Sáb Jul 27, 2024
27 julio, 2024

Sri Lanka: colapso económico y levantamiento de la clase trabajadora

Sri Lanka está pasando por una crisis económica sin precedentes. El país está al borde del colapso económico total. Las noticias más recientes de la nación insular es que ha declarado imposible pagar sus deudas; es la primera vez que una economía en desarrollo del sur de Asia se ve obligada a hacer esto. En la vida real, esta crisis se expresa en una inflación galopante en todos los campos, pérdida de valor de la moneda local, hospitales que se quedan sin insumos y centrales eléctricas que cierran por falta de suministros. Las consecuencias son el desempleo en masa y el deterioro de los ingresos y de los ahorros.

Por: Adhiraj Bose del Mazdoor Inquilab, India

El gobierno de Rajapaksa, que está en el poder desde 2019, ha demostrado que no tiene la menor idea de cómo lidiar con la crisis, excepto negociar deudas, implorar préstamos e imponer medidas de austeridad. Esta campaña no hace más que empujar a Sri Lanka hacia adentro del pozo de deuda a medida que la economía continúa desintegrándose.

Sri Lanka fue muy elogiado como un modelo de crecimiento económico y fue el primer país del sur de Asia en adoptar reformas neoliberales. A pesar de una guerra civil contra la etnia Tamil en el norte, el país ha crecido mucho gracias a los ingresos por el turismo y el comercio. Las exportaciones de Sri Lanka reflejan su frágil economía: de los diez principales artículos exportados, la mayoría son productos agrícolas como el té o los textiles. La economía neoliberal fracasó en crear un ambiente económico sofisticado y diversificado en la nación insular y solo alimentó una creciente desigualdad, dejando a Sri Lanka vulnerable. Sin embargo, nadie en los medios de comunicación de masas se atreve a señalar el fracaso del neoliberalismo.

El telón de fondo del proceso actual

La actual crisis económica comenzó con los atentados terroristas del Domingo de Pascua de 2018, que golpearon al sector turístico de la isla, que representa 12% del PIB. Esto, a su vez, afectó la capacidad del país para refinanciar su creciente deuda soberana. La deuda externa de Sri Lanka subió a $ 56.000 millones, lo que representa 61% del PIB nominal. La situación con la deuda interna parece ser aún peor, alcanzando 101% del PIB. Todo esto se vio agravado por el manejo grosero del gobierno de Rajapaksa, que respondió al inicio de la crisis reduciendo impuestos, y por ende reduciendo los ingresos del Estado, e imponiendo un mal planificado y torpe intento de cambiar la agricultura a una matriz orgánica que alcanzó la industria de plantaciones de hierbas de té, uno de los mayores proveedores de divisas del país. Esto se sumó a problemas anteriores como una serie de megaemprendimientos que no avanzan, como el puerto de Hambantota, construido con dinero prestado de China; y luego vino la pandemia del Covid que prácticamente acabó con los ingresos del turismo y tiró una economía ya frágil a un abismo del que no consigue salir.

Si bien esta crisis fue detonada por la pandemia, no podemos olvidar la historia económica y política de Sri Lanka, que durante décadas estuvo siendo conducida hasta el punto en que tal crisis se hizo inevitable. El Imperio Británico creó en el siglo XIX un sistema económico cuyo único propósito era saquear las riquezas agrícolas y minerales de la isla. El té se introdujo en Sri Lanka en 1867 y en un tiempo relativamente corto la isla se convirtió en uno de los principales exportadores del producto en el mundo, y así continúa hasta hoy. La siembra de árboles de caucho para la extracción de látex comenzó en 1876 y hasta hoy sigue siendo uno de los pilares de la producción agrícola en la isla y la columna vertebral de la industria del caucho del país.

