Israel anuncia reducción de tropas, pero mantiene su política genocida en Gaza
El 1 de enero, el ministro de Defensa de Israel, Yoav Gallant, anunció el retiro de dos brigadas de la Franja de Gaza. Cada brigada cuenta con alrededor de 4.000 soldados. Alegó que los costos de la guerra contra los palestinos se habían convertido un peso para la economía israelí. Anunció además que tres brigadas más deben retirarse para recibir entrenamiento. Pero afirmó que el criminal genocidio continuará por varios meses.
Por Fabio Bosco
De hecho, la economía israelí se contrajo alrededor de 2% solo en el último trimestre de 2023 debido a los altos costos militares y también al impacto de la convocatoria de los reservistas que dejaron vacíos sus lugares de trabajo. Pero el ministro no mencionó las otras dos razones más importantes: la presión internacional para un alto el fuego, que obligó al gobierno de Estados Unidos a presionar a Israel para que cambiara su estrategia militar en Gaza; y la resistencia palestina que impuso 170 bajas israelíes en Gaza y destruyó una gran cantidad de tanques y material militar.
El cambio de estrategia militar deseado por Estados Unidos consiste en sustituir la llamada doctrina Dahiya, de ataques indiscriminados sobre toda la población palestina y de destrucción generalizada con el objetivo de enfrentar a los palestinos con Hamás. Esta doctrina fue aplicada por los sionistas en Dahiya, un barrio de Beirut, durante la invasión del Líbano en 2006. El presidente estadounidense, Joe Biden, concuerda con mantener, por ahora, la ocupación violenta de Gaza, pero desea ataques centrados sobre Hamás y sus líderes para desinflar la presión internacional y para caracterizar una “victoria” israelí sobre la resistencia palestina.
Otro punto de desacuerdo es sobre la expulsión de los palestinos de Gaza. Los sionistas quieren implementar la “solución final”, es decir, la expulsión de toda o casi toda la población palestina para el Sinaí o incluso para diversos países. Con este fin, busca hacer imposible la supervivencia humana en Gaza. Estados Unidos concuerda con expulsar a una pequeña parte de los 2,4 millones de palestinos de Gaza a través de la concesión de visados para varios países, pero entiende que es políticamente inviable expulsar a toda la población, particularmente para el Sinaí, debilitando el régimen egipcio.
El último desacuerdo público tiene que ver con el futuro de Gaza. Los sionistas quieren una Gaza sin palestinos y no aceptan la propuesta estadounidense de que la Autoridad Nacional Palestina, encabezada por Mahmoud Abbas, gobierne Gaza, en la práctica allanando el camino para un mini Estado palestino en Gaza y Cisjordania.
Sin embargo, el Estado de Israel es un enclave imperialista en Medio Oriente y depende de la ayuda económica, militar y diplomática de Estados Unidos para sobrevivir. Por eso, en vísperas de la llegada a Tel Aviv del secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, se hizo un discreto anuncio de reducción de tropas en Gaza, sin que ello suponga un reconocimiento de concesión a las presiones estadounidenses.
Suprema Corte anula reforma judicial
El mismo día, la Suprema Corte israelí decidió por 8 votos contra 7 anular la reforma judicial aprobada por el Knesset (parlamento israelí) que vaciaba sus poderes para condenar eventuales decisiones tomadas por el gobierno sionista.
La Suprema Corte tomó esta decisión ahora, aprovechando la impopularidad del gobierno liderado por Netanyahu y también el inminente fin del mandato de dos miembros del Tribunal Supremo, lo que podría cambiar el resultado de la ajustada votación.
Esta reforma judicial dividió al Estado sionista, a la población sionista e incluso al movimiento sionista fuera de la Palestina ocupada. Esta reforma fue aprobada el año pasado[1] por una mayoría parlamentaria que unió la banca de los colonos nazi-sionistas liderada por los partidos Sionismo Religioso del ministro de Finanzas Bezalel Smotrich y el Poder Judaico del ministro de Seguridad Nacional Itamar Ben-Gvir, con la banca de los partidos ultrarreligiosos ( Shas y Judaísmo de la Torá Unido) y del derechista Likud de Benjamin Netanyahu.
Esos colonos quieren total libertad para expulsar a los palestinos y colonizar toda Jerusalén, Cisjordania y Gaza. Los ultrarreligiosos quieren mantener los subsidios financieros estatales para que sus integrantes se dediquen exclusivamente a los estudios religiosos y evadir el servicio militar. Además, quieren retirar de la Suprema Corte el derecho a bloquear el nombramiento de ministros condenados por corrupción, como ocurrió con el líder del Shas, Aryeh Deri. Netanyahu, por su parte, quiere archivar tres procesos judiciales por corrupción.
