Cuba: el significado del “día cero”
A partir del primero de enero, el gobierno cubano ha comenzado a aplicar un plan económico cuya medida principal es la eliminación de doble moneda en el país: el peso no convertible y el peso convertible, que se podía cambiar por dólares a la cotización de 1=1. Ahora solo existirá una única moneda que cotizará a 24 pesos por cada dólar, lo que significa una megadevaluación con fuertes impactos en todas las demás variables de la economía, en especial en los salarios.
Por Alejandro Iturbe
La prensa burguesa internacional la aplaude como una medida dura pero necesaria para “avanzar por el buen camino del capitalismo”, aunque todavía consideran que se trata de una transición desde una “economía socialista”. Uno de estos medios lo califica como “Un cambio de paradigma”[1].
En un enfoque aparentemente opuesto, los medios cubanos oficiales reconocen que no se trata de una medida menor sino de fondo: “No serán transformaciones superficiales”. Pero defienden la drástica medida y la consideran inevitable por la “presión permanente de un bloqueo que es más que pura propaganda” y “el impacto de la pandemia». En ese contexto, afirman que esos cambios se dan en el marco del proceso de la Revolución de 1959 (“una Revolución para el bien de todos”) y, por eso, “hay razones para el optimismo”[2]. Si bien del texto ha desaparecido la palabra “socialismo”, todo el tono del artículo transmite la idea de que se trata de una transformación dentro de la continuidad de sus parámetros.
Creemos que ambos enfoques están equivocados porque parten de una premisa falsa: la economía cubana seguía siendo “socialista” a finales de 2020. Desde la LIT-CI, en oposición a la inmensa mayoría de la izquierda mundial, afirmamos, desde hace más de dos décadas, que el capitalismo fue restaurado en la Isla[3]. En este marco conceptual, consideramos que las medidas adoptadas a partir del “día cero” representan un feroz plan de ajuste capitalista aplicado por el gobierno de Miguel Díaz-Canel y el Partido Comunista cubano sobre los trabajadores y el pueblo cubano.
La revolución y las conquistas
Para fundamentar esta consideración, nos parece necesario hacer un breve repaso de la historia cubana desde la Revolución de 1959 que expropió a las empresas imperialistas y de la burguesía cubana (que huye masivamente a Miami). Cuba se transformó así en el primer Estado obrero de Latinoamérica, en el propio “patio trasero” del imperialismo estadounidense, y Fidel Castro y el Che Guevara los referentes de millones de luchadores.
Como resultado de la aplicación de la economía centralizada y planificada por el Estado, Cuba dejó de ser una semicolonia yanqui y el pueblo cubano logró conquistas importantísimas, como la eliminación del hambre y la miseria, y de lacras como la prostitución.
Hubo avances muy grandes en el terreno de la educación, que fue considerada una de las mejores del mundo, y la creación de un excelente sistema de salud pública, con el mayor número de médicos por cada mil habitantes del mundo, y una industria farmacéutica propia, independiente de los grandes conglomerados privados de las potencias imperialistas.
La magnitud de esta última conquista fue tan grande que incluso 25 años después de la restauración capitalista y de haber sido deteriorado, este sistema fue capaz de derrotar el coronavirus[4] y ahora producirá su propia vacuna para toda la población[5].
Al mismo tiempo que reivindicamos estos grandes logros de la revolución, es necesario decir que la dirección cubana construyó un Estado burocrático, sin democracia real para los trabajadores y las masas, según el modelo estalinista. Los trabajadores cubanos nunca dirigieron el Estado cubano sino que lo hizo la burocracia del Partido Comunista.
Además, la dirección castrista se mantuvo dentro del criterio del “socialismo en un solo país” propuesto por el estalinismo desde la segunda mitad de la década de 1920, en contra de la revolución socialista internacional propuesta por el marxismo desde el siglo XIX. Aquel modelo estalinista terminó fracasando y, tal como lo anticipara León Trotsky en su libro La Revolución Traicionada, condujo a la restauración capitalista no solo en la ex URSS, sino también en Europa del Este, China y Cuba.
Aunque no sea el objetivo central de este artículo, esta concepción del “socialismo en un solo país” llevó a que fuera la propia política internacional del castrismo la que contribuyó al aislamiento de la Revolución y a la supervivencia del imperialismo. Por ejemplo, cuando le dijo a la dirección sandinista, en 1979, “que no hicieran una nueva Cuba en Nicaragua” sino que se mantuvieran en los marcos del capitalismo[6].
