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Chile

Porque debemos votar nulo en Chile en la segunda vuelta

Como un país que protagonizó un proceso revolucionario en 2019 y eligió una amplia coalición de izquierda hoy se ve ante la inminencia de una elección de la extrema derecha.

Marcel Wando

diciembre 5, 2025

El 16 de noviembre de 2025, los chilenos fueron a las urnas para la primera vuelta de las elecciones presidenciales. El resultado fue una votación reñida entre Jeannette Jara, del Partido Comunista de Chile (26,85% de los votos), y José Antonio Kast, del Partido Republicano (23,93%). Impedido constitucionalmente de postularse a la reelección, Boric lanzó la candidatura de Jara, su exministra del Trabajo, como la candidatura unificada de la frente amplia de izquierda. Por su parte, la derecha presentó múltiples nombres, fragmentando inicialmente su electorado. La segunda vuelta está prevista para el 14 de diciembre.

Tras la primera vuelta, Kast recibió el apoyo de Johannes Kaiser, del Partido Nacional Libertario (13,93% de los votos), y de Evelyn Matthei, de la Unión Democrática Independiente (12,56% de los votos). Juntos, estos tres candidatos suman el 50,42% de los votos, aunque la transferencia automática de este electorado no está garantizada. Una encuesta del instituto Panel Ciudadano UDD, publicada dos días después de la elección, indicó que, en un escenario hipotético de segunda vuelta, Kast tendría el 61% de las intenciones de voto, frente al 39% de Jara. Considerando solo los votos válidos, excluyendo los blancos y nulos, los porcentajes proyectados serían del 54% para Kast y del 34% para Jara.

Un proceso revolucionario interrumpido

En 2019 se inició en Chile un proceso revolucionario que luchaba por la superación de los problemas sociales marcados por la ausencia de servicios públicos para la población, lo que la obliga a buscar en el mercado aquello que el Estado no ofrece. Esta forma de acceso encarece mucho el costo de vida de quienes logran acceso, mientras excluye a millones de otras personas que quedan sin acceso a servicios básicos para la supervivencia. En otras palabras, servicios de salud, educación, jubilación, etc… no son para todos y consumen buena parte de los ingresos de la población.

Esta política de Estado Mínimo es la marca de lo que se conoce como neoliberalismo, y ha sido aplicada sistemáticamente por todos los gobiernos de Chile en las últimas décadas. Las organizaciones de izquierda y de derecha que gobernaron el país aplicaron esta política, lo que llevó a la población a una desconfianza generalizada hacia todas estas organizaciones. El inicio de este régimen democrático neoliberal comenzó con la caída de Pinochet, que dejó como herencia su constitución, que nunca fue reemplazada.

Por eso, las organizaciones de la izquierda reformista tenían un plan para canalizar el ascenso hacia las elecciones y ejercieron presión para que la constituyente se mantuviera dentro de los márgenes del capitalismo. El plan funcionó. La vanguardia revolucionaria (que ya estaba en proceso de reflujo debido al inicio de la pandemia) se unió a la campaña de la constituyente y, en las elecciones de 2021, eligió a Boric.

Boric: promesa de ruptura y los límites de la gobernabilidad

En su discurso electoral prometía reformas estructurales, fortalecimiento del Estado y ampliación de las políticas sociales para atender a las expectativas de superación de los problemas sociales. Por cuenta de estas promesas, de este vínculo con la vanguardia y del apoyo de los partidos de izquierda, Boric es visto como un político de izquierda.

En el ejercicio del gobierno, Boric promovió la constituyente que acabó eligiendo una mayoría de diputados constituyentes vinculados a la derecha. El texto votado, aunque avanzó en relación a la constitución anterior con una serie de concesiones de libertades democráticas y de preocupación formal por cuestiones sociales, se mantenía dentro de los marcos del capitalismo. La campaña de las organizaciones de derecha de que esta constitución iba a hacer que el gobierno “tomara las casas” de las personas logró revertir el apoyo de la población general al nuevo texto, que fue derrotado en el plebiscito.

Este proceso fue un hito para el ejercicio del gobierno Boric, que gobernó con las mismas políticas neoliberales que los gobiernos anteriores al suyo, cumpliendo un papel de desmoralizar aún más a esos partidos. Este cuadro produjo desgaste político y frustración entre sectores que esperaban cambios más profundos por un lado. Por otro, fortaleció aún más las alternativas a él, encabezadas por nuevas organizaciones de la extrema derecha, como el Partido Republicano de Chile, creado por el propio Kast en 2019.

¿Contra la democracia neoliberal, dictadura neoliberal?

Parece contradictorio el liberalismo y la dictadura, ya que esta bandera siempre se ha levantado como una forma de combate al “totalitarismo”. Pero Chile es la prueba histórica de que esto es posible. Pinochet encabezó una dictadura que implementó las políticas neoliberales de forma estructural en el país y que hasta hoy, incluso con la caída del régimen, siguen siendo implementadas.

Ahora, con el ascenso de nuevos políticos de extrema derecha con discurso de renovación, se retoma la vieja propuesta de cierre del régimen, incluso con el apoyo al antiguo régimen de Pinochet. La campaña de Kast no se concentra en los problemas que pretende mantener o crear, sino que se basa en los problemas de orden y seguridad pública, que promete solucionar con mayor represión policial, posiblemente un camino para justificar la toma de control del Estado por los militares. Sin embargo, si hoy la violencia pública crece, eso es gracias a la desagregación social causada por las propias políticas neoliberales que quieren mantener.

