El fin de la Segunda Guerra Mundial
Entre el 7 y el 8 de mayo de 1945, el alto mando de los ejércitos alemanes firmó el tratado de rendición definitiva ante el comando de los Aliados y así terminaba la Segunda Guerra Mundial. Poco más de una semana antes, las tropas soviéticas habían tomado Berlín (la capital alemana) (1)
Por Alejandro Iturbe
La guerra había comenzado el 1º de setiembre de 1939 (con la invasión alemana a Polonia) y en ella se enfrentaron dos bloques: los Aliados (Inglaterra y Francia, luego se sumarían la URSS y Estados Unidos), por un lado, y el Eje (Alemania, Italia y Japón, por el otro).
Geográficamente, la guerra se había librado de modo abierto en casi todos los continentes, salvo América. Políticamente, en ella se combinaron varios conflictos bélicos de contenido diferente: la guerra entre dos polos imperialistas, varias guerras de liberación nacional en los países ocupados por Alemania, Italia y Japón, una guerra de defensa del Estado obrero (la URSS) contra las tropas nazis, etc.
Brevemente, queremos desmentir una vez más un mito histórico construido desde su finalización: la victoria sobre el nazi-fascismo la había logrado la intervención militar de Estados Unidos. La realidad es que el elemento esencial de esta victoria fue el heroico combate de las masas soviéticas y ella comenzó a ser construida desde la batalla de Stalingrado, en 1943.
A partir de 1945, surgió el llamado “mundo de posguerra”, caracterizado por dos elementos. El primero es que Estados Unidos emerge como la potencia imperialista hegemónica absoluta (y todos los demás países imperialistas pasan a ser potencias secundarias y asociadas). El segundo es un gran ascenso revolucionario que, por un lado, llevó al surgimiento de nuevos Estados obreros en el Este de Europa, China y otros países y, por el otro, a la independencia de muchos países hasta entonces coloniales.
La existencia de estos dos elementos generó la construcción de otro mito: el de un “mundo bipolar” con dos campos enfrentados entre sí: el capitalista y el “socialista” (dirigido por la burocracia estalinista de la URSS).
La realidad era muy diferente: existía un solo mundo hegemonizado por el imperialismo yanqui, que dominaba la economía mundial y, dentro de él, había un sector contradictorio (los Estados obreros burocratizados) que, más allá de sus roces y enfrentamientos, se ubicaba como secundario y subordinado al anterior, de la misma forma que incluso la más poderosa de las burocracias sindicales se subordina a la clase capitalista. Esa subordinación sido discutida y acordada por los líderes aliados y Stalin en las conferencias de Yalta y Postdam (1945).
Es lo que explica la profundísima contradicción de la etapa de la lucha de clases que se abrió desde la vitoria de Stalingrado: un gran ascenso revolucionario, con grandes triunfos, pero dirigido por una dirección contrarrevolucionaria (el estalinismo o por direcciones nacionalistas burguesas) que buscaban frenarlo y derrotarlo.
Por eso, los nuevos Estados obreros que surgieron ya nacieron burocratizados y en función de los intereses de la burocracia, y encerrados en sus fronteras nacionales. Al mismo tiempo, el estalinismo entregaba a la burguesía dos de los procesos revolucionarios centrales (Francia e Italia) y ayudaba a derrotar otros (Grecia). En otros países, contribuía a mantenerlo en el límite del capitalismo y bajo la dirección de la burguesía nacional. La lista de traiciones y derrotas que provocó el estalinismo es muy larga pero lo cierto es que le dio al capitalismo imperialista una sobrevida de varias décadas.
La traición más importante fue, sin dudas, la restauración del capitalismo en los ex Estados obreros, partir de 1978 en China y luego en los demás países. Tal como había previsto Trotsky, la burocracia realizó así su gran servicio al imperialismo. Pero también tuvo su costo: las masas se levantaron contra esa burocracia y, en Rusia y los países del este de Europa, destruyeron el aparato estalinista (que ya estaba de modo directo al servicio del capitalismo).
Nació así un “nuevo mundo”, mucho más contradictorio e inestable que el de la posguerra pero ya sin la loza del estalinismo como aparato contrarrevolucionario mundial. Pero eso ya es la historia actual.
Notas:
(1) La guerra continuó algunos meses más en uno de los frentes (el Pacífico oriental) entre los EE.UU. y Japón y terminaría con la derrota de las tropas japonesas.