Sudán: la revolución en la encrucijada
¡Abajo el gobierno militar y el régimen! ¡Llevar a la justicia a los militares y las milicias parapoliciales que ordenan y ejecutan asesinatos! ¡Por un gobierno civil de las organizaciones revolucionarias! ¡No hay una salida pacífica para el Sudán! ¡Por un partido revolucionario de los trabajadores y oprimidos!
Por: International Socialist League – Inglaterra
El Gobierno [Consejo] Militar de Transición (TMC) fue forzado a remover a Omar al-Bashir para salvar su posición y control, pero ahora está intentando derrotar la revuelta sudanesa usando terror y sangre. Su política es doble; ellos mantienen negociaciones con varias fuerzas políticas, como la Alianza para la Libertad y el Cambio, mientras varias milicias y fuerzas de seguridad, que realizaron el genocidio en Darfur y en otros lugares, violan, matan e intentan destruir las ocupaciones de calles y la revolución.
El TMC había prometido no disparar una única bala contra el pueblo sudanés, proteger a los manifestantes y no dispersar la ocupación. Pero, el 3 de junio ellos ordenaron el ataque a la ocupación de las masas en Jartum y después negaron que habían dado la orden. Luego admitieron que estaban envueltos en la masacre de la ocupación frente al Comando General del Ejército.
Las masas revolucionarias no están derrotadas, pero las fuerzas militares del Sudán, incluyendo el TMC, no negociarán su poder o sus inmensos privilegios, no abandonarán pacíficamente el poder. Todo depende de la clase trabajadora y el pueblo, de que extiendan su lucha y construyan sus organizaciones contra el TMC, incluyendo la organización de su defensa armada y la prevención de más destrucción económica del país. Para realizar tal programa, las masas precisan de un partido revolucionario.
Asesinato contra la ocupación
En la madrugada del 4 de junio, la ocupación frente al Cuartel General (CG) militar fue violentamente destruida por orden del TMC. De acuerdo con el Comité Central del Sindicato de los Médicos Sudaneses, hubo más de 100 muertos y 700 heridos. Los miembros sudaneses de Justicia para el Sudán en el Reino Unido dicen que el asfalto cambió de negro a rojo con la sangre de los mártires de la ocupación. Fue el 30° día del Ramadán.
El ataque fue realizado principalmente por la milicia parapolicial Janjaweed, de Mohammed Hamdan Daglo, más conocido como Himmedti, que fue rebautizada como Fuerza de Apoyo Rápido (RSF) por Omar al-Bashir, y por las fuerzas de seguridad del Servicio Nacional de Seguridad e Inteligencia (NISS).
Esas milicias del “antiguo” régimen mataron civiles, incendiaron la ocupación, invadieron casas, saquearon bienes y robaron a ciudadanos. Además de forzar a civiles que levanten las barricadas de calles públicas, propinaron golpes y humillaciones. Entonces, los Janjaweed y las fuerzas de seguridad cercaron algunos hospitales para impedir que los heridos recibiesen tratamiento.
Mientras los milicianos recorrían las calles para hacer ataques, usando camiones equipados con ametralladoras pesadas, el TMC nada hizo. Es claro que los Janjaweed forman parte del gobierno militar y están bajo sus órdenes. Ellos tienen una sede de cinco pisos en Jartum, desde donde se organizan. Ellos y el NISS forman parte de las fuerzas genocidas que desde antes de 2003 mataron a 500.000 personas en Darfur, en los Montes Nuba y en Kordofán.
Se estima que 50.000 Janjaweed actúan para reprimir insurgencias en todo el Sudán. Algunos de los 30.000 que luchaban en Yemen retornaron recientemente.
Esas Fuerzas de Apoyo Rápido tiene camiones armados en cruces y puentes o llenan las calles con largos vagones llenos de mercenarios que ostentan fusiles de precisión y granadas lanzadas con cohetes.
