Sáb May 18, 2024
18 mayo, 2024

El poder dual en Rusia, Bolivia y Chile: El proletariado industrial y la toma del poder

Cuando hablamos de estrategia revolucionaria nos vemos obligados a referirnos a un conjunto de elementos que constituyen orientaciones y premisas que llevan a la clase obrera a la toma del poder. De allí nos podemos adentrar a una serie de discusiones respecto al sujeto social de la revolución, el tipo de herramienta que se debe utilizar para la toma del poder, sobre los organismos que se deben crear para tal cometido, etc. Estas orientaciones, que la historia y la lucha de clases va demostrando, deben ir dirigidas a un tipo de gobierno, asentado en los organismos de gobierno de la clase obrera. Teniendo una correcta caracterización de la época en la que vivimos, la cual Lenin caracterizó como de “Época de Guerras y Revoluciones”, que poco ha cambiado desde la concepción de dicha etapa.

Por Christian Berríos[1]

Existe también una confusión respecto a lo que se denomina táctica y estrategia, donde existen tácticas que son llevadas a un plano estratégico. Por ejemplo, la socialdemocracia apostó por la táctica electoral y el trabajo en el parlamento burgués como una estrategia para la construcción de la “sociedad socialista” (Lenin, La Revolución Proletaria y el renegado Kautsky, 2007). En la segunda mitad del siglo XX dentro de Latinoamérica el guerrillerismo, como táctica militar, también fue llevada como estrategia al plano de la toma del poder, lo que equivalió a un distanciamiento de los sectores de la clase obrera industrial y al amplio sector de masas -colocando en el centro al campesinado y a grupos de vanguardia como el sujeto que dirigiría al resto de los sectores de la sociedad (Moreno, Dos métodos frente a la revolución latinoamericana, 1964).

La II internacional utilizaba el concepto de “táctica” como la clave del movimiento obrero, no se hablaba de estrategia. No será luego de la revolución de octubre cuando los conceptos vuelvan a sus definiciones militares. Trotsky se refiere a la táctica como el arte de dirigir las operaciones aisladas, mientras que la estrategia es el arte de hacerse del mando; combinar todos los elementos para apoderarse del mando, es decir, para vencer (Albamonte, 2007).

En este sentido, la estrategia debe responder a la pregunta en torno a cómo la clase obrera puede hacerse del poder político y destruir el Estado burgués y crear un Estado de la clase obrera, con organismos que fomenten la participación política del conjunto de la clase y que tenga como objetivo la construcción del socialismo a nivel mundial, mediante la destrucción del antiguo aparato capitalista.

En síntesis: apostar a la movilización de masas y a la construcción del partido revolucionario, que tome el poder político y lo deposite en los órganos de la clase obrera (Moreno, 1973).

Nos referiremos específicamente al método revolucionario que ocuparon los bolcheviques y la clase obrera rusa para poder hacerse con el poder y dirigir al conjunto de los sectores explotados. La forma del Soviet o del consejo, como forma de organización y combate contra la burguesía -o la monarquía en la Rusia pre-soviética-, ha sido tomada por toda la clase obrera a nivel mundial y ha quedado demostrado que son organismos que tienen una alta posibilidad de guardar una independencia de clase[2], como también la forma más democrática de poder llevar a cabo las reivindicaciones de los sectores explotados.

En Latinoamérica también está presente esta forma independiente de organización de la clase obrera y los sectores populares. La Central Obrera Boliviana (COB), emanada de la revolución boliviana del 52’, es uno de los ejemplos de organización por fuera de los marcos del Estado, donde al igual que los Soviets, se constituyó como un poder dual que tensionó la capacidad de dominio de la burguesía, organizando y administrando en algunos sectores la producción, teniendo la capacidad de derrocar gobiernos e instaurando milicias obreras.[3]

Por otra parte, los Cordones Industriales, si bien no se constituyeron como un poder dual, si mostraron rasgos importantes sobre la independencia en la organización obrera, donde se pusieron en práctica tanto formas de administración de la producción como consignas y reivindicaciones que tensionaban al gobierno de la UP, junto al régimen democrático-burgués.

Se colocará en tensión entonces la estrategia para llevar a cabo una revolución de carácter socialista, que está basada en organismos democráticos de la clase obrera y los sectores populares mediante la estrategia de la insurrección obrera. Es necesario también recalcar que la idea no es caer en un fetichismo de los Soviets, o caer en análisis mecanicistas o doctrinarios en base a una determinada forma de organización. La clase obrera y el movimiento de masas va creando sus organismos en base a sus necesidades y su naturaleza; puede ser el Soviet, los comités de huelga, los comités coordinadores, etc. Lo importante es que responden a la movilización permanente de la clase obrera y los sectores oprimidos y explotados.

Los organismos de combate de la clase obrera rusa, chilena y boliviana en procesos revolucionarios.

Para definir una situación revolucionaria nos abocamos a la sintética definición de Lenin: los de arriba -clases dominantes- no puedan seguir viviendo ni gobernando como antes, mientras que los sectores explotados y oprimidos no quieran seguir siendo gobernados como antes (Lenin, 1915). De tal forma, el rasgo más característico de una revolución social y política es la intervención directa de las masas en el curso de los acontecimientos históricos (Trotsky, 1997; Moreno, 1984). En tiempos de “normalidad”, quienes llevan el rutinario y tortuoso curso de la historia son las instituciones tradicionales del Estado Burgués, sus ministros, partidos, intelectuales, etc. Los regímenes pueden cambiar como así sus instituciones y los distintos gobiernos, pero las instituciones del Estado ya sean las fuerzas armadas o el parlamento, siguen llevando el curso de la historia.

