Sáb Sep 07, 2024
7 septiembre, 2024

África del Sur avanza a grandes pasos rumbo a luchas explosivas

La crisis crónica de la economía sudafricana, como fruto de la desindustrialización promovida por el gobierno de Nelson Mandela, ganó nuevos ingredientes con la crisis de 2019 y se profundizó todavía más con la pandemia. En el primer semestre de 2020, la economía cayó 16,4%, 2,2 millones de empleos se perdieron y esas pérdidas no se recuperaron.

Por: Mwana Mayas y Cesar Neto

La crisis se agravó aún más por la enorme dependencia de las exportaciones de materias primas, principalmente para China, que ya fue la gran estrella de la economía mundial con tasas de crecimiento de 6 a 8% al año, mientras actualmente la economía china creció apenas 0,4% en el segundo trimestre.

Para África del Sur, esa crisis china es catastrófica en la medida en que su economía está vinculada al acuerdo comercial conocido como BRICS (Brasil, Rusia, India, China y África del Sur).

Además de China y de los BRICS, la economía sudafricana está volcada a exportaciones para Estados Unidos: U$S 13,1 mil millones (10,6% del total exportado); Alemania, U$S 10,5 mil millones (8,5%); Japón, U$S 8,3 mil millones (6,7&) y Reino Unido, U$S 8,2 mil millones (6,6%), o sea, exporta más de 50% de su producción para esos cinco países que presentan graves señales de recesión.

Hace algunos años, los dirigentes más lúcidos del CNA (Congreso Nacional Africano, partido en el poder hace 28 años) decían que “las ruedas estaban soltándose”[1], en alusión a las consecuencias de la desindustrialización y del aumento del desempleo. Con el nuevo cuadro recesivo global el ex presidente Thabo Mbeki dijo, a finales de julio, que un movimiento del tipo “Primavera Árabe” estaba circulando y amenazando a África del Sur.

Crisis en las alturas y lucha de clases

Con la enorme crisis económica mundial y sus reflejos en la debilitada economía sudafricana, otra crisis de tipo político se profundizó, se consolidó y se expandió en las alturas del gobierno, lo que hace años se venía desarrollando. La crisis en las alturas se expresa en la densa división en el principal partido del orden burgués, el ANC. La división se revela por medio de denuncias de corrupción, alejamiento del ex presidente Zuma por el propio partido, transmisiones televisivas de tribunales anticorrupción, prisiones y hasta quema de archivos. Cosas típicas de gángsteres.

Como el movimiento sindical está ligado al ANC hace décadas, la crisis del partido también se expresa en las organizaciones sindicales.

El NUMSA (Sindicato Nacional de los Metalúrgicos), principal candidato de la oposición al gobierno, con cerca de 300.000 miembros, controla un fondo de inversión que debería servir para capitalizar la organización sindical. Esa participación en el fondo de inversión y la crisis económica provocaron una enorme ruptura en el Numsa.

El reciente congreso del Numsa estuvo marcado por sucesivos escándalos, con derecho a procesos judiciales, dos enormes equipos de seguridad, cancelación de la mayoría de los mandatos de administradores minoritarios, no reconocimiento de delegados minoritarios, etc. El asalto de las finanzas en el fondo de inversión y las denuncias de mala gestión son las figuras más visibles de esta crisis en las alturas.

Numsa es el principal sindicato afiliado a la SAFTU (Federación de los Sindicatos de África del Sur). En el contexto de esta crisis, la Saftu se apartó de su sindicato principal y se aproximó de la oficialista COSATU (Congress of South African Trade Unions).

Cosatu es históricamente oficialista y apoya al gobierno. La Saftu, frente a la disputa interna del ANC, aunque no forme parte del partido, tiene sus simpatías por una de las alas. Precisamente el ala que está en el poder.

