Jue Mar 28, 2024
28 marzo, 2024

Portugal |¡Contra la crisis social de la democracia de los ricos, construir la democracia de los trabajadores!

Cuando conmemoramos el 49 aniversario del 25 de Abril, es necesario hablar de las conquistas de la revolución que están siendo destruidas progresivamente –como la salud o la educación– pero también de las contradicciones estructurales en las que nació la democracia portuguesa y que explican los problemas que enfrenta hoy la clase trabajadora del país.

Por: Maria Silva, 24 de abril de 2023

El 25 de Abril fue una revolución que cuestionó más que la dictadura

Cuando la extrema derecha llega al poder en varios países del mundo, es fundamental gritar fuerte que los regímenes que estos partidos defienden se basaron en la falta de libertades, en la tortura y la persecución, en la ausencia del derecho de huelga y de manifestación, en la brutal opresión colonial y en el sometimiento de las mujeres, el atraso cultural, la falta de acceso a servicios básicos de salud o educación. Los únicos beneficiados fueron los grandes grupos económicos como la CUF, Espírito Santo, Mello o Champalimaud.

Pero el 25 de Abril no solo fue contra la dictadura, también cuestionó el sistema capitalista. Los trabajadores tomaron los destinos en sus propias manos y comenzaron a construir un nuevo país. Organizaron asambleas, comisiones de trabajadores, de vecinos, de soldados, que conquistaron varios de los derechos que aún hoy tenemos, como la escuela pública y el SNS. Nada ofreció la burguesía y sus representantes: todo fue conquistado por las manos de los trabajadores y los jóvenes con sus luchas.

PS y PCP derrotaron la revolución

La construcción del socialismo estaba a la orden del día, poniendo fin a la explotación del hombre por el hombre. La burguesía impidió que este proceso avanzara. PS y PCP, las dos grandes direcciones de los trabajadores en ese momento, garantizaron que se siguiera este camino. El PS pretendía un modelo de democracia parlamentaria capitalista, alineado a los países europeos y sus respectivas socialdemocracias. El PCP integró todos los gobiernos provisorios (burgueses) durante la revolución. Alineado con la URSS (donde una dictadura estalinista estaba en completa oposición al poder de la Revolución de Octubre y al poder de los soviets), pretendía controlar férreamente al movimiento obrero y el aparato de Estado, pero no tenía el proyecto de construir un Estado obrero en Portugal, porque eso ponía en tela de juicio los pactos que la URSS tenía con el imperialismo estadounidense desde Yalta y Potsdam.

El 25 de noviembre de 1975, entre PS y PCP, se derrotó el poder dual dentro de las Fuerzas Armadas. El resultado consagrado en la Constitución de 1976 fue una democracia parlamentaria capitalista, pero garantizando amplias libertades democráticas y las conquistas de los trabajadores y la juventud, que incluían mantener el PCP como partido legal, contrario a lo que querían los sectores más reaccionarios.

Sin una dirección con peso de masas que propusiese la construcción de un Estado organizado sobre la base de la centralización de las comisiones de trabajadores en un poder alternativo de los trabajadores, la revolución fue retrocediendo. Con los años, quedó más claro que el “socialismo democrático” del PS era, de hecho, una democracia capitalista de los ricos.

La democracia de los ricos y la sumisión a la Unión Europea

Perdidas las colonias, el proyecto de la burguesía portuguesa era ser el socio menor del imperialismo europeo, para conseguir algunas migajas en ese proceso. De ahí la entrada de Portugal en la Comunidad Económica Europea, hoy Unión Europea.

