Rojava (Kurdistán sirio): un balance necesario
Tropas de los ejércitos sirio y ruso, tomaron el control de la ciudad kurda de Kobane, la misma ciudad que, años atrás, fue un símbolo en su heroica defensa y la victoria contra las fuerzas del Estado Islámico (ISIS).
Por Alejandro Iturbe
En aquel momento (inicios del año 2015), festejamos esta victoria [1] y destacamos el papel central que las mujeres kurdas habían jugado en ella [2]. Una victoria que, además, consolidaba la autonomía que el pueblo kurdo había logrado, en 2012, en la región del nordeste de Siria, en la que son ampliamente mayoritarios y a la que denominan Rojava; en los hechos, fue el embrión de un estado kurdo en ese territorio. El control que los ejércitos sirio y ruso han tomado de Kobane es ahora un símbolo que ese embrión de Estado que representaba Rojava ha desaparecido. Se trata, sin dudas, de una derrota del pueblo kurdo en la lucha por su autodeterminación.
Sin embargo, no se trató de una derrota militar, posible en cualquier lucha: las tropas sirio-rusas asumieron ese control con pleno acuerdo de la dirección kurda de Rojava para que actuasen como una espacie de “cordón de separación” frente al ataque que los kurdos sufrían del ejército turco desde el norte de la frontera, desplazándolos de sus territorios hacia el sur y hacia el este. Sobre este hecho, ya hemos fijado una clara posición: apoyamos y defendemos el campo militar de los kurdos contra el ataque turco y llamamos a la más amplia unidad internacional para ello [3].
Pero, con toda la importancia actual de esa tarea, un análisis de lo sucedido de Rojava no puede limitarse a ese punto. Para muchos sectores de la izquierda, Rojava se había transformado en el embrión de una nueva sociedad; una referencia que, desde enfoques distintos, tomaban sectores anarquistas y también marxistas.
Por ejemplo, figuras internacional muy prestigiosas, entre ellas Noam Chomsky, Ángela Davis, José Mario Branco y David Harvey, publicaron una nota solidaria con Rojava en la que se expresa: “La comuna de Rojava es el primer esfuerzo en Medio Oriente de un proyecto político anticapitalista basado en una confederación democrática…” [4]
Respetamos a los firmantes de la carta, saludamos su solidaridad con Rojava y estaremos juntos en esa actividad. Pero no compartimos su definición del proceso que allí se dio, un debate que hemos desarrollado en los últimos años desde esta página [5]. Creemos que es necesario hacer un balance de esa experiencia
Al mismo tiempo, en el marco del imprescindible desarrollo de la campaña de solidaridad, vemos necesario hacer un balance de las políticas llevadas adelante por la dirección kurda de Rojava, el PYD – Partido de la Unión Democrática (sobre las que alertamos en años anteriores), y de su responsabilidad en el actual cuadro de la situación [6].
En este artículo, retomaremos los análisis, definiciones y debates que abordamos en varios materiales anteriores dedicados al Kurdistán [7]. Es un tema muy complejo que se enmarca además en el complejo y cambiante polígono de fuerzas nacionales e internacionales que se expresa en Medio Oriente. Entonces, pedimos disculpas anticipadas por su extensión.
El pueblo kurdo y su autodeterminación
El pueblo kurdo es la mayor nacionalidad de Medio Oriente sin Estado propio (alrededor de 40.000.000 de personas), ya que el Tratado de Lausana (firmado en 1923 para repartir los dominios del imperio turco-otomano, derrotado en la Primera Guerra Mundial) les negó ese derecho. Los kurdos quedaron divididos en cuatro países (Turquía, Irán, Irak y Siria), en los cuales son una nacionalidad oprimida, duramente reprimida cuando lucha para intentar revertir esta situación.
Como marxistas revolucionarios, no estamos a favor de la atomización de los Estados existentes. Por el contrario, luchamos por la integración de Estados plurinacionales y federativos, libremente constituidos, cada vez mayores. Pero si una nacionalidad oprimida define que quiere su independencia, pasamos a apoyar y defender incondicionalmente esta decisión.
El caso kurdo es especial: es evidente que se trata de una nación oprimida, pero no lo es en un solo país sino que está dividida y oprimida en cuatro países. Por eso, la única forma de ejercer su autodeterminación es romper esa división y reunificarse. Así, como punto de partida, reconocemos y defendemos su derecho de separar sus territorios históricos de los Estados que hoy integran y constituir su propio Estado independiente (y apoyamos plenamente su lucha en este sentido). Creemos que, en este caso, no se trataría de una atomización sino, por el contrario, de una reunificación de carácter progresivo.
Dos organizaciones disputan la dirección política del pueblo kurdo: el PDK (Partido Democrático del Kurdistán), dirigido actualmente desde Basur (Kurdistán iraquí) por Massoud Barzani, y el PKK (Partido de los Trabajadores del Kurdistán), fundado en Turquía por Abdullah Occalam (aunque en los distintos países en los que están divididos los kurdos, los partidos que influencian adopten nombres distintos). Sobre el PDK y Basur recomendamos leer el artículo “Masivo plebiscito por la independencia en Basur” [8]. En este mismo material, nos referiremos con mayor profundidad al PKK por su influencia en el PYD de Rojava.
