El desarrollo del capitalismo en Rusia
Introducción: Donde Lenin ha dado un jaque mate a los populistas, diseccionó científicamente a la sociedad rusa y construyó la base programática del partido marxista ruso.
El tercer volumen está compuesto por la obra: El desarrollo del capitalismo en Rusia, cuya elaboración se inició en enero de 1896 y finalizó su redacción en 1899, habiéndose publicado en el mismo año. Tras tres años de trabajo, recibió 1.500 rublos por los derechos de autor del libro, lo que equivalía entonces a unos 10 años de salario de un trabajador.
El tomo terminaba con un artículo “Una crítica no crítica” en respuesta a P. Skvortsov, un “marxista legal” que publicó un artículo crítico al libro El desarrollo del capitalismo en Rusia.
Lenin comenzó a estudiar este libro a la edad de 26 años, en prisión, mientras esperaba la definición de su lugar de exilio en Siberia.
Dos veces por semana, a lo largo de 1896, recibió en prisión paquetes de libros, traídos por su hermana, de las bibliotecas públicas.
En el exilio, siguió pidiendo prestados libros de las bibliotecas públicas y comprando libros con estadísticas del campo ruso.
Exiliado en el pueblo de Shúshenskoe, distrito de Minusinsk, provincia de Yeniseisk, cerca de Mongolia, continuó trabajando en la preparación del libro El desarrollo del capitalismo en Rusia.
En diciembre de 1897, Lenin solicitó libros de filosofía de Marx y Engels y la Crítica de la filosofía del derecho, de Hegel. Por tanto, la afirmación de biógrafos más recientes de que Lenin no conocía las obras de Hegel es dudosa. Según esta interpretación, Lenin no vio la necesidad de estudiar la dialéctica hegeliana hasta 1914, cuando superó su “crudo materialismo”. Se trata de una subestimación del pensamiento de Lenin, quien estudió en profundidad el Libro I de El Capital para escribir sus primeros escritos sobre Rusia, entre ellos el estudio de la dialéctica materialista, que fue la base del “Desarrollo del capitalismo en Rusia”, que ahora reseñamos.
En junio de 1898 finalmente recibió un baúl con libros encargados que tardó un año en llegar.
En octubre de 1898 envió una carta a su madre, María Alexándrovna Uliánova, donde le anunciaba que había terminado el borrador del libro El desarrollo del capitalismo en Rusia.
En este libro, Lenin cita más de 500 libros, artículos, estudios científicos y materiales estadísticos.
Explicó su método de trabajo para preparar el libro en una carta de 1896:
“La lista de libros está dividida en dos partes, tal como lo estará mi trabajo: A. -Parte teórica general. Requiere menos libros, por lo que, de cualquier modo, confío escribirla, aunque exige mayor trabajo previo. B. -Aplicación de los principios teóricos a la situación concreta rusa. Esta parte exige muchos libros. Lo más difícil de obtener es: 1) publicaciones de los zemstvos. Dicho sea de paso, tengo parte de ellas, parte podrá conseguirse (las monografías breves) y parte obtenerse por intermedio de los estadísticos conocidos; 2) publicaciones oficiales: trabajos de comisiones, informes y actas de congresos, etc. Todas estas publicaciones son importantes y conseguirlas resultará más difícil. Algunas están en la biblioteca de la Sociedad Económica Libre, creo que incluso la mayor parte.
(…)
Tengo ahora todo lo necesario, y aún más de lo necesario. La salud es totalmente satisfactoria. Hasta consigo aquí el agua mineral: la traen de la farmacia el mismo día que la encargo. Duermo unas nueve horas diarias y en el sueño veo distintos capítulos de mi futuro libro.”
A finales de 1898 comenzó la impresión de su libro El desarrollo del capitalismo en Rusia. Lenin pidió que se enviaran pruebas del libro para ver si había que hacer alguna corrección.
El 31 de marzo de 1899 salió de la imprenta la primera edición de El desarrollo del capitalismo en Rusia. Proceso de conformación del mercado interior de grandes industrias, con la firma de Vladímir Ilín. La primera edición fue de 2.400 ejemplares, que se agotaron rápidamente.
En abril de 1899, el periódico Russkie Védomosti publicó un anuncio sobre la aparición del libro: «Vladimir Ilin. – El desarrollo del capitalismo en Rusia. Proceso de formación del mercado interior para la gran industria. Precio 2 rublos 50 kopeks, 480 páginas».
En 1905-1907, Lenin preparó la segunda edición de su libro, donde introdujo sustanciales adiciones en varios capítulos.
Este libro fue una base fundamental del partido que se estaba creando. Lenin argumentó que el programa debería comenzar con una explicación científica de la sociedad rusa (características económicas fundamentales del sistema, las clases fundamentales en lucha, el objetivo estratégico y la táctica del partido). Una parte importante de estos objetivos era librar una lucha ideológica, teórica y programática con los populistas (que era el movimiento de izquierda más grande en ese momento), oponiéndose a la cosmovisión marxista. A partir de esta elaboración, se definió al proletariado como la clase dirigente de la revolución rusa y también se definió el sector fundamental de intervención del partido (el proletariado industrial) y las posibles alianzas de clases en Rusia en ese momento (y las condiciones para realizar estos acuerdos y alianzas).
El libro mostraba que Lenin siempre trabajó teóricamente al servicio de la acción del partido, tratando de utilizar el marxismo como guía para la acción del partido, uniendo la ciencia social marxista con la lucha espontánea del movimiento obrero.
Casi no hay libros de Lenin que no sean comprensibles para cualquier trabajador interesado en la lucha revolucionaria. Lenin escribió para formar combatientes para la lucha proletaria. Escribió para formar una intelectualidad de la clase obrera.
A continuación, presentamos una reseña del libro, por capítulos:
En el primer capítulo, Lenin analizó los fundamentos teóricos de la economía política, basándose en El capital, de Karl Marx, donde analizó la relación entre el capitalismo mercantil (primera fase del capitalismo), que correspondía, en la Rusia de la época, a la transición de la industria manufacturera a su fase más alta, el capitalismo industrial mecanizado. En esta primera fase mercantil se produce una división social del trabajo, donde el trabajo agrícola se diferencia en muchos trabajos industriales artesanales, provocando una división social del trabajo y un mercado interno. La propia agricultura se ha convertido en una industria, ya que libera a los campesinos para procesar alimentos de forma industrial y para el mercado. Como resultado, la población rural disminuyó y la población de las ciudades aumentó, donde el agricultor se convirtió en proletario al ser expropiado de su propiedad. También se formó una burguesía rural, que contrataba empleados para trabajar en sus fincas al tiempo que abría pequeñas industrias rurales que procesaban su producción agrícola. Esta diferenciación entre burguesías y proletarios creó el mercado interno, ya sea a través de un mayor consumo por parte de burguesías y proletarios, ya sea a través del consumo de medios de producción por parte de la burguesía, que dio un salto hacia la nueva rama productiva: la de los medios de producción. Los populistas afirmaron que como el capitalismo conducía al empobrecimiento del proletariado, el capitalismo no podía desarrollarse debido a la atrofia del mercado interno, porque no había nadie para consumir los productos del trabajo. Por lo tanto, según ellos, el capitalismo tendría que ir al mercado extranjero, ya que no tenía futuro en las condiciones de Rusia en ese momento. Con base en El Capital, Lenin desmontó este argumento diciendo que el capitalismo creó su propio mercado interno al colocar como central la producción de los medios de producción (capital constante – máquinas y equipos), generando un sistema que tiene la producción por la producción, diferente a todos los otros modos de producción anteriores, cuyo centro era el consumo de valores de uso (que se producían en la familia o comunidad cerrada por encargo) y no la producción de bienes a gran escala para consumidores desconocidos. Evidentemente, un sistema de este tipo tiene que basarse en enormes desigualdades que se combinan en el mercado mundial. El sistema capitalista se mueve a través de contradicciones entre producción y consumo, entre producción social y apropiación privada, entre fuerzas productivas y relaciones de producción –propiedad privada–, la socialización de la producción mundial y las fronteras nacionales. Lenin demostró que el error de los populistas y de la economía política clásica es que no vieron el papel central del capital constante en este sistema y cómo crea el mercado interno a través de saltos en el crecimiento de las fuerzas productivas de la sociedad mientras aumenta el proletariado, que se empobrece – negando la democratización de los logros técnicos para la clase trabajadora – al tiempo que aumenta la acumulación de capital en unas pocas manos.
“La contradicción entre la tendencia a un ensanchamiento ilimitado de la producción y el consumo limitado no es la única del capitalismo, que, en general, no puede existir y desarrollarse sin contradicciones. Las contradicciones del capitalismo atestiguan su carácter históricamente transitorio, ponen en claro las condiciones y causas de su descomposición y transformación en la forma superior, pero en modo alguno excluyen la posibilidad del mismo ni su carácter progresivo en comparación con los sistemas precedentes de economía social.”
Otra cuestión crucial tenía que ver con la controversia sobre el carácter progresista del capitalismo en Rusia: para Lenin era una cuestión relativa:
“Esa necesidad muestra palpablemente la labor histórica progresiva del capitalismo, que destruye el viejo aislamiento y el carácter cerrado de los sistemas económicos (y, por consiguiente, la estrechez de la vida espiritual y política), que liga todos los países del mundo en un todo económico único.” Portanto, para Lênin, o papel do capitalismo na socialização da produção no país e no mundo era revolucionário e progressivo em relação aos sistemas feudal ou escravista.
El capítulo 2 trata de la diferenciación de clases del campesinado. Aquí Lenin analizó las formas específicas del surgimiento de clases sociales en el campo ruso. Fue una aplicación del método marxista que partió de principios teóricos, pero estudió los elementos específicos y originales del proceso ruso: 1. El entorno económico-social del campesino ruso (incluida la “Comuna rusa”) ya era una economía mercantil, donde todas las contradicciones propias de este tipo de economía capitalista (competencia entre productores, compra y arrendamiento de tierras por parte de una minoría de campesinos ricos, concentración de la producción en manos de la burguesía rural, expropiación de la mayoría de los campesinos, transformándolos en proletarios) ya predominaban en el campo ruso. Lenin, polemizando con los populistas demostró que
“Atribuimos a esta conclusión una importancia cardinal, y no sólo en el problema del capitalismo en Rusia, sino también en lo que se refiere a la significación de la doctrina populista en general. Precisamente esas contradicciones nos muestran de manera patente e irrefutable que el régimen de las relaciones económicas en la aldea de la «comunidad» no representa en modo alguno un tipo económico especial («producción popular», etc.), sino un tipo pequeño burgués corriente. Contrariamente a las teorías reinantes en nuestro país durante el último medio siglo, el campesino comunal ruso no es antagónico con respecto al capitalismo; es, al contrario, su base más profunda y más firme”.
