Lun Oct 02, 2023
2 octubre, 2023

Para garantizar vacunación, es preciso enfrentar al imperialismo y quebrar patentes

La pandemia expuso al mundo la cara brutal de la desigualdad social provocada por el capitalismo. La población más pobre y vulnerable es la mayor víctima del virus. No tiene posibilidad de practicar distanciamiento social, no hay testes ni tratamiento médico… ni oxígeno. Ahora, la mayoría quedará sin vacuna, pues los inmunizantes son controlados por las multinacionales farmacéuticas y por los países imperialistas.

Por: Redacción PSTU Brasil, 27/1/2021.-

Un relevamiento de la ONG Oxfam en asociación con Amnistía Internacional y la Justicia Global muestra que los países ricos ya garantizaron 53% de las vacunas más promisoras. Mientras tanto, 67 países pobres tendrán vacuna para inmunizar apenas a una de cada diez personas en 2021.

Recientemente, el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom, reveló que la iniciativa Covax Facility, un consorcio mundial que visa impulsar el desarrollo de vacunas para los países más pobres, está fracasando, pues los grandes laboratorios priorizaron la aprobación regulatoria en los países donde las ganancias son mayores, en lugar de destinar las dosis para la OMS.

Los derechos de propiedad intelectual de las corporaciones sobre las vacunas amenazan incluso hasta el modesto consorcio Covax Facility de la OMS, cuya propuesta es asegurar 700 millones de dosis a los países pobres en 2021, algo absolutamente insuficiente para una población de 3.600 millones de personas. Por todo eso, es urgente quebrar las patentes que están en manos de las grandes empresas. Esa es la única forma de garantizar la producción rápida de vacunas en los países pobres y garantizar la campaña de vacunación en el Brasil, que está amenazada.

¿Falta de insumos amenaza vacunación en el Brasil?

Sí, en el Brasil, la producción de las vacunas de la Oxford/AstraZeneca y CoronaVac, por la Fundación Oswaldo Cruz (Fiocruz) y por el Instituto Butantan, respectivamente, depende de la llegada del Insumo Farmacéutico Activo (IFA), el principio activo de las vacunas. La falta de este puede interrumpir la campaña de vacunación contra el Covid-19 en el país. En los dos casos, el IFA es producido en China, y el atraso en el proceso de entrega atrasará todo el cronograma de producción de vacunas en el Brasil.

Brasil tiene hasta ahora 12,8 millones de dosis de vacunas para enfrentar la pandemia, sumando las vacunas de la Oxford/AstraZeneca y CoronaVac. Ese número garantiza solo la inmunización de 40% de la población definida por el Gobierno Federal como prioritaria para la fase inicial de inmunización –trabajadores de la salud, personas de 75 años o más, personas con más de 60 años que estén en casas de reposo o clínicas geriátricas, población indígena y pueblos y comunidades ribereñas.

Brasil es totalmente dependiente de China y de la India en la fabricación de insumos. En este momento, el Butantan espera la llegada de IFA para retomar la producción de 46 millones de dosis de vacuna.

¿Por qué es preciso quebrar las patentes?

En estas circunstancias, solo la quiebra de las patentes permitirá al Brasil producir el IFA de las vacunas de la Oxford/AstraZeneca y CoronaVac, que están siendo aplicadas entre los grupos prioritarios. Hoy el Butantan tiene capacidad y podría estar fabricando un millón de dosis por día, pero la producción está parada porque depende de insumos hechos por el laboratorio chino Sinovac.

La quiebra de patentes también acabaría con el secreto comercial de los laboratorios que están produciendo vacunas con nuevas tecnologías, como las vacunas con RNA mensajero, producidas por la Pfizer/BioNTech y por la Moderna. La “vacuna de los ricos”, como viene siendo llamada, está siendo aplicada solamente en las naciones centrales del capitalismo, en los Estados Unidos y en Europa.

La quiebra de patentes también permitiría el uso de la vacuna de la Johnson & Johnson, que es aplicada en apenas una dosis y, por lo tanto, inmunizaría a la población más rápido. Además, otras generaciones de vacuna más eficaces que aparecerán a lo largo del año podrían ser utilizadas.

Para erradicar el virus, es preciso vacunar a cerca de 70% de la población, o sea, a más de 140 millones de personas [en el Brasil]. Eso significa que precisamos de más de 300 millones de dosis de vacuna. Cuanto más rápida sea la vacunación, menor será el riesgo de mutación del virus, que puede desarrollar variantes más mortales y resistentes a las vacunas actuales en desarrollo.

El Sistema Único de Salud (SUS) tiene capacidad para realizar la vacunación en masa contra el Covid-19. En el pasado, el Programa Nacional de Inmunizaciones (PNI) del SUS llegó a vacunar a 10 millones de niños contra la poliomielitis en un único día. Ningún país en el mundo tiene esa capacidad, pero nos faltan las vacunas.

¿El gobierno Bolsonaro está contra el quiebre de patentes?

En octubre de 2020, India y África del Sur propusieron a la Organización Mundial del Comercio (OMC) que no hubiese sanciones comerciales para los países que quebrasen patentes de medicamentos y vacunas contra el Covid-19. La idea era aumentar la capacidad productiva y poner a los laboratorios e institutos de biotecnología alrededor del mundo a colaborar en la inmunización de la población global.

