Egipto: El impacto de la situación en Gaza
En diciembre próximo se realizarán elecciones en Egipto. El actual presidente, general Abdelfatah al-Sisi (en el poder desde 2013, cuando derrocó al gobierno de Mohamed Morsi de la Hermandad Musulmana) anunció que se postularía para un tercer mandato. Lo hace en medio de una profunda crisis económica-social en el país, y una gran disconformidad de la población. En ese marco, su gobierno recibe el impacto de la situación en la Franja de Gaza (fronteriza con Egipto) y del ataque genocida del gobierno israelí para “borrarla del mapa”.
Por Alejandro Iturbe
Egipto está ubicado en el extremo noreste de África, con una pequeña porción en Asia (la península del Sinaí). Tiene 113 millones de habitantes y siempre ha sido el país más poblado y poderoso del mundo árabe. Históricamente, ha jugado un papel central en la dinámica de estos países, sus regímenes y sus gobiernos.
A este peso objetivo se le sumó una gran importancia geopolítica, a partir de la construcción y la apertura del Canal de Suez en 1869, realizado por Francia (que dominaba políticamente el país), en el estrecho que hasta entonces unía África y Asia.
El dominio político francés fue desplazado por el del imperialismo inglés desde 1904. En 1925, en el marco de enfrentar un fuerte proceso de lucha nacional por la independencia egipcia, los ingleses la otorgaron pero instalaron un régimen títere (la monarquía del rey Faruq) y mantuvieron el control del Canal de Suez a través de la concesión de explotación a una compañía anglo-francesa.
En 1952, un núcleo de oficiales de segunda línea, encabezados por el entonces coronel Gamal Abdel Nasser derrocó al rey Faruq e instaló una república con el ejército como institución central y a Nasser como presidente. Además del tema del Canal de Suez, otro factor que generó ese golpe fue la profunda insatisfacción popular por la pobrísima actuación militar del ejército egipcio en la guerra de varios países árabes contra Israel, luego de la creación de ese Estado en 1948, que terminó con la victoria de Israel en 1949.
La primera medida de este gobierno fue nacionalizar el Canal de Suez bajo control monopólico del Estado egipcio. Por esa medida, en 1956 el país fue atacado por una coalición militar formada por el Reino Unido, Francia e Israel, que ocupó la península del Sinaí. La resistencia militar egipcia, ayudada por la mayoría de los países de la Liga Árabe, obligó a los agresores a firmar un armisticio y devolver la península a Egipto. Este triunfo transformó a Nasser en el principal dirigente de los pueblos árabes y generó el surgimiento de una corriente internacional, con expresiones en otros países como Siria e Irak.
El nasserismo
Este movimiento se encuadraba en lo que hemos denominado nacionalismo burgués. Es decir, movimientos de dirección y programa burgués de países subordinados al imperialismo cuyas burguesías nacionales aspiran a tener un espacio mayor para su desarrollo. Por eso, dicho movimiento impulsó y encabezó procesos de resistencia al imperialismo, y este lo atacaba. Siempre hemos defendido estos movimientos frente a estos ataques. En esa misma época, además del nasserismo, estaban el cardenismo mexicano y el peronismo argentino.
Su concepción y programa burgués les planteaban límites infranqueables, porque el objetivo no era avanzar hacia la construcción de un Estado obrero y una economía de transición al socialismo en sus países, sino mantenerse dentro de los límites del sistema capitalista. En sus medidas antiimperialistas progresivas, se apoyaban en la movilización de los trabajadores y las masas (a las que también les daban otras concesiones).
Al mismo tiempo, necesitaban ejercer un férreo control sobre esas movilizaciones para impedir que los desbordasen y amenazasen el sistema capitalista y el Estado burgués. Por eso, el nasserismo instaló un tipo de régimen que Trotsky llamó “bonapartismo sui generis”, al estudiar el cardenismo mexicano[1]. En Egipto, las instituciones centrales de este régimen eran el propio Nasser (como “líder supremo”) y el ejército.
