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Cláudio Castro es el autor de la Masacre en Río! ¡Fuera Cláudio Castro!

La violencia estatal en Río de Janeiro: un reflejo de la lucha de clases y la decadencia del capitalismo.

Jerônimo Castro

octubre 31, 2025

Por: Jerónimo Castro |

La operación policial que ocurrió en este día 28 de octubre, en la ciudad de Río de Janeiro, ya ha pasado a la historia como la mayor masacre perpetrada por la policía del estado en nombre de la lucha contra las drogas y las facciones criminales que controlan su mercado ilegal.

Esta operación, que fue un verdadero desastre en la preparación y en la ejecución, debe ser entendida en los marcos de un estado y de una ciudad decadentes. Esto se refleja en el proceso de desindustrialización absoluto (el número de trabajadores hoy en el estado de Río es menor que en 1985); la descomposición del aparato del Estado con una fuerte presencia de las milicias, ya sea en el aparato de seguridad, ya sea en la burocracia del Estado, inclusive en el entorno del gobernador, ya sea en la Cámara Municipal o en la Asamblea Legislativa.

Por otro lado, la presencia de fuertes grupos ilegales armados que controlan aproximadamente el 30% del territorio del estado, con una fuerte presencia en la capital y que son el desaguadero de todo un proceso de lumpenización de todas las clases sociales.

La inexistencia de una política que responda a los múltiples factores que llevaron a la decadencia de Río, por un lado, y el crecimiento del narcotráfico por otro, alimentan el discurso belicista que justifica el asesinato en masa. La extrema derecha, en ausencia de una política real para resolver el problema, presenta sus armas, desde la experiencia Bukele hasta la propuesta de Trump de considerar a los grupos narcotraficantes como terroristas.

Una masacre repugnante

En las primeras horas de la mañana del día 29 de octubre se reveló, en las comunidades de Penha y en el Complejo del Alemán, que la masacre cometida el día anterior había sido mucho mayor de lo anunciado. Durante buena parte de la madrugada, y en las horas siguientes, más de 60 cuerpos fueron descubiertos en las selvas que rodean las dos comunidades, y los números no dejaban de aumentar.

Claramente la policía mató y ocultó en estos bosques y pequeñas selvas a más de media centena de personas. Las víctimas, en su mayoría, son las de siempre, jóvenes negros. Las víctimas preferenciales del aparato policial.

El descubrimiento de los cuerpos y la situación en que fueron encontrados indica, además del descontrol de las policías, una actitud pensada, la de intentar ocultar sus propios crímenes, es decir, la conciencia del crimen cometido.

Es bueno notar que este descontrol también tiene dirección cierta. La policía no entra forzando puertas, disparando al azar y ejecutando a escondidas cuando los criminales son de Faria Lima. De hecho, los ricos y poderosos rara vez tienen sus crímenes investigados, menos aún juzgados, raramente castigados, y siempre con atenuantes.

La justicia solo es ciega cuando sus objetivos son blancos y ricos, ahí no ve nada. Pero tiene los ojos bien abiertos cuando apunta a negros pobres y de la periferia.

Foto Tomaz Silva/Agência Brasil

El crecimiento del Comando Vermelho y la Operación Contención

Después de vivir un momento de crisis y la disminución de su importancia en el tráfico de drogas, en especial la cocaína, el Comando Vermelho pasa en este momento por un crecimiento y aumento de su importancia en el comercio ilegal de la droga.

El PCC, al controlar la ruta caipira y la frontera de Paraguay y Bolivia, y tener una base para el desvío de drogas en el puerto de Santos, había desplazado al CV a una segunda línea del tráfico. Además, y también debido a este debilitamiento, el CV fue objeto de acciones coordinadas de la policía del estado de Río, del Tercer Comando de la Capital y de las milicias que les arrebataron territorio y poder en los últimos años.

La situación cambió cuando el Comando Vermelho, a partir de alianzas cerradas en presidios federales, pasó a controlar la ruta del Solimões, que permitió una ruta directa con la producción de Colombia, a través del norte del país.

Esta nueva ubicación, y con una entrada considerable de recursos, el CV consolidó las relaciones con una serie de grupos locales y regionales en el Norte y Nordeste del país, incorporando a una parte de ellos a la estructura del Comando y estableciendo alianzas con otros grupos, incluso trayendo a una parte de las liderazgos locales a Río de Janeiro. Fuera para controlarlos mejor, fuera para esconder a una parte de ellos que estaban siendo perseguidos por las policías de sus estados. O aún para usarlos en las guerras de facciones en la ciudad y en el estado.