La moneda de cambio fue la entrega de los principales sectores de la economía en manos de grandes grupos económicos extranjeros, privatizando y liberalizando sectores estratégicos como la banca, la energía, el transporte y las comunicaciones, proceso que se inició con las privatizaciones de la década de 1990, pero que dio un salto de calidad tras la intervención de la Troika en Portugal, en 2011-2013. Sobre todo, este proceso tuvo como principal moneda de cambio la entrega total de los trabajadores en Portugal como mano de obra barata para explotación de las grandes multinacionales y, para ello, derrotar o tornar inocuas varias de las conquistas realizadas durante la revolución. El resultado es un país periférico, totalmente sumiso a los dictados de la UE, sin ningún proyecto de país social y ecológicamente sostenible.

Necesitamos cuestionar el modelo de democracia de los ricos

49 años después del 25 de Abril, los trabajadores en Portugal viven cada vez peor. Los problemas del país son tratados por separado, alimentando la ilusión de que es posible recuperar derechos sin cuestionar este modelo de país. Aceptar la democracia de los ricos y cumplir las reglas de la UE significa tener las manos atadas frente a los grandes problemas sociales y ecológicos del país, cuyo precio es la desgracia y la miseria de la mayoría de la población. 

PS y PSD-CDS, con más o menos medidas sociales, beneficiando a uno u otro sector capitalista, comparten la responsabilidad de un país de servicios y turismo, asentado en los bajos salarios y en la destrucción ambiental del país.

Este modelo tampoco fue revertido por los gobiernos de la Geringonça (con apoyo del Bloco de Esquerda y el PCP). BE y PCP critican hoy el gobierno del PS, pero su alternativa es nuevas Geringonças. Reivindicando las conquistas del 25 de Abril, no cuestionan ni la democracia de los ricos que se instituyó ni el modelo de país sumiso a la UE. Quieren tratar las heridas más graves, pero se niegan a curar la enfermedad.

El Chega se afirma como alternativa, poniendo en el centro el tema de la corrupción, mientras de forma oportunista dice estar con los docentes u otros sectores que luchan. Sin embargo, su programa es la privatización de todos los servicios públicos, los ataques al derecho de huelga y el refuerzo del poder autoritario del Estado, en la línea de su simpatía por el salazarismo. También propone una sociedad basada en la discriminación racial y étnica (como es el caso de los gitanos), mientras protege a los grandes capitalistas y garantiza el mantenimiento de Portugal dentro de la UE. La Iniciativa Liberal también profundiza el camino de sometimiento a la UE, proponiendo al mismo tiempo que el Estado apoye al sector privado, un modelo que la historia ya ha demostrado que beneficia solo a una minoría privilegiada. Nada de esto es la salida para los trabajadores.

Una nueva revolución para construir una democracia de la clase trabajadora

El 25 de Abril fue una revolución victoriosa en sus objetivos democráticos y con grandes conquistas sociales y económicas, pero fue derrotada cuando pretendía cambiar el sistema capitalista. Por eso, vivimos en una democracia de los ricos, siempre dispuesta a reprimir los “derechos democráticos” cuando eso sirva para defender a los grandes capitalistas, como se ha visto en las luchas contra la destrucción ecológica o en los ataques al derecho de huelga de los maestros.

Para solucionar los problemas de inflación, vivienda, salud, educación, medio ambiente, precariedad, entre otros, es necesario construir en primer lugar grandes luchas que se vayan unificando entre sí, y construir una huelga general para detener los ataques de este gobierno y de la gran burguesía que este protege.

Pero ya hemos visto que la democracia de los ricos y el proyecto de un país sumiso y basado en nuestra explotación y opresión no nos sirve. Es necesario hacer una nueva revolución que retome la tarea que quedó inconclusa hace 49 años: acabar con el capitalismo y construir el socialismo, una sociedad sin explotación ni opresión, social y ecológicamente sostenible. Y para eso tenemos que extraer las lecciones del pasado y proponer un nuevo proyecto de país al servicio de la clase trabajadora y del pueblo más pobre. Sólo así tendremos una verdadera democracia para los trabajadores.

Artículo publicado originalmente en el diario Em Luta N.º 10 de abril de 2023.-

Traducción: Natalia Estrada.

Más contenido relacionado:

Artículos más leídos: