Sobre los acontecimientos en Armenia
En las últimas semanas se dieron acontecimientos importantes en Armenia. La vida política de este pequeño país tiene especificidades derivadas de su historia, mucho más allá de sus fronteras actuales. Este texto no pretende agotar el tema y no tiene como objetivo sacar conclusiones políticas acabadas, sino definir los contornos generales para la comprensión de los acontecimientos y las tendencias de la vida política desde el punto de vista de los trabajadores y el pueblo armenio.
Por: POI – Rusia
Rehén de imperios
La etnia armenia es una de las más antiguas. Se formó en condiciones montañosas, que incluían el actual territorio del país, la parte Este de la actual Turquía y el norte del actual Irán. Por vivir en región montañosa, con difíciles accesos, la etnia armenia se desarrolló de forma particularmente autóctona. Por otro lado, por las mismas condiciones montañosas, Armenia históricamente no podía competir con los imperios mayores con espacio para su desarrollo económico (en diferentes períodos, los imperios Romano, Bizantino, Persa, Califato Árabe, Otomano y Ruso). Armenia siempre estuvo bajo el dominio de estos, bien en el límite entre ellos, y frecuentemente pasando de manos de uno al otro. Una de las consecuencias de las tentativas de afirmar su autosuficiencia política, fue que Armenia fue la primera nación en asumir el cristianismo como región oficial de Estado, en los inicios del siglo IV, lo que permitió su diseminación en esta región, la más segura provincia de Roma para los cristianos. De ahí el origen de la Iglesia Cristiana Armenia.
“Pueblo-clase”
En la Antigüedad y durante la Edad Media, viviendo en la frontera entre imperios, los armenios se formaron con un gran peso de comerciantes y gente de buena posición económica. Eso les dio fuertes características de pueblo-clase, fenómeno sobre el cual escribe Marx al analizar la historia del pueblo judío. La actividad comercial y las migraciones, incluidas aquellas forzadas, debidas a los pasajes de la Armenia histórica de mano en mano, llevó a la diseminación de los armenios por diferentes países y a la expansión de su diáspora. En los países donde se establecieron, los armenios ocuparon elevadas posiciones sociales (comerciantes, militares, jueces, contadores, médicos, religiosos, administradores públicos), de la misma forma que los coptas en Egipto o los judíos en Europa. La intelectualidad y la burguesía armenias, incluso hoy, son importantes fenómenos en muchos países. Como en el caso de los judíos, el desarrollo del capitalismo formó también en el interior de este pueblo una mayoría proletaria.
“La cuestión armenia”
La posición social de los armenios, parecida a la posición de los judíos, de forma análoga dio origen a la “cuestión armenia”. A la discriminación y pogromos contra los judíos en Europa, correspondió la discriminación de los armenios y los pogromos en el Imperio Otomano y en el Cáucaso bajo el poder del Imperio Ruso (con la prohibición de la enseñanza de la historia armenia y la presión sobre su Iglesia en los finales del siglo XIX). Estos eran organizados y estimulados, ya en la época capitalista, por los gobiernos y/o fuerzas nacionalistas burguesas para dividir a la clase trabajadora. Eso era particularmente cierto para períodos de convulsiones sociales y revolución, como en el caso del genocidio armenio por el Imperio Otomano en 1894-1896 (consecuencia de su derrota en la guerra, que llevó el Imperio a la crisis) y el genocidio durante la Primera Guerra Mundial (que amplió mucho la diáspora armenia por el mundo), pogromos en Bakú en el período de la revolución rusa de 1905; y aún en 1990, en el período revolucionario contra el estalinismo en la URSS.