El período especial y la restauración
En 1990, la caída de la URSS y la restauración capitalista en el Este europeo significaron un duro golpe para la economía cubana, centrada en la exportación de azúcar y su intercambio por petróleo y tecnología con esos países. En este contexto, se abrió el denominado “período especial” y la dirección castrista comenzó a desarrollar una política de restauración capitalista y de desmonte de las bases económicas del Estado obrero. Los hitos principales de la restauración fueron[7]:
- La Ley de Inversiones Extranjeras de 1995 que creó las «empresas mixtas», administradas por capital extranjero. Las inversiones se dirigieron especialmente al turismo y ramas relacionadas pero luego se ampliaron a otros sectores, productos farmacéuticos y, recientemente, al petróleo.
- Se eliminó el monopolio del comercio exterior por parte del Estado, ejercido hasta entonces por el Ministerio de Comercio Exterior: tanto las empresas estatales como las mixtas pueden negociar libremente sus exportaciones e importaciones.
- El dólar se transformó, de hecho, en la moneda efectiva de Cuba, coexistiendo con dos monedas nacionales: una «convertible» en dólares y otra «no convertible».
- Se privatizó, de hecho, la producción y comercialización de caña de azúcar, a través de las «unidades básicas de producción cooperativa» (80% del área cultivada). Sus miembros no tienen la propiedad jurídica de la tierra pero se reparten las ganancias obtenidas. En 1994, comenzaron a funcionar los «mercados agropecuarios libres», cuyos precios se determinan en el mercado.
Lo que acabamos de analizar no tenía nada que ver con la NEP (Nueva Economía Política) aplicada en la URSS entre 1921 y 1928. Se trata de algo cualitativamente distinto porque significó la destrucción de la esencia del Estado obrero cubano: se eliminó la planificación económica estatal centralizada y el Ministerio que la realizaba fue disuelto. En su reemplazo, surgió un nuevo Estado capitalista en el que la economía funciona de acuerdo a la ley capitalista de la ganancia.
La entrada del imperialismo
La restauración capitalista cubana fue hecha esencialmente por medio de las inversiones extranjeras, en especial de los imperialismos europeos y el canadiense que hoy dominan los sectores más dinámicos y fuertes de la economía[8]. Cuba fue perdiendo la autonomía conseguida con la construcción del Estado obrero y comenzó un acelerado proceso de ser recolonizada.
Al mismo tiempo, surgía una nueva burguesía “nacional” a partir de los aparatos del Estado y del Partido Comunista, básicamente por el control de los conglomerados de empresas estatales que subsistían. En el centro de este proceso se ubicaba la propia familia Castro. La revista Forbes estimaba que, al momento de su muerte, Fidel poseía una fortuna de cerca de 900 millones de dólares[9].
La estructura económica cubana ha cambiado mucho en las últimas década: dejó de basarse en el azúcar y se concentró en los servicios que, en 2004, representaban 73,6% del PIB del país y 51% del empleo[10]. Ese mismo año, los «ingresos en divisas asociados al turismo» casi igualaron la cifra de exportaciones de bienes físicos (más de 2.100 millones de dólares). Si se suman los ingresos por medicina y otros, los servicios generan más de 60% de las divisas que ingresaban al país. Entre esos “servicios” debe incluirse la “exportación temporaria” de los muy calificados médicos cubanos, lo que le rendía importantes ingresos al Estado capitalista cubano[11].
La visita de Obama
En ese marco, en 2016 se produce la visita del entonces presidente Obama a Cuba y su entrevista con Raúl Castro. Por un lado, se reanudaban las relaciones diplomáticas entre ambos países (suspendidas por décadas) y, por el otro, se sentaban las bases para eliminar el bloqueo comercial y de inversiones declarado por EEUU en 1962[12]. Este hecho fue presentado por los defensores de la corriente castro-chavista como “un triunfo de la revolución”. Sin embargo, su significado real era completamente distinto.
En primer lugar, desde la restauración del capitalismo en Cuba, se había abierto un intenso debate dentro de la burguesía imperialista estadounidense. Por un lado, estaba la burguesía gusana anticastrista residente en Miami, con fuertes lazos y mucho peso dentro del Partido Republicano, que ponía dos condiciones para reanudar relaciones con Cuba (y liberar el comercio y las inversiones): la caída del régimen castrista y la garantía de devolución de las propiedades expropiadas por la Revolución.
