Las tasas de la Fed y la situación de la economía de Estados Unidos
La Reserva Federal de EE.UU. (la Fed) acaba de anunciar la política de tasas de interés que va a pagar por los Bonos del Tesoro que emite este país[1]. Estas definiciones de la Fed se basan siempre en una evaluación de la situación y de la dinámica de las finanzas y la economía del país y tienen una gran influencia en ellas. Al mismo tiempo, también tienen un gran impacto en todo el mundo, ya que la tasa de la Fed es tomada como tasa base de referencia de la que cobran los bancos de todo el mundo por sus préstamos.
Alejandro Iturbe
La Fed es el Banco Central de EE.UU., responsable del atesoramiento del oro y otras reservas monetarias de este país, de la emisión de dólares-billetes y también de los Bonos del Tesoro que se venden en su país y en todo el mundo, por los que paga una tasa de interés. A diferencia de los bancos centrales de otros países del mundo, la Fed tiene autonomía y puede tomar sus propias decisiones sin supeditarlas al gobierno de turno.
La emisión y venta de Bonos del Tesoro es el mecanismo más importante que utiliza EE.UU. para financiar su gigantesco y creciente déficit presupuestario. Al mismo tiempo, representan un cuasi dinero, es decir, se utilizan en las finanzas y el comercio mundial como si fueran dólares-billete (que sigue siendo la moneda de referencia mundial). Por eso, muchos países han comprado grandes cantidades y hoy son parte importante de sus reservas monetarias (esto incluye a potencias económicas mundiales como Japón y China). Es uno de los mecanismos que utiliza el imperialismo estadounidense para “succionar” plusvalía de todo el mundo[2].
Los Bonos del Tesoro también son comprados por inversores privados, especialmente de EE.UU., como una inversión de “retorno seguro” frente a otras mucho más oscilantes, como las acciones de empresas privadas, o “volátiles” como las criptomonedas. Si las tasas de la Fed son altas (atractivas), muchos de estos inversionistas eligen los Bonos del Tesoro frente a las otras opciones,
La Fed venía aplicando una política de “tasas altas” en comparaciones históricas(5,5%). Ahora anunció que prevé por lo menos un leve “recorte” en 2024 y que se mantendrá observando la dinámica de la economía estadounidense a lo largo del año en dos parámetros (evolución del PIB e inflación) para definir si considera necesario hacer nuevos recortes.
En este punto vemos necesario hacer dos consideraciones. La primera de ellas es que en la visión “monetarista”, que desde la década de 1970 predomina en los economistas burgueses, el manejo de las tasas bancarias ha pasado a ser una de las herramientas centrales de la política económica con que los gobiernos capitalistas operan sobre el proceso económico, con distintos objetivos.
La segunda es considerar el concepto de “ciclos cortos” analizado por Marx al estudiar la economía capitalista: el propio proceso de acumulación capitalista genera que cada fase de crecimiento de algunos años fuese seguida inevitablemente por una fase descendente, de similar duración.
¿De dónde se viene?
Con este enfoque, para entender la política de tasas de la Fed, vemos necesario considerar brevemente cómo esta secuencia de ciclos se dio en los últimos años en EE.UU. A finales de 2019, la economía estadounidense ya evidenciaba haberse “frenado” y comenzaba a entrar en un ciclo descendente. Esta dinámica se confirmó en el primer trimestre de 2020 (-1,2%)[3]. En ese momento, comenzó oficialmente la “pandemia”, cuyo impacto provocó una caída histórica del PIB en el segundo trimestre (cerca de -10%). Es decir, profundizó al extremo el efecto de una fase descendente.
Frente a la gran caída de sus ganancias, la burguesía estadounidense comenzó a aplicar la criminal política de la “nueva normalidad”: la reapertura gradual de todas las actividades económicas aún sin haber controlado la pandemia[4]. Así consiguió el final abrupto de la fase descendente y se inició una recuperación, a partir del tercer trimestre de 2020[5]. Esta dinámica de recuperación continuó en 2021.
Allí entraron a jugar los tres grandes paquetes financieros escalonados lanzados por el gobierno de Joe Biden con objetivos inmediatos, de medio y largo plazo que sumaban varios billones de dólares. En esos momentos, un artículo de la revista Correo Internacional analizó: “Biden está combinando una gran inyección de crédito con gastos del Estado financiados a través del déficit y destinados tanto a inversiones como a pagos directos a empresas y hogares”[6].
Incluso con el impacto que esos paquetes tuvieron sobre la economía estadounidense caracterizamos que, de conjunto a nivel mundial, se trataba de “Una recuperación anémica y con muchos problemas”[7].
