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Maria Rivera

María Rivera y las expropiaciones: ¿Qué es lo que proponemos?

mayo 25, 2021

Una entrevista de El Mercurio a nuestra compañera María Rivera, electa como convencional constituyente por la Lista del Pueblo, generó un importante debate en redes sociales en los últimos días. En esa entrevista, María plantea que los negocios de las 10 familias más ricas de Chile deben ser expropiados sin indemnización, y además, respondiendo a una pregunta del entrevistador, dice que en Venezuela no hay socialismo.[1] 

Por David Espinosa, del MIT

Más allá de los innumerables comentarios que descalifican a nuestra compañera como loca o ignorante[2], hay algunos argumentos planteados que merecen ser discutidos. El primero de ellos es: ¿qué tiene que ver la expropiación con la Constitución? El segundo: ¿expropiar generará una catástrofe económica? Tres: ¿Venezuela es o no es socialista? ¿El programa que defendemos es el mismo programa de Hugo Chávez y Nicolás Maduro?

En este texto queremos responder a esas tres preguntas.

1) ¿Qué tiene que ver la expropiación con la Constitución?”

Algunos de los comentarios contra nuestra posición plantean que la Convención Constitucional no es el espacio para discutir temas como la expropiación. Que los Constituyentes deben mantenerse en la redacción de la Constitución y nada más.

María Rivera fue electa como Convencional Constituyente. Su tarea, desde el punto de vista legal, es ser parte del grupo de convencionales que escribirá la próxima Constitución. Si bien la tarea de los convencionales es “escribir” una Nueva Constitución, las decisiones que sean tomadas en esa Constituyente deben transformarse en realidad, o serán letra muerta, papel sin ningún valor.

En todas las Asambleas Constituyentes en el mundo se ha discutido el tema de la propiedad privada, de las Fuerzas Armadas, de los recursos naturales, de la organización del Estado, etc. Entonces, no hay contradicción alguna en plantear que la próxima Constitución expropie a las principales empresas del país, hoy controladas por un poco más de 10 o 15 grandes grupos monopólicos. La Constitución puede perfectamente ser redactada en el sentido de estatizar, bajo control de los trabajadores, las grandes empresas de las familias que han saqueado el país por las últimas décadas.

Ese tema es tan relevante que el propio empresariado ya lo plantea como uno de los centros del debate constitucional: la propiedad privada (no la propiedad de una casa, un pequeño negocio o un auto. La propiedad de las grandes empresas, bancos, AFPs, etc.).[3] Este es uno de los nudos de la discusión y por eso la posición de María Rivera (y del MIT) causa tanto alboroto. Afirmamos que la Convención Constitucional es hoy el organismo con mayor legitimidad en el país (aunque no sea totalmente democrática) por lo tanto está habilitada para discutir todo. Si el Parlamento, el TC o el Ejecutivo, que no tienen legitimidad popular, pueden discutir lo que les de las ganas, ¿por qué la Constituyente no puede?

Sin embargo, nosotros no creemos que la Constitución vaya a aprobar la expropiación de las 10 familias más ricas. Aunque este haya sido uno de los ejes de nuestra campaña[4]. No creemos que la mayoría del pueblo y de los constitucionales piensen como nosotros, al menos hasta ahora. Por otra parte, queremos explicar a los millones de trabajadores que nos escucharán, que no habrá ni salud, ni educación, ni vivienda dignas, ni buenos sueldos, ni buenos trabajos, si la mayoría de la población del país -los que trabajan, no los que viven de rentas- no se apropia de las principales empresas y del poder político del Estado.

Hoy hablamos de recuperar el agua, los recursos naturales, nuestras pensiones, recuperar el territorio mapuche. ¿Y qué es eso si no expropiar las empresas que controlan todo ese territorio y recursos? Y esas empresas pertenecen a las familias más ricas del país y a las grandes transnacionales y bancos extranjeros.