No obstante, los países imperialistas fueron contrarios a la propuesta. Entre esas naciones, estaban sedes de grandes industrias farmacéuticas las como Estados Unidos, países de la Unión Europea, Suiza, Noruega, Canadá, Japón y Australia. Orientado por Bolsonaro, el Brasil también votó contra la quiebra de patentes, comportándose como un chupamedias del imperialismo. El 18 de enero, mientras el sistema de salud en Manaus entraba en colapso, una nueva discusión ocurrió en la OMS. Esta vez, el Brasil se abstuvo y no votó a favor de la quiebra de patentes.

Además, Bolsonaro gastó más con cloroquina y testes abandonados (R$ 540 millones) que con toda la pesquisa e innovación contra el Covid-19 (R$ 470 millones).

¿Por qué países imperialistas y farmacéuticas están en contra de la quiebra de patentes?

“Desde el inicio de la pandemia, las corporaciones farmacéuticas han mantenido su práctica padrón de control rígido sobre los derechos de propiedad intelectual, mientras prosiguen con acuerdos comerciales secretos y monopolistas que excluyen de beneficiarse a muchos países en desarrollo”, explica el director ejecutivo de la campaña de acceso a remedios de la ONG Médicos Sin Frontera, Sidney Wong.

La carrera por la vacuna se tornó un inmenso y lucrativo negocio para esas corporaciones. La anglo-sueca AstraZeneca vio aumentar su lucro líquido de U$S 299 millones a U$S 648 millones. Analistas financieros evalúan que solo la Pfizer y también la estadounidense Moderna lucraron como mínimo U$S 32.000 millones con vacunas en 2021. Por su parte, el fundador de la BioNTech, el alemán Uğur Şahin, vio sobrepasar los U$S 5.000 millones en su fortuna personal, entrando en la lista de los 500 más grandes multimillonarios de la Bloomberg.

Vale recordar que la casi totalidad de las pesquisas que culminaron en el desarrollo de las vacunas contra el Covid-19 vinieron de inversiones públicas. AstraZeneca, Moderna e Pfizer/BioNTech recibieron juntas más de U$S 5.000 millones de inversiones públicas. La Pfizer tiene 96% de su producción ya garantizada a los países ricos, y la Moderna, 100%.

El desarrollo y la producción de vacunas podrá ser el negocio del siglo. Por eso, las corporaciones y los gobiernos de los países imperialistas están en contra de abrir mano de los derechos de propiedad intelectual.

El caso de China también envuelve intereses comerciales. La prensa viene llamando la ofensiva china como “diplomacia de la vacuna”. El objetivo sería el de ocupar mercados y fortalecer la posición del país en los lugares donde China ya tiene importante actuación en el comercio y en la infraestructura.

Así, los laboratorios chinos están siendo utilizados como piezas en las estrategia china en la exportación de capitales y en la disputa y conquista de mercados para sus negocios capitalistas.

Uno de los mayores intereses de China en el Brasil es llevar la participación de la Huawei a la subasta de la implementación de la internet 5G en el país. Alineado a la guerra comercial de Trump, Bolsonaro había restringido la participación de la empresa china en la subasta de la 5G. Ahora, China hace un chantaje odioso y establece la participación de la Huawei en el proceso del 5G como contrapartida para liberar los insumos para las vacunas. Por ese motivo, el gobierno colocó al Ministerio de Comunicaciones del Brasil para negociar con los chinos.

Soberanía. Invertir en ciencia y en la producción de vacunas

La salida para detener la pandemia y salvar más vidas es la quiebra de la patente de las vacunas y la inversión masiva en tecnología para producirlas en el Brasil. De lo contrario, corremos el riesgo de repetir la tragedia de Manaus en todo el país.

Hoy, los principales institutos científicos nacionales están desmantelados debido a los frecuentes cortes de dinero. El gobernador de San Pablo, João Doria, gusta de posar para las fotos con el delantal del Butantan pero presentó, en agosto del año pasado, el proyecto de ley 529/20 que resultará casi en la extinción de las remesas para la pesquisa científica del Estado.
La Fiocruz enfrenta la misma realidad de desmantelamiento. Además, Bolsonaro cortó 68,9% de la cuota de importación de equipamiento e insumos destinados a la pesquisa científica. La medida afecta principalmente las acciones desarrolladas por el Instituto Butantan y por la Fiocruz en el combate a la pandemia.

En el Brasil, por los menos 15 grupos procuran desarrollar un inmunizante contra el coronavirus y recibieron la limosna de R$ 15 millones del gobierno federal. Los EEUU, por ejemplo, invirtieron más de U$S 1.000 millones solo en la vacuna de la Moderna. En total, ese país invirtió más de U$S 10.000 millones (R$ 50.000 millones) en el desarrollo de vacunas.

Hace 20 años, el Brasil producía la mitad de la cantidad de IFA para otras vacunas y medicamentos usados por aquí. Hoy, con la falta de inversión en ciencia y tecnología y con el retraso de la industrialización, producimos apenas 5%. Esa realidad precisa cambiar. Es preciso invertir de forma masiva para que el Brasil pueda producir medicamentos y vacunas y romper con la dependencia externa.

Artículo publicado en www.pstu.org.br
Traducción: Natalia Estrada.

 

 

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