Sin embargo, en épocas de revolución las masas comienzan a forjar sus propias instituciones, sus propios métodos de organización y pasan a intervenir directamente en el curso de la historia. La forma de estudiar los órganos creados por la clase obrera debe ser contemplando su dinamismo, donde transitan desde las reivindicaciones económicas, democrático-burguesas, hacia consignas de poder o reivindicaciones de carácter socialista (Trotsky L. , 1932).

El Soviet, por ejemplo, nace como una institución de la clase obrera que cumplía la función de coordinar las distintas huelgas que se producían en 1905 para luego ser caracterizado en 1917 como el organismo de base para la toma del poder, donde se debía organizar el nuevo Estado obrero -destruyendo de raíz las instituciones del Estado Burgués. Este aprendizaje, y muchos otros de vital importancia, fueron extraídos del estudio de la primera revolución obrera: “La Comuna de París”. Trotsky también saca conclusiones contundentes sobre el rol del Partido en la construcción de la dictadura del proletariado. Estudios fundamentales que se deben sacar a la luz para tomar las conclusiones y lecciones pertinentes para el triunfo de una acción revolucionaria.

En Rusia las clases oprimidas y explotadas se organizaron en el Soviet, en Chile se organizaron tanto en los comandos comunales como en los cordones industriales y en Bolivia se organizaron en la COB.

De tal forma haremos en el siguiente artículo se hará referencia a: La caracterización de los organismos emanados de la lucha obrera, que constituirían órganos de poder dual -o embrión de poder dual en el caso de los cordones. En segundo lugar, se tensionará el rol del partido en la toma del poder y su vínculo con los organismos de clase. En tercer lugar, se abordará la composición de clase y la importancia de la clase obrera industrial en la participación de estos.

El Soviet, el Cordón Industrial y la COB.

Para quienes tengan una noción particularista, en el sentido de elevar a una categoría absoluta las particularidades de la clase obrera en cada país, esta comparación puede parecerle ridícula, reduccionista o quizás hasta forzada. Tampoco la idea es llevar a una categoría generalizadora en torno a las formas de organización de la clase obrera, eso sería un reduccionismo, un estudio superficial y mecánico respecto a la organización de la clase (Lenin, 1906).

Aquí lo que queremos comparar y rescatar es que, sabiendo de las particularidades de la clase en los distintos países, existen métodos de organización y de hacer política que escapan a las particularidades de cada región y que se ven plasmados en las características generales de la clase obrera y los sectores explotados. Un ejemplo de esto son las formas de democracia que levantan los sectores de la clase obrera industrial[4] en situaciones revolucionarias como fue en Rusia, Bolivia y embrionariamente en Chile, como expresión de una toma superior de consciencia.

Los soviets, como forma organizativa de la clase obrera nacen en la víspera de la revolución de 1905 con el objetivo de poder organizar las huelgas y movilizaciones que llevaban a cabo las industrias en los sectores urbano-industriales de Rusia. En 1905, en la región de Ivánovo-Vosnesensk nació el primer Soviet en medio de la lucha que llevaban a cabo la clase obrera de las industrias textiles. Esta tomó un carácter organizador donde se masificó la lucha, al día siguiente se organizó una asamblea de huelguistas a la cual asistieron cerca de 30.000 obreros y obreras textiles. Se decidió elegir un consejo de 110 delegados que tendrían la función de llevar a cabo las negociaciones con los patrones y el gobierno (Nin, 1932).

Al poco tiempo después le seguiría la formación del Soviet de Petrogrado y de Moscú, ciudades con una importante concentración industrial y de una importancia política relevante.

Los Soviets, si bien se formaron como una respuesta ante los ataques de la burguesía y el Zar, no surgieron mediante un “espontaneísmo” de las masas en la organización, sino que el Partido Obrero Socialdemócrata Ruso estuvo coordinando estrechamente la organización del Soviet de Ivánovo-Vosmesnsk, no como una política que haya propuesto el Partido, sino como una respuesta ante la organización que la clase obrera dió (Nin, 1932). Solo en Petrogrado se dio una situación en la cual de ser un comité de huelga pasó a ser el centro de las luchas obreras, con la participación de un espectro más amplio en organizaciones políticas (A diferencia de Ivanovo-vosmesnsk, en el soviet de petrogrado también contaban con la participación de los eseristas).

Los soviets se diluirían luego de la derrota de 1905, pero la experiencia colectiva de la clase obrera los tendrá presentes en las vísperas de la revolución de 1917.

Por otra parte, los cordones industriales nacen también al calor de las movilizaciones, durante el año 1972 en la comuna de Maipú -comuna con una densidad industrial importante- se forma el comando de coordinación Maipú, el cual tenía como objetivo coordinar las distintas huelgas que llevaban a cabo la clase obrera en industrias como, Aluminios “El Mono”, Perlak y Polycron, quienes exigían el traspaso de las industrias al “Area de Propiedad Social” (APS)[5] (Guzmán, 1996).

De aquí en adelante la organización de la clase obrera avanzaría exigiendo demandas económicas, como el cumplimiento en el pago de sueldos, el aumento de estos y el fin a los despidos, hasta ya exigir el traspaso de un conjunto de industrias, cada vez mayor, a la administración del Estado y los trabajadores (Mujica, 2007).

La cantidad de industrias que exigen el traspaso al Área Social aumenta y el gobierno responde con obstáculos, cuestionamientos y negativas hacia las exigencias de estos sectores de la clase obrera. Las empresas que exigen el traspaso ya no son solo las del comando coordinador de Maipú sino que se extienden a otros sectores del país.