Eran regímenes progresivos en la medida en que resistían la presión del imperialismo y la enfrentaban. Al mismo tiempo, eran profundamente reaccionarios porque establecían un freno dictatorial a la movilización independiente y autodeterminada de las masas. Por eso, reprimían con dureza cualquier disidencia. También reprimieron con dureza las huelga obreras[2].
La política internacional del nasserismo
El segundo límite para estos movimientos estaba dado porque su resistencia al imperialismo no tenía como objetivo estratégico llevar esa lucha hasta el final y derrotarlo a nivel internacional. Su objetivo era negociar la “aceptación” imperialista para tener “tranquilidad” en el dominio de sus países.
Esta “media agua” del nasserismo se manifestó en la ideología y la política del “panarabismo”: la unión de todos los países árabes. Incluso se expresó en la efímera existencia de la República Árabe Unida (RAU), entre 1958 y 1961, disuelta porque en Siria hubo un golpe de Estado de los sectores que se oponían a esa fusión.
Encabezando a varios países árabes, el nasserismo mantuvo su defensa del pueblo palestino y su enfrentamiento militar con Israel. Esto se expresó en la guerra de 1967 (la “guerra de los Seis Días”) en la que el sector árabe fue derrotado. Israel tomó la franja de Gaza (bajo control egipcio desde 1959), la península del Sinaí, el territorio de Cisjordania (bajo administración jordana desde 1950) y los Altos del Golán, un pequeño territorio sirio en la frontera con Israel.
Un nuevo ataque contra Israel fue lanzado en octubre de 1973. Si bien la guerra significó una nueva victoria israelí, su desarrollo militar fue mucho más equilibrado que en los anteriores. Israel mantuvo el control de los Altos del Golán pero, luego del cese el fuego acordado, comenzó a retirarse del Sinaí (la devolución plena de la soberanía egipcia se concretaría formalmente con los Acuerdos de Camp David en 1978)[3].
Camp David: la traición del nasserismo
Una vieja premisa marxista dice que quien no está dispuesto a luchar a fondo contra el imperialismo, primero termina capítulándole y, luego, tarde o temprano, acaba siendo su agente.
Fue lo que sucedió con el régimen egipcio en los Acuerdos de Camp David. En ellos, con el apoyo del imperialismo estadounidense, el sucesor de Nasser, Anwar Sadat, reconoció la legitimidad de la existencia del Estado sionista y firmó “la paz” con él. En realidad, fue una verdadera traición a la lucha del pueblo palestino y a la de los pueblos árabes en su conjunto. Una traición que abrió las puertas a otras en el mundo árabe.
En 1994, la Organización para la Liberación de Palestina, representada por Yasser Arafat, firmó con Israel los nefastos acuerdos de Oslo[4]. Por estos acuerdos, la OLP y su principal organización (Al Fatah) se transformaron en agentes del dominio colonial israelí de los territorios palestinos ocupados en 1967, a través de la Autoridad Nacional Palestina (ANP).
Ese mismo año, el régimen monárquico jordano firmó un acuerdo similar que marcaba el río Jordán como la frontera entre ambos países. De esa forma, por un lado entregaba Cisjordania a la ocupación israelí. Por el otro, se transformaba en “custodio externo” de las fronteras israelíes y en “dique de contención y opresión” de los tres millones de refugiados palestinos que viven en Jordania[5].
El régimen egipcio pasó a ser una pieza clave del dispositivo geográfico, político y militar del imperialismo contra el pueblo palestino. Por un lado, ayudó a ahogar a la Franja de Gaza y a frenar la lucha de su población. Por ejemplo, cuando Hamas tomó el control de este territorio y lo mantuvo autónomo de Israel, el régimen egipcio “presionó” a Hamas para que retrocediera[6]. O cuando abre o cierra el paso de Rafah según las necesidades de Israel. Por el otro, en Cisjordania ayudó a entrenar a las fuerzas represivas de la ANP.
