Sáb Jul 27, 2024
27 julio, 2024

Lenin y Trotsky

“´Pluma´ ha llegado” le dijo Nadeia Konstantinova Krupskaia a Lenin en el otoño europeo de 1902, cuando el joven Lev Davidovitch Bronstein llegó a Londres (todavía no era conocido como Trotsky) convocado por Lenin para integrarse a la redacción de Iskra (La Chispa), periódico del POSDR (Partido Obrero Socialdemócrata Ruso), editado desde el exterior[1]. Fue el inicio de una relación entre ambos que duraría más de 20 años (hasta la muerte de Lenin, en 1924).

Por Alejandro Iturbe

El Comité de Redacción de Iskra estaba formado por seis miembros. Tres de ellos, Georgui Pléjanov (n.1856), Pavel Axelrod (n.1850) y Vera Zasúlich (n.1849) (los “viejos”) habían sido los fundadores de Emancipación del Trabajo, el primer grupo marxista ruso, en 1883. Fueron incorporando a jóvenes estudiantes rusos en el exilio y también a activistas en Rusia, y, luego de cambiar varias veces su nombre, en 1898 se realiza el I Congreso del POSDR. Tres de esos jóvenes Yuli Martov (n.1873), Aleksandr Potresov (n.1869) y Lenin (1870) integraban el Comité.

En él, se desarrollaban intensos debates teóricos y programáticos sobre cómo avanzar en la tarea principal que se había propuesto el POSDR: encabezar la lucha revolucionaria de masas para derrocar el régimen monárquico del zarismo (en esa época llamada la “autocracia”). Un punto nodal en este debate era cómo actuar frente a la “burguesía liberal” (llamados kadetes por las siglas de su partido) que quería reemplazar el zarismo por una república burguesa. Lenin consideraba que se trataba solo de una unidad de acción táctica y circunstancial por la contraposición de intereses y métodos de lucha entre el proletariado y las masas, por un lado, y la burguesía liberal, por el otro.

Trotsky (n.1879) se une a los socialdemócratas en 1896, en Ucrania, apenas terminada la escuela secundaria. Junto con otros estudiantes comienza a organizar obreros. Es detenido poco después, juzgado, y finalmente enviado al destierro en Siberia (pena común para muchos luchadores contra el zarismo), en 1898. En ese proceso, profundiza sus estudios de marxismo, conoce a su primera esposa, Aleksandra, madre de sus dos hijas mayores. Al mismo tiempo, muestra sus grandes cualidades de escritor revolucionario (de allí viene su seudónimo Pluma).

En ese contexto, decide fugarse del destierro en 1902, para intentar unirse al centro que editaba Iskra en Londres. Los activistas clandestinos del POSDR en Rusia y otros países le ayudan a cruzar Europa. Lenin veía con mucho agrado la incorporación de Pluma. No solo por sus cualidades de escritor sino porque quería tener una mayoría de “jóvenes” en el Comité de Redacción.

En Londres, Pluma compartió muchos momentos y charlas con los miembros de la redacción de Iskra. Luego fue enviado a París para ayudar a consolidar el grupo de estudiantes rusos exiliados adherentes al POSDR. Allí conoce a su segunda esposa, Natalia Sedova.

A su vuelta a Londres, Lenin le propone a Plejánov la integración (cooptación) de Pluma al Comité, con derecho de voto, junto con un reglamento sobre el funcionamiento de este organismo[2]. Plejánov se opuso y tanto a la cuestión del funcionamiento de la redacción de la Iskra como a la propia cooptación de Trotsky, que fue postergada hasta la realización del II Congreso del POSDR, que se realizaría en 1903 (primero en Bruselas y después en Londres).

Bolcheviques y mencheviques

Este Congreso era muy importante porque debía votar el programa del partido y también sus estatutos, es decir, su funcionamiento, cuáles serían sus organismos (y el carácter de sus miembros), y su jerarquía en la estructura partidaria. El programa fue votado por amplia mayoría, pero los estatutos generaron un fuerte debate que daría lugar a la formación de dos tendencias.

Una encabezada por Lenin, y la otra, por Martov. Lenin había formulado su concepción para el POSDR en su libro-documento ¿Qué hacer?[3].En función del carácter clandestino de la lucha revolucionaria contra el zarismo, él veía la necesidad de un partido fuertemente centralizado, compuesto por personas plenamente dedicadas a la militancia y con organismos integrados por militantes que debían cumplir varios requisitos para ser considerados miembros del partido y tener voz y voto en los debates y definiciones. En su concepción de partido, el periódico jugaba el papel de “organizador partidario”, unificando la línea de todos los organismos y como herramienta de trabajo y ligazón hacia fuera.

Martov proponía un partido más amplio, en el que también fueran considerados miembros del partido aquellos que seguían su línea aunque no cumplieran los requisitos propuestos por Lenin (lo que hoy llamamos “simpatizantes”). La posición de Martov tenía mayoría en el Congreso y ganó la votación sobre los estatutos. Pero la salida de los delegados del Bund (la organización de obreros judíos) y el no reconocimiento de dos delegados de los llamados “economicistas”, cambió la situación. Martov quedó en minoría (significado de la palabra rusa menchevique), Lenin pasó a tener la mayoría (bolchevique) y ganó la votación sobre la Iskra.

El POSDR quedó dividido en dos fracciones. La discusión sobre el carácter de los “miembros del partido” puede parecer una diferencia secundaria, ya que se había votado un programa común. Sin embargo, detrás de ese punto había dos concepciones diferentes de partido y del carácter de la tarea revolucionaria que se planteaba. En otras palabras, comenzaban a conformarse dos estrategias y programas diferentes. Por eso, luego de varios intentos frustrados de reunificación, se conformarían entre 1908 y 1912 dos partidos completamente separados.