Los kurdos en Siria
Al firmarse el Tratado de Lausana, los kurdos en Siria no eran tan numerosos y no tenían “zonas propias”. Pero, por la brutal persecución que sufrían en Turquía, en las décadas posteriores “la inmigración kurda hacia Siria aumentó… hay ciudades kurdas en su totalidad y el pueblo de los kurdos sirios se concentra en una parte de los territorios de Siria”, según analizaba Salameh Kaileh, (un conocido intelectual marxista sirio ya fallecido, que fue perseguido por el régimen de al Assad), en un trabajo publicado hace algunos años.
De esa forma, se fue conformando una región kurda en Siria (Rojava) con continuidad geográfica y con profundos vasos comunicantes con el territorio kurdo de Turquía. Son ampliamente mayoritarios en los cantones alrededor de las ciudades principales (Afrin, Jazira y Kobane), en la franja nordeste del país (fronteriza con Turquía al norte, e Irak al este). Estos cantones suman cerca de 15.000 km2, con algo más de 2.000.000 de kurdos (y minorías de otros orígenes). Entre Afrin y los otros dos cantones no hay continuidad geográfica en territorio sirio, ya que están separadas por zonas no kurdas. Como un ejemplo de la opresión que los kurdos sufrían en Siria, digamos que, hasta hace pocos años, no tenían derecho a ser ciudadanos de este país.
La creación de la autonomía de Rojava
En 2012, en el marco de la guerra civil entre las fuerzas rebeldes y el régimen de Bashar al Assad (que quedó totalmente a la defensiva), el PYD y las milicias kurdas (las YPG) asumieron el poder en Rojava y declararon su autonomía. Dado que le era imposible enfrentar este proceso directamente, Assad hizo un acuerdo: los reconoció como ciudadanos sirios y les otorgó de hecho la autonomía, a cambio de que no se separasen del país y no se unieran a los “rebeldes”.
Ese control de una región autónoma se sumaba a la que ya habían logrado en Basur (Irak), en años anteriores. En los hechos, se trata de dos Estados o embriones de Estados kurdos propios. Los procesos que llevaron a su surgimiento fueron muy diferentes aunque ambos incluyeron acuerdos que criticamos duramente: con el imperialismo yanqui en Irak y con el régimen de Assad en Siria.
A pesar de esas críticas, consideramos que esas autonomías logradas en Basur y en Rojava eran un avance en la dirección de un Estado kurdo unificado y, por eso, debían ser defendidas. Pero no deben ser consideradas como el ‘objetivo final’ sino que deben ser puestas al servicio de la lucha por lograr ese Estado unificado.
En ese marco, no damos ningún apoyo ni llamamos a confiar en las actuales direcciones kurdas, tanto por su carácter de clase (burgués o pequeñoburgués) como por la política que llevan adelante (el abandono de la lucha por el Estado kurdo unificado). Esto significa que, siendo parte del campo de la lucha del pueblo kurdo, llamamos a luchar contra sus políticas (como los acuerdos con el imperialismo, Assad, Putin o Erdoğan) y les exigimos que impulsen la lucha por el Estado kurdo unificado.
El carácter de clase del Estado de Rojava
Tal como ya vimos, algunas organizaciones marxistas definieron la experiencia que se desarrollaba en Rojava como un nuevo proceso de transición al socialismo. Rojava sería entonces un nuevo Estado obrero, el único existente en el mundo luego de la restauración del capitalismo en la URSS, China y otros países. En este punto tan importante, quiero ser especialmente cuidadoso porque estoy trabajando solo con información periodística y “desde afuera”, sin un conocimiento directo de la situación. Creemos que esta definición está equivocada y definimos a Rojava como “un estado estado capitalista atípico”. Por la importancia del tema, nos extenderemos un poco en nuestra argumentación.
Durante el dominio sirio, no existía una burguesía kurda en Rojava en el sentido más estricto de la palabra. Para ser más exacto, diré que era de una gran debilidad: casi una proto-burguesía o pequeña burguesía agraria, comercial y artesanal. Este aspecto es muy importante en el análisis de la situación posterior.
A partir de 2012 surgió, en los hechos, un Estado kurdo en Rojava. Lo definimos como “Estado” porque (si bien no se reivindicó independiente de Siria ni fue reconocido internacionalmente como tal) poseía su propio gobierno autónomo y sus propias fuerzas armadas (las milicias del YPD). Este Estado heredó la tierra y los servicios públicos que antes eran propiedad del Estado sirio. Es decir, pasó a ser propietario de los principales recursos económicos y, al mismo tiempo, se asentó sobre una estructura económica atrasada, casi sin burguesía. Esta fue la base objetiva de la situación posterior.
