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Libia

Las tragedias de Libia y Marruecos: Producto de la ambición, desidia y corrupción capitalista

Foto: FADEL SENNA (AFP)
septiembre 25, 2023

Por Alicia Sagra

Entre el 8 y el 10 de setiembre, poblaciones del norte de África sufrieron una terrible tragedia.

En el fin de semana (9-10/09) lluvias torrenciales en la región del Mediterráneo, provocaron grandes inundaciones, con consecuencias mortales. En Grecia provocaron 15 muertos, pero en Libia el desastre fue monumental, porque ahí las intensas lluvias se combinaron con la destrucción de dos represas. La más afectada fue la ciudad costera de Derma, que quedó sumergida bajo las aguas. Se calcula que hay 10 mil desaparecidos, 30 mil desplazados y miles de muertos.

En la noche del viernes anterior (8/09), un terremoto de 6,8 de la escala de Richter, equivalente a 30 bombas nucleares[1], dejó más de 2 mil muertos[2], miles de desaparecidos y muchos miles de desabrigados.

Estas catástrofes tienen un responsable

La prensa mundial, televisiva y escrita, nos muestran las dramáticas escenas de las víctimas, madres que perdieron a sus hijos, hijos que quedaron solos después de haber perdido a toda su familia.  Casas convertidas en escombros. Mujeres, hombres, jóvenes, ancianos, escavando con sus manos para intentar encontrar sobrevivientes. Ciudades que perdieron la mitad de su población.

Y, junto con eso, mencionan la casi inexistente respuesta estatal frente a la tragedia.

Nos hablan también de cómo quedan vulnerables, ante los cambios climáticos, países desérticos como Libia. Mencionan las deficiencias infraestructurales, no sólo en las represas que colapsaron, sino también en las fallas de los sistemas de alarma.

Nos muestran las casas de las víctimas, la gran mayoría muy precarias, hechas de piedra y barro. Nos dicen que el rey Mohamed VI, el Jefe de Estado y el hombre más rico de Marruecos, estaba en París cuando se dio el terremoto y demoró en volver a su país. Y que ahora no acepta toda la ayuda internacional ofrecida. Sólo 4 países amigos están autorizados a entrar a Marruecos a buscar sobrevivientes: España, Qatar. Reino Unido y Emiratos Árabes. Nos hablan de que las dos facciones libias enfrentadas se acusan mutuamente de corrupción y de haber desviado dinero destinado a obras de infraestructura.

Nos dan todas esas informaciones, pero no nos dicen qué es lo que está por detrás de todo eso. No nos dicen que por detrás de estas catástrofes (y de las que vendrán) está la ambición desmedida, la desidia y la corrupción del sistema capitalista mundial.

Ya decían Marx y Engels, hace 175 años que “…la vida de a burguesía se volvió incompatible con la sociedad”[3]

No sabemos cuál de las facciones libias es más corrupta, pero con seguridad los bolsillos de sus dirigentes se llenaron con dinero destinado a obras de infraestructura, vivienda, salud pública, como pasa en todos los países del mundo. Y sí sabemos que la gran mayoría de los muertos en Marruecos vivía sin ninguna protección del Estado, en casas miserables, mientras que los lujosos y protegidos palacios están destinados al rey, los príncipes y demás burgueses del país.

Pero no podemos decir que los únicos, ni los principales responsables, son los burgueses de esos países africanos.

Nadie discute que los cambios climáticos han potenciado estos desastres naturales, así como la terrible pandemia de la Covid, que sufrimos hasta hace muy poco. Pero esa degradación de las condiciones ambientales, no son producto de la casualidad. Sino que son producto de la ambición de obtener super ganancias que lleva a la destrucción de la naturaleza. Y esa tarea destructiva está siendo realizada por el conjunto del imperialismo, con su jefe, el imperialismo yanqui a la cabeza.

Cómo una revolución derrotó una gran epidemia.

Se nos puede decir que desastres naturales, terremotos, inundaciones, pandemias, siempre han ocurrido y pueden volver a ocurrir, independiente del sistema económico- social que exista.

Eso es así, pero, como ya dijimos, el afán de lucro capitalista no sólo potencia, sino que en algunos casos genera esos desastres “naturales” y, además, está la cuestión de con qué criterio se los enfrenta.

La revolución rusa es un gran ejemplo en ese sentido. En 1918-1919, mientras se estaba desarrollando la guerra civil, además de sufrir el ataque de los rusos blancos[4] y la invasión de 14 ejércitos extranjeros, sufrieron el ataque de una gran epidemia de tifus (que después se combinó con la de la gripe española), que estaba provocando más muertos que la propia guerra.

Como el tifus es transmitido por los piojos, Lenin lanzó una consigna: “El socialismo acaba con los piojos o los piojos acaban con el socialismo”, y, en plena guerra civil, se lanzó una gran campaña sanitaria, se crearon Comité de Trabajadores y de Soldados, para impulsarla. Se destinaron fábricas a la producción de medicamentos, y como toda la industria farmacéutica estaba nacionalizada y se acabó con los especuladores, la distribución era igualitaria.

Pero el Estado obrero no se limitó a la parte médica, sino que se volcó a construir viviendas, para crear mejores condiciones para combatir la enfermedad.

Hubo un poco de ayuda internacional, la Cruz Roja norteamericana entró a Rusia. El Estado Soviético autorizó su entrada, a pesar de que se sabía que todo su ayuda iba destinado a los ejércitos blancos y a civiles antibolcheviques.

El nuevo Estado obrero tuvo muchos muertos por las epidemias, entre ellos el padre de Trotsky, Sverdlov , el gran organizador del partido y de la revolución y John Redd, el gran periodista de la revolución. Pero, con esas medidas, lograron controlar la epidemia de tifus y acabaron con la gripe española antes que la mayoría de los países europeos.

Nada de eso se podría haber hecho, si existiera un Estado capitalista que defendiera la propiedad privada de los grandes laboratorios y farmacias y el “sagrado derecho” al lucro de sus propietarios, así como el “derecho” de esos burgueses a tener la mejor atención médica y las mejores viviendas.

En conclusión

Las catástrofes de Libia y Marruecos son una confirmación más de que el capitalismo mata y de que, si queremos salvar a la humanidad, hay que acabar con el capitalismo.

Para volver a tener un equilibrio armónico con la naturaleza, y para enfrentar las catástrofes que vendrán como lo hicieron los bolcheviques, es necesario hacer lo que ellos hicieron: destruir el Estado capitalista, reemplazarlo por un Estado obrero, la dictadura del proletariado, y así iniciar el camino hacia una nueva sociedad, sin explotación y sin opresión, la sociedad socialista.


[1] El profesor de Riesgos Geofísicos y Climáticos de University College London, Bill McGuire, declaró que la energía de ese sismo es equivalente a 30 bombas atómicas, como la lanzado por EE.UU en Hiroshima en 1945.

[2] Cifra que seguramente aumentará con el correr de los días.

[3] Manifiesto Comunista, Cap. Burgueses y proletarios.

[4] Así eran llamado los rusos que defendían el régimen capitalista anterior.

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