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Economía

Valor, clase y Capital

noviembre 22, 2017

La conferencia Materialismo Histórico (MH) de este año en Londres se centró en la revolución rusa, así como en el 150º aniversario de la publicación del Volumen Uno de El Capital de Marx. Naturalmente, me concentré en las presentaciones derivadas del segundo evento.

De: Michael Roberts

En realidad, el plenario principal del MH fue sobre la teoría del valor y clase social en Marx –y el vencedor del premio Isaac Deutscher, anunciado en el MH, fue William Clare Roberts, con el Infierno de Marx, que parece ser una “teoría política” del capital visto a través del prisma del famoso poema de Dante. Tal vez hable más sobre eso después.

Los disertadores fueron Moishe Postone, Michael Heinrich y David Harvey –una línea impresionante de académicos marxistas pesos pesados. Postone es codirector del Chicago Center for Contemporary Theory y miembro del cuerpo docente del Chicago Center for Jewish Studies. Su discurso de 30 minutos fue difícil de entender, ya que fue formulado en la jerga académica polisilábica. Pero creo que su esencia fue que ya no podemos más considerar la lucha de clases bajo el capitalismo como solo entre trabajadores explotados y capitalistas, ya que ahora envuelve raza, religión y género y un nuevo populismo de derecha. Por lo tanto, necesitamos repensar la teoría de clases sociales de Marx.

Por esta razón, el “marxismo ortodoxo” es un obstáculo. El antiguo significado de la lucha de clases no es esencial. En cuanto a la teoría del valor de Marx, es específica para el capitalismo, pero cambió y la explotación se da ahora sobre la cantidad de tiempo que todos nosotros tenemos, y no sobre la producción de plusvalía. Ahora, creo que esa es la esencia de lo que dijo, pero, francamente, no tengo certeza, porque la exposición de Postone fue incomprensible.

El orador siguiente fue Michael Heinrich, el conocido especialista alemán de El Capital de Marx e investigador de los escritos originales de Marx en el llamado proyecto MEGA. Ahora, los lectores de este blog sabrán que Heinrich y yo ya discutimos antes si la ley de Marx sobre la tendencia a la caída de la tasa de ganancia es lógica y si el propio Marx desistió de ella. Y publicamos esta discusión.

En su presentación, Heinrich concordó con Postone en que el valor es una categoría específica para el capitalismo, pero él considera que Marx cambió su concepción de clase y valor a lo largo de su vida. Por lo tanto, no es posible hacer citaciones de Marx como si fuesen rocas aleatorias en una cantera. Cada citación debe ser puesta en su contexto y tiempo. Por ejemplo, la definición de lucha de clases de Marx, como se encuentra en el Manifiesto Comunista de 1848, difiere de sus definiciones posteriores de clase en el final del Volumen 3 de El Capital.

De la misma forma, el concepto de valor de Marx habría cambiado a lo largo del tiempo. En el inicio, el valor vendría de un proceso de producción y de la explotación de la fuerza de trabajo por el capital. Más tarde, Marx habría cambiado esa visión para argumentar que el valor solo sería creado en el punto de intercambio por dinero. De la misma forma, Marx pensó que una creciente composición orgánica del capital llevaría a una caída de la tasa de ganancia, pero después el reconocería que más máquinas podrían aumentar la tasa de plusvalía y, por lo tanto, la tasa de ganancia no caería.

Heinrich tiene la ventaja sobre nosotros de leer a Marx en el original en alemán, aunque continúan siendo sus interpretaciones de Marx. Heinrich, de hecho, argumenta que el valor no es una sustancia material, a saber, el gasto de energía humana en el trabajo puede ser medido por el tiempo de trabajo, sino que solo existe bajo la forma de dinero. En mi opinión, y en la visión de muchos otros marxistas, eso niega el papel de la explotación del trabajo en la producción, que viene en primer lugar. Sí, solo se puede ver el valor en la forma de dinero. Pero, de la misma forma, solo se consigue ver la electricidad después que se prende la luz, y eso no significa que no exista antes de que la luz brille. Para una excelente crítica de la interpretación de Heinrich de la teoría del valor de Marx, vea el libro de G. Carchedi, Behind the Crisis, capítulo 2.

“¿Eso es importante?”, usted podría preguntar. ¿No estamos discutiendo solo cuántos ángeles hay en la cabeza de una aguja, como hicieron los teólogos católicos medievales? Bien, sí. Pero creo que hay algunas consecuencias al decidir que el valor solo es creado en el intercambio y también que la lucha de clases no está realmente centrada (más) en los trabajadores y capitalistas en el proceso de producción. Para mí, tales teorías llevan a la idea de que las crisis bajo el capitalismo son causadas por fallas en la “circulación de dinero y crédito” y no en las contradicciones del capitalismo entre productividad y rentabilidad en la producción de plusvalía, como yo pienso que argumentó Marx. Y las revisiones de la naturaleza de la lucha de clases pueden levar a la remoción de la clase obrera como agente del cambio socialista.