Dentro de este clima de movilización, a mediados de Julio, nace el Cordón Industrial Cerrillos-Maipú, exigiendo el traspaso de todas las industrias de la comuna hacia el Área de Propiedad Social, lo que marcará un precedente para la pronta aparición de otros organismos de autoorganización obrera, el cual estallará en el paro patronal de octubre del 72’. Ante la arremetida de la burguesía en el paro patronal, surgen distintos cordones industriales: El cordón Vicuña Mackenna, el cordón Estación Central, cordón Huachipato, y varios otros comienzan a levantarse a través de métodos de acción directa, organización obrera por fuera de la legalidad y política institucional de la UP (Mujica, 2007).

Estos cordones se levantan en busca de mejores condiciones de vida para la clase obrera, se levantan en defensa de la arremetida burguesa ante el paro y se proyectarán no solo como un organismo de coordinación y defensa. Si no que también tendrán un rol en la administración y producción local de bienes[6].

De tal forma es que se gesta una embrionaria forma de organización que buscara una coordinación a nivel nacional, pero que, dado los acontecimientos posteriores como la entrada del brazo armado de la burguesía al gabinete de gobierno, la política de devoluciones de empresa y la falta de una dirección revolucionaria que buscase fortalecerlos como organismos de combate y deliberación política, estás terminaran siendo víctimas de la contrarrevolución.

La COB por otra parte, nace como una central obrera que busca aglutinar a todos los sectores de la clase obrera y popular que fueron protagonistas de las movilizaciones de abril de 1952[7]. Con el impulso de la revolución y la destrucción del aparato de las fuerzas armadas, la principal vanguardia obrera agrupada en la FSTMB[8] junto al POR[9], forman la Central Obrera Boliviana, la cual constituía un organismo de poder efectivo; tenía su propio brazo armado conformado por las milicias obreras, aglutinaba al conjunto de los sectores del proletariado minero y productivo, deliberaba políticas de nacionalización, entre otras. Se mostraba en abierta tensión con el Estado burgués boliviano por tener el dominio total del Estado -con las características que se diferencian entre las clases-.

Luego de la revolución de 1952 se destruye el ejército, el presidente escapa al exilio y la clase obrera, mediante los Comités de Coordinación creados para la autodefensa, se reorganiza y unifica distintos sindicatos que desembocarían en la creación de una nueva central sindical, la COB.

La COB, si bien se conformó gracias a la rica herencia de lucha y organización con la que contaban los obreros mineros, esta tenía una gran dificultad por delante: la casi nula experiencia de la clase obrera en mantener independencia con el aparato estatal. La reaccionaria CSTB, obtuvo un ministro obrero en el gobierno “Hertzog”, el FSTMB funcionaba como bloque parlamentario junto al POR[10] y la COB tampoco se mantendría independiente del gobierno reformista del MNR (de Oliveira, 2007)

Luego de la toma del poder y la conformación de la COB se eligió un comité ejecutivo donde participaba el MNR junto con el POR. Mediante esa vía se desarrollaría la central durante un año sin un congreso fundacional que pudiese elegir una directiva de forma democrática e incentivar la elaboración política de la clase obrera.

Se debe entender primero las posiciones de las agrupaciones que tenían una capacidad de dirección dentro de la central. En primer lugar, el MNR, Movimiento Nacional Revolucionario, era un partido de composición heterogénea, donde participaban sectores de la pequeño-burguesía, estudiantes y ciertos sectores de la clase obrera. Sin embargo, sus acciones se caracterizaban por ser clandestinas y conspirativas, mediante negociaciones con oficiales del aparato de las fuerzas armadas para poder impulsar a la burguesía nacional boliviana y generar ciertas reformas “democráticas”, sin la perspectiva del socialismo en el horizonte.

El POR fue un partido afiliado a la Cuarta Internacional, la cual estaba dirigida en su mayoría por las políticas de Michel Pablo y Ernest Mandel. El POR tenía fuerte arraigo en los sectores mineros de Bolivia, teniendo una influencia preponderante en la FSTMB y en la COB, su política es zigzagueante, sobre todo a medida que se desarrolla la lucha dentro de la Cuarta Internacional respecto a la táctica del “entrismo sui generis” a los Partidos Comunistas, que eran parte de distintos gobiernos de Frente Popular, y por su viraje hacia el método foquista y guerrillero empleado por Guevara y luego Santucho en la década del 60-70.

El programa de la COB -definida en las tesis de Pulacayo del FSTMB- hacía referencia al fortalecimiento de una central sindical independiente del Estado, por la nacionalización de las minas y las industrias, por el armamento de la clase obrera y constituir un parlamento obrero -similar al Soviet-. Sin embargo, su política se mantuvo dentro de los márgenes del aparato del Estado Burgués, siendo co-gobierno con el MNR, con la táctica de arrastrar a los sectores del ala izquierda del MNR que en su mayoría eran obreros que participaban permanentemente en la central (de Oliveira, 2007).

La COB, a medida que pasaron los meses después de las jornadas de Julio, formó las “Centrales Departamentales”, que en muchas regiones eran el organismo que administraba y deliberaba el quehacer de la localidad. El POR estaba a cargo de la central departamental de Santa Cruz y este protagonizo una de las principales tensiones con el gobierno MNR. Cuando en el periódico “Rebelión” lanza un llamado a la radicalización de la revolución.

“La COB defiende la ocupación de las fábricas y las minas por los trabajadores (…) nacionalización de las minas, sin indemnización y bajo control obrero (…) el pueblo boliviano no puede cargar con el peso que significaría el pago de grandes indemnizaciones, el destino de la revolución se liga íntimamente al de la propiedad privada, que solo podrá ser superada por la acción revolucionaria de las masas. El Congreso Nacional de Trabajadores es un paso en la conquista de un parlamento obrero que, superando la estructura jurídica democrático-burguesa, abrirá el camino para un gobierno obrero y campesino”. (Rebelión, N°1, septiembre de 1952)

De aquí que el MNR colocaría una importante atención al desarrollo de la COB, dada la popularidad que estaba ganando y lograría en el primer congreso de la COB -junto a la política de apoyo crítico del POR- anexar esta al aparato del Estado mediante la nominación de ministros obreros que puedan sostener el régimen democrático-burgués en favor del MNR y la burguesía nacional.