El conflicto nacional con Azerbaiyán
El rediseño de las esferas de influencia entre el Imperio Otomano (que había expulsado a los armenios) y el Imperio Ruso en el Cáucaso (que con medidas discriminatorias al mismo tiempo intentaba reunir a los armenios en la Armenia para formar un “puesto avanzado cristiano” contra Turquía), acompañado de limpiezas étnicas tanto de armenios cristianos como de pueblos musulmanes de habla turca (los azerbaiyanos), y la política del Imperio Ruso de poblar territorios con tal o cual nacionalidad de acuerdo a su conveniencia, tuvo como consecuencia la mezcla de nacionalidades por el territorio, la ausencia de “fronteras históricas” con la región que habitaban los azerbaiyanos, y conflictos territoriales entre Armenia y Azerbaiyán (en primer lugar alrededor de la región de Nagorno-Karabakh).
El doble carácter del nacionalismo armenio
El desarrollo en muchos países de una burguesía armenia étnica (como consecuencia del “pueblo-clase”), una Iglesia armenia propia, lucha contra la opresión colonial y al mismo tiempo el conflicto con los azerbaiyanos, formaron un movimiento nacionalista armenio extraterritorial, análogo al judío, pero con la diferencia fundamental de que, al contrario de estos, los armenios tenían un país para vivir, aunque compacto, y por lo tanto, el derecho a su Estado nacional. Su expresión más pura fue el histórico partido armenio FRA (Federación Revolucionaria Armenia), fundado en 1890, actuante en el interior de la diáspora armenia en todo el mundo, bien organizado, e incluso habiendo utilizado métodos de terrorismo.
La FRA de hecho ocupó en Armenia el nicho de los esseres y los mencheviques, llevando adelante la misma política de estos, pero con la distinción del chovinismo antiazerbaiyano. Luchando contra el zarismo, en 1917 esta apoyó la Revolución de Febrero, pero intervino contra la de Octubre. De 1918 hasta 1920, este partido dirigió Armenia, participando de acuerdo con la Entente (sobre la base del acuerdo de Serv, que proponía ampliar el territorio armenio a cambio de su sumisión política al imperialismo, la llamada Armenia de Wilson), implementando limpiezas étnicas de poblaciones musulmanas, aplastando el levante bolchevique de mayo de 1920. Al final, en 1920, el gobierno proimperialista de la FRA fue derrocado por la acción conjunta contra la Entente del Ejército Rojo y de los kemalistas turcos. Su dirección emigró y continuó actuando en la arena mundial, buscando apoyo en la diáspora, y haciendo de su centro la lucha contra la URSS (llegando al límite de la colaboración con el nazismo).
La FRA se tornó la expresión política e histórica más acabada del nacionalismo étnico burgués armenio dentro de la diáspora mundial. Pero esta ideología específica sigue siendo compartida, en mayor o menor grado, por todos los partidos burgueses armenios.
Esta historia particular del nacionalismo burgués armenio fue utilizada por el estalinismo como disculpa para asfixiar los derechos nacionales del pueblo armenio y para la represión, con la acusación de pertenecer a la FRA. En particular, en 1949, fueron deportados de Armenia para Siberia, por Stalin, más de 15.000 armenios (más de 1% de la población de la entonces República Socialista Soviética Armenia). De la misma manera, los partidos comunistas de Armenia y Azerbaiyán, en lugar de llevar adelante una política internacionalista proletaria para resolver la cuestión de Nagorno-Karabakh, incorporaron el nacionalismo, mantuvieron el enfrentamiento nacional, e implícitamente implementaron una posición nacionalista en la cuestión de Nagorno-Karabakh, incluso estimulando el crecimiento del peso demográfico de la nacionalidad “más adecuada”. Toda esta política, con la restauración del capitalismo, resultó en una sangrienta guerra entre Armenia y Azerbaiyán.
De la Armenia soviética a la restauración del capitalismo
En 1920, Armenia fue proclamada república soviética, y a partir de 1922, parte de la República Socialista Federativa Soviética Transcaucasiana.
Hasta la revolución, Armenia era una país agrario, la producción industrial estaba limitada a la inexpresiva extracción de mineral de cobre y a la producción de coñac.