La política de la Fed contra la inflación
Uno de los problemas existentes era la inflación alta que se producía en esta recuperación. En 2021, la inflación anual fue de 7%, la más alta desde 1982. Algo que “[había] comenzado a convertirse en una de las principales preocupaciones para los norteamericanos, que [empezaban] a sentir cómo el aumento en el costo de vida desdibujaba los beneficios de la fuerte recuperación de la economía”[8].
En ese momento, la Fed comenzó a subir sus tasas en un intento monetarista de “secar el mercado” (extraer dinero de circulación). El objetivo de bajar la inflación se cumplió: en 2023 será de 3,4% anual[9]. Se trata, sin embargo, de un logro parcial, ya que la idea de la Fed es llegar a 2% anual. Al mismo tiempo, si bien ha logrado reducir la inflación no ha revertido en lo más mínimo el aumento de precios en los últimos cuatro años y su impacto fuertemente negativo sobre el nivel de vida de los trabajadores y las masas.
Por otro lado, esta política de “secar el mercado” tiene otras consecuencias, ya que absorbe dinero que no va a otras inversiones, como las acciones de las empresas privadas o las múltiples startups dedicadas a la tecnología, y su aplicación, que habían surgido en los últimos años.
Muchas de estas startups entraron en crisis y eso impactó duramente sobre algunos bancos cuyos negocios se centraban en ellas y los llevó a la quiebra, como fue el caso del Silicon Valley Bank de California, el Signature Bank (concentrado en criptomonedas) y el First Republic Bank (con sede en San Francisco). Esta crisis bancaria amenazaba extenderse en el país y, sobre causas distintas, tuvo una expresión propia en Europa[10].
La intervención del gobierno de Biden (respaldando el pago de depósitos) y la compra del First Republic Bank por parte de JP Morgan contuvieron la expansión de la crisis bancaria y evitaron que se produjese una situación como la que se detonó en 2007/2008 con la quiebra del Lehman Brothers. Pero la situación pude reabrirse si la economía estadounidense entra abiertamente en recesión.
“Aterrizaje suave” vs recesión
El impacto de los megapaquetes de Biden ya ha sido en gran medida “devorado”. Consiguieron sus objetivos más inmediatos: atenuar un poco la durísima situación económico-social de los trabajadores y las masas, existente durante la pandemia, y dar algún sostén a la fase de recuperación. Pero no consiguieron otro de sus objetivos: impulsar una onda más fuerte y sostenida de inversiones capitalistas en sectores productivos (los únicos que crean nuevo valor).
Según datos del sitio web de la Casa Blanca, «Investing in America», la inversión privada en la producción industrial durante la presidencia de Biden asciende a 503.000 millones de dólares (una cifra históricamente baja) de los cuales 231.000 (46%) son para la producción de semiconductores. Una de las consecuencias de esto es que la creación de nuevos empleos es escasa y bastante por debajo de las predicciones del gobierno. En otras palabras, la economía estadounidense “se está quedando sin combustible”.
Veamos algunos datos de la dinámica del PIB: en 2021, creció 5,8%; en 2022, 1,9% y en 2023, 2,4% (una cierta reversión de la tendencia declinante de crecimiento). ¿Qué ocurrirá en 2024? Las previsiones sobre esto están divididas. La Fed y otros analistas económicos prevén que en 2024 habrá un crecimiento de 2,4%[11]. Sobre la base de esta previsión, caracterizan que se va a un “aterrizaje suave”; es decir, un freno de la dinámica, aunque lento y gradual. Por eso la Fed es tan conservadora en su política de tasas (aunque incluye un wait and see de alerta) lo que significa que, por ahora, sigue privilegiando su política de bajar la inflación.
Otros análisis son más pesimistas, como el de “The Conference Board” (un think tank de altos ejecutivos de importantes empresas industriales y otros “pensadores”) que prevé un crecimiento de solo 0,8% para 2024. Entre otros elementos, este análisis considera que, si bien el gasto de los consumidores se mantiene alto (el factor principal que, ante la escasez de inversiones productivas, ha sostenido la fase ascendente), esto “es insostenible debido a la escasez de renta disponible y al rápido agotamiento de los ahorros”[12]. Es decir, prevé un “aterrizaje” mucho más rápido. Por eso, se ubica en el campo de los que piden una política más agresiva de recorte de tasas por parte de la Fed para “soltar dinero” y atenuar así la dinámica de freno de la economía.
Desde nuestro punto de vista, los diferentes elementos que se combinan en la realidad (la escasa inversión productiva de la burguesía, la baja creación de empleo, la disminución de las tasas de beneficios empresariales a nivel del conjunto de la economía, como señala el economista marxista Michael Roberts, y el agotamiento de la fortaleza del consumo) indican que se está en el fin de la fase ascendente y que, como la hipótesis más probable, se aproxima una recesión.
