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Portugal

Unidad para luchar contra los ataques, construyendo la alternativa revolucionaria

mayo 24, 2025

Por Em Luta – Portugal

Resultados electorales y desafíos para los trabajadores

Los resultados de las elecciones legislativas aún están calientes y el entusiasmo que están causando ya es grande. Somos conscientes del momento actual de introspección entre muchos activistas, líderes sindicales y activistas políticos, pero también sabemos que hay espacio para cambiar las cosas si podemos reflexionar sobre cómo llegamos aquí y cómo podemos seguir adelante. ¿Por qué se perdió el impulso del movimiento social de los años de la Troika? ¿Qué se ha hecho desde entonces que ha impedido que las organizaciones de trabajadores tengan un papel mayor en la realidad? ¿Qué espacio se ha dado a lo largo de los años para que ideologías ajenas a los intereses de los trabajadores, como el racismo, el sexismo y la xenofobia, hayan penetrado con tanta fuerza en los centros de trabajo y también entre los más jóvenes? ¿Qué hacer a partir de ahora?

Los resultados

A pesar de los escándalos de Spinumviva que involucran a Montenegro y que llevaron a su caída, la candidatura de AD se fortalece. La extrema derecha –Chega e IL– aumenta su peso parlamentario. 

El gran perdedor en la noche electoral es el Partido Socialista, con una pérdida sólo comparable a los resultados de 1987. La izquierda parlamentaria también sufre una dura derrota. El PCP y el Bloque de Izquierda tienen el peor resultado electoral de su historia, quedando reducidos a 4 diputados.

El único de la izquierda que está aumentando su espacio electoral es Livre.

Es importante resaltar que Chega ha logrado un crecimiento importante, siendo el partido más votado en algunos municipios, en regiones históricamente con importante presencia de izquierda y fuertes concentraciones de trabajadores.

La inestabilidad política y la crisis del régimen como telón de fondo

Creemos que estos resultados merecen una reflexión detallada, pero el primer elemento que destaca es, a pesar de que el voto de refuerzo en la AD expresa un deseo de estabilidad por parte de algunos electores, el mantenimiento de la inestabilidad en el Parlamento. Esto, lejos de ser una coincidencia, corresponde a una crisis que vive la democracia, heredada de la derrota de la revolución de 1974. Una democracia que, pese a los avances logrados tras la dictadura, ha representado un deterioro en las condiciones de vida y de trabajo para las generaciones posteriores. 

Esta crisis de régimen se refleja en la destrucción del bipartidismo, como garante de la estabilidad de esta democracia. Otros elementos de esta crisis incluyen la hecatombe del PS, asociada a los vicios de la política burguesa del pasado reciente, a los procesos de corrupción, a las esperanzas frustradas tras años de ataques de la derecha de Passos Coelho, a la confrontación en procesos de lucha concretos ocurridos en los años siguientes que no fueron vistos ni por el gobierno ni por las fuerzas de izquierda que lo apoyaron. Esto se refleja objetivamente en las votaciones, debido a la pérdida de votos de los partidos más identificados con los gobiernos del país desde el fin de la dictadura: PSD, PS y CDS/PP. Si a finales de la primera década del siglo, en las elecciones legislativas de 2009, juntos estos partidos alcanzaron 4,2 millones de votos, hoy tienen un millón de votos menos.

El proceso que tuvo lugar durante los años de la Troika, en el que empresas públicas estratégicas, servicios públicos y derechos de los trabajadores fueron vendidos por la derecha para salvar a los bancos, dejó una marca ineludible en la experiencia de los trabajadores y los jóvenes con esta “democracia”. La soberanía del país fue cuestionada aún más, ya que los presupuestos eran decididos por el BCE, el FMI y la Comisión Europea. Esta experiencia abrió un espacio para la construcción de una alternativa que inicialmente fue ocupada por las fuerzas de la izquierda parlamentaria. Este espacio inicial empezó a reducirse, sin embargo, cuando el BE y el PCP quisieron encauzar todo este proceso hacia las elecciones de 2015 –y finalmente se cerró con los gobiernos de la Geringonça, que mantuvieron el patrón de explotación impuesto por la Troika en general, manteniendo todos los compromisos con la UE. 

Esta crisis del régimen, que no ha sido resuelta y se hace cada vez más profunda, es el contexto que permitió a Chega, que se presenta como una alternativa antisistema –aunque no lo es–, crecer y convertirse rápidamente en una de las principales fuerzas políticas del país.

¿Qué gobierno está surgiendo ahora?

Antes de profundizar en las reflexiones que estamos obligados a hacer, es importante mirar el gobierno que surge de este proceso electoral. Es indiscutible que AD, PSD y CDS-PP salen fortalecidos, aunque con muchas bombas de tiempo en sus brazos. En primer lugar, porque el Parlamento sigue dividido, sin mayoría absoluta, ante una situación política y económica internacional muy inestable. Con una extrema derecha parlamentaria creciente y sedienta de poder, hay pues una gran probabilidad de que este gobierno no llegue a su cuarto año de mandato.