Ambos se enfrentarían duramente durante el proceso de la Revolución Rusa. Entre 1903 y 1917, Lenin había ido construyendo el partido que sería una herramienta esencial para disputar y ganar la dirección del proceso. Sin ese partido, no habría habido Revolución de Octubre.

Trotsky menchevique

En este debate, Trotsky finalmente votó la propuesta de Martov y los mencheviques. Las razones de este alineamiento no tuvieron que ver con el punto del carácter del “miembro del partido” sino con la ubicación y la jerarquía del Comité de Redacción de Iskra en la estructura partidaria.

Hemos visto que en la concepción leninista de partido, y en las condiciones de lucha clandestina contra el zarismo, el periódico era el “organizador” del partido y sus tareas. En ese marco, él consideraba que el Comité de Redacción debía ser la verdadera dirección del POSDR, el que fijase sus orientaciones y tareas. Allí debían estar los cuadros de dirección más experimentados, de mayor fortaleza teórica, y más capaces. Al mismo tiempo, en el exterior existían muchas mejores condiciones de funcionamiento para un equipo central de dirección, sin las vicisitudes que imponía la clandestinidad en Rusia (un “centro fijo”, decía Lenin). Los mencheviques proponían que este Comité quedase supeditado y fuese orientado desde los otros organismos de dirección.

Trotsky se oponía a la propuesta de Lenin porque consideraba que así “se instaurará un régimen de plena dictadura por parte de la Redacción”[4]. Lenin no consiguió convencerlo de su posición, y Trotsky votó la propuesta de Martov. En su autobiografía, él explica (de modo autocrítico) que en “mi actitud había todavía mucho de juvenil y de sentimental”. Que el “se contaba entre los ‘centralistas’” pero que “no podía darme cuenta todavía claramente del centralismo severo e implacable que había de reclamar un partido revolucionario creado para lanzar a millones de hombres al asalto de la vieja sociedad. […] En 1903, la revolución tenía para mí, todavía, mucho de abstracción teórica”[5]. En tanto Lenin “representaba íntegramente y en su totalidad el mañana, con todos sus tremendos problemas, sus choques crudos y sus víctimas innumerables”.

Se inició así un largo período de distanciamiento, en el que muchas veces ambos realizaron duras polémicas sobre cuestiones teóricas, programáticas y organizativas en las que, del modo necesario entre revolucionarios, utilizaban duras caracterizaciones sobre la posición del oponente. Este distanciamiento político y personal comenzaría a cerrarse en 1915, en la conferencia de Zimmerwald (Suiza) -de la que participaron aquellos que se oponían a la traición de la II Internacional en la Primera Guerra Mundial-, y terminaría de cerrarse, de modo definitivo, en 1917, con la unidad de posiciones frente a la Revolución Rusa y con el ingreso de Trotsky al partido bolchevique.

A partir de 1924, ya en curso el proceso de burocratización del partido y del aparato estatal de la Unión Soviética encabezado por Stalin (con Trotsky como el principal dirigente bolchevique que combatía este proceso), el estalinismo comenzó a atacar políticamente a Trotsky y a presentarlo como cabeza de una supuesta “corriente trotskista” existente desde 1903, a la que Lenin siempre habría combatido como revisionista y enemiga en el campo marxista. En función de esa falsificación, reunió, en orden cronológico, en un “libro”, numerosos artículos y escritos de Lenin sobre Trotsky, de esos años. Lo hizo con la metodología de amalgamar debates sin ubicar su contexto y, esencialmente, deformando los últimos años de la relación política y personal entre Lenin y Trotsky[6].  En este mismo artículo, dejaremos que sea al propio Lenin el que desmienta esta falsificación estalinista.

Revolución por etapas versus revolución permanente

Después de este II Congreso, Trotsky no se integró a la fracción menchevique. Permaneció en Europa, colaboró con diversos periódicos socialdemócratas en el exilio, y también se dedicó a estudiar, en la medida en que ya comenzaba a elaborar su visión teórica de la dinámica social y política del proceso de la lucha contra el zarismo y el período posterior a que este fuese derrocado, es decir, lo que luego sería la teoría de la revolución permanente.

En esos años, en el seno de la socialdemocracia rusa se desarrollaba un intenso debate teórico, político y programático. En él, se conformaron tres posiciones. Los mencheviques consideraban que, por su desarrollo económico más atrasado que el de otros países europeos, “Rusia no estaba madura para el socialismo” y, por lo tanto, el proceso revolucionario iba a tener dos etapas: una primera, democrática, de derrocamiento del régimen zarista, que debía instalar una república burguesa que desarrollase el capitalismo, y, solo después de un período, la clase obrera podría hacer su propia revolución socialista. En esta concepción, la dirección del proceso de lucha contra el zarismo debía estar en manos de la burguesía “liberal” (los kadetes).

Lenin coincidía con los mencheviques en que el carácter atrasado de Rusia hacía imposible un proceso directo de revolución socialista, y también formulaba la hipótesis de dos etapas. Sin embargo, a diferencia de los mencheviques, consideraba que la burguesía ya no podía jugar ningún papel revolucionario o progresivo. Esta primera fase de la revolución sería encabezada por una alianza entre el proletariado y el campesinado, que, luego de derrocado el régimen zarista, debía instalar una “dictadura democrática de obreros y campesinos” cuya tarea sería garantizar las tareas que la burguesía no era capaz de realizar, y generar las condiciones que, en el futuro, abrirían la posibilidad de avanzar hacia el socialismo.

