Belarús: una vez más el PCP de manos dadas con dictadores
Desde las elecciones presidenciales que Belarús está sobre un barril de pólvora. Son constantes las manifestaciones por elecciones libres. La represión estatal crece y por el mundo ya son muchos los que condenan al gobierno y no reconocen las elecciones. No obstante, acá en Portugal, el Partido Comunista (PCP) se posiciona del lado del dictador Lukashenko. Queda, entonces, la pregunta: ¿por qué razón el PCP apoya a tantos dictadores por el mundo?
Por: Joana Salay
¿Qué pasa en Belarús?[1]
Las grandes manifestaciones comenzaron luego de las elecciones presidenciales del 9 de agosto, que se realizaron sin posibilidad de fiscalización independiente, sin observadores internacionales, y ocurrieron en un gran clima de represión. Aún así, los comicios de la oposición reunieron millares de personas por el país. Con todo, el resultado electoral fue de 80% para Lukashenko, que ya está en el poder desde hace 26 años.
Más allá del cuestionamiento al proceso electoral, Belarús también está afectada por la pandemia y la crisis económica mundial. Lukashenko no actuó frente a la pandemia y afirmaba que el virus era una psicosis, al mismo tiempo que aumentaban los despidos en el país y la pérdida de rendimientos.
Con esta combinación entre las necesidades democráticas del pueblo y la crisis social que se extiende por el mundo, es que las manifestaciones y huelgas obreras pasaron a ser constantes en el país. Los nombres de las fábricas son repetidos en las manifestaciones: MTZ, MZKT, Soligorsk, MAZ, mientras las banderas de la MTZ entran en las manifestaciones y provocan gran entusiasmo. La represión del Estado también es muy fuerte, totalizando ya casi 10.000 presos, y hay relatos de torturas y violaciones sufridas por los presos políticos.
La posición del PCP
Podemos afirmar que, hoy, Belarús vive un proceso revolucionario, donde el pueblo y la clase obrera se organizan y se movilizan exigiendo democracia y mejores condiciones de vida, poniendo en jaque el régimen dictatorial.
Frente a este proceso, la posición del PCP, expresada en el periódico Avante!, es que las manifestaciones en Minsk son controladas por el extranjero. Y reconoce las elecciones como legítimas, localizando la represión a los manifestantes como una reacción de las fuerzas represivas a las “provocaciones”. Reivindican incluso las supuestas manifestaciones en apoyo a Lukashenko y la participación activa del Partido Comunista de Belarús[2].
El PCP intenta pintar una imagen de Lukashenko como un resistente a los EEUU y una continuación de la experiencia soviética. Como podemos ver en este relato publicado también por el Avante!, en 2006: “En tiempos de traición y de reescritura de la historia al sabor de los intereses, guárdese el ejemplo bielorruso. El pueblo y sus dirigentes no se avergüenzan de su pasado socialista, muy por el contrario. Las autoridades afirman públicamente querer mantener lo que de bueno tuvo la experiencia soviética”[3].
Lukashenko no gobierna un país socialista. Belarús es un país completamente dependiente de Rusia, rehén de un gobierno dictatorial, sumiso y vendido. Las compañías rusas (en especial de gas y de petróleo) se comportan como dueñas de Belarús, y cada año elevan los precios de los combustibles. Y el régimen de Putin compra la lealtad de Lukashenko gracias a las súper ganancias del petróleo y del gas, exigiendo de este más y más obediencia.
Como podemos ver, una vez más, el PCP se plantea apoyar a los dictadores, como hace con el régimen angoleño, el chino, en Corea del Norte, en Siria, en Venezuela, entre otros. Esta posición no es solo un error de cálculo político sino, antes que nada, es una concepción ideológica llamada estalinismo.
Estalinismo no es socialismo
La burocratización de la URSS, iniciada en 1924, llevó a una gran degeneración de los que eran los objetivos de la revolución de 1917. El aislamiento internacional, con la derrota de la revolución alemana y la destrucción causada por la guerra civil, trajo grandes dificultades para el país. Con Stalin al frente del régimen se inicia la destrucción del legado de la revolución, con el asesinato y la persecución de los principales dirigentes bolcheviques. Dentro de la URSS, la degeneración construyó una enorme burocracia soviética que ahogaba al pueblo y las conquistas de la revolución.
El estalinismo construyó una serie de conceptos y orientaciones políticas que lo transformaron en un obstáculo para las revoluciones en todo el mundo. La teoría del socialismo en un solo país para justificar la política exterior soviética; la teoría de los frentes populares para justificar alianzas con la burguesía; la negación de las luchas democráticas llevando al aplastamiento a los sectores oprimidos, entre otras. Esto llevó a traiciones constantes del estalinismo en diversos procesos revolucionarios, como en la Guerra Civil Española y en la propia revolución portuguesa.
Por eso, para reivindicar el verdadero sentido del socialismo es preciso condenar el estalinismo como corriente que destruyó las conquistas de la revolución de 1917. El PCP no rompe con el estalinismo, por el contrario, reproduce en Portugal todas las concepciones ideológicas que llevaron a esta gran degeneración. Lejos de ser un anacronismo, como dicen los críticos liberales, es una concepción.
Defender a la clase trabajadora en Belarús es estar del lado del proceso revolucionario
Defender al pueblo de Belarús no es estar del lado de un dictador contra una supuesta injerencia imperialista, sino sí afirmar que quien debe decidir los rumbos del país debe ser el pueblo, y no Putin o la Unión Europea. Tampoco es correcto afirmar que hay un campo de los manifestantes apoyado por la UE contra otro campo progresivo, representado por Lukashenko y Putin.
Tanto la UE como Putin quieren lo mismo de Belarús: su control a través de un régimen burgués, en detrimento de la autodeterminación del pueblo.
Para que se puedan conquistar elecciones libres, así como la soberanía nacional, la salida para Belarús es que el pueblo, con la clase obrera a la vanguardia, tome el poder en sus manos y pueda decidir los rumbos del país. No basta creer que reformas en el régimen o en el capitalismo podrán garantizar las necesidades del pueblo trabajador, es preciso ir más allá en la construcción de una nueva forma de sociedad, que solo será posible con el pueblo en el poder.
Notas:
[1] Utilizamos el nombre Belarús, reivindicado por el pueblo del país, en lugar de Bielorrusia, nombre usado en Rusia con el obvio objetivo de impedir la autodeterminación del país.
[2] http://www.avante.pt/pt/2438/europa/160398/Bielorr%C3%BAssia-rejeita–inger%C3%AAncias-externas.htm
Versión completa del texto originalmente publicado en el periódico Em Luta n.° 23, setiembre de 2020, disponible en esta versión en https://emluta.net
Traducción: Natalia Estrada.