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África

El fin de las ilusiones y la lucha contra el legado de Mandela

Huelga metalúrgica. Foto: Sharon Seretlo/Gallo Images.
mayo 26, 2022

La coyuntura política sudafricana está marcada por varios acontecimientos que han tenido lugar en los últimos meses. Entre estos hechos, podemos destacar: huelga metalúrgica, saqueos, surgimiento de la extrema derecha y la expulsión del presidente Ramaphosa del acto del Primero de Mayo.

Por: Cesar Neto

Mandela y la Revolución del Arco Iris

Como parte del acuerdo para acabar con el régimen del apartheid y la creación de un nuevo régimen al cual Mandela llamó la Revolución del Arco Iris, se hizo una negociación desde arriba, que buscaba controlar, disciplinar la revuelta contra el régimen segregacionista del apartheid y mantener el régimen de explotación capitalista.

El plan económico de Mandela consistió en la apertura ilimitada de las importaciones de bienes y consumo, y la consecuencia inmediata fue un violento proceso de desindustrialización, el cierre de innumerables empresas, y el desempleo afectó a 35% de la población en los últimos años. También promovió la supresión total de los derechos laborales y previsionales. Las escuelas dejaron de ser gratuitas y los salarios de los profesores son pagados en parte por el Estado y en parte por los alumnos y su padres sin trabajo.

Desempleo, hambre y miseria iguales a los del apartheid

El desempleo antes de la pandemia rondaba 35% de la población. Hoy es más de 45% y en la juventud está en alrededor de 70%. El hambre golpea duramente los hogares de las familias trabajadoras. Más de 25% de los niños en edad escolar sufren de retraso en el crecimiento. La miseria hoy, sin dudas, está en el mismo nivel que el infame apartheid. Todo esto en una economía fuerte y poderosa al nivel de la economía de Argentina y Colombia.

Conciliación con la burguesía y creación de una elite negra

Los bancos que financiaron el apartheid y las empresas que utilizaron el apartheid para superexplotar a los trabajadores salieron ilesos del régimen de segregación racial. Ningún empresario fue condenado; después de todo, esto ya había sido negociado previamente con el Congreso Nacional Africano, con Mandela y su equipo a la cabeza. Cuando el dirigente comunista Chris Hani, un acérrimo opositor de los acuerdos que se estaban haciendo, fue asesinado, la multitud enloqueció. El gobierno, ya muy debilitado, no tuvo fuerzas para hacer frente a la ira popular y fue el mismísimo Mandela, todavía en la oposición, quien acudió a Televisión para pedir calma y serenidad.

La conciliación no hubiera sido posible sin la incorporación al poder de una pequeña porción de negros. Así, se hicieron planes para el “empoderamiento del pueblo negro” que resultó en una nueva fracción burguesa que ahora es la que gobierna para los blancos y aplica planes económicos tales como los blancos del apartheid.

Saqueo y huelga metalúrgica: la clase trabajadora en las calles pone al gobierno contra la pared

En julio del año pasado aún no había terminado la pandemia y los trabajadores ya habían salido a las calles promoviendo saqueos de grandes tiendas y supermercados. Grupos armados oficiales y de parapoliciales mataron a casi 400 personas en menos de una semana. En noviembre, ya animados por la ola de saqueos y empujados por los bajos salarios, los metalúrgicos se declararon en huelga. Fueron tres semanas de huelga radicalizada, marchas con más de 20.000 personas y dos trabajadores asesinados.

A partir de estos dos grandes eventos, la clase trabajadora se sintió fortalecida y comenzó una ola de huelgas, como la emblemática huelga de los trabajadores de Lácteos Glover –una empresa cuyo patrón es sionista–que mostró la fuerza de la campaña internacional de solidaridad.

La mina de oro de la Sibanye Stillwater ya lleva dos meses y medio en huelga y los trabajadores no están cansados ​​[1] , al contrario, tienen energía suficiente para continuar la lucha e incidir sobre otros sectores mineros. La patronal minera ya entendió el mensaje de los trabajadores: ¡vendrán más huelgas! Las empresas tienen miedo y dicen: “la producción de platino de Sudáfrica caerá por debajo de los niveles anteriores al COVID-19 en 2022, en la medida en que el riesgo de huelgas se aproxima” [2]

Ramaphosa, presidente carnicero de Marikhana es expulsado del Primero de Mayo

Ramaphosa es un líder experimentado. Empezó como dirigente estudiantil, se convirtió en líder de los mineros, papagayo de pirata en las fotos con Mandela, y hoy es el presidente del país. Su biografía quedó empañada para siempre cuando ya no era un dirigente sindical minero sino líder de una empresa minera inglesa, la Lonmin, y autorizó la represión de los trabajadores en huelga. El resultado fue el asesinato de 34 personas, y desde entonces Ramaphosa es conocido como el Carnicero de Marikhana.