Trotsky consideraba que la alianza entre obreros y campesinos debía ser encabezada y dirigida por los obreros, que, una vez derrocado el zarismo e instalados en el poder, no iban a limitarse a llevar adelante las tareas democrático-burguesas. Por sus propios intereses de clase, e incluso para completar las tareas democráticas, iban a necesitar avanzar contra el capitalismo y tomar medidas propias de la transición al socialismo. Es decir, necesitaban constituirse como “dictadura del proletariado”. La revolución era permanente en el sentido de que las tareas democráticas y las socialistas se desarrollaban sin solución de continuidad.

Fue un período de distanciamiento y de fuertes debates teóricos, políticos y programáticos entre ambos. Las posiciones de Trotsky pueden verse en su libro Resultados y perspectivas, escrito poco después de la revolución de 1905[7]. Las de Lenin están desarrolladas en Dos tácticas de la socialdemocracia en la revolución democrática[8].

La revolución de 1905

Trotsky se encontraba en Finlandia, cerca de San Petersburgo (Petrogrado), cuando en 1905 estalló un proceso revolucionario contra el zarismo, con grandes manifestaciones y huelgas. Trotsky volvió a Rusia en octubre y, con gran audacia, comenzó a intervenir sobre el proceso revolucionario dando discursos en los grandes actos de masas y con artículos en periódicos socialdemócratas, especialmente Nachtalo.

Los mencheviques habían lanzado la propuesta de crear un organismo obrero con un representante cada 500 trabajadores. La propuesta encontró terreno muy fértil y así se fue formando el soviet (concejo) obrero de Petrogrado. Trotsky coincidía a fondo con esta propuesta y la impulsó con todas sus fuerzas. La dirección bolchevique de la ciudad se oponía a ella “por creerlo peligroso para el partido”, aunque sus militantes obreros entraban al soviet[9].

Esta oposición bolchevique cambió con la llegada de Lenin a Rusia, en noviembre. Pero esta fracción había perdido un tiempo precioso y la mayoría en el soviet estaba influenciada por Trotsky (que actuaba con el nombre público de Ianovsky) y los mencheviques.

Trotsky fue finalmente elegido presidente del soviet. En su autobiografía, él cita el libro Recuerdos del bolchevique Svertchkof, que cuenta que, cuando le dijeron a Lenin que “al presente la gran fuerza del soviet era Trotsky”, Lenin dijo: “Trotsky se lo ha ganado, trabajó infatigablemente y de modo magnífico”[10].                      

El régimen zarista subestimó el peligro del soviet obrero. Estaba más preocupado con el reclamo de “tierra” de los campesinos y la posibilidad de que la burguesía liberal se montase en el proceso para derribar el régimen. Por eso, dejó que se desarrollase el soviet con la idea de separar al proletariado de la lucha campesina, sin ver que representaba un centro organizador y dirigente de la lucha de masas.

La revolución de 1905 ya presentaba todos los elementos que se darían en 1917, pero que todavía no habían alcanzado el grado necesario de maduración. Por eso, es considerada un “ensayo general” de 1917. Es lo que explica que, si bien el ascenso revolucionario se extendió hasta 1907, fue perdiendo fuerza hasta ser derrotado. Los principales dirigentes del soviet fueron detenidos, dando así inicio a un período reaccionario y represivo en Rusia.

La revolución de 1905 aproximó a las fracciones que coordinaban entre sí y con el propio Trotsky la política a impulsar en el soviet. El Comité Central de los bolcheviques votó por unanimidad una propuesta, apoyada por Lenin: “la escisión originada por circunstancias transitorias ocurridas en el extranjero, no tenían ya razón alguna de ser ante el desarrollo de la revolución”. El sentimiento general en la socialdemocracia era avanzar hacia una fusión, y Trotsky defendía esta posición desde el Nachtalo.  

Hubo un fracasado intento de fusión en 1906 y, finalmente, se realizó en Londres un congreso unificado del POSDR en 1907 (Trotsky participó, luego de haber escapado rápidamente de su nuevo destierro en Siberia). Pero este congreso se realizó ya en medio del retroceso de la revolución de 1905, y los mencheviques comenzaban a revertir el “giro a la izquierda” que habían dado en 1905, retomando sus viejas posiciones, y el intento de fusión fracasó

Es interesante destacar que, en el punto en que se debatió sobre las dinámicas de clase del proceso revolucionario ruso, Trotsky expuso su visión de la revolución permanente. Lenin hace una intervención de debate muy fraternal con Trotsky, en la que destaca que, a diferencia de los mencheviques (para quienes la dirección debía ser la burguesía liberal), Trotsky planteaba que la fuerza motriz y dirigente de la revolución debía ser la unidad entre el proletariado y los campesinos.

La crisis y la reconstrucción de los bolcheviques

Luego de la derrota de la revolución de 1905, en Rusia se había establecido una situación reaccionaria, simbolizada en la figura del ministro del Interior del régimen zarista, Piotr Stolypin. Las fuerzas de todas las corrientes socialdemócratas retrocedían.

En agosto de 1912, se conforma un “bloque” de sectores socialdemócratas, impulsado por los mencheviques y con apoyo de la II Internacional, con la intención de reunificar el partido. Trotsky adhiere al bloque aunque, tal como había acontecido después de la escisión de 1903, nunca participa plenamente de él.

Lenin y los bolcheviques atacan duramente este “bloque” por considerarlo correctamente “sin principios”, y lo califica de “liquidacionista”. La mayoría de los historiadores consideran que en 1912 los bolcheviques dejan de ser solo una fracción del POSDR para pasar a ser un partido separado en todo el sentido de la palabra (el POSDR-bolchevique).