Esta, de hecho, es el otro extremo de la recomposición del CV. En una serie de acciones en los últimos años, el Comando Vermelho volvió a tomar territorios de todas las facciones rivales, en acciones armadas que aterrorizan a la población y crean un sentimiento de caos e inseguridad en la ciudad.

Una operación mal preparada y que se salió de control

Es en este marco que el gobernador Cláudio Castro (PL) preparó la Operación Contención. La motivación legal para la acción sería el cumplimiento de más de 100 órdenes de arresto contra varios miembros del CV, del estado y de fuera del estado.

Una operación de tal magnitud sería, en cualquier caso, algo temeroso: los complejos del Alemão y de la Penha tienen áreas densamente pobladas, rodeadas de bosques y con un fuerte esquema militar del CV.

En las últimas semanas, se habían realizado varias operaciones, con «pequeñas» bajas en cada una de ellas. Al desencadenar la Operación Contención en la mañana de este día 28, se movilizaron más de 2500 efectivos para lo que sería el gran día.

Según el periódico O Globo “la expectativa de los policías que participaron en la incursión era que fuera una operación más de rutina, aunque con un alto grado de riesgo. Como la policía ya tenía una investigación en curso, había puntos mapeados y un guion a seguir para la entrada y salida de la comunidad hasta, como máximo, las primeras horas de la tarde.”

Resulta que, también según el Globo, “la reacción de los criminales aliada a las muertes de los policías en enfrentamientos —los dos policías civiles aún por la mañana y una pareja de PMs del Bope horas después— acabó motivando el avance de la policía hasta áreas de selva donde los criminales intentaron esconderse.” Y “la decisión de los equipos de continuar con los enfrentamientos contó con la aprobación de los superiores.”

Es decir, se hizo un plan, mal hecho, pero que, al chocar con la resistencia armada y tener bajas, fue alterado a un “liberó general” cuyas consecuencias provocaron la mayor masacre de la historia de Río de Janeiro, y durante las horas de la tarde del día 28, de una conflagración general en la ciudad donde el CV atacó varias regiones para “distraer a la policía”, poniendo una vez más a la población, en general y a la clase trabajadora que comenzaba a volver a casa, en medio del fuego cruzado.

La militarización de la lucha contra el tráfico y la violencia en general

No es de hoy ni es patrimonio de Río la lógica de la militarización de la lucha contra la violencia, masacres y encarcelamiento en masa (y que tiene como resultado el crecimiento de las facciones de narcotráfico y el surgimiento de las milicias). Basta ver lo que hacen los gobiernos de Bahía, de Jerônimo Rodrigues del PT, o de Tarcísio, de São Paulo, para constatar que esta es la “salida” que todos los sectores políticos ven para un problema que es extremadamente complejo y tiene causas y raíces bastante profundas.

No obstante, en Río, esta política ha encontrado un eco profundo en los gobiernos e instituciones. La actual masacre que ya ha superado los 100 muertos, y cuya cuenta aún no ha terminado, es la tercera perpetrada por el gobernador. En mayo de 2021 hubo una masacre en Jacarezinho con 28 muertos, y en mayo de 2022 fueron 23 muertos, también en el Complejo de Penha.

El alcalde Eduardo Paes, recientemente, creó una guardia municipal armada, cuya inauguración fue la desocupación de un edificio urbano, atacando a los residentes, transeúntes e incluso a un grupo de parlamentarios que habían ido al lugar para acompañar la desocupación.

La lógica de combatir la violencia incrementando la violencia del Estado es tan poderosa que, recientemente, la ALERJ aprobó una ley que preveía un abono de hasta el 150% del salario para los agentes que participaran en operaciones con la “neutralización de criminales”.

Esta ley era tan extraña que el gobernador la vetó. Pero no vetó su lógica, sino que sigue estimulándola como vimos en la operación y masacre de este día 28.

La ultraderecha, la opción Bukele y el narcoterrorismo

Ante el caos que se ha convertido la ciudad, y las reacciones que tuvieron, las fuerzas políticas presentaron sus salidas.

Es necesario destacar que hay básicamente dos propuestas en juego, una parte, que es la del actual Gobierno Federal, condena formalmente la masacre, en los marcos de que es parte de la lógica de la militarización de la lucha contra el crimen y la violencia. Por otro lado, los grupos de extrema derecha exacerban sus posiciones.