La dualidad de poderes: Relación entre el partido y los organismos de poder.

La revisión sobre los organismos de poder -o poder embrionario en el caso de los cordones-en el presente artículo tiene por objetivo el poder analizar a la luz de los hechos las condiciones que permitieron constituirse como tal, el contexto en las cuales surgieron y cuáles fueron los elementos determinantes que le permitieron u obstaculizaron la conquista del poder.

Trotsky, en la “Historia de la Revolución Rusa”, explica en que consiste la dualidad de poderes haciendo una contraposición histórica con la revolución inglesa del siglo XVII, la revolución francesa y la comuna de París. Para Trotsky, “El régimen de la dualidad de poderes sólo surge allí donde chocan de modo irreconocible las dos clases; sólo puede darse, por tanto, en épocas revolucionarias, y constituye, además, uno de sus rasgos fundamentales.” (Trotsky, Historia de la revolución rusa, 1932, pag. 186)

En Rusia tanto en 1905 como en 1917 surgieron los Soviets dentro un contexto en la cual las viejas clases aristócratas y de la nobleza -como también la burguesía- se mostraban incapaces de poder cumplir las demandas de la clase obrera y el campesinado. En 1905, mencionábamos antes como el calor de la lucha hizo surgir a los soviets, de la mano del partido obrero socialdemócrata ruso. Sin embargo, en 1917, luego de la revolución de febrero, fueron los mismos partidos que propugnaban una revolución democrático-burguesa quienes levantaron el Soviet desde arriba, designando su propio comité ejecutivo de forma consciente y deliberada, con el objetivo de evitar que el poder recaiga en sus manos (de los mencheviques, eseristas y resto de partidos reformistas) (Trotsky L. , 1932).

De aquí que el rol del Soviet para el reformismo tenga un rol de “fiscalizador” luego de la revolución de febrero, con el fin de asegurar una “revolución burguesa” dentro de Rusia, desarrollar su régimen parlamentario-burgués y poder seguir la lógica mecánica de las etapas que el estalinismo y el neoreformismo han acuñado para el siglo XXI. Pero, “la dualidad de poderes excluye la división del poder en dos segmentos y todo equilibrio formal de poderes. No es un hecho constitucional, sino revolucionario, que atestigua que la ruptura del equilibrio social ha roto ya la superestructura del Estado” (Trotsky L. , Historia de la Revolución Rusa, 1932, pág. 187).

En dicho sentido los organismos de poder dual, sea el Soviet o la COB, no resuelven por sí mismo la cuestión de la toma del poder ni su programa. El programa y la dirección del Soviet u organismo puede servir para diversos fines, como para la organización de una lucha, la autodefensa contra agentes contrarrevolucionarios u otros. Pero, es el partido quien dota a los soviets de un programa y una dirección para un determinado momento, como lo puede ser para la toma del poder. De tal forma que los Soviets pasan de ser “fiscalizadores” a ser organismos de insurrección y base para la dictadura revolucionaria del proletariado, acorde a las organizaciones y direcciones que los partidos le doten.

La cuestión de dotar a los organismos de masa y de la clase obrera con un programa para la toma del poder, que sea votado democráticamente, hace una diferencia sustancial con regímenes que nacen de luchas militares, alejados de los centros urbanos-industriales (Moreno, 1986). La cuestión se puede abordar con la diferenciación entre un golpe conspirativo y una acción de insurrección proletaria. Para Lenin (1917), la insurrección corresponde al punto culmine de una revolución, donde el hastío de los sectores oprimidos y explotados llega a tal nivel que se expresa en la acción directa contra el régimen, protagonizado por las grandes masas populares -sea clase obrera o campesina. Por otra parte, la conspiración hace referencia al planeamiento de una acción clandestina y separada de las masas que busca cambiar la dirección del régimen por otra -usualmente son rotaciones en la conducción del Estado Burgués sin un cambio en las relaciones sociales de producción.

Así fue como los Soviets pasan a ser un instrumento “fiscalizador” de la democracia formal, burguesa, a ser uno de los pilares base para la insurrección y la democracia obrera. La cuestión respecto al rol del partido y de las organizaciones obreras y de masas recae en cómo se pueden combinar los factores “Insurreccionales” y “conspirativos”. Plantear un referéndum a la clase obrera y las masas sobre cuándo y cómo tomar el poder es imposible, Trotsky en “El arte de la Insurrección” hace referencia a esta problemática:

“Los métodos de la democracia tienen sus límites. Se puede interrogar a todos los viajeros de un tren para saber cuál es el tipo de vagón que mejor conviene, pero no se puede ir a preguntarles a todos para saber si hay que frenar en plena marcha el tren que va a descarrilar. No obstante, si la operación se efectúa con destreza y a tiempo, se podrá contar con seguridad con la aprobación de los viajeros” (Trotsky L. , Historia de la Revolución Rusa, 1932, pág. 850)

A lo que refiere Trotsky, sobre la combinación entre “Insurrección” y “Conspiración”, es que en la insurrección las grandes capas de los sectores populares, campesinos y pequeño-burgueses empobrecidos y radicalizados tienden a tomar como suyas las banderas de cambio contra la clase dirigente, existiendo un gran descontento hacia el régimen impuesto, expresado en movilizaciones y en acciones directas por parte de los sectores oprimidos y explotados. Sin embargo, si no se cuenta con un partido que dirija la insurrección hacia una revolución socialista se tenderá a la capitulación al régimen democrático-burgués. La actuación del partido Bolchevique en el II Congreso Panruso de los Soviets, al votar la resolución sobre la toma del poder, evidencia en la práctica una de las más amplias democracias vista por la humanidad. Por medio de una correcta caracterización de la lucha de clases, viendo la disposición de los sectores obreros hacia una insurrección y sobre todo en la auto-organización de estos en los Soviets, el Comité Militar Revolucionario de Petrogrado, en trabajo conjunto con el partido Bolchevique, toman los principales puntos de la ciudad, mientras que en la apertura del Congreso fue la clase obrera quien votó el traspaso del poder a los Soviets. Y aquí es cuando entra la dialéctica entre el movimiento obrero de masas y el rol del partido revolucionario como ente conspirador en la insurrección.

