La Primera Internacional, algunas verdades históricas
Un legado que pertenece solo a los revolucionarios.
Por: Francesco Ricci
La intención de este artículo no es reconstruir la historia de la AIT sino restablecer algunas verdades históricas.
- La AIT no nace de la nada
Marx no fue el inventor del socialismo. No solo porque antes del “socialismo científico” estuvieron los teóricos del socialismo utópico (Fourier, Owen, Saint-Simon): antes de Marx hubo también un socialismo no utópico. Es Marx quien coloca a Babeuf y su «Conspiración de Iguales» (1796) como algo diferente a las fantasías de los utopistas, porque unía la teorización socialista con una práctica organizativa. El Club del Panteón de Babeuf fue de hecho el primer partido de vanguardia ante-litteram [1], operando en el protoproletariado parisino, crisol de las mejores vanguardias que sobrevivieron al termidor que había decapitado a Robespierre.
Es el ejemplo del Club del Panteón, promocionado en toda Europa en el libro de Filippo Buonarrotti (Conspiración por la Igualdad de Babeuf, 1828), que propició el nacimiento, en los años 1830 y 1840, de diversas organizaciones revolucionarias. La más importante de ellas fue la Liga de los Justos que, en el transcurso de 1847, tras una intensa batalla de fracción dirigida y ganada por Marx y Engels contra las posiciones protoanarquistas de William Weitling, se fusionó con la minúscula (un par de docenas de miembros) organización de Marx, el Comité de Correspondencia, para dar vida a la Liga de Comunistas, que encomendó a Marx (dirigente de la fracción ganadora) la redacción del Manifiesto del Partido Comunista.
Si el Club de Babeuf fue «el primer Partido Comunista realmente activo» (Marx), la Liga de los Comunistas fue el primer Partido Comunista internacional. Una pequeña organización (nunca superó los 250 miembros efectivos, mientras que la AIT llegará a unos cinco mil) que, en sus pocos años de vida (murió en 1852), reunió a militantes de diversas partes de Europa.
- No es Marx quien funda la Primera Internacional
Entre las muchas tonterías que se han leído sobre la AIT, la más recurrente lleva a atribuir su autoría a Marx. En realidad, Marx participó de la asamblea fundacional (que se celebró en Londres el 28 de setiembre de 1864, en St. Martin’s Hall) pero no intervino, se mantuvo como un atento y silencioso observador en el fondo de la sala. También leímos (incluso en ensayos de cierto valor) que el Discurso Inaugural sería el discurso pronunciado por Marx en la fundación de la AIT. Mientras que ese texto le fue encargado a Marx en las semanas siguientes. Y a Marx se le encargó que redactara el programa no como una pluma talentosa sino porque se había hecho un nombre entre las vanguardias por su larga militancia política, comenzando por la llevada a cabo en la Liga de los Comunistas. Por este motivo, Marx fue llamado a formar parte del grupo dirigente de esta organización que nacía por iniciativa de los «obreros» ingleses y franceses (en realidad, en gran parte artesanos) que intentaban dar una respuesta de lucha e internacionalista a la guerra social librada por la burguesía de sus países a raíz de la crisis económica de 1857 (en la cual, como hoy, los patrones intentaron trasladar los costos a los trabajadores).
- La AIT no nace marxista
Como relata en varias cartas a Engels, ese día 28 de setiembre Marx no escuchó discursos particularmente avanzados en St. Martin’s Hall. Los dirigentes ingleses (el zapatero Odger, el carpintero Cremer) estaban influenciados sobre todo por su sindicalismo mientras que los más politizados, los franceses (el orfebre Tolain), estaban imbuidos de proudhonismo (es decir, se referenciaban en Proudhon, padre del anarquismo moderado). Sin embargo, Marx decide participar de la reunión porque veía en esa sala las mejores vanguardias de lucha del continente. Entonces, se trataba de fusionar el movimiento obrero con el socialismo: este es el sentido de toda la batalla de Marx y Engels, y después de Lenin, Trotsky (e incluso la nuestra, hoy).
Pero el objetivo requería un gran esfuerzo. También es cierto que el Discurso contenía todos los puntos esenciales de las posiciones del comunismo revolucionario (la acción de clase independiente de los trabajadores con respecto a la burguesía; la construcción, en las luchas cotidianas, de la perspectiva de derrocamiento revolucionario del poder burgués y su sustitución por el poder proletario, la dictadura del proletariado) pero la aceptación de ese texto por parte de los miembros de la AIT era pasiva. Se necesitarían años para que el programa marxista se convirtiera en el objetivo consciente de la mayor parte de esa organización.
- Marx no hacía ninguna concesión sobre la “unidad de la izquierda”
Entre los clichés más difíciles de morir está el que presenta un Marx unitario (a diferencia del «pérfido» Lenin) y, por lo tanto, un partidario de la AIT como unión de revolucionarios y reformistas.