Antes de los ataques, el presidente del TMC y su vice consiguieron apoyo de Arabia Saudita, los Emiratos Árabes Unidos y Egipto. El objetivo es obvio: permanecer en el poder y hacer lo que sea necesario para derrotar la revolución. El nuevo régimen es igual al antiguo; es Omar al-Bashir 2.0, a menos que las masas derroten y derroquen el TMC y el régimen.
Las masas responden
En respuesta a la masacre del 9 de junio, la Asociación de los Profesionales del Sudán (SPA) llamó a una huelga general y a la desobediencia civil. El 11 de junio, segundo día de la campaña de desobediencia civil, hubo una respuesta en gran escala del pueblo sudanés en las ciudades del Sudán y en sus varios Estados en Darfur, Kordofán, El Gezira, Sennar, Nilo Azul, Kassala, El Gedaref, Mar Rojo, Río Nilo y el Estado del Norte.
Después que la ocupación fue dispersada, los manifestantes extendieron su oposición por el país. Barricadas construidas con ladrillos y metales removidos de las autopistas bloqueadas por ellos se tornaron un símbolo del movimiento de protesta en el Sudán, llamada por la Asociación de Profesionales del Sudán.
La mayoría de los departamentos de gobierno y de instituciones del Estado de El Gedaref cerró: puertos, ómnibus y bancos en Port Sudan tuvieron poco movimiento, mientras en la Zain Telecom todo el trabajo paró[1].
Pero, centenas de empleados del gobierno sudanés, de bancos comerciales y compañías de petróleo fueron arbitrariamente despedidos, suspendidos, transferidos o advertidos por participar de la campaña de desobediencia civil y de la huelga general.
En Darfur hubo un aumento de las violaciones de los derechos humanos y ataques a manifestantes que formaban sus propias ocupaciones en las principales ciudades de Darfur y acampaban en solidaridad con Jartum. Informes sugieren que 163 civiles en Darfur fueron detenidos por protestas y por los menos 47 personas fueron muertas en los últimos tres meses.
El gobierno militar admite el ataque
En la conferencia de prensa del 13 de junio, el mayor general Yasir El Ata, del TMC, afirmó que “la manifestación de los sudaneses frente a la sede del Comando General del Ejército fue una provocación a las fuerzas armadas”[2]. En la conferencia de prensa del 14 de junio, el portavoz del TMC, Shams al-Din al-Kabbashi, admitió explícitamente que ellos ordenaron el ataque. Desde el inicio de junio, el TMC cortó los servicios de internet para intentar evitar que el mundo viese imágenes de los ataques y supiese lo que ocurrió.
El 14 de junio, las milicias parapoliciales Janjaweed continuaron su ataque bárbaro a la Universidad de Jartum, un centro de oposición de empleados y estudiantes. La universidad fue saqueada, damnificada, y las instalaciones fueron destruidas de manera sistemática, como la clínica y los laboratorios. La escuela de Ciencias Administrativas fue quemada y dejada en ruinas.
“Creíamos que eso podía ocurrir”, dijo Alaa Salah, 22 años, la mujer vestida de blanco que lideraba cantos en un automóvil y que llamó la atención del mundo para la revolución del Sudán. “Durante años, Hemeti [el general Hamdan] mató y quemó en Darfur. Ahora Darfur llegó a Jartum”[3].
Todos los que realizaron y ordenaron los ataques deben ser llevados a la justicia. ¿Cómo puede continuar cualquier negociación con esos asesinos en el alto comando?
La propiedad militar en el Sudán
Bajo al-Bashir, el general Hamdan y los generales del ejército se tornaron magnates de negocios que se apoderaron de sectores enteros de la economía, dijo Suliman Baldo, del Proyecto Enough. “Esto no es solo sobre poder, es sobre dinero”, dijo. “Comandantes del Ejército y Hemeti están metidos en corrupción hasta el cuello. Es por eso que ellos tienen tolerancia cero para un gobierno civil en el Sudán”.