Nikolas Ferreira, por ejemplo, publicó en sus redes sociales que, si llegara al gobierno, haría igual que Bukele, es decir, encarcelaría al 1,7% de la población brasileña, 3 millones y medio de personas. Pero no solo eso, ya que para arrestar a esa cantidad de personas es necesario restringir la libertad de toda la población del país, es necesario acabar con la democracia. Ni qué decir del absurdo práctico de esta alternativa, ya que es precisamente en las prisiones donde las facciones de criminales crecen, es su principal fuente de nuevos reclutamientos.

Pero no fue solo esta iniciativa la que tuvo la ultraderecha. Inmediatamente regresó la discusión, que es una iniciativa de Trump, de considerar a los grupos de narcotraficantes como narcoterroristas, y, por lo tanto, sujetos a las acciones del Departamento de Estado estadounidense.

Independientemente de que estos proyectos sigan adelante, disputan la conciencia de la clase trabajadora, de los sectores más pobres y también de la clase media que son las víctimas cotidianas de la violencia.

Lula y el gobierno lavan las manos y responsabilizan a Cláudio Castro

La respuesta de Lula y su gobierno al masacre fue una “inteligente” lavada de manos. Responsabilizó al gobernador por no apoyarse en la capacidad de inteligencia del gobierno, y afirmó que prestó todo el apoyo solicitado por el estado, incluso que habría renovado por 11 veces consecutivas la permanencia de la Guardia Nacional en el estado.

Evidente, condena la masacre, pero no cuestiona en absoluto la lógica que llevó a la masacre. Y tampoco puede cuestionar porque eso exigiría comenzar por enfrentar a su propio partido, que en Bahía hace lo mismo que Cláudio Castro en Río o Tarcísio en São Paulo.

Foto Fernando Frazão/ Agencia Brasil

Es necesaria una salida de los trabajadores hacia el crimen y la violencia

Quienes tienen más interés en combatir y acabar con toda la violencia en Río de Janeiro son los trabajadores. Y es así porque son los trabajadores las principales víctimas de la violencia.

No es una casualidad que el hurto y los pequeños robos tengan su momento pico de 6h a 8h y de 19h a 20h, es decir, en el momento en que los trabajadores están yendo o volviendo del trabajo.

Este trabajador que ve su celular o coche robado mientras trata de ganarse la vida, es el mismo que ve las operaciones policiales en sus comunidades, donde todos son tratados como delincuentes, sus casas violadas, sus pertenencias robadas. Y también es este mismo trabajador que es víctima del tráfico y de la milicia, que controla comunidades enteras, impone sus reglas, practica violencia y persigue a aquellos que no se someten a sus decisiones.

Es por eso que cualquier plan de seguridad pública debe partir de este sector. Así, por ejemplo, el control democrático de los trabajadores y de la población sobre el funcionamiento de la policía, la elección de delegados y comandantes, con la revocabilidad de sus mandatos, la desmilitarización de la Policía Militar, la sanción de todos los involucrados en crímenes contra la población, serían medidas mínimas, pero muy necesarias.

Por otro lado, la legalización de las drogas, y el control de los estados de su producción, distribución y consumo (así como se hace con otras drogas legales como el tabaco y el alcohol), desmantelaría tanto el aparato policial que, en nombre de la guerra a las drogas, ataca a los pobres y negros, como las bandas ilegales que controlan este negocio lucrativo y sin control.

Y también es necesario que los trabajadores se organicen para defenderse. Mientras solo los enemigos de la clase trabajadora estén organizados y armados, seremos nosotros las víctimas de la violencia.

¡Fuera Claudio Castro! ¡Basta de masacres!

Cláudio Castro es el gobernador de las masacres y de los ataques a los trabajadores. Pero el día 28 superó todos los límites.

El asesinato de 128 personas no puede ser justificado y solo puede ser entendido en el marco de la profunda decadencia y descomposición del tejido social en Río.

Naturalizar lo que ocurrió tratando de encubrir el problema con un supuesto combate a la violencia y al crimen es encubrir un genocidio que se está llevando a cabo en las periferias y comunidades del estado. Es dar total libertad para que la policía ejecute a quien quiera y como quiera.

Pero lo peor es que el gobernador del estado no solo justifica y defiende las masacres, las organiza y promueve. No solo no castigará a los autores de las masacres, sino que los promoverá y los estimulará a seguir por ese camino.

Cláudio Castro es el autor de la masacre, tiene que salir ya y es nuestro deber sacar a las calles el Fuera Cláudio Castro!

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