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India

Observaciones sobre la huelga general del 9 de julio de 2025

Trabajadoras rurales que cuidan a niños corean lemas durante una huelga nacional en Ahmedabad, India, el miércoles 9 de julio de 2025. (AP Foto/Ajit Solanki)
julio 15, 2025

Por Adhiraj – New Wave

Habían pasado cuatro años desde la última huelga general importante convocada por las centrales sindicales en 2021. Desde 2010, los sindicatos habían convocado una huelga general cada año, y desde entonces se habían producido huelgas generales regulares hasta que llegó la pandemia.

Las huelgas pasadas fueron enormes huelgas de un día que causaron grandes interrupciones, aunque temporales, en el sistema, pero no se materializaron en una campaña duradera o sostenida. La huelga del 9 de julio no fue diferente en este sentido, pero, al igual que las anteriores huelgas generales convocadas por los sindicatos, no se materializó en un programa de agitación a largo plazo.

La huelga sindical se produce en un momento en que el gobierno de Modi está desesperado en sus ataques contra la clase trabajadora, la juventud y las masas campesinas. El éxito de la agitación campesina energizó a las masas del país y supuso una derrota política masiva para el gobierno de Modi. Es significativo que los sindicatos de agricultores que participaron en esa movilización también se manifestaran en apoyo de la huelga general.

La huelga tuvo impacto en todo el país, pero la intensidad varió de un Estado a otro. Aunque los sindicatos afirmaron que 250 millones de trabajadores se sumaron a la huelga, la cifra real es probablemente mucho menor, teniendo en cuenta que muchos sindicatos centrales como el BMS (Bharatiya Mazdoor Sangh) alineado con el BJP, se opusieron a la huelga.

La represión de la huelga se observó en diferentes partes del país, sobre todo en Bengala Occidental y Tamil Nadu, donde los gobiernos, liderados por partidos burgueses de oposición, intervinieron para frustrar la huelga. El TMC envió a sus matones para que actuaran como rompehuelgas, y en este caso, la huelga de los trabajadores coincidió con la contienda política existente entre el partido gobernante TMC (Trinamool Congress) y los cuadros del Partido Comunista de la India (Marxista). Las imágenes en directo de los matones del TMC y de la policía golpeando a los huelguistas que protestaban pudieron verse en las noticias.

En Tamil Nadu, miembros del LPF actuaron como rompehuelgas en el sector del transporte, en particular en el transporte en autobús. Los miembros del sindicato LPF intervinieron para conducir los autobuses que habían quedado vacíos por los conductores en huelga. Vale la pena recordar que el LPF también se opuso a la huelga de los trabajadores de Samsung.

La huelga contó con la solidaridad de la juventud, los agricultores y los activistas, y con la simpatía de la gran mayoría de las masas de la India. A pesar de la represión en diferentes regiones y de las acciones traicioneras de los grandes sindicatos, la huelga atrajo a decenas de millones de personas. Se produjeron grandes protestas en las principales ciudades del país. Participaron en la huelga trabajadores tanto del sector formal como del informal, lo que hizo que los trabajadores más precarios se sumaran a ella.

Los líderes sindicales han declarado que esta huelga general no es más que el primer paso de un movimiento a largo plazo para garantizar los derechos laborales. Queda por ver si esto se materializa o no.

La situación de la clase obrera india

Conviene recordar por qué la clase obrera ha emprendido el camino de la lucha, por qué se produjo esta huelga general en primer lugar. La razón inmediata es, por supuesto, la aprobación de los Códigos Laborales, pero esa no es la única razón.

Desde la arremetida neoliberal de la década de 1990, se ha producido un empoderamiento constante de la clase capitalista india a expensas de los trabajadores indios. Los sindicatos han perdido poder, mientras que las leyes de contratación y despido han facilitado a los empresarios el control de los trabajadores. Sin embargo, el cambio más significativo es la creciente precariedad laboral.

Con la privatización de los activos estatales por parte de sucesivos gobiernos, el empleo en el sector público ha disminuido o se ha desplazado aún más hacia el trabajo por contrato.