En el período soviético, la república pasó por un proceso de industrialización. Junto a la metalurgia (extracción y fundición de cobre/molibdeno, oro, plata) y el complejo agroindustrial, en Armenia se desarrolló el sector de energía eléctrica (incluso electronuclear), industrias textil y química, así como construcción de máquinas y equipamiento de alta tecnología, incluida la electrónica. En los últimos años de existencia de la URSS, la producción relacionada a la alta tecnología correspondía a cerca de 20% del PIB de la República Armenia. Armenia producía cerca de 25 a 30% de los computadores para las necesidades del Complejo Industrial Militar soviético. En la base de estos resultados contó, entre otros factores, el tradicionalmente alto nivel educacional entre los armenios.
La restauración del capitalismo y la caída de la economía de la URSS llevó a Armenia a una catástrofe económica. Todos los sectores de tecnología intensiva con más valor agregado fueron destruidos. La parte de la producción de máquinas y equipos dentro de su estructura industrial cayó de 35% en 1991 hasta 4% en 2000. La cantidad de empleados en el sector industrial cayó en 2,5 veces, de 458.000 en 1991 a 180.000 en 2000. Hubo una primitivización de la estructura económica del país.
Como consecuencia, de 1991 hasta 2015 abandonaron el país más de un millón de personas (de una población total de 3,6 millones), y la mayor parte fue para Rusia. La reducción de la población del país debido a la emigración tiene un carácter crónico. La existencia de una diáspora histórica en diferentes países facilita este proceso. Hoy, con una población de tres millones de habitantes, la cantidad de armenios fuera del país es de 5 a 10 millones (1,5 millones en Estados Unidos; 1,95 millones en Rusia; 600.000 en Francia; 200.000 en Irán; 128.000 en Argentina…).
Un modelo económico que está destruyendo el país
Armenia fue una de las ex repúblicas soviéticas que más sufrió con la destrucción del sector de máquinas y equipos en toda la ex URSS. Y no puede compensar esta pérdida con la exportación de gas y petróleo, como Rusia, Kazajistán o su vecino Azerbaiyán, pues Armenia no los tiene. Tampoco puede recibir royalties por el tránsito del gas o del petróleo a través de su territorio, como Ucrania, pues por las altas montañas armenias no pasan oleoductos ni tampoco autopistas. Armenia no puede recibir tasas de puertos de tránsito, como Georgia, Estonia o Letonia, pues el país no tiene salida al mar. Tampoco puede desarrollar la exportación de productos agrícolas, como Ucrania o Kazajistán, pues no tiene tierras tan fértiles. No puede amortizar la crisis apoyándose en el campesinado, como Georgia, pues Armenia es un país altamente urbanizado para los padrones caucásicos. La baja accesibilidad de transportes, las bajas reservas de fuerza de trabajo, y el limitado mercado interno son también obstáculos para el desarrollo de la industria de transformación basada en capital extranjero (modelo chino).
Además, dos de los países con los que tiene frontera le imponen bloqueo económico: al Oeste, Turquía (por el conflicto sobre la cuestión de reconocimiento del genocidio armenio), y al Este, Azerbaiyán (por la cuestión Nagorno-Karabakh). El contacto con el tercer vecino, Irán, al Sur, es dificultado por las altas montañas (a pesar de que en 2006 fue construido un gasoducto a partir de Irán). De hecho, la única salida es por el Norte, por Georgia y sus puertos. Georgia es también puente con Rusia. Y la situación conflictiva entre estos países se refleja en la situación de Armenia.
La economía de Armenia pertenece hoy al capital extranjero, con el cual están relacionados todos los oligarcas armenios, de una u otra forma. El más importante inversor externo es Rusia, en especial en segmentos de infraestructura, como producción y transmisión de electricidad, transporte, comunicaciones y parcialmente siderurgia. El control ruso de estos sectores de infraestructura posee un claro interés político. Luego de Rusia viene la Unión Europea, en especial en los sectores exportadores (siderurgia, producción de coñac) y el sector bancario. También es alta la proporción de capital de la diáspora en el exterior: de hecho, la diáspora es un canal para la colonización del país por los capitales externos.
