La huelga en Celima S.A. es un llamado a la lucha de toda la clase obrera
Manuel Fernández. Dirigente del Comité de Lucha. Dirigente del PST
San Isidro es el tradicional centro residencial y empresarial de Lima y de un país de economía centralizado. Luce brillante, ordenada y tranquila bajo una fuerte custodia policial. No es casual que Celima S.A., la corporación fabricante de cerámicas más grande del país, tenga su oficina gerencial en este plácido lugar. Pero desde el 4 de noviembre la tranquilidad y el orden de este distrito se ven interrumpidos por las protestas de los obreros de la corporación declarados en huelga indefinida.
El tráfico se ve interrumpido por horas porque la columna obrera ocupa las principales avenidas. Los comercios, negocios y residencias de la zona más elegante de Lima, son conmovidos por el estruendo de consignas tronadas desde parlantes acompañadas por chicharras. Los miembros de seguridad desaparecieron del lugar. Los vecinos protestan ante las autoridades. Los comensales de restaurante gourmet miran desde sus ventanas sorprendidos, y algunos toman fotos.
“Es como si le gritáramos en las orejas a la patronal”, me dice un compañero. No hay duda que nos sentimos empoderados y yo muy feliz, como pez en el agua. Estamos soltando una furia acumulada por siete años de abusos.
Lo que sucede en Celima S.A. es ilustrativo de lo que ocurre en la clase obrera peruana. Desde que fundamos el sindicato (2005) solo pudimos hacer dos huelgas debido a la represalia patronal que cobraba con despidos y persecución nuestro atrevimiento. Yo mismo estuve en la calle 9 años luchando por mí reposición. La ultima huelga en 2015 fue también grande, pero una mala conducción la hizo fracasar y el sindicato retrocedió.
No obstante, todos estos años una pequeña vanguardia mantuvo en alto nuestras banderas y las de la clase obrera, llevando solidaridad a otras organizaciones en lucha. Esto hizo de nuestro sindicato una reconocida organización del activismo obrero. Hasta la huelga de estos días que parece marcar un nuevo hito, porque coloca a nuestro sindicato como un ejemplo de combatividad y por su llamado a la lucha obrera unida.
En realidad, nuestra huelga es parte de la ola de huelgas desatada desde el inicio del gobierno de Pedro Castillo bajo la confianza y seguridad de un sector obrero de que no se tomarán represalias por sus acciones. Muchas nuevas organizaciones, incluido pequeños sindicatos, han realizado huelgas en este periodo y algunas han superado hasta los cien días de paralización.
En nuestro caso, por primera vez, la huelga fue declarada “procedente” por la autoridad, la pretensión de la empresa para revocarla fue rechazada, su prepotencia ha sido atenuada y ha tenido que tragarse sus amenazas de nuevos despidos cursadas en cartas notariales entregadas a cientos de mis compañeros. El mismo chantaje de que “con huelga no negocio” impuesto como ley en Celima, cede y ahora “conversa”.
La huelga afecta parcialmente la actividad de la fábrica. Solo un tercio de obreros estamos sindicalizados y cien compañeros renunciaron ante el miedo a los despidos. Esto limita nuestra capacidad de negociación, y por ello nuestra lucha intenta golpear donde más le duela a la patronal.
Además, el signo de todas las luchas es el aislamiento: es como si la dirección de la CGTP se diera la mano con la patronal para dejarlas a su suerte. En nuestro caso sentimos una amplia solidaridad de distintos sectores que nos traen apoyo y algunos vienen con sus banderas, incluso de nuestros compañeros que siguen en la fábrica que nos aportan dinero para la Olla Común.
La ola de huelgas son una muestra de los problemas contenidos en las fábricas. Las empresas acumulan ganancias más por sobreexplotación que por eficiencia y tecnología. La condición obrera se vio agravada en la pandemia cuando fuimos obligados a trabajar enfermándonos y enfermando a nuestras familias, muchos incluso dejando sus vidas, y sin poder reclamar porque el ataque patronal se hizo más fuerte.
La respuesta obrera y popular se daría después por la vía electoral, votando por Pedro Castillo, el candidato más radical de todo ese espectro. Pero su gobierno, acosado por la derecha desde el primer minuto que busca la manera de cortarle la cabeza, no solo es un desastre absoluto y se muestra enredado en corrupción, sino cediendo a sus chantajes tiro por la borda todas sus promesas y hace un gobierno disciplinado al modelo neoliberal.
La nueva crisis que ha traído el alza de los alimentos y la inflación propinan un nuevo golpe sobre la ya maltrecha economía obrera. Los salarios, de por sí minúsculos, casi se han esfumado, y en los sectores populares hay familias enteras donde comer una vez al día es un lujo. Por eso la lucha salarial se extiende.
En Celima somos conscientes que estamos ante un problema más que reivindicativo que no tendrá solución con nuestro pliego de reclamos. La clase obrera necesita un ajuste salarial de acuerdo al alza del costo de vida, así como otros derechos, y esto es lo que demandamos gritando en las orejas de la burguesía. Por eso nuestra lucha gana apoyo y solidaridad.
Ahora nos aprestamos a un acto obrero unitario en torno a nuestra huelga, con los sindicatos en lucha, como forma de poner en alto las reivindicaciones de los trabajadores. La situación es peor en otros lugares: la fábrica Cogorno cerró y dejó en la calle a más de un centenar de obreros; en Trébol –parte de la corporación Celima– el sindicato acumula cinco pliegos de reclamos sin solución, y lo mismo sucede en la fábrica de confecciones de Topy Top. Bajo el gobierno de Castillo la patronal se hizo más desquiciada contra los trabajadores como pretendiendo minar las bases en que sustenta su gobierno.
En esta situación los trabajadores no tenemos otra alternativa que pelear unidos por nuestras demandas y las del pueblo pobre. La huelga de nuestro sindicato es un paso y un llamado para desencadenar esta lucha. Si no actuamos colocando a nuestra clase en escena, veremos empeorar nuestra situación porque la patronal detrás de la cabeza de Castillo lo que busca es la cabeza de la clase obrera.
Llamamos a la clase trabajadora nacional e internacional, a solidaridarizarse con nuestra lucha enviando apoyo material y pronunciamientos.
Hacemos este llamado desde la trinchera obrera revolucionaria que jamás dejo de luchar y que ahora despliega todas sus fuerzas para colocar a la clase obrera en el lugar que le exige el momento actual, en la perspectiva de abrir una salida obrera a la crisis.