Esta contradicción debe ser señalada por todos los que luchan para resolver los problemas causados por estas políticas. Kast no es una alternativa que resuelva los problemas creados por Boric y los anteriores, sino que representa la continuación y el agravamiento. El discurso policial y militarista es una falsa solución, porque no resuelve las causas que están en la raíz de los problemas que ellos señalan. Por el contrario, la militarización solo actúa en el sentido de represión de los movimientos populares y sindicales que buscan resistir a estas políticas y exigir mejoras en sus vidas.

Esta bandera militarista forma parte de una agenda de “Bukelización” de América Latina, que cuenta con la adhesión de todas las organizaciones de este nuevo campo político que se expande por el mundo. Hace referencia a Nayib Armando Bukele Ortez, presidente de El Salvador, que transformó el país en una prisión a cielo abierto (y a puertas cerradas), que recibe deportados de EE. UU. (criminales o no), con varias denuncias de abuso y violación de derechos humanos.

Es necesario un partido socialista y revolucionario en Chile

Boric no fue capaz de resolver los problemas sociales de Chile porque su proyecto es el de gobernar el capitalismo chileno, que exige de cualquier gobierno la aplicación de estas políticas neoliberales que afectan directamente a su población. La sustitución de este frente amplio por un gobierno de extrema derecha, lejos de resolver los problemas, solo los agravará, amplificando lo que ya existe y creando nuevos mecanismos de dependencia con las potencias imperialistas que actúan sobre el país y de represión a los movimientos sociales.

Por esta razón, es necesario un partido revolucionario que proponga un programa socialista a los trabajadores chilenos. Un proyecto que no solo resuelva los problemas inmediatos, y por lo tanto que rompa con las políticas neoliberales, sino que también tenga firmeza en indicar que esto no se pasa por dentro de las instituciones burguesas, sea con esta u otra constitución. Solo con un nuevo sistema donde la clase trabajadora esté ejerciendo el control directo de la producción.

Si Chile es un ejemplo histórico de una dictadura neoliberal, como la de Pinochet, también lo es de cómo la clase trabajadora puede organizarse para construir su propio poder. Esta dictadura surgió precisamente para destruir la vanguardia obrera que protagonizó los cordones obreros, que fue el embrión de un doble poder capaz de gobernar el país a partir de otra estructura social. Esta memoria histórica debe mantenerse viva entre todos los que quieren luchar por una revolución social en Chile.

Porque estamos en contra del voto útil

Comprendemos que parte de la vanguardia de activistas de esta lucha contra el neoliberalismo está inclinada a votar en la frente amplia contra lo que sería un “mal mayor”. La presión para adherirse al voto útil es inmensa de ambos lados: tanto la izquierda pide el voto contra la “amenaza fascista” como la derecha pide voto contra la “amenaza comunista”, aunque estas caracterizaciones no encuentren correspondencia concreta en los programas y en la práctica presentados de ninguno de los dos lados.

El voto en las elecciones es táctico, y la mejor táctica es aquella que mejor representa el programa de la organización. El programa de un partido socialista debe ser, entre otras cosas, la expresión de las necesidades de la clase trabajadora de su país. En el Chile de hoy, esto pasa por la lucha contra las políticas neoliberales y el enfrentamiento a los gobiernos que las implementan, sean de izquierda o de derecha. Por eso, estamos en contra del voto en Kast.

Dar apoyo político al régimen actual sería un error mortal para nuestro proyecto. Dar apoyo político a la candidatura Jara representaría la entrada en la frente amplia, y desmoralizaría el programa de la revolución socialista junto con toda la izquierda institucional del país. El voto en Jara representa la adhesión al proyecto democrático neoliberal que creó los problemas que queremos resolver.

Por qué defendemos el voto nulo

Aún nos queda analizar el voto crítico en Jara y el voto Nulo. El voto crítico es llamar al voto en la lista, pero con la defensa de un programa independiente, sin dar apoyo político. El argumento para esto es que Kast sería un gobierno mucho peor, dado lo que tiene intención de hacer. El problema de este argumento es que desconsidera que un gobierno no hace lo que quiere, sino lo que puede. La población no sabe cuáles son los problemas de un posible gobierno Kast porque aún no ha tenido la experiencia con él. Pero sabe cuáles son los problemas del actual gobierno de la Frente Amplia, ya sea encabezado por Boric o por su ministra.

Si el problema inmediato de las personas es el gobierno Boric, cualquier alternativa pasa por estar en contra de este gobierno, y no por minimizar los ataques neoliberales que él lanza contra el pueblo. Especialmente en torno a lo que, para la mayor parte de la población, no son más que especulaciones y parte del “terrorismo electoral” utilizado por los partidos de izquierda en todo el mundo para justificar el apoyo político a sus propios gobiernos.

Por eso, en estas elecciones de 2025 de Chile, la mejor forma de expresar la oposición a las políticas neoliberales y a las amenazas golpistas es el voto nulo entre Jara y Kast. Ni apoyo a la continuación del actual gobierno, ni apoyo a una oposición cuyas propuestas empeoran las condiciones sociales del país.

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