Esas familias son multimillonarias justamente porque son dueñas de las empresas que producen la riqueza que después se transforma en dinero y se acumula en sus bolsillos. Pero esa riqueza, de Antofagasta Minerals, por ejemplo, la minera de Luksic, es producida por los mineros, no por Luksic. El papel de Luksic es administrar sus inversiones mientras explota a los trabajadores que producen todo el cobre que es exportado. Y eso funciona igual en toda la economía capitalista. Esa es la raíz de los problemas que genera la brutal desigualdad que existe en nuestro país y en el mundo.

En varios textos demostramos qué se puede hacer con la riqueza apropiada por esas familias. Solo con el patrimonio de la familia Luksic se podría triplicar el gasto público en Salud por un año. Si sumamos las 6 fortunas más grandes (más o menos 35 mil millones de dólares) podríamos pagar un sueldo de 600 mil pesos a 3,5 millones de personas durante un año, lo que permitiría garantizar cuarentenas de verdad para acabar con la pandemia. Esto sin hablar de la gran riqueza producida por la minería del cobre, que se queda en manos de las transnacionales y sale del país, o de los Bancos y AFPs.

Como si eso ya no fuera suficiente, gran parte de las empresas que poseen esas familias y algunas transnacionales fueron entregadas como parte del saqueo al patrimonio nacional realizado en dictadura y por la Ex Concertación. Calcúlase que más de 700 empresas fueron privatizadas entre 1973-1990. Gran parte de ellas terminó en las manos de ex funcionarios de la dictadura y de familias burguesas que apoyaron el golpe militar. Entre los casos más emblemáticos están el Banco de Chile (estatizado por la dictadura en la crisis de 83 y después regalado a la familia Luksic); todo el sector pesquero, cedido a transnacionales y a la familia Angelini; el litio, regalado al yerno de Pinochet, dueño de SQM -Julio Ponce Lerou-, etc. O sea, gran parte del patrimonio productivo nacional fue literalmente regalado a esas familias. Recuperarlo para el pueblo no solo es necesario como totalmente legítimo.

Nosotros presentaremos proyectos en ese sentido para la Constituyente. Creemos que la propia realidad demostrará a los trabajadores que sin ese cambio fundamental, sin tocar la propiedad privada de los grandes medios de producción y distribución de la riqueza, no habrá cambios profundos. Sabemos que hay un enorme espacio para discutir ese tema con cada trabajador y trabajadora.  No tenemos ilusiones de que la Constituyente aprobará expropiar a las 10 familias, pero queremos poner todos nuestros esfuerzos y nuestra tribuna a explicar pacientemente estas ideas a la gran mayoría de los trabajadores. No creemos que una medida tan importante como esta sea realizada dialogando con los partidos empresariales en una Constituyente o escribiéndolas en la Constitución. Esa medida, y muchas otras, solo podrán ser garantizadas con una enorme movilización popular, que camine en el sentido de que el poder político y económico sea conquistado por la clase trabajadora.

2) ¿Expropiar va a generar el caos económico?

La Bolsa de Santiago cayó 10% después del resultado de las elecciones constituyentes. Algunos de los principales bancos norteamericanos (como el JP Morgan) anunciaron que el resultado no era bueno para “los mercados”.[5] Lo mismo dijeron varias agencias de clasificación de riesgo, que son fundamentales para que el Estado chileno obtenga crédito con los bancos extranjeros. Entonces debemos preguntarnos: ¿por qué algo que es celebrado por el pueblo es malo para los bancos internacionales y grupos empresariales? Simple, porque cuando ellos ganan, nosotros perdemos. Cuando nosotros ganamos, ellos pierden. El mayor temor de los grandes banqueros y empresarios es justamente que la clase trabajadora entienda que para cambiar las cosas debe tomar en sus manos su propio destino, y eso pasa no solo por escribir una Constitución, sino que principalmente por administrar las empresas que producen la riqueza y tener el poder político.