Era una situación muy especial, casi excepcional en la historia moderna. Podemos caracterizar al PYD como una dirección no obrera o pequeñoburguesa que tomó el poder y controló un Estado. Un hecho de estas características no es nuevo: ya se dio en el pasado en países como la ex Yugoslavia, China, Cuba, Nicaragua… En esas situaciones, se daba una contradicción aguda entre la superestructura (régimen y gobierno), que no era controlada por la burguesía, y la estructura económica del país (que seguía siendo capitalista).
Una contradicción que podía resolverse a través de dos alternativas. En la primera, esa dirección avanzaba más allá de sus intenciones originales en su ruptura con la burguesía y el imperialismo y los expropiaba, comenzando así la construcción de nuevo Estado obrero (fue lo que sucedió en la ex Yugoslavia, China y Cuba); en la segunda, la dirección no avanzaba en la ruptura ni en la expropiación y reconstruía un Estado burgués “normal” (lo que sucedió con el sandinismo en Nicaragua y con el FNL de Argelia). No existen alternativas “intermedias”.
La situación de Rojava presentaba una diferencia con la de los países a que nos hemos referido. Mientras que en ellos existía un cierto grado de desarrollo capitalista y, por lo tanto, burgueses nacionales e imperialistas a los que había que expropiar, en Rojava, por el desarrollo histórico anterior, las principales palancas de la economía quedaron en manos del nuevo Estado, que planificaba de modo central las actividades económicas. Pero se llegó a esta situación sin que la dirección haya tenido que impulsar una política de expropiación.
Como elemento muy importante, debemos considerar que se trataba de un Estado muy pequeño y asentado sobre una base económica debilísima. Lo que estaba planteado, entonces, era un desarrollo casi inicial, diríamos una “acumulación primitiva” (en el caso de Kobane, incluso de reconstrucción de esa base debilísima) para garantizar un funcionamiento económico elemental.
La política del PYD en el terreno económico
Por las condiciones objetivas, la dirección del PYD podría haber avanzado en esta acumulación primitiva a través de la construcción de un pequeño estado obrero. Estaríamos entonces en presencia de una variante muy particular de la “hipótesis altamente improbable” planteada por Trotsky en el Programa de Transición. Incluso en ese caso, no coincidiríamos con la definición de “socialismo de base” que utilizan algunas corrientes. Esencialmente porque, tal como nos enseñaron nuestros maestros del marxismo, solo se puede hablar realmente de “socialismo” si se parte, como mínimo, del nivel más alto de desarrollo económico alcanzado por el capitalismo. En todo caso, estaríamos ante un estadio muy inicial de una economía de transición al socialismo.
¿Qué hizo la nueva administración kurda se hizo cargo de todas estas propiedades? Distribuyó parte de la tierra a cooperativas auto-organizadas que estaban trabajando para expandir la ganadería y para aumentar y diversificar los cultivos. Luego de derrotar al Estado Islámico y extender su dominio hacia el sur, continuó extrayéndose petróleo (aunque con muchas dificultades para operar por la falta de repuestos), que se refinaba en un diésel de baja calidad, se vendía en el cantón respectivo o se distribuía a las cooperativas y otras instituciones.
La producción de las cooperativas se vendía en forma minorista o la compraba la Administración central (que controlaba todo el proceso y los precios). La Administración proporcionaba a cada hogar una ración de pan y de alimentos básicos (datos tomados de “Rojava: una revolución en la vida diaria” de Rebecca Coles). En Kobane, y parcialmente en Jazira, el ataque del EI puso este sistema bajo una “economía de guerra”, pero en Afrin (no afectada por estos enfrentamientos) se continuó desarrollando.
En una entrevista, Amaad Yousef, ministro de Economía del cantón de Afrin explicaba que la región siempre estuvo caracterizada por la pobreza porque, desde el gobierno central sirio, “no permitieron abrir fábricas, o el desarrollo o cualquier forma de enriquecimiento de la región” [9]. En esos años, incluso, se cerraron varias productoras pequeñas y medianas de aceitunas y de aceite de oliva.
En la misma entrevista, el ministro explicaba que, a partir de la existencia del gobierno autónomo, además del impulso a las cooperativas agropecuarias y de la pequeña producción de diésel, en el cantón ya funcionaban “50 fábricas de jabón, 20 envasadoras de aceitunas, 250 plantas de procesado de aceite, 70 fábricas de fabricación de material de construcción, 400 talleres textiles, 8 fábricas de calzado, 5 fábricas de producción de nylon, 15 fábricas de procesado de mármol”, a lo que se sumaban dos molinos (para procesar trigo) y dos hoteles. Además, “se construyó una presa para proporcionar agua para beber”. En ese proceso, la población del cantón se duplicó, con kurdos que venían de Kobane o que retornaban de las ciudades sirias, así como un sector de árabes no kurdos (se estima esta población en 200.000). Según Yousef, en ese momento había pleno empleo en el cantón.
