El domingo pasado (1 de septiembre), la central sindical sionista Histadrut, que representa a 800.000 trabajadores, convocó a una huelga general para el 2 de setiembre. La huelga general paralizó varios sectores de transporte, educación, hospitales, bancos y servicios públicos. No obstante, el poder judicial determinó el fin de la huelga, lo que fue acatado por los dirigentes sindicales, que además de sionistas son sirvientes de los patrones.
Por Fabio Bosco
La huelga estuvo antecedida de una gran movilización que reunió entre 500.000 y 700.000 manifestantes el día anterior.
Pero la huelga y la movilización del domingo no tenían entre sus demandas el fin del genocidio de palestinos en Gaza ni el fin de las acciones genocidas de las fuerzas israelíes y de los colonos sionistas en Cisjordania ni el fin de los ataques militares al Líbano.
La cuestión principal son los israelíes detenidos por la resistencia palestina en Gaza. El sábado, el ejército israelí recuperó los cuerpos de seis presos israelíes que murieron hace dos o tres días en medio de la ofensiva israelí en Gaza.
El gobierno israelí afirma que Hamas ejecutó a los seis presos. Hamas afirma que fue la ofensiva militar israelí la responsable por las muertes.
El hecho es que estas muertes modificaron la opinión pública judía israelí.
Hasta entonces, la mayoría de los israelíes judíos apoyaban los ataques genocidas en Gaza, en Cisjordania y en el Líbano. Al mismo tiempo, exigían la liberación de los presos israelíes detenidos en Gaza.
Tras la recuperación de los cuerpos de los seis israelíes, la población judía israelí entendió que la continuación del genocidio en Gaza implica la muerte de cerca de 100 presos israelíes. Además, la mayoría concluyó también que el impopular primer ministro Netanyahu quiere mantener el genocidio para mantenerse en el poder, despreciando el deseo de las familias de los presos, que quieren tenerlos de vuelta, vivos.
Las encuestas de opinión apuntan que 53% de los israelíes apoyas el cese el fuego y el intercambio de prisioneros, con el retiro de las tropas de toda la Franja de Gaza. Es claro que ese apoyo de la mitad de los israelíes al cese el fuego en Gaza no implica el fin de la ofensiva genocida contra los palestinos en Cisjordania ni excluye una amplia ofensiva militar contra el Líbano, mucho menos el fin del apartheid y de la limpieza étnica que ya dura 76 años.
Netanyahu contra el alto el fuego
El mismo día de la huelga general, Netanyahu hizo pública su oposición al acuerdo de alto el fuego votado por el Consejo de Seguridad de la ONU hace tres meses. El acuerdo presentado por Estados Unidos y votado por el Consejo de Seguridad prevé el intercambio de prisioneros y la retirada total de las tropas israelíes de Gaza en tres fases de seis semanas cada una.
Netanyahu quiere mantener las tropas israelíes en al menos dos áreas de Gaza: los corredores Filadelfia y Netzarim, abriendo espacio para la expulsión de palestinos y el establecimiento de colonias sionistas en Gaza.
El verdadero objetivo de Netanyahu es ampliar la colonización de tierras palestinas en Gaza y en Cisjordania para recuperar su base de apoyo entre la población judía israelí, que oscila entre 22% y 33%, y salvar su desprestigiado gobierno.
Hezbollah e Irán abandonan la resistencia palestina
Los líderes de Hezbollah, Hassan Nasrallah, y del régimen iraní, el ayatolá Khamenei, han declarado varias veces que, a pesar de su solidaridad con el sufrido pueblo palestino, no atacarán a Israel a causa del genocidio en Gaza. La única fuerza árabe que promueve una solidaridad activa son los hutíes yemeníes, que han bloqueado el transporte marítimo en el mar Rojo en apoyo a los palestinos.
Ante los asesinatos del líder de Hezbollah, Fuad Shukr en Beirut, y del líder palestino Ismail Hanieh en Teherán, a finales de julio, tanto Nasrallah como Khamenei prometieron una respuesta contundente a los crímenes sionistas.
Sin embargo, el 13 de agosto, oficiales iraníes declararon que esperarían las negociaciones de alto el fuego en Gaza y que podrían incluso reducir el alcance de las represalias si Israel aceptase el alto el fuego. El 27 de agosto, el ayatolá Khamenei declaró en una reunión con el recién instaurado gobierno del presidente Masoud Pezeshkian que Irán debe estar abierto a negociar un nuevo acuerdo nuclear con el imperialismo estadounidense a cambio del fin de las sanciones.
En la frontera norte, cien aviones israelíes atacaron 400 objetivos en el sur del Líbano en las primeras horas del 25 de agosto. Enseguida, Hezbollah lanzó varios misiles y drones contra el norte de la Palestina ocupada en 1948. Después de estos intensos ataques mutuos, tanto los sionistas como los líderes de Hezbollah afirmaron que habían alcanzado sus objetivos y, desde entonces, los ataques mutuos han vuelto a ser de baja intensidad.
Resistencia palestina activa
En Gaza, la resistencia palestina lleva a cabo en la medida de lo posible ataques, autodefensa y sabotaje contra las tropas israelíes, en una situación de amplia desigualdad militar, provocando bajas entre las tropas sionistas y también un elevado costo económico de la guerra, que ya asciende a alrededor de 68.000 millones de dólares según el Ministro de Finanzas sionista Belazel Smotrich.