A pesar de la inestabilidad y la posibilidad de no llegar al final del mandato, para los trabajadores este gobierno y este parlamento representan una amenaza a sus derechos. Un parlamento con una importante influencia de derecha y extrema derecha no es un buen augurio para los derechos sociales, laborales e incluso democráticos. 

Los inmigrantes ya lo viven en primera persona, con mayores dificultades para renovar documentos, así como con la creciente amenaza de deportación y un aumento del odio y la violencia xenófoba. Todo ya viene del gobierno de AD sin la ayuda de Chega, aunque con su apoyo. 

Al mismo tiempo, en los servicios públicos no hay diferencias significativas en los programas de los distintos partidos de derecha respecto de un papel cada vez mayor del sector privado como proveedor de servicios públicos, con los impuestos de los trabajadores pagando las ganancias de las empresas privadas de salud y educación. En materia de seguridad social, la propuesta de variar las fuentes de financiamiento va en la misma dirección que abrir camino a los fondos de pensiones privados. 

En el mundo del trabajo, el avance de la flexibilidad (jornada laboral, bancos de tiempo, etc.), la continua destrucción de la negociación colectiva, así como el mantenimiento y proliferación de la lacra de la subcontratación y el trabajo temporal, seguirán siendo amenazas para los trabajadores.

La extrema derecha y la lucha por la conciencia obrera

Además de los ataques que puedan derivar de la difusión de programas de derecha, el avance de una campaña contra los inmigrantes, especialmente del sudeste asiático, los negros, los gitanos, los habitantes de las periferias pobres de las grandes ciudades, las personas LGBTQIA+ y las mujeres ya es una realidad. 

Las narrativas que culpan a la inmigración de la situación actual ganan terreno fácilmente en un país que nunca ha cuestionado las ideologías nacionalistas y racistas heredadas del colonialismo. Son útiles para quienes quieren debilitar a los trabajadores, impidiéndoles ver que, sin importar el color de piel, la nacionalidad, la orientación sexual, la identidad de género o el credo, todos somos explotados por los patrones, con el apoyo del gobierno. 

No es casualidad que, al mismo tiempo, estos discursos sirvan para ocultar a los grandes empresarios, los banqueros y los gobiernos, que son los verdaderos responsables del deterioro de las condiciones de vida y de trabajo.

Junto a estas narrativas, también hay visiones individualistas que socavan la idea de que los cambios vienen a través de la acción colectiva de los trabajadores y, por lo tanto, socavan la capacidad de la clase trabajadora para implementar efectivamente sus números hegemónicos en la sociedad capitalista, como su principal herramienta.

Este ha sido el papel principal de la extrema derecha, que si bien no es lo mismo que el fascismo de los años 30 con organizaciones paramilitares contra los trabajadores y sus organizaciones, alimenta la desorganización de la clase y legitima los actos violentos que han ido creciendo. Contrariamente a lo que vende, la extrema derecha no es antisistémica, promueve lo peor del mundo en el que vivimos.

Al mismo tiempo, las amenazas de IL y Chega no terminan ahí. Frente a un parlamento con una mayoría de dos tercios entre la derecha y la extrema derecha, la posibilidad de un cambio de régimen podría convertirse en una realidad. Un proceso de ataque a los derechos democráticos y al Estado de bienestar podría iniciarse a través de una revisión de la Constitución, a la que los trabajadores y los jóvenes deben responder.

Unificar las luchas en curso, crear conciencia

Sabemos que las elecciones son siempre un reflejo distorsionado de lo que está en la mente de la gran mayoría de la población. Entendemos que una gran parte de los votos de Chega en particular, pero también de IL, reflejan el descontento y la falta de respuesta de este régimen y sus partidos a las necesidades de los trabajadores y los jóvenes. En este sentido, las luchas que han emergido recientemente con cierta fuerza en algunos sectores (por ejemplo, los bomberos o los ferroviarios) son muy importantes, ya que enmarcan el descontento existente en la acción colectiva de los trabajadores. Saludamos cálidamente estas luchas y consideramos fundamental su unificación, pues demuestran que todavía existe capacidad de organización y de lucha como elemento esencial para el avance de la clase trabajadora y su papel colectivo. 

Sin embargo, si bien es esencial, el elemento de disposición combativa no es suficiente. La ausencia de sindicatos, partidos o colectivos que promuevan el descontento contra esta democracia de los ricos hace que la voluntad de lucha no se traduzca en un avance de la conciencia. Es necesario intervenir en estos procesos para avanzar en la unificación de la clase trabajadora, combatiendo el racismo, el sexismo y la xenofobia. Aprovechar cada huelga, cada manifestación para canalizar el descontento existente contra los dueños de todo esto, la patronal y el gobierno. Al mismo tiempo, es importante organizar a los sectores que son blanco de prejuicios en los lugares de trabajo y en las escuelas e incluso en los procesos de lucha que ocurren, como una forma de hacerlos parte de la fuerza colectiva de la clase trabajadora.

