Gobierno de Putin: algunas victorias tácticas…contradicciones estratégicas

Quien observa de lejos podría creer que Putin “¡es el hombre!”. Llegó a ser considerado el hombre más poderoso del mundo por la Forbes hace no mucho tiempo. Viene renovando el segundo mayor ejército y arsenal del mundo; recién anunció nuevas “súper armas” capaces de alcanzar cualquier objetivo en cualquier país del mundo. Anexó a Crimea y tiene el control de un parte del este de Ucrania; actúa como protagonista en la guerra en Siria; responde a las sanciones de los países occidentales con contra-sanciones; exporta gas y petróleo para el mundo todo, en especial para Europa. Cuando es provocado responde grosero, como en la reciente crisis diplomática con Inglaterra o en la tensión actual con los Estados Unidos sobre Siria; “ayudó a elegir” a Trump; organizó la Olimpíada de Sochi y ahora la Copa del Mundo; recién se reeligió con 70% de los votos, estando hace ya 18 años en el poder.
Por: POI – Rusia
Pero, mirando más de cerca, las cosas son muy diferentes. En lo que se refiere a su plan estratégico, Putin ha acumulado contradicciones y derrotas.
El proyecto estratégico de Putin es el mismo que el de la alta burguesía rusa, cuyo sector ampliamente dominante es el sector exportador de recursos minerales (petróleo y derivados, gas, minerales, metales y fertilizantes). Son los llamados oligarcas rusos. Su posición se resume a mantener buenas relaciones con el imperialismo, para que este invierta capitales y tecnología en la explotación de los recursos naturales de Rusia, para que esta pueda entonces, tranquilamente, exportarlos al imperialismo o a sus fábricas en China. En las propias palabras de Putin, “crear la mayor zona de libre comercio del mundo, desde Lisboa a Vladivostok”. Pero, la realidad viene arruinando estos planes, empujando hacia un enfrentamiento entre Putin y los principales imperialismos.
Es verdad que Putin anexó a Crimea y controla parcialmente una parte del este de Ucrania, pero al costo de haber perdido a Ucrania como un todo, además de pagar caro por las sanciones occidentales, que han creado grandes problemas a la burguesía rusa (limitación de acceso al mercado de capitales y a tecnologías sensibles).
Toda su acción en Siria le ha costado, además de los gastos militares, un creciente desacuerdo con las potencias europeas y la americana y ahora incluso nuevas y pesadas sanciones. Al mismo tiempo, se acumulan las dificultades y los problemas en Siria, por lo que llegó a anunciar el retiro de las tropas y tuvo que volver atrás, seguido de noticias sobre mercenarios rusos y aviones derribados. No consigue retirarse ni consigue una victoria rápida.
Hay un sector de la burguesía rusa que gana con las intervenciones militares de Putin, la burguesía del complejo industrial militar, que vive de compras estatales. Pero, por su peso económico, este sector no puede compararse al sector exportador de recursos naturales.
Las propias inversiones militares, en función de su primitiva economía, en realidad vienen en el sentido de preservar aquella que es la última carta de la burguesía rusa en la arena mundial, la fuerza militar heredada de la antigua URSS. Es, sin duda, una carta importante, pero la última.
Las agresiones militares en Siria y Ucrania y las grandes inversiones militares no son expresión de un avance de la burguesía rusa, con ambiciones crecientes en la arena mundial, ni tampoco una maniobra para negociar en mejores condiciones con el imperialismo. Son una reacción defensiva de un régimen autoritario en lucha por su sobrevivencia. La revolución en Ucrania amenazaba extenderse hasta Moscú, así como la Primavera Árabe amenazaba propagarse hasta el Cáucaso y otras regiones musulmanas vecinas a Rusia. Por eso Putin, para salvar su piel, se vio obligado a actuar, y duramente.
Para Putin, la tan deseada victoria electoral de Trump fue una decepción total. Trump no solo mantuvo las sanciones de Obama, como ahora las amplió. Y las Olimpíadas y la Copa del Mundo no lo libran siquiera de la vergüenza de las sanciones por el escándalo de doping de sus atletas.
El reciente escándalo Skripal (envenenamiento del ex espía ruso y de su hija en Inglaterra) detonó una grave crisis diplomática con los países occidentales, dejando a Putin en situación nada confortable. No ha conseguido recomponer sus relaciones con el imperialismo, lo que le genera dificultades crecientes.
Putin venció recientemente las elecciones y todavía cuenta con apoyo popular dentro de Rusia, pero en un marco de creciente pesimismo y descontento. Su victoria electoral ya no fue como las anteriores, con la euforia de que “¡Rusia vuelve a levantarse!”, sino con la esperanza de que “no se vaya todo de una vez al pozo”. Y venció en un marco de total ausencia de alternativa electoral[1]. Hoy por hoy, Putin sigue siendo el único capaz de unificar las fracciones fundamentales de la burguesía rusa, pero en el marco de un aumento de las contradicciones.
De hecho, las únicas victorias de Putin se han debido a su capacidad de imponer derrotas a la lucha de los trabajadores y pueblos oprimidos. Tiene en las manos la sangre de las revoluciones siria, ucraniana y egipcia, lo que fue fundamental para impedir (por ahora) a la revolución árabe “contaminar” el Cáucaso y otras regiones musulmanas de Rusia y países vecinos. Así como impedir que el levante ucraniano se extienda a Rusia. Consiguió derrotar las luchas por independencia de los pueblos del Cáucaso. Ha conseguido mantener en coma profundo a la clase trabajadora rusa.
Putin consiguió convertir a Rusia en un bastión de la contrarrevolución, con significado no solamente regional. Así, una derrota suya tendría profundas consecuencias para la lucha de los trabajadores de todas las ex repúblicas soviéticas del Cáucaso[2], del Este europeo, y del Medio Oriente. Mientras tanto, él sigue en el juego pero cada día con más problemas.
[1] Ver artículo sobre las elecciones presidenciales en Rusia, disponible en: https://litci.org/es/menu/mundo/europa/rusia/elecciones-presidenciales-rusia-la-consolidacion-no-hubo/
[2] En el momento en que traducíamos este artículo, se iniciaban grandes manifestaciones en la capital de Armenia.
Traducción: Natalia Estrada.