El comercio exterior del país después de la destrucción de los sectores de alta tecnología se caracteriza por el intercambio de minerales metálicos, tabaco y coñac por combustibles fósiles (con alta dependencia de Rusia) y equipamiento (fundamentalmente de la Unión Europea y de China), con un saldo comercial crónicamente negativo (de 50% a 70%, dependiendo del año).
Este déficit del comercio exterior es cubierto en primer lugar con recursos enviados por armenios de otros países (equivaliendo a más de la mitad de los ingresos de exportaciones y cubriendo la mitad del déficit) y por préstamos externos, de manera que la deuda del país crece permanentemente, aumentando la dependencia de Armenia en relación con el imperialismo.
En otras palabras, la pequeña economía armenia es la máxima expresión de la combinación de las consecuencias de la restauración del capitalismo con la ausencia de mecanismos internos de compensación. El país depende del gas ruso, está rehén de los acreedores internacionales, de los envíos del exterior, y de la exportación de mano de obra: la emigración es el único proyecto económico real, que obviamente vacía el país. Un proyecto secundario, de desarrollo de la industria basado en el abaratamiento aún mayor de su mano de obra, es un factor más que empuja a la emigración.
“La política armenia”
El concepto de “política armenia” se tornó común entre científicos políticos. De forma diplomática, los analistas burgueses la definen como “complementarismo”. O sea, la política armenia debe ser un “complemento” a la política de las grandes potencias, para entregar el país a todas y en todos los sectores. La apuesta del gobierno en la diáspora (fuente de capitales e ingresos en el país) es un factor que complementa la “abertura” de Armenia.
Armenia se caracteriza por las tarifas aduaneras más bajas de toda la OMC, con ausencia de tasas de exportación, un régimen económico ultraliberal en lo que se refiere al acceso al capital externo e impuestos. El gran ganador de esta política económica es el imperialismo, en primer lugar de la Unión Europea.
El conflicto Nagorno-Karabakh con Azerbaiyán, que posee una población y un PIB tres veces superior al de Armenia, favorece la influencia rusa como garante de la “seguridad” armenia. Eso se concreta a través de bases militares rusas en Armenia desde 2017, en el marco del “Agrupamiento de Tropas Unidas de Rusia y Armenia”. Sin la cobertura rusa, Armenia arriesga ser derrotada por Azerbaiyán en la guerra por Nagorno-Karabakh, que ocupa el papel-clave en la política de la burguesía armenia. Por eso, de hecho, ninguna fuerza política armenia pone en cuestión la presencia militar rusa. Este conflicto armado es la principal base para la fuerte influencia rusa en Armenia, que se convierte en influencia económica (más exactamente en la infraestructura). Este es un ejemplo más de cómo, en los conflictos nacionales en el Cáucaso, incluso en el caso de “victoria” de algún “nacionalismo”, al final quien vence propiamente es alguna potencia extranjera.
Al mismo tiempo, después de la salida de las tropas rusas de Georgia, la base en Armenia se tornó la última base militar avanzada rusa del Cáucaso Sur.
En general, el Estado burgués armenio se apoya en el financiamiento externo, en su papel de “base avanzada” de Rusia en el Cáucaso Sur, en la exportación de armenios como mano de obra para otros países, y en el nacionalismo armenio, que estimula el contacto por dentro de la diáspora y que convierte la cuestión de Nagorno-Karabakh en razón universal para convocar a los trabajadores armenios a apoyar a “sus” gobiernos burgueses por la unidad nacional antiazerbaiyana.
Todas las fuerzas burguesas armenias, de una u otra forma, combinan estos elementos. Esa fue la base para la fusión hacia finales de los años ’90 de una serie de partidos armenios en el Partido Republicano Armenio (PRA) y el apoyo de los partidos de la FRA y del Renacimiento Armenio a su gobierno, a partir del año 2000, fortalecido aún por el crecimiento económico de entonces. El PRA es el principal partido burgués armenio, símbolo de la corrupción y de los oligarcas nativos (muchos diputados del PRA son grandes propietarios).
