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Marruecos

MARRUECOS: Somos la juventud, no somos parásitos

Un grupo de personas observa un edificio en llamas durante la noche, en una calle urbana.
Manifestantes prenden fuego a un edificio durante protestas contra el gobierno en Salé, en el área metropolitana de Rabat, Marruecos, el 1 de octubre de 2025. — Foto: Abdel Majid Bziouat/AFP
octubre 6, 2025

Cesar Neto

Introducción:
Hay una evidente ola de luchas que sacude a África. Inicialmente localizadas en el África subsahariana (Kenia, Ghana, Mozambique, Angola y Madagascar), ahora se expanden hacia el norte del continente con las movilizaciones en Marruecos. Todas estas luchas tienen un carácter explosivo, radicalizado y sin una dirección de clase. La juventud marroquí, cansada de pagar por la crisis del capitalismo, lo dice alto y claro: somos la juventud, no somos parásitos. También está la huelga de los petroleros de la mayor y más moderna refinería del continente, ubicada en Nigeria.

Las movilizaciones comenzaron el 27 de septiembre, convocadas por la llamada Generación Z, que en Marruecos es conocida como Generación Z 212. El 212 se refiere al código de marcación internacional del país.
Las movilizaciones fueron creciendo con los días y alcanzaron su punto máximo el 2 de octubre, con enfrentamientos con la policía en casi todas las ciudades importantes del país.

La carretera que conecta el aeropuerto de Agadir con la metrópolis costera del sur de Marruecos aún mostraba las cicatrices de las 48 horas de violencia previas al jueves 2 de octubre. Al pasar por Inezgane, una ciudad a las afueras de Agadir, se podían ver en la carretera las marcas ennegrecidas de los neumáticos quemados por los manifestantes la noche del martes. La policía antidisturbios desplegada ese día tuvo que retroceder mientras jóvenes enfurecidos lanzaban piedras, algunos de los cuales participaron en el incendio de una agencia postal.
Un poco más adelante, el hipermercado Marjane, en Inezgane, fue blanco de ataques: su imponente fachada está llena de impactos de piedra. Esta violencia, que el movimiento GenZ 212 había logrado contener durante los primeros días de movilización, se intensificó la noche del miércoles, después de los disparos de la policía frente a una brigada de la gendarmería en Lqliaa, que dejaron tres muertos. (Le Monde – 04.10.2025)

Los analistas de la burguesía están impactados por la respuesta de la juventud a sus problemas. Manifestaciones de esta magnitud son raras en Marruecos, un país visto por las potencias imperialistas como un faro de estabilidad en Oriente Medio y el norte de África. Las autoridades planean invertir 35 mil millones de dólares en infraestructura en los próximos años, una parte considerable destinada a obras de infraestructura y estadios de fútbol. En 2030, el Mundial de Fútbol se celebrará simultáneamente en Portugal, España y Marruecos.

Las razones estructurales de las movilizaciones

Marruecos es uno de los mayores productores mundiales de fosfato, fabrica automóviles y autopartes, además de ser un gran exportador de frutas y alimentos. Esto sitúa al país como la 60ª economía del mundo entre 216 países. Marruecos también posee grandes reservas de petróleo aún poco explotadas. Es considerado un país emergente: sus empresas fueron privatizadas desde 1993 y varios sectores fueron liberalizados del monopolio estatal. Mantiene acuerdos de libre comercio con Estados Unidos y la Unión Europea.

Si la economía va bien, no se puede decir lo mismo de las condiciones de vida de los trabajadores y de las masas en general.

Salud: “Los estadios están aquí, ¿pero dónde están los hospitales?”

El sistema de salud tiene una infraestructura precaria, con falta de recursos humanos y financieros. Marruecos gasta 885 dirhams per cápita en salud, mientras que la vecina Túnez gasta 2.900 dirhams al año. Con esa escasez de recursos, faltan medicamentos y suministros en los hospitales.
Hay solo 4 médicos por cada 10.000 habitantes. Las filas de espera son interminables y, cuando las personas logran ser atendidas, los hospitales carecen de equipos y los pacientes deben pagar sus exámenes en clínicas privadas.
La situación es tan precaria que en Agadir ocho mujeres murieron durante el parto, lo que causó gran indignación y movilización.
Por eso, los jóvenes gritan en las calles: “Los estadios están aquí, ¿pero dónde están los hospitales?”

Educación: “No estudio para emigrar”

La tasa oficial de desempleo es del 13,3%, cifra muy cuestionada. La economía, en proceso de contracción, no logra absorber a los graduados universitarios. Entre los jóvenes de 15 a 24 años, el desempleo alcanza un récord del 36,7%.
El elevado índice de desempleo tiende a agravarse con la crisis en la industria automotriz, que emplea a 200.000 personas directa e indirectamente. También el sector de servicios, con 800 centros de llamadas y 90.000 trabajadores, está amenazado por las nuevas leyes francesas, su principal cliente.
Además del enojo por el desempleo, los jóvenes se enfrentan con un proyecto de ley sobre educación superior e investigación, presentado a fines de septiembre al parlamento, que en esencia limita el derecho de organización dentro de las universidades, socavando la libertad de expresión y la afiliación política de los estudiantes. Además, esta ley abre el camino hacia la privatización de las universidades públicas.