Que el desarrollo de estas contradicciones condujo a una diferenciación de clases entre los campesinos (la “descampezinación”), “la destrucción radical del antiguo régimen patriarcal campesino y la formación de nuevos tipos de población rural”. Estos tipos son la burguesía rural (principalmente como pequeña burguesía) y el proletariado rural, los trabajadores agrícolas asalariados. La burguesía rural (campesinos acomodados) producía agricultura comercial y poseía industrias y negocios. Esta burguesía rural pasó a ser preponderante en el campo y “señora de la aldea”. El otro tipo preponderante fue el proletariado rural (campesinos pobres, jornaleros, peones, etc.), que, al no poder tocar sus tierras, las alquilaron a los ricos y terminaron, para sobrevivir, obligados a vender su fuerza de trabajo. Entre uno y otro está el campesino medio. Su finca sólo garantizaba su supervivencia y precisamente por eso era muy inestable. Cualquier sequía prolongada convertía a una gran proporción en proletarios. Lenin concluyó, siempre apoyado en Marx, que “la diferenciación de los campesinos crea el mercado interno capitalista”, donde los nuevos proletarios aumentaron su gasto en bienes de consumo y la nueva burguesía invirtió gran parte de su dinero en forma de capital, comprando medios de producción, desarrollando su explotación y abriendo nuevas ramas industriales y comerciales. Todo este movimiento hacia la economía capitalista seguía, sin embargo, impulsado por el capital mercantil y usurero:
“Las tesis fundamentales de la concepción de Marx a este respecto son las siguientes: 1) el capital comercial y el usurario por un lado, y el capital industrial [es decir, el capital invertido en la producción, bien sea agrícola o industrial] por otro, representan el mismo tipo de fenómeno económico abarcado por la fórmula: compra de mercancía para venderla con ganancia (Das Kapital, I, 2. Abschnitt, capítulo 4, en especial págs. 148-149 de la segunda edición alemana). 2) El capital comercial y el usurario preceden siempre históricamente a la formación del capital industrial y lógicamente son condición necesaria de ella (Das Kapital, III, 1, S. 312-316; trad. rusa, págs. 262-265; III, 2, 132-137, 149; trad. rusa, págs. 488-492, 502), pero ni el capital comercial ni el usurario representan aún de por sí una condición suficiente para el nacimiento del capital industrial (es decir, de la producción capitalista); no siempre descomponen el viejo modo de producción sustituyéndolo por el modo capitalista; la formación de este último «depende por completo del grado histórico de desarrollo y de las circunstancias dadas».
En Rusia, este capital mercantil precedió y promovió al mismo tiempo la dominación del capital industrial (compra de tierras para vender el producto en el mercado), que estaba en pleno desarrollo en el campo. Sin embargo, este desarrollo del capitalismo en el campo ruso se vio frenado por estructuras feudales, como la sujeción de los campesinos a la tierra, el pago en trabajo, la usura, la prohibición de movimiento entre regiones, la prohibición de la venta de lotes individuales, el pago por el derecho a la posesión de parcelas individuales en usufructo, que los campesinos debían pagar a la comunidad y al gobierno, etc. Lenin vio, en estas tierras comunales, elementos positivos de la propiedad de la tierra, pero advirtió que estaban en proceso de descomposición, debido a la diferenciación social interna de la propia comunidad campesina. Los populistas apostaban por la propiedad comunal de la tierra (que todavía existía en una parte importante del territorio ruso) sin ver que la penetración del capitalismo en todos los ámbitos rurales estaba minando esta “Comuna Rural”, diferenciando estas comunidades entre burguesía y proletariado rural.
El capítulo 3 se denominó “Paso de los propietarios de tierra de la economía basada en la prestación personal a la capitalista” donde Lenin continúa analizando las formas específicas de desarrollo del capitalismo en el campo ruso. La “economía de pago en trabajo, no asalariado” mantenía la servidumbre feudal en el campo, cuando el noble terrateniente entregaba parcelas de tierra a los campesinos a cambio de trabajo en sus tierras: pago en forma de trabajo. El noble entregó parte de la tierra a la comunidad en usufructo ya que era la única forma de tener obreros trabajando en sus tierras. Seguía siendo una economía natural, donde el trabajador estaba atado a la tierra. En este sistema, el campesino tenía sus propios medios de producción, que utilizaba en las tierras del señor feudal. Este terreno cedido en usufructo a la “Comuna” era un “salario pagado en especie”, una institución típica de los sistemas precapitalistas. El sistema capitalista, a diferencia de estos sistemas anteriores, expropiaba tierras a los campesinos para obligarlos “libremente” a asalariarse, mientras que en el sistema patriarcal los nobles entregaban la tierra como condición para tener un trabajador a su disposición, sin pagar salario. Aquí el campesino dependía totalmente del terrateniente y sólo se le permitía pasar de una región a otra con pasaporte, estaba sujeto a castigos corporales, etc. La abolición de la servidumbre en 1861, con la reforma campesina, socavó el sistema patriarcal. Se llevó a cabo una reforma agraria que separó las tierras del terrateniente de las tierras del campesino, quienes recibían un “nadiel” (pedazo de tierra) a cambio de un “bono solidario”, donde este terreno era pagado (“rescate”) regularmente con el trabajo de los campesinos. Según Lenin, se estableció una transición que reunió los rasgos del sistema patriarcal con el capitalismo, siendo este último el más dinámico, que se fue tragando al otro, con un salto en el uso de maquinaria que revolucionó la producción rural y el sistema salarial pagando el doble del “pago en trabajo”. Aquí se muestra a Lenin utilizando el método marxista, la concepción materialista de la historia, la dialéctica, para establecer una visión del sistema agrícola en Rusia en movimiento, de un sistema a otro, histórico, dentro de la totalidad mundial. Analizó las contradicciones de la sociedad en su movimiento, para encontrar la formación de clases sociales en el campo ruso. Los populistas, por el contrario, partieron de un prejuicio (“el capitalismo no tiene futuro en el campo ruso porque el campesino tiene la propiedad comunitaria de la tierra”) y negaron esta diferenciación de clases que estaba surgiendo en la base material de la sociedad rusa y que expresaba en la superestructura política del país. Al defender la “comuna rural” (sujeta y dominada por los terratenientes), los populistas terminaron defendiendo la vieja economía patriarcal, con el pago en trabajo, el sometimiento del campesino al terrateniente, el pago del “depósito solidario”, la obligación a trabajar gratis para el noble y además sujeto a malos tratos y a la prohibición de cambiar de lugar de residencia. Así, los populistas crearon una idealización de la vida patriarcal rusa, el pago en trabajo y otros restos feudales de la producción campesina, una idealización de la explotación medieval, de los rasgos reaccionarios de la pequeña burguesía, porque creían que tal sistema garantizaría la unión del campesino con sus medios de producción. Por tanto, intentaron hacer retroceder la rueda de la historia. Los marxistas, por el contrario, analizaron el carácter progresista de estas relaciones capitalistas en relación con la sociedad feudal, ya que impulsó la revolución en el uso de las máquinas y del trabajo asalariado en el campo, que ya se había convertido en mayoritario. Al desarrollar las fuerzas productivas impulsó la socialización del trabajo a través de grandes empresas y maquinaria moderna y generó, al mismo tiempo que separó, las dos clases fundamentales de la sociedad capitalista: la burguesía y el proletariado. La intensificación del trabajo aumentó, la jornada laboral llegó a ser de 15 horas diarias, en pésimas condiciones de trabajo y de vida. “Los hechos nos dicen, en efecto, que el vasto movimiento orientado a transformar la técnica agrícola comenzó sólo en el período posterior a la Reforma, período de desarrollo de la economía mercantil y del capitalismo. La competencia y la dependencia del agricultor respecto al mercado mundial creadas por el capitalismo convirtieron en necesidad la transformación de la técnica, que la caída del precio de los cereales ha extremado”. Con el uso de máquinas en la producción agrícola aumentó la intensidad del trabajo de los trabajadores rurales, aumentó la jornada laboral, el uso de mujeres y niños en la producción y el trabajo nocturno. Creó un ejército de reserva industrial en el campo de aproximadamente dos millones de proletarios rurales de un total de 6,3 millones de trabajadores agrícolas. Así, más de la mitad de los campesinos ya se habían proletarizado y trabajaban para la burguesía rural y los nobles terratenientes.
El capítulo 4 trata del crecimiento de la agricultura comercial y de las formas específicamente rusas de este crecimiento. Lenin partía de un hecho: el crecimiento de la agricultura comercial aumentó la productividad social y la cantidad de cereales cosechados al tiempo que existía una división social del trabajo, con el aumento de la población industrial y comercial y la división de la población agrícola entre empresarios y proletarios rurales. Analizó cada rama de la agricultura y su transformación en agricultura capitalista: la agricultura cerealista, la ganadería, la lechería, el lino (tejidos) y la industrialización de la patata, el alcohol, el azúcar, la harina, el aceite de oliva, el tabaco, la horticultura y la fruticultura. Esta agricultura capitalista no se limitaba únicamente a las pequeñas propiedades: la mayoría de las granjas tenían más de 1000 hectáreas y empleaban a miles de trabajadores agrícolas (con un promedio de más de 100 trabajadores por granja). La gran hacienda capitalista absorbió la producción de la pequeña propiedad, que producía en asociación con el gran agricultor industrial-intermediario. En general, donde prevalecía el sistema anterior y la pequeña propiedad, el nivel de vida era relativamente peor que en las condiciones de la agricultura comercial, ya que el pequeño agricultor tenía un nivel de vida y unos ingresos inferiores a los del proletario rural. Pero mientras los ingresos de los propietarios aumentaban, con el aumento de la producción y la mejora de la tecnología, se producía un empeoramiento de la alimentación, de las condiciones de trabajo y la ruina de los campesinos pobres. Aparecieron las figuras de los campesinos sin tierra y de los mendigos: “El progreso de la agricultura comercial empeora la situación de los grupos inferiores de campesinos y los expulsa definitivamente de las filas de los agricultores.”