Una insurrección llevada a cabo sin una dirección revolucionaria es cómo podemos caracterizar las revoluciones surgidas de la primavera árabe o de las revoluciones luego de los 70’. Revoluciones que no llegaron al punto de expropiar a la burguesía, cuestión que da para una discusión más profunda que se relaciona en extremo con este tema.

Vale decir que los organismos de poder dual no son la condicionante para una insurrección que pueda expropiar a la burguesía y realizar la revolución socialista. Podemos observar un carácter dialéctico en lo que es la estrategia para la toma del poder, donde existen métodos conspirativos o insurreccionales que se expresan por fuera de los organismos de deliberación democrática de la clase obrera, tales como la revolución por conquista liderada por la Unión Soviética en los países de la Europa oriental o la toma del poder en manos de organizaciones de carácter militar, las cuales tienen como resultado lo que denominamos como “Estados Obreros Burocratizados” donde cambian las relaciones sociales de producción, pero no cambia la superestructura política hacia una emancipación de los sectores obreros en la capacidad de deliberación que tengan en el Estado Obrero[11].

Mientras que existe, por el extremo opuesto, una concepción “pasiva” y “espontanea” sobre los organismos de democracia obrera, expresados por la falta de un partido revolucionario que pueda dirigir la insurrección -la cual desde la década del 70’ hasta la actualidad se han expresado en innumerables insurrecciones que no llegan a expropiar a la burguesía.

De tal forma, Trotsky en “Lecciones de Octubre” escribe sobre el rol de los Soviets y los márgenes de acción en los que se encuentran:

La inestabilidad de los Soviets conciliadores residía en el carácter democrático de tal coalición de obreros, campesinos y soldados, que ejercían un semipoder. Les quedaba la alternativa de ver disminuir su papel hasta la extinción o asumir el poder de veras. Pero no podían asumirlo como coalición de obreros y campesinos representados por diferentes partidos, sino como dictadura del proletariado dirigida por un partido único que se atrajera a las masas campesinas, empezando por los elementos semiproletarios”. (Trotsky L. , 1924, pág. 20)

Aquí la cuestión es si el partido revolucionario tiene la audacia de tomar el poder desde los organismos democráticamente constituidos por la clase obrera. En Bolivia, en los años 1951 y 1952, el ejército boliviano -principal brazo armado de la burguesía- se encontraba desarmado, se comenzó a reorganizar recién cerca de 6 meses después y el POR, principal partido obrero dentro de la dirección de la COB llama a un apoyo “critico” al gobierno del MNR, lo que termina con un co-gobierno entre la COB y el MNR que desmantelará la posibilidad de toma del poder en Bolivia dentro de la década del 50’.

La problemática en Bolivia sobre la cuestión de la insurrección recae en dos problemas y en dos momentos distintos de la lucha de clase. La primera en lo que respecta al primer congreso de la COB y la dirección que el congreso le dio a la central, y en segundo lugar respecto a una capitulación al método guerrillero como “Táctica elevada a estrategia”[12] para la toma del poder.

La política del POR en el 52’, se resumía de la siguiente forma: “El POR comenzó con un apoyo justo pero crítico al gobierno del MNR. Vale decir, evitó lanzar la consigna (Abajo el gobierno del MNR); lo apoyó críticamente contra todo ataque por parte del imperialismo y la reacción, así como toda medida progresista.” (Quatriéme Internationale, 1953, pag. 25)

La COB, teniendo en su posesión destacamentos obreros que bordeaban entre 50.000 a 100.000 hombres, habiendo destruido el aparato militar y habiendo derrocado el gobierno burgués, no tomó la tarea de la conquista del poder por parte de la clase obrera y la central recién fundada, como consecuencia del salto cualitativo que hubo en la conciencia de las y los obreros después de las jornadas de abril, mantuvo una relación de un equilibrio inestable que acabaría con la anexión de la central al gobierno de Paz Estenssoro luego de su primer congreso.

La segunda problemática se aborda luego en la década del ante el debate sobre el armamento a la clase obrera o a los sectores de la guerrilla. Aquí el POR se encontraba ya dividido en dos fracciones, las cuales se diferenciaban en torno al distanciamiento con el MNR y a la capitulación respecto al método foquista en Bolivia, en desmedro de la movilización de masas y su necesidad de armarse. Hay registros que muestran que en solo un día de insurrección las masas, sectores urbanos y de obreros, lograron saquear en un depósito cerca de 1.300 rifles usados en la guerra del Chaco, cuando el “Ejército Revolucionario” que se proponían a construir las organizaciones de izquierda -y el POR a través de la política del SU[13] solo logró 500 armas (el 10% de 5.000 combatientes). (Intercontinental Press, 1973). Sin embargo, esta es otra discusión que merece un artículo específicamente a ese periodo de la lucha de clases boliviana.