Parte de esa construcción fue el vuelco al gran proceso de huelgas iniciado en Rusia en 1912, que puso fin al período reaccionario de Stolypin. En el marco de impulsar y participar de esas huelgas, los bolcheviques logran captar una gran cantidad de los mejores activistas de esas huelgas. Como veremos, este proceso luego fue interrumpido por el inicio de la Primera Guerra Mundial, el ingreso de Rusia en esta, y la militarización del país (1914).

Sin embargo, esa semilla quedó profundamente arraigada en los obreros de Petrogrado. Cuando se produce la insurrección de febrero de 1917, que acabaría derribando el régimen zarista, aparecía, a simple vista, como un movimiento espontáneo, sin dirección, ya que no tenía un centro organizador ni una dirección política visible. Sin embargo, en un capítulo de la Historia de la Revolución Rusa, llamado precisamente “¿Quién dirigió la insurrección de febrero?”, Trotsky expresa: “Podemos, pues, contestar de un modo harto claro y definido: los obreros conscientes, templados y educados principalmente por el partido de Lenin”[11].

La Primera Guerra y la traición de la Segunda Internacional

La Primera Guerra significó una gran tragedia para la clase obrera, con los obreros de los países enfrentados (obligados a alistarse en sus ejércitos nacionales) matándose entre ellos. Esta tragedia fue seguida de otra de gran importancia: la traición de la Segunda Internacional (la gran organización construida por todas la corrientes marxistas desde 1889), cuyo principales partidos (el alemán y el francés) apoyaron a sus respectivas burguesías imperialistas y llamaban a los obreros de sus países a hacerlo.

Lenin (quien estaba exiliado en Suiza) comprendió la magnitud de esta segunda tragedia y el grado de confusión y desmoralización que esto provocaba en las filas marxistas. Para responder y orientar a los bolcheviques en medio de esta confusión, escribe el libro El socialismo y la guerra, que hoy es una referencia sobre el método para caracterizar el contenido político de las guerras y la posición que los revolucionarios deben adoptar ante cada una de ellas[12].

Lenin caracterizó la Primera Guerra como una guerra interimperialista frente a la cual la posición de un marxista debía ser “el derrotismo revolucionario” (llamar a los obreros a no combatir por su país), porque “la derrota del propio gobierno imperialista es el mal menor”. También llamaba a los obreros a volver las armas contra su propia burguesía imperialista, para transformarla en “una guerra revolucionaria entre clases”.

Al mismo tiempo, incluso en medio de esa situación sombría para el proletariado (la propia guerra y la traición de la II Internacional), Lenin caracterizó que la guerra abría las “condiciones objetivas de una situación revolucionaria en Europa”, y comenzó a trabajar en la preparación de los revolucionarios para intervenir en ella. Tuvo dos cursos de acción: el primero, difundir sus posiciones en Rusia (en condiciones muy difíciles) y en el exilio europeo; el segundo, impulsar una reunión internacional de todos los socialistas que se oponían a la posición de la II Internacional frente a la guerra y que estaban dispuestos a impulsar la lucha de masas contra ella. Lenin ya tenía claro que la II Internacional se había perdido para siempre como organización de la clase trabajadora y, en el marco de esta unidad, su estrategia era sentar las bases para construir una nueva organización: la III Internacional.

Trotsky, también exiliado en Europa, coincidía con muchos de los puntos de vista de Lenin, aunque había quedado mucho más afectado por la traición de la II Internacional. De modo inmediato, se limitaba a escribir algunas consideraciones en su diario personal, para clarificar sus ideas. En su autobiografía, cuenta que escribió: “estamos presenciando la bancarrota de la Internacional” y, más tarde: “Solo desencadenando un movimiento socialista revolucionario, que revista desde el primer momento un carácter violento, se podrán echar los cimientos para la nueva internacional”.

La Conferencia de Zimmerwald

Finalmente, en setiembre de 1915, por propuesta de los socialistas italianos, se realizó en Zimmerwald (un pequeño pueblo en Suiza) la conferencia que tomó ese nombre, en la que se reunieron 38 delegados de distintas organizaciones socialistas de once países europeos que se oponían a la guerra. Doce de estos delegados eran rusos, entre ellos, Lenin y Zinoviev por los bolcheviques, y Trotsky en representación del periódico Nashe Slovo (Nuestra Palabra), editado en Francia en idioma ruso.

Aunque salieron una serie de resoluciones comunes, en la conferencia se conformaron dos tendencias: la llamada “izquierda de Zimmerwald” (también llamados los “derrotistas”), encabezada por Lenin, que proponía, además de la orientación frente a la guerra que ya hemos expuesto, sentar las bases de una nueva organización internacional. Fue una posición minoritaria, casi exclusiva de los bolcheviques. El alemán Karl Liebknecht no pudo asistir, pero envió una carta en la que se aproximaba mucho a las posiciones de Lenin sobre la guerra[13].

La gran mayoría de la conferencia conformó el bloque llamado “pacifista”, porque impulsaban acciones para detener la guerra, lograr la paz y mantenerla. También se los llamó “internacionalistas”, porque aspiraban a reconstituir la II Internacional, en el marco de esa línea.

Trotsky coincidía con la línea “derrotista” de Lenin, contra la guerra, pero difería con Lenin en el llamado inmediato a formar la III Internacional. Aún tenía expectativas de que un proceso revolucionario contra la guerra lograse empujar “hacia la izquierda” a otros sectores socialistas.

Comenzó a difundir la línea derrotista desde Nashe Slovo y fue expulsado de Francia por pedido del gobierno zarista (aliado de este país en la guerra). Luego de una breve estadía en España, con su familia (Natalia Sedova y los dos hijos de ambos), de donde también iban a expulsarlo, consiguió una visa para radicarse con ellos en EE.UU. Llega a Nueva York en enero de 1917 y toma un primer y breve contacto con este país.       

