas. Una alternativa inmediata de poder para el derrocamiento del régimen podría ser la convocatoria de una Asamblea Constituyente Soberana, electa democráticamente, que redacte y ejecute una nueva constitución que resuelva todos esos problemas pendientes.
El derrocamiento del régimen dictatorial de los ayatolás significaría un gran triunfo de los trabajadores y las masas, que los colocaría claramente en una situación de ofensiva en la lucha de clases. Sin embargo, el proceso revolucionario no puede terminar allí, porque en la medida en que la burguesía iraní mantenga su poder económico y su control en el aparato del Estado (en la medida en que Irán siga siendo un país capitalista semicolonial) buscará erosionar esas conquistas democráticas y, esencialmente, mantener la explotación de los trabajadores y la entrega del país al imperialismo. Por eso, es necesario que el proceso avance hacia un estadio superior: la toma del poder por los trabajadores y las masas para iniciar la transición al socialismo.
En el marco de impulsar activamente este proceso, como trotskistas sostenemos que, como surge de la experiencia histórica, teórica y programática de la Revolución Rusa de 1917, es necesaria la construcción de un partido revolucionario que impulse de modo consciente y consecuente la lucha hasta el final, es decir, hacia la toma del poder y la construcción de un nuevo tipo de Estado. Desde la LIT-CI nos ponemos al servicio de esas tareas.
[1] Irán | Las lecciones de la revolución de febrero [1980] – Liga Internacional de los Trabajadores (litci.org)
[2] Protestas en Irán y las lecciones de una revolución interrumpida – Liga Internacional de los Trabajadores (litci.org)
[3] La ONU impone sanciones a Irán por su programa nuclear (eldiario.es)
[4] https://litci.org/es/crece-la-tension-entre-iran-y-el-imperialismo/
[5] https://litci.org/es/rechazamos-el-ataque-de-eeuu-y-el-asesinato-del-general-irani/
[6] Las movilizaciones en Irán siguen creciendo y apuntan al régimen – Liga Internacional de los Trabajadores (litci.org)
[7] Ver: ¿Una inesperada alianza entre EE.UU. e Irán por Irak? – BBC News Mundo y Acuerdo Irán-Estados Unidos – Liga Internacional de los Trabajadores (litci.org)
[8] Irán busca inversión extranjera por 45.000 millones (ourmidland.com)
[9] Compañía iraní aumenta en $ 300 millones inversión extranjera | HISPANTV
[10] Irán aprueba un nuevo contrato petrolero para atraer a inversores extranjeros- El Periódico de la Energía (elperiodicodelaenergia.com)
[11] Violaciones y torturas, armas políticas en Irán (elmed.io)
[12] Las impactantes imágenes que muestran la escalada de furia y protestas en Irán a 40 días de la muerte de Mahsa Amini – BBC News Mundo
[13] Los estudiantes derriban la pared que dividía a hombres y mujeres en una universidad de Irán – ELMUNDOTV
[14] Para quien tenga interés en profundizar el tema del pueblo kurdo, recomendamos leer, entre otros artículos publicados en este sitio: ¿Por qué defendemos el derecho de los kurdos a tener su propio Estado? – Liga Internacional de los Trabajadores (litci.org)
[15] https://www.rferl.org/a/iran-oil-workers-threaten-strike-crackdown-amini/32054705.html
[16] https://litci.org/en/iran-woman-life-freedom-protests-in-iran-for-gender-equality-and-social-justice/
[17] Hablemos de los sindicatos en Irán | IndustriALL (industriall-union.org)
[18] Ver, por ejemplo: El verano caliente de las luchas obreras en Irán – Liga Internacional de los Trabajadores (litci.org)
[19] Nuevo escándalo en Irán tras la detención de una mujer: investigan la violación de un policía a una arrestada (20minutos.es)
[20] https://www.reuters.com/world/middle-east/irans-nationwide-protests-pile-pressure-state-2022-09-28/
[21] Lenin – Situación Revolucionaria – extractos – V. I. Lenin La bancarrota de la II Internacional – StuDocu
[22] Ver, entre numerosas versiones: Leon Trotsky (1929): La revolución permanente. (marxists.org)