La creciente penetración del capitalismo en el interior de la India ha paralizado la agricultura india, y los sectores más vulnerables de la India rural se han visto obligados a buscar trabajo en las ciudades, ya sea como trabajadores temporales o como trabajadores migrantes. Millones de personas han sido arrojadas a la trituradora del mercado laboral indio, donde se ofrecen pocos puestos de trabajo con bajos salarios a millones de aspirantes.

Los trabajadores migrantes engrosan las filas de los trabajadores temporales, los trabajadores eventuales y los trabajadores por contrato. Gran parte del sector de la construcción de la India se sostiene en trabajadores rurales que buscan trabajo estacional en las ciudades. Los trabajadores migrantes cuentan con poca o ninguna protección y, con el calentamiento global, se enfrentan a un mayor estrés térmico. Los trabajadores migrantes fueron los más afectados durante los confinamientos por la pandemia, muchos simplemente murieron intentando regresar a casa caminando.

En las décadas anteriores a las reformas neoliberales, el sector público era el principal proveedor de empleo. Antes se podía aspirar a un empleo fijo estable en el sector público, pero hoy en día ni siquiera este sector es inmune a esta tendencia. Ya sea en los ferrocarriles, las telecomunicaciones o la energía, el trabajo por contrato está desplazando al empleo fijo regular. En la competencia por los puestos de trabajo, la afluencia de nuevos trabajadores procedentes del campo o de las pequeñas ciudades ha engrosado las filas del trabajo precario y mal remunerado, lo que ha provocado una baja de los salarios de los trabajadores en todos los sectores.

Aunque no están regularizados como trabajadores permanentes, los trabajadores contratados suelen tener que trabajar las mismas horas y realizar tareas similares o iguales a las de los trabajadores permanentes, pero sin ninguno de sus derechos y protecciones. Esta es la situación de los trabajadores contratados en una empresa pública como BSNL (en el sector de las telecomunicaciones), por lo que cabe imaginar que la situación es aún peor en el sector privado, donde los sindicatos son generalmente más débiles.

La situación de los trabajadores industriales es especialmente mala, teniendo en cuenta los resultados de la Encuesta Anual de Industrias. Según los datos, en el año fiscal 2023, un total de 14,61 millones de trabajadores estaban empleados en 253.000 fábricas en toda la India. De ellos, 5,95 millones de trabajadores (40,7 %) eran contratados, la cifra más alta jamás registrada hasta la fecha, en comparación con solo 40,2 % del ejercicio fiscal anterior. Para empeorar las cosas, esta precariedad se combina con jornadas laborales más largas y salarios estancados.

Desde la pandemia de Covid-19, los salarios reales se han mantenido prácticamente estancados. El escaso aumento no se ajusta con la inflación y ha obligado a los trabajadores a arreglárselas con menos. Según el NITI Aayog (la alternativa india a la comisión de planificación), los aumentos salariales no han seguido el ritmo de la inflación durante los últimos siete años. Los salarios reales de los trabajadores se han estancado en gran medida en los sectores rural y urbano. Esto, a pesar de que las ganancias corporativas alcanzan su nivel más alto en 15 años, con un aumento de 22 % en 2024.

El estancamiento de los salarios reales fue uno de los factores que impulsaron la huelga de los trabajadores de Samsung. La agitación por el reconocimiento del sindicato de trabajadores de Samsung continúa. Las jornadas laborales más largas, el aumento de los gastos, junto con una clase capitalista que se ha envalentonado para tratar peor a los trabajadores, solo ha exacerbado estas tensiones. Los capitalistas más descarados instan públicamente a la clase trabajadora india, asediada y agobiada, a trabajar 70 horas semanales, mientras que los grupos de presión de la industria instan al gobierno a aumentar la semana laboral a 90 horas, en un momento en que los trabajadores indios ya trabajan 60 horas semanales, una situación que es aún peor en el sector informal no regulado.

La India es hoy uno de los países más desiguales del mundo, y la disparidad de la riqueza es peor que durante el Imperio británico. Ya no es ningún misterio sobre el destino del trabajo obrero: mientras la familia Ambani construye un rascacielos de mil millones de dólares, la mitad de Bombay sigue viviendo en barrios marginales. Esos barrios marginales están ahora a punto de ser reurbanizados, una vez más para beneficio de otra familia multimillonaria. Hoy, el 1 % más rico de la India posee 40 % de la riqueza del país. Mientras los multimillonarios compran propiedades en el extranjero y las empresas indias adquieren empresas y terrenos en todo el mundo, los trabajadores indios se ven condenados a una existencia precaria.