La Revolución Rusa y el acercamiento definitivo

Poco después, estalla la revolución de febrero en Rusia (marzo según el calendario occidental) que derroca el régimen zarista, y se instala un gobierno republicano. Trotsky intenta volver inmediatamente a Rusia y consigue la autorización del consulado del nuevo gobierno ruso para ello. Sin embargo, debía embarcar desde Canadá, y allí lo detiene la policía anglo-canadiense, por pedido del jefe del nuevo gobierno ruso (Miliukov), y lo confina en un campo de concentración, junto con prisioneros alemanes. Finalmente, el soviet de Petrogrado (que se había vuelto a constituir) exige y logra que Miluikov autorice su retorno a Rusia. Finalmente, llega a Petrogado en mayo de 1917 y, rápidamente, se lanza a intervenir en actos y en la vida del soviet.

Al estallar la revolución de febrero, Lenin estaba exiliado en Suiza y también comienza a planificar su rápido retorno a Rusia. Ese viaje de retorno ya ha entrado en el terreno de la leyenda[14]. Llegó a una estación ferroviaria de Petrogrado en abril, habló ante una pequeña multitud que había ido a recibirlo, y desde allí fue trasladado al cuartel general bolchevique, donde asume la jefatura del partido.

Antes, en marzo, en sus últimos días en Suiza, había escrito al partido las Cartas desde lejos[15], en un primer intento de corregir la línea de apoyo crítico al Gobierno Provisional burgués que levantaban los dirigentes bolcheviques que estaban en Rusia. Ya en Rusia escribe sus famosísimas Tesis de Abril (Las tareas del proletariado). Es un material corto y de orientación en el que Lenin ordena el programa de los bolcheviques alrededor de las consignas: Ningún apoyo al Gobierno Provisional(y la preparación de su derrocamiento). Por eso, para llevar adelante las tareas que impulsaba la revolución (Por la Paz, por el Pan y por la Tierra), era necesario Todo el Poder a los Soviets.

Si bien nunca escribió un material teórico sobre ello, las Tesis de Abril y su programa significaban que Lenin había abandonado la concepción sobre la revolución expuestas en el ya citado “Dos tácticas de la socialdemocracia…” y su propuesta de instalar una Dictadura Democrática de Obreros y Campesinos. Había adoptado la visión de Trotsky de la revolución permanente y su propuesta de instalar la Dictadura del Proletariado (expresada a través de la consigna Todo el Poder a los Soviets).

Este giro de Lenin provocó una profunda crisis en el partido bolchevique, en especial en su dirección, ya que muchos dirigentes se negaban a abandonar las viejas posiciones y consideraban que Lenin había estado demasiado tiempo alejado de Rusia y ahora “se había vuelto `trotskista´”. Por el contrario, la mayoría de los cuadros y militantes obreros apoyaron con entusiasmo la nueva orientación y, apoyado en ellos, Lenin consigue que el conjunto del partido la aplique.

Trotsky, evidentemente, coincidía con esta orientación de Lenin. Tan importante como ello, comprende que el partido que había construido Lenin era la herramienta imprescindible para disputar la dirección del proceso revolucionario y dirigirlo a la toma del poder. Durante meses, coordina con Lenin y los bolcheviques su actividad en el soviet de Petrogrado y sus intervenciones en los actos de masas, para combatir juntos la línea capituladora de los mencheviques y otras organizaciones. Finalmente, a mediados de 1917, su organización, llamada Interdistritos (que contaba con 3.000 obreros en Petrogado), ingresó oficialmente al partido bolchevique (que contaba con 15.000 militantes en la misma ciudad). En ese VI Congreso, Trotsky y otros dirigentes de la Interdistritos fueron electos como miembros del Comité Central bolchevique.

Meses más tarde, frente al cuestionamiento de algunos viejos bolcheviques sobre el papel preponderante que tomaba Trotsky en el partido, Lenin respondió que “una vez que Trotsky se convenció de la imposibilidad de unificar las dos ramas escindidas de la socialdemocracia rusa, ‘no había mejor bolchevique que él’”.

En medio de las vicisitudes del proceso revolucionario, ambos sufren las persecuciones del nuevo gobierno provisional de Kerensky a los bolcheviques: Lenin debe pasar a la clandestinidad, Trotsky es encarcelado y luego liberado. Al salir, es nuevamente electo presidente del soviet de Petrogrado (en el que los bolcheviques ya habían logrado la mayoría), a finales de setiembre de 1917. Era el tramo final del proceso que llevaría a la Revolución de Octubre y a la toma del poder por parte de los soviets que ambos orientan de conjunto. A Trotsky le cupo, desde el Comité Militar Revolucionario, dirigir las tareas concretas de la insurrección y la toma del poder[16]. El trabajo común entre ambos, como principales dirigentes del proceso, se hizo cotidiano, intenso y permanente.

El gobierno de los soviets

Por propuesta de Lenin, el gobierno instalado por la Revolución de Octubre adoptó el nombre de Soviet de Comisarios del Pueblo, órgano colectivo en el que cada miembro asumía una tarea específica. Lenin propuso que Trotsky, como presidente del Soviet de Petrogrado, asumiese como presidente del gobierno. Por razones que explica en su autobiografía, Trotsky consideró que esto no era lo mejor y propuso que Lenin fuera designado en este cargo, lo que finalmente sucedió.

Trotsky asumió como Comisario de Asuntos Extranjeros. La cuestión más importante que debió atender fueron las negociaciones con Alemania, con la que Rusia todavía se encontraba en guerra. Entre diciembre de 1917 y marzo de 1918, se realizaron las negociaciones en Brest Litovsk (Ucrania). Parte del territorio ucraniano, al igual que otros del viejo Imperio ruso, se encontraba ocupado por tropas alemanas.