El Numsa por su parte, está en la “oposición” y, aunque haya lanzado un partido en 2019, el Partido Socialista Revolucionario de los Trabajadores (SRWP), su programa y sus métodos estalinistas lo llevaron a situarse en la periferia del “oponente” Zuma, usando una retórica radical, se aproximó al ala Transformación Económica Radical (RET, Radical Economic Transformation) que se autodenomina “Talibán”.

Terry Bell, periodista y ex militante trotskista, dice que: “Esos talibanes y el RET, mientras juegan en gran parte con el nacionalismo étnico, son uno de los grupos que luchan por lo que algunos comentaristas aún llaman irónicamente ‘alma’ del ANC. Pero, para ellos, esta es un alma que aparentemente precisa estar bajo la orientación de Jacob Zuma”.

Una crisis semejante es vista en la Cosatu. La disputa aparentemente es por los cargos. Pero lo que vemos son divisiones profundas, especialmente en el sector público. El actual presidente Zingiswa Losi y el secretario general Bheki Ntshalintshali enfrentan fuerte oposición interna. Caso Bheki sea destituido, él será el primer consejero a perder el cargo en ejercicio de su primer mandato desde 1985. El segundo vicepresidente de la Cosatu, Louis Thipe, en el ámbito del precongreso había indicado que renunciaría al cargo.

En esa tela de intrigas y luchas por el poder, es importante ver el papel desempeñado por Estados Unidos y por China en el control político y económico de la región.

Numsa recibe asistencia económica sustancial del magnate de las comunicaciones de Estados Unidos, Neville “Roy” Singham[2], que mantiene varios diarios digitales que expresan informalmente las opiniones y pensamientos de la burocracia estatal china.

Todo este intrincado sistema de crisis de la superestructura nos lleva a algunas evidencias. Primero, que existen dos bloques, el de Ramaphosa y el de Zuma, donde los movimientos sindicales son aliados y, [segundo], que ambos bloques cuentan con diferentes centros económicos. Ramaphosa con los norteamericanos y Zuma con los chinos.

Xenofobia como herramienta de diferenciación política

Los ataques xenófobos organizados por el grupo de extrema derecha conocido como Operación Dudula adquirieron una cierta legalidad en la medida en que el propio gobierno Ramaphosa, y anteriormente Zuma, creó leyes para impedir la presencia de migrantes en el país y actualmente no toma ninguna medida concreta contra las acciones xenófobas de la extrema derecha.

A veces nos preguntamos por qué el silencio de las organizaciones sindicales frente a este crimen contra la humanidad, llamado xenofobia. La respuesta es simple: la falta de independencia de movimiento sindical –sea Cosatu, Saftu o Numsa– de los gobiernos, les impide criticar o posicionarse contra las decisiones de Zuma y Ramaphosa.

Como aún no hay mucho espacio para la oposición electoral al ANC, resta a los grupos de oposición apegarse al nacionalismo más vulgar, en su forma xenófoba. Como resultado, la violencia contra los migrantes, que son culpados por el desempleo, alimenta la oposición burguesa dado sus discursos xenófobos. La violencia va desde impedir la atención médica en los servicios de salud, asaltos, extorsiones, asesinatos y hasta matar y quemar los cuerpos de migrantes en medio de la calle.

La reacción de las masas frente a la crisis económica y política

Desde la ola de saqueos de junio-julio de 2021, un importante ciclo de luchas se abrió en el país. Algunas huelgas son extremadamente largas, como la de la minera Sibanye-Stillwater y la de la fábrica de lácteos Clover.

La huelga de 25.000 trabajadores de la minera Sibanye-Stillwater duró tres meses. Esta huelga fue para reparar los salarios consumidos por la inflación el año anterior. Este año, en que la inflación de alimentos y combustibles se disparó, podemos prever que, de no mediar una negociación, el próximo año tendremos una nueva y larga huelga.

