La caída de Otto Pérez: un triunfo de la movilización popular
El General Otto Pérez Molina renunció a la Presidencia de Guatemala y ha sido puesto en prisión preventiva por dirigir la red criminal “La Línea”, al igual que sucedió con la vicepresidente, Roxana Baldetti. Este es un triunfo de la movilización del Pueblo guatemalteco contra el gobierno corrupto de la burguesía de ese país. Desde la salida del General Anastasio Somoza en Nicaragua en 1979, hace 36 años, no había caído un gobernante en Centroamérica obligado por la movilización popular.
Por: Tomás Andino
La burguesía de ese país y el imperialismo norteamericano pretenden hacer creer que la salida del gobierno de Otto Pérez es un logro de la CICIG [Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala] y del “sistema democrático” y de “justicia”, pero esa afirmación no es correcta.
En un inicio, la burguesía y la Embajada de Estados Unidos intentaron proteger al general Otto Pérez Molina, primero impidiendo que en su inicio las líneas de investigación de la CICIG se extendieran hasta el Presidente, y cuando esto fue inevitable debido a la presión popular, hicieron cabildeo para impedir que se le aplicara Juicio Político en el Congreso, lo que también fracasó.
Fue la impresionante movilización del pueblo guatemalteco lo que obligó a los diputados y funcionarios de justicia a desmarcarse del gobierno y a continuar con el proceso hasta dar con las evidencias que incriminan directamente al ex gobernante, rompiéndose así la protección que el Partido LIDER y la Embajada gringa le daban a Pérez Molina.
Aunque inicialmente el movimiento lo emprendieron jóvenes de clase media, el empujón que determinó la caída del General Molina lo dio el estudiantado universitario, el magisterio y sectores obreros y campesinos que salieron a hacer huelgas, trancas de carreteras y tomas de edificios públicos en sucesivos Paros Nacionales para echar al corrupto gobernante; a esos Paros se sumó parte de la misma burguesía afectada por ciertas políticas de Otto Pérez, con paros patronales.
En esas condiciones, la burguesía gobernante y el imperialismo tuvieron que aceptar que la salida de Otto Pérez era el mal menor ante la inminencia de un levantamiento popular, en el cual la clase trabajadora comenzaba a participar crecientemente. La “renuncia” del gobernante fue una medida preventiva para evitar que fuera echado por un levantamiento popular como el que echó a Anastasio Somoza en Nicaragua.
Hoy día, el empeño principal de la burguesía guatemalteca es cerrar rápidamente este capítulo, procurando el relevo del corrupto ex Presidente por otra figura de la oligarquía. Momentáneamente, ese relevo lo hace el vicepresidente, Alejandro Maldonado, viejo político ultraderechista, aliado de Ríos Mont, y encubridor de masacres; y en enero de 2016 asumiría Jimmy Morales, del Frente de Convergencia Nacional, partido creado por ex militares de ultraderecha. Con ese relevo se pretende dar vuelva la página, fingir que todo pasó y mantener el mismo estatus quo de siempre.
Sin embargo, las elecciones recién pasadas no solucionaron ninguna de las causas por las que el pueblo salió a las calles. Por tanto, la coyuntura de lucha sigue abierta para continuar exigiendo el castigo a los corruptos, la devolución de los fondos robados y la construcción de una sociedad democrática.
Ya varios sectores de avanzada comienzan a exigir una Asamblea Constituyente Popular y Plurinacional para reorganizar el país, de forma que los principales anhelos de cambio de los trabajadores, jóvenes, mujeres, y pueblo en general sean satisfechos.
Nosotros planteamos que solo un Gobierno de los Obreros y Campesinos será capaz de llevar este proceso de transformación hasta sus últimas consecuencias.
Guatemala es un ejemplo de cómo el pueblo puede sacudirse un gobierno corrupto, no por ninguna CICI ni por las bondades del sistema de justicia, sino gracias a la Movilización Popular, con medidas de presión efectivas. Pero, además, esta lucha, que tiene tantas conexiones con la lucha de los y las indignados en Honduras, pone sobre la mesa la actualidad de construir una Federación Socialista de Estados Centroamericanos, el viejo sueño de Morazán, el cual solo podrá ser realizado por una revolución cuya principal protagonista sea la clase trabajadora centroamericana.
Artículo publicado en El Trabajador n.° 114, setiembre de 2015.-
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