Sri Lanka obtuvo su independencia de los británicos en 1948, después de una serie de huelgas revolucionarias impulsadas por el LSSP (Lanka Sama Samaja Party, “Partido de la Igualdad Social de Sri Lanka”), liderado por revolucionarios trotskistas como Philip Gunawardena y N.M Perera. La huelga general, encabezada por el Sindicato Nacional Unido de Trabajadores de la Industria Automotriz de Sri Lanka, desencadenó una huelga general aún mayor en la isla. Los británicos respondieron con mucha represión, pero la fuerza de la huelga dejó claro a los británicos que era imposible mantener la isla como una colonia.

El fervor revolucionario de finales de la década de 1940 no murió, sino que siguió creciendo hasta alcanzar su punto máximo en 1953. Ese año, el gobierno del país recién independizado casi triplicó el precio del arroz, de 25 centavos a 70 centavos. El LSSP respondió con un «hartal» masivo (un término para la paralización del trabajo utilizado en varias lenguas del sur asiático) en todo el país. El hartal fue tan amplio y exitoso que provocó la renuncia del primer ministro y la caída de todo su gabinete, que se refugió en el buque de guerra británico HMS Newfoundland. Las condiciones para tomar el poder estaban dadas, pero lamentablemente el LSSP dio marcha atrás y aplicó una estrategia electoral para luchar por las reformas. Esto resultó ser un pacto con el diablo que condujo a la lenta decadencia de lo que alguna vez fue un partido revolucionario, ahora marginal en el escenario político nacional.

Una de las consecuencias del levantamiento de 1953 fue el crecimiento del SLFP (Sri Lanka Freedom Party, «Partido de la Libertad de Sri Lanka») con un programa de transformación socialista del Estado. El primer gobierno de la SLFP, en 1956, fue responsable de un fuerte giro hacia la estatización de la economía, pero mantuvo una política de nacionalismo cingalés (o «Sinhala», la etnia mayoritaria de la isla). Fue en esta época que la lengua cingalés se oficializó en todo el país, disminuyendo el peso del inglés pero también aumentando la marginación y la discriminación contra la comunidad tamil. En 1958, los tamiles fueron atacados en un pogromo que mató e hirió a centenas en todo el país, un evento que fue central para destruir las relaciones entre los dos pueblos.

Las políticas estatistas iniciadas por el gobierno de Bandaranaike continuaron hasta finales de la década de 1970. Durante esa época, Sri Lanka siguió ligada a una matriz económica dependiente de la exportación de productos primarios, alcanzando 93% de las exportaciones de monocultivos agrarios en 1970. Eso cambió dramáticamente en 1977 cuando el United Nationalist Party («Partido Nacionalista Unido») llegó al gobierno, iniciando un programa de desregulación del comercio, privatización y libre mercado, Sri Lanka se tornó el primer Estado del sur de Asia en adoptar reformas neoliberales: al mismo tiempo, el gobierno pasó a adoptar políticas cada vez más opresivas para consolidarse políticamente. Bajo J.R. Jayawardene, se impusieron medidas represivas muy duras, como la Ley de Prevención del Terrorismo de 1979, que otorgaba a la policía amplios poderes para arrestar a potenciales rebeldes. Hasta ese momento, en el norte y este del país existían corrientes tamiles separatistas con una baja intensidad de insurgencia; durante ese gobierno, la insurgencia se convirtió en guerra civil, comenzando con el infame ataque a la patrulla Four Four Bravo en 1983. La emboscada fue seguida por un pogromo masivo contra la comunidad Tamil y causó miles de muertos en todo el país.

