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La minería tiene que ser nuestra

junio 2, 2011
Ante el “boom” del sector minero en Brasil y en el mundo, y de iniciativas del gobierno federal para aprobar un “Nuevo Marco Regulatorio de la Minería”, el PSTU junto con otros partidos de izquierda, sindicatos, movimientos sociales y ambientalistas lanzan una campaña en defensa de nuestras riquezas

El “boom” de la minería en Brasil y en el mundo
 
La minería está viviendo un verdadero “boom” en Brasil y en el mundo. La demanda por mineral de hierro viene creciendo significativamente desde el 2003 basado, principalmente, en el crecimiento económico de China.

La producción global llegó a alcanzar a 2.4 mil millones de toneladas, siendo China el mayor productor mundial, con 600 millones de toneladas/año y también el mayor consumidor, llegando a 1 mil millón de toneladas/año.

Brasil es el segundo productor mundial de mineral de hierro, produciendo 370 millones de toneladas/año¹. Los principales estados productores son Minas Gerais (71%) y Pará (26%), que juntos responden por el 97% del mineral de hierro de Brasil. El plan del gobierno y de las empresas es triplicar la producción actual en los próximos 20 años, llegando a ¡1 mil millón de toneladas hasta el 2030!

Por lo tanto, lo que sucedió en los últimos años fue que, Brasil pasó a especializarse como uno de los mayores exportadores mundiales de commodities, principalmente ligados al agronegocio y al mineral de hierro.Más del 80% de todo el mineral brasileño es exportado sin valor agregado.

Las consecuencias de eso son desastrosas para Brasil, pues el país se volvió completamente dependiente de China y de los demás países importadores. Cualquier crisis en estos países tendrá efecto inmediato en Brasil.

Este papel dependiente en el mercado mundial está generando varios problemas en Brasil: la “reprimarización” de la economía brasileña, donde la industria de punta pierde peso a favor de los bienes primarios; un déficit en la balanza comercial, pues exportamos mineral de hierro de bajo valor agregado (US$ 138 la tonelada) e importamos productos manufacturados más caros; dejamos de generar empleos en Brasil, pues la extracción minera genera menos empleos de lo que la siderurgia y otros sectores industriales.
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El impacto social y ambiental de la minería
 
Al gobierno y a la prensa oficial brasileña les gusta vender a la minería como un negocio que está ayudando a construir un “ciclo virtuoso de crecimiento y desarrollo” en Brasil. Lo que ellos no dicen son los costos de eso.

La minería es una actividad de alto impacto social, laboral y ambiental. Cuando la minería se instala en una ciudad, las consecuencias son inmediatas. La población aumenta desordenadamente, con trabajadores atraídos por la ilusión del empleo fácil. Los problemas de transporte, vivienda, educación y salud pública aumentan, pues el sistema no soporta tal expansión. La ciudad se vuelve dependiente de las empresas mineras, que pasan a determinar los rumbos de la política local.

Los trabajadores mineros son el secreto de las altas ganancias de las empresas. El salario es bajo (en promedio US$ 887 en la empresa Vale); el ritmo de trabajo y las metas, son intensos, con un promedio de 32 viajes de acarreo de mineral por trabajador, cada 6 horas. El sector ocupa el 1º lugar en accidentes de trabajo y todos los años hay accidentes fatales.

El impacto ambiental es violento. La minería contamina el aire, debido al polvo en suspensión, que causa suciedad y dolencias respiratorias; destruye sierras y plantas, pues las minas a tajo abierto necesitan desforestar la vegetación existente y recortar el perfil de las sierras, y mata las nacientes de agua, pues utiliza mucha agua, rebajando los lechos freáticos.

Quienes ganan son las grandes empresas
 
Pero si este modelo es tan nocivo para Brasil, ¿por qué él viene siendo mantenido e intensificado? La clave de esta cuestión está en la dominación de las grandes empresas sobre el sector minero. A pesar del bajo valor agregado a los minerales de hierro, este negocio es altamente rentable para las empresas, generando un alto retorno, mayor al de los bancos.