Este es el contexto en el que el sindicato central convocó la huelga general del 9 de julio.

La situación política en torno a la huelga

Es importante comprender el contexto político de la huelga del 9 de julio. Entre 2014 y 2021, fuimos testigos del triunfalismo reaccionario del gobierno de Modi. Podían actuar a su antojo, aprobar las leyes que quisieran, pisotear a la oposición debilitada, aplastar los derechos de los trabajadores y castigar con crueldad a los disidentes. Nada evidenció mejor esta actitud de impunidad que la repentina desmonetización que, de la noche a la mañana, destruyó los ahorros de decenas de millones de personas. A pesar de las dificultades que enfrentaban los indios, e incluso de la muerte de varios empleados bancarios, el gobierno del BJP se mantuvo firme en el poder.

Esta impunidad alcanzó su punto máximo con el confinamiento por la pandemia, donde el gobierno reveló simultáneamente su crueldad y su incompetencia. Los confinamientos arbitrarios y la suspensión de trenes y autobuses provocaron enormes dificultades a los trabajadores y a los pobres, siendo los más afectados los trabajadores migrantes, que no tenían medios de subsistencia y que se vieron obligados a buscar sus propios medios para retornar a sus casas. Muchos murieron en el camino de regreso, algunos de hambre. Los confinamientos no lograron nada, el Covid-19 siguió propagándose y los hospitales se encontraron lamentablemente incapaces de hacer frente a la tarea. Decenas de miles de indios murieron, un hecho que el gobierno ocultó.

Mientras los indios sufrían y morían, el gobierno se centró en impulsar varias leyes claves, como las nuevas leyes agrícolas y los códigos laborales. Se trataba de un doble ataque contra los trabajadores y los campesinos, y la respuesta fue casi inmediata. Los sindicatos y las organizaciones campesinas planearon una huelga en setiembre de 2021, en pleno apogeo de la pandemia de Covid, y asistimos a una huelga general de trabajadores y agricultores.

Este fue el precursor de las protestas campesinas que sacudieron los cimientos del gobierno. El gobierno utilizó el confinamiento por la pandemia como arma para reprimir las protestas, a pesar de que los cuadros del partido BJP tenían libertad para hacer campaña y reunirse libremente para las elecciones de Bengala Occidental, una de las principales razones de la propagación del virus en su peor fase.

Las protestas de los agricultores se llevaron a cabo con una disciplina notable, y en ellas participaron miles de personas que sitiaron la capital, unidas en torno a una única demanda: la derogación de las leyes agrícolas. El éxito de las protestas de los agricultores supuso una derrota del BJP, de la que aún no se ha recuperado. Las protestas terminaron más o menos cuando la pandemia comenzó a remitir y se restableció la normalidad. Sin confinamientos, las protestas aumentaron.

Poco después de las protestas de los agricultores se produjeron las huelgas de los trabajadores de Anganwadi, las huelgas del transporte contra las nuevas leyes penales y, lo que es más significativo, una serie de derrotas electorales entre 2021 y 2024.

Aunque el BJP ganó en 2024, su mayoría parlamentaria se redujo considerablemente. La mayoría absoluta de la que disfrutaba el BJP había desaparecido, y ahora tenía que gestionar una coalición de partidos burgueses regionales.

En este momento, los partidos burgueses de la oposición se han movido DE MANERA oportunista para apoyar las protestas de los trabajadores y los agricultores. El DMK (Dravida Munetra Kazagham) en Tamil Nadu se ha presentado como defensor de la lengua y la cultura tamiles contra la imposición del hindi, mientras que el TMC se ha presentado como el principal defensor de los valores seculares, los derechos de las minorías y la democracia, contra el BJP y su ideología hindutva. Ambos partidos se presentan como partidos populistas que defienden los derechos de los trabajadores y de los campesinos, pero esto es una mentira. La verdad es que ni el TMC ni el DMK, ni ningún otro partido burgués de oposición, se preocupan por los trabajadores, los campesinos ni los jóvenes.

