Belarús: El dictador Lukashenko teme a su pueblo y sirve al Kremlin
En junio, Lukashenko tuvo encuentros especialmente frecuentes con el Kremlin. Putin le dio dos órdenes a su lacayo: entrega mayor de la soberanía de Bielarús y mayor obediencia para estrangular la soberanía de Ucrania. Dentro del país, el dictador tiene una sola preocupación: que no hayan protestas de las masas oprimidas que lo odian.
Nota del periódico Vyzvaliennie Liberación
Complicidad criminal con una guerra criminal
Como resultado de los contactos con Putin, desde fines de junio, desde el espacio aéreo y desde el territorio de Bielarús, la aviación rusa ha lanzado nuevamente ataques masivos contra ciudades ucranianas, asesinando a muchos ucranianos civiles, ancianos, mujeres y niños. Gracias a los esfuerzos de Lukashenko contra la voluntad de su pueblo, Bielarús sigue siendo un estado agresor contra el hermano pueblo ucraniano y cómplice de ese genocidio.
En las regiones de Bielarús que limitan con Ucrania, Lukashenko realizó ejercicios militares. Colocó hasta sacos de arena alrededor de los edificios de las ciudades. Durante la invasión del ejército de Putin a Bielarús en los primeros meses de la agresión contra Ucrania, los soldados rusos andaban por todas partes, comportándose como dueños y señores del país. Causaron temor entre las mujeres de poder pasear por la noche y mucha indignación entre la población de las ciudades de Mozyr y Gomel. Hoy, sus habitantes se han convertido nuevamente en participantes involuntarios del escenario militar.
Aunque la mayor parte del ejército ruso fue trasladado por Putin al Donbass, la situación de guerra no ha abandonado ningún rincón de Bielarús. Hay crecientes señales de los intentos de Putin de transformar a Bielarús, no sólo en su base militar, sino también un bastión agresivo, con todas las consecuencias para los bielarusos y los pueblos de la región. Esto continuará hasta que Putin y Lukashenko sean derrotados.
Se profundiza la colonización
La caída del rublo bielaruso frente al rublo ruso continuó. Esto tiene dos implicaciones. En primer lugar, esto significa un aumento de los precios de los productos rusos, por los que los bielarusos tendrán que desembolsar más rublos bielarusos. Y nadie recibió ni recibirá un aumento de salario. En segundo lugar, se vuelve aún más rentable para los capitalistas de las industrias bielarusas exportar a Rusia que vender en el país. Esto conducirá a la escasez interna por la mayor venta de productos de Bielarús a la Federación Rusa, especialmente alimentos. Y también a un aumento aún más rápido de precios de los productos dentro del país.
En conjunto, esto describe una tendencia hacia el empobrecimiento de la gente que vive de sus salarios. Además, el abaratamiento relativo general de Bielarús para los propietarios de rublos rusos facilita que Rusia continúe el saqueo de Belarús. También en el país continuó el aumento de los precios de la gasolina, como resultado de la propiedad de la industria de combustibles del país por parte de los oligarcas rusos. Además, como consecuencia de la complicidad con la guerra, esta subida de precios se ha duplicado. Y con ello la subida general de precios. Incluso según datos oficiales de junio, tras la intervención de Lukashenko en la guerra, la tasa de inflación saltó del 10 al 16 % en marzo y alcanzó el 17 % en mayo.
Otro hecho indicativo fue la quiebra de la planta de equipos de calefacción en Minsk en junio. El Sberbank ruso, como acreedor de sus créditos, puso a la venta todos los talleres. Así, el Sberbank ruso destruyó la planta bielarusa. Destruyó empleos y parte importante de la base de producción industrial de la economía nacional. Este es el precio de la dependencia de Rusia y la entrega de la soberanía del país por parte de la dictadura de Lukashenko.