Esta vez, Ramaphosa falló por mucho. Fue al 1 de mayo convocado por la Cosatu (la central sindical ultragubernamental) y allí se encontró con trabajadores en huelga de la mina de oro de la Sibanye Stillwater. En huelga desde hacía diez semanas, los trabajadores radicalizados no le permitieron hablar. Todos gritaban “fuera” y avanzaron sobre la plataforma [3] . Ramaphosa abandonó el escenario, junto con el líder del Partido Comunista de Sudáfrica, Blade Nzimande, y el líder de la Cosatu, Zingiswa Losi, escoltados por la policía. Subieron a un coche de la policía y abandonaron el estadio.

La clase trabajadora debilitada sindical y políticamente

Las centrales sindicales, presionadas por la crisis económica, ya no recaudan como antes. La central sindical SAFTU y el sindicato NUMSA, ambos dichos de oposición, están inmersos en deudas y crisis internas y los dirigentes intercambian acusaciones sobre corrupción y prebendas. La central sindical oficialista COSATU está dividida entre los simpatizantes de Ramaphosa y los simpatizantes del expresidente Zuma, acusado de corrupción.

El Partido Comunista es un capítulo aparte. Forma parte de la coalición de gobierno de Ramaphosa, tiene ministros y diputados y aun así no paga el salario de sus empleados desde hace seis meses. Y como si esto fuera poco, cuando estalló la ola de saqueos, cuando ya había 72 muertos, propuso más intervención del Estado, más represión. [4] El resultado final de “más intervención del Estado” fue el asesinato de casi 400 personas.

La mayoría de las corrientes marxistas poco a poco fueron abandonando el programa de la III y de la IV Internacionales y terminaron como un apéndice de las burocracias de izquierda. No tuvieron la paciencia leninista para construir un partido de cuadros y ahora, cuando la clase vuelve a luchar, no tienen los militantes necesarios para llevar a cabo el debate programático, la disputa con el reformismo y la fuerza para imponer una programa de los trabajadores y anticapitalista.

Las masas a ciegas y sin dirección

La clase trabajadora viene haciendo su parte. Largas y violentas huelgas donde los trabajadores ponen a sus muertos. En la huelga metalúrgica, por ejemplo, el monto pactado con la patronal, dada la magnitud de la huelga y su radicalidad, fue un fiasco. Tres semanas de huelga para obtener solo 6%, es decir, la inflación anual acumulada hasta octubre, o sea entre 0,6 y 1,4% por encima de lo ofrecido inicialmente por la patronal.

Una excepción ha sido la lucha de los trabajadores de la Glover y su sindicato Giwusa (General Industries Workers Union of South Africa). Una dura lucha contra el patrón sionista y la dirección sindical supo buscar apoyo entre los palestinos y los trabajadores de diferentes países.

La violencia contra los inmigrantes y contra los líderes de las ocupaciones de tierras no ha recibido hasta ahora el apoyo decidido y movilizador de los sindicatos y de la mayoría de la llamada izquierda marxista.

El surgimiento de la extrema derecha

Hace 28 años, cuando terminó el régimen del apartheid, nadie hubiera imaginado que menos de tres décadas después el país volvería a la misma pobreza, a la misma violencia social y política. Y más, nadie creería que surgiría un nuevo ciclo de violencia y que esa violencia sería ejercida por negros que ascendieron socialmente con la política de Mandela y Cía.

Entonces, hoy la realidad es que a medida que avanza la crisis económica, aumenta el desempleo, la clase media y la pequeña burguesía pierden sus privilegios, crece el sentimiento de búsqueda de una solución a sus problemas. La clase media y la pequeña burguesía están queriendo deshacerse del gobierno ANC-COSATU-PC y, al no ver alternativas a la izquierda, se pasan con valijas y bagajes a las ideas más retrógradas y reaccionarias y se unen a los partidos de extrema derecha como ActionSA y Patriotic Alliance.