El año pasado se rodujo la revolución en Bangladesh, seguida poco después por el levantamiento en torno al movimiento de los médicos. Esto ocurrió al mismo tiempo que los trabajadores del té, del noroeste de Bengala, emprendían la lucha por el pago de los salarios pendientes, protestando contra las deplorables condiciones de trabajo en las plantaciones. Ese mismo año se produjo la gigantesca huelga de los trabajadores de Samsung en Tamil Nadu. Durante este periodo, los partidos burgueses de oposición actuaron como guardianes del capitalismo, alineándose con la patronal contra los trabajadores.

El Partido del Congreso es el segundo partido político más grande del país y el más grande de los partidos burgueses de la oposición, además de ser el antiguo partido gobernante de la India, que ha ostentado el poder durante más tiempo que cualquier otro desde la independencia. A pesar de sus declaraciones de apoyo a los trabajadores y las protestas de los agricultores, su gobierno en Karnataka ha comenzado a tomar medidas para aumentar la jornada laboral, demostrando así a quiénes son realmente leales.

La farsa de los partidos burgueses continuó durante la huelga. En el Estado de Bihar, que irá a las urnas el próximo año, las movilizaciones de la huelga se combinaron con protestas contra la revisión del censo electoral, que podría privar del derecho al voto a hasta 20 millones de votantes, en su mayoría de familias obreras y campesinas más desfavorecidas. El Partido del Congreso, cuyo gobierno en Karnataka está lanzando nuevos ataques contra los trabajadores de la tecnología (TI), apoyó la huelga general, al igual que su sindicato afiliado, el INTUC.

Sin embargo, en algunas zonas, los partidos burgueses de oposición se opusieron firmemente a la huelga, especialmente en el Estado de Bengala Occidental. Este Estado había sido escenario de movilizaciones contra el gobierno criminal del partido TMC durante la segunda mitad del año pasado. Aún quedaba mucha ira, que se puso de manifiesto cuando los matones del TMC y los activistas sindicales se enfrentaron en las calles. Se desplegó a la policía para arrestar y golpear a los trabajadores en huelga. Se implementaron directivas para castigar a los empleados públicos en huelga. Esto no disuadió a los trabajadores, muchos de los cuales siguieron apoyando la huelga, en su mayoría indignados por el impago del subsidio por carestía.

Tras la pandemia, el BJP ha visto cómo su posición política se tambaleaba, pero no se derrumbó. Esto ha dado margen a los partidos burgueses de oposición para ascender en el poder. El Partido del Congreso recuperó parte del terreno perdido, casi duplicando su representación en el Parlamento. Los partidos regionales han ganado poder en sus respectivos ámbitos, mientras el frente de izquierda liderado por el CPIM (Partido Comunista de la India Marxista) permanece estancado, al menos en lo que se refiere a resultados electorales. Su porcentaje de escaños en el parlamento aumentó de 6 a 8, aunque el porcentaje de votos se mantuvo prácticamente estancado.

Los pésimos resultados del partido estalinista ocultan el verdadero alcance de su influencia, especialmente si se tienen en cuenta sus organizaciones campesinas y sindicales afiliadas. Aunque su poder está en declive, este declive no ha dado lugar al surgimiento de alternativas en la izquierda. El espacio para la política de izquierda sigue estando dominado en gran medida por el CPIM, sus aliados y sus organizaciones afiliadas. Esta realidad se ha puesto de manifiesto una y otra vez: los sindicatos estudiantiles DYFI y SFI, vinculados al CPIM, estuvieron al frente de las movilizaciones durante el movimiento de los médicos. El All India Kisan Sabha (Sindicato de Agricultores de toda la India), vinculado al CPIM, fue uno de los principales grupos de la agitación campesina. La huelga de los trabajadores de Samsung está liderada por un sindicato afiliado al CITU, vinculado al CPIM.