Existe un problema semejante con la presentación de David Harley. Él ha dado una enorme contribución al exponer y defender las ideas de Marx expresadas en El Capital para explicar el funcionamiento del modo de producción capitalista. Ya mostré mi crítica sobre las proposiciones más recientes de Harvey en este blog, y él también criticó mi visión “ortodoxa”.

En su presentación, Harvey nuevamente buscó ser “innovador” en la tentativa de crear nuevas categorías en el capital. Sí, el valor –según él– es “como-un-fantasma” (no puede ser visto), pero objetivo (o sea, real) y solo aparece como dinero. Pero Harvey quiere que consideremos nuevos términos como “antivalor”. ¿Qué quiere decir con eso? Aparentemente, que dinero y crédito pueden ser creados sin el apoyo del valor. Marx llamó a eso “capital ficticio”, porque no era un capital real basado en la producción de valor y plusvalía por la explotación del trabajo, sino solo el rendimiento de activos que pueden o no ser apoyados por un nuevo valor. En ese sentido, la inversión en activos financieros produce ganancias ficticias.

Ahora Harvey quiere cambiar el nombre de esta categoría por “antivalor”, porque él piensa que, al hacerlo, puede mostrar que hay obstáculos al flujo de capital (valor) en la realización de valor. Así, las crisis pueden originarse o ser causadas por caídas en el circuito de capital fuera del propio proceso de producción. De la misma forma, Harvey presentó lo que él llamó “regímenes de valores”. El “dinero mundial”, representado por el oro, no controla más el valor del dinero fiduciario (dinero “impreso” y apoyado por los gobiernos), particularmente después que el dólar americano salió del padrón oro en 1971.

Entonces, ahora tenemos “regímenes de valor”, como el área del dólar, del euro y, más recientemente, del yuan chino. Una vez más, creo que todo eso está queriendo decir que varios Estados nacionales que son potencias económicas, están intentando aumentar su parte en el valor global producido y, en la medida en que son exitosos, sus monedas serán más fuertes en relación con otras a lo largo del tiempo. No conseguí ver por qué necesitaríamos de nuevos términos o conceptos para “explicar” eso. Pero así es.

Claro, las cosas cambiaron en los últimos 150 años desde que Marx formuló su crítica al capitalismo y a la economía política y El Capital fue publicado. El capitalismo ahora es global, el capital financiero creció dramáticamente, los bloques imperialistas de poder se desarrollaron y el capital se tornó cada vez más concentrado y centralizado. Pero me parece que las leyes del movimiento en el modo de producción capitalista no cambiaron tan fundamentalmente que precisen de nuevas categorías para explicarlas; o que precisemos descartar la teoría del valor de Marx o su ley fundamental de la contradicción entre productividad y rentabilidad para explicar las crisis y, en lugar de eso, buscar otras explicaciones en el circuito del dinero o del crédito.

Si hacemos esto, también reduciremos el papel del proletariado como el principal agente de cambio revolucionario. Y, en mi opinión, todavía lo es, incluso que solo se haya mostrado por la ausencia de éxito en los últimos 150 años. Las revoluciones basadas en el campesinado (China) o aisladas en un país (Rusia) no alcanzaron el socialismo, aunque hayan removido el capitalismo por un tiempo. Solamente el proletariado mundial unido puede hacer eso.

La idea de que la teoría de Marx sobre el valor y las crisis está desactualizada y que necesita de alteraciones fue el tema de mi propio artículo en la MH. Cité a John Maynard Keynes, que comentó que El Capital es “un libro de texto obsoleto, que yo sé que no solo es científicamente erróneo, sino sin interés o aplicación en el mundo moderno”. Yo quería defender a Marx contra esa visión de Keynes, que aún prevalece no solo en el análisis burgués sino también en biografías recientes de Marx por ex historiadores marxistas que afirman que Marx es un hombre del siglo XIX con poco para contarnos sobre el siglo XXI.

Mi artículo, sobre todo, intentaba demostrar que las ideas keynesianas no tienen nada en común con la crítica de Marx al capitalismo y son cuidadosamente planeadas para restaurar el capitalismo en crisis y hacerlo funcionar mejor. Esto, pienso yo, es importante, porque la teoría y las políticas keynesianas dominan las mentes del movimiento sindical en todas partes, como si fuesen una alternativa viable y radical, mientras la teoría marxista es ignorada.