Y es este sentimiento de cambio el que genera el caldo de cultivo para el crecimiento y fortalecimiento de tres formas de violencia contra los trabajadores y el pueblo pobre. Son ellas:

El Estado burgués sudafricano gobernado por ANC-COSATU-PC hace sucesivas leyes que impiden trabajar a los trabajadores migrantes y además permiten todo tipo de violencia practicada por la extrema derecha contra los trabajadores migrantes. Los trabajadores nacionales que hacen huelgas son reprimidos violentamente por la policía y se registran varias golpizas y muertes;

Los sin techo, especialmente los vinculados a la organización Abahlali baseMjondolo, han sido objeto de sucesivos asesinatos de sus militantes y ningún criminal ha sido detenido por tales crímenes. Todos saben de dónde vienen las balas excepto el Estado capitalista.

Los migrantes viven escondidos en sus casas, sin poder trabajar ni ganarse su sustento. Aún así, miembros de la Operación Dudula continúan imponiendo el terror como en el caso de Elvis Nyathi, migrante de Zimbabue, quien fue sacado de su casa, golpeado, muerto y su cuerpo quemado. Ya no es solo un caso de xenofobia, también es un caso de terrorismo del que el Estado se desentiende.

La Operación Dudula es un movimiento de extrema derecha liderado por negros que se han enriquecido y que, al perder sus privilegios en la crisis económica, acusan a los migrantes africanos de ser los responsables de la crisis. El líder de esta organización que predica y practica la violencia, Nhlanhla Lux Dlamini, da entrevistas en la televisión, en los periódicos, es activo en las redes sociales donde descaradamente predica la violencia contra inmigrantes.

Tres tareas urgentes: autodefensa, fuera Ramaphosa y construcción de organizaciones independientes de trabajadores

Frente a la violencia de la extrema derecha y la complicidad del Estado y del gobierno de Ramaphosa, resta a la clase trabajadora negra organizarse y preparar los organismos de autodefensa. Frente a lo que Trotsky llamaba “todos los vapores pútridos de la desintegración de la sociedad burguesa”, la clase obrera no tiene otra alternativa que organizarse y luchar para poder defenderse de la violencia de la aún naciente extrema derecha.

Fuera Ramaphosa: el cántico que fue entonado por los trabajadores mineros y los empleados públicos en la manifestación del Primero de Mayo en el Royal Bafokeng Stadium debe llevarse a todos los trabajadores, jóvenes y residentes de los townships. Fuera Ramaphosa.

Las organizaciones sindicales de los trabajadores, burocratizadas y corrompidas por sus estafas económicas, ya no pueden cumplir el papel de organizador consecuente de las luchas obreras. Solo movilizan para negociar en mejores condiciones. Es necesario reorganizar a la clase trabajadora y ponerla en el centro de la lucha política, y para eso hay que reconstruir las organizaciones y expulsar a la putrefacta burocracia y administrar los sindicatos con democracia obrera. Fuera burócratas sindicales.

Por un gobierno de los trabajadores y del pueblo pobre

Después de 28 años de conciliación con la burguesía blanca nacional e imperialista, el modelo creado por Mandela está siendo globalmente cuestionado. Pero el problema central no es Mandela. El problema central es la orientación de Mandela, basada en la conciliación de clases y el desarrollo de una nueva burguesía negra ligada al aparato del Estado.

Entre el 25 y el 26 de junio se realizará el Working Class Summit (Cúpula de la Clase Trabajadora), en la la discusión central tiene que ser la construcción de un programa anticapitalista y antiimperialista hacia la construcción de una sociedad socialista sin patrones y dirigida por las organizaciones de base de los trabajadores.

En 2018 se realizó la I Cúpula de la Clase Trabajadora y entre sus resoluciones estuvo la construcción de un partido de los trabajadores. Por disputas interburocráticas acabó creándose un partido al servicio de un sector de la burocracia sindical. Ahora tenemos la posibilidad de volver a discutir y empezar de hecho la construcción de un partido de la clase trabajadora.

Por la construcción de organismos de autodefensa.

Fuera Ramaphosa, el ANC y sus satélites.

Todos a la Cúpula de la Clase Trabajadora.

Por un gobierno de los trabajadores.

[1] ww.miningmx.com/top-story/49533-sibanye-stillwater-could-offer-unions-a-back-door-to-fin-10-week-gold-strike-says-ceo/

[2] https://www.miningmx.com/top-story/49529-sa-platinum-production-to-fall-below-pre-covid-19-levels-in-2022-as-risk-of-strikes -telares/

[3] https://www.youtube.com/watch?v=-NlK5xKC6ZE – Ramaphosa abandona el evento del Primero de Mayo.

[4] www.sacp.org.za/content/sacp-expresses-its-message-heartfelt-condolences-families-lost-their-loved-ones-because

Traducción: Natalia Estrada.

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