El mercado brasileño es dominado por la Vale (79%), CSN (7,4%) y Anglo American/MMX (3%), que juntas detentan el 90% de la producción nacional.

Vale es la mayor productora de mineral de hierro del mundo, con 119 mil empleados y con presencia en 38 países. Ella produce 300 millones de toneladas/año, extrayendo el mineral a un costo de US$20, y vendiéndolo a US$ 190. El retorno promedio de la inversión de la empresa es de 47% (!), llegando a una ganancia récord de US$ 19 mil millones en el 2010. Los números de las demás empresas, a pesar de menos exuberantes, reflejan la misma realidad: la alta tasa de ganancia de la actividad minera.

Además de las altas ganancias, las empresas pagan pocos impuestos y tienen relaciones íntimas con los gobiernos. Los Royalties sobre la minería (CFEM) son de apenas 2% sobre la ganancia líquida, cuando los del petróleo son de 10%. La minería es exceptuada del ICMS -Impuesto a la Circulación de Mercaderías y Servicios- sobre la exportación, instituido por la llamada Ley Kandir. Asimismo, Vale debe US$ 3.16 mil millones al gobierno, ya que no paga el impuesto desde el 2001.

Por último, las empresas mineras son grandes financiadoras de campañas electorales. Es el caso de Vale que fue una de las mayores donadoras en la campaña de Dilma Rousseff (US$ 11.65 millones) a través de sus subsidiarias Vale Manganés, Itabrasco, Kobrasco, Nibrasco, Fosfértil y Ultrafértil y, a cambio, consiguen excepciones fiscales y la vista gorda de los organismos ambientalistas, que conceden licencias de funcionamiento irresponsables e ilegales.
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El nuevo marco regulatorio de la minería
 
Enfocado en el crecimiento de la minería, el gobierno pretende aprobar incluso este año un nuevo marco regulatorio del sector

En el discurso, el gobierno afirma querer más control sobre la actividad minera, aumento de los royalties y más inversiones en el mercado interno lo que, según él, permitirá dar valor agregado al mineral; además de una mayor fiscalización de las empresas para que se preocupen más por la salud y la seguridad en las minas y con el medio ambiente. El problema es que el modelo propuesto por el gobierno no garantiza estos objetivos aparentemente tan nobles.

El proyecto propone el aumento de los royalties de 2% a 4%, continuando con la excepción del ICMS sobre la exportación, lo que es muy poco para una actividad tan lucrativa, un verdadero absurdo. Además, el gobierno no propone ningún destino social y ambiental para este dinero, dejando el camino libre para el desvío de recursos.

El proyecto propone incluso una expansión vertiginosa de la minería, basada en el mercado interno. Los problemas relacionados a eso son evidentes: van a aumentar los problemas de salud y seguridad de los trabajadores, con aumento del ritmo de trabajo, más accidentes y más muertes; va a aumentar la degradación ambiental, con explotación minera en la región amazónica, en tierras indígenas, en zonas de frontera y en reservas ambientales, como la Sierra de Gandarela y la Sierra Casa de Piedra en Minas Gerais y la Sierra de Carajás, en Pará.

Otro objetivo del proyecto es atraer a más empresas e inversiones para el sector. Eso ya está generando una verdadera “fiebre del oro” en Brasil, con expansión de la minería en el norte de Minas, a través de empresas chinas, la expansión de CSN en Congonhas, el mega proyecto de Vale en Carajás, en Pará; la instalación de la AngloGold en Conceição do Mato Dentro-MG y de CSA en Río de Janeiro.