En pago de estos “favores”, el imperialismo estadounidense “ayuda militarmente” al régimen egipcio con 1.300 millones de dólares anuales (solo superado en este campo por la “ayuda” que entrega a Israel)[7].
“El peor de los mundos”
Anwar Sadat fue asesinado en un atentado, en noviembre de 1981. Lo sucedió Hosni Mubarak que, a través de sucesivas elecciones como candidato único, pasó a ser el “presidente perpetuo”.
Con Mubarak, el régimen militar egipcio se transformó en lo que los brasileños llaman “el peor de los mundos”. Había perdido cualquier rasgo progresivo, ya que no solo no resistía al imperialismo y a Israel sino que se había vuelto su agente.
Internamente, era una dictadura capitalista que buscaba resolver el impacto de las crisis económicas internacionales en el país a través de ajustes y ataques al nivel de vida de los trabajadores y las masas, y con represión a los opositores y a las luchas obreras. Todo eso, en medio de la gran corrupción y enriquecimiento de las cúpulas militares.
Esta situación llegó a su límite en 2011, cuando Egipto se incorporó con muchísima fuerza a la oleada de procesos revolucionarios contra los regímenes dictatoriales que se expandía por la región, que la prensa occidental llamó superficialmente “primavera árabe”[8].
Plaza Tahrir y la maniobra de los militares
En Egipto, este proceso se centralizó en el masivo campamento que ocupó de modo permanente la Plaza Tahrir en El Cairo, al que confluía un amplio arco de sectores: sindicatos y trabajadores, quienes aspiraban a un cambio democrático, los que luchaban contra la opresión a la mujer, y un sector de peso dirigido por la Hermandad Musulmana.
Movilizaciones similares se desarrollaban en otras ciudades del país. También se extendió una fuerte oleada de huelgas en las principales industrias estatales del país. El objetivo de este proceso era cambiar el régimen político y se expresó en la consigna Fuera la Junta Militar.
El régimen militar intentó quebrarlo con represión pero no lo consiguió. En ese marco, para sobrevivir, realizó una jugada “a tres bandas”, como se dice en el billar: en 2011, Mubarak renunció al cargo de presidente y se convocaron elecciones para presidente que fueron ganadas por el candidato de Hermandad Musulmana, Mohamed Morsi (asume en abril de 2012).
La renuncia de Mubarak fue un gran triunfo de la lucha de la Plaza Tahrir, pero fue un triunfo parcial porque el régimen militar sobrevivió, aunque muy golpeado. En ese marco, las elecciones presidenciales fueron una maniobra para que el gobierno de la Hermandad Musulmana sirviese de “escudo” entre la bronca de las masas y el régimen.
Por su concepción burguesa, la Hermandad Musulmana era incapaz de tomar las medidas necesarias para revertir la terrible situación económico-social de los trabajadores y las masas. Al mismo tiempo, parte importante del pueblo egipcio se oponía a su orientación de “islamizar” el gobierno y su política. En ese contexto, comenzaron a desarrollarse movilizaciones obreras y populares que exigían la renuncia de Morsi.
Los altos mandos militares se “montaron” sobre este proceso y en julio de 2013 el general Abdul Fatah al-Sisi, presidente del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, dio un golpe, derrocó al gobierno de Morsi, y asumió la presidencia del país. Se inició entonces una dura persecución contra la Hermandad Musulmana, que fue aprovechada para reprimir también a todos los sectores opositores. Se cerraba así la “brecha” que había abierto el proceso revolucionario de la Plaza Tahrir, y el régimen militar retomaba la “normalidad” que tenía con Mubarak.
Desde allí hasta hoy
Nos hemos extendido en este resumen histórico para que se vea con claridad el carácter del régimen encabezado por al-Sisi (heredero y reconstructor del que encabezaba Mubarak) y los muchos problemas que enfrenta.