De tal forma, el partido revolucionario tiene un rol clave en la toma del poder y en la insurrección victoriosa hacia la revolución proletaria, la cuestión fundamental es sobre qué base se construirá el régimen de transición al socialismo. En los Soviets y en la COB se tenían situaciones históricas muy similares: quiebre -o destrucción en el caso boliviano- del ejército profesional, organismos de poder dual fundados en los sectores más avanzados del proletariado industrial, formación de milicias obreras y un régimen democrático-burgués de características similares a un gobierno de kerenskista. Trotsky, para representar la importancia del partido en el proceso revolucionario alude a la siguiente analogía:

Una caldera a vapor, aunque se la maneje mal, puede rendir mucho servicio durante largo tiempo. En cambio, el manómetro es un instrumento muy delicado al que cualquier impacto arruina rápidamente. Con un manómetro inservible, la mejor caldera puede explotar. Aun si el partido fuera un instrumento de orientación como el manómetro o la brújula de un barco, su mal funcionamiento acarrearía grandes dificultades. Pero más que eso, el partido es la parte más importante del mecanismo gubernamental. La caldera soviética puesta en marcha por la Revolución de Octubre es capaz de realizar un trabajo gigantesco aun con malos mecánicos. Pero el mal funcionamiento del manómetro plantea constantemente el peligro de que explote toda la máquina.” (Trotsky L. , Problemas de desarrollo en la U.R.S.S, 1977, pág. 147)

Sobre el carácter de clase de la revolución y sus organismos de poder.

Si bien la historia ha demostrado que han existido revoluciones sin partidos obreros revolucionarios a la cabeza. Estas revoluciones, luego de la revolución Cubana, no han podido llegar a la expropiación de la burguesía ni menos hablar a la instauración de una dictadura proletaria basada en la democracia obrera[14].

Esto va muy ligado a la cuestión sobre el sujeto social de los procesos revolucionarios, el cual no tiene ninguna definición predeterminada, sino que está directamente ligada a la dirección revolucionaria que busca la toma del poder. En Cuba, el campesinado tomo un carácter de vanguardia en la lucha guerrillera, sin embargo, en Bolivia -de composición altamente campesina e indígena- fue el peso pesado del proletariado minero quienes tomaron las banderas siendo vanguardia de la insurrección.

El proletariado ha tenido un rol sobresaliente en los procesos revolucionarios del siglo XX, luego de la revolución rusa se dio la revolución alemana de 1919-1923, la insurrección de Cantón en China en 1927 en Francia en el 35’, en España con la insurrección catalana del 34’, en Bolivia el 52’. Francia el 68’, el Cordobazo del 69’ y la lista continua.

El proletariado industrial -y no necesariamente urbano- no solo a demostrado en Rusia ser una de las bases orgánicas para la futura toma y administración del poder, sino que también ha demostrado ánimos de movilización. Lenin se refiere a este tema estudiando el levantamiento obrero ruso en 1917: “Para poder triunfar, la insurrección debe apoyarse no en una conjuración, no en un partido, sino en la clase más avanzada. Esto en primer lugar. La insurrección debe apoyarse en el auge revolucionario del pueblo. Esto en segundo lugar…” (El Marxismo y la Insurrección, Lenin, 1917)

Cuando Lenin hace referencia a la clase más “avanzada”, hace referencia al sector del proletariado industrial como la clase preponderante en realizar la revolución socialista, sin embargo, se puede tergiversar como la clase que está en “la vanguardia” de la lucha -tomando un criterio subjetivista del análisis de clase- incluso hay quienes sostienen que se puede tomar como “clase en avanzada” a ciertos sectores que estén a la vanguardia. ¿Se podría tomar el Estudiantado como un sector de “avanzada” por ejemplo? O la reduccionista categoría de “pueblo”. Para contrastar esta posición hay que referirse a las posiciones de la III internacional respecto a la toma del poder por la clase “más avanzada” que en definitiva hace mención al proletariado industrial en base al rol que este tiene en la producción capitalista y a las características particulares de su organización.

“(…) En ese sistema (soviético), se le asegura una situación predominante al proletariado industrial, al que pertenece, debido a su mejor organización y su mayor desarrollo político, el papel de clase dirigente, cuya hegemonía permitirá al semiproletariado y a los campesinos pobres elevarse progresivamente…” (Cuatro Primeros Congresos de la Internacional Comunista, 2017, pág. 43).

La insurrección de Abril, que condujo a la inminente revolución boliviana, no fue una obra netamente “espontanea” de las masas obreras y sectores campesinos-indígenas de Bolivia. Si bien, no existió una dirección que pudiese dirigir el movimiento revolucionario hacia la toma del poder, si existía una larga tradición de lucha y de organización por parte de la clase obrera -especialmente en la clase obrera minera- que logró realizar triunfalmente la insurrección contra el golpe de estado.

Al igual que la revolución de Febrero, donde no existió ninguna organización a la cabeza del levantamiento de las obreras textiles, si había en la conciencia del proletariado una larga experiencia de luchas y organización que permitió arrancarle el poder a las viejas clases aristócratas y nobles de Rusia.

Los orígenes de los cordones industriales, por otra parte, también muestran esa falta de organización por parte de una dirección revolucionaria, donde el MIR apostaba por la construcción de los comandos comunales y los consejos, que diluían la organización de la clase obrera dentro de las “masas populares”. Es necesario decir que coincidimos en la necesidad de formar organismos por fuera de los marcos de la legalidad burguesa para la organización independiente de la clase obrera y los sectores explotados y oprimidos. Sin embargo, creemos que ante los aprendizajes de la revolución de Octubre, el proletariado industrial y la organización -en base a los mecanismos de este- son un elemento fundamental en la cuestión de la toma del poder (Mujica, 2007).

