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Honduras | Del golpe gorila a la lucha contra la dictadura de JOH

junio 28, 2019

Centro América atraviesa un período de inestabilidad que se expresa en huelgas, masivas movilizaciones e insurrecciones que reclaman la cabeza de los gobernantes y el fin de los programas de austeridad impuestos por EEUU.

Por Ovet Córdova

En Honduras, un frágil gobierno nacido de un escandaloso fraude electoral se sostiene por el apoyo del departamento de Estado y de LIBRE, principal partido burgués de oposición que, con su aparato, desmovilizó un auténtico levantamiento popular. La lucha de la Plataforma de médicos y maestros anima a las masas a reorganizar sus fuerzas y romper la dispersión.

Honduras una colonia de EEUU

Honduras ha sido históricamente una colonia de EEUU y los dos partidos tradicionales, Liberal y Nacional, se alternaron para gobernar el país en nombre de ellos. Manuel (Mel) Zelaya es un rico hacendado que asumió la presidencia en 2006 y adoptó un perfil más populista con el pasar de los años. Aunque no cambió en nada el carácter colonial del país, buscó aproximarse al entonces presidente venezolano Hugo Chávez y a su espacio burgués “bolivariano”. En esa época, la crisis financiera mundial de 2008 afectó drásticamente la economía en la región y la mayoría de la burguesía hondureña (liberales y nacionalistas) consideró necesario un golpe gorila que en 2009 defenestró a Zelaya, la interrupción de su mandato presidencial fue patrocinado por la Casa Blanca para salvar los negocios de los capitalistas nacionales y relanzar el neoliberalismo en Honduras, es decir, profundizar su carácter colonial.

El FMI orientó la transformaron de la economía nacional acentuando su carácter de sucursal del imperialismo. Sus mejores colaboradores y socios fueron los gobiernos post golpistas: Micheletti, Lobo y JOH, surgidos de fraudes electorales que fueron avalados por la Embajada Americana, con el concurso de la OEA y la Unión Europea.

En una década el sistema hospitalario y de atención a la niñez desamparada ha sido entregado a las ONG’S y empresarios privados; las estatales de la energía eléctrica, servicio de agua y telefonía se remataron en beneficio de los consorcios internaciones, al igual que las carreteras, puertos y aeropuertos; la misma suerte corrió con los bosques, los ríos y el subsuelo.

La clase trabajadora ha luchado fuertemente contra estos ataques, pero ha sido derrotado, perdiendo así derechos que les tomó décadas conquistar. Decenas de empresas estatales fueron privatizadas llevando al despido de más de 24,000 trabajadores, la seguridad social está por ser privatizada y los fondos de pensiones fueron saqueados para financiar los negocios de los empresarios.

En buena medida este abrupto cambio en la situación económica y política fue producto de que el movimiento de resistencia contra el golpe fue derrotado, porque su dirigencia –con Manuel Zelaya y la izquierda oportunista la cabeza- optó por las negociaciones con los golpistas y los yankees. Como veremos, esa táctica conciliadora no fue abandonada durante toda la década siguiente.

Del golpe gorila al fraude electoral

La clase trabajadora hondureña y el movimiento popular alcanzaron su máximo nivel de organización entre los años 2002 al 2008. En ese período constituyó sus propios organismos y emprendió duras batallas contra los gobiernos de Ricardo Maduro y Manuel Zelaya. Son bien recordados los Paros Cívicos Nacionales organizados por la Coordinadora Nacional de Resistencia Popular, CNRP.

En 2008, las organizaciones de la izquierda reformista, oportunista y castro chavista como la Tendencia Revolucionaria TR, Organización Política Los Necios OPLN, y el Bloque Popular, llevaron a la CNRP a capitularle al gobierno de Zelaya que estaba coqueteando con el chavismo. Este fue el fin del movimiento obrero con independencia de clase.

LIBRE nace de un acuerdo reaccionario

De la resistencia contra el golpe surgió el Frente Nacional de Resistencia Contra el Golpe de Estado que más tarde pasó a llamarse FNRP. En él se integraron las organizaciones del movimiento obrero-popular que fueron parte de la CNRP y los sectores liberales que respaldaban el retorno de Zelaya al poder.