Sobre el funcionamiento financiero, explicaba que todavía utilizaban la moneda siria (libra), pero los bancos estatales sirios ya no operaban y fueron fundadas entidades bancarias kurdas en los cantones. El cobro de interés estaba muy controlado, aunque dice que “la gente ahorra guardando su dinero bajo la almohada”. Finalmente, agregaba que “el capital privado no está prohibido pero está de acuerdo con nuestras ideas y sistema. Estamos desarrollando un sistema en torno a las cooperativas y las comunas. Sin embargo, esto no prueba que estemos en contra del capital privado. Se complementarán entre sí. Creemos que cuando el sistema de cooperativas esté desarrollado, se puede añadir capital privado moral a ciertas partes de la economía”. Por ejemplo, para obras de infraestructura y mayor aliento, como una usina y una planta de fertilizantes, se proyectaba apelar a capitales internacionales [10].
La Constitución de Rojava
Este proyecto de capitalismo de Estado se vio plasmado en el Contrato Social (Constitución) aprobado en el marco de la autonomía [11]. Con respecto a la economía y la propiedad, se establecía que “los recursos naturales, situados por encima y por debajo de la tierra, son la riqueza pública de la sociedad. Los procesos de extracción, gestión, licencias y otros acuerdos contractuales relacionados con dichos recursos serán regulados por la ley”. Además, que “los edificios y terrenos son propiedad de la sociedad” y “administrados por el gobierno”. Expresa también que todos los pobladores tienen “derecho al uso y goce de sus bienes privados”.
Afirma que “el sistema económico, debe orientarse a proporcionar bienestar general y, en particular, la financiación se concede a la ciencia y la tecnología. Tendrá por objeto garantizar las necesidades diarias de las personas y para garantizar una vida digna. El monopolio está prohibido por ley. Los derechos laborales y el desarrollo sostenible están garantizados”. Finalmente, “el capital privado no está prohibido pero está de acuerdo con nuestras ideas y sistema”.
En otras palabras, sobre la base específica que hemos analizado (escaso desarrollo económico previo y altísimo nivel de propiedad estatal) el proyecto de “confederalismo democrático” del PYD no era avanzar en la construcción de un pequeño Estado obrero y en una transición al socialismo sino el de construir un estado burgués “atípico”, diferente de los que conocemos habitualmente, tanto por las bases objetivas de las que partía como por la expresión parcial de esta propia ideología.
Era un proyecto del tipo que Trostky, en su libro La Revolución Traicionada, definió como “capitalismo de Estado”: “cuando un estado burgués asume el comando directo de empresas industriales”. Buscando una analogía histórica, guarda alguna similitud con lo que ocurrió durante toda una parte del siglo XIX en Paraguay (después de su independencia) con los gobiernos de Gaspar Rodríguez de Francia, Carlos López y Francisco Solano López. Es decir, no se trataba de construir una economía no capitalista sino, una vez sentada una cierta base productiva, desarrollar el capitalismo.
Esta realidad se explicaba tanto por el carácter de clase pequeñoburguesa de la dirección del PYD como por el de su base social (también pequeñoburguesa con sectores con aspiraciones burguesas) sin que exista la presión o la acción de un proletariado fuerte por sus propias reivindicaciones y programa.
No fuimos los únicos en percibir ese carácter capitalista del proyecto del PYD. Andrea Glioti es un periodista italiano residente en Londres, simpatizante del proceso de Rojava, que viajó a la región y permaneció varios meses para conocer en directo e informar de esa experiencia. Al retornar a Londres, en un artículo escrito para la página de Al Jazeera, Glioti (repetimos, un simpatizante del proceso) realiza diversas críticas al gobierno del PYD sobre la fuertes contradicciones entre su propuesta “en los papeles” y lo que hacía en la realidad: “La propiedad privada está oficialmente consagrada en la Carta [Constitución de Rojava], una provisión que salvaguarda los privilegios de los propietarios de tierras a la vez que los alienta a invertir en proyectos agrícolas patrocinados por las autoridades de Rojava”. En otras palabras, el gobierno del PYD estaba impulsando el surgimiento de una “burguesía de la tierra” [12].
Este hecho fue corroborado por la revista británica The Economist que analiza que la economía de Rojava comenzaba a ser “viable” porque además de abastecerse, ya tenía excedentes en la producción de petróleo crudo, ganado ovino, granos (solo consumían 30% de lo que se está produciendo) y algodón, que comenzaban a exportarse a través de la frontera con el Kurdistán iraquí (Basur), abierta a partir de los primeros meses de 2016 [13].
El debate con el anarquismo y el “no Estado”
En nuestro artículo “Sobre la lucha del pueblo kurdo” (diciembre 2015), realizamos un debate con corrientes que consideraban que en Rojava “se están aplicando las concepciones anarquistas: gobernar y defender un país desde la base de la población sin que exista un Estado”. Con ellos, estamos en el mismo “lado” de defensa del pueblo kurdo y de apoyo a su lucha. Pero su visión del proceso estaba equivocada, sus propuestas político-militares no respondían a las necesidades de la lucha y, de ser aplicadas, llevaban por un camino peligrosísimo hacia la derrota.