El momento exige pensamiento crítico

Sabemos que frente a este crecimiento de la derecha y de sus sectores más reaccionarios, frente a la hecatombe de la izquierda parlamentaria, muchos activistas sienten un instinto de unidad para afrontar los desafíos que plantea la realidad actual. Sin embargo, si bien la unidad es necesaria para luchar contra los ataques, no avanzaremos en la lucha por la conciencia de los trabajadores si nosotros, entre activistas, sindicalistas y militantes, no sabemos hacer un análisis franco y profundo de los errores del pasado. ¿Qué condujo a esta derrota en la lucha por la conciencia de los trabajadores? ¿Qué ofreció el espacio de descontento con el régimen a la extrema derecha?

Entre los liderazgos de las principales fuerzas de la izquierda parlamentaria, incluso frente a esta profundización de la crisis, aún no hay un diagnóstico, ni siquiera superficial, que busque comprender los espacios que se han abierto gracias a las políticas de sus direcciones a lo largo de los últimos años.

Para no ir demasiado lejos, es importante cuestionar el centro del parlamentarismo y la institucionalidad que BE y PCP reflejan en su quehacer político. Podemos identificar este hecho en la canalización abrupta de un proceso de huelgas generales y movilizaciones durante los gobiernos de la Troika hacia un proceso electoral, que efectivamente atribuyó 36 diputados a estos partidos. Pero mientras tanto, fueron entregados al apoyo parlamentario de un gobierno liberal del PS, que ni siquiera retrocedió ante los ataques de la Troika y del PSD de Passos Coelho, respetando todos los dictados de la UE y convenciendo a los trabajadores de que es correcto gobernar con los partidos burgueses.   

Dentro del movimiento obrero, es necesario cuestionar el control de las luchas y sus organizaciones que el PCP impone a los activistas y dirigentes sindicales. Recurrir a maniobras antidemocráticas y no dar espacio para que el movimiento sindical y social sea, así como su composición, plural y con visiones de mundo diferentes. O, por otro lado, la ausencia del BE en las organizaciones de base y en el trabajo diario con los trabajadores.

También en el terreno de la lucha contra el racismo y la xenofobia, es imperativo exigir a la dirección del PCP que revise una perspectiva profundamente conservadora que, bajo la apariencia de patriotismo, ayuda a mantener entre los trabajadores ideologías nacionalistas que celebran el colonialismo y perpetúan visiones racistas. Esta perspectiva se ha reflejado en los últimos años, por ejemplo, en las posiciones del entonces secretario general Jerónimo de Sousa quien, frente a las movilizaciones antirracistas ocurridas en el contexto de la muerte de George Floyd en EE.UU., afirmó que el racismo no era un problema en Portugal. Esta concepción se refleja en la gitanofobia sin combatir en la región sur, o en los desalojos en el área metropolitana de Lisboa de trabajadores pobres, negros e inmigrantes (por ejemplo en Bairro da Jamaica y Santa Marta de Corroios) llevados a cabo por este partido al frente del poder local.

Reflexionar, debatir, pero luchar en unidad

En el marco de esta reflexión, es necesario construir una necesaria unidad de acción en las empresas, en las escuelas, en las calles, con todos aquellos que quieren luchar por mejores condiciones de vida, de estudio y de trabajo.

Esta unidad también será necesaria para luchar por los derechos democráticos que puedan ser atacados, sabiendo que corresponde a los trabajadores organizar su autodefensa y no esperarla de un Estado al servicio de los ricos. 

Sin unidad para luchar no se puede desafiar la realidad, no se puede construir fuerza y ​​confianza en los procesos de lucha, ni se pueden derrotar las ofensivas en curso. Sin unidad para luchar no se podrán probar nuevos caminos en una realidad compleja que tendremos que afrontar. 

Organizar la alternativa revolucionaria

La izquierda debe dejar de pelearse por migajas dentro de un capitalismo en crisis, cada vez más podrido, y debe demostrar que no es en este sistema que los trabajadores podrán vivir mejor. El capitalismo sólo trae barbarie y destrucción de la humanidad. Sólo organizando a los trabajadores para superar este sistema y recuperando la fe en su fuerza será posible ganar.

Al mismo tiempo, es aún más necesario avanzar en la construcción de una alternativa política que supere los errores del pasado, con todos aquellos – trabajadores, jóvenes, movimientos sociales, colectivos, organizaciones de izquierda extraparlamentarias – que pretenden avanzar en su superación. Es en este servicio que Em Luta seguirá su camino en los movimientos sociales y en los lugares de trabajo. 

Si no estás satisfecho con la realidad actual, con el ascenso de la derecha y la apatía de la izquierda institucionalizada, si quieres contribuir a la reconstrucción de una izquierda revolucionaria contra el capitalismo, ¡ven a conocer Em Luta!

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