El Frente se convirtió en un movimiento de masas con una conducción poli-clasista que, en más de una ocasión, tuvo la oportunidad de derrocar al gobierno usurpador. La lucha y las movilizaciones contra el golpe fueron fortísimas e incluso llegaron a dividir las fuerzas armadas, un sector de las cuales se negaba a reprimir.

Sin embargo, en todo momento su dirección burguesa privilegió desviar las movilizaciones hacia los pactos con los gorilas, participando en los diálogos de Guaymuras, San José y concluyendo en el acuerdo de Cartagena en 2011. En este último, la dirigencia del Frente, a espaldas de las bases, acordó con el imperialismo y el gobierno golpista un pacto de gobernabilidad que permitiría el regreso de Zelaya al territorio nacional y la creación del “partido de la resistencia” al cual llamaron LIBRE, a cambio de estabilizar la situación política y dilucidar sus diferencias en el juego electoral.

Esta traición fue sellada con las firmas de los presidentes Barack Obama, Juan Manuel Santos y Hugo Chávez. El heroísmo de las masas fue llevado hacia el matadero de las urnas en 2013, año en que se desarrollaron elecciones fraudulentas y donde el golpismo salió triunfante.

LIBRE surgió como una apuesta del imperialismo para contener el ascenso revolucionario que significó la resistencia al golpe, su propuesta de gobierno como es de esperar, es moderara con relación a la de los partidos tradicionales de la oligarquía y en acuerdo con los intereses del capital; no cuestiona la propiedad privada ni el no pago de la deuda externa.

El reflujo del movimiento de masas no se hizo esperar una vez que fue derrotada la lucha contra el golpe. La confusión se profundizó cuando LIBRE aceptó disciplinadamente los resultados del fraude electoral, a cambio de 27 escaños en el Congreso y algunas alcaldías. Mientras se consumaba el fraude un dirigente de LIBRE convocaba a una fiesta para celebrar su nominación como Regidor de la alcaldía de San Pedro Sula, y Manuel Zelaya decía: “aceptamos los resultados de estas elecciones fraudulentas (…) no vamos a incendiar este país”. Estos hechos son el inicio de la llamada “oposición parlamentaria”.

La bancarrota de la izquierda hondureña

La debacle de la izquierda estalinista es grave, inició con el partido Unificación Democrática UD, que sufrió una terrible adaptación burguesa al parlamento. Sus dos principales dirigentes se convirtieron en agentes directos de la derecha golpista: Cesar Ham al frente del Instituto Nacional Agrario (INA) fue clave en la derrota del movimiento campesino y Marvin Ponce es asesor de JOH.

Hoy día, organizaciones como la Tendencia Revolucionaria TR, Organización Política Los Necios, Partido para la Transformación de Honduras PTH, y Movimiento Nueva Democracia entre otros, sucumbieron a las presiones del movimiento de masas y adoptaron una política de colaboración de clases. Eso los llevó a capitular a Manuel Zelaya, a quien entregaron en bandeja de plata la CNRP. Con ello liquidaron el principal órgano de lucha de la clase trabajadora. Es decir, traicionaron la lucha del pueblo hondureño.

Una vez que inició la resistencia contra el golpe de estado, acompañaron los procesos de diálogo con EEUU y el gobierno golpista, negociaciones que llevaron a la derrota del movimiento y a la creación de LIBRE. Muy pronto, escalaron posiciones y pasaron de dirigentes del movimiento obrero-popular a ser candidatos y diputados: cambiaron las calles por las cómodas butacas del parlamento. A partir de este momento, sus discursos contra el gobierno y de repudio contra las penurias de los explotados sólo eran escuchados en las campañas electorales. También eran repetitivos sus llamados a confiar en la posibilidad de un buen vivir una vez que triunfaran en las urnas.

Esta izquierda abandonó el proyecto de la revolución socialista y acogió la tesis de las “transformaciones pacíficas” que pregonan los propagandistas del “socialismo del siglo XXI”. También echaron por tierra la tarea histórica de la construcción de un instrumento político para la clase trabajadora que posea independencia de clase y que, desde esa ubicación, luche en unidad de acción contra los gobiernos patronales.