Alrededor de estas negociaciones y de la firma de un “tratado separado de paz” entre Rusia y Alemania se abrió un intenso debate en el partido bolchevique y en el gobierno soviético. Finalmente, el nuevo gobierno se vio obligado a firmar un tratado de “paz separada” con Alemania -por el cual perdía el dominio de parte de Ucrania y otros territorios del viejo Imperio ruso-, acuerdo que fue aprobado en el VII Congreso del partido[17].

La guerra civil y el Ejército Rojo

La situación interna se agudizaba: los levantamientos aislados de tropas contrarrevolucionarias crecían, coordinaban entre sí sus acciones (el llamado Ejército Blanco), y comenzaban a dominar territorios. Estas fuerzas recibían apoyo logístico, de armas, de oficiales y de tropas, de una coalición de países imperialistas (entre ellos, EE.UU., Canadá, Gran Bretaña, Francia y Japón). El gobierno soviético veía cada vez más reducidos los territorios que dominaba de modo efectivo, y se vio obligado a trasladarse de Petrogrado a Moscú.

Se había iniciado así el período que se conoce como Guerra Civil (1918-1921), que amenazaba la existencia de la joven república soviética y de la revolución. Era necesario construir una fuerza militar revolucionaria capaz de enfrentar a estos enemigos. Después de los Acuerdos de Brest Litovsk, Trotsky había salido del Comisariado de Asuntos Extranjeros, y Lenin propuso que él asumiera el Comisariado de Guerra y la tarea de construir el Ejército Rojo. En ese momento, le dijo: “¿A quién si no, quiere usted que pongamos al frente de ese cargo?”[18].                   

Sin ser previamente un especialista militar, Trotsky realizó una tarea político-militar que, considerada de conjunto, fue brillante. La asumió en un momento crítico: con las fuerzas militares contrarrevolucionarias a la ofensiva y el campo militar revolucionario a la defensiva y desmoralizado. A partir de una crítica batalla que comandó personalmente, fue capaz de ir construyendo una poderosa fuerza militar, lanzar una contraofensiva, e ir recuperando cada vez más territorios hasta derrotar de modo definitivo la contrarrevolución del Ejército Blanco y a las fuerzas imperialistas. Recorrió todo el país y los frentes militares al comando del legendario “tren blindado”, en que Trotsky dice que pasó, de hecho, dos años y medio de su vida[19].

En ese momento, Trotsky era indudablemente la persona con más poder del país, no solo porque comandaba a ocho millones de hombres armados sino porque la Guerra Civil hacía que todas las cuestiones económicas y políticas estuvieran supeditadas a las necesidades militares, a través del llamado “comunismo de guerra”, que expropiaba todos los recursos económicos disponibles.

Trotsky había sido investido del poder de tomar decisiones por sí mismo en los frentes militares que visitaba. Nunca abusó de este poder. Por el contrario, en el marco del duro rigor y la disciplina necesarios para comandar un ejército en una guerra, se tomaba el tiempo de consultar con el comité bolchevique de la región cuál era la situación. En sus periódicos y breves viajes a Moscú, participaba de las reuniones del gobierno. En ellas, más allá de alguna divergencia puntual, incluso importante (como la defensa de Petrogrado), tanto él como Lenin intentaban acordar las definiciones y, en ese caso, “las cosas se resolvían rápidamente”.

Kronstadt y la NEP    

La joven república soviética había logrado sobrevivir, pero el altísimo costo de la larga y durísima guerra civil la había dejado muy debilitada. Por un lado, parte importante de la mejor vanguardia obrera (incluidos muchos jóvenes militantes bolcheviques) había muerto en la guerra civil. Lo central era que la economía había quedado casi destruida: la escasez era generalizada (e incluso crecía el hambre). En ese marco, estallaban rebeliones contra el gobierno, como la de la guarnición de los marineros de Kronstdat, en marzo de 2021, que fue duramente reprimida con acuerdo de todo el gobierno soviético. Todavía hoy, este hecho y su significado político en la historia de la Unión Soviética son objeto de debate en la izquierda mundial[20].

Más allá de este debate, Kronstadt fue una clara señal de peligro para el gobierno soviético, que lo llevó a abandonar el “comunismo de guerra” y adoptar la Nueva Política Económica (NEP, por sus siglas en ruso), que daba concesiones controladas para un cierto funcionamiento capitalista de la economía, especialmente en la producción agraria, en la industria artesanal, y en el comercio interior.

La aplicación de la NEP iba a permitir una importante recuperación de la economía soviética. Sin embargo, al mismo tiempo, abría nuevos e incipientes peligros: el enriquecimiento del sector de campesinos medios (los kulaks) y la aparición de un tipo de comerciantes que se enriquecían con la intermediación (los nepman).

Lenin y Trotsky habían tenido acuerdo en proponer la NEP. Posteriormente, en el seno de la dirección bolchevique, se abrió un riquísimo debate sobre los límites de su aplicación y su combinación con el impulso a la “economía centralizada socialista”. Se conformaron tres alas: la izquierda, integrada por Trotsky y Eugenio Preobrazhenski, la “derecha”, encabezada por Bujarin, y el “centro”, integrado por Stalin, Zinoviev y Kamenev[21]. Lenin, enfermo por las secuelas del atentado que había sufrido en 1918 y que lo llevarían a la muerte a inicios de 1924, no llegó a intervenir en ese debate.

