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Movimiento Obrero

Reino Unido, Francia, Alemania: la clase obrera se hace oír

KIRAN RIDLEY/GETTY IMAGES
abril 2, 2023

La clase obrera europea reacciona contra el deterioro de su nivel de vida. Las sucesivas huelgas en Inglaterra, las que se dieron en Italia, la mega huelga que paralizó el transporte en Alemania y, fundamentalmente, el extraordinario enfrentamiento que están protagonizando los trabajadores franceses contra el aumento de la edad jubilatoria, desmienten las teorías de que la clase obrera, como sujeto social de la revolución, es cosa del pasado.

Por Alicia Sagra

Esas teorías, ampliamente difundidas por gran parte de la izquierda, incluso por algunas que se reivindican revolucionarias, se han convertido en una moda. Pero su origen, a diferencia de otras modas, no tienen que ver con un problema estético, sino profundamente político y social.

La búsqueda de los “nuevos” sujetos sociales.

La clase obrera en escala mundial, continental, regional, no siempre está en ascenso. Tiene períodos de retroceso, incluso de profundas derrotas. Es en esos períodos que políticos y teóricos, algunos de ellos reivindicándose marxistas, se impresionan por nuevos fenómenos y aparecen las teorías sustitucionistas.

Así, en la segunda postguerra mundial, hubo quienes se impresionaron con la expropiación de la burguesía realizada por el estalinismo en el Este europeo; por cómo se dieron las revoluciones china y cubana en donde se expropió a la burguesía, sin que el proletariado estuviese a la cabeza y a través de la “guerra popular prolongada”[1] o de la “guerra de guerrillas”, y no por una insurrección obrera; hubo quienes se impresionaron también por los movimientos anticoloniales africanos, que ligaban la cuestión nacional con la racial y donde la clase obrera tuvo poca participación.

A partir de ahí surgieron diferentes teorías, argumentando que la clase obrera estaba agotada, que se había aburguesado, que había sido ganada por el consumismo y la alienación, que debía ser reemplazada por los campesinos, por los pobres sin trabajo, y algunos como Franz Fannon (1925-1961), de gran repercusión en las décadas de 1960-70, llegaron a decir, refiriéndose al proceso argelino, que la clase obrera de Argelia era “burguesa” y que la clase social revolucionaria sería el lumpenproletariado.

Por su parte, Ernest Mandel, impresionado por el Mayo Francés de 1968, planteó que el centro de acción de los partidos debía ser la “vanguardia de masas”. Así, impulsó la aprobación de la “guerrilla rural” para todo el mundo en el IX Congreso de la IV Internacional y la “guerrilla urbana” en el X Congreso. Esto, evidentemente, implicaba un cambio del sujeto social.

La repercusión de esas posiciones fue relativizada cuando el proletariado volvió a aparecer con fuerza en la escena política. Eso se dio en el propio Mayo Francés con la entrada de la clase obrera, que fue cualitativa para conseguir conquistas históricas como la de la jubilación a los 62 años y para derrotar el proyecto bonapartista de Charles de Gaulle[2], quien se vio obligado a renunciar en 1969. Algo similar pasó en Latinoamérica, con la semi insurrección obrera- estudiantil, conocida como “El Cordobazo” en 1969, y las grandes huelgas metalúrgicas brasileras entre 1978 y 1980. 

También intervino en esa relativización, el desastre político la guerrilla que llevó a la destrucción de lo mejor de la vanguardia latinoamericana en la década de 1970.

Pero esas concepciones sustitucionistas de la clase obrera (aunque ya no bajo la forma de guerrillerismo), volvieron con fuerza después de los procesos del Este europeo, y de la confusión y desmoralización creadas por la restauración capitalista y por la forma en la que esta se dio, y por la campaña del imperialismo de la “muerte del socialismo”.

Las actuales propuestas de nuevo sujeto social son parte de lo que llamamos “vendaval oportunista”, que se abatió y arrastró a la mayor parte de la izquierda mundial.

Ellas tienen hoy algunas diferencias con las que estuvieron de moda en la década de 1960. Ninguna de ellas viene acompañada de la defensa de la “guerra de guerrillas”, de la “guerra popular prolongada” o de algo que se le parezca. Por el contrario, la inmensa mayoría de la izquierda está volcada a la lucha parlamentaria e incluso algunos de ellos, como los integrantes del ex Secretariado Unificado, autodenominados como Buró Político de la IV Internacional, no desdeñan la participación directa en los “gobiernos progresistas”.

Por otra parte, hoy, quienes deberían sustituir a la clase obrera no serían los campesinos, sino los oprimidos en general. Se revisa la propuesta programática marxista de que la clase obrera debe incorporar y hacer suyas las demandas de los oprimidos y así acaudillarlos en la lucha por la revolución socialista y se plantea que los oprimidos serían los sujetos de su liberación. En el mejor de los casos, se habla de sujeto múltiple: las mujeres, los negros, los indígenas, los LGBTI, la clase obrera, todos por igual, serían los sujetos de la liberación.