A la política de ataques al nivel de vida de los trabajadores y las masas, también le ha sumado la política de privatizar las grandes empresas estatales creadas por el nasserismo[9]. En el marco de una crisis económica mundial, la consecuencia de todo ello es un fuerte y constante deterioro de la situación económico-social de las masas.
Hay una altísima inflación y la moneda egipcia ha perdido 50% de su valor en el último año. El precio de alimentos como la carne ha subido 90%[10]. Según la ONG Oxfam, 30% de la población egipcia vive por debajo de la “línea de pobreza”, un porcentaje que viene en aumento[11].
Ante la falta de perspectivas de poder revertir esta situación y su dinámica, muchos egipcios optan por emigrar: en 2020, eran más de 3,6 millones, con una dinámica de aumento anual cada vez mayor[12]. Dos tercios son hombres que van a buscar trabajo en el exterior. Por ejemplo, casi un millón estaba en Arabia Saudita como obreros petroleros y de la construcción[13]. Una cifra similar estaba en los Emiratos Árabes Unidos[14].
Esta emigración representa una cierta “válvula de descompresión parcial” para el régimen egipcio. Por un lado, millones de jóvenes obreros no luchan contra él porque están fuera del país. Por el otro, esos trabajadores envían mensualmente remesas en moneda extranjera a sus familias. En 2021, Egipto se ubicaba entre los cinco países del mundo que más dinero recibía por esta vía. El total de la región Oriente Medio y Norte de África acumuló ese año 61.000 millones de dólares y esta es considerada “la principal fuente de recursos externos”[15]. Podemos estimar que 10% de la población egipcia sobrevive de estas remesas que, al mismo tiempo, representan un “poco de aire fresco” en la profunda crisis económica que vive el país.
De todas formas, la insatisfacción del pueblo egipcio con el régimen y con al-Sisi crece cada vez más, ya que al deterioro constante de sus condiciones económico-sociales se suma la durísima represión contra cualquiera que manifieste su oposición. «Miles de defensores de los derechos humanos, periodistas, manifestantes y otros críticos y disidentes reales o percibidos del Gobierno siguen detenidos arbitrariamente por ejercer sus derechos humanos», denunció Elizabeth Rghebi, directora de Amnistía Internacional para Oriente Próximo y Norte de África[16].
En este contexto de profunda crisis económico-social e insatisfacción popular, el régimen egipcio convoca a elecciones presidenciales con las que, cada cinco años, pretende disfrazar su carácter dictatorial. Al-Sisi ya anunció oficialmente su postulación para un tercer período como presidente con un discurso en el que habló de sus “diez años de éxitos”[17].
Seguramente, al-Sisi va a ganar estas “elecciones”. No por sus “grandes éxitos” sino por el férreo control que el régimen egipcio tiene sobre ellas y que impide cualquier expresión electoral de insatisfacción popular. En sus postulaciones anteriores “ganó” con 96% de los votos (2014) y 97% (2018).
El único opositor que se ha animado a anunciar su postulación ha sido Ahmed al-Tantawy, un exdiputado de 44 años, que afirma haber reunido el apoyo necesario de 20 diputados y ahora está intentando reunir 25.000 firmas de ciudadanos que lo respalden. Su campaña tiene como eje el “Estado de Derecho”. Los seguidores de al-Tantawy ya han denunciado que han recibido amenazas y agresiones. Él mismo advirtió que es posible que “al final puedan decirnos: ‘Lo siento, no tenéis suficientes firmas'».
Es muy claro que no será a través de estas falsas elecciones presidenciales que el pueblo egipcio “podrá sacarse de encima” a al-Sisi y a la dictadura militar en su conjunto. Para ello será necesario retomar y avanzar en el camino de la Plaza Tahrir.
El ataque israelí a la Franja de Gaza
Hemos visto que el régimen egipcio se integró al dispositivo montado por el imperialismo e Israel contra el pueblo palestino. Este punto también lo enfrenta al sentimiento mayoritario del pueblo egipcio, que apoya a los palestinos en esa lucha.