En Cisjordania, las fuerzas israelíes iniciaron una serie de ataques genocidas en gran escala contra las ciudades palestinas y los campos de refugiados en Jenin, Tulkarm, Tubas y Nablus el 28 de agosto. Los jóvenes palestinos están recurriendo a la autodefensa, con algunas armas tomadas de las fuerzas policiales palestinas y compradas a contrabandistas israelíes. Contrariamente a la narrativa sionista de que son grupos armados de Hamas y la Yihad Islámica, la mayoría de estos jóvenes desacatan a sus organizaciones y pasan a la autodefensa. Varios casos lo demuestran, como el de Mohannad al-Asood, ex miembro de Fatah y de la policía palestina, o el de los jóvenes Wael Mishah y Tariq Daoud, de Nablus.
Es necesario retomar las movilizaciones de solidaridad con Palestina en todo el mundo, particularmente en Europa y Estados Unidos, tras el fin de las vacaciones de verano.
¿Por qué el proletariado israelí no es un aliado de la causa palestina?
En todo el mundo, la clase trabajadora y la juventud impulsan movilizaciones de solidaridad con Palestina. Sin embargo, no hay movilizaciones por el fin del genocidio en Gaza por parte del proletariado judío israelí.
Esto no sucede por desconocimiento. Todo israelí es consciente de la situación de genocidio en Gaza, de las acciones criminales sionistas en Cisjordania, de los ataques militares al Líbano y de la situación de apartheid y limpieza étnica impuesta a los palestinos durante 76 años. Pero la gran mayoría del proletariado apoya estos crímenes bajo la falsa narrativa del “derecho de Israel a la defensa” y de la “lucha contra el terrorismo”. ¿Por qué se produce esta deshumanización?
El proletariado judío israelí ha tenido privilegios económicos y políticos en relación con el proletariado palestino desde el comienzo de la colonización sionista hace más de cien años. En otras palabras, la colonización sionista transformó al proletariado judío en agente y beneficiario del robo de tierras, hogares y empleos al pueblo palestino.
Está claro que hay una lucha de clases entre la burguesía y el proletariado israelíes. Pero estos conflictos están subordinados al mantenimiento del orden colonial contra los palestinos.
Por eso es imposible una alianza entre los proletariados judío y palestino para el fin del genocidio y por la liberación de Palestina. En la Palestina ocupada hay un pequeño número de judíos antisionistas. Estos son verdaderos aliados del pueblo palestino.
Esta es la misma situación colonial que ocurrió en Argelia. El proletariado “pied-noir” de origen francés fue, junto con el ejército francés, el pilar del avance colonialista. Fue necesaria una guerra del proletariado y del campesinado argelino para expulsar a los colonizadores franceses.
Para conquistar la Palestina libre, del río al mar, es necesario acabar con el Estado de Israel. De esta manera, el pueblo palestino podrá decidir su destino en libertad. Y aquellos que acepten vivir en paz con los palestinos podrán vivir en Palestina, como era Palestina antes de la colonización sionista, cuando los niños musulmanes, cristianos y judíos jugaban juntos, sin rótulos.
IV Internacional
Los primeros militantes revolucionarios en Palestina se depararon con la cuestión del proletariado judío originario de la colonización sionista. La primera organización trotskista palestina fue la Liga Comunista Revolucionaria (LCR) dirigida por Tony Cliff (Yigael Gluckstein) y formada en la década de 1930.
La orientación política de la LCR era, en palabras de Tony Cliff, “los trabajadores árabes deberían luchar contra el sionismo y el imperialismo, y romper con los líderes árabes reaccionarios. Y los trabajadores judíos deberían unirse a las masas árabes en esta lucha”.
La LCR no se hacía ilusiones sobre la colonización sionista. Por el contrario, se oponía a la inmigración judía a Palestina porque esta inmigración colocaba a los refugiados judíos europeos al servicio de la maquinaria de colonización sionista contra la población palestina. Defendían la apertura de las fronteras del Reino Unido y de Estados Unidos a la inmigración judía, destinos preferidos por los refugiados judíos, como alternativa a Palestina. Por su propia experiencia, estaban familiarizados con las organizaciones sionistas de “izquierda” y los kibutz (granjas colectivas para colonos judíos), y sabían que no representaban ningún tipo de experimento socialista. Al contrario, eran la punta de lanza para la colonización de las tierras árabes y para la expulsión de la población palestina.
Coherente con esa posición, la LCR se opuso a la partición de Palestina en 1947 y a la formación del Estado de Israel en 1948, a diferencia del Partido Comunista que, siguiendo la posición de Stalin, apoyó la partición y la Nakba.
Pero la LCR hizo una evaluación equivocada del papel de las clases sociales en la lucha por la liberación de Palestina y de todo el este árabe. Ellos defendían una alianza entre la clase trabajadora palestina y la clase trabajadora judía para enfrentar al imperialismo, el sionismo y las elites árabes reaccionarias. Pero esta alianza era imposible debido a la naturaleza colonialista excluyente de la avanzada sionista.
El propio Tony Cliff reconoció esta cuestión en su biografía: “Por supuesto que había conflicto de clases dentro de la comunidad judaica en Palestina. Los trabajadores y los capitalistas lucharon por salarios y condiciones. Pero la expansión colonial sionista embotó la lucha de clases y le impidió asumir la forma política de oposición al sionismo y al imperialismo, y de solidaridad con los árabes explotados y oprimidos”.
Al no comprender la opresión nacional en todas sus consecuencias sobre la lucha de clases, y al estar implantada principalmente en la clase trabajadora judía, la LCR tuvo muchas dificultades para desarrollarse. A pesar de publicar una revista en árabe, otra en hebreo, y también folletos en inglés para las tropas británicas, la LCR contaba con casi 30 militantes en 1946, de los cuales sólo siete eran árabes.
Traducción: Natalia Estrada.