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Historia

154 años de la Comuna de París

marzo 27, 2025

Por PSTU – Minas Gerais/Brasil

Celebrar el aniversario de la Comuna de París es más que rendir homenaje a los trabajadores que llevaron a cabo el acto revolucionario. Celebrar el aniversario de la Comuna significa tener, como cosmovisión, la posibilidad de superar el capital y el Estado.

Las revoluciones burguesas rompieron la conexión directa entre los individuos y el desarrollo de las fuerzas sociales, posibilitando nuevas capacidades productivas. La división social del trabajo liberó la producción de las limitaciones individuales, mientras que el Estado se desarrolló junto con el capital.

La monarquía absoluta fue la primera manifestación de la máquina estatal centralizada que, como instrumento de interés para la clase burguesa, expropió los instrumentos de administración, justicia y defensa a los señores feudales, a las ciudades y al clero.

Comuneros en la Rue de Castiglione, 1871.

Así, estos poderes se concentraron en un Estado, sustituyendo a los dignatarios feudales por funcionarios asalariados y “transfiriendo a un ejército permanente las armas de las guardias terratenientes y de las corporaciones ciudadanas urbanas medievales” con el objetivo de asegurar la propiedad privada.

En este proceso, los intereses singulares específicos de las relaciones entre diferentes grupos sociales se separaron de la sociedad misma y comenzaron a oponerse a ella como intereses estatales universales. De esta forma, el Estado adquirió una apariencia autónoma, consolidada por la “enorme escoba de la Revolución Francesa del siglo XVIII”.

El Estado se forma, pues, usurpando, separando y concentrando instrumentos y fuerzas sociales originadas en las relaciones materiales entre los hombres, evidenciando su vínculo indisoluble con la división social del trabajo.

Reducido, por el avance de la sociedad burguesa y de la lucha de clases, a su esencia –un instrumento de subordinación del trabajo al capital–, el Estado no puede convertirse en algo distinto. Como expresión política de la separación entre el trabajo y los medios de producción, es la forma acabada de la propiedad privada y de la división social del trabajo.

La revolución de los trabajadores no puede tener como objetivo “el instrumento político de su esclavización […] como el instrumento político de su emancipación”; Es necesario destruir “este poder incluso en su forma acabada y exhaustiva”. Es bajo esta luz que la Comuna muestra su novedad histórica radical: demolió el Estado como tal, no una forma particular del mismo.

El primer acto fue la reorganización de la Guardia Nacional: “El primer decreto de la Comuna ordenó la supresión del ejército permanente y su sustitución por el pueblo armado”. La reorganización de la Guardia Nacional y la creación de su Comité Central fueron pasos decisivos en este proceso. El Comité asumió el poder el 18 de marzo y el 26 de marzo transfirió el poder a la Comuna elegida.

El embrión de la Comuna ya estaba presente cuando la Guardia Nacional -integrada por todos los hombres armados de París- se organizó el 31 de enero y, a partir de ese momento, comenzó a gobernar la ciudad. Para ello, reformó su estructura, sustituyó la jerarquía tradicional por delegados electos (en su mayoría trabajadores de los suburbios obreros) y unificó sus diferentes sectores bajo este nuevo mando. Así, 20 delegados, elegidos por la mayoría de los batallones de la Guardia Nacional, formaron el Comité Central, que inició la mayor revolución del siglo el 18 de marzo. Asimismo, se desmanteló la fuerza policial independiente y sus agentes fueron reemplazados por servidores de la Comuna, nombrados por ella y destituidos en cualquier momento.

La administración pública y el sistema judicial sufrieron la misma transformación: todos los funcionarios administrativos se convirtieron en agentes comunales, elegidos y responsables ante la Comuna, y podían ser destituidos en cualquier momento. Lo mismo ocurrió con los magistrados y jueces, desenmascarando la supuesta independencia del Poder Judicial, que hasta entonces sólo había enmascarado su sumisión a los sucesivos gobiernos. Esto puso fin a la autonomía y superioridad del poder judicial en relación con el pueblo.

Con la destrucción de estas estructuras estatales esenciales, los trabajadores comenzaron a recuperar su poder social, eliminando su propia condición de dominación política. La tradicional división social del trabajo –que separaba a los individuos de las condiciones de su propia existencia– comenzó a ser superada con la reanudación del control sobre los medios de defensa y organización. Así, lo que antes servía para subyugar el trabajo al capital se convirtió en un instrumento para la emancipación de los trabajadores.

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