La economía de Sri Lanka se abrió, pero sobre bases muy vulnerables, ya que era un Estado atrasado, con pocos recursos industriales y poca mano de obra, poder militar o autonomía política. De hecho, esta apertura ha llevado a Sri Lanka a tener relaciones fundamentalmente desiguales con el imperialismo mundial. Al mismo tiempo, Sri Lanka estuvo permanentemente bajo la sombra de la hegemonía de la India, que llegó a realizar una intervención militar a gran escala con tropas «de paz» tras el Acuerdo de Paz India-Sri Lanka. La intervención no resolvió el problema de la guerra civil y simplemente provocó aún más muertes; sin embargo, sirvió para demostrar la capacidad de la India para proyectar su poderío militar sobre la isla, lo que influyó las futuras relaciones entre los dos países. Con el tiempo, la postura pro-Tamil de la India cambió completamente durante la ofensiva final del gobierno de Sri Lanka contra el LTTE (Liberation Tigers of Tamil Eelam, «Tigres de Liberación del Tamil Eelam»), conocidos como los Tigres Tamiles, la organización que dirigía el lado tamil de la guerra), en la que India se convirtió en uno de los principales proveedores de armas y financiamiento militar para el gobierno de Sri Lanka, además de proporcionar inteligencia sobre el enemigo. India y China trabajaron juntas en la ONU para proteger al gobierno de las investigaciones sobre crímenes de guerra, protegiendo a Mahinda Rajakapsa y a su hermano Gotabaya, el actual primer ministro.

Desde el gobierno de Jayawardene en adelante, todos los gobiernos negociaron su relación con la India, por lo general acercándose a alguna otra potencia para establecer cierta distancia con la India. Para J.R Jayawardene ese poder fue Estados Unidos de América, y para los Rajapaksas fue China. Estas maniobras tuvieron costos: para el régimen de Jayawardene fueron las reformas neoliberales y la apertura del mercado, y para el régimen de Rajapaksa fueron los préstamos chinos para megaproyectos de infraestructura. Los préstamos continúan siendo una carga para la población. Aunque ha pasado más de una década desde el final de la guerra civil, la economía sigue siendo frágil y vulnerable a las crisis internacionales. Desde 2008 en adelante, el mundo se encuentra en una larga depresión económica y Sri Lanka continúa presa en relaciones económicas desfavorables que no han cambiado fundamentalmente desde su independencia. La poca protección que las políticas estatistas y la ayuda soviética pudieron dar décadas atrás ya no existe, y las reformas neoliberales, así como los nacionalismos reaccionarios, en conjunto han llevado al país a un callejón sin salida. El gobierno de Gotabaya Rajapaksa y su hermano, el primer ministro y expresidente Mahinda Rajapaksa, es el símbolo de este sistema económicamente neoliberal y políticamente opresor y odioso.

Las protestas durante la crisis

Por todo Sri Lanka las masas se están movilizando. Protestas que tienen lugar todos los días en algún lugar de la isla, uniendo a todos los miembros de la sociedad de alguna manera. El eslogan más importante y visible en las calles es «Go Gotta go» («Go tiene que irse»), exigiendo la renuncia del presidente y la destitución de los Rajapaksas del poder. La ira popular se centra en el gobierno actual y su gabinete, cuyo estilo autocrático y el torpe manejo de la crisis solo han empeorado una situación que ya era mala.

Los manifestantes no siempre llevan banderas partidarias, pero a menudo usan la bandera del país y carteles y pancartas con sus demandas. Durante el mes de abril estallaron muchas protestas espontáneas en la isla, lo que llevó al gobierno a declarar el estado de emergencia e incluso a sacar el ejército a las calles. Poco después retrocedió, ya que esto llevó a protestas aún mayores. El 28 de abril tuvo lugar una huelga general de 24 horas contra el gobierno, la primera huelga general en cuatro décadas, lo que indica cuán aguda es la situación prerrevolucionaria en Sri Lanka.

Los partidos de oposición mayoritarios, adeptos a la misma política económica que hundió a Sri Lanka, han hecho muy poco para guiar al pueblo de Sri Lanka. El LSSP, que una vez estuvo lleno de potencial revolucionario, hoy apenas se diferencia de los partidos de la izquierda parlamentaria reformista del resto del sur de Asia, actuando prácticamente igual a los diversos partidos “comunistas” estalinistas, centrándose en forjar alianzas electorales en lugar de las movilizaciones revolucionarias que hacía en años 1950.

El potencial para otra movilización revolucionaria semejante al hartal de 1953 está presente en Sri Lanka y lo estamos viendo desarrollarse en vivo y en colores en la televisión. La huelga general de 24 horas fue una acción simbólica, pero envió un mensaje poderoso: que los trabajadores de Sri Lanka son capaces de llevar a cabo una huelga general y que, junto con las movilizaciones populares más amplias que tienen lugar en el país, tiene el potencial para convertirse en una movilización revolucionaria en todo el territorio.