Lenin identificó la transformación de la agricultura en una rama industrial capitalista, al procesar productos agrícolas, donde las propias granjas producían la materia prima extraída de la tierra o vendían su producción a industriales ya establecidos. El progreso de la agricultura comercial estimuló la demanda de trabajadores agrícolas asalariados y, con la difusión de la maquinaria en el campo, el uso de mano de obra femenina e infantil. De esta manera se produjo la “decampesinización” y el sistema económico semifeudal se transformó del pago por trabajo al pago de salario por un día determinado. Lenin concluyó este capítulo destacando: 1. El carácter creciente de la evolución de la agricultura hacia una empresa comercial e industrial, especializada en un producto específico para su venta en el mercado. 2. Que este crecimiento de la agricultura capitalista creó el mercado interno del capitalismo. 3. Tuvo el significado histórico de una “gran fuerza progresista” al superar los hitos del estancamiento secular de la economía feudal y patriarcal (con el sometimiento del campesino a la tierra del terrateniente/noble, con el sistema feudal de pago en trabajo, castigos corporales, condena a trabajar en obras públicas, etc.) y creó la gran industria capitalista que impulsó el desarrollo de las fuerzas productivas y la posterior división nacional e internacional entre clases sociales, socializando la producción a nivel nacional e internacional, propiciando el crecimiento de ciudades y rompiendo con la brutalización y el aislamiento de la vida rural-feudal-patriarcal: “…sin la movilidad de la población es inconcebible el desarrollo de su conciencia y actividad.”
Sin embargo, al mismo tiempo, el capitalismo exacerbó las contradicciones inherentes al sistema, como las violentas crisis cíclicas que afectan al sistema, las cuales, después de hacer caer la producción, generan un impulso aún mayor para el desarrollo de la producción mundial y la socialización del trabajo, donde las pequeñas empresas en crisis son absorbidas por el gran capital. El surgimiento y desarrollo del capitalismo generó el fortalecimiento de una minoría burguesa poderosa y rica, que concentró los medios de producción en sus manos y generó el empobrecimiento de la clase trabajadora en el otro extremo, creando un ejército industrial de desempleados, cuya función era degradar los salarios del conjunto de la clase trabajadora. Durante toda una parte de este capítulo, Lenin se refirió a la polémica sobre la “Comuna rusa” y a la opinión de Marx al respecto: para los populistas “El principio de la comunidad impide que el capital se apodere de la producción agrícola«.
Sin embargo, Marx demostró en El Capital que el sistema capitalista se apoderó de todas las formas económicas precapitalistas y las subordinó a su sistema, como ocurrió en América, donde subordinó las formas feudales y esclavistas al mercado mundial capitalista en formación. Marx señaló que “la propiedad comunal es un complemento de la pequeña propiedad”. Los populistas anteponen una forma de propiedad de la tierra a otra al preguntar: “¿comunidad o capitalismo?” cuando se vio en Rusia en el momento en que el capitalismo penetró en la “comuna rusa”[1] y produjo una diferenciación de clases entre el campesinado. Lenin decía que el centro de la discusión no es la forma de posesión de la tierra:
“La cuestión de veras importante no se refiere en modo alguno a la forma de posesión de la tierra, sino a los vestigios puramente medievales que continúan gravitando sobre los campesinos: el carácter cerrado de la comunidad campesina como institución estamental, la caución solidaria, las contribuciones desmesuradamente altas que pesan sobre la tierra campesina, sin comparación con los impuestos con que se gravan las tierras de propiedad privada, la falta de libertad completa para la movilización de las tierras campesinas y la restricción de la libertad de movimiento y de migración. Todas estas caducas instituciones, que no garantizan en absoluto al campesino contra la diferenciación, conducen únicamente a multiplicar las diversas formas de pago en trabajo y de explotación usuraria, a retener en enorme escala todo el desarrollo social.”
Los populistas utilizaron citas de Marx, en abstracto, para deducir que el capitalismo era incompatible con la propiedad comunal de la tierra y la agricultura racional. Por tanto, creían que el capitalismo no se establecería en Rusia. Sin embargo, Marx afirmó “el papel histórico progresista del capitalismo en la agricultura”:[2]
“Por su naturaleza misma, la pequeña propiedad de la tierra excluye el desarrollo de las fuerzas productivas sociales del trabajo, las formas sociales del trabajo, la concentración social de capitales, la ganadería en gran escala y la aplicación progresiva de la ciencia.
«La usura y el sistema de impuestos deben llevarla en todos los sitios a la ruina. El empleo de capital para la compra de tierra quita este capital a la agricultura. Infinita dispersión de los medios de producción y aislamiento de los mismos productores. Dilapidación inmensa de la fuerza humana. El empeoramiento progresivo de las condiciones de producción y el encarecimiento de los medios de producción constituyen una ley necesaria de la pequeña propiedad. Para ese modo de producción, los años de buena cosecha representan una desgracia» (III, 2, 341-342. Trad. rusa, 667).[3]
«La pequeña propiedad del suelo supone que la inmensa mayoría de la población es rural, que el trabajo individual predomina sobre el social; que, por consiguiente, eso excluye la diversidad y el desarrollo de la reproducción, es decir, de sus condiciones materiales y espirituales, excluye las condiciones de un cultivo racional» (III, 2, 347. Trad. rusa, 672).[4]
[Lenin sigue, refiriéndose a Marx] Lejos de cerrar los ojos a las contradicciones propias de la gran agricultura capitalista, el autor de estas líneas [Marx], por el contrario, denunciólas implacablemente, sin que ello le impidiera estimar el papel histórico del capitalismo.
«…Uno de los grandes resultados del modo capitalista de producción estriba en que éste, por una parte, transforma la agricultura, de una ocupación empírica, mecánicamente transmitida por herencia, de la parte menos desarrollada de la sociedad, en un empleo consciente y científico de la agronomía en la medida que esto es posible con la propiedad privada del suelo; en que, por una parte, separa absolutamente la propiedad de la tierra de las relaciones de señorío y de esclavitud, mientras que, por otra parte, separa por completo la tierra, como condición de producción, de la propiedad del suelo y del propietario de la tierra… Por una parte, la racionalización de la agricultura, dando por primera vez la posibilidad de organizarla socialmente; por otra, la reducción al absurdo de la propiedad del suelo: tales son los grandes méritos del modo capitalista de producción. Lo mismo que sucede con sus restantes méritos históricos, también éste lo compra al precio del completo empobrecimiento de los productores directos» (III, 2, 156-157. Trad. rusa, 509-510).[5]
Incluso a pesar de estas advertencias de Marx, los populistas evitaron confrontarlo y prefirieron atacar a los “discípulos rusos”.
El capítulo 5 analizó las primeras fases del capitalismo en la industria rusa. La industria nació en el campo, de pequeños productores rurales que comenzaron a procesar los productos extraídos de sus fincas, para venderlos en el mercado. En esos primeros días, el capital comercial jugó un papel importante en la expansión de la industria campesina, en el largo camino desde la modesta industria nacional hasta la gran industria mecanizada. Esta pequeña industria fue creada por campesinos acomodados, un típico régimen pequeñoburgués, que creció hasta formar la gran burguesía rural y sólo fue posible gracias al surgimiento del proletariado rural, surgido de la descomposición general de la pequeña propiedad campesina pobre y de la conversión de pequeñas industrias campesinas en grandes industrias capitalistas. Lenin resume todo el proceso afirmando:
“El proceso de separación entre la industria y la agricultura va relacionado con la diferenciación de los campesinos, y se opera por .vías distintas en ambos polos de la aldea: la minoría acomodada monta empresas industriales, las amplía, mejora la agricultura, contrata braceros para el cultivo de la tierra, consagra cada vez una mayor parte del año a la industria y —en cierto grado del desarrollo de esta última— encuentra más ventajoso separar la empresa industrial de la agrícola, es decir, dejar la agricultura a cargo de otros miembros de la familia o vender las dependencias, el ganado, etc., y convertirse en pequeño burgués, en comerciante.
La separación entre la industria y la agricultura va precedida en este caso de la formación de relaciones capitalistas en la agricultura. En el otro polo de la aldea, la separación entre la industria y la agricultura estriba en que los campesinos pobres se arruinan y se transforman en obreros asalariados (industriales y agrícolas). En este polo de la aldea no son las ventajas de la industria, sino la necesidad y la ruina, lo que obliga a abandonar la tierra y no sólo la tierra, sino también el trabajo industrial independiente; el proceso por el que la industria se separa de la agricultura es aquí un proceso de expropiación del pequeño productor.”
El capítulo 6 analizó el avance de la manufactura capitalista en el campo ruso. La manufactura es una fase de la técnica de transición del capitalismo entre la artesanía y la industria basada en máquinas, donde ya existía una división avanzada del trabajo, pero aún con producción manual. A finales del siglo XIX y principios del XX, la manufactura se extendió por toda Rusia, especializándose ramas industriales por regiones e iniciándose la separación entre campo e industria, creándose sobre todo un proletariado originario del campo (a veces todavía propietario de pequeñas parcelas de tierra – “nadiel”), pero que ya no es un agricultor sino un trabajador asalariado. Esta manufactura se basó fundamentalmente en la industria “kustar” (industria que nació del procesamiento de productos agrícolas realizado por los propios agricultores), pequeña producción industrial, muchas veces utilizando el trabajo a domicilio, y que se convirtió en proveedora de mano de obra capacitada para la gran industria mecanizada y de ahí también surgieron los grandes industriales burgueses, que utilizaban esta industria en la producción subcontratada de partes del proceso productivo fabril. A pesar de ser una extensión (“secciones exteriores”) de los talleres industriales, el trabajo doméstico asumió un papel importante en el desarrollo de la manufactura en Rusia en ese momento porque evitaba el gasto de abrir talleres, reducía los gastos de alimentación de los trabajadores y permitía que las horas de trabajo fueran auto ampliables hasta 19 horas al día. En este capítulo, Lenin analiza datos sobre ramas industriales por región en Rusia. Esta manufactura adquirió una característica específica en Rusia porque se basaba en una pequeña industria rural (“kustar”), manteniendo la conexión de la industria con el campo. En este tipo de industria se prolongaba la jornada laboral y se reducía el nivel de vida y el consumo, enriqueciéndose a gran velocidad la burguesía comercial, convirtiéndose en la burguesía industrial.
