A 100 años de la conferencia de Zimmerwald: ¿qué lecciones extraer?

Al cumplirse, en septiembre, los 100 años de la Conferencia de Zimmerwald, se han publicado una gran cantidad de artículos y ensayos refiriéndose a ese hecho. Como no podía ser de otra manera, en la mayoría de ellos, explícita o implícitamente, se toma la política de Lenin frente a esa conferencia, como ejemplo a seguir para responder a la situación actual.
Por: Alicia Sagra
Alertando que las analogías históricas deben ser muy cuidadosas, ya que es necesario contemplar los diferentes marcos de la lucha de clases que se comparan, nosotros coincidimos en que la política leninista frente a Zimmerwald y frente al centrismo, es una guía fundamental para responder a la situación actual: Syriza, gobierno de Cristina, de Dilma, etc.
El problema es que vemos, por los diferentes trabajos publicados, que existe una gran confusión sobre lo que fue Zimmerwald y sobre cuál fue la política de los bolcheviques en ese período.
¿Qué fue la Conferencia de Zimmerwald?
No fue un frente único obrero, ni un bloque permanente entre revolucionarios y centristas, ni muchos menos un frente único revolucionario. Fue un encuentro de las muy pocos dirigentes de la II Internacional que estaban en contra de la guerra imperialista.
Trotsky, que jugó un papel predominante en dicha Conferencia, la describe de la siguiente manera: “En el verano de 1915, se presentó en París el diputado italiano Morgari, secretario de la fracción socialista del Parlamento y ecléctico simplista, con la intención de convocar a los socialistas franceses e ingleses a una conferencia internacional (…) La organización de la conferencia corrió a cargo de Grimm, dirigente socialista de Berna, que por entonces se esforzaba cuanto podía por arrancarse al nivel de limitación de su partido, y al suyo propio. Había elegido para la reunión un lugar situado a diez kilómetros de Berna, un pueblecillo llamado Zimmerwald, en lo alto de las montañas. Nos acomodarnos como pudimos en cuatro coches y tomamos el camino de la sierra. La gente se quedaba mirando, con gesto de curiosidad, para esta extraña caravana. A nosotros no dejaba de hacernos tampoco gracia que, a los cincuenta años de haberse fundado la Primera Internacional, todos los internacionalistas del mundo pudieran caber en cuatro coches. Pero en aquella broma no había el menor escepticismo. El hilo histórico se rompe con harta frecuencia. Cuando tal ocurre, no hay sino que anudarlo de nuevo. Esto precisamente era lo que íbamos a hacer a Zimmerwald.
Los cuatro días que duró la conferencia-del 5 al 8 de septiembre-fueron días agitadísimos. Costó gran trabajo hacer que se aviniesen a un manifiesto colectivo, esbozado por mí, el ala revolucionaria representada por Lenin, y el ala pacifista a la que pertenecían la mayoría de los delegados.
El manifiesto no decía, ni mucho menos, todo lo que había que decir; pero era, a pesar de todo, un gran paso de avance. Lenin manteníase en la extrema izquierda. Frente a una serie de puntos, estaba solo. Yo no me contaba formalmente entre la izquierda, aunque estaba identificado con, ella en lo fundamental.
Lenin templó en Zimmerwald el acero para las empresas internacionales que había de acometer, y puede decirse que en aquel pueblecillo de la montaña suiza fue donde se puso la primera piedra para la internacional revolucionaria (…) Liebknecht no se presentó en Zimmerwald. Estaba ya prisionero en el ejército de los Hohenzollers, antes de estarlo en el presidio. Pero envió una carta, en la que se pasaba bruscamente del frente pacifista al frente revolucionario. Su nombre sonó muchas veces en la conferencia. Aquel nombre era ya una consigna en la lucha, que estaba desgarrando al socialismo mundial (…) La conferencia de Zimmerwald imprimió gran impulso al movimiento antiguerrero en los diversos países. En Alemania, contribuyó a intensificar la acción de los espartaquistas. (…) Las diferencias de opinión, puramente accidentales, que me habían separado de Lenin en Zimmerwald, se borraron en el transcurso de los meses siguiente (…)”. (París y Zimmerwald, Mi vida, León Trotsky. Destacados nuestros.)