Los grandes empresarios fueron derrotados en la votación para los Constituyentes. Pero ellos disponen de otros mecanismos para interferir en la política y en la economía. Mientras más el pueblo avance en tomar las medidas que necesita, más los empresarios van a intentar desestabilizar la economía, amenazar con la fuga de inversiones e incluso con la intervención de las Fuerzas Armadas. Eso es así porque estamos en lados opuestos, trincheras opuestas. De un lado, el pueblo, del otro, la burguesía chilena y extranjera, el 1%.

Las expropiaciones de empresas no son lo que desestabilizan la economía. En primer lugar, la economía capitalista por si sola es anárquica: al no responder a planificación alguna, no hay ninguna forma de controlarla. La búsqueda incesante de ganancias por las empresas, la acumulación de capital en las manos de unos pocos y el avance tecnológico permanente hacen que se produzca cada vez más mercancías (riqueza), pero cada vez menos sean las personas que pueden consumir (ya que el dinero se concentra en manos de los multimillonarios). Eso, cada tantos años, genera brutales crisis económicas. Esas crisis son fruto de la propia economía capitalista, que es caótica, anárquica. Por eso hay tanta preocupación de los capitalistas en mantener “la autonomía del Banco Central”, por ejemplo, porque el Banco Central es la entidad que intenta regular o mantener la “estabilidad” del sistema financiero, independiente del gobierno de turno. La mayoría de los constituyentes (incluso de la Lista del Pueblo), cuando responden a la pregunta sobre la autonomía del Banco Central, dicen que esa autonomía es importante para garantizar la “estabilidad” de la economía. Pero nadie se pregunta: ¿por qué la economía es inestable? Porque en el capitalismo el funcionamiento de la sociedad es determinado por la lucha incesante entre las potencias capitalistas, los grandes bancos y empresas por más lucro. No hay planificación económica, no son los intereses de la mayoría trabajadora los que están en primer lugar. Es la lucha por el lucro.

Entonces, la primera cosa es entender que la economía capitalista en sí misma es anárquica y a cada cierto tiempo genera profundas crisis económicas. La mayor crisis económica ocurrida en Chile en los últimos 50 años no fue la de los ’70, bajo el gobierno de Allende. Fue la de 82-83, después de 10 años de dictadura. Más de la mitad de la población quedó cesante o con subempleo, innumerables empresas quebraron. La crisis fue tan brutal que la propia dictadura, contra toda la orientación de los “Chicago Boy’s”, tuvo que estatizar muchas empresas que quebraron para “sanearlas” con fondos públicos y luego ser devueltas a sus dueños. Esas empresas conformaron lo que se conoció como “el área rara” de la economía – Isapres, AFPs, Bancos y muchas otras.

El segundo elemento que es fundamental entender es que a cada paso que el pueblo dé hacia adelante, los grandes empresarios nos van a atacar. Esos ataques no serán solo con Carabineros o jueces, van a ser también económicos. Cuando ellos dicen que expropiar las grandes empresas generaría el caos económico, tienen cierta razón. Lo que no dicen es que el caos económico va a ser generado por ellos mismos, ya que nunca aceptarán perder sus propiedades y privilegios. Eso fue lo que pasó en los años 70, cuando Allende, presionado por los trabajadores, empezó a estatizar empresas. Los grandes capitalistas dueños del cobre, apoyados por Estados Unidos, y los principales capitalistas chilenos (Matte, Yarur, Edwards, etc.) empezaron a desestabilizar la economía para no seguir perdiendo. Esa desestabilización se dio de muchas formas: retirando dinero del país, bloqueando el crédito de los bancos al gobierno, bloqueando la entrada de materias primas y máquinas, almacenando productos ilegalmente para generar inflación y desabastecimiento, etc.

En resumen, planteamos: 1) el caos económico capitalista que se manifiesta cada cierto tiempo en brutales crisis económicas es resultado de la propia dinámica de la economía capitalista; 2) el caos económico que podría surgir de medidas radicales tomadas por el pueblo será generado por los grandes capitalistas.

Entonces, cuando el pueblo esté preparado y consciente para seguir el camino que estamos planteando, sacará la conclusión de que sus medidas deberán ser acompañadas por una pelea muy dura contra la burguesía. A cada ataque de la burguesía, deberemos responder