MEXICO Y EL IMPERIALISMO BRITANICO
Presentamos a continuación, materiales relaciones con los hechos actuales de Bolivia. En primer lugar, el artículo escrito por León Trotsky en 1938, luego de la nacionalización del petróleo llevada a cabo por el gobierno de Lázaro Cárdenas. En este material, él marca los criterios básicos de la posición que deben tener los revolucionarios frente a medidas de este tipo adoptadas por gobiernos burgueses. En segundo lugar, reproducimos la propuesta llevada por diversos sindicatos y organizaciones de Brasil, Paraguay y España al «Encuentro Continental por
5 de junio de 1938
La campaña internacional que los círculos imperialistas están realizando sobre la expropiación de las empresas petroleras mexicanas, hecha por el gobierno, se ha distinguido por poseer todos los rasgos de las bacanales propagandísticas del imperialismo: combina la impudicia, el engaño, la especulación de la ignorancia con la certeza de su propia impunidad.
El gobierno británico inició esta campaña al declarar el boicot al petróleo mexicano. El boicot, como es sabido, siempre involucra al autoboicot y por lo tanto viene acompañado de grandes sacrificios por parte de quien lo hace. Gran Bretaña era hasta hace poco el mayor consumidor de petróleo mexicano; claro que no lo hizo por simpatía para con el pueblo mexicano, sino considerando sus propios beneficios.
El mayor consumidor de petróleo en Gran Bretaña, es el mismo estado, por su armada gigantesca y el rápido crecimiento de su fuerza aérea. El boicot del gobierno inglés al petróleo mexicano significaba, entonces, un boicot simultáneo no sólo de la industria británica, sino también de la defensa nacional. El gobierno de Mr. Chamberlain ha mostrado con una franqueza inusual que los beneficios de los ladrones capitalistas británicos están por encima de los intereses del estado. Las clases y los pueblos oprimidos deben aprender profundamente esta conclusión fundamental.
Tanto cronológica como lógicamente, el levantamiento del general Cedillo resultó de la política de Chamberlain.
Con el objeto de comprometer la expropiación a los ojos de la opinión pública burguesa, la presentan como una medida «comunista».
Se combina aquí la ignorancia histórica con el engaño consciente. El México semicolonial está luchando por su independencia nacional, política y económica. Tal es el significado básico de la revolución mexicana en esta etapa. Los magnates del petróleo no son capitalistas de masas, no son burgueses corrientes. Habiéndose apoderado de las mayores riquezas naturales de un país extranjero, sostenidos por sus billones y apoyados por las fuerzas militares y diplomáticas de sus metrópolis, hacen lo posible por establecer en el país subyugado un régimen de feudalismo imperialista, sometiendo la legislación, la jurisprudencia y la administración. Bajo estas condiciones, la expropiación es el único medio efectivo para salvaguardar la independencia nacional y las condiciones elementales de la democracia.
Qué dirección tome el posterior desarrollo económico de México depende, decisivamente, de factores de carácter internacional. Pero esto es cuestión del futuro. La revolución mexicana está ahora realizando el mismo trabajo que, por ejemplo, hicieron los Estados Unidos de Norteamérica en tres cuartos de siglo, empezando con
También para los Chamberlains de ese tiempo, la expropiación de los esclavistas aparecía como una diabólica medida «bolchevique». En realidad, la tarea histórica de los del norte consistía en limpiar el terreno para un desarrollo de la sociedad burguesa democrático e independiente. Precisamente esta tarea está siendo resuelta en esta etapa por el gobierno de México. El general Cárdenas es uno de esos hombres de estado, en su país, que han realizado tareas comparables a las de Washington, Jefferson, Abraham Lincoln y el general Grant. Y, por supuesto, no es accidental que el gobierno británico, también en este caso se encuentre a sí mismo al otro lado de la trinchera histórica. Por absurdo que parezca, la prensa mundial, y particularmente la francesa, continúa arrastrando mi nombre alrededor de la expropiación de la industria petrolera. Si ya he negado esta estupidez, no es porque le tema a la «responsabilidad», como insinuó un locuaz agente de
Se proponen dos metas al involucrar mi nombre. Primero, los organizadores de la campaña desean impartirle a la expropiación un colorido «bolchevique». Segundo, se proponen darle un golpe al respeto nacional de México. Los imperialistas se empeñan en presentar el hecho como si los hombres de estado mexicano fueran incapaces de determinar su propio camino. ¡Una psicología esclavista hereditaria, indigna y mezquina! Precisamente porque México todavía hoy pertenece a aquellas naciones atrasadas, que apenas ahora se ven impulsadas a luchar por su independencia, se engendran ideas más audaces en sus hombres de estado que la que corresponde a las escorias conservadoras de un gran pasado. ¡Hemos presenciado fenómenos similares en la historia más de una vez!
El semanario francés Marianne, un destacado órgano del Frente Popular francés, llegó a asegurar que en la cuestión del petróleo el gobierno del general Cárdenas actuó no sólo con Trotsky, sino también… a favor de los intereses de Hitler. Como pueden ver, se trata de privar del petróleo, en caso de guerra, a las grandes «democracias» de corazón y, como contrapartida, suplir a Alemania y a otra naciones fascistas. Esto no es ni una pizca más sensato que los Juicios de Moscú. La humanidad se entera, no sin asombro, que a Gran Bretaña se le ha privado del petróleo mexicano por la mala voluntad del general Cárdenas y no por el propio boicot de Chamberlain. Pero entonces, las «democracias» plantean una forma simple de paralizar el complot «fascista»: ¡déjenlos comprar petróleo mexicano, una vez más petróleo mexicano y de nuevo petróleo mexicano! Para cualquier persona honesta y sensible estaría ahora fuera de toda duda que si México se encontrase forzado a vender oro líquido a los países fascistas, la responsabilidad de este acto recaería total y completamente sobre los gobiernos de las «democracias» imperialistas.
Detrás de Marianne y su gente están los instigadores de Moscú. Esto parece absurdo a primera vista, ya que otros instigadores de la misma escuela utilizan libretos diametralmente opuestos. Pero todo el secreto está en el hecho de que los amigos de
Sin embargo, abandonemos a su propia suerte a los payasos e intrigantes. No estamos pensando en ellos sino en los obreros con conciencia de clase del mundo entero. Sin sucumbir a las ilusiones y sin temer a las calumnias, los obreros avanzados apoyarán completamente al pueblo mexicano en su lucha contra los imperialistas. La expropiación del petróleo no es ni socialista ni comunista. Es una medida de defensa nacional altamente progresista. Por supuesto, Marx no consideró que Abraham Lincoln fuese un comunista; esto, sin embargo, no le impidió a Marx tener la más profunda simpatía por la lucha que Lincoln dirigió.
El proletariado internacional no tiene ninguna razón para identificar su programa con el programa del gobierno mexicano. Los revolucionarios no tienen ninguna necesidad de cambiar de color y de rendir pleitesía a la manera de la escuela de cortesanos de