La serie de movilizaciones y luchas muestran que la India ya no se encuentra en una situación reaccionaria, sino que se encamina hacia una situación prerrevolucionaria. Sin embargo, el capitalismo indio se mantiene estable, en crecimiento y políticamente seguro. Aún no existe una situación prerrevolucionaria activa como la que vimos en Sri Lanka en 2022 o en Bangladesh en agosto de 2024. El contexto político actual guarda muchas similitudes con el periodo comprendido entre 2010 y 2014, cuando la India fue testigo de numerosas protestas, huelgas y movilizaciones a nivel nacional y regional. La última vez, una situación similar resultó en la victoria del BJP y el inicio de una situación reaccionaria en la India; que esta vez sea diferente o no depende en gran medida del curso de la lucha de clases y de su liderazgo.

El impacto de la huelga y la solidaridad de diferentes sectores

La huelga general se produce en un momento en que la India atraviesa un periodo de agitación, en el que poderosas movilizaciones nacionales y regionales han sacudido a los gobiernos capitalistas. Solo en el último año hemos sido testigos de la huelga de los trabajadores del té, el movimiento de los médicos en Bengala Occidental, las victorias de las huelgas de Anganwadi y la huelga de los trabajadores de Samsung en Tamil Nadu. Incluso cuando terminó la huelga de un día, los trabajadores del transporte en el Estado de Uttar Pradesh se declararon en huelga por las políticas del gobierno estatal dirigido por el BJP.

Lo que estamos viendo es un impulso continuo que se ha mantenido desde la agitación campesina de 2021, pero este impulso no ha aumentado ni disminuido. El miedo a la guerra en mayo de este año provocó el retraso de la huelga, y los sindicatos habían cambiado la fecha para el 9 de julio, cediendo al clima reaccionario que había creado el gobierno del BJP ante la inminencia de una guerra con Pakistán.

La escaramuza no se convirtió en guerra, pero las tensiones siguen presentes. Sin embargo, el hecho de que la huelga general se haya producido y haya tenido un impacto significativo demuestra que los intentos del BJP de generar un sentimiento reaccionario para sofocar el espíritu militante de las masas han fracasado, que la disidencia contra el BJP y sus políticas reaccionarias no ha terminado, y que, por el momento, no hay signos de que vaya a disminuir.

Los líderes sindicales han afirmado que alrededor de 250 millones de trabajadores se habían sumado a la huelga general de un día, y algunos afirman que pueden ser más. Incluso esta cifra puede ser exagerada, ya que 19 sindicatos centrales y regionales boicotearon la huelga, entre los que destacan el BMS (Bharatiya Mazdoor Sangh), afiliado al BJP, y el sindicato afiliado al TMC, el INTTUC (Indian National Trinamool Trade Union Congress). Se han recibido informes de que trabajadores de LPF han actuado como rompehuelgas en Tamil Nadu para garantizar el funcionamiento normal de los autobuses estatales. La traición de algunos de estos sindicatos ha atenuado el impacto de la huelga general. En Calcuta, donde el impacto de la huelga ha sido mayor que en la mayoría de las grandes ciudades, no era raro encontrar un banco completamente cerrado mientras otros funcionaban a medias. Aunque algunas oficinas gubernamentales cerraron por completo, otras funcionaron de manera ineficiente.

Las protestas en varias ciudades oscilaron entre cientos y miles de personas, y aunque no fueron las más grandes de los últimos tiempos, fueron visibles. En Delhi, los sindicatos se unieron a los sindicatos de agricultores, los sindicatos de estudiantes y las organizaciones juveniles, la mayoría vinculados al CPIM. En Calcuta, estallaron protestas en varias zonas de la ciudad, pero sufrieron la represión de la policía y los ataques de los matones del TMC. En Bombay, la huelga tuvo una buena participación y provocó interrupciones en el transporte ferroviario y de autobús. Bihar fue testigo de grandes protestas en las calles de Patna, donde la huelga coincidió con las protestas en curso de los partidos burgueses y pequeñoburgueses de la oposición contra la revisión del censo electoral. Esto no fue una excepción en Bihar, ya que en Bengala Occidental la encarnizada batalla campal entre los cuadros del TMC y el CPIM también demostró que la huelga se solapaba con otros conflictos políticos locales en el Estado.