“En todas las industrias que hemos examinado, estructuradas según el tipo de manufactura, la inmensa mayoría de los obreros no es independiente, se halla subordinada al capital, sólo percibe el salario y no posee ni las materias primas ni el producto terminado. En el fondo, la inmensa mayoría de los obreros de estas «industrias» son obreros asalariados, aunque esta relación no alcanza nunca en la manufactura la perfección y pureza que es propia de la fábrica. En la manufactura, con el capital industrial se entrelaza del modo más variado el comercial, y la dependencia en que el trabajador se halla con respecto al capitalista adquiere un sinfín de formas y matices, empezando por el trabajo asalariado en un taller ajeno, continuando con el trabajo a domicilio para el «patrono» y terminando con la dependencia en la compra de las materias primas o en la venta del producto. Junto a la masa de los obreros dependientes sigue siempre manteniéndose en la manufactura un número más o menos considerable de productores cuasi independientes. Pero todo este abigarramiento de formas de la dependencia no hace más que encubrir el rasgo fundamental de la manufactura, que la escisión entre los representantes del trabajo y del capital se manifiesta ya aquí con toda su fuerza. Cuando se produjo la liberación de los campesinos, esta escisión había sido ya consolidada en los mayores centros de nuestra manufactura por la sucesión de varias generaciones. En todas las «industrias» que antes hemos examinado vemos una masa de la población que no tiene ningún recurso para vivir, fuera del trabajo bajo la dependencia de personas de la clase pudiente, y, por otra parte, una pequeña minoría de industriales acomodados que tienen en sus manos (en una u otra forma) casi toda la producción de la zona. Este hecho fundamental es lo que da a nuestra manufactura un carácter capitalista muy acentuado, a diferencia de la fase anterior. También allí se daban la dependencia del capital y el trabajo asalariado, pero aún no habían cristalizado en ninguna forma firme, aún no habían abarcado a la masa de los industriales, a la masa de la población, no habían provocado la escisión entre los distintos grupos de personas que participaban en la producción.”
La manufactura, basada en la división sistemática del trabajo, simplificó las tareas industriales, preparando las operaciones mecanizadas de la gran industria, sin embargo, esta misma división del trabajo fomentó la pequeña producción industrial, incluso la subcontratación vía trabajo a domicilio. De esta manera específicamente rusa, la manufactura preparó las condiciones para la industria mecánica a gran escala, una fase en la que entró el capitalismo ruso a principios del siglo XX.
En general, hubo un aumento en el nivel de consumo de los trabajadores de estos centros industriales manufactureros, ya no agrícolas, que recibían salarios superiores al ingreso promedio de los campesinos pobres, vestían ropa de tela moderna, adquirían productos industriales como samovares (para fabricar té), aumento de la educación y la cultura en general. Sin embargo, esta mejora se compara con la situación de vida de los campesinos pobres y arruinados, porque, en general, la vida de los trabajadores y las condiciones laborales empeoraron con pésimas condiciones de higiene en el trabajo, jornadas laborales de 14 a 15 horas (llegando hasta 19 horas), adquiriendo todo tipo de enfermedades profesionales. Si para una pequeña porción de los trabajadores industriales hubo una mejora sustancial, para la clase trabajadora en su conjunto hubo un empeoramiento de las condiciones de vida y de trabajo (lo que se demuestra en el extenso ejército de reserva industrial), especialmente para los sectores más explotados y oprimidos del proletariado. El desarrollo del capitalismo en Rusia trajo consigo la ley del empobrecimiento general del proletariado (pobreza creciente) en proporción inversa al crecimiento de la acumulación de riqueza capitalista. “El empobrecimiento completo de la masa de productores, que es condición y consecuencia de la manufactura capitalista”. Siempre junto a las grandes fábricas, donde los salarios y las condiciones laborales son mejores, había una profusión de las pequeñas empresas donde reinaba la explotación brutal de los trabajadores, incluido el uso de mano de obra femenina e infantil. Las mejoras obtenidas fueron siempre logros de la lucha obrera, como fue el caso de la reducción de la jornada laboral, por ley, a 11 horas y media, en Rusia, en 1897. Nunca fue un regalo de la burguesía o de los nobles. Sin embargo, estos logros no se extendieron a todas las empresas, especialmente a las pequeñas fábricas “kustares” (con su complemento, el trabajo industrial realizado a domicilio), que empleaban alrededor de 4 millones de trabajadores, precisamente los sectores más explotados y oprimidos en condiciones degradantes, laborales, casi gratis. El trabajo industrial a domicilio, característico de la fase manufacturera del capitalismo, ocurre en todas las fases de este sistema. Por eso hoy, en el siglo XXI, está regresando: no es más que una expresión del uso del ejército industrial de reserva para incrementar la explotación del proletariado.
El capítulo 7 analiza la evolución desde la fase manufacturera del capitalismo ruso hasta la fase de la gran industria mecanizada. Lenin comienza definiendo esta fase del capitalismo:
“Al pasar a la gran industria maquinizada (fabril) es preciso, ante todo, dejar sentado que su concepción científica no corresponde en modo alguno al sentido corriente, en uso, de este término. En nuestra estadística oficial y nuestra literatura en general se entiende por fabrica toda empresa industrial más o menos grande, con un número más o menos considerable de obreros asalariados. En cambio, la teoría de Marx sólo llama gran industria maquinizada (fabril) a un grado determinado del capitalismo en la industria, precisamente al superior. El carácter fundamental y más esencial de esta fase es el empleo de un sistema de máquinas para la producción.[6] El paso de la manufactura a la fábrica representa una plena revolución técnica, que derroca el arte manual del maestro, acumulado durante siglos, y a esta revolución técnica sigue inevitablemente el cambio más radical de las relaciones sociales de producción, la escisión definitiva de los diferentes grupos de personas que participan en la producción, la ruptura completa con las tradiciones, la agudización y ampliación de todos los aspectos sombríos del capitalismo, y, al mismo tiempo, la socialización en masa del trabajo por el capitalismo. La gran industria maquinizada es, pues, la última palabra del capitalismo, la última palabra de sus «aspectos, positivos y negativos.”
Este salto en la producción fabril mecanizada encontró resistencia en las características de la economía feudal que aún prevalecían en algunas regiones industriales (la minería en los Urales, por ejemplo): las minas eran propiedad de terratenientes nobles, que utilizaban el monopolio de su nobleza para impedir la competencia y uso de “sus” campesinos como mano de obra, quienes recibían salarios en forma de pago por el trabajo, por el derecho a rescatar su pedazo de tierra. Debido a estas dificultades para el libre desarrollo del capital, la minería y el petróleo se trasladaron al sur de Rusia, donde representaban el 5% de la producción mundial de hierro.
En Rusia, tras la abolición de la servidumbre en 1861, se produjo un crecimiento vertiginoso de las grandes fábricas, que concentraban a la mayoría de los trabajadores:
NÚMERO DE TRABAJADORES EN GRANDES EMPRESAS CAPITALISTAS (EN MILES)
Años | en la industria manufacturera | en la industria minera | en los ferrocarriles | Total | Población urbana |
1865 | 509 | 165 | 32 | 706 | 6.100 |
1890 | 840 | 340 | 252 | 1.432 | 12.000 |
Así, el número de trabajadores que trabajan en grandes empresas capitalistas se duplicó en 25 años, creciendo mucho más rápido que la población general y urbana. Los trabajadores industriales representaban el 12% de la población urbana de Rusia en 1890. “En 1866, en las fábricas con 1.000 y más obreros había un 27% del total de los obreros de las grandes’ fábricas; en 1879, un 40%; en 1890, un 46%.” Según Lenin, esta concentración de trabajadores en las grandes fábricas rusas era mayor que la concentración de trabajadores en las grandes fábricas alemanas.
Los economistas populistas utilizaron datos estadísticos para poder probar su tesis de que el capitalismo no tenía posibilidades de prosperar debido al espíritu comunista del campesinado, relacionaron a los trabajadores industriales con toda la población de Rusia, para concluir que estos trabajadores representaban solo el 1% de la población. Por lo tanto, un “puñado insignificante” en comparación con la población rusa total.
Esta minimización ocultaba que en 1903 ya había 2.792.374 trabajadores industriales, mineros y ferroviarios que, sumados a los aproximadamente 4 millones de trabajadores de las industrias “kustares”, alcanzaban ya casi 7 millones de trabajadores industriales, sin considerar a los trabajadores agrícolas.
A partir de estos datos, Lenin amplió el estudio de la población en su conjunto y su relación con la producción, para determinar la ubicación de clase de la población rusa a partir del censo general de 1897 sobre la estadística de las ocupaciones de toda la población:
Ocupaciones | Independientes | Familiares | Total de población |
De ambos sexos | |||
a) Funcionarios y tropa | 1,5 | 0,7 | 2,2 |
b) Clero y profesiones liberales | 0,7 | 0,9 | 1,6 |
c) Rentistas y pensionistas | 1,3 | 0,9 | 2,2 |
d) Recluidos, prostitutas, de profesión indeterminada, desconocida | 0,60 | 0,3 | 0,9 |
Total de población no productiva | 4,1 | 2,8 | 6,9 |
Ocupaciones | Independientes | Familiares | Total de población |
De ambos sexos | |||
e) Comercio | 1,6 | 3,4 | 5,0 |
f) Transporte y comunicaciones | 0,7 | 1,2 | 1,9 |
g) Empleados privados, sirvientes, jornaleros | 3,4 | 2,4 | 5,8 |
Total de población semiproductiva | 5,7 | 7,0 | 12,7 |
Ocupaciones | Independientes | Familiares | Total de población |
De ambos sexos | |||
h) Agricultura | 18,2 | 75,5 | 93,7 |
i) Industria……. | 5,2 | 7,1 | 12,3 |
Total de población productiva | 23,4 | 82,6 | 106,0 |
Total | 33,2 | 92,4 | 125,6 |
De este censo, Lenin concluyó que:
“Desde este punto de vista, toda la población debe ser dividida en tres grandes apartados: I. Población agrícola. II. Población industrial y comercial. III. Población no productiva (más exactamente, que no participa en la actividad económica). De los nueve grupos aducidos (a-i) sólo uno no puede ser incluido directamente y por completo en ninguno de estos tres apartados fundamentales. Se trata del grupo g: empleados privados, sirvientes, jornaleros. Este grupo hay que distribuirlo aproximadamente entre la población comercial e industrial y la agrícola. Hemos incluido en la primera la parte de este grupo de la que se. indica que vive en las ciudades (2.500.000), y en la segunda, la parte que vive en el campo (3.300.000). Entonces obtenemos el cuadro siguiente de la distribución de toda la población de Rusia:
Población agrícola de Rusia | 97.000.000 (77,4%) |
Comercial e industrial | 21.700.000(17,2%) |
No productiva | 6.900.000(5,4%) |
Total | 125.600.000(100%) |
Y concluyó:
“Este cuadro deja ver con claridad, por una parte, que la circulación mercantil y, por consiguiente, la producción mercantil, están firmemente asentadas en Rusia. Rusia es un país capitalista. Por otra parte, se ve que Rusia está aún muy atrasada con relación a otros países capitalistas en su desarrollo económico.”
Ahora, Lenin comienza a separar clases sociales y sectores de clases:
“En los 97.000.000 de la masa campesina es preciso distinguir tres grupos fundamentales: el inferior, las capas proletarias y semiproletarias de la población; el medio, los pequeños propietarios pobres, y el superior, los pequeños propietarios acomodados. Más arriba hemos analizado con detalle los caracteres económicos fundamentales de estos grupos, como diferentes elementos de clase. El grupo inferior lo constituye la población desposeída y que vive en lo fundamental o a medias de la venta de la fuerza de trabajo. El grupo medio lo forman los pequeños propietarios pobres, pues el campesino medio, aun en el mejor de los años, apenas sale adelante, pero la fuente principal de subsistencia es aquí la pequeña hacienda «independiente» (supuestamente independiente, claro es). Por fin, el grupo superior son los pequeños propietarios acomodados, que explotan a un número más o menos considerable de braceros y jornaleros con nadiel y de obreros asalariados de toda clase en general.
La parte aproximada de estos grupos en la suma general es: 50%, 30% y 20%.”
Por tanto, en el campo la población agrícola se dividió de la siguiente manera: 48.500.000 habitantes proletarios y semiproletarios, 29.100.000 pequeños propietarios pobres y alrededor de 19.400.000 campesinos acomodados, ricos.
Para toda la población de Rusia, agrupando a la población agrícola, comercial e industrial y a la población no productiva, Lenin encontró la siguiente división de clases en toda la población rusa de 1897:
Toda la población | ||
Gran burguesía, terratenientes, altos funcionarios y demás | unos | 3.000.000 (2,3%) |
Pequeños patronos acomodados | « | 23.100.000(18,4%) |
Pequeños patronos pobres | « | 35.800.000(28,5%) |
Proletarios* y semiproletarios | « | 63.700.000(50,7%) |
Total | unos | 125.600.000 |
- Proletários são, pelo menos, 22 milhões.
Los aspectos positivos de esta fase capitalista fueron:
1. La división del trabajo se simplificó tanto que se generalizó el uso de máquinas en la producción industrial para reproducir movimientos repetitivos en la producción.
2. Esto permitió un salto en la productividad laboral, es decir, en la producción por trabajador.
3. Fomentó el ingreso de mujeres y adolescentes a la producción de bienes, aunque con fines de sobreexplotación terminó por impulsar la independencia de las mujeres frente a su esclavitud doméstica. En las fábricas de Rusia en 1890 ya había un 24% de mujeres trabajando en la producción.
4. Condujo al conocimiento social de la producción de riqueza, un salto en la contabilidad social de la producción.
5. La socialización completa de la producción de bienes, que rompió con la producción artesanal, individual, para la producción social, de toda una fábrica, de toda una rama productiva.
6. La internacionalización de la producción que se expandió por todo el mundo, donde la producción de una mercancía contaba con la participación de millones de trabajadores de varios países, con materias primas originarias de varios continentes.
7. Movimiento que rompió el estancamiento productivo medieval y destruyó las tradiciones patriarcales y pequeñoburguesas, el aislamiento y embrutecimiento de la vida rural y la dependencia total del campesino del señor feudal.
8. Elevar el nivel de vida de la población de las regiones industriales y su cultura, educación, etc.
9. Este salto en la socialización e internacionalización de la producción exigía, requería, cada día, una regulación internacional de la producción, un control social de la producción global de bienes que alcanzaba su apogeo en todo el mundo. Esta socialización es la base de la nueva formación económico-social socialista.
Los aspectos negativos (u “oscuros”, como dice Lenin) de esta fase superior del capitalismo fueron:
1. El uso generalizado de máquinas hace superflua una parte importante de trabajadores, generando un enorme ejército industrial de desempleados que presiona a la baja los salarios.
2. El uso generalizado de máquinas también provocó jornadas de trabajo más largas.
3. La aparición de todo tipo de enfermedades profesionales debido a la intensificación del ritmo de producción de bienes.
4. El salto en la acumulación de riqueza de la burguesía provocó el empobrecimiento general de la población, aunque hubo una mejora en las condiciones de vida y de trabajo en relación con las relaciones laborales patriarcales medievales.
Los populistas intentaron demostrar que la gran industria capitalista no prosperaría en Rusia debido a la fuerza de las pequeñas propiedades que mantenían vínculos con el campo y la propiedad comunitaria de la tierra.
“Así pues, los 3/4 de la última» (de toda la producción anual) corresponden a las empresas de un tipo relativamente pequeño. Las raíces de este fenómeno pueden estar en muchos elementos sustancialmente importantes de la economía nacional rusa. Se debe incluir aquí, entre otros, el régimen de posesión de tierras en la masa de la población agrícola, la vitalidad de la comunidad (sic!), que en la medida de sus fuerzas obstaculiza, en nuestro país el desarrollo de la clase profesional del obrero fabril. Con esto se combina (!) también la difusión de la forma doméstica de transformación de los productos, precisamente en aquella zona de Rusia (la central) donde principalmente se encuentran nuestras fábricas» (ibíd., cursiva del Sr. Kárishev).”
Así, los economistas populistas distorsionaron los datos para probar su tesis preconcebida. Los datos del cuadro siguiente demuestran una tesis contraria a la de los populistas:
Lista de fábricas con un valor de producción superior a 1000 rublos.
tipo | número de fábricas | % | número de obreros | % | valor de la producción anual | % |
grandes | 6.891 | 74,5% | 342.473 | 97,9% | 276.211.000 | 99,7% |
pequeñas | 2.366 | 25,5% | 7.327 | 2,1% | 987.000 | 0,3% |
total | 9.257 | 100,0% | 349.800 | 100,0% | 277.198.000 | 100,0% |
Fuente: Anuario del Ministerio de Hacienda.
Con estos datos, Lenin demostró que la gran industria concentraba el grueso de los trabajadores y el valor de la producción.
Sin embargo, la cuestión no se limitó a un problema cuantitativo: la gran industria permitió multiplicar el valor de la producción con el uso de máquinas, lo que modificó las relaciones entre la fábrica y el campo, disociando completamente uno del otro, mientras que la pequeña producción permaneció vinculado al campo y al trabajo manual. Son diferentes relaciones sociales de producción que se remontan a tres fases distintas de la producción industrial capitalista: la pequeña producción artesanal (campesina), la manufactura capitalista y la gran industria mecanizada.
“Las tres formas básicas de la industria antes señaladas se distinguen sobre todo por un estado distinto de la técnica. La pequeña producción mercantil se caracteriza por una técnica manual, completamente primitiva, que no cambió casi desde tiempos inmemoriales. El industrial sigue siendo campesino, que adopta por tradición los métodos de transformación de las materias primas. La manufactura introduce la división del trabajo, que aporta una transformación sensible de la técnica, convirtiendo al campesino en operario, en «obrero que hace piezas determinadas». Pero la producción manual se conserva, y, sobre su base, el progreso de los modos de producción se distingue inevitablemente por una gran lentitud. La división del trabajo se produce espontáneamente, se adopta también por tradición, como el trabajo campesino. Sólo la gran industria maquinizada introduce un cambio radical, echa por la borda el arte manual, transforma la producción sobre principios nuevos, racionales, aplica sistemáticamente a la producción los datos de la ciencia.
Hasta tanto el capitalismo no organizó en Rusia la gran industria maquinizada, y también en las ramas de la industria donde aún no la ha organizado, observamos un estancamiento casi completo de la técnica, vemos el empleo del mismo torno a mano, del mismo molino de agua o de viento que se utilizaba en la producción hace siglos. Por el contrario, en las ramas de la industria que la fábrica ha sometido a su influencia vemos una revolución técnica completa y un progreso extraordinariamente rápido de los modos de producción maquinizada.
En relación con el distinto estado de la técnica vemos diferentes fases de desarrollo del capitalismo. La pequeña producción mercantil y la manufactura se caracterizan por el predominio de las empresas pequeñas, de las que únicamente se destacan unas pocas grandes. La gran industria maquinizada desplaza definitivamente las empresas pequeñas.
Finalmente, el capítulo 8, llamado “formación del mercado interior”, esbozó un panorama general del desarrollo del capitalismo en Rusia, comenzando con el crecimiento del trabajo asalariado. Lenin estimó en 15,5 millones de proletarios, de los cuales 3,5 millones eran trabajadores agrícolas, 1,5 millones de trabajadores industriales, mineros y ferroviarios, 5 millones de asalariados generales, 1 millón de trabajadores de la construcción, 2 millones de trabajadores de extracción de madera, carga y descarga, peatones, 2 millones trabajadores que trabajan en casa. De este total, había 2,5 millones de mujeres y adolescentes en producción. Hubo un desplazamiento de trabajadores de la agricultura a la industria, creando grandes centros industriales que atrajeron a millones de trabajadores rurales, ya que ofrecían mejores salarios y una vida en ciudades con más derechos.
Los populistas afirmaron que el capitalismo no tenía futuro en Rusia debido al pequeño peso de los trabajadores en el país en su conjunto. Lenin respondió diciendo:
“Se ha puesto plenamente de relieve el papel dirigente del proletariado, así como que su fuerza en el movimiento histórico es inconmensurablemente mayor que su proporción numérica en la masa total de la población.”
Esta tesis resultó cierta tanto en las revoluciones de 1905 como en la de 1917.