Por el otro lado, diversos sectores, mayormente ligados a los demócratas pero también con expresión dentro de los republicanos (como el senador de origen cubano Mark Rubio que participó de la visita), veían cómo se desaprovechaban excelentes posibilidades de negocios en un país tan cercano geográficamente, en áreas como turismo, finanzas, producción agraria, venta de productos industriales, etc. Oportunidades que estaban siendo utilizadas por países europeos (especialmente España). De hecho, algunos ya “hacían trampa” a la legislación vigente en EEUU y realizaban inversiones “camuflados” detrás de empresas canadienses.
En segundo lugar, el proyecto del régimen castrista es transformar a Cuba en un destino de capitales estadounidenses, una receptora semicolonial de importantes inversiones imperialistas a pocas millas de la costa de Miami. Con una parte de esas inversiones dedicada al turismo y a la salud, y otra a la “zona franca industrial” creada en el puerto Mariel en 2013[12]. Y que este proceso fuera hecho sin cambiar el régimen político castrista y respetando las propiedades de sus altos componentes, ahora al servicio de administrar un país capitalista semicolonizado.
Obama respondió positivamente en ambos aspectos. Por un lado dijo: “Queremos ser socios” (y todos sabemos lo que esto significa en boca del imperialismo). Por el otro: “El destino de Cuba lo deben definir los cubanos” y “aceptamos la existencia de dos sistemas diferentes”. En otras palabras, en tanto nos garanticen la entrega de Cuba, no cuestionaremos el régimen castrista.
Dos obstáculos: Trump y la pandemia
Esa era la realidad y la dinámica en 2016. Desde entonces hasta hoy se cruzaron dos obstáculos en ese plan del régimen castrista. El primero fue el triunfo de Donald Trump, que, en función de mantener la alianza con la burguesía gusana anticastrista residente en Miami, dio marcha atrás con la política impulsada por Obama… y todo se congeló.
Por otro lado, la pandemia y las restricciones de viajes internacionales significaron un corte del flujo de dólares que ingresaban a la Isla por la vía del turismo extranjero. Con ello, sufrió un golpe toda la economía, que, en un análisis profundo, ya funcionaba con el dólar como verdadera moneda. Por ejemplo, un análisis de la BBC sobre las recientes medidas expresa: “Los especialistas creen que Cuba vive un proceso de desvalorización de su moneda que acentúa un comportamiento cada vez más frecuente entre los cubanos: la búsqueda desesperada de dólares”[14].
Esta es la verdadera razón de fondo del plan “día cero”: la estrangulación temporaria de un proyecto de entrega del país al imperialismo por escasez de dólares. El bloqueo estadounidense es un elemento real pero secundario en esta realidad. Es una crisis entendible pero típica de un país capitalista semicolonial y no de una “fortaleza socialista sitiada” como argumentan los defensores del régimen castrista.
Un ajuste que viene desde hace muchos años
Con este marco podemos entender mucho mejor el significado del plan de medidas lanzado a inicios de este año. Lo hemos calificado de “feroz plan de ajuste capitalista”. Pero antes de analizarlo nos parece importante señalar que no es el primer plan de ajuste que aplica el régimen castrista desde la restauración.
Por ejemplo, en 2011 comenzó la aplicación de un plan de despidos masivos de empleados del Estado: en esos momentos, se estimó que podría alcanzar a 1.300.000 personas[15]. Desde hace varios años se viene restringiendo la cantidad de beneficiarios de la llamada “libreta de abastecimiento” por la que los cubanos podían adquirir productos básicos a precios subvencionados. Productos que, sin la libreta, solo podrían adquirir en el mercado negro a precios mucho más altos.
Este último punto era esencial, ya que, de hecho, los trabajadores cubanos quedaron divididos en tres segmentos por la forma en que recibían su salario. La mayoría de los trabajadores del Estado (y toda una parte de los trabajadores de las pequeñas empresas y comercios privados) recibían pesos no convertibles: eran los más perjudicados, porque los precios de los “mercados libres” se fijaban en dólares. Lograban sobrevivir gracias a la libreta de abastecimiento.