Por último, el proyecto prevé que el sector será dirigido por una Agencia Reguladora que tendrá el poder de otorga de derechos mineros (concesiones), siguiendo los modelos de telecomunicaciones y de energía eléctrica. El resultado de este modelo ya es conocido: aumento de las tarifas de energía y telefonía y privatización total de los sectores. En la minería, eso significará colocar el control del sector directamente en las manos de las empresas.
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La campaña “La minería tiene que ser nuestra”
 
Por todos estos motivos, el PSTU junto con otras organizaciones está lanzando una campaña nacional para discutir un nuevo modelo para la minería en Brasil.

Un importante instrumento de la campaña será la presentación de Proyectos de Ley de los Royalties, tanto en el Congreso Nacional, como en las Asambleas Legislativas de Minas Gerais, de Pará y otros estados mineros. A continuación, algunas de las principales banderas de esta campaña:

– Aumento de los Royalties al 10%
 
Defendemos el aumento de los Royalties al 10% de la facturación bruta de las empresas y el cobro del ICMS sobre exportación (derogatoria de la ley Kandir). Debe ser obligatorio que estos recursos sean invertidos en salud pública, educación pública, vivienda popular y preservación ambiental. Debe ser creado un fondo controlado por los trabajadores y la población a través de sus entidades representativas, que decida sobre la aplicación de los recursos, debiendo ser extendido a los municipios atacados por la minería, y no solamente en los municipios productores. Definición de mecanismos efectivos de fiscalización, control y penalización para combatir la retención fiscal. Fin del financiamiento público subsidiado a las mineras.

– Defensa de los derechos de los trabajadores

Cumplimiento riguroso de las normas de salud y seguridad de los trabajadores, con fiscalización y penalidades previstas en el propio marco regulatorio; fin de las tercerizaciones; fin de las metas de productividad; extensión de los derechos de organización de base y representación sindical; ampliación de los derechos de las mujeres trabajadoras; aumento salarial progresivo hasta alcanzar el 10% de la facturación de las grandes empresas; PLR (Participación en Ganancias y Resultados) de 8% sobre la ganancia líquida, con incorporación al salario base.

– Defensa del medioambiente y municipios mineros

Prohibición de la minería en áreas de preservación ambiental (flora, nacientes de ríos y otras); todo nuevo emprendimiento sólo podrá funcionar con consulta previa efectiva a la población afectada (plebiscito); lucha contra la remoción de comunidades afectadas y contra la criminalización de los movimientos sociales que actúan en la minería; en las áreas en operación, las empresas deben ser responsables por medidas que eviten la contaminación ambiental y recuperación de las regiones mineras;

– Reestatización de Vale, CSN y Usiminas
 
Defensa de una política de agregación de valor al mineral en Brasil. Las empresas mineras deben ser obligadas a invertir en siderurgia, en la industria de transformación, en las ventas al mercado interno, en desarrollo tecnológico. Defendemos incluso que todos los insumos usados en la minería sean adquiridos al 40% en los municipios mineros, 80% en los estados mineros y de 100% en Brasil. Pero no queremos que este proceso sea direccionado para beneficio de las empresas privadas nacionales y multinacionales, sino para beneficio de los trabajadores y la población. Para eso, es necesario fortalecer la lucha por la reestatización de la empresa Vale, CSN, Usiminas y demás empresas privatizadas, y defender un modelo de explotación mineral que cumpla función social, de lo contrario este desarrollo no servirá para mejorar nuestra vida y desarrollar al Brasil.

– Realización de un Plebiscito Oficial

La minería es asunto estratégico, pues se trata de la explotación de nuestro subsuelo, asunto que tiene que ver con la defensa de la Soberanía Nacional. Por eso, defendemos la realización de un Plebiscito Oficial en todo el país, como condición para la aprobación de cualquier marco regulatorio y Proyecto de Ley de Royalties. Además, defendemos que todas las discusiones sean hechas de forma pública, a través de consulta a las entidades y movimientos sociales representativos de los trabajadores y la población afectada por la minería. Cualquier órgano creado debe tener sus miembros electos de forma directa y con representación de los trabajadores y de la comunidad.

Traducción: Laura Sánchez

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