Se reflotaba así el viejo debate entre marxistas y anarquistas en el que reafirmamos la posición de nuestros maestros: en las actuales condiciones de desarrollo de la humanidad no se puede gobernar y defender un país sin un Estado y sus instituciones.
Además de este debate teórico, esta definición no reflejaba la realidad. En Rojava sí existía un Estado que, en realidad, era muy fuerte con relación al tamaño del país. En primer lugar, existía una fuerza armada con comando centralizado (las YPG), columna principal de cualquier tipo de Estado. En segundo lugar, existían instituciones políticas que se centralizaban en un Parlamento y un gobierno. Finalmente, ese estado y ese gobierno jugaban un papel determinante en la planificación y el impulso de la economía.
Definido que sí había un Estado, hay que definir qué tipo de Estado es. En primer lugar, su carácter de clase (un problema conceptual que los anarquistas no consideran). Para nosotros, como hemos ya hemos analizado, se trata de un “estado burgués atípico”.
A partir de allí, cuál es el mecanismo de funcionamiento de sus instituciones. Las definiciones del anarquismo parten de una premisa falsa: todo Estado (independientemente de su carácter de clase) es el instrumento central de la explotación y, por lo tanto, es antidemocrático. Como consecuencia, toda estructura democrática construida de abajo hacia arriba aplica los principios anarquistas.
Esta premisa falsa se basa en una doble contraposición. Por un lado, con las democracias burguesas en las que efectivamente la democracia es de forma y no de contenido ya que, como definía Marx, son una forma disfrazada de dictadura de la burguesía. Por el otro, con el de la URSS burocratizada por el estalinismo, en la que no existía democracia política para los trabajadores y las masas, y que fue presentada como el “modelo de socialismo”. Pero esta URSS burocratizada era en realidad (en el terreno de las instituciones políticas) una caricatura profundamente desfigurada del verdadero modelo de instituciones y de funcionamiento de un estado obrero que proponemos para la transición al socialismo.
Un modelo que, con la dirección de Lenin Y Trotsky, se llevó a la práctica entre 1917 y 1919, hasta que una durísima guerra civil (provocada por el ataque conjunto de varios ejércitos imperialistas y de los contrarrevolucionarios rusos contra el joven estado obrero) obligó a dejarlo coyunturalmente de lado. Este modelo se basaba en los soviets (consejos de diputados obreros y campesinos) como institución central.
Constituye una democracia construida desde la base: los obreros votaban a sus representantes en las fábricas y lugares de trabajo, y los campesinos en sus asambleas (es decir, millones intervenían de modo directo en la vida política). De allí para arriba, se elegían los representantes a los soviets distritales, provinciales y nacional. Los representantes y diputados soviéticos podían ser revocados y reemplazados por su base si no cumplían el mandato votado en las reuniones y asambleas. El gobierno central era elegido por el soviet nacional que (al igual que los niveles menores) actuaba a la vez como organismo legislativo y ejecutivo (era el responsable de la aplicación de las resoluciones aprobadas). Era un estado basado en una democracia construida de abajo hacia arriba y, el mismo tiempo tenía un contenido de clase: obrero en alianza con los campesinos pobres. No podían votar ni ser elegidos a los soviets los burgueses o todo aquel que explotara trabajadores y al mismo tiempo estaba destinado a reprimir a los burgueses y a eliminarlos como clase.
Como elemento complementario, digamos que la mayoría de las corrientes anarquistas rusas de la época se opuso a esta construcción por la premisa de luchar contra toda forma de Estado (aunque algunos dirigentes obreros anarquistas lo apoyaron de modo individual). De hecho, se aliaron con la oposición contrarrevolucionaria e incluso los sectores más extremos realizaron un atentado contra Lenin, en 1918.
Tal como hemos dicho, el gobierno de Lenin y Trotsky tuvo necesidad de dejar de lado coyunturalmente esta plena democracia por la guerra civil, pero su proyecto era retomarlo completamente cuando esta terminase. El estalinismo transformó la “necesidad en virtud” y avanzó cualitativamente en la burocratización del Estado y de sus instituciones diciendo que este era “el verdadero modelo”. Pero, Trotsky y los trotskistas rusos combatieron al estalinismo y la burocratización de la URSS (e intentaron defender la democracia soviética). Como trotskistas, no nos consideramos responsables de la caricatura construida y defendida por el estalinismo ni tampoco de su fracaso.
Una cuestión central: el problema militar
Otro debate con los anarquistas se refería a la cuestión militar que, en ese momento, estaba basada en grupos de milicias populares. La estructura de milicias y las tácticas guerrilleras propias de esta modalidad (más aún si existe una moral revolucionaria y apoyo de masas) pueden ser muy efectivas si se trata de una lucha defensiva contra un enemigo que, aunque superior militarmente, no tiene base popular.