Por eso, a pesar de que las manifestaciones están prohibidas en el país, también en Egipto ha habido movilizaciones de apoyo a los palestinos y contra el ataque israelí. Un artículo del diario español El País informa que “ante la tibieza de los gobiernos de la región, decenas de miles de ciudadanos protestan de Egipto a Yemen y de Jordania a Irak en favor del pueblo palestino y contra el bloqueo y la ofensiva israelíes”[18].
Con esta situación de fondo, el ataque y la política israelí hacia la población de la Franja de Gaza le plantean al régimen egipcio una nueva y aguda contradicción. Porque Israel quiere expulsar un millón de habitantes de la Franja de Gaza y una de las alternativas para ello es reubicarlos en la península del Sinaí egipcia.
Se trata, en realidad, de la reactualización de un plan elaborado entre 2004 y 2006 por el general Giora Eiland cuando era jefe del Consejo Nacional de Seguridad Israelí[19]. Si el régimen egipcio no acepta esta solución, Israel dice que la otra alternativa es que los palestinos expulsados de la Franja de Gaza serán relocalizados en el desierto de Neguev (en territorio israelí) donde se construiría un gigantesco campo de concentración sin ninguna posibilidad de supervivencia. El “plan Eiland” significa “tercerizarle” a Egipto el problema de los actuales habitantes de la Franja de Gaza, tal como hizo con Jordania y sus tres millones de refugiados palestinos expulsados de sus tierras desde 1948.
Hasta ahora, el régimen egipcio se ha negado a aceptar esta propuesta. Al-Sisi ha dicho que el pueblo egipcio no estaría de acuerdo con ello. Sin embargo, su principal preocupación es otra: “cualquier medida de este tipo transformaría la península en una base para ataques contra Israel”. Luego agregó que “sugiere que Israel transfiera a los civiles palestinos para el desierto de Nakab (Negeuv)”[20]. El fondo del problema es que “La paz que hemos logrado [con Israel] se nos esfumaría de las manos”[21].
Con esta posición, al-Sisi ni siquiera muestra una mínima solidaridad humanitaria para ayudar a la supervivencia de los palestinos, que pueden ser expulsados de la Franja de Gaza en un nuevo episodio de la nakba iniciada por el sionismo en 1948.
Sin embargo, como es un agente del imperialismo estadounidense, ya comienza a recibir presiones de este para aceptar tal proyecto. Un medio árabe independiente analiza que ese fue uno de los puntos tratados en reuniones entre el secretario de Estado de EE.UU., Anthony Blinken y al-Sisi, en el reciente viaje del primero a la región[22].
Este mismo medio informa que, antes de la actual situación en Gaza, el régimen egipcio estaba realizando inversiones en el norte de la península del Sinaí para construir un área apta para instalar proyectos industriales “donde los palestinos de Gaza podrían venir y trabajar”. Este medio analiza que si la situación actual en Gaza persiste en el tiempo, o se agudiza, un sector de palestinos “eventualmente partirían y se trasladarían adonde tengan oportunidades de empleo”. En una muestra más de su repugnante carácter, el régimen egipcio quiere sacar provecho de esta nueva nakba que quiere realizar Israel y estaría negociando inversiones imperialistas para desarrollar este proyecto.
Actualmente, además de la heroica y desesperada lucha de los palestinos de Gaza, millones se movilizan en los países árabes y en todo el mundo, en solidaridad con ellos y para impedir que Israel realice esta nueva nakba. La LIT-CIimpulsa y participa con todas sus fuerzas de estas movilizaciones.
En varios artículos hemos dicho que la única forma de que el pueblo palestino recupere su territorio es derrotar y destruir el Estado de Israel. Que para que ese objetivo sea posible, es necesario que la lucha palestina sea la chispa que “incendie” la región con un proceso revolucionario de los pueblos árabes para retomar el camino de la lucha militar contra ese Estado[23].