Finalmente, hay que señalar que esta izquierda oportunista, que se mueve al vaivén de las presiones y las “oportunidades”, no tuvo crecimiento: una vez que fueron absorbidos por el aparato de LIBRE, estas organizaciones decayeron. En el mejor de los casos, la decepción en sus cuadros y activistas los llevó a rupturas. Sin embargo, de forma general, esa izquierda se diluyó en LIBRE.

El movimiento de indignados

El FNRP en retirada dejó un espacio para los reclamos de la clase media y la juventud. A pesar de la desilusión de amplios sectores, los jóvenes y los movimientos en defensa de los territorios realizaron una dura resistencia contra el gobierno de JOH.

El movimiento estudiantil realizó cuatro huelgas, cada una fue más importante que la otra, ejemplo de ello es que la huelga de la universidad agrícola provocó la renuncia de un importante agente del gobierno que fungía como Rector de la UNA y Ministro de Educación, Marlon Escoto.

El sentimiento anti-JOH había nacido y se exacerbó al destaparse el escándalo del saqueo de 7 mil millones de lempiras en el Instituto de seguridad social y el anuncio de la reelección inconstitucional del presidente. Con ello, un nuevo ascenso se desarrollaba, esta vez liderado por la pequeña burguesía conservadora que desconfiaba de la izquierda y sostenía un discurso anti partido.

El movimiento de indignados (2013-2015) expresaba una agenda democrática que exigía castigo a los corruptos, rechazaba a las instituciones gubernamentales, se posicionaba en contra de la reelección de JOH y exigía la intervención de la embajada de estadounidense y la OEA para que se instale una Comisión Internacional Contra la Impunidad en Honduras (CICIH), con el fin de investigar y castigar a los corruptos.

En pocas semanas, alcanzó un carácter nacional con movilizaciones de decenas de miles. Su esencia espontánea y masiva impide que las direcciones tradicionales se ubiquen al frente. Finalmente, la conducción del movimiento Anti-JOH es cooptada e inicia negociaciones con el gobierno y la OEA. La intervención del imperialismo contribuye a derrotar las movilizaciones por la vía de las concesiones: Se instaló la MACCIH instancia parecida a la que existe en Guatemala. Es financiada por la OEA y en un balance general, su contribución en la lucha contra la corrupción es nula.

Pese al balance de este proceso, se puede rescatar que fue un periodo que generó un cumulo de descontento anti-JOH en la juventud, que se organizó por fuera de las estructuras de LIBRE y el FNRP. En el siguiente ascenso estas características fueron de una importancia primaria.

La insurrección contra el fraude

El imperialismo, el régimen de JOH y LIBRE acordaron resolver el problema del poder en las elecciones de 2017, pero los primeros no estaban dispuestos a cumplir el pacto de gobernabilidad, mientras Manuel Zelaya decía que derrotarían el fraude y la reelección en las urnas: no había cabida para la lucha.

La negativa del Tribunal Electoral a declarar ganador al candidato opositor Salvador Nasralla, fue el detonante que generó el estallido social más importante en la historia del país. Toda la bronca popular anti-JOH se expresó en ese proceso electoral y al darse a conocer el fraude, la juventud se organizó para defender la voluntad popular.

Decenas de miles de personas salieron a las calles paralizando las principales carreteras y puentes; se organizó la resistencia en los barrios; la economía se detuvo por varias semanas mientras que la capacidad de los órganos represores se veía diezmada por el ascenso de las masas.

Durante las primeras semanas, los manifestantes no respondían a ninguna dirección: su irrupción fue espontánea y autoconvocada. Mientras Zelaya y Nasralla llamaban “a festejar” la victoria electoral, las masas salían con más furia a las calles. Ante el peligro de ser derrocado por la fuerza, JOH anuncia un estado de sitio que es derrotado por un nuevo ascenso el 10 de diciembre, que divide a la policía y a las fuerzas especiales, que se van a huelga. En ese contexto, la dirigencia de LIBRE llama a desmovilizar las tomas de carreteras y a “respetar las fiestas de fin de año”. Esta vacilación permitió una contra ofensiva del régimen, de la que el movimiento no pudo recuperarse.