La reunión, el Manifiesto que después de “mucho trabajo” fue acordado, así como la conexión internacional que se mantuvo, fue considerado por Lenin como “un paso adelante hacia la lucha auténtica contra el oportunismo, hacia la ruptura y la separación de él”, que además iba en contra del planteo de Kautsky (la principal figura del centrismo) que sostenía que sólo con el fin de la guerra se podría restablecer las relaciones internacionales.
Esa “internacional zimmewaldiana”, como la denominó Lenin, tuvo una vida muy corta. Pero nunca se trató de un bloque de los revolucionarios con los centristas. Por el contrario durante la Conferencia Lenin desarrolló un violento combate contra los centristas, a pesar de ser una evidente minoría (8 sobre 38 delgados). Sabía que su propuesta no podía ganar la Conferencia, pero quería ganar para ella a los mejores cuadros de la II Segunda Internacional. Por eso es que Trotsky afirma que “Lenin templó en Zimmerwald el acero para las empresas internacionales que había de acometer”. Y, según su propia afirmación, él mismo fue ganado, en los meses posteriores, para la mayor parte de las propuestas leninistas.
Coherente con esa política, Lenin exigió, que junto al Manifiesto común, también se publicara la resolución presentada Radeck en nombre de la “izquierda zimmerwaldiana” que planeaba: “Rechazo a los créditos de guerra, alejamiento de los ministros socialistas de los gobiernos burgueses, necesidad de desenmascarar el carácter imperialista de la guerra en la tribuna parlamentaria, en las columnas de prensa legal y, si es preciso, ilegal, organización de manifestaciones contra los gobiernos, propaganda en las trincheras en favor de la solidaridad internacional, protección de las huelgas económicas tratando de transformarlas en huelgas políticas, guerra civil y no en paz social”
No hay posibilidad de ganar a la clase obrera con posiciones centristas
Esa era la posición de Lenin y así lo plantea en su texto El socialismo y la guerra, de agosto de 1915, cuya versión en alemán fue repartida en la conferencia de Zimmerwald. En ese texto hace un análisis crítico de las reuniones internacionales que precedieron a Zimmerwald : En el curso de un año de guerra hemos presenciado varias tentativas de restablecimiento de las relaciones internacionales (…)”Nos referimos a las conferencias de Lugano y de Copenhague, a la Conferencia Internacional de Mujeres y a la Conferencia Internacional de la Juventud. Estas reuniones estuvieron animadas por los mejores deseos, pero no vieron en absoluto el peligro señalado. No trazaron la línea de combate de los internacionalistas. No mostraron al proletariado el peligro al que lo exponía el método socialchovinista de «reconstrucción» de la Internacional. En el mejor de los casos, se limitaron a repetir las viejas resoluciones, sin indicar a los obreros que, si no luchan contra los socialchovinistas, la causa del socialismo es una causa desesperada. En el mejor de los casos, no hicieron más que marcar el paso sin moverse del sitio”
En el mismo texto Lenin explica por qué los centristas son más nefastos que los socialpatriotas: “Estamos convencidos de que el autor del artículo editorial de la revista Die Internationale tenía toda la razón al afirmar que el «centro» kautskista causa más daño al marxismo que el socialchovinismo descarado. Quienes velan ahora las divergencias y predican a los obreros, bajo una apariencia de marxismo, lo mismo que predica el kautskismo, adormecen a los obreros y son más nocivos que los Sudekum y los Heine, los cuales plantean el problema de frente y obligan a los obreros a analizarlo”.
Y termina, en momentos en que los revolucionarios vivían en una situación de profundo aislamiento del movimiento de masas, con una definición tajante sobre cuál es la única forma de ganar la simpatía de la clase obrera: Las conferencias en torno a los llamados programas de «acción» se limitaban hasta ahora a proclamar más o menos integramente un programa de pacifismo a secas. El marxismo no es pacifismo. Es indispensable luchar por el cese más rápido de la guerra. Pero la reivindicación de la «paz» sólo adquiere un sentido proletario cuando se llama a la lucha revolucionaria. Sin una serie de revoluciones, la pretendida paz democrática no es más que una utopía pequeñoburguesa. El único programa verdadero de acción sería un programa marxista que dé a las masas una respuesta completa y clara sobre lo que ha pasado, que explique qué es el imperialismo y cómo se debe luchar contra él, que declare abiertamente que el oportunismo ha llevado la II Internacional a la bancarrota y que llame abiertamente a fundar una Internacional marxista sin los oportunistas y contra ellos. Sólo un programa así, que demuestre que tenemos fe en nosotros mismos y en el marxismo, y que declaramos al oportunismo una guerra a vida o muerte, podrá asegurarnos, tarde o temprano, la simpatía de las masas proletarias de verdad.