Portuarios alemanes en huelga. AXEL HEIMKEN/PICTURE-ALLIANCE/DPA/AP IMAGES

No hay dudas que todos esos planteamientos teóricos sobre el sujeto social conducen a propuestas políticas de alianza de clases, por lo que son asumidas e impulsadas por los diferentes sectores del reformismo, desde organizaciones políticas como el PT, Unidas Podemos, Bloco de Esquerda, hasta las direcciones de la mayor parte de los movimientos de oprimidos.

Se intenta utilizar a Marx para cuestionar a la clase obrera como sujeto social

Es ampliamente conocido el papel fundamental de la clase obrera como sujeto del cambio para Marx y Engels: “Proletarios del mundo uníos”, “la liberación de los trabajadores será obra de los propios trabajadores”…sintetizado en su gran propuesta programática: la Dictadura del Proletariado, como transición necesaria para llegar al socialismo. Marx afirmaba que ese era su gran aporte a la teoría revolucionaria.

Marx y Engels no defendían ese papel de la clase obrera en la revolución porque ella fuera mayoría. La clase obrera nunca fue mayoría. Tampoco lo fue en Rusia cuando se dio el triunfo de la revolución y la instauración de la primera dictadura del proletariado. Rusia era un país de mayoría campesina, la clase obrera rondaba el 20% de la población.

Marx y Engels defendían ese papel para la clase obrera por su lugar en la producción, por ser la clase social que crea el valor y, centralmente, porque no tiene nada que perder con la revolución “salvo sus cadenas”.

Sin embargo, en medios académicos, se habla mucho de un “Marx tardío” que al final de su vida habría relativizado la cuestión del sujeto social. El profesor de sociología de la Universidad de California, Kevin Anderson, publicó un libro, “Marx y los márgenes del mundo”, que se ha convertido en un bestseller mundial, donde desarrolla ese concepto, a partir de las posiciones de Marx sobre China y la India, y principalmente a partir de unas cartas intercambiadas con la revolucionaria rusa Vera Zasulitch. Según este autor, en esas cartas Marx plantea que en Rusia se podría pasar de la comuna campesina al socialismo, sin pasar por el capitalismo y sin que la clase obrera sea el sujeto del cambio.

Para nosotros, Marx no dice nada de eso y no existe en él, ni en Engels, que continuó con su trabajo, ningún cuestionamiento al papel de la clase obrera como sujeto social de la revolución. Pero esto será tema de otro artículo. Lo que hoy queremos marcar es la importancia que tiene para el llamado “marxismo” académico, cuestionar el papel de la clase obrera, algo que, por supuesto, es muy bien recibido por el reformismo.

Muchos siguen esas teorías porque son apasionados por lo “nuevo”. Siempre existieron los seguidores de lo “nuevo” que, como decía Nahuel Moreno hace medio siglo, “no es más que la negación de la necesidad del programa y del partido marxista, en nombre de algo mucho más viejo: el socialismo humanista, el terrorismo individual, elitista, típico de los anarquistas y populistas, la propaganda por los hechos, el empirismo como desprecio de la teoría y el programa, la adoración de los hechos y éxitos momentáneos”[3].

Con los años cambia lo que se considera “nuevo”, pero la metodología sigue siendo la misma y las motivaciones siguen siendo las que describe Moreno.

Pero, como siempre, la última palabra la tiene la clase obrera, que hoy está mostrando su fuerza y el peso que tiene su intervención no sólo en las luchas en el Reino Unido, Italia, Alemania, Francia, sino también en el papel que juega en la resistencia ucraniana contra la invasión rusa.

Ella le está dando la razón a Marx, la liberación de los trabajadores será obrera de ellos mismos; le está dando la razón a Lenin, la única manera de lograr ese objetivo es con la dirección de un partido marxista revolucionario y le está dando la razón a Trotsky: la crisis de la humanidad es la crisis de su dirección revolucionaria.

No hay dudas que la gran tarea sigue siendo avanzar en la superación de esa crisis y así lograr que esos combates de la clase obrera se encaminen en dirección de la destrucción del imperialismo y hacia la toma del poder para construir el estado obrero, como camino hacia el socialismo.


[1] “Guerra popular prolongada”, estrategia defendida por el maoísmo, a partir de la Tercera Revolución China, que fue producto de una larga marcha del ejército de Mao, que se inició en 1928 y terminó en 1949.

[2] General Charles de Gaulle, dirigió el ejército francés en el exilio y terminada la segunda guerra, volvió convertido en héroe nacional. En 1958 fue elegido Primer Ministro y después presidente. Su estrategia era reforzar el poder del presidente disminuyendo el del parlamento, se debe a él la cláusula constitucional que Macron utilizó para aprobar el aumento de la edad jubilatoria.

[3] Nahuel Moreno, Lógica marxista y ciencias modernas, Editorial xolotl, pag. 103.

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