El cese al fuego en Gaza no termina con la limpieza étnica en Palestina

La criminal ocupación sionista impuesta a partir del viernes pasado, más un fin de semana sangriento y de terror para los dos millones de palestinos que viven bajo el cerco deshumano hace 15 años, es un capítulo más de 74 años de continua Nakba (catástrofe consolidada con la formación del Estado racista de Israel el 15 de mayo de 1948 mediante limpieza étnica planificada). El saldo de la nueva masacre, planificada por meses, es de 46 palestinos muertos, entre ellos 4 mujeres y 16 niños, además de más de 300 heridos.
Por: Soraya Misleh
Cara explícita de la limpieza étnica que ya mató a 60 palestinos en los seis primeros meses de este año en Cisjordania –en esa región, un día después del cese el fuego en Gaza, intermediado por Egipto e iniciado a las 23.30 h (hora de Jerusalén) del 7 de agosto, otros tres palestinos fueron asesinados por Israel en la ciudad de Nablus, y más de 40 quedaron heridos–.
El domingo 7 de agosto, mientras Gaza aún enfrentaba un bombardeo masivo, colonos israelíes invadían una vez más la Mezquita de Al-Aqsa reivindicando la destrucción del local sagrado para los islámicos en Jerusalén, como parte de la limpieza étnica allí. Algo tan frecuente como las masacres en Gaza, cuyos peores hechos se dieron en 2008/2009, dejando cerca de 1.400 muertos en 34 días, y en 2014, que culminaron con 2.200 víctimas fatales en 51 días. En los últimos 15 años, fueron 5.418 palestinos y palestinas asesinados en la estrecha Franja, de los cuales 23% eran niños y 9% mujeres.
Esta es la rutina bajo el apartheid, en medio de la complicidad de gobiernos de todo el mundo, lo que fortalece la pretensión de Israel de que el cese el fuego sea temporario: nuevas masacres vendrán. Así, nuevas armas y entrenamientos continuarán siendo testados por la cuarta potencia bélica del mundo, gracias a la ayuda multimillonaria del imperialismo estadounidense, sobre las “cobayas” en que el Estado sionista convierte a los palestinos y palestinas cotidianamente, como se ve descaradamente en Gaza, sea vía ofensivas rutinarias a cuentagotas, sea con masacres como la de ahora –la más grande desde mayo de 2021, cuando Israel mató a 240 palestinos en apenas 11 días–. Esas tecnologías sostienen la ocupación criminal y sirven, como en el caso del Brasil, al genocidio pobre y negro y al exterminio indígena.
Los 16 niños martirizados en Gaza en los últimos tres días en este ciclo macabro, son: Alaa Abdullah Qaddoum y Momem Muhammed Ahmed al-Nairab (ambos con solo 5 años de edad; Hazem Muhammed Ali Salem (9 años); Ahmed Muhammed al-Nairab (11 años); Jamil Nijm Jamil Nijm (4 años); Jamil Ihab Nijm (13 años); Hanin Walid Muhammed Abuqaida (10 años); Ahmed Yasser Nimr al-Nabahin (9 años); Muhammed Yasser Nimr al-Nabahin (12 años); Dalia Yasser Nimr al-Nabahin (13 años); Muhammed Iyad Muhammed Hassouna (14 años); Fatma Aaed Abdulfattah Ubaid (15 años); Ahmed Walid Ahmed al-Farram, Muhammed Salah Nijm, Hamed Haidar Hamed Nijm, Nazmi Fayez Abdulhadi Abukarsh (todos con 16 años).
En un Estado colonial y racista como Israel, la sangre de niños como estos sirve a las campañas electorales –las próximas serán en noviembre de este año–, y la proximidad del pleito es presentada por analistas como una de las razones para la más reciente masacre, a ejemplo de otras. Derramar la sangre palestina ha dado votos.
Crisis humanitaria
Los bombardeos son la parte visible de la Nakba continua en toda la Palestina histórica. En el caso extremo de Gaza, en que 80% de los habitantes son de familias refugiadas de la Nakba de 1948, además del baño de sangre promueven la destrucción de la infraestructura, incluso centrales eléctricas y de abastecimiento, hospitales y escuelas.
A cada ofensiva israelí, centenas de edificios y viviendas son derrumbados, y el cerco deshumano impide la entrada de materiales para la reconstrucción, lo que ha elevado el número de palestinos y palestinas sin techo, arrojados en la miseria y en el desempleo, cuyos índices son alarmantes. La mitad vive por debajo de la línea de pobreza. La mitad de los niños con menos de cinco años de edad enfrenta cuadros de desnutrición crónica. La crisis humanitaria es dramática, al punto que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha afirmado en 2012 que en el año 2020 se tornaría inhabitable.
No solo de bombas sobre sus cabezas mueren los palestinos y palestinas de Gaza. Muestra de eso es que ante el cerco criminal, conforme reportaje publicado en el portal Monitor do Oriente, 3.000 pacientes con cáncer murieron en función de que se les negó el permiso para dejar la estrecha Franja y tratarse, mientras Israel priva a los pacientes de 47% de los medicamentos esenciales, 21% de la atención médica y 60% de los suplementos de laboratorio.
La bebé Fatima al-Masri, de 19 meses, fue otra víctima: falleció en marzo último, luego de que los padres aguardaran por cinco meses una autorización de Israel, que nunca llegó, para poder dejar Gaza y garantizarle tratamiento.
Además, el proyecto de limpieza étnica sionista impone la destrucción de los modos de subsistencia, envenenando las plantaciones y reduciendo las millas náuticas: en abril de 2021, Israel cerró el área de pesca, resultando en 90% de los pescadores palestinos por debajo de la línea de pobreza, así como contaminando las aguas, hoy 96% impropias para el consumo humano. Gaza sobrevive bajo un apagón permanente la mayor parte del tiempo (son solo cuatro horas de energía eléctrica por día).
Los palestinos y palestinas existen porque resisten, bajo condiciones exasperantes. Urge denunciar la complicidad internacional y fortalecer la solidaridad internacional permanente y efectiva, sobre todo la campaña central de boicot al apartheid israelí.
Legado de Kanafani
Más allá de esto, es fundamental hacer justicia al legado del revolucionario palestino Ghasan Kanafani (1936-1972), que inspira la resistencia heroica e histórica de su pueblo: “todo en este mundo puede ser robado y saqueado, excepto una cosa: el amor que emana de un ser humano hacia un sólido compromiso con una convicción o una causa”. Esta causa, en sus palabras, no es solamente de los palestinos y palestinas, sino de todo revolucionario, “de las masas oprimidas y explotadas en nuestra era”.
Al encuentro de estas enseñanzas, por lo tanto, en medio de la resistencia heroica y la solidaridad internacional en la más amplia unidad de acción, como exige la dramática situación, urge organizarse con independencia de clase en la construcción de una dirección revolucionaria que lleve a la liberación de Palestina del río al mar, con el retorno de los millones de refugiados a sus tierras. Solamente así será posible preparar el enfrentamiento a los poderosos enemigos de la causa palestina, identificados por Kanafani y lamentablemente actuales: además del imperialismo/sionismo, los regímenes árabes y la burguesía árabe-palestina.
Traducción: Natalia Estrada.