Lenin también demostró que el desarrollo del capitalismo en Rusia podría ocurrir sin tener necesariamente un mercado externo. Pero, el salto en la industrialización del país obligó a los capitalistas a buscar mercados externos, a través de la colonización interna y externa, donde se colonizaron regiones enteras para exportar petróleo, minería, madera y productos alimenticios, vinos y otros productos que ocupaban un espacio importante en el mercado mundial. La industrialización y colonización del Cáucaso (Georgia, Armenia, Azerbaiyán, Chechenia, etc.), junto con otras regiones que componían Rusia, dieron un impulso al desarrollo del capitalismo en Rusia.
Lenin concluyó este capítulo explicando la “misión” del capitalismo en Rusia, su papel histórico en el desarrollo económico de Rusia:
“El reconocimiento del carácter progresivo de este papel es del todo compatible … con el reconocimiento pleno de los aspectos negativos y sombríos del capitalismo, con el reconocimiento pleno de las contradicciones sociales profundas y múltiples inevitablemente propias del capitalismo, contradicciones que ponen de manifiesto el carácter históricamente transitorio de este régimen económico. Precisamente los populistas —que tratan con todas las fuerzas de presentar la cosa como si el reconocer el carácter histórico progresivo del capitalismo significase ser su apologista…”
Esta es una afirmación importante de Lenin porque, en general, la idea es que Lenin era un defensor del capitalismo mientras que los populistas se oponían a este sistema. Nada más equivocado. Lenin reconoció el capitalismo como un sistema progresista en relación al sistema feudal que prevaleció en el país hasta 1861 y que mantenía, principalmente en el campo, relaciones de producción medievales. Los dos elementos centrales progresistas del capitalismo que nacía en Rusia fueron, en primer lugar, el desarrollo de las fuerzas productivas del trabajo social, que dio un salto a la fase de la gran industria mecanizada, dejando atrás el trabajo manual y la técnica primitiva (arado de madera, molinos de agua como fuerza motriz, confección manual de ropa). Otro aspecto importante del desarrollo de las fuerzas productivas, según Lenin, es el crecimiento de la fabricación de medios de producción (para el proceso de producción fabril) a un ritmo más rápido que la producción de medios de consumo en la sociedad. Esta es una característica central del sistema capitalista, que impulsa su desarrollo a pasos agigantados, producción tras producción, generando su propio mercado de consumo. Sin embargo, debido a que la producción es llevada a cabo por propietarios privados, sin planificación nacional e internacional, conduce a auges y crisis capitalistas cada vez más fuertes, donde el desarrollo de las fuerzas productivas (producción mecanizada a gran escala a nivel internacional) choca con las relaciones de producción, basadas en la propiedad privada de los medios de producción. En segundo lugar, el elemento progresista del capitalismo es la socialización del trabajo, que supera la producción dispersa en pequeñas empresas, propia del sistema anterior con consumo local restringido y producción individual y artesanal, creando un enorme mercado nacional e internacional. La producción individual para uno mismo o por encargo se convierte en producción para toda la sociedad y “cuanto más desarrollado está el capitalismo, más fuerte es la contradicción entre este carácter colectivo de la producción y el carácter individual de la apropiación”, contradicción central del capitalismo y que provoca crisis y la necesidad de avanzar hacia el socialismo, suprimiendo la gran propiedad burguesa y colocándola bajo control social. Esta socialización de la producción significa una concentración sin precedentes de la producción de bienes, tanto en la agricultura como en la industria, por un número cada vez menor de grandes empresas. Significa también superar la economía feudal, medieval, basada en el sometimiento del campesino a la tierra y a su señor feudal (noble, terrateniente), trabajando gratis para su señor, como forma de pago en trabajo por su parcela de tierra. (que pertenecía a la “Comuna” y fue entregada al campesino y su familia en usufructo. “En comparación con el trabajo de los campesinos dependientes o sujetos a explotación usurera, el trabajo de los trabajadores asalariados es un fenómeno progresista en todos los ámbitos de la economía nacional”. El capitalismo en Rusia atrajo a alrededor de 2,5 millones de mujeres para trabajar en las fábricas, un movimiento que debilitó a la antigua familia patriarcal, permitiendo a las mujeres ser independientes de los hombres, igualándolas en derechos aunque no las igualaban en términos de salarios. La industrialización de Rusia y la concentración de la población trabajadora en las grandes ciudades permitieron el aumento de la educación escolar y la conciencia de clase del proletariado, que pudo superar el capitalismo, como sociedad históricamente de transición, lo que creó las condiciones materiales para su superación por el socialismo.
Por tanto, la opinión de que Lenin defendió el capitalismo como un sistema progresista en sí mismo y que se desarrollaría a lo largo de una larga etapa no es más que un mito. Los apologistas del capitalismo en esta discusión fueron los “marxistas legales” (Struve, Tugán-Baranovski y otros) que utilizaron el marxismo como puente para fundar el partido Kadete, de la burguesía liberal-constitucionalista.
Las diferencias de Lenin con Struve y Plejánov en 1895
Aunque Lenin estaba de acuerdo con estos dos marxistas, especialmente Plejánov, quien fue el fundador de la primera organización marxista en Rusia e inspiró a Lenin en muchas de sus posiciones, su análisis de Rusia y su cosmovisión marxista ya diferían mucho del objetivismo fatalista de Struve cuánto del materialismo mecanicista de Plejánov. Estas diferencias quedaron evidentes en el libro «Contenido económico del populismo y su crítica en el libro del señor Struve» de 1895.
Al utilizar el marxismo, no como un dogma, sino como una herramienta para el análisis científico de Rusia, Lenin fue original.
Tenía la misma opinión que Struve de que la penetración del capitalismo en Rusia era progresiva, pero Struve creía que el capitalismo traería progreso y democracia a Rusia y que su implementación era inevitable, como una ley histórica ineludible, como una fase que cada país tendría que pasar. Era la rueda de la historia, que se movía del atraso al progreso.
Lenin atacó esta posición de objetivismo fatalista, que convirtió a Struve en un apologista del capitalismo. Lenin dijo esto en 1895, cuando Struve todavía era considerado un socialdemócrata, un marxista. Diez años después, Struve se convertiría en uno de los líderes del partido Kadete, el partido de la burguesía liberal rusa.
Lenin consideró la implementación del capitalismo en Rusia como progresista sólo en relación con el feudalismo: sacó al campesinado de su aislamiento rural y el desarrollo de las ciudades, el surgimiento del proletariado y la burguesía, abriría las condiciones para una lucha de clases abierta por el socialismo. Lenin tenía claro que, con el desarrollo del capitalismo en Rusia, la pobreza y el desempleo aumentarían en un extremo, mientras que la acumulación de capital aumentaría en el otro. Su progresismo radicaría únicamente en el hecho de que se demostraría que el capitalismo es simplemente una sociedad de clases, con profundas desigualdades sociales y una explotación brutal, que debería ser superada por el socialismo. Lenin derivó de esta visión que la tarea central de los marxistas era promover la lucha de clases contra los capitalistas, elevando la conciencia de clase de los trabajadores.
La diferencia con Plejánov, que en aquel momento era su dirigente (la mayoría de los historiadores dicen que era su “maestro”, a quien Lenin seguía con los ojos cerrados, en todos los aspectos políticos, filosóficos, teóricos y programáticos. Veremos que no era del todo así), es que Plejánov imaginaba la implantación del capitalismo en Rusia como una marcha inexorable de la historia con sucesivos modos de producción que iban del atraso a la modernidad, a la civilización.
“El socialdemócrata nada en la corriente de la historia”[7] y las causas del desarrollo histórico “no tiene nada que ver con la voluntad humana o la conciencia”.[8]
Ya en su cuarto libro, «Contenido económico del populismo y su crítica en el libro del señor Struve«, de 1895, Lenin se diferenciaba de esta visión marxista vulgar, dejando claro que el marxismo no estaba de acuerdo con «la creencia de que cada país debe pasar necesariamente por la fase capitalista«.
Esta apología del desarrollo capitalista hecha por Plejánov llevó a una posición diferente a la de Lenin respecto al enfrentamiento del proletariado con la burguesía rusa. Plejánov y Axelrod, líderes del grupo Emancipación del Trabajo, del que Lenin era partidario, criticaron la visión hostil de Lenin sobre la burguesía rusa, expuesta en este libro de 1895. Plejánov era partidario de la alianza del proletariado con la burguesía rusa y dijo en la cara de Lenin: “le estás dando la espalda a la burguesía, cuando deberíamos marchar junto con ella”.
Esta diferencia explotaría en toda su magnitud en la revolución de 1905, pero ya había salido a la luz en los debates programáticos del congreso de 1903, donde la alianza con la burguesía se convertiría, al cabo de dos años, en el eje central del programa menchevique.
Lenin también vio el papel de los narodniki como progresista, especialmente el aspecto democrático revolucionario de sus primeros líderes y no se negaba a utilizar el terror revolucionario en todas las circunstancias. Lenin dijo que, si las tácticas terroristas eran contraproducentes en este momento, podrían usarse en otras circunstancias. Lenin siempre reivindicó el lado heroico de los combatientes narodniki y aprendió mucho de sus métodos de clandestinidad. Por otro lado, para Lenin un acuerdo con la burguesía rusa era inaceptable, pero era admisible con el campesinado pobre que luchaba por la tierra.
Estas diferencias, que en 1895 eran embrionarias, adquirirían en el futuro una gran importancia, de la que hablaremos en su momento.