En el caso de Egipto y Jordania, cuyos regímenes y gobiernos son cómplices y agentes del imperialismo y de Israel, esto plantea que la lucha frontal de sus pueblos contra ellos debe avanzar en el camino de derrocarlos. En Egipto, tal como ya hemos expresado en este mismo artículo: “es necesario retomar y avanzar en el camino de la Plaza Tahrir”.
[1] Ver el artículo de León Trotsky “La industria nacionalizada y la administración obrera” (1938) en La industria nacionalizada y la administración obrera (ceip.org.ar)
[2] Sobre este punto, recomendamos leer La lutte de clases en Egypte de 1945 a 1968, Mahmoud Hussei Cahiers libres, Ed. Françõis Maspero, 1969, pp. 158-169.
[3] Los acuerdos de Camp David – Historia Hoy
[4] Oslo, la paz de los cementerios para la continua Nakba – Liga Internacional de los Trabajadores (litci.org)
[5] Tratado de paz israelí-jordano – Wikiwand
[6] Egipto articula una negociación para que Hamas retroceda – Liga Internacional de los Trabajadores (litci.org)
[7] https://www.bbc.com/mundo/noticias/2011/02/110131_egipto_poder_palanca_eeuu_en
[8] Ver entre varios artículos publicados en este sitio: Diez años de revoluciones en el mundo árabe – Liga Internacional de los Trabajadores (litci.org)
[9] Egipto: ¿Privatizaciones para sobrevivir a las repercusiones de la guerra en Ucrania? – Pia Global (noticiaspia.com)
[10] Diez años de Al Sisi: las tres crisis de Egipto | Internacional (elmundo.es)
[11] https://www.oxfam.org/es/que-hacemos/donde-trabajamos/paises/egipto#:~:text=La%20clasificaci%C3%B3n%20de%20Egipto%20como,de%20un%20d%C3%B3lar%20al%20d%C3%ADa.
[12] Egipto – Emigrantes totales 2020 | Datosmacro.com (expansion.com)
[13] https://datosmacro.expansion.com/demografia/migracion/inmigracion/arabia-saudita#:~:text=En%20Arabia%20Saudita%20viven%2C%20seg%C3%BAn,%2C%20que%20son%20el%2031.36%25.
[14] https://datosmacro.expansion.com/demografia/migracion/inmigracion/emiratos-arabes-unidos#:~:text=Los%20inmigrantes%20en%20Emiratos%20%C3%81rabes,%2C%20un%209%2C02%25.
[15] https://www.bancomundial.org/es/news/press-release/2022/05/11/remittances-to-reach-630-billion-in-2022-with-record-flows-into-ukraine
[16] Diez años de Al Sisi: las tres crisis de Egipto | Internacional (elmundo.es)
[17] Ídem
[18] https://elpais.com/internacional/2023-10-13/la-calle-arabe-se-moviliza-en-solidaridad-con-gaza-ante-la-tibieza-de-los-gobiernos-de-la-region.html
[19] https://www.madamasr.com/en/2023/10/25/feature/politics/the-sinai-solution-reimagining-gaza-in-the-post-oslo-period/
[20] https://www.cnnbrasil.com.br/internacional/egito-sugere-que-palestinos-em-gaza-sejam-deslocados-para-deserto-em-israel-durante-guerra/
[21] https://www.latimes.com/espanol/internacional/articulo/2023-10-20/por-que-egipto-y-otros-paises-arabes-no-estan-dispuestos-a-recibir-a-refugiados-palestinos-de-gaza
[22] https://www.madamasr.com/en/2023/10/25/feature/politics/the-sinai-solution-reimagining-gaza-in-the-post-oslo-period/
[23] Ver Debate con Gilbert Achcar sobre Palestina: ¿Piedras contra tanques y misiles? – Liga Internacional de los Trabajadores (litci.org) y La “cuestión palestina”: punto central de la revolución árabe – Liga Internacional de los Trabajadores (litci.org)