El inicio de la burocratización

Lo cierto es que la aplicación de la NEP acentuó el proceso de burocratización que vivía el Estado soviético y también el partido bolchevique. En el caso del Estado, ese proceso tenía causas objetivas: lo producido por la economía soviética solo alcanzaba para aplicar de modo muy parcial las “normas socialistas” y, entonces, esa “distribución desigual” debía ser realizada por el Estado. Es lo que Trotsky, en 1936, al analizar el proceso que culminó en la Unión Soviética encabezada Stalin, definió como un Estado Obrero “enfermo” o “deformado”, o, con palabras de Lenin “como un Estado burgués sin burguesía”[22].

Al mismo tiempo, tal como dijimos, la vanguardia obrera -de la que provenían los nuevos militantes bolcheviques que se habían incorporado durante la revolución y que formaron la primera tanda de funcionarios del Estado posrevolución- y la vanguardia de su defensa en la guerra civil, había sido diezmada.

En su reemplazo ingresaba una nueva generación que ya no se acercaba al gobierno soviético para “combatir” en la “primera línea”, sino para obtener algunos privilegios en la “distribución desigual”. Stalin, una figura gris, que no había jugado ningún papel relevante en 1917 ni en la guerra civil, emergía como la figura aglutinante de estos sectores y, a la vez, alentaba su crecimiento y su ingreso en cada vez mayor número al partido.

Lenin y Trotsky tenían muy claro que este proceso de burocratización del partido y del Estado se debía a causas objetivas (el atraso económico del que partía la experiencia socialista rusa) y no podía ser superado solo por el desarrollo económico aislado del país de los soviets. Consideraban imprescindible la extensión internacional del proceso revolucionario, en especial a Europa, y particularmente, a Alemania. Por eso, incluso en medio de la situación y de las urgentes tareas en Rusia, dedicaron grandes esfuerzos a la fundación y la construcción de la III Internacional, y la orientaron y la dirigieron juntos durante sus cuatro primeros congresos, en los que las elaboraciones y resoluciones tomadas conforman una base programática y de orientación imprescindible para los marxistas revolucionarios[23].

En 1923, este estadio inicial de burocratización se manifestaba políticamente todavía de modo tibio en el interior del partido, como un “proceso reaccionario”. Stalin-Kamenev-Zinoviev habían formado una “fracción secreta” en la dirección, destinada a aislar a Trotsky (que se oponía a este curso) y a desprestigiarlo ante el partido. Por su enfermedad, Lenin no participaba de las reuniones de dirección, aunque seguía con atención lo que estaba sucediendo, y entendía que la batalla política en curso aparecía a los ojos del partido como una “batalla personal” entre Trotsky y Stalin.  

Lenin tenía el temor de que el partido se dividiera. En ese marco, comprendía cada vez más el papel que estaba jugando Stalin y sus métodos políticos nefastos. En marzo de 1923, ya le había enviado una carta rompiendo relaciones personales con él. Se preparaba para dar un embate contra él, en alianza con Trotsky, en XIII Congreso del partido (que se realizaría en mayo de 1924), para destituirlo como Secretario General.

Desde finales de 1922, Lenin escribe cartas, inicialmente a los congresos, las que, en su conjunto, fueron luego conocidas como el Testamento de Lenin[24]. En ellas, propone un cambio en la dirección del partido: la ampliación de miembros del CC, con el ingreso de numerosos camaradas obreros.

De modo específico, dice que Stalin, como Secretario General, “tiene una autoridad ilimitada en sus manos y no estoy seguro de que siempre será capaz de utilizar esa autoridad con cautela”, porque era “demasiado grosero y caprichoso”. Propone “sacar a Stalin de ese puesto” y nombrar en su lugar a un “camarada más tolerante y leal”.

Lenin no propone ningún nombre concreto en reemplazo de Stalin. Cita al pasar a dos dirigentes (Bujarin y Piatakov). Sobre Trotsky dice que “se distingue por su capacidad excepcional”, ya que es “el hombre más capaz en el presente del CC”. Luego lo critica por “su excesiva confianza en sí mismo”. Es posible que, en función de evitar una división del partido, Lenin pensase en un “nombre de transición” para el cargo de Secretario General. Lo que es indudable es que quería sacar a Stalin como principal dirigente del aparato partidario.

Lenin murió en enero de 1924 y no pudo garantizar su propósito. Sus cartas fueron conocidas por los delegados al Congreso (entre los que Stalin ya se había asegurado una amplia mayoría), pero el Testamento no fue tratado como punto y Stalin hizo votar por amplia mayoría una “condena” a las Tesis de la Oposición de Izquierda, encabezada por Trotsky, y todas sus demás resoluciones. Se consolidó así el proceso de burocratización del partido y, con él, el del Estado. Es evidente que la muerte de Lenin fue un alivio para la fracción estalinista.

El Testamento de Lenin fue ocultado al partido hasta ser traído a la luz nuevamente por la Oposición de Izquierda en una reunión del CC de 1926, para luego ser nuevamente ocultado durante décadas, hasta que en 1956 (después de la muerte de Stalin en 1953) fue publicado oficialmente por resolución del XX Congreso del PCUS.

Los bolcheviques-leninistas

A partir del XIII Congreso, el proceso de burocratización del partido, del Estado soviético y de la III Internacional (llamémosle su “estalinización”) fue avanzando cada vez más y dando saltos. Pasó de ser un proceso reaccionario a ser directamente contrarrevolucionario y comenzó a atacar violentamente a todos sus opositores (incluso a aquellos que habían sido sus aliados) y a exterminarlos físicamente, como sucedió con los Juicios de Moscú, en la década de 1930.