En realidad, Marx no hizo, como hemos visto, ningún compromiso programático, y desde el 28 de setiembre mismo inició una batalla con su «fracción» (el grupo de cuadros que estaba formándose a su alrededor) contra todas las desviaciones políticas presentes en la AIT. La historia de los congresos y las conferencias que celebrará la AIT año tras año es la historia de las batallas de Marx contra el democratismo de los mazzinianos, contra el electoralismo de los lassallianos, contra los ya mencionados proudhonistas, contra el minimalismo sindicalista de los dirigentes ingleses, finalmente contra los anarquistas bakuninistas, que teorizaban el rechazo de todo poder («fuente de corrupción» del hombre) y eran hostiles al programa de la dictadura del proletariado así como rechazaban cualquier centralización de la Internacional, en nombre de una concepción federalista.
Marx dedicó horas y días a este trabajo de fracción. Escribió centenas de cartas, asistió a decenas de reuniones, publicó artículos. Ni siquiera dudó en retrasar el trabajo teórico fundamental en el que estaba comprometido (estos son los años de gestación del primer libro de El Capital, que se imprimirá en 1867).
Entonces, si Lenin es el inventor del lema (de la Iskra): «Antes de unirnos y para unirnos, primero debemos delimitarnos con resolución y precisión», si es Lenin quien construye el partido bolchevique a lo largo de un camino de escisiones y fusiones, bien se puede decir que es en Marx que Lenin encontró, también en este caso, a su maestro. Toda la acción política de Marx y de Engels se basa en el concepto de delimitación programática, es decir, de clara separación del programa y de la organización de los revolucionarios del programa y de las organizaciones de reformistas y semirreformistas (o centristas).
- La Comuna ofrece la posibilidad de superar a la AIT
Entonces, ¿por qué solo en 1872 Marx se separó de los anarquistas bakuninistas que se habían convertido (una vez que todas las otras corrientes fueron políticamente derrotadas) en la oposición principal de los «marxistas» en la AIT?
La respuesta está en el calendario revolucionario: en la primavera de 1871 nació y floreció en París (lamentablemente durante algunas semanas) una de las más bellas rosas de la historia de la humanidad: la Comuna de París. La que Marx definirá «el mayor logro de nuestro partido»: y esto independientemente de su derrota. Esa experiencia que Lenin estudiará para prepararse para una nueva (y esta vez más duradera) Comuna victoriosa en 1917.
Es la Comuna la que constituye el primer gran hito en la historia del movimiento obrero. La Comuna que, tanto con sus enseñanzas positivas como negativas, ha confirmado cada palabra de ese Discurso Inaugural que Marx había escrito en 1864. Es la Comuna la que ha construido en la práctica y en el imaginario de millones de trabajadores un ejemplo de la posibilidad concreta de derrocar el dominio burgués, de construir el dominio proletario, de hacerlo a través de una revolución, dotándose de ese partido centralizado y marxista que le faltó (y esta es la lección «negativa») a la Comuna para no ser derrotada.
Es solo después de la Comuna que el proyecto de Marx, de construir una Internacional basada en el programa revolucionario del «socialismo científico», se vuelve factible. Solo después de la Comuna es posible «superar» a la AIT –negándola– y llevarla a un nivel superior.
Es Engels quien lo deja claro cuando explica por qué en la Conferencia de La Haya, después de que ya golpearon políticamente a los anarquistas y expulsaron a Bakunin, se levanta y propone trasladar el centro de la AIT a Estados Unidos para poner en marcha, de hecho, la disolución. Engels escribe: «El primer gran éxito [la Comuna, ndr] (…) debía hacer estallar este ingenuo acuerdo de todas las fracciones [que era la Internacional, ndr] (…) Yo creo que la próxima Internacional –después que los libros de Marx hayan ejercido su influencia durante unos años– será puramente comunista y propagará directamente nuestros principios»[2].
Aquí se explica en términos sencillos el motivo de la disolución de la AIT que muchos van a buscar inútilmente en el enfrentamiento con los anarquistas de Bakunin y que en cambio hay que identificar en la posibilidad, finalmente lograda, de superar la AIT para construir una Internacional y partidos plenamente revolucionarios, es decir, marxistas. Esto es lo que debería haber pasado con la Segunda Internacional que en cambio degeneró, como lo hizo la Tercera, lo que explica por qué estamos comprometidos con la construcción de la IV Internacional y lo hacemos todavía, fundamentalmente, sobre la base de principios programáticos (la dictadura del proletariado ) y organizativos (la delimitación en los partidos de vanguardia) con los que Marx ganó a la Primera Internacional, cuyo legado solo los revolucionarios tienen el derecho de reivindicar.
Notas
[1] Sobre Babeuf, véase nuestro: “Francia, 1789-1797: come è nato il primo partito comunista della storia” (Francia, 1789-1797: cómo nació el primer partido comunista de la historia), en Trotskismo Oggi n.° 3.
[2] ENGELS, F. Carta de Sorge, del 12 de setiembre de 1874 (en Marx ed Engels, Lettere 1874-1879 (Marx y Engels, Cartas 1874-1879), ed. Lotta Comunista, 2006, p. 35).
Artículo publicado en Progetto Comunista n.° 48, 17/11/2014.- Original en italiano, disponible en www.partitodialternativacomunista.it
Traducción: Natalia Estrada.