Un sector minoritario de trabajadores estatales cobraba en pesos convertibles y así accedía con mayor facilidad al mercado negro. Muchos, como un sector de médicos, completaban sus ingresos con servicios “bajo cuerda” a los extranjeros que iban a atenderse en la Isla. Finalmente, los trabajadores ligados a la atención del turismo internacional (como hotelería y ciertos restaurantes) lograban recibir dólares directamente de los visitantes extranjeros.
Lo cierto es que en el marco de una estructura salarial legalmente diferenciada en 32 niveles, la propia Oficina Nacional de Estadísticas cubana informaba que el salario mínimo oficial, hasta estas medidas, era menor a 20 dólares y el salario medio del país era de 37 dólares[16].
La situación de la clase obrera y el pueblo cubano en su conjunto se ha deteriorado de forma dramática desde la restauración capitalista. Lo pudo comprobar cualquier persona que haya viajado y visto la realidad sin “anteojeras ideológicas”. Entre otras lacras capitalistas, volvió la prostitución.
Se refleja también en la propia literatura cubana. Leonardo Padura, quien se hizo mundialmente conocido por su libro El hombre que amaba a los perros, había escrito previamente una saga de novelas protagonizadas por un ex policía dedicado ahora a la compraventa de libros. En ellas, por detrás de sus tramas específicas se percibe, como marco, esa degradación social[17].
El “día cero”
La medida central de este nuevo plan es la unificación monetaria y la legalización de la dolarización completa de la economía. Tal como dijimos, la nueva moneda (ahora convertible) comienza con una cotización de 24 pesos por dólar. Al mismo tiempo, se establece un aumento del salario mínimo que lo llevaría, como punto de partida, a un equivalente de casi 85 dólares.
Pero esto, que podría parecer un aumento pequeño pero real, no es tal. Por un lado, ya se ha anunciado la liquidación completa de la “libreta de abastecimiento”[18], es decir, la unificación en un único mercado libre de todos los productos básicos. Con ello, se termina el alivio que esa libreta representaba para muchos sectores populares. El argumento para esa medida podrían ser los de cualquier ministro de Finanzas de un gobierno burgués neoliberal: “Es muy difícil subsidiar al 100% de la población porque de esa manera proteges a quien aporta y a quien no”, dijo uno de los funcionarios que anunció el plan[18].
Por otro lado, los especialistas coinciden en que estas medidas provocarán una inflación de 160%, lo que no solo impactará sobre el poder adquisitivo de los salarios sino, inevitablemente, en la cotización del dólar [19]. Con esa inflación y una devaluación que la cubra, el salario mínimo retrocederá rápidamente a menos de 34 dólares, ahora sin subsidios sobre alimentos y productos básicos.
En la medida en que dejan de hablar para engañar a los trabajadores y al pueblo cubano, los altos funcionarios castristas comienzan a decir la verdad sobre el “día cero”: “el incremento de las jubilaciones y la asistencia social tienen que llevarse a cabo manteniendo un mínimo de equilibrios macroeconómicos” y, como cualquier economista capitalista ortodoxo: “el mayor riesgo de financiar un déficit presupuestario es el inflacionario, porque se saca a la calle un dinero que no fue creado por la economía real”[20].
Hemos dicho que el “día cero” era un feroz plan de ajuste lanzado por el gobierno de Díaz-Canel con el mismo objetivo de los que aplican otros gobiernos burgueses: descargar el costo de la crisis sobre las espaldas de los trabajadores. Pero es necesario avanzar aún más en este análisis: al igual que esos gobiernos, quiere sentar bases más estratégicas de su proyecto de consolidar un nuevo y más profundo nivel de explotación de los trabajadores, al servicio de la colonización imperialista.
El gobierno cubano le da todas las garantías a las empresas imperialistas para explotar los recursos de la Isla, les ofrece la posibilidad de contratar mano de obra altamente calificada pagando los menores sueldos del continente y, junto con eso, el Estado le garantiza a las empresas que esos trabajadores no harán huelgas ni reclamos porque tienen prohibido organizarse por fuera del PC o de los sindicatos oficiales. Un paraíso para las inversiones imperialistas, que el régimen castrista espera que se reanuden después de la pandemia y que se amplíen a la burguesía estadounidense, en la perspectiva de que Joe Biden retome la política de Obama.
¿Cuál debe ser el programa para Cuba?
Hemos intentado demostrar que Cuba es, desde hace más de dos décadas, un Estado capitalista en acelerado proceso de semicolonización. En ese marco, su régimen debe ser definido como una dictadura capitalista, sin libertades democráticas para los trabajadores y el pueblo y con represión para las diferentes manifestaciones opositoras.