Claro, eso no es por casualidad, porque si usted acepta la crítica de Marx al capitalismo estará obligado a exigir una transformación revolucionaria del modo de producción capitalista –algo que continúa siendo asustador, no solo para los dirigentes del movimiento sindical sino también para muchos activistas que temen los riesgos involucrados en cambios revolucionarios–.

Mi artículo argumentó que, al contrario de la visión de Keynes, la teoría del valor del trabajo suministra una explicación lógica y empíricamente verificable del modo de producción capitalista, mientras que, en contraste, la teoría dominante “marginalista” es falsa y, de hecho, inverificable. El gran descubrimiento de Marx sobre el capitalismo es que es un sistema de explotación de la fuerza de trabajo para apropiar el valor producido por los trabajadores como plusvalía o ganancia a través de la venta de mercancías. Es de ahí que viene la ganancia. Keynes, como toda la economía general, negó que la ganancia sea el resultado del trabajo no pago. Para él, la ganancia es el retorno marginal de la inversión, y justificada para el capitalista.

La teoría de las crisis de Marx significa que el aumento de la productividad del trabajo a través del aumento de inversiones en medios de producción (trabajo muerto) en relación con la inversión en la fuerza de trabajo (trabajo vivo) lleva a la caída contradictoria de la ganancia, generando crisis recurrentes. Keynes, en lugar de eso, vio la recesión o depresión como resultado de un colapso en los “espíritus animales” de los empresarios y/o de tasas de interés muy altas cobradas por los banqueros. Las crisis son un “problema técnico” que puede corregirse aumentado la “confianza” de los capitalistas y disminuyendo las tasas de interés, o en el extremo, llevando a los gobiernos a gastar para impulsar la bomba de la industria privada.

Para Keynes, una vez que esas medidas sean usadas para lidiar con esas caídas ocasionales, el capitalismo tendría un futuro dorado por delante, donde las horas de trabajo caerían dramáticamente con el uso de la tecnología; la escasez y la pobreza desaparecerían; y el principal problema sería cómo usar nuestro tiempo de relax. Bien, ahora, 80 años después de que Keynes argumentara eso, más de dos mil millones de personas están en la extrema pobreza, la desigualdad nunca fue mayor, la tecnología está amenazando quitar muchos empleos y el tiempo medio de trabajo no cayó. Además, las prescripciones keynesianas de crédito a bajos intereses (QE) y los gastos gubernamentales no consiguieron revivir el capitalismo en las principales economías desde la Gran Recesión (1929). La Larga Depresión, como yo la denomino (2008), permanece.

De hecho, en mi sesión, el veterano marxista francés François Chesnais presentó los pensamientos de su libro, Finance Capital Today, que fue indicado para el premio Deutscher. Chesnais argumenta que la actual depresión nunca acabará. La tasa de interés global aún está cayendo y la deuda global está aumentando constantemente. La Gran Recesión no “limpió” el sistema. Y ahora, el calentamiento global amenaza destruir el planeta.

Bien, no soy tan “pesimista” (¿o sería optimista?) sobre que el capitalismo esté en su última agonía. Pero es posible que el capitalismo pueda hundirse en la “barbarie” o en el colapso de los padrones de vida como el imperio de los esclavos romanos luego de 400 d.C., sin que sea sustituido por un nuevo modo de producción. Como Carchedi planteó en un artículo reciente en el simposio Capital.150, “lo viejo está muriendo, pero lo nuevo no puede nacer” (Gramsci). Pero el capitalismo también puede sobrevivir con un nuevo avivamiento en la ganancia luego de nuevas caídas y la oportunidad renovada de explotar nuevas fuentes de trabajo en el África y en la periferia. Eso exigirá la acción de la clase trabajadora mundial para alcanzar el socialismo. Eso no ocurrirá solo porque el capitalismo se ahoga económicamente.

El Capital de Marx nos proporciona el análisis más claro y convincente de la naturaleza del modo de producción capitalista y también de las contradicciones irreconciliables que muestran por qué el capitalismo es transitorio y no puede durar para siempre, contrariamente a lo que reivindican los apologistas del capital.

Y no creo que precisemos inventar términos y categorías nuevos y muchas veces confusos para explicar el capitalismo moderno a 150 años desde que El Capital fue publicado; o negar el papel de la explotación en la creación de valor en el corazón del capitalismo; o reducir el papel del proletariado mundial en la lucha por su fin.

Publicación original: https://thenextrecession.wordpress.com/2017/11/12/value-class-and-capital/

Traducción del original en inglés: Marcos Margarido.
Traducción del portugués: Natalia Estrada.

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