La crisis económica
El período de crecimiento económico de los años 2000 se expresó en Armenia con un gran aumento de los ingresos provenientes de armenios de otros países e inversiones en el sector de construcción civil de aquellos armenios que vivían fuera de sus fronteras nacionales.
Con la llegada de la crisis, los ingresos se redujeron drásticamente, y las inversiones en el sector de construcción entraron en colapso. En 2007, el PIB cayó en 14%, de los cuales casi 4/5 por el estallido de la bolla en el sector de la construcción civil. Una serie de industrias anunció planes de despidos masivos y reducción drástica de salarios. Hubo un empobrecimiento general de la población. El desempleo en 2015 alcanzó 18,6%, llegando a 40% entre los jóvenes. La deuda externa armenia en 2015 creció hasta 8,6 mil millones de dólares, más de 80% del PIB.
El gobierno respondió con una nueva onda pro-colonizadora. El nivel de vida en caída generó bases favorables para inversiones de capital externo en la producción para exportación, lo que potenció un crecimiento del proletariado en el país. Además, el gobierno pasó a discutir la creación de zonas de libre comercio al mismo tiempo con la UE y con la Unión Económica Euroasiática (Rusia, Bielorrusia, Kazajistán, Kirguistán, Moldavia como país observador y el aún candidato Tadziquistán), finalmente cerrando con esta última.
Protestas
La crisis, agravada por el cansancio de las masas con la corrupción, abrió un período de turbulencia social. En 2008 ocurrieron huelgas en el complejo de fundición de cobre Agarakskiy: el patrón planeaba despedir 40% (560 personas) del total de trabajadores y todavía reducir los salarios en 30%. La huelga arrancó una victoria parcial. Situaciones de conflicto se extendieron por una serie de fábricas por razones parecidas. Pero la mayor parte de las protestas fue en la forma de manifestaciones de calle, en especial después de la reelección del presidente ligado al PRA, en medio de una serie de acusaciones de fraude. Como resultado de los enfrentamientos de calle con la policía, murieron ocho personas.
En 2015 volvieron a darse grandes protestas relacionadas con la intención del gobierno de aumentar las tarifas de energía eléctrica a favor de las distribuidoras pertenecientes al capital ruso. Las protestas conquistaron la cancelación de la decisión de aumentar las tarifas.
Las nuevas y recientes protestas se debieron al deseo del presidente Sergio Sargsyan (PRA) de mantenerse como líder del país, tornándose el primer ministro. Luego de las recientes reformas, el jefe de Estado pasa a ser el primer ministro, electo por el Parlamento, donde la coalición del PRA tiene mayoría. Decenas de miles de personas salieron entonces a las calles, paralizando el país, en una protesta de carácter claramente político contra el gobierno.
Estas recientes protestas aceleraron en mucho el proceso de erosión del poder del PRA. Su coalición gobernante se dividió, con rupturas del partido y con expresiones de desconfianza entre las diáspora armenia.
El dirigente de las protestas es Nikol Pashian, periodista y líder de la alianza de oposición liberal ELK (que recibió 7% en las elecciones parlamentarias de 2017). Pashian defiende todas las premisas de la política burguesa armenia. Hoy crítico del PRA, de forma populista interviene contra los oligarcas, intentando capitalizar el descontento de la población sin romper con ninguna de las bases del sistema actual.
Sus propuestas se concentran exclusivamente en la cuestión del aparato estatal y el fin del poder del PRA. La mayor de sus exigencias es ser designado primer ministro, lo que anuncia como el objetivo supremo de la revolución. El método fundamental de lucha son las manifestaciones y bloqueos de organismos públicos, realizados con el objetivo de presionar al PRA a aceptarlo para el cargo.