Al mismo tiempo, si analizamos el contexto económico internacional, grandes potencias como Gran Bretaña, Alemania y, de hecho, Japón, ya están en recesión. China, la segunda economía mundial, también enfrenta grandes problemas, especialmente en su sector inmobiliario[13].
Inversiones militares y en semiconductores
En este marco, hay dos sectores que están recibiendo dinero por parte del gobierno de Biden. Uno es el llamado complejo industrial-militar que recibe parte de los 760.000 millones de dólares de “gastos militares” incluidos en el presupuesto anual y al que Biden quiso agregarles 105.000 millones con su proyecto de ley de «Financiación Crítica de la Seguridad Nacional», enviada al Parlamento, en 2023 (que adicionaba 105.000 millones de dólares a los 760.000 millones ya incluidos en el presupuesto anual). Aunque, por ahora la ley está “trabada” por los republicanos, es parte de la política del imperialismo estadounidense de “rearme” y de renovación de su capacidad militar a partir de la guerra de Ucrania y de la hipótesis de un conflicto militar con China por Taiwán. En ese marco, las diferentes ramas del complejo militar industrial están trabajando a pleno.
El segundo sector es el de la fabricación de microchips avanzados que se utilizan en los celulares y computadores de alta gama. En este rubro, actualmente, la industria estadounidense depende de los chips fabricados por la empresa taiwanesa TSMC y la coreana Samsung que dominan el mercado mundial. Biden quiere disminuir esta dependencia y ha comenzado a inyectar fondos que impulsen la investigación, el desarrollo y la fabricación de chips en EE.UU., con instalación de nuevas fábricas.
Con ese objetivo, hizo aprobar, en 2023, la “Ley de Chips” que inyectó 50.000 millones de dólares en financiamiento directo a este sector (lo que sería parte de un paquete total de 282.000 millones a completar en los años siguientes)[14]. Los mayores beneficiarios han sido empresas como NVidia y el bloque Intel-IBM, pero, como vimos, es en este sector de conjunto donde se realizan las mayores inversiones productivas.
Este sector es el más dinámico de la economía, actualmente. Pero es necesario aclarar, en primer lugar, que la relación entre volumen de inversión y tasa de creación de empleos es muy baja. En segundo lugar, la construcción de nuevas plantas fabriles agrava la crisis del agua existente en las regiones donde se instalan (como es el caso de Phoenix, Arizona). En realidad, existe una “crisis logística” más profunda sobre la cuestión del agua y este hecho genera dudas sobre una aplicación significativa de la Ley de Chips. En tercer lugar, no consigue ser el motor que logre superar la “crisis de rentabilidad” de la economía nacional en su conjunto y, con ello, abrir una fuerte onda inversora de la burguesía.
Un dato importante es que en la industria automotriz, el país está retrasado en la feroz competencia mundial en el mercado de vehículos eléctricos y la transición necesaria para una reconversión de esta industria que aumente su competitividad se está “enfriando”[15].
La lucha de clases
Queremos terminar este artículo refiriéndonos, así sea brevemente, a los procesos y la dinámica de la lucha de clases, especialmente a las huelgas generadas por las cuestiones salariales y condiciones contractuales, que se entrelazan profundamente con la situación y la dinámica económica.
La clase trabajadora estadounidense viene sufriendo un permanente ataque en ambos aspectos desde la década de 1980, cuando el gobierno de Ronald Reagan derrotó la huelga de los controladores aéreos. En el caso de los trabajadores industriales, se sumó el impacto de la reconversión de la economía estadounidense cada vez más volcada a las finanzas y los servicios y menos “productiva”. También ha incidido el uso creciente de la tecnología.
Esto significó el cierre de numerosas plantas y la reducción de planteles en otras, procesos en los que las empresas lograron imponer nuevos convenios laborales mucho más perjudiciales para los trabajadores. Un ejemplo de ello fue el “salvataje” de la General Motors en 2009, un modelo que luego fue aplicado en muchas otras empresas industriales. Al mismo tiempo, crecían el número de empleos en los servicios, con salarios y condiciones laborales mucho más bajas.
La pandemia empeoró este cuadro. Cuando “terminó”, los trabajadores comprendieron que no serían recompensados por su sacrificio y comenzaron a luchar de modo creciente, en oleadas parciales de huelgas, pero significativas. Un elemento importante es que en ellas volvían a aparecer los trabajadores industriales (ausentes de la escena por muchos años).