En un artículo en respuesta al PC sobre los dichos de Corvalán respecto al fortalecimiento del gobierno de la UP dentro del Estado Burgués, el MIR plantea que “Los Comandos y Consejos (comunales), el desarrollo del Poder Popular alternativo y autónomo, constituyen órganos fundamentales para abrir paso a la Revolución Proletaria”. (El MIR y la Unidad Popular en Chile en Marxismo en América Latina. Michael Löwy, 2007, Pág. 353)

Con lo descrito anteriormente respecto a esta relación que existe entre los organismos de poder dual, el carácter de clase y la vinculación con el partido revolucionario, cabe entrar en la discusión respecto a cuáles fueron las formas que el MIR priorizo para organizar a los sectores populares alrededor del proletariado industrial. Cuestión que cuando se compara con el Soviet o con la COB, se observa que estos dos organismos funcionan de forma “centrípeta” ante el proletariado industrial, con un partido revolucionario dando un programa y dirección para que el proletariado tome las riendas del Estado.

La III internacional se refería de la siguiente forma a la importancia de los organismos que el proletariado de la siguiente forma: “(…) solamente por medio de la creación de organizaciones industriales de ese tipo, por su vinculación en ramas de la industria y en centros industriales, la lucha de las masas obreras podrá adquirir una unidad orgánica, se logrará hacer efectiva una oposición a la división de las masas de la socialdemocracia y los jefes sindicales (Cuatro Primeros Congresos de la Internacional Comunista, 2017, pág. 35)

Conclusión.

En la actualidad, en pleno siglo XXI, las revoluciones y los conflictos lejos de haber cesado y marcado “el fin de la historia” se han vuelto más convulsivos, agresivos, destructivos y con una frecuencia casi vertiginosa. La revolución boliviana del 2003, el Argentinazo del 2001, la revolución de los pueblos árabes y de medio oriente, la revolución ecuatoriana, entre otras.

El conjunto de estas revoluciones han sido consecuencia del hastío de la clase trabajadora y los sectores oprimidos, han sido la consecuencia también de una constante pauperización de las condiciones de vida del proletariado a nivel general, donde las conquistas logradas en el Siglo XIX o siglo XX, muestran signos cada vez más vertiginoso de retrocesos tanto en seguridad laboral, jornada laboral, condiciones de trabajo que se asemejan a las formas esclavas de producción, etc.

La idea central de este escrito es poder sacar elementos para la discusión respecto a dos cuestiones en específico: La necesidad de que las organizaciones revolucionarias se inserten y tengan un trabajo político dentro de los sectores del proletariado industrial y dar una caracterización sobre la relación que debe tener el partido revolucionario con los organismos que levanta la clase obrera en situaciones revolucionarias.

En síntesis, el proletariado industrial es determinante para la construcción de un régimen de transición al socialismo, en primer lugar por la localización que este tiene en la producción como único trabajador productivo, vale decir, que genera valor, produce plusvalía. En segundo lugar, porque este se encuentra concentrado en unidades productivas y realiza un trabajo colectivo, donde existe una cadena de producción, donde si bien las formas de organización de la producción han cambiado en forma (pasando de una producción de carácter “vertical” del modelo fordista, a una organización de redes en base a la flexibilización laboral), la contradicción del capital-trabajo sigue intacta. Y en tercer lugar, se confirma una de las tesis del Manifiesto Comunista sobre la tendencia del capitalismo a la pauperización del proletariado. No se cumple la previsión de la proletarización de los sectores de la pequeño-burguesía, sino que se pauperiza mediante la rebaja del nivel de vida de la clase obrera. El proletariado no solo sufre un rebajamiento a nivel salarial -los ejércitos proletarios en el sudeste asiático y en China son la expresión más barbárica de este hecho- sino que se evidencia en la perdida de conquistas importantes del siglo XIX y XX (Almeida, 2017).

Por otra parte, también es importante mencionar que no existe una desaparición física del proletariado, sino un dislocamiento del proletariado de los países centrales del capitalismo a países neocoloniales, dependientes o coloniales del capitalismo. Por ejemplo, en Brasil, El Instituto Latinoamericano de Estudios Socioeconómicos en “El proletariado brasileño hoy” consigna un aumento de 6 millones en 1995 a 10,2 millones de obreros industriales. En los años 1995 eran el 3% de la población, en 2014 alcanzaron un 5,6% (cifra muy similar a la de los años 80’, periodo de máxima industrialización de Brasil) (Ilaese, 2016)

Respecto al partido revolucionario, sostenemos que es el elemento fundamental y determinante en lo que es la victoria de la insurrección hacia un gobierno obrero, que sea dirigido por el partido revolucionario con las bases de un proletariado industrial, que no debe ser “fuerte” en los términos cuantitativos, sino que su “fuerza” reside en la posición que ocupa este en el marco de las relaciones de producción capitalistas.

De tal forma, es que el partido revolucionario debe tener una política de construcción en la clase obrera industrial, y debe tener una participación constante y profunda en los organismos que la clase obrera crea, y no a través de la creación de organismos que llaman a una vanguardia que busca movilizarse, pero que en términos objetivos, no presenta las cualidades para poder construir organismos democráticos, basados en la democracia obrera y en las formas colectivas de organización que presenta el proletariado industrial en la fábrica.

En América Latina, como en el resto del mundo, es un hecho que las formas de flexibilización laboral han modificado las formas de organización de la clase obrera, pero no quiere decir que esta haya perdido las características que la hacen ser el soporte orgánico y muscular de la producción capitalista.

En Chile actualmente la clase obrera se encuentra aglutinada, con una importante densidad de población, en los sectores de la minería: Rancagua, Antofagasta, Calama, etc. Sectores que se encuentran alejados de los grandes sectores urbanos, pero que sin embargo sostienen la estructura económica de la burguesía en Chile. Existe también zonas industriales en importantes sectores de Santiago como, Maipú, Quilicura, Concepción, etc.