Pero si la tarea planteada es superior y ofensiva, las milicias no pueden ser la herramienta militar central (sí pueden serlo como elemento complementario). Las milicias kurdas podían defender Kobane de las fuerzas del Estado Islámico, pero si se trataba de derrotarlo de modo definitivo, se necesitaba una herramienta militar superior: un ejército completo, con sus divisiones, y un comando estratégico centralizado. La realidad mostró que esta consideraciones estaban totalmente acertadas: para derrotar al EI, sobre la base de las YPG, se formaron las FDS (Fuerzas Democráticas Sirias), un verdadero ejército centralizado.
Esto que decíamos para el EI se potenciaba si la tarea era luchar contra las fuerzas del régimen de Assad (apoyada por tropas rusas) y, más aún, si se trata de luchar por un estado kurdo unificado que debería enfrentar, al ejército turco y al iraní. Poco después la realidad ponía el combate contra el ejército turco como una necesidad inmediata.
Proponer las milicias populares como una forma eterna (porque eso es adecuado a un no-estado) es idealismo utópico que no prepara la construcción de la herramienta militar necesaria para las tareas políticas que estaban planteadas en la realidad. Ese es un camino seguro a la derrota.
¿Una “democracia desde la base”?
Además de estos debates sobre teoría política, la economía de Rojava y las cuestiones militares, esta visión de los anarquistas chocaba también con el funcionamiento profundo de las instituciones que había en ese Estado.
Para los anarquistas era verdadera la afirmación del PYD que estaba construyendo “democracia de base” en Rojava con una estructura piramidal de comités populares que iban definiendo las políticas “de abajo hacia arriba”. Esa descripción no se correspondía con la realidad. En primer lugar, la fuerza dominante en Rojava, el PYD-PKK conserva (desde su época estalinista-maoísta) una estructura de intervención altamente centralizada “de arriba hacia abajo” y, en los hechos, traslada ese mecanismo al nuevo Estado y a sus instituciones.
El analista político de izquierda sirio Joseph Daher, en una entrevista muy interesante, analizaba: “El PYD mantiene la autoridad suprema de decisión, reduciendo los consejos a un rol fundamentalmente simbólico para todo lo que exceda la distribución del combustible y de la ayuda humanitaria. La institución municipal, uno de los elementos claves del sistema del nuevo Rojava (cuyo papel es proporcionarles la ayuda humanitaria a los habitantes de los alrededores), ha sido acusado de servir para reforzar el control de las organizaciones vinculadas al PYD”. [14]
Al mismo tiempo, el PYD reprimía de modo sistemático a los partidos que le disputaban políticamente (como el Yekiti y el CNK) y a opositores no alineados partidariamente. Existían más de 100 presos políticos, se expulsaron de Rojava a dirigentes opositores y se clausurado medios de prensa, como la radio independiente Arta en 2014 y 2016, etc. Estas informaciones han sido corroboradas en diversas fuentes veraces: el artículo de Joseph Daher, el artículo ya citado de Andrea Glioti y y el excelente libro Burning country : Syrians in Revolution and War de Robin de Yassin-Kassab y Leila al-Shami sobre el conflicto sirio [15]. Una represión sistemática en defensa de un Estado burgués que desmiente con hechos la “democracia desde abajo” que el PYD afirma estar construyendo en Rojava.
Las alianzas peligrosas que hizo el PYD
La caracterización política y de clase de la dirección del PYD es muy importante para entender tanto el tipo de Estado que estaba construyendo en Rojava como la política de alianzas que desarrolló para defender y consolidar esta autonomía, un tema que hemos abordado en varios artículos. Nos referimos, por un lado, a la tregua de hecho que había establecido, a partir de 2012, con el régimen dictatorial de Bashar al Assad y, por el otro, al hecho de poner en el centro de su política la alianza con el imperialismo estadounidense.
Esa colaboración comenzó a forjarse en la lucha contra el Estado Islámico en la defensa de Kobane y se reforzó después en el cerco y la toma de Racqa por parte de las Fuerzas Democráticas Sirias que recibió fuertes suministros de armas, entrenamiento y apoyo aéreo de los yanquis.
Para nosotros, es táctico y no de principios que un movimiento que lucha en un campo militar progresivo reciba armas del imperialismo. Es una táctica válida si sirve a esa lucha. Así sucedió, por ejemplo, con las fuerzas que combatían la invasión japonesa en China en la Segunda Guerra Mundial o en la exigencia para que los imperialismos “democráticos” (EEUU, Inglaterra y Francia) enviasen armas a los republicanos españoles en su guerra contra los fascistas.
El problema comienza cuando se deja de decir a las masas que se trata apenas de un cruce de caminos, un corto episodio en el que se coincide temporariamente con nuestro principal enemigo, al que deberemos combatir, con absoluta seguridad, en el futuro. Peor aún, cuando se llama a depositar confianza en ese enemigo. Ese es el camino que estaba recorriendo el PYD/PKK.