Lo que hay que hacer

La tarea central de cualquier fuerza revolucionaria en Sri Lanka hoy es sacar la isla de las manos de los bancos imperialistas. Esto significa nacionalizar la infraestructura esencial y romper con el pago de la deuda externa. Solo sentando bases sobre estas conquistas económicas es posible obtener conquistas sociales y políticas importantes.

Para Sri Lanka, esto significa el debilitamiento de las Fuerzas Armadas, el desmantelamiento de todos los partidos nacionalistas cingaleses y el comienzo de un proceso de reconciliación con los tamiles. Esto solo es posible si se respetan los deseos de autodeterminación del pueblo Tamil. Por ahora, esto puede no suceder en la forma de una secesión de las regiones de mayoría tamil, sino con autonomía federativa para ellas. También queremos enfatizar que una movilización revolucionaria en Sri Lanka no tiene como ser exitosa si queda presa a un modelo democrático-burgués nacional. Basta con mirar a Nepal y su revolución nacionalista para ver el resultado: Nepal sigue siendo una semicolonia bajo la hegemonía de la India, saqueada sistemáticamente por el capital extranjero, y la mayoría de sus principales problemas sociales y económicos siguen sin resolverse.

Sri Lanka no puede permitirse cometer el mismo error. Los trabajadores de Sri Lanka también necesitan mirar hacia su propio pasado y ver adónde los ha llevado el reformismo. Si bien se dieron algunos logros inmediatos importantes, el reformismo no resolvió los problemas del capitalismo de Sri Lanka ni consiguió disminuir los antagonismos étnicos. Muchas reformas clave, como la nacionalización de los puertos, se deshicieron posteriormente, lo que demuestra que solo la toma del poder puede garantizar la continuidad de las conquistas de la lucha.

Sri Lanka fue una vez uno de los ejemplos más brillantes de política revolucionaria en el sur asiático, cuyos líderes revolucionarios también lucharon por la independencia de la India, con un espíritu de internacionalismo y compromiso. Es este espíritu el que necesita resurgir hoy. Si estalla una revolución en Sri Lanka, sus llamas deben extenderse por todo el sur de Asia.

– ¡NO AL PAGO DE LA DEUDA!

– ¡ABAJO LOS RAJAPAKSAS!

– ¡VIVA LOS TRABAJADORES DE SRI LANKA!

– ¡FUERA DEL IMPERIALISMO, EL FMI, EL ABD, INDIA Y CHINA!

– ¡POR UNA SRI LANKA SOCIALISTA, EN UN SUR ASIÁTICO SOCIALISTA!

Fuentes:

https://en.wikipedia.org/wiki/2019%E2%80%93present_Sri_Lankan_economic_crisis

https://www.indiatoday.in/diu/story/sri-lankan-economic-crisis-explained-five-gotabaya-rajapaksa-1933514-2022-04-04

https://tradingeconomics.com/sri-lanka/unemployment-rate

https://en.wikipedia.org/wiki/Economy_of_Sri_Lanka#Independence_to_1977

https://en.wikipedia.org/wiki/J._R._Jayewardene

https://www.cetri.be/Will-the-Neoliberal-Economy-Change?lang=fr

https://www.worldstopexports.com/sri-lankas-top-10-exports/

https://en.wikipedia.org/wiki/Gotabaya_Rajapaksa

https://www.ceicdata.com/en/indicator/sri-lanka/external-debt–of-nominal-gdp#:~:text=What%20was%20Sri%20Lanka’s%20External,66.4%20%25%20in%20the%20previous%20year.

https://en.wikipedia.org/wiki/1958_anti-Tamil_pogrom

https://en.wikipedia.org/wiki/Philip_Gunawardena#’T-Group

https://en.wikipedia.org/wiki/S._W._R._D._Bandaranaike

Traducción: Natalia Estrada.

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