Trece meses de guerra en Ucrania:¿Punto de inflexión?
La batalla por Bajmut, que ya se prolonga 7 meses, ha tomado resonancia mundial. Todas las agencias noticiosas hablan y especulan sobre los encarnizados combates que se han convertido en un emblema político, tanto para las tropas agresoras de los ocupantes rusos, como para las fuerzas defensoras de Ucrania. Ese feroz enfrentamiento desnuda cada vez más la hipocresía de todas las potencias imperialistas, que usan la guerra en su pulseada global. Gran Bretaña y Alemania hacen pomposos alardes con el envío de una docena de tanques Leopard o Challenger a Ucrania, cuando Rusia está incorporando a su armamento 1500 nuevos T-90. Mientras los pseudo “pacifistas de izquierda” exigen “¡Ni un tanque a Ucrania!”, todas las potencias aprovechan para gastar billones del presupuesto en armarse hasta los dientes, al tiempo que se dedican a envenenar las conciencias de los trabajadores con que “los recortes de pensiones y ataques a las condiciones de vida en la Unión Europea se deben a la guerra en Ucrania”. El objetivo imperialista es claro: dividir a los obreros europeos de los ucranianos que resisten la invasión contrarrevolucionaria de Putin.
LIT-CI
La batalla de Bajmut transcurre en el contexto de la visita de Xi Jinping a Moscú, en sincronía con la orden de arresto contra Putin por parte de la Corte Penal Internacional de la Haya, por crímenes de guerra cometidos en territorio ucraniano. Pocos días después de hacer solemnes declaraciones conjuntas “Por la paz en un mundo multipolar”, Putin anunció que desplegará armamento nuclear en Bielarús, en acuerdo con Lukashenko, a partir de julio próximo. ¡Esto pone en cuestión no sólo la seriedad de esas declaraciones, sino también cuestiona a Xi Jinping, que acaba de visitar Rusia como el gran pacificador de Eurasia! Pero no nos detendremos en esta nota sobre esos y otros importantes hechos políticos, pues centraremos en analizar la situación militar, sus consecuencias políticas y perspectivas cuando se cumplen 13 meses de guerra.
¿Por qué Bajmut?
¿Por qué con un frente de batalla que abarca más de 1.200 kilómetros, una pequeña ciudad industrial del Donbass, de 70 mil habitantes antes de la guerra, que no tiene una importancia militar estratégica ni económica y que ya está reducida a escombros, es tomada por como objetivo clave de la guerra?
Desde las debacles humillantes de las tropas invasoras, en los frentes de Jarkov al Noreste y Jersón al Sur, a fines del pasado verano boreal, el comando del Kremlin emprendió una guerra de desgaste, guerra de posiciones y hostigamientos permanentes, con bombardeos indiscriminados a la población pacífica y a la infraestructura crítica. Los drones “shahid” iraníes y los misiles balísticos de largo alcance fueron y son la amenaza diaria y nocturna sobre todo el territorio de Ucrania, que sigue destruyendo y asesinando a miles de ucranianos, desde hace 6 meses.
Desde la disolución de la URSS, hace más de 30 años, la cuenca del Donbass, el rico conglomerado minero-industrial fue disputado por diversos grupos oligárquicos rusos y ucranianos, asociados con diversas corporaciones extranjeras y grupos mafiosos. Y justamente, al servicio de estas “asociaciones” el régimen de Putin definió al Donbass como un objetivo de saqueo y conquista colonial. Para lograr ese fin, se montaron las falsificaciones y mitos que justificaran el separatismo del Donbass. Por ejemplo, la “opresión que sufrían los habitantes rusoparlantes”, por parte de los ultranacionalistas ucranianos o “que Kiev parasitaba las riquezas de esa región”.
Desde mucho antes de 2014 desembarcaron en Donetsk y Luhansk –las dos regiones que componen Donbass– operadores políticos del chauvinismo ruso y también neo-estalinistas, que se dedicaron a envenenar conciencias y explotar las tensiones sociales. Después empezaron a actuar grupos paramilitares ultranacionalistas rusos que en el 2014 detonaron la operación separatista, con la creación de las dos autoproclamadas “Republicas Populares”.