“La guerra hizo rico al general Hadman, con intereses en minería de oro, construcción y hasta una empresa de alquiler de limusinas. Sus patrones incluyen a Mohammed bin Salman, el príncipe heredero de Arabia Saudita”.
Así, el régimen fundió las Fuerzas Armadas con la propiedad de muchos sectores de la economía capitalista, y vendió parte de esa propiedad para muchas multinacionales extranjeras, además de sus tentativas de desindustrializar el Sudán para destruir las fortalezas obreras.
Hoy, luego de la destrucción de la ocupación, la lección es clara: el TMC no va a desistir del poder, no pasará el poder a nadie, excepto si permanece como parte de los mecanismos de control del gobierno y del régimen.
Luego de las huelgas generales, las ocupaciones, la desobediencia civil y los ataques de los militares, la cuestión es cómo combatir el TMC, todos sus tentáculos militares y su propiedad capitalista, para profundizar y avanzar la revolución.
El descontento emergió en las fuerzas armadas, y se opuso a los ataques armados contra civiles. Cuando los Janjaweed atacaron para defender a Omar al-Bashir, fueron derrotados por los soldados de bajo y medio rango de las fuerzas armadas. Después, el comando militar les quitó las armas a los soldados y estos decidieron atacar los depósitos militares para rearmarse. Pero, cuando llegaron, todas las armas habían sido removidas por los Janjaweed. Los oficiales medios fueron presos y los de rango inferior fueron transferidos para otras partes del Sudán.
Cuando ocurrió el segundo ataque asesino en junio, este fue relatado por el Oriente Medio Eye, que dijo: “Decenas de oficiales sudaneses de la policía y del ejército fueron presos por haberse negado a obedecer órdenes de usar la violencia contra los manifestantes, según una fuente segura”.
“La mayoría de esos policías se negó a participar de la masacre y de la dispersión” de la ocupación, dijeron ellos, refiriéndose al asesinato de más de 100 manifestantes el 3 de junio, cuando las fuerzas de seguridad sudanesas reprimieron una protesta frente a la sede militar del país, por un gobierno civil de dos meses[4].
La revolución debe armarse
La revolución puede armarse combinando los comités de resistencia de barrios con los oficiales medios del ejército que quieren defender la revolución. El objetivo central de las fuerzas armadas es permanecer en el poder y mantener sus privilegios. Los dirigentes que no parten de este entendimiento desperdiciarán la energía de la revolución en negociaciones infructíferas.
Todos aquellos que quieren crear democracia plena en el Sudán solo pueden hacerlo construyendo una dirección que encuentre maneras de armar la revolución y movilizar a las masas contra el control de la economía sudanesa por los militares.
Así, los trabajadores y personas que dieron sus vidas no habrán muerto en vano. Los trabajadores y las masas pueden paralizar el Sudán con sus acciones.
El gobierno civil debe estar compuesto por todas las organizaciones revolucionarias que se negaron a comprometerse con los militares genocidas. El ejemplo de los comités de trabajadores y de barrios que están eligiendo dirigentes para sus organizaciones puede extenderse por el Sudán y ser la base de un gobierno civil, que incluya a las fuerzas de combate en Darfur y en otros lugares.
Las fuerzas de la ALM traicionan
La Alianza para la Libertad y el Cambio (ALM) organizó un comité de 12 personas para negociar con el Consejo Militar después que Omar al-Bashir fue derrocado.
Entre los miembros del comité estaban Omar al-Dukair, jefe del Partido del Congreso Sudanés, Maryam al-Sadiq, subjefa del Partido Umma, y Mohammad Naji al-Asam, de SPA.