Estadios de fútbol e infraestructura para el Mundial o inversiones en salud y educación

La gota que colmó el vaso para la explosión juvenil fue la enorme contradicción entre las pésimas condiciones de salud y educación, el aumento del desempleo y la inflación, y los altos montos destinados a la construcción de estadios para la Copa del Mundo de 2030. Se están construyendo tres nuevos estadios al mismo tiempo que se reforman y amplían otros, con el objetivo de acoger la Copa Africana de Naciones en diciembre próximo.
De ahí surge la consigna: “Los estadios están aquí, ¿pero dónde están los hospitales?”

La participación de la clase trabajadora en las movilizaciones

La participación de la clase obrera no se dio de manera colectiva, sino individual. Por ejemplo, no hay noticias de que alguna fábrica importante haya parado en apoyo a la lucha de la Generación Z 212. Por el contrario, las centrales sindicales mantienen un silencio cómplice con el gobierno.
Al visitar las páginas de las cuatro centrales sindicales no se encuentra ninguna noticia sobre las movilizaciones. Por el contrario, una de ellas, la Union Marocaine du Travail, exhibe con orgullo en su página que “recibieron una importante delegación del Fondo Monetario Internacional (FMI) y llaman a los responsables del Fondo a adoptar un enfoque social que rompa con las imposiciones desde arriba que no toman en cuenta la realidad económica y social de Marruecos”.
Es necesario hacer un fuerte llamado a los trabajadores de las industrias, de las minas de fosfato, etc., para que se unan a las movilizaciones. Solo la unidad de la juventud con los trabajadores podrá llevar a una gran victoria.

La juventud al frente y sin dirección revolucionaria

En las últimas protestas del África subsahariana (Kenia, Ghana, Mozambique y Angola) quedó claro el peso de la participación juvenil, y esa tendencia ahora se confirma en Marruecos.
Otros dos puntos comunes son la heroica fuerza de lucha de los sectores juveniles, que debe ser reconocida, y, por otro lado, la gran debilidad que representa la falta de una dirección política revolucionaria.
Las movilizaciones están siendo convocadas a través de las redes sociales por la Generación Z, que utiliza como símbolo la calavera de One Piece y un programa democrático burgués. En Marruecos declaran: “Exigimos la dimisión del actual gobierno por su fracaso en proteger los derechos constitucionales de los marroquíes en sus demandas sociales”, dijo el GenZ 212.
Una característica importante es que, en los países donde la Generación Z ha tenido un papel protagónico, la cuestión de la caída de los gobiernos siempre ha estado presente, tanto en Kenia como en Nepal y Madagascar.

Derribar al gobierno del primer ministro Aziz Akhannouch

La estructura política de Marruecos se basa en una monarquía constitucional y el gobierno está encabezado por el primer ministro. Si cae Aziz Akhannouch, con él caerán los dos ministros más criticados por los manifestantes: Amine Tahraoui, de Salud, y Mohamed Saad Berrada, de Educación, ambos pertenecientes al Rassemblement National des Indépendants y cercanos a Akhannouch.

Ninguna confianza en la monarquía

El sitio de noticias local Aldar describe a la Generación Z 212 como un movimiento que no exige justicia social más allá de los valores nacionales, y que declara explícitamente su compromiso de respetar la institución real bajo el liderazgo del rey Mohammed VI y mantener la unidad territorial marroquí.
Al mismo tiempo que se lucha por la caída del primer ministro Aziz Akhannouch, es necesario no tener ninguna ilusión en la monarquía ni en su monarca, Mohammed VI (Mohammed bin Hassan). Es muy importante entender que el régimen de dominación marroquí está compuesto tanto por el primer ministro como por la monarquía, que, de hecho, es quien determina los rumbos del país.

Extender la lucha a los países árabes vecinos

Existe una enorme preocupación en la burguesía por la posibilidad de que estas manifestaciones inspiren a otros pueblos árabes del norte de África a levantarse y crear una nueva Primavera Árabe. En 2010, una ola de protestas y levantamientos populares, conocida como la Primavera Árabe, comenzó en Túnez y se extendió a varios países del norte de África y Medio Oriente, entre ellos Egipto, Libia, Siria, Yemen, Bahréin, Argelia, Marruecos, Omán y Sudán.

Una nueva Primavera Árabe y la lucha en defensa de Palestina

Los elementos para una acción combinada de lucha en los países árabes ya están presentes. La crisis económica, el colapso de las reservas de divisas, la escasez de combustibles, la inflación y el desempleo en alza preparan el escenario para una nueva Primavera Árabe.
Una nueva Primavera Árabe desestabilizaría a los gobiernos regionales que se mantienen pasivos ante la defensa de Gaza, y las masas en las calles, seguramente, levantarían la bandera de una Palestina libre, del río al mar.

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