Como era de esperar, los partidos burgueses y sus ideólogos se opusieron a la huelga general. Lo que sí fue inesperado fue el grado de solidaridad recibido por parte de diferentes sectores, sobre todo de los trabajadores agrícolas y sus sindicatos. Las mismas organizaciones que habían participado en la gigantesca agitación campesina de 2021 salieron a la calle para apoyar las demandas de los trabajadores. Esto constituye una base sólida para desarrollar un frente unido de trabajadores y campesinos en torno a un programa de lucha revolucionaria.

A las filas de los trabajadores se sumaron jóvenes radicalizados, grupos de estudiantes e incluso sindicatos de periodistas que se unieron a las manifestaciones de protesta en Delhi.

La emergente alianza entre trabajadores y campesinos, la expansión de la lucha de los sectores organizados a los no organizados, que abarca tanto a los trabajadores industriales como a los trabajadores de obras públicas, es significativa. Esta amplia unidad de trabajadores y campesinos es una buena base para desarrollar un programa político para la revolución, pero sin una dirección revolucionaria esto no llegará a nada. El CPIM estalinista, que sigue bajo la alianza burguesa «INDIA», utilizará la energía de esta movilización con fines electorales y, en última instancia, beneficiará a los partidos burgueses de oposición.

Conclusión

La huelga general es una de las armas más poderosas del arsenal de los trabajadores organizados. Esta táctica debe utilizarse con prudencia y no desperdiciarse. Organizar una huelga general en la escala necesaria para tener un impacto nacional, en un país tan grande y diverso como la India, requiere un esfuerzo enorme. Los sindicatos centrales y los partidos estalinistas han demostrado una vez más que pueden llevar a cabo una huelga de este tipo, pero el hecho de que hayan optado por hacerlo durante solo 24 horas, sin un programa claro para acciones posteriores, significa que esta enorme energía y esfuerzo se disiparán.

La convocatoria de huelga fue lanzada por sindicatos de izquierda, alineados en su mayoría con el CPIM, pero 19 sindicatos diferentes no respondieron a ella. Estos sindicatos vinculados a la burguesía deben ser atacados sin piedad por esta traición, ya que han abandonado a sus propios trabajadores en el momento en que más necesitan una acción militante. El BMS, alineado con el BJP, debe ser especialmente atacado y boicoteado en todo momento, y hay que convencer a los trabajadores de que abandonen el BMS hasta que el sindicato cambie de rumbo o se disuelva por completo. En cualquier caso, no hay nada que perder y mucho por ganar al alejar a los trabajadores del BMS. Lo mismo ocurre con el sindicato del TMC, el INTTUC, que existe como herramienta del partido burgués TMC en Bengala Occidental para controlar la militancia obrera.

Los sindicatos obreros vinculados a la burguesía son menos órganos de lucha y más herramientas de control, en tales casos, nuestra estrategia debe ser convencer a los trabajadores contra sus traicioneras direcciones, exponiendo sus verdaderas lealtades. El BMS participó en huelgas generales anteriores cuando su partido afiliado estaba en la oposición, ahora que el BJP está en el poder les ha dado la espalda a los trabajadores. Esto muestra la naturaleza cínica de la política burguesa; la lucha de los trabajadores debe elevarse por encima de tales maquinaciones políticas cínicas.

Las acciones del BMS se reflejan ahora en sindicatos como el LPF y el INTUC, alineados con el DMK y el Partido del Congreso. Estos partidos, que ahora se encuentran en la oposición, apoyan la lucha de los trabajadores, pero en su propio gobierno han adoptado políticas antiobreras. En general, los gobiernos burgueses, tanto del partido gobernante como de la oposición, implementan de manera constante las disposiciones de los Códigos Laborales, socavando y desmantelando las protecciones previstas en leyes anteriores.

Su oposición no sirve de nada si no pueden proteger a los trabajadores, y pone al descubierto sus lealtades de clase.

¡DEROGACIÓN DE LOS CÓDIGOS LABORALES!

¡VIVA LA LUCHA OBRERA! ¡ABAJO LOS PARTIDOS BURGUESES TRAIDORES!

¡POR LA JORNADA DE 8 HORAS!

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