La dirección de ese comité de negociación traicionó la revolución de varias maneras. Aquellos, como el Partido Umma, concordaron con un gobierno militar/civil. Los activistas de Justicia para el Sudán explicaron que varias fuerzas políticas sabían que los militares estaban preparando un ataque. Cuando el TMC decidió atacar la ocupación, el grupo Force Call fue informado un día antes y comenzó a retirar su personal de la ocupación.
El Partido Umma, por ejemplo, removió sus tiendas y sus miembros fueron evacuados. El dirigente del Partido Umma era Sadiq al-Siddiq. ¡Él había creado una milicia en 1987 para realizar ataques en Darfur! El Partido Umma es un partido religioso, su líder es designado por “Dios”. Se hizo muy grande en la década de 1980. Y viene traicionando consistentemente la lucha sudanesa a lo largo de muchos años.
Pero, el mayor error fue pensar y explicar a las masas que debía haber unidad alrededor de los dirigentes, incluyendo el Partido Umma, ya que para acabar con el control militar no es posible ninguna unidad de lucha con esos partidos.
Entonces, en realidad, no hay unidad. El error central es pensar que los militares están dispuestos a negociar la entrega del poder. La historia de todas las revoluciones en el Sudán apunta en la dirección opuesta.
El Partido Comunista del Sudán
El Partido Comunista del Sudán ayudó a llevar a las masas a las calles, ayudó a reconstruir los sindicatos y a construir las ocupaciones (algunos de sus miembros quedaron heridos el 3 de junio). El PCS quiere la caída de los militares y un gobierno civil sin los militares. Pero dio apoyo político a la Alianza para la Libertad y el Cambio y aceptó la propuesta de tener un gobierno civil sin elecciones por cuatro años. Ellos luchan contra los capitalistas “reaccionarios” entrelazados con los militares, pero apoyan a la burguesía democrática.
Para este fin, ellos también aceptaron la idea de unidad con la Alianza, y que la Alianza debería negociar con los militares.
Ellos dicen, en un comunicado reciente, que: “La misión e iniciativa del primer ministro de Etiopía, un país vecino, es conseguir romper el impasse en la dirección para continuar las negociaciones entre el Consejo Militar de Transición y los dirigentes de la Alianza para la Libertad y el Cambio y propusieron la distribución de poderes en el Consejo de Soberanía entre ocho civiles y siete militares, con presidencia compartida, iniciado por el ejército en la primera mitad del período de transición, y, ciertamente, van a continuar los esfuerzos por el reinicio de las negociaciones”.
“El Partido Comunista del Sudán aprecia y apoya lo que fue presentado por las fuerzas de Libertad y Cambio, las condiciones en relación con la vuelta a las negociaciones con el Consejo Militar de Transición”.
Es una capitulación. Ellos elogian las negociaciones del gobierno etíope con los militares y hablan solo del fin del capitalismo parasitario, no del capitalismo en general. Su programa es: conquistar la democracia burguesa de manera pacífica.
Este es un programa para una revolución burguesa democrática. Pero, como las revoluciones mostraron, la posibilidad de conquistar todas las demandas de la revolución democrática solo es posible luego de la creación del gobierno de los trabajadores.
En la revolución de 1917, era eso lo que el precursor del Partido Comunista ruso bajo Lenin tenía en su programa; solamente un gobierno de los trabajadores puede garantizar la máxima democracia obrera y popular.
Para tener éxito, crecer y tornarse internacional, la revolución sudanesa precisa urgentemente de un partido revolucionario. Tal partido tiene que plantear la necesidad de armar a las masas, llevar a la justicia a los militares y milicianos que planean y ordenan los ataques, derrocar el TMC, no sustituirlo por un gobierno conjunto, y ni pensar que el TMC renunciará.
No hay cómo vencer pacíficamente. Solamente armando la revolución, llamando a las filas a militares inferiores y uniendo al pueblo contra el régimen militar, combatiendo todo el capitalismo, no solo el capitalismo parasitario, y construyendo consejos de trabajadores y populares, que pueden y tienen que emerger de todas las organizaciones de lucha de la revolución para gobernar el país, habrá una oportunidad de éxito.