La polémica de Lenin con los populistas
La polémica de Lenin con los populistas fue de otro calibre: los populistas desempeñaron un papel progresista en la crítica al capitalismo, pero hicieron esta crítica desde el ángulo de la defensa de la sociedad patriarcal (feudal) en nombre de la vida campesina natural, de la “comuna rural rusa”. Los populistas atacaron a los marxistas diciendo que estaban en contra del campesinado y a favor del capitalismo y que no entendían las contradicciones del desarrollo del capitalismo en Rusia. Creían que el capitalismo no se desarrollaría en Rusia porque había agricultura y una industria campesina basada en la propiedad colectiva de la tierra, por lo tanto, los campesinos no cambiarían su vida regulada en el campo por la vida escandalosa y libertina de las ciudades:
“Es importante subrayar la entidad de nuestra conclusión en lo que respecta a la superpoblación relativa (o al contingente del ejército de reserva de los desocupados) creada por el capitalismo. Los datos concernientes al número total de los obreros asalariados en todas las ramas de la economía nacional descubren con especial evidencia el error básico de la economía populista al particular. Como hemos tenido ya oportunidad de señalar en otro sitio (Estudios, págs. 38-42*), este error consiste en que los economistas populistas (los señores V. V., N.-on y otros), que han hablado mucho de la «liberación» de los obreros por el capitalismo, no han pensado siquiera en investigar las formas concretas de la superpoblación capitalista en Rusia; después, en que no han comprendido en absoluto la necesidad de la enorme masa de los obreros de reserva para la propia existencia y el desarrollo de nuestro capitalismo. Mediante palabras doloridas y cálculos curiosos acerca del número de obreros «fabriles» han convertido una de las condiciones fundamentales del desarrollo del capitalismo en prueba de que el capitalismo es imposible, equivocado, carece de terreno propicio, etc.” (…) Sería un error profundo pasar por alto esta diversidad; sin embargo, en este error caen quienes razonan, como el Sr. V. V., que el capitalismo «se ha encerrado en un rincón de un millón o un millón y medio de obreros y no sale de él». (…) Por ello, ese «rincón» que parece a algún populista tan insignificante, encarna en realidad la quintaesencia de las relaciones sociales contemporáneas, y la población de este «rincón», es decir, el proletariado, es, en el sentido literal de la palabra, sólo la primera fila, la vanguardia de toda la masa de trabajadores y explotados. Por ello, únicamente examinando todo el régimen económico contemporáneo desde el punto de vista de las relaciones formadas en ese «rincón» se puede comprender las relaciones fundamentales entre los distintos grupos de personas que participan en la producción y, por consiguiente, advertir la orientación fundamental de desarrollo del régimen dado. Por el contrario, a quien se aparta de este «rincón» y examina los fenómenos económicos desde el punto de vista de las relaciones de la pequeña producción patriarcal, el curso de la historia le convierte, o en un soñador ingenuo, o en un ideólogo de la pequeña burguesía y los agrarios.
Los populistas creían que el socialismo ruso sería un producto automático de la “comuna rusa”, cuya vanguardia sería el campesino, el mujik ruso que, debido a la existencia de la propiedad comunal de la tierra, saltaría directamente del feudalismo al socialismo.
La historia ha dado un rotundo no a esta concepción socialista utópica: el capitalismo se desarrolló en Rusia, con todas las contradicciones que señaló Lenin en este libro. El campesino ruso no fue la vanguardia de la lucha por el socialismo e incluso después de la toma del poder por el proletariado fue un instrumento del renacimiento del capitalismo a través de la pequeña propiedad campesina, que no fue expropiada en los primeros años de la revolución, y fue la base de la contrarrevolución armada burguesa e imperialista, donde 17 ejércitos intentaron invadir Rusia y derrocar el poder soviético.
La discusión de Marx con los populistas
Algunos camaradas podrían pensar: ¿tiene algún sentido repetir estas controversias pasadas?
Sí, vale mucho la pena, principalmente porque un sector de la intelectualidad marxista está recuperando posiciones populistas para hoy. Y lo peor es que dicen que Marx tenía la misma visión que los populistas y no tenía ningún acuerdo con los marxistas rusos.
Este sector de la intelectualidad está liderado por Kevin Anderson, un académico estadounidense, y Marcello Musto, profesor y sociólogo italiano. Dicen que Marx, hacia el final de su vida, estudió mucho la Comuna Campesina Rusa y la vida campesina basada en la comunidad rural. Estos autores llegaron a la conclusión de que Marx creía que en Rusia era posible saltar directamente del feudalismo al socialismo, sin pasar por el capitalismo, basándose en la Comuna rural. De hecho, estos autores retoman en el siglo XXI la idealización de las comunidades campesinas indígenas y de las pequeñas propiedades rurales, así como del campesinado en general, de los indígenas en general, como motor revolucionario, en sustitución del proletariado.
La evolución del pensamiento de Marx y Engels frente a la “Comuna rusa”
Algunos marxistas creen erróneamente que esta evolución sólo ocurrió con el Marx “maduro”, en la década de 1880.
Pero, en El Capital vemos ya el análisis de la acumulación originaria en América que, tras la invasión europea, dio un “salto” de 5 mil años, del comunismo originario al capitalismo, sin pasar por una escala histórica.
Marx y Engels vieron la posibilidad de un salto histórico de este calibre en Rusia:
“La tarea del Manifiesto Comunista era proclamar la inminente disolución de la propiedad burguesa moderna. Pero en Rusia, frente al rápido florecimiento de las artimañas capitalistas y a la propiedad burguesa de la tierra que recién ahora comienza a desarrollarse, más de la mitad de la tierra está en posesión común de los campesinos. Ahora surge la pregunta: ¿puede la comunidad rusa, la aldea (…) pasar inmediatamente a la [forma] superior de posesión común comunista? O, por el contrario, ¿tendrá que pasar primero por el mismo proceso de disolución que constituye el desarrollo histórico de Occidente? La única respuesta posible hoy en día es la siguiente: si la revolución rusa se convierte en la palanca de una revolución proletaria en Occidente, de modo que las dos se complementen, la actual propiedad común rusa del suelo puede servir como punto de partida para el desarrollo comunista”.
Este fue un paso importante en la teoría marxista, en oposición al materialismo mecanicista, que veía a la sociedad desarrollándose en una noción de progreso histórico, desde el comunismo “primitivo” hasta el socialismo, pasando necesariamente por la esclavitud, el feudalismo y el capitalismo.
Sin embargo, Marx y Engels diseñaron esta posibilidad de “saltos” preservando la visión materialista y dialéctica, donde los hombres hacen la historia bajo ciertas condiciones que son independientes de su voluntad.
Por lo tanto, este salto no podría lograrse a través de las virtudes de la propiedad comunal de la tierra, sino debido a la existencia previa del capitalismo en Europa occidental, Rusia no tendría que pasar por la prueba del capitalismo, siempre y cuando la revolución rusa se convirtiera en un punto de partida para la revolución europea.
Nótese que también en este caso, Marx y Engels no contraponen la revolución democrática rusa con la revolución socialista en Europa occidental, sino que sitúan una relación de transformación de una revolución en otra, donde la revolución rusa sería una palanca, subordinada a la revolución europea.
El error teórico de Kevin Anderson y Musto ante los “saltos” y el “viejo Marx”
Estos autores extrajeron del contexto histórico la parte de la elaboración de Marx y Engels que cambió (los “saltos”) y olvidaron lo que quedó (la subordinación de la revolución democrática rusa a la revolución proletaria en Europa).
Para Musto, Marx empezó a tener una concepción política correcta a partir de 1881, porque a partir de entonces [Marx fue]: “Impulsado por la duda y la hostilidad hacia los esquemas del pasado….”
Anderson insinúa su posición: «el movimiento anticapitalista está buscando caminos ‘autónomos’ hacia una nueva sociedad”. (…) “la cuestión en 1881 era si las formas comunales podrían dar origen a nuevos tipos de socialismo”. (…) “Un nuevo tipo de revolución comunista”.
Para legitimar una posición de “nuevos sujetos” revolucionarios, eliminan, en el análisis, la base material de la sociedad, transformando a los indígenas/campesinos en la fuerza dirigente de un nuevo tipo de revolución, ni burguesa ni proletaria.
Lenin incorporó la revolución rusa como prólogo de la revolución europea
Lenin siguió de cerca este debate mientras escribía “El desarrollo del capitalismo en Rusia”. Como vimos anteriormente, no compartía la visión fatalista y mecanicista de Plejánov y coincidía en que, teóricamente, se pueden saltar etapas en el desarrollo histórico de un determinado país, incluida Rusia, pero ese salto no era lo que estaba ocurriendo en Rusia, sino que era en pleno desarrollo del capitalismo, apoyado en la división social del campesinado y la Comuna rusa.
Sin embargo, a diferencia de los populistas que veían una excepcionalidad en el camino de un socialismo nacional ruso, Lenin captó los fundamentos de la respuesta de Marx a Vera Zasúlich: “puede haber un salto en Rusia del feudalismo al socialismo, basado en la Comuna, siempre y cuando la revolución democrática rusa se combina con la revolución socialista europea, que la revolución rusa sea el prólogo de la revolución europea e internacional”.
Lenin se apegó a la respuesta de Marx (dando importancia al final de la declaración) y la convirtió en uno de sus ejes programáticos: la revolución rusa (por ser un país atrasado desde el punto de vista capitalista) será el prólogo (el detonante) de la revolución europea y mundial, con el proletariado ruso a la vanguardia, aliado con el campesinado pobre. Así, la revolución rusa podría ser una señal para la revolución europea, que a su vez alentaría la revolución rusa.
Los populistas buscaban un socialismo (nacional) ruso, con el campesinado como clase dominante (con sus tres sectores unidos: pobres, medios y burgueses) sin una alianza con el proletariado, por lo tanto, lucharon por un socialismo pequeñoburgués utópico.
En una carta de 1899, Lenin decía que las relaciones de intelectuales populistas, como Danielson, aunque fue traducido y publicado por marxistas alemanes, no eran tan “amistosas”. Según Plejánov, Engels pretendía “moler” (hacer polvo) a Danielson. Esta opinión demostraba que Lenin estaba plenamente consciente del debate de los populistas con Marx y Engels y de la correspondencia con Vera Zásulich, que pertenecía a la misma redacción de Iskra que Lenin.
Trotsky se refiere a este debate diciendo, en su libro “La juventud de Lenin”, que: “El propio Marx vio en la comuna rural del sistema ruso no un “principio” socialista, sino más bien un sistema histórico de servidumbre campesina y la base material del zarismo”.
UNA CRITICA NO CRITICA – 1900
Lenin escribió este artículo en respuesta a un artículo del «marxista legal» P. Skvortsov, sobre el libro El desarrollo del capitalismo en Rusia. Fue escrito en 1900, al finalizar su exilio en Siberia.
El artículo trataba fundamentalmente del método de trabajo (marxista X ecléctico), porque el artículo de Skvortsov atacaba el libro de Lenin sin hacer una crítica directa, sino utilizando un método de salirse por la tangente y utilizar citas de Marx – “la mitad de ellas ajenas al tema” – como argumento de autoridad.
Lenin dijo “el temible crítico retrocede del análisis de la realidad, concreta y con historia propia, a una simple copia de Marx.”