Su inflexible posición contra el centrismo kaukista, lo hace ser muy duro con quienes considera que capitulan a éste. Es el caso de Martov, Rakovsky y también Trotsky a quien le cuestiona no sólo que no haya roto totalmente con sus expectativas conciliadoras y que no asuma el “derrotismo revolucionario”, sino que además levante la propuesta de “Estados Unidos Republicanos de Europa”. Lenin considera que esa propuesta, además ser reaccionaria al planear la unidad de países imperialistas, es una capitulación a Kautsky.
Desde el primer momento: delimitación tajante con los centristas, ningún bloque con ellos
En enero de 1917, Lenin escribe Zimmerwald en la encrucijada, en donde dice: ¿Desenmascarar todo lo insustancial, lo absurdo, lo hipócrita del pacifismo burgués o bien «parafrasear» su pacifismo «socialista»? ¿Luchar contra los Jouhaux y los Renaudel, contra los Legien y los David como «mercenarios» de los gobiernos, o bien unirse con ellos sobre la base de las declamaciones pacifistas y vacías de molde francés o alemán?
Esta es la línea divisoria según la cual se produce la separación entre la derecha de Zimmerwald, que se rebeló siempre y con todas sus fuerzas contra una escisión con los socialchovinistas, y su izquierda, que ya en Zimmerwald mismo no en vano tuvo buen cuidado de marcar abiertamente un límite con la derecha, de intervenir, en la conferencia y después de ella, en la prensa, con una plataforma distinta.
Esa tajante delimitación con los centristas, desde el primer momento, es reafirmada en el proyecto de plataforma del partido proletario, escrito por Lenin el 10 de abril de 1917 (Las tareas de los proletarios en nuestra revolución,). En su punto 17 subtitulado : Bancarrota de la Internacional Zimmerwaldiana. Necesidad de crear la Tercera Internacional, se afirma: La Internacional Zimmmerwaldiana adoptó desde el primer momento una actitud vacilante, “kautskiana”, “centrista”, lo que obligó a la Izquierda de Zimmerwald a separarse inmediatamente de ella, a independizarse y lanzar un manifiesto propio (manifiesto publicado en Suiza en ruso, alemán y francés).
Trotsky confirma y reivindica la actitud de Lenin frente al centrismo
En 1929, respondiendo a una crítica que se le hace de ser muy duro con el centrismo y muy blando con la derecha, Trotsky dice: “Pero los centristas, igual que la derecha, están a nuestra derecha. Al combatir al centrismo, libramos un doble combate contra la derecha, porque el centrismo no es sino una forma modificada, disfrazada, más engañosa del oportunismo” (¿Diplomacia o política revolucionaria?, Carta a un camarada checoslovaco, 1 de julio de 1929)
Y en forma autocrítica, en el mismo texto agrega “El propio Lenin fue acusado de olvidarse de la derecha y de ayudarla al combatir a los centristas de izquierda. Yo mismo lo hice más de una vez. Éste y no la revolución permanente, fue el error fundamental del “trotskismo histórico”. Para llegar en serio al bolchevismo, no con un pasaporte stalinista, es necesario comprender plenamente el significado y la importancia de la actitud intransigente de Lenin hacia el centrismo; sin ello no se puede llegar a la revolución proletaria (…) ¿Creceremos rápida o lentamente? No lo se. No depende únicamente de nosotros. Pero creceremos inexorablemente… con una política correcta (…)
Esta reafirmación autocrítica que hace Trotsky de la política leninista, corrobora lo manifestado al comienzo de esta nota: la política leninista frente a Zimmerwald y el centrismo son una guía para responder a los desafíos actuales. Tal como dice Trotsky, podemos crecer más rápido o más lento, pero no podremos llegar a la revolución proletaria, si no asumimos la actitud intransigente de Lenin frente al centrismo.