Con todo esto, Rusia, con el servilismo de la dictadura de Lukashenko, descarga parte de sus dificultades económicas sobre Bielorrusia y asfixia con su “garra de oso” al país. A nivel nacional, Lukashenko está descargando las consecuencias sobre las espaldas del pueblo trabajador. Todo esto es consecuencia directa de la dependencia de Bielorrusia con Rusia, a la que la dictadura de Lukashenko llevó al país y de su participación en la guerra criminal de Putin.
Política interna: miedo a las protestas y represión a los que resisten
Lukashenko decidió servir a Putin. Sin embargo, dentro del país su régimen dictatorial cruje. Para justificar la participación en la guerra, las transmisiones televisivas de Lukashenko desataron propaganda prorrusa, justificando la guerra de Putin. Sin embargo, desde 2020, ya no consigue engañar a nadie. Y el dictador lo sabe, por eso continúa con las represiones selectivas. Principalmente, persiguiendo a quienes fueron parte del levantamiento. Es decir, con el propósito de intimidar.
Al darse cuenta también de que no será posible recuperar el apoyo de la población adulta a través de la intimidación, la dictadura decidió lanzarse a regimentar a los niños. Introdujeron el ritual de izar la bandera, cantar el himno y uniformes en todas las escuelas. Es decir, intentan “lukashizar” y “soldatizar” a los niños. Sin embargo, no tenemos ninguna duda de que los padres podrán explicar a sus hijos quién es quién, y todos juntos – padres, maestros y escolares – podrán encontrar formas de sabotear las “innovaciones” de la dictadura.
Lukashenko entiende que no es muy grande la efectividad de sus medidas para recuperar la confianza del pueblo. Él sabe que es un “pato cojo”. Por lo tanto, prefiere confiar en más medios materiales y coercitivos. Incluso decidió armar el Ministerio de Situaciones de Emergencia para convertir a los rescatistas en represores. Y anunció la creación de una «milicia territorial», con unidades controladas por él desde arriba. Y reconoce sin rodeos que lo hace por temor a posibles protestas.
El dictador también decidió hacer cavar trincheras en la frontera con Ucrania. El traslado del ejército ruso al Donbass lo dejó indefenso. Lukashenko sabe que los soldados del ejército bielaruso, reclutados de familias comunes, no quieren luchar contra los hermanos ucranianos. Teme a la confraternización de los dos pueblos más que a la peste. ¿Qué hará si la resistencia ucraniana cruza repentinamente la frontera para detener la agresión desde el territorio de Bielarús? Lukashenko comprende que los bielarusos, que están masivamente del lado de Ucrania y odiando a su dictador, recibirían a los ucranianos como libertadores. Y esto sería el fin de la dictadura en Bielarús y un golpe para la dictadura de Putin. Por eso ordena a sus soldados que caven trincheras.
Hacer lo que es necesario y posible.
Putin y Lukashenko quieren dividirnos y desmoralizarnos, para que bajemos los brazos y que depongamos las armas. No lo van a conseguir. Nosotros, los trabajadores, desde las bases haremos nuestra parte. El pueblo trabajador de Ucrania está combatiendo hoy, el descontento está en el aire en Bielarús y debemos hacer lo que sea necesario y posible para derrotar a nuestros enemigos comunes. Vamos a continuar recogiendo recursos para apoyar la lucha de los ucranianos en el marco de la Ayuda Obrera a los obreros de Kryvyi Rih, organizada por la Red Sindical Internacional de Solidaridad y Lucha (RSISL). También vamos a defender a los más de 1.200 presos políticos en Belarús, exigiendo la inmediata libertad de los luchadores contra la dictadura, como Mikhail Gromov, Miroslav Sobchuk, Artem Zhernak y Yana Malash, cuya campaña de defensa está siendo promovida a nivel internacional por la RSISL.
Vamos a distribuir entre amigos, compañeros de trabajo y conocidos nuestro periódico Liberación, porque hubo, hay y habrá cada vez más resistencia a la dictadura. Vamos a organizarnos para derrocar a la dictadura y luchar por la independencia de Bielarús.
Juntos venceremos. ¡Viva Bielarús!