Es por eso que decimos a todos los revolucionarios en el Sudán, incluso a aquellos dentro del PCS, que no tengan ninguna confianza en el Partido Comunista del Sudán o en sus dirigentes que dicen que los militares pueden ser derrotados de forma pacífica. Esos dirigentes están realizando una capitulación vergonzosa que solo puede terminar en derrota.
Un futuro gobierno para promover la revolución solo puede ser compuesto por las fuerzas de la revolución que están en contra de compartir el poder con los militares de cualquier forma. La Alianza para la Libertad y el Cambio es una fuerza dividida, y no puede ser seriamente llamada de alianza, a menos que sea con el propósito de rebajar la revolución.
La lucha no es solo sobre poder y sobre las fuerzas armadas, es sobre el capitalismo. En los altos escalones, generales de todos los tipos están unidos por poderosos intereses económicos.
La revolución fue impulsada por todas las acciones de lucha de masas, comenzando con los comités de barrios, los comités de resistencia, las fuerzas de ocupación que luchan por un gobierno civil y sin compromiso con los militares, los sindicatos en crecimiento que se desarrollan a partir de diciembre, las organizaciones de mujeres, los soldados y oficiales de bajo y medio rango del ejército que defienden la ocupación y que se niegan a disparar contra los manifestantes, las fuerzas de resistencia en Darfur y en otras regiones.
La revolución no puede tener éxito sobre la base de la propiedad privada y extranjera de recursos sudaneses, el Sudán pertenece a los sudaneses. El poder de la revolución viene de las organizaciones que fueron creadas.
Aquellos que piden apenas una solución pacífica, que son los principales dirigentes, no consideran las fuerzas armadas que la revolución está enfrentando en el ejército, Janjaweed y NISS, o el apoyo internacional al gobierno por el Medio Oriente y, sin duda, esperando para abrir las alas están Irán, Rusia y China. Los Estados Unidos y la Unión Europea quieren públicamente un gobierno civil, pero con eso quieren decir un gobierno civil burgués para que el Sudán pueda estar más abierto a la explotación directa del Occidente.
Por otro lado, la clase trabajadora en las industrias de manufactura y transporte, trabajadores del Estado, trabajadores de la salud, trabajadores de la educación, estudiantes, organizaciones de masas, de mujeres, etc., mostraron dónde está el verdadero poder. Es en los millones de trabajadores y oprimidos que arriesgan sus vidas, que fueron violados, torturados y muertos, que exigen cambios fundamentales.
Pero, para conseguir eso, es necesario un gobierno de los trabajadores y del pueblo, con plena participación de las masas y elecciones.
El programa de la revolución tiene que incluir la nacionalización de todos los recursos sudaneses en manos de las masas y controlados por ellas, así como los trabajadores portuarios lucharon contra la privatización, e, inmediatamente, construir las defensas armadas de las masas. Ningún gobierno capitalista armará a las masas, pero esa es la única fuerza que puede derrotar a los Janjaweed, el TMC y el capitalismo.
Notas:
[1] https://www.dabangasudan.org/en/all-news/article/sudan-wide-civil-disobedience-major-shut-down-of-govt-offices-commerce-industry
[2] https://www.dabangasudan.org/en/all-news/article/sudan-junta-rejects-international-inquiry-into-khartoum-massacre
[3]https://www.nytimes.com/2019/06/15/world/africa/sudan-leader-hemeti.html
[4] https://www.middleeasteye.net/news/dozens-sudanese-officers-arrested-military-council?fbclid=IwAR0KZ2keawrBDEzHqIG2oH5shnqARNsVlMX9Z6tTzH-LPx8ij2majqN2Na8
Traducción del original en inglés al portugués: Marcos Margarido.
Traducción del portugués: Natalia Estrada.