Trotsky y sus seguidores fueron un blanco central de estos ataques. Trotsky fue primero excluido del CC, después del partido, y, finalmente, expulsado de la Unión Soviética, e inició un exilio en varios países, lo que lo llevaría a México, donde sería asesinado por un agente estalinista, en 1940. Sus seguidores en la URSS fueron perseguidos, encarcelados o asesinados, y en el exterior también sufrieron persecuciones del estalinismo y asesinatos (como el del hijo de Trotsky, León Sedov, y de algunos de sus colaboradores más cercanos).

Stalin, que se presentaba a sí mismo como “el sucesor de Lenin”, justificaba esto como un imprescindible combate al “trotskismo”, el principal enemigo político del que había que defender la “revolución”. Para ello, además del crimen de usurpación burocrática de la revolución, y para justificarla, Stalin desarrolló toda una concepción teórica, programática, política y organizativa que presentaba como “leninismo”. Dentro de ella, la teoría de la posibilidad de “construir el socialismo en un solo país”. Lamentablemente, esta grotesca caricatura burocrática y sus consecuencias fueron y son tomadas como el verdadero leninismo por millones de trabajadores en el mundo.       

En el combate contra el estalinismo, desde 1923, los seguidores de Trotsky fueron adoptando distintas formas organizativas hasta culminar con la fundación de la IV Internacional, en 1938. En ese proceso, Trotsky escribió numerosos libros, entre ellos La Revolución Traicionada, y el Programa de Transición para la fundación de la IV. Estos, además de ser una base teórica y programática imprescindible para los marxistas revolucionarios, justifican que el trotskismo sea considerado el “nombre propio” de una corriente diferenciada de la izquierda.

Durante muchos años, Trotsky fue muy reticente a usar la denominación de “trotskismo” para la corriente que dirigía. Usaba el nombre de “bolcheviques-leninistas”, porque consideraba que lo que estaba haciendo era defender la herencia teórica, política, organizativa y programática de Lenin contra el estalinismo y su usurpación. Y, en ese marco, actualizarla a las nuevas circunstancias y realidades.

Después de la muerte de Trotsky, la IV Internacional y el trotskismo vivieron sus propios debates, su fraccionamiento y sus divisiones. Hoy no existe una IV Internacional que agrupe las diferentes vertientes trotskistas, sino numerosas corrientes y agrupamientos internacionales trotskistas que, en muchos casos, disputan entre sí. Es una tarea imprescindible reconstruir la IV Internacional, y la LIT-CI, fundada en 1982, tiene esta tarea como su objetivo central.

En este sentido, consideramos que la razón de ser del trotskismo es la de defender y continuar la herencia de Lenin, actualizándola y aplicándola a los procesos revolucionarios de la actualidad. Por eso, tal como hizo el propio Trotsky, nos revindicamos “bolcheviques leninistas”.       


[1] Mi Vida, León Trotsky, pág. 152, Juan Pablo Ediciones, México D.F. (edición de 1973).

[2] Ídem, pags. 162/163.

[3] Ver, entre muchas ediciones en varios idiomas: Lenin (1902): ¿Qué hacer? (marxists.org)

[4] Ver referencia 1, página 166.

[5] Ídem pag, 171.

[6] Ver https://es.scribd.com/document/75066141/Contra-el-trotskismo

[7] Leon Trotsky (1906): Resultados y perspectivas. (marxists.org)

[8] V. I. Lenin (1905): Dos tácticas de la socialdemocracia en la revolucion democratica. (marxists.org)

[9] Ver referencia 1, p. 184.

[10] Ídem, p. 191.

[11] https://www.marxists.org/espanol/trotsky/1932/histrev/tomo1/cap_08.htm

[12] https://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/1910s/1915sogu.htm

[13] Karl Liebknecht fue el único diputado socialista alemán que había votado contra la guerra en el Parlamento; fue expulsado de este, incorporado compulsivamente al ejército alemán y, en el momento de la conferencia, estaba prisionero.

[14] https://www.lavanguardia.com/historiayvida/historia-contemporanea/20170317/47311140527/el-itinerario-de-lenin.html

[15] V. I. Lenin, «Cartas desde lejos», en Obras escogidas en tres tomos, t. 2. Moscú: Progreso, 1975, pp. 23-24

[16] Para quienes quieran tener un panorama vívido de este período, recomendamos leer la parte respectiva de la autobiografía Trotsky, de su obra Historia de la Revolución Rusa y el libro de John Reed Diez días que conmovieron al mundo

[17] Sobre este tema, ver, entre otros artículos: https://elordenmundial.com/hoy-en-la-historia/3-marzo/3-de-marzo-de-1918-rusia-y-las-potencias-centrales-firman-el-tratado-de-brest-litovsk/#:~:text=Rusia%20y%20las%20Potencias%20Centrales%20firmaron%20entonces%20el%20tratado%20de,%2C%20Estonia%2C%20Letonia%20y%20Finlandia. y

El partido bolchevique respalda el Tratado de Brest-Litovsk (1918) (alphahistory.com)

[18] Ver referencia 1, p. 364.

[19] Leon Trotsky’s Armored Train // Russia in war and revolution, 1914-1922: a documentary history / ed. J. W. Daly, L. T. Trofimov. Indianapolis, Ind.: Hackett, 2009. Y el capítulo “El tren” de su autobiografía.

[20] Sobre este hecho, recomendamos leer: https://ceip.org.ar/Alarma-por-Kronstadt

[21] Para conocer más de esta polémica y de las distintas posiciones recomendamos leer el libro de La Nueva Economía de Preobrazhenski (1926) en https://www.marxists.org/espanol/tematica/cuadernos-pyp/Cuadernos-PyP-17y18.pdf

[22] 1936-revtraicio-trotsky-2.pdf (marxists.org)

[23] https://www.marxists.org/espanol/tematica/internacionales/comintern/4-Primeros3-Inter-2-edic.pdf

[24] https://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/1920s/testamento.htm

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