En años anteriores, hicimos el alerta de que esa política significaba una ceguera estratégica. El imperialismo puede usar diversos peones en las tácticas regionales con que defiende sus intereses. Pero solo son eso (peones) que serán sacrificados en cuanto ya no se los necesite. O intentará destruirlos, como ocurrió con los talibanes en Afganistán. La realidad actual (la actitud del gobierno de EEUU frente al ataque turco) ha demostrado muy rápidamente lo correcto de este alerta.
Al mismo tiempo, la política del PYD de establecer una tregua de hecho con el régimen de Assad ha aislado a los kurdos de Rojava de aquellos que deberían ser sus verdaderos aliados: los sectores más progresivos de las fuerzas rebeldes que combaten la dictadura. Peor aún, cuando las YPG/FDS han avanzado sobre territorio no kurdo, muchas veces han combatido contra estas fuerzas y han desalojado violentamente a poblaciones árabes sirias.
Así ocurrió, por ejemplo, en 2017, cuando las FDS intentaron aprovechar la batalla por el control de Alepo para establecer un corredor que uniese los cantones de Afrin y Jazira, intento que fue derrotado por una anterior invasión del ejército turco. Este gravísimo error político-militar del PYD contribuyó a que muchas fuerzas rebeldes considerasen a los kurdos como “enemigos”, y ayudó a justificar la política también equivocada de algunos batallones del ELS (Ejército Libre de Siria que combatía al régimen de Assad) de ser parte del reaccionario ataque turco contra los kurdos.
El momento actual
La situación de Siria es un complejo y cambiante “polígono de fuerzas”. Esas fuerzas intervienen y definen su política en una combinación de intereses estratégicos y necesidades coyunturales y concretas. El “tablero sirio” no solo cambia de modo constante en los dominios territoriales que cada sector tiene, sino también en las alianzas y acuerdos que se van configurando. En ese juego, nunca debemos olvidar que, como en el ajedrez, existen reyes, alfiles y peones.
Por eso, en el marco de su complejidad, si miramos objetivamente, una cosa se ve con claridad: detrás del ataque turco se ha establecido un acuerdo contrarrevolucionario contra los kurdos, entre Erdoğan, Putin, Trump, Assad, y los ayatolás iraníes. Es el mismo acuerdo que ayudó a infligir fuertes derrotas a parte importante de los rebeldes sirios y a fortalecer a Assad.
De nada sirven los lamentos de que Trump los ha «apuñalado por la espalda» [16]. Era algo que podía anticiparse desde hace muchos años. No lo dijimos solo nosotros, Manuel Martorell, autor del libro Kurdos, publicado en 2016, había anticipado, ante el ataque turco del año pasado: “Lo que pasó en Afrin se va a repetir en el norte de Siria… esto provocará un terrible desastre humanitario. Tal vez millones de personas van a tener que salir huyendo por la frontera con Irak… Estados Unidos ha hecho como siempre, ha respondido a sus intereses estratégicos” [17].
Es una conclusión que deben sacar con claridad los kurdos: las “piezas grandes” (EEUU y Rusia) hacen su propio juego en defensa de sus intereses, y los “peones” siempre pueden ser sacrificados. La ceguera estratégica sobre la política y las alianzas de la dirección del PYD/PKK (tregua con el régimen de al-Assad, rechazo a una alianza con los rebeldes sirios, apuesta central al apoyo del imperialismo estadounidense) cobra ahora un altísimo precio.
Seguramente, el pueblo y las milicias kurdas de Rojava lucharán con el heroísmo con que lo han hecho en años anteriores contra el Estado islámico. Pero, a pesar de la gran simpatía que su lucha generó en el mundo, su situación es dificilísima: son atacados por el ejército turco, muy superior en tropas y armas, están debilitados en sus suministros y la dirección kurda ha tenido que hacer un acuerdo con el régimen de Assad y las fuerzas rusas.
Sabemos que muchas veces la lucha militar, cuando las condiciones son extremadamente difíciles, obliga a acuerdos transitorios que no son agradables, como esta unidad de acción militar objetiva con las fuerzas rusas y del régimen de Assad, para no ser masacrados. Frente a ello, reiteramos el alerta que hicimos con respecto al imperialismo yanqui.
En 2015, escribimos: “La política internacional que viene impulsando la dirección de PYD es equivocada y peligrosísima. Un ala mayoritaria propone una alianza con Putin y Rusia (cuyo eje real hoy es atacar a los rebeldes anti Assad). Otro sector propone profundizar una alianza con el imperialismo yanqui (según el modelo del líder kurdo iraquí, Barzani). Son políticas que coyunturalmente pueden ofrecer alguna ventaja pero que no consideran que en el futuro, los kurdos de Rojava volverán a ser ‘moneda de cambio’ para estos ‘aliados’ en el juego mayor de sus intereses en Siria y en Medio Oriente. El terreno conquistado en Rojava por los kurdos solo podrá ser defendido realmente si, por un lado, se profundiza la alianza con los rebeldes sirios (que ayudó a derrotar al Estado Islámico en Kobane) y se extiende a la lucha por derrocar a Assad y, por el otro, se utiliza como plataforma para avanzar en la lucha por un estado kurdo unificado. Rojava sobrevivirá como parte de esta lucha regional (y más en general, como parte de la revolución en Medio Oriente) o, lamentablemente, está condenada a perecer”.