El fraude se organizó con dos años de anterioridad, desde que la Corte Suprema de Justicia aprobó la inconstitucional reelección de JOH. Todo el aparato gubernamental está diseñado para garantizar la continuidad del ahora dictador que controla los órganos de justicia, entes represivos y el tribunal electoral. De igual manera, las ansiadas reformas electorales nunca ocurrieron.

Pero el régimen no lo hizo sólo, contó con el apoyo de LIBRE y demás partidos de oposición. El bloque de partidos supuestamente “opositores”, firmaron el acuerdo de Toncontín, según el cual lucharían contra la reelección, el fraude y por reformas electorales. Pero nunca realizaron una sola acción de protesta para detener el fraude, y ante las demandas ya mencionadas se mantuvieron divididos.

Por otro lado, ellos mantuvieron completa unidad en respaldar la política económica y fiscal del gobierno de JOH; apoyaron las reformas al código penal que criminaliza la protesta, la elección del fiscal general que defiende a los corruptos, votaron a favor de criminalizar el aborto, prohibir el uso de las PAE; y reeligieron a la Rectora de la UNAH, entre otras medidas anti populares del oficialismo.

El papel de LIBRE fue nefasto, al respaldar al régimen en la aprobación de sus políticas de gobierno, mientras fingía oponerse a la reelección. Al estallar la insurrección, privilegió las negociaciones esperando ser “bendecido” por el Departamento de Estado y demás organismos del imperialismo (algo que no ocurrió).

En su campaña electoral participó en alianza con un partido golpista (PINU-SD) y un candidato presidencial que proviene de la burguesía. Su propuesta de gobierno no estaba lejos de la del resto de partidos burgueses y tenían acuerdo en lo mismo: mantener la economía de mercado, respetar la propiedad privada y los acuerdos económicos y militares con el imperialismo.

La alianza LIBRE-PINU, como vimos, presentó como candidato a Salvador Nasralla, que proviene del PAC, un partido de derecha y conservador que fue asaltado por el régimen. Nasralla es un prestigiado presentador deportivo y de farándula que trabaja para la corporación que controla los principales medios televisivos y radiales. Se auto denomina “amigo” de los empresarios y de los EEUU; defensor de la propiedad privada y un político de centro derecha, sostuvo en distintas ocasiones que en su gobierno entregaría enormes concesiones a los empresarios y a los inversionistas extranjeros, y ampliaría las instalaciones de la principal base de ocupación militar Yankee, más conocida como “Palmerola”.

Algunas conclusiones

Esta política de supeditar la lucha y la movilización de los trabajadores y las masas a la “estrategia de las mesas de negociaciones” para acabar entregándolas, fue impulsada por la dirección burguesa de Mel Zelaya, y a ella se integró la mayoría de la izquierda hondureña. Su resultado está a la vista: el enemigo se fortaleció y las masas están en medio del reflujo. En cada momento concreto, el PST a la vez que participaba e impulsaba cada lucha, se opuso a esa política.

Pero incluso en medio del reflujo, las masas buscan reorganizar sus fuerzas para poder retomar la lucha. Es necesario impulsar esa reorganización y esa retomada de la movilización con todos aquellos que coincidan con esas tareas. Pero para desarrollar de modo efectivo ese proceso, es imprescindible también hacer un balance de lo ocurrido los últimos diez años y sacar algunas conclusiones.

La primera de ellas es que es totalmente equivocado supeditar la lucha con el enemigo a la negociación con él, porque eso solo lo fortalece y nosotros nos debilitamos.

La segunda es que incluso cuando estamos juntos en alguna lucha, nunca debemos confiar en una dirección burguesa (menos aún en sectores del imperialismo), porque más temprano que tarde nos clavaran un puñal por la espalda en la defensa de sus intereses. Por eso solo debemos confiar en nuestras fuerzas y en nuestra propia organización independiente para la lucha.

Finalmente, la más importante de todas: no habrá cambio real en Honduras si esa lucha no tiene como norte una revolución obrera y socialista en nuestro país y en el mundo. Para encabezar esta tarea, necesitamos construir un partido socialista revolucionario que no capitule a la burguesía y a sus “cantos de sirena”.

El PST se pone al servicio de esta tarea. Llamamos a todos los luchadores honestos que confiaron en Mel y LIBRE a realizar juntos este balance.

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