Por otro lado, la reforma encuentra una amplia oposición de varios sectores de la propia burocracia estatal (incluidos sectores de las fuerzas armadas y del servicio secreto) y de la clase media sionista preocupados por los efectos del discurso abiertamente racista y antiárabe del actual gobierno sobre la imagen internacional del Estado de Israel, así como sectores burgueses preocupados por las pérdidas causadas por la campaña de boicot (BDS) sobre sus negocios. Ellos ven la independencia del poder judicial como un contrapeso a un gobierno abiertamente racista y fundamentalista[2]. Todavía, existía una amplia oposición a la reforma judicial entre la comunidad judía más grande del mundo, localizada en Estados Unidos[3].
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Movilizaciones por la renuncia del gobierno y por la convocatoria de nuevas elecciones
El primer ministro sionista Benjamin Netanyahu atraviesa su peor momento. Además de la probable condena por corrupción, Netanyahu enfrenta movilizaciones callejeras por la caída de su gobierno. Las encuestas a la opinión pública indican que su banca perdería alrededor de un tercio de sus integrantes en nuevas elecciones, y la oposición liderada por Benny Gantz y Yair Lapid, ambos criminales de guerra sionistas, tendría condiciones de formar un nuevo gobierno. En verdad, la contraofensiva de resistencia palestina encabezada por Hamás el 7 de octubre prácticamente arrojó una palada de cal en el futuro político de Netanyahu. La población sionista israelí entiende que Netanyahu menospreció las varias alertas sobre el ataque de Hamás del 7 de octubre y dejó desprotegida a la población israelí. Además, las familias de los israelíes presos en Gaza quieren que Netanyahu acepte las condiciones de la resistencia palestina para el intercambio por presos políticos palestinos, condición sobre la que Netanyahu hará todo lo posible por no aceptar.
El futuro de Gaza
La resistencia palestina liderada por Hamás consiguió volver a poner la cuestión palestina en la agenda mundial, paralizó la normalización de las relaciones diplomáticas entre los países árabes y el Estado de Israel (sólo tres Estados árabes no estaban en proceso de normalización: Kuwait, Argelia y Túnez), y también selló el futuro de Netanyahu.
Estas conquistas son muy importantes, pero insuficientes. Es necesario lograr el fin de la agresión a Gaza y a Cisjordania, la entrada de ayuda humanitaria a Gaza, el fin del cerco a Gaza y su reconstrucción. Estas conquistas son pasos hacia la derrota política y militar del Estado de Israel, y hacia la liberación de Palestina, del río al mar.
Sin embargo, hay muchos enemigos. Además del Estado de Israel, ya sea en su forma abiertamente racista que predica la expulsión de los palestinos, o en su forma “moderada”, de expulsar a los palestinos hablando de paz y dos Estados, cuenta con el apoyo del imperialismo estadounidense y europeo, que financia la limpieza étnica y el apartheid israelí.
Rusia y China se limitan a votar por un alto el fuego en el Consejo de Seguridad. Putin siempre ha apoyado al Estado de Israel y tiene un acuerdo con él que permite a las fuerzas israelíes bombardear el territorio sirio sin que los rusos accionen sus baterías antiaéreas instaladas en Siria.
Los países árabes e Irán también se limitan a hacer declaraciones diplomáticas contra el genocidio en Gaza, ya sean aliados directos del imperialismo estadounidense, como Arabia Saudita o Egipto, o los países del llamado eje de la resistencia, liderado por el régimen iraní. De hecho, sólo los hutíes de Yemen han asumido un papel activo al impedir el tránsito de navíos hacia los puertos israelíes en el estrecho de Bab al-Mandeb. Las milicias iraquíes chiitas también han promovido algunos ataques contra las tropas estadounidenses en el país. El Hezbolá libanés, que todos esperaban abriera un nuevo frente de guerra en el norte de la Palestina ocupada, se limita a intercambiar balas y misiles con el ejército israelí en una pequeña franja fronteriza, a pesar de los esfuerzos de los sionistas por generalizar los combates, como demuestra el asesinato de Saleh Al-Arouri, un importante líder de Hamás, en Beirut, el 2 de enero de 2024.
Los verdaderos aliados del pueblo palestino no son los regímenes árabes, sino los trabajadores y la juventud árabe e internacional. Estas son las fuerzas que, a través de una Intifada palestina y una nueva ola de revoluciones en el mundo árabe, fortalecidas por la solidaridad internacional, tendrán las condiciones para derrotar a las fuerzas militares y poner fin al Estado de Israel, y conquistar una Palestina laica y democrático. Palestina, del río al mar.
Traducción: Natalia Estrada.
[1] https://litci.org/pt/2022/11/11/eleicoes-israelenses-e-a-resistencia-palestina/
[2] https://litci.org/pt/2023/08/02/manifestacoes-em-israel-contra-a-reforma-judicial-de-netanyahu/
[3] https://www.nytimes.com/2023/03/08/us/politics/israel-judicial-overhaul.html