Frente a esa realidad se presentan básicamente tres programas. El del imperialismo es, como vimos, “avanzar por el buen camino del capitalismo [colonizado]”. En ese sentido, no hay ningún apuro para sacar el actual régimen castrista, y se respetarán las fortunas que han acumulado sus altos cuadros. En ese marco, en especial el imperialismo europeo, les pide que vayan abriendo algunas “válvulas de escape” para evitar que la caldera estalle.
El segundo programa es el de los defensores de la fábula de la subsistencia de Cuba como “último bastión del socialismo”. La conclusión es la defensa incondicional de todo lo que haga el régimen castrista, tanto de este feroz plan de ajuste como de la represión a toda manifestación opositora con la acusación de que son “provocaciones del imperialismo”.
El tercer programa es el que debemos levantar los revolucionarios socialistas. Es imposible desarrollarlo aquí con toda su profundidad pero creemos que, básicamente, surge de la combinación de respuestas a tres problemas centrales: las condiciones de vida de la clase obrera, la colonización imperialista, y el carácter dictatorial del régimen.
Si el análisis que hemos desarrollado es correcto (es decir, si Cuba se ha transformado en un país capitalista en proceso de colonización económica), el eje estratégico del programa debe ser la necesidad de que en el país se desarrolle una nueva revolución obrera y socialista que reconstruya las bases del Estado obrero destruido por el castrismo. Dentro de este programa, cobra una importancia central la lucha contra la dominación imperialista, las medidas concretas que se aplican para facilitarla y sus consecuencias en el nivel de vida de los trabajadores y el pueblo cubano.
Hoy, tal como en 1959, la verdadera tarea es liberarse del imperialismo. La independencia cubana lograda con el Estado obrero se ha perdido. Para recuperar esa independencia, hoy es necesario realizar una nueva revolución social que expropie las empresas y los capitales europeos y canadienses (e impedir la irrupción masiva de los estadounidenses), de la misma forma que, para conseguirla, fue necesario expropiar al imperialismo yanqui y a los “gusanos”. La profunda diferencia con el proceso iniciado en 1959 es que eso hoy significa luchar contra la política del régimen castrista.
Muy relacionado con ello, es necesario levantar el rechazo al plan de ajuste contenido en el “día cero” y la reivindicación de un salario mínimo que cubra, en su equivalencia en dólares, el costo real de la canasta necesaria para una familia trabajadora. Y muy ligado a este tema, está también la necesidad del derecho de los trabajadores de poder formar sindicatos independientes y del derecho de huelga.
Ambos procesos nos llevan a chocar de frente y a luchar contra el régimen castrista y el gobierno de Díaz-Canel. Defendemos el derecho de formar partidos políticos que no sean el PC. En esto, incluimos no solo el derecho para partidos revolucionarios, como los que componen la LIT-CI, sino también para organizaciones reformistas como Podemos o Syriza. Para quienes nos acusan de defender libertades también para la burguesía, les respondemos que la burguesía imperialista ya tiene y tendrá todos los derechos de explotar a los trabajadores cubanos y obtener grandes ganancias en el país, por los acuerdos hechos por el gobierno castrista. Nosotros defendemos las libertades para todos, para que los trabajadores puedan luchar mejor contra esta explotación capitalista y contra la dictadura castrista. Esta lucha solo puede llevarse hasta el final con el derrocamiento del régimen castrista, que las impide de modo absoluto.
Con respecto a la lucha antidictatorial y por las libertades democráticas para los trabajadores y las masas, podemos decir que la situación cubana es similar a la lucha contra otras dictaduras capitalistas. Para nosotros, la caída de este régimen por la vía de la acción de las masas sería un paso adelante y abriría mejores condiciones para la lucha estratégica por la revolución obrera y socialista.
Esas libertades no vendrán de la mano del imperialismo que, en última instancia, prefiere por ahora operar a través del régimen castrista y negociar con él. Menos aún vendrán de la “gusanera” de Miami, expulsada con la revolución de 1959. Es una lucha que debe estar íntimamente ligada a la construcción de un nuevo Estado obrero cubano y, con él, la recuperación de las conquistas que se perdieron o se están perdiendo. En esa tarea, el régimen castrista (Díaz-Canel incluido) es el enemigo inmediato a combatir.