El llamado de Pashian a la huelga fue dirigido al servicio público, excluyendo deliberadamente a la clase obrera. Incluso así, hay informaciones sobre huelgas obreras en minas de oro, en una fábrica textil, huelga de un centro médico en Erevan (capital del país). Los medios de comunicación informan que “entre los manifestantes se encuentran trabajadores de grandes redes comerciales, usinas [ingenios] y fábricas, centros de recreación, grandes y pequeñas empresas, muchas de ellas pertenecientes a diputados del PRA y sus parientes” (lenta.ru, 2 de mayo).
La principal tarea de Pashian es garantizar que las protestas “no salgan de los límites pacíficos”. Lo que no significa no dejarse caer en provocaciones, y sí contener las protestas.
La exigencia de nombrar a Pashian primer ministro, de hecho significa una exigencia para que el PRA apoye su nombramiento. Esta decisión del PRA depende, en primer lugar, de la garantía de Pashian de mantener de hecho el corrompido control político-económico del PRA sobre el país.
De la misma manera, depende de la decisión del gobierno ruso, que desea garantizar la mantención de su base militar y el control de la infraestructura del país. Por eso, Pashian ya declaró, en relación con la Unión Económica Euroasiática (UEE) que profundiza la colonización del país, que: “Yo fui contra la entrada de Armenia en la UEE. Pero, a pesar de eso, Armenia es miembro de la UEE, y nosotros, como líderes políticos y de Estado, debemos tomar en cuenta esta realidad. Creo que cualquier líder político y hombre de Estado que defienda los intereses de Armenia, debe actuar así. Considero que cambios bruscos en la política externa son peligrosos”. Y en general garantizó que Rusia es y seguirá siendo siempre socia de Armenia.
El resultado es que por la espaldas de los trabajadores y del pueblo, descontentos y dispuestos a la lucha, están en curso hediondas negociaciones entre Pashian, el PRA y el gobierno ruso, con el objetivo de garantizar que nada cambie de hecho. La negación del PRA en apoyar a Pashian en su primera tentativa el 1 de mayo, no fue nada más que parte de esta “discusión” sobre las garantías.
En el centro de las intrigas de la prensa burguesa estaba el nombramiento de Pashian como primer ministro. El día 8 de mayo él fue finalmente indicado. Pero incluso estos medios de comunicación no esconden que esto no cambia nada. Porque el país sigue en las manos de oligarcas y del capital externo, sigue en dependencia creciente de los créditos imperialistas, y bajo el coturno de Rusia, siendo rehén de la política “nacional” antiazerbaiyana, que de hecho se convierte en antiarmenia. Y la emigración continuará a hacer deshilachar a Armenia como país.
Un proyecto para Armenia
El movimiento llevó, de manera relativamente fácil, a la erosión del gobierno del PRA. El PRA tuvo miedo de reprimir las manifestaciones por la fuerza. Esto testimonia la fuerza del movimiento. Pero para conquistar una real transformación es necesario liquidar todo el sistema de la “política armenia”. Y sin un movimiento organizado de trabajadores no será posible cumplir esta tarea. Este movimiento es necesario para que los obreros y pueblo armenios tomen el país en sus manos, construyendo un gobierno finalmente suyo, obrero y popular. En su camino, tendrán que enfrentar a la policía y el ejército, corrompidos por la oligarquía. Prueba de eso fueron los muertos en las protestas de 2008. Hay que superar las ilusiones de una “revolución armenia pacífica”.
Con la Revolución de Octubre, la economía planificada, sin burgueses, se había impulsado el desarrollo del país. El capitalismo, con sus oligarcas y el capital internacional, llevaron a Armenia a la crisis y la colonización, y a su población a la miseria y la emigración. La Revolución de Octubre abrió el camino a la hermandad entre los trabajadores armenios y azerbaiyanos. La burocracia estalinista en el poder y después la burguesía volvieron a martillar una cuña entre estas nacionalidades, con la cual ganan solamente las grandes potencias como Rusia, fortaleciendo su control sobre el pueblo. El camino del socialismo, del poder de la clase obrera, en una Unión Proletaria e Internacionalista con los trabajadores del Cáucaso y de otras nacionalidades, es el único camino para los trabajadores armenios.
Traducción: Natalia Estrada.