El sector de la industria forestal también es otro importante núcleo de proletariado industrial, aglutinado en lo que es el sur de Chile, protagonizando en la década anterior importantes luchas obreras, al igual que el proletariado minero.

Si bien la flexibilización laboral es un hecho que existe y que dificulta enormemente la organización de la clase obrera, en un régimen bonapartista esta organización es exponencialmente más dificultosa, cuestión que no es suficiente para cambiar la estrategia de la insurrección obrera, pero sí para cambiar la táctica de construcción en ella. La insurrección es la acción apoyada en el proletariado y las masas, la conspiración es la tarea del partido revolucionario.

Ante esto, las tácticas de inserción dentro del sector del proletariado industrial deben ser las mas flexibles para permitir la inserción dentro de este, no solamente mediante el trabajo sindical y dentro de las faenas -cuestión que con la flexibilización laboral se dificulta mucho. Sino que se debe entrar a los barrios obreros, lograr hacer avanzar la conciencia del proletariado industrial insertándose en estos, construir el partido de la clase obrera en el seno de esta.

Para finalizar, este texto es solo el inicio de una serie de discusiones que buscan fomentar el debate sobre el quehacer en la actualidad, en torno a las necesidades inmediatas y al programa que debemos adoptar quienes nos encontramos en la trinchera de la revolución socialista. Ante esto, el llamado es a criticar, debatir, estudiar y sobre todo a la elaboración y la escritura constante de posiciones políticas y debates de estrategia.

Notas:

[1] Christian Berríos Marambio. Sociologo de la Universidad de Chile. Militante del Movimiento Internacional de Trabajadores. Sección Chilena de la “Liga Internacional de Trabajadores Cuarta Internacional (LIT-CI)”.

[2] El Soviet, como forma de organización, no guarda una independencia de clase por el hecho de ser Soviet o un organismo de organización. Los Soviets fueron herramientas que utilizó también el menchevismo como órganos de apoyo al gobierno de Kerensky. Como también la COB no guardo su independencia en el gobierno de Paz Estenssoro.

[3] Las milicias obreras en Bolivia estaban formadas desde antes que la COB. Sin embargo, a través de las tesis de Pulacayo se evidencia que estos tenían un rol importante dentro de la central.

[4] De aquí en adelante nos referiremos a clase obrera como todo trabajador asalariado perteneciente al departamento I en la economía marxista (producción de bienes de producción), que incluye fábricas (que producen maquinas por ejemplo), las minas, las refinerías, las hidroeléctricas, las obras de construcción pesada, la producción de materias primas en la agroindustria. Y al departamento II, que incluye la producción de bienes de consumo y la construcción de casas y departamentos. (Almeida, Notas sobre la evolución del proletariado industrial, 2017)

[5] El Área de Propiedad Social, como política en el programa de gobierno de la UP buscaba nacionalizar las industrias estratégicas de Chile, esto mediante la expropiación de industrias que pasarían a mano del Estado mediante un administrador del gobierno, con participación de los trabajadores dentro de la administración.

[6] La industria MADEMSA a contrapelo de lo que proponía la administración estatal en la fábrica, decidió bajar los precios, elaborar más productos para la localidad y así tomar rienda de la producción misma, por fuera de las orientaciones del aparato estatal de la burguesía, dirigido por la Unidad Popular (Mujica, 2007).

[7] El 10 y 11 de Abril de 1952 se llevó a cabo la “revolución boliviana”, donde los principales centros mineros del país iniciaron una insurrección junto a las masas urbanas ante el golpe de estado que se hizo luego de las elecciones que dieron al MNR como ganador.

[8] Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia.

[9] Partido Obrero Revolucionario, partido trotskista afiliado a la Cuarta Internacional. Luego sufriría una divisón en base a la política de apoyo critico al gobierno de Paz Estenssoro.

[10] Sin embargo la política y las intervenciones del POR y el FTSMB eran dedicados a la denuncia hacia el régimen democrático-burgués, el desbaratamiento de las fuerzas armadas y el control obrero. Utilizando el parlamento como una tribuna de propaganda y agitación revolucionaria (Moreno, El Partido y la Revolución, 1973)

[11] No queremos ser injustos ni sectarios acá, donde efectivamente uno de los mayores logros democráticos en muchos estados obreros burocratizados se alcanza en base a las políticas de reducción de la jornada laboral, el reparto de la tierra a los campesinos, la socialización de la producción, y entre otros. Para Trotsky, el parlamentarismo jamás podrá superar las formas democráticas de los Soviets o de los Estados Obreros Burocratizados (Trotsky L. , ¿Puede reemplazar la democracia parlamentaria a los soviets?, 1929)

[12] Término acuñado por Nahuel Moreno en su libro “dos métodos frente a la revolución latinoamericana”. Donde en una polémica con Santucho (PRT-ERP) se acusa al método de guerra de guerrillas como una táctica elevada a estrategia, por llevar el análisis latinoamericano a una distinción “monolítica” entre “Imperialismo vs Liberación nacional”.

[13] Se le denomina SU al “Secretariado Unificado”, grupo internacional de carácter trotskista que dirgió Ernest Mandel.

[14] Defendemos las conquistas realizadas por la revolución cubana, cambiando las relaciones sociales de producción permitiendo una democracia obrera que dentro del capitalismo sería imposible de generar. Por otra parte, al hablar de democracia obrera la entendemos como la existencia de espacios de discusión y de elaboración política de la clase obrera, existencia de un pluripartidismo de carácter “soviético” que defienda la movilización permanente de la clase obrera, etc.

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