Con el correr de estos 9 años, la población mayoritariamente obrera del Donbass pudo experimentar amargamente el régimen putinista. Las masas trabajadores soportan las tremendas condiciones del así llamado “Mundo ruso” en estas “repúblicas”, convertidas en verdaderos campos de concentración. Cualquier mínimo reclamo social era y es respondido con brutal represión o desaparición forzada.
Estos indecibles sufrimientos explican por qué cuando se inició la “Operación Militar Especial” (OME) de Putin, que supuestamente invadía Ucrania para “liberar a los rusos del Donbass”, los que declaraban como beneficiarios de esa “liberación” se volcaron a apoyar la resistencia ucraniana o hayan huido más de un millón a otras regiones de Ucrania, como sucedió durante la invasión rusa al puerto del Donbass sobre el Mar de Azóv, con la destrucción de prácticamente toda la ciudad de Mariupol. Por eso asistimos desde los primeros meses de guerra a “evacuaciones”, que en realidad son deportaciones forzadas masivas a Rusia, entre las que se cuentan los miles de niños secuestrados y entregados a familias rusas, sin certeza de su orfandad ni siquiera su identidad. Y muchas de esas deportaciones forzadas se dieron por los “corredores humanitarios” controlados por las tropas invasoras, que les impiden a esos “rusos liberados”, pasar hacia territorio no ocupado de Ucrania y los encierran dentro de Rusia. Mayoría de ellos quedan confinados y no “liberados” dentro de Rusia, pues quedan indocumentados. No pocos intentan refugiarse en las Repúblicas Bálticas, tratando de pasar a través de Bielarús o San Petersburgo.
Donbass: desnuda las falsificaciones de Putin y representa una derrota política para su invasión
Los agresores rusos creyeron encontrar en Bajmut un punto clave para su “guerra de desgaste”. Es decir, un objetivo al que los “ucranianos van a defender a ultranza y que finalmente perderán”. Muchos analistas militares ucranianos, incluso especialistas militares imperialistas, suponían que lo mejor era que Ucrania retirase sus tropas de Bajmut antes que quedaran atrapadas por un cerco. Sin embargo, el comando político-militar ucraniano tomó la decisión de resistir.
Hasta ahora los invasores rusos, encabezados por los mercenarios de la Compañía Militar Privada, CMP “Wagner”, llevan largos meses empantanados, intentando tomar Bajmut con decenas de miles de bajas rusas –en proporción de 5 a 1, respecto los combatientes defensores ucranianos– y no logran cerrar el cerco para sitiar la ciudad. La realidad en este caso muestra que el mayor desgaste y agotamiento es para los invasores.
Y eso se evidenció en la aguda crisis política, con escandalosas acusaciones públicas de Evgeny Prigozhin, el dueño de la “Wagner” –conocido como el “Cocinero de Putin”– contra su Ministro de Defensa, Shoigú y el comandante del Ejército ruso, General Guerásimov. Y no exageramos cuando decimos escandalosas, este Prigozhin es un mafioso convertido en oligarca a partir de ser proveedor de comida para el estado y las fuerzas armadas de la Federación Rusa. Y declaró en videos difundidos a los cuatro vientos que Shoigú y Guerásimov son unos burócratas inoperantes y torpes estrategas. Incluso los acusó como “traidores a la patria”, por no enviarle a tiempo municiones suficientes a Bajmut.
Es evidente la fractura del comando militar ruso con la “Wagner”. Todo indica que desde el poder militar han decidido “cortarle las alas” a Prigozhin. Rige la prohibición de que éste siga reclutando convictos. Ya han muerto decenas de miles de ellos, que constituyen la masa fundamental de su ejército privado. Y los sobrevivientes, pasados seis meses de combate, tienen el derecho –por cláusula del contrato, que establece el indulto– a optar por salir de las tropas, con el consecuente derrame sobre la sociedad rusa de esos miles de ex convictos desocupados.
