Vie Mar 29, 2024
29 marzo, 2024

Ucrania: una guerra de agresión nacional

Lenin, ante una guerra, se preguntaba: “¿Se puede explicar la guerra sin relacionarla con la política precedente de este o aquel Estado, de ese o aquel sistema de Estados, de estas o aquellas clases [sociales]? Y concluía: “esta es la cuestión cardinal, que siempre se olvida, y cuya incomprensión hace que, de diez discusiones sobre la guerra, nueve resulten una disputa vana y mera palabrería”. Estas eran sus preguntas: “¿Cuál es el carácter de clase de la guerra, por qué se ha desencadenado, qué clases la sostienen, qué condiciones históricas e histórico-económicas la han originado?”[1].

Presentación del dossier sobre Ucrania en la revista Marxismo Vivo Nº 18, mayo de 2022.

Desde la LIT-CI sostenemos que la ocupación de Ucrania por tropas rusas, iniciada en febrero, es una guerra de agresión nacional de la segunda potencia militar del mundo contra una nación mucho más débil, a la que quiere someter por la violencia, con métodos de extrema crueldad. Ucrania, a lo largo de su historia, exceptuando el corto período inicial de la URSS en vida de Lenin, ha vivido sojuzgada, primero por el zarismo y después por la burocracia estalinista, y tras la restauración capitalista, las distintas fracciones burguesas que “robaron” la propiedad estatal, pugnan por quedarse en la órbita del imperialismo europeo.

La intervención rusa en Ucrania es continuidad de la guerra y ocupación sanguinaria de Chechenia, de la intervención militar rusa en Georgia, del apoyo directo al dictador Lukashenko en Belarus, de la anexión de Crimea y la ocupación del Donbass, y de la intervención militar en Kazajistán el pasado mes de enero.

Las conferencias de prensa de Putin con la imagen en el fondo de Catalina la Grande, la gran figura de la expansión del Imperio ruso en el siglo XVIII, son toda una declaración de intenciones. La naturaleza de este conflicto es una guerra de agresión nacional, cuyo propósito es el control militar, económico y político de un país y de los recursos que el Kremlin estima esenciales para su proyecto capitalista de la Gran Rusia.

La invasión refleja, paradójicamente, la debilidad económica del capitalismo ruso, económicamente dependiente y dominado por un puñado de oligarcas cuyo papel en la división mundial del trabajo se reduce básicamente al de abastecedor energético. Sin embargo, el capitalismo ruso es, al mismo tiempo, una superpotencia militar nuclear heredada de la URSS que, para preservar sus intereses como potencia en lo que considera su espacio vital, debe recurrir a la fuerza militar, con la que sostiene dictaduras sumisas. Sin embargo, las guerras de agresión de Putin tan solo llevan agua para el molino del imperialismo europeo y norteamericano.

Décadas después de que el capitalismo fuese restaurado en China y Rusia, los defensores de la teoría de los campos siguen proclamando que lo que define a un “antiimperialista” es estar en “el campo donde no esté la OTAN”. Sobre la base de esta argumentación, apoyan la guerra de agresión de Putin. Pero, en verdad, estas tesis se apoyan en regímenes capitalistas reaccionarios y antipopulares como los de Cuba, Nicaragua o Venezuela, o el de la teocracia iraní, que buscan resguardo en la Rusia de Putin y en la China de Xi Jinping, a la que algunos, por cierto, han convertido nada menos que en una pugna burguesa en el “socialismo real” de nuestros días.

Ante una guerra de agresión nacional, la única posición legítima desde el punto de vista de los intereses de la clase trabajadora internacional es la solidaridad y el apoyo a la resistencia del pueblo ucraniano para derrotar la agresión imperial[2] rusa. Por eso debemos estar en el campo militar del pueblo ucraniano. 

El primer texto de este dossier sobre Ucrania reconstruye la trayectoria de la lucha del pueblo ucraniano por la autodeterminación, hasta la restauración capitalista. A continuación, los textos de León Trotsky y de otros autores, discuten la actitud de los revolucionarios ante las guerras de agresión nacional, la invasión del Japón a China en 1937, y la guerra ítalo-etíope de 1935.


[1]El socialismo y la guerra, 1915.

[2] El término «imperial» utilizado arriba, no se confunde con la categoría Imperialismo capitalista utilizada por Lenin, en el cual algunos pocos países, por el poder de su capital financiero tienen una política de Estado de subyugar a la mayoría de los Estados. Aunque la Rusia de Putin tenga una política opresora para con los países a su alrededor, no nos parece que Rusia esté involucrada en una guerra por una nueva división del mundo, y sí, por el control de la región histórica del imperio zarista. Como afirma Lenin, en la época del imperialismo capitalista la política internacional del capital financiero “origina abundantes formas transitorias de dependencia estatal. Para esta época sin típicos no solo los dos grupos fundamentales de países –los que poseen colonias y las colonias– sino también formas variadas de países dependientes…” (V.I. Lenin. El imperialismo, fase superior del capitalismo. Madrid: Editorial Fundamento, 1974.

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