Lamentamos que ese pronóstico se haya cumplido: el embrión de Estado de Rojava ya no existe; el objetivo de conseguir un Estado kurdo unificado está hoy aún más lejos. Muchos enemigos combatieron contra un avance en esa dirección pero la política de la dirección del PYD/PKK contribuyó a esa derrota.
Algunas consideraciones finales
En este marco, es necesario que el pueblo kurdo comprenda que el fin de la opresión que sufre y la conquista de su propio Estado nunca se lograrán de la mano de Trump y de Putin. Aunque puedan aprovechar sus contradicciones, ellos serán siempre estratégicamente sus enemigos, y siempre preferirán mantener en el juego a sus “alfiles” (como Assad, Erdoğan o los ayatolás iraníes) antes que a los peones.
La lucha de los kurdos solo podrá triunfar, en primer lugar, con la unidad del propio pueblo kurdo, independientemente del país en que son oprimidos. Es necesario exigirle a los peshmergas de Basur que acudan en defensa de sus hermanos en Rojava. Es necesario exigirle a las milicias del PKK en Turquía que (en la medida de sus posibilidades) pasen de las meras declaraciones y los apoyen desde el otro lado de la frontera.
En segundo lugar, es muy importante que los kurdos de Rojava comprendan que la política seguida por el PYD-YPG-FDS (hacer una tregua con Assad y atacar batallones de los rebeldes sirios y poblaciones controladas por ellos) fue un crimen político. Es necesario que hagan un giro de 180º en esa política y busquen imprescindiblemente una alianza con los sectores más progresivos de las fuerzas opositoras a Assad que aún combaten. Finalmente, hacer un llamado a la solidaridad internacional de los trabajadores y las masas del mundo.
Queremos terminar, en primer lugar, reafirmando nuestra posición de apoyo y defensa del campo militar de los kurdos contra el ataque turco avalado por Trump y llamamos a realizar una gran campaña internacional unitaria para ello.
En segundo lugar, luchamos y continuaremos haciéndolo por el derecho a la autodeterminación del pueblo kurdo y por la construcción de un Estado federal unificado de ese pueblo, actualmente disperso entre Siria, Turquía, Irán e Irak.
En tercer lugar, ante la posición de las direcciones kurdas (tanto el PKK/PYD como el PDK) que han abandonado esta lucha, es más necesaria que nunca la construcción de una dirección revolucionaria kurda que esté dispuesta a llevarla hasta su triunfo.
Finalmente, consideramos que esa tarea de construir un Estado kurdo unificado solo podrá lograrse en una lucha común con el conjunto de los trabajadores y los pueblos del Medio Oriente, en la perspectiva de la conformación de una gran federación de repúblicas socialistas de las naciones árabes y musulmanas.
Ponemos esta propuesta de balance al servicio del objetivo de desarrollar esta lucha hacia victoria.
Notas:
[1] https://litci.org/es/menu/mundo/medio-oriente/siria/la-victoria-del-pueblo-kurdo-en-kobane/
[2] https://litci.org/es/menu/opresiones/mujeres/la-lucha-de-las-mujeres-kurdas/
[4] Tomado de la versión en portugués de https://www.esquerda.net/artigo/carta-solidaria-com-rojava/63895, traducción nuestra.
[7] La serie completa de artículos sobre el Kurdistán puede encontrarse en https://litci.org/es/categoria/menu/mundo/medio-oriente/kurdistan/. En especial, recomendamos leer “Sobre la lucha del pueblo kurdo”.
[9] Publicada originalmente en Özgür Günden y reproducida parcialmente en el artículo de Leandro Albani, en una edición especial del boletín Resumen Latinoamericano Incógnitas, desafíos y realidades – La economía en Rojava, territorio liberado kurdo.
[11] https://rojavaazadimadrid.org/contrato-social-de-la-federacion-democratica-del-norte-de-siria/
[12] http://www.aljazeera.com/indepth/opinion/2016/08/rojava-libertarian-myth-scrutiny-160804083743648.html – Original en inglés, traducción nuestra.
[13] Ídem nota [10]
[14] https://syriafreedomforever.wordpress.com/2016/11/28/le-mouvement-national-kurde-en-syrie-objectifs-politiques-controverses-et-dynamiques/ (original en francés, traducción nuestra).
[15] YASSIN-KASSAB, Robin and AL-SHAMI, Leila; Burning country: Syrians in Revolution and War; Pluto Press, New York, 2016.
[16] https://www.youtube.com/watch?v=dAt3fmVmSW0
[17] https://elpais.com/internacional/2019/10/15/actualidad/1571149380_027433.html