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Portugal

Abusos sexuales en la Iglesia Católica. La impunidad y el poder de un Estado absoluto dentro del Estado burgués

abusos sexuales en la iglesia católica
Marcelo Rebelo de Sousa presidente de Portugal con el Obispo José Ornelas presidente de los Obispos portugueses
junio 5, 2023

En los últimos meses, la opinión pública portuguesa se ha indignado por los casi 5.000 crímenes de ‘abusos sexuales contra niños y adolescentes’ perpetrados desde 1950 por miembros de la Iglesia católica –o al amparo de su jerarquía–, señalados por la ‘Comisión Independiente para el Estudio de los Abusos Sexuales en la Iglesia Católica Portuguesa’ (informe «Dar voz al silencio»).

Por: Edu Dário

Em Luta está profundamente asociado con esa indignación y revuelta; pero incluso asume una tarea que pensamos debe ser común a la izquierda revolucionaria: la construcción de un análisis y programa de denuncia y movilización contra el Estado burgués –llamado democrático…– cómplice y, en definitiva, garante de décadas de impunidad de la Iglesia católica.

Ese informe incluye 512 relatos directos de las víctimas, que deben considerarse la punta de un iceberg de 4.815, y la denuncia de 100 sacerdotes abusadores (uno de los cuales es el ‘guía espiritual’ de André Ventura, mientras tanto suspendido de su parroquia…). Menciona que la mayoría de las denuncias provienen de mujeres… A este escenario, objetiva y jurídicamente criminal, hay que sumarle una ideología y ceremonias terroríficas basadas en el pecado, el castigo, la penitencia, la sumisión, la homofobia…

La democracia burguesa se arrodilla ante la Iglesia católica

Sin embargo, salvo raras y honrosas excepciones, la indignación general de los comentaristas y analistas, de los dirigentes partidarios, de la jerarquía del Estado –desde el Presidente hasta el gobierno, la Asamblea de la República, el aparato judicial, etc.– no reivindicó la universalidad de la ley general del Estado y el fin de la hipócrita ‘separación de Iglesia y Estado’. Para los “demócratas” más prolijos, ¡los crímenes cometidos en la Iglesia católica deben ser investigados y castigados por la propia Iglesia católica! ¡Así, el Estado burgués “democrático”, que tiene una justicia –su justicia…– para los crímenes del ciudadano común y asociaciones criminales, debe inhibirse de llevar esa justicia e investigación policial hasta el último rincón de esa Iglesia católica! Recuérdese que la Comisión Independiente fue iniciativa de su jerarquía para intentar controlar la ola de denuncias y escándalos que arrastraba de otros países.

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Los Concordatos de 1940 y de 2004

Los pilares de esa complicidad son los Concordatos de 1940 (el salazarismo estaba en el poder…) y el de 2004. Así, el Concordato de 2004, firmado 10 años después del 25 de abril en el Vaticano por Durão Barroso (PSD) con la presencia de altos dirigentes del PS, “reconocía el Concordato del 7 de mayo de 1940” concretamente en la recuperación del enorme y poderoso patrimonio y bienes (y que con la ‘Ley de Separación del Estado de las Iglesias’, de abril de 1911, resultante de la revolución republicana de 1910, habían pasado a pertenecer al Estado). Pero más: en 2004 también se reconoció la hipócrita “libertad religiosa” (que garantiza a la Iglesia católica la propaganda de su ideología) y también en otros innumerables aspectos con relevancia para la jurisdicción judicial del Estado o la extensión de los “derechos civiles” (herencias, etc…) al casamiento meramente religioso, con enormes consecuencias sociales y económicas.

Las religiones y los mitos nacen de la alienación del poder

La clase trabajadora no puede dejar de construir un programa y una movilización que derribe los privilegios políticos, económicos y judiciales que hacen de la Iglesia católica, en particular de su jerarquía, un Estado de excepcional dentro del Estado burgués, y construya una sociedad totalmente dirigida por sí misma y por sus manos, y por eso haga innecesaria cualquier religión, mitos o dogmas.

Edu Dário

Texto publicado originalmente en el periódico  Em Luta, N° 10 (abril de 2023)

Traducción: Natalia Estrada.

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