“Está claro sólo que mi pecado mortal estriba en la «traducción libre» o —debe ser— en que expongo a Marx «con mis palabras» según se expresa el Sr. Skvortsov en otro lugar del artículo. ¡Imagínense! ¡Exponer a Marx «con palabras propias»! El «auténtico» marxismo consiste en aprenderse El Capital de memoria y citarlo venga o no venga a cuento… à la Nikolái-on.”
Lenin no está satisfecho con el método de usar “lugares comunes completamente abstractos” y concluyó:
“Para terminar, unas palabras sobre la «ortodoxia», que no serán superfluas teniendo «en «cuenta que la intervención del Sr. P. Skvortsov en el papel de marxista «auténtico» hace especialmente necesaria la determinación más exacta posible de mi posición si se me permite expresarme así. Sin el menor deseo de colocar al Sr. B. Avílov junto al Sr. Skvortsov, encuentro preciso, sin embargo, referirme a un párrafo del artículo que el primero inserta en este mismo número de Naúchnoe Obozrenie. Al final del Postscriptum, el Sr. B. Avílov dice: «el Sr. Ilín (está) por la ‘ortodoxia’. Mas, al parecer, para la ortodoxia, es decir, la simple interpretación de Marx, hay aún mucho campo…» (pág. 2308).
Creo que las palabras que he subrayado son, probablemente, un lapsus, pues yo he dicho con precisión completa que por ortodoxia no comprendo en modo alguno la simple interpretación de Marx. En el mismo artículo a que se refiere el Sr. B. Avílov, tras las palabras «No, nos quedaremos mejor ‘bajo el signo de la ortodoxia'», se dice: «No vayamos a creer que la ortodoxia permite tomar cualquier cosa como artículo de fe, que la ortodoxia excluye la transformación crítica y el desarrollo ulterior, que permita cubrir las cuestiones históricas con esquemas abstractos. Si hay discípulos ortodoxos incursos en estos pecados, en verdad graves, la culpa recae por completo sobre esos discípulos, y en modo alguno sobre la ortodoxia, que se distingue por cualidades diametralmente opuestas» (Naúchnoe Obozrenie, 1899, núm. 8, 1579). Así pues, yo he dicho abiertamente que la aceptación de algo como artículo de fe, la exclusión de la transformación crítica y del desarrollo es un pecado grave, y para transformar y desarrollar, la «simple interpretación» es, a todas luces, insuficiente. El desacuerdo entre los marxistas partidarios de la llamada «nueva corriente crítica» y los partidarios de la llamada «ortodoxia» consiste en que unos y otros quieren transformar y desarrollar el marxismo en diferentes sentidos: unos quieren seguir siendo marxistas consecuentes, desarrollando las tesis fundamentales del marxismo de acuerdo con las condiciones que van cambiando constantemente y con las peculiaridades locales de los distintos países, y desarrollando más la teoría del materialismo dialéctico y la doctrina de la economía política de Marx; otros rechazan algunos aspectos más o menos importantes de la doctrina de Marx, se colocan, por ejemplo en filosofía, no al lado del materialismo dialéctico, sino al lado del neokantismo, y en economía política, al lado de quienes atribuyen un «carácter tendencioso» a ciertas doctrinas de Marx, etc.
Los primeros acusan a los segundos por ello de eclecticismo, y según mi modo de ver les acusan con completo fundamento. Los segundos califican a los primeros de «ortodoxos», y, al emplear esta expresión, no se debe olvidar nunca que se ha dado por los adversarios en la polémica, que los «ortodoxos» no rechazan la crítica en general, sino sólo la «crítica» de los eclécticos (que únicamente tendrían derecho a llamarse partidarios de la «crítica» en la medida en que en la historia de la filosofía la doctrina de Kant y sus seguidores se llama «criticismo», «filosofía crítica»). En ese mismo artículo mencioné a los escritores (pág. 1569, nota, y pág. 1570, nota) que, según mi opinión, son representantes del desarrollo consecuente e integral del marxismo, y no ecléctico, y que han contribuido a este desarrollo —tanto en el terreno de la filosofía y en el de la economía política, como en la historia y la política—, incomparablemente más, por ejemplo, que Sombart o Stammler, la simple repetición de las opiniones eclécticas de los cuales se considera ahora por muchos como un gran paso adelante. Apenas si tendré necesidad de añadir que los representantes de la tendencia ecléctica se han agrupado últimamente alrededor de E. Bernstein.”
Mientras estuvo en el exilio en Siberia, Lenin mantuvo correspondencia con sus camaradas en el extranjero, preocupado por la lucha teórica contra el revisionismo que se estaba manifestando en el marxismo en todas partes.
En una carta a Potrésov en 1898, desde su exilio, se quejaba de que los populistas escribían libros “contra el materialismo y la lógica dialéctica” y que Plejánov (que era el experto en filosofía del grupo y publicaba artículos filosóficos en la revista teórica del PSD alemán) debería responder en publicaciones rusas, “manifestándose en consecuencia contra el neokantismo” que expresaba el revisionismo de Bernstein, los “marxistas legales” y los populistas rusos. Lenin quería que estas opiniones filosóficas se publicaran en revistas rusas o incluso en un libro. Lenin dijo: «Debo confesar que no soy competente para abordar los problemas que plantea el autor [populista]».
En una carta al mismo destinatario, de 1899, Lenin expresa una opinión sobre el partido alemán, refiriéndose a su sector revisionista:
“En el sentido histórico-filosófico la tesis que plantea…es indiscutible, a saber, que entre nuestros actuales camaradas [alemanes] hay no pocos liberales disfrazados.”
En esta misma carta, cambiando de tema, Lenin recuerda a Potrésov que había opinado en un debate con Plejánov que la concepción materialista de la historia era un “método” y que Plejánov había replicado maliciosamente. Lenin reafirmó su opinión y dijo que Kautsky tenía la misma opinión que él.
Respecto a las controversias con los “economistas”, Lenin se queja de que el debate debería realizarse públicamente, por escrito, como lo haría a lo largo de su vida política:
“Considero que es extremadamente perjudicial que esta polémica con los ultraeconomistas no se haya ventilado en forma total y completa en la prensa: habría sido el único medio serio de aclarar las cosas y establecer algunas tesis teóricas exactas de principio. ¡En cambio, ahora reina un caos completo!”
En su carta de 1899 a Potrésov, Lenin insistió en que se debía responder al neokantismo (Bernstein y los economistas rusos, los “marxistas legales” y los populistas):
“Digo “no pude contenerme más”, porque tengo clara conciencia de mi falta de cultura filosófica y no me propongo escribir sobre esos temas hasta haber estudiado más. A eso precisamente me dedico ahora: comencé con Holbach y Helvecio y me propongo pasar a Kant. He conseguido las principales obras de los principales filósofos clásicos, pero no tengo los libros neokantianos (encargué sólo el de Lange). Comuníqueme, por favor, si Usted o sus camaradas los tienen y si los pueden compartir conmigo.”
Como puedes ver, Lenin continuó estudiando filosofía. Estamos en 1899, 15 años antes de la guerra, donde supuestamente Lenin se dio cuenta de su ignorancia en materia de filosofía y fue a leer a Hegel.
Luego, en la misma carta, Lenin atacó el surgimiento del “economicismo”.
“En general, soy adversario cada vez más decidido de la nueva “orientación crítica” en el marxismo, así como del neokantismo (que ha engendrado, dicho sea de paso, la idea de que las leyes sociológicas están separadas de las económicas). Tiene mucha razón Plekhánov em Ensayos sobre la historia del materialismo, cuando declara que el neokantismo es una teoría reaccionaria de la burguesía reaccionaria, y cuando se rebela contra Bernstein.”
Escribió el 20 de junio de 1899. Se mostró un líder súper preocupado por la lucha teórica, por la delimitación teórico-programática con las corrientes que pretendían revisar el marxismo.
El neokantismo expresaba un eclecticismo entre materialismo e idealismo, un abandono del peso de la base económica, material, como condicionante de la acción humana, depositando todo el peso en la “acción del hombre”, desconectada de la base material.
Krupskaya confirmó esta dedicación al estudio de la filosofía en 1899: “Vivíamos como siempre, Volodia leía con fruición todo tipo de filosofía (es ahora su ocupación oficial): Holbach, Helvetius, etc. Me burlo de él diciendo que pronto será terrible hablar con él, porque quedará impregnado de filosofía”.
Otra carta de Lenin, de 1899, en pleno exilio siberiano, mostraba otra faceta, que llevaría a lo largo de su vida: el cuidado y la atención a la salud de los militantes:
“A S. M. ARKANOV
31.X.99
Estimado señor doctor:
Si sus ocupaciones se lo permiten, ¿no tendría la bondad de acercarse esta tarde a ver a mi compañero enfermo, Oscar Alexándrovich Engberg (que vive en casa de Iván Sosipátov Ermoláev)? Lleva ya tres días en cama con fuertes dolores de vientre, vómitos y diarrea, por lo que pensamos si no será una intoxicación.
Acepte mi sincero respeto, Vladímir Uliánov”
[1] Comunidad formada por pequeños propietarios que recibieron parcelas de tierra con la reforma agraria de 1861, pero que debían pagar, en mano de obra, el valor de estas tierras a terratenientes y nobles.
[2] Lenin hace un comentario sobre las posiciones de los intelectuales populistas que estuvieron en contacto con Marx y Engels: “Sus comentarios sobre mi libro me dieron una gran alegría. De todos modos, pienso que Usted exagera cuando habla de traducirlo: dudo que los alemanes quieran leer algo tan lleno de hechos de importancia puramente local y secundaria. Es verdad que tradujeron a Danielson (pero entonces tenía ya gran fama y contaba probablemente con la recomendación de Engels, aunque este último se propusiera hacerlo polvo, según Plejánov.” Carta a A.N. Potrésov, de 27 de junho de 1899. Tomo 46, página 30.
[3] C. Marx. El Capital. C. Marx y F. Engels. Obras, t. 25, parte II, pág. 372.-353.
[4] C. Marx. El Capital. C. Marx y F. Engels. Obras, t. 25, parte II, pág. 378.-353.
[5] C. Marx. El Capital. C. Marx y F. Engels. Obras, t. 25, parte II, págs. 166-167.-354.
[6] Das Kapital, I, cap. 13.
[7] Plejánov, Izbrannie Filosofskie Proizvedeniia, volume 4, Moscú, 195, p.113-114. Citado por Tony Cliff en “Lenin y la construcción del partido 1893-1914”.
[8] Ibid, volume 4, p. 86.