A partir de los chantajes y denuncias públicas de Prigozhin, desde el alto mando le envían a Bajmut municiones y refuerzos de tropas, recién reclutadas y sin entrenar. Pero es evidente que la cúpula del ejército regular prioriza los esfuerzos de soldados y equipos a operaciones sobre otros frentes del Donbass, como Avdiievka y Vugledar. Shoigú y Guerásimov intentan lograr en esos frentes algún avance significativo, porque la toma Bajmut se puede convertir en un trofeo para los mercenarios de Wagner que sólo ostentará el oligarca Prigozhin.
Carne de cañón “contratada”
Por otro lado, cada vez más salen a la luz las amargas denuncias y videos de protesta desde el frente de los soldados rasos de Rusia, que dan cuenta de cuantiosas bajas por fallas de coordinación y falta de equipamiento. Mientras, entre las masas de la Federación Rusa –en especial de las regiones remotas y nacionalidades oprimidas– fermenta el descontento, el desánimo, la incertidumbre. Se refleja en la continua y creciente evasión al reclutamiento forzoso, que cada año moviliza a 150 mil hombres. Ante esto el régimen apuesta a una nueva manera de reclutar. Putin anunció desde el 1 de abril la “contratación de 400 mil” nuevos efectivos para continuar la guerra. Es decir, que la potencia militar de Rusia, lanzada a la invasión de Ucrania que el pueblo ruso rechaza pasivamente, dependerá de centralmente la contratación de soldados por parte del estado. Putin intenta copiar el modelo de la Compañía Militar Privada “Wagner” con una Compañía Militar Estatal “Putin”.
Contraofensiva de primavera condicionada por la provisión de armamento y municiones
Pero esta situación crítica del enemigo agresor no significa que pueda ser aprovechada de inmediato y en toda su magnitud por la resistencia ucraniana. La “contraofensiva de primavera” tan deseada por el pueblo ucraniano y sus combatientes y anunciada como algo inminente se demora. ¿Por qué? Por diversos factores. Primer factor, porque a pesar de los anuncios de ayuda financiera y de armamentos por parte de las potencias imperialistas, los aviones F-16, que son fundamentales para el apoyo a la infantería y los tanques en el marco de una ofensiva, no serán provistos. Y los que –según promesas– sí se proveerán, como los MIG-29 por parte de otros países de la ex órbita soviética, requieren más tiempo para adecuaciones a su nuevo armamento. Por otro lado, las armas ofensivas y equipos de artillería que han llegado al terreno son extremadamente escasos y la mayor parte de los envíos anunciados son para el “transcurso del año”, cuando cada semana cuenta… Segundo factor, porque las condiciones climáticas de la “rasputitza” –deshielo y barro blando entorpecen el movimiento de equipos pesados– obligan a mantener posiciones defensivas.
Y aquí se derrumba otro de los mitos, profusamente difundidos por numerosos “especialistas militares” al servicio de Putin, que desde el inicio de la invasión repitieron “Rusia está combatiendo a la OTAN”. Sin embargo ahora, incluso esos mismos “especialistas” y comentaristas a sueldo, que constatan la escasez y demora de armamento occidental moderno para Ucrania y es un hecho evidente que la OTAN no se involucra, cambian su discurso al asegurar que “esta guerra no la va perder Rusia y al final de este verano logrará gran cantidad de sus objetivos”.
Desde la LIT-CI no hacemos pronósticos tajantes ni especulaciones. Denunciamos el rol hipócrita de todas las potencias imperialistas y señalamos tajantemente las serias limitaciones de la conducción de la guerra por parte del gobierno Zelenski, que en medio de la guerra y con parte del país ocupado, está más preocupado por el inmediato desarme del pueblo, como reza el reciente decreto que establece duras penas para los civiles que no entreguen en fecha perentoria las armas a las autoridades militares locales. Es justamente en honor a ese pueblo armado y desarmado que resiste para logar la liberación de su país, que empeñamos todas nuestras fuerzas en lograr la victoria de la resistencia del pueblo trabajador ucraniano.
¡Por la derrota de las tropas invasoras y la integridad territorial de Ucrania!
¡Por una Ucrania independiente, libre y soberana, gobernada por los trabajadores!