Así sucedió a finales de 2021[16]. En 2022, según la Oficina de Estadísticas Laborales, hubo un aumento de 50% de “grandes huelgas” (más de 1.000 trabajadores involucrados en cada una) con respecto a los dos años anteriores. Este año, hubo un claro predominio de los sectores de educación, sanidad y servicios. En, 2023, el centro de la escena lo ocupó la huelga de los trabajadores de las empresas automotrices, que puso “sobre la mesa” una reivindicación del Programa de Transición de la IV Internacional (la escala móvil de salarios)[17]. El resultado de esta huelga fue considerado como un triunfo por los trabajadores[18].
Se abre así, lo posibilidad de una nueva oleada parcial de huelgas. Por un lado, es necesario ver el impacto que ha tenido el “efecto demostración” del resultado de la UAW. Por el otro, opinamos que los sindicatos y su influencia están creciendo, luego de décadas de retroceso y reducción (sea por el aumento de la cantidad de afiliados de los sindicatos existentes o por los intentos de fundación de nuevos sindicatos, como es el caso de Amazon y otras empresas).
La clase trabajadora estadounidense está comprendiendo cada vez más que “hacer concesiones” solo lleva a retroceder, que es necesario luchar para obtener alguna mejora, y comienza a ver los sindicatos como una herramienta para ello. Según una encuesta de la agencia Reuters, 58% de la población apoyó la huelga de la UAW. Al mismo tiempo, cada vez son más los trabajadores jóvenes que han buscado empleo en lugares con sindicatos o intentan organizarlo (como en Amazon). Creemos que es un síntoma que puede indicar una mayor predisposición de lucha. La realidad mostrará si esto es así o no. La dinámica de la lucha de clases en EE.UU. y los resultados de las luchas tendrán evidentemente una incidencia sobre la situación interna del país. También, por el peso de EE.UU., lo tendrán sobre la lucha de clases en todo el mundo[19].
[1] La Fed confirma la intención de recortar las tasas de interés, aunque estira los plazos (ambito.com)
[2] Sobre este tema, recomendamos leer el “Capítulo 8: EEUU, epicentro de la crisis actual” del libro de Alejandro Iturbe O sistema financeiro e crise da economia mundial, Editora Sundermann, Brasil, 2009.
[3] https://cincodias.elpais.com/cincodias/2020/04/29/economia/1588166272_118727.html
[4] https://litci.org/es/la-verdadera-cara-de-la-nueva-normalidad/
[5] https://litci.org/es/hacia-donde-va-la-economia-mundial/
[6] “Keynesianismo imperialista en tiempos de pandemia” de Orlando Torres, en la revista Correo Internacional n.° 25 (abril de 2021), disponible en https://litci.org/es/especialescorreo/
[7] https://litci.org/es/67115-2/
[8] https://www.lanacion.com.ar/estados-unidos/la-inflacion-en-estados-unidos-en-2021-alcanzo-su-maximo-en-39-anos-nid12012022/#:~:text=Estados%20Unidos%20cerr%C3%B3%202021%20con,en%20el%20costo%20de%20vida
[9] https://elpais.com/economia/2024-01-11/estados-unidos-cierra-2023-con-la-inflacion-en-el-34-tras-repuntar-en-diciembre.html
[10] https://litci.org/es/las-raices-profundas-de-la-crisis-bancaria-internacional/
[11] https://www.eleconomista.com.mx/economia/SP-proyecta-crecimiento-del-PIB-de-Estados-Unidos-de-2.4-para-2024-20240221-0089.html
[12] https://www.conference-board.org/about/us#:~:text=We%20connect%20senior%20executives%20across,profit%20our%20work%20is%20trusted.
[13] https://www.infobae.com/america/mundo/2024/01/02/la-crisis-de-la-economia-de-china-en-numeros-fuerte-caida-en-las-ventas-de-las-100-principales-inmobiliarias-en-2023/#:~:text=Las%20ventas%20de%20las%20100%20principales%20promotoras%20inmobiliarias%20de%20China,hongkon%C3%A9s%20South%20China%20Morning%20Post.
[14] Cinco claves de la Ley de Chips de EE. UU. – The New York Times (nytimes.com)
[15] https://www.infobae.com/wapo/2023/12/27/la-transicion-a-los-vehiculos-electricos-se-enfria-cae-la-demanda-y-se-ralentiza-la-produccion/
[16] https://litci.org/es/67597-2/
[17] https://litci.org/es/eeuu-solidaridad-con-los-huelguistas-de-la-uaw/
[18] https://elpais.com/economia/2023-10-31/los-trabajadores-ganan-la-huelga-del-motor-de-ee-uu-al-lograr-fuertes-subidas-de-sueldos-y-conquistas-laborales.html
[19] https://litci.org/es/eeuu-un-levantamiento-de-la-clase-obrera-norteamericana-tiene-un-reflejo-enorme-sobre-el-conjunto-de-la-clase-trabajadora-mundial/