Esta propuesta nos llevan a la necesidad de la unidad de acción con sectores medios que también luchan por las libertades democráticas. Por ejemplo, la que realizamos, hace unos años, con la artista plástica Tania Bruguera, perseguida por el régimen [21]. O nuestra solidaridad con lo que se ha llamado, mucho más recientemente, “La revolución de los aplausos”[22]. Para nosotros, no se trata de sectores contrarrevolucionarios sino de un reclamo democrático progresivo de sectores medios, intelectuales y jóvenes.
Algunas consideraciones finales
Estas conclusiones y estas propuestas pueden resultar chocantes para la inmensa mayoría de los militantes de la izquierda, educados en la reivindicación y la defensa del que fue el único Estado obrero de Latinoamérica, y del justo prestigio que los hermanos Castro (especialmente Fidel) habían ganado por encabezar esa revolución. Fuimos parte de esa generación y grandes admiradores y defensores de la revolución cubana. Pero, como marxistas, no podemos basar nuestros análisis y caracterizaciones ni elaborar nuestra política basándonos en razones sentimentales sino en los hechos de la realidad, por más crudos que ellos sean.
Preferimos basarnos en dos cuestiones presentes en Trotsky. La primera son sus elaboraciones de La Revolución Traicionada a las que ya nos hemos referido, que nos permiten comprender lo que sucede en Cuba. Otra, es el criterio expresado en el “Programa de Transición”: “Decirle la verdad a las masas por amarga que esta sea”.
Notas:
[1] https://www.ambito.com/mundo/cuba/2021-ajuste-devaluacion-y-un-cambio-paradigma-n5160099
[3] Sobre este tema, ver la transcripción del debate realizado en el Foro Social Mundial de Porto Alegre, en 2001, entre la dirección de la LIT-CI y dirigentes cubanos en: https://litci.org/es/debate-de-la-lit-ci-con-los-dirigentes-cubanos-2001/
[4] https://litci.org/es/por-que-cuba-logra-frenar-la-expansion-del-coronavirus/
[5] https://www.dw.com/es/una-vacuna-contra-covid-19-hecha-en-cuba/a-54609196
[6] Sobre este tema, ver, entre otros muchos materiales, la revista Correo Internacional 48, julio 1990 (primera época) y la revista Correo Internacional 20(tercera época), julio 2018.
[7] Los datos han sido tomados del artículo citado en la nota 3.
[8] En 2005, existían 258 empresas asociadas con el capital extranjero. Los países de mayor presencia son España (77 empresas), Canadá (41) e Italia (40). Datos extraídos del artículo Empresas Extranjeras en Cuba, del periodista Nelson Rubio.
[9] https://www.periodicocubano.com/conoce-la-fortuna-y-vida-lujosa-que-tuvo-fidel-castro/
[10] En 2006, el comercio exterior y los ingresos por turismo y servicios sumaban unos 10.000 millones de dólares, casi un tercio de la economía del país (Datos del Banco Central de Cuba).
[11] Ver artículo de nota 4 y https://litci.org/es/menu/especial/autores/medicos-cubanos-una-conquista-de-la-revolucion-del-59/.
[12] Sobre este tema, ver: https://litci.org/es/sobre-la-visita-de-obama-a-cuba/
[13] http://www.zedmariel.com/es
[14] https://www.bbc.com/portuguese/internacional-55516428.amp, fuente en portugués, traducción nuestra.
[15] https://elpais.com/internacional/2011/01/04/actualidad/1294095608_850215.html
[16] Datos extraídos de https://www.dw.com/es/cuba-quintuplicar%C3%A1-el-salario-m%C3%ADnimo-como-parte-de-su-reforma-monetaria/a-55913122#:~:text=El%20ministerio%20establece%2032%20escalas,estatal%20Oficina%20Nacional%20de%20Estad%C3%ADsticas.
[17] Recomendamos leer, en especial, su tetralogía Las cuatro estaciones y otras obras como La neblina del ayer.
[18] Ver nota 1.
[19] Ídem.
[20] Ídem.
[21] Ver diversos artículos en https://litci.org/es/?s=tania+bruguera
[22] Sobre este tema ver, entre otros artículos de prensa: https://www.periodismodebarrio.org/2020/12/la-revolucion-de-los-aplausos/ y https://www.lavanguardia.com/internacional/20210103/6163004/revolucion-aplausos.html