Otra huelga larga, dura y emblemática fue la de lácteos Clover[3]. Comenzó en noviembre del año pasado, pasó por las fiestas de fin de año, y duró hasta febrero. Fue una guerra de desgaste, donde la patronal contaba con el cansancio de los trabajadores, y muchos trabajadores acabaron aceptando despidos o cortes salariales. Los patrones sionistas, embotelladores de Coca Cola en Gaza, están acostumbrados a reprimir, matar y robar tierras palestinas. Esos patrones sionistas no esperaban la reacción de los trabajadores y la solidaridad de los trabajadores sudafricanos y hasta del exterior. Se realizaron acciones solidarias en las embajadas y consulados sudafricanos e israelíes, y en la sede y fábricas de la Coca Cola en Austria, Brasil, Bélgica, Inglaterra, Israel, Nigeria, Suecia, Estados Unidos y Canadá. La CSP-Conlutas, del Brasil, también se juntó a esas acciones solidarias.

Ambas huelgas impactaron a la vanguardia y dejaron varias lecciones para el activismo. La huelga de Sibayne-Stillwater fue dirigida y controlada por una burocracia que no tenía la política de extender el conflicto a otros sectores; los trabajadores resistieron tres meses sin salarios, y sus dirigentes –que instigaron la huelga– continuaron recibiendo sus salarios. La huelga de Clover, aunque liderada por un sindicato más frágil, fue conducida de forma diferente, con muchos elementos democráticos y buscando la solidaridad nacional e internacional.

Durante el primer semestre de este año 2022, ocurrieron innumerables huelgas de transportistas particulares (propietarios de vans [minibuses] que hacen la mayor parte del transporte urbano de pasajeros), una huelga de dos días de las aplicaciones Uber y Bolt, además de varias huelgas de servicios públicos municipales, estaduales y federales. Ahora, se está planificando la huelga de 500.000 trabajadores de la seguridad privada.

Bajo la presión de sus bases, Cosatu y Saftu fueron forzadas a convocar inicialmente una huelga general nacional para el 24 de agosto. Dado el grado de burocratización y el distanciamiento de las bases, la dirección sindical tuvo dificultades para movilizar y transformó la huelga general en un día nacional de protesta que, a pesar de los límites impuestos por la dirección burocrática, fue muy importante para la creciente reanimación del movimiento obrero sudafricano.

De hecho, las crisis internas y el surgimiento de huelgas duras y prolongadas reafirman la posición del ex presidente Thabo Mbeki de que un movimiento del tipo “Primavera Árabe” amenaza a África del Sur. Obviamente, en relación con el ex presidente Thabo, nuestras opiniones comunes son solamente en este punto. Él, como buen representante del capital, buscará una nueva forma de gobierno que mantenga la explotación capitalista.

Los trabajadores necesitan construir otro camino. El camino de la independencia de clase, con la democracia más amplia entre los luchadores y en la perspectiva de la lucha por el socialismo. El movimiento obrero internacional necesita mirar hacia África del Sur, como hizo en tiempos del apartheid, y ayudar a reconstruir el movimiento obrero. Nosotros, de la Liga Internacional de los Trabajadores, modestamente ofrecemos nuestro programa, militantes y todos nuestros esfuerzos en este sentido.

Traducción: Natalia Estrada.


[1] https://litci.org/es/las-ruedas-se-estan-soltando/, 25/9/2018.-

[2] Neville Roy Singham, en su juventud, en Detroit, fue un militante proletarizado de la Liga Revolucionaria de los Trabajadores Negros, un grupo nacionalista maoísta, trabajó en la Chrysler en 1972 y más tarde ingresó en la Universidad de Harvard. Él es el fundador y ex presidente de la ThougtWords, una empresa de consultoría de TI que suministra software personalizado, herramientas de software y servicios de consultoría. Más tarde vendió la empresa y se dedicó a empresas de noticias (Newsclick, New Frame, entre otras) de marcado antiimperialismo americano, siendo actualmente accionista de varias empresas chinas.

[3] https://litci.org/es/en-sudafrica-los-trabajadores-en-huelga-contra-el-patron-sionista-muestran-la-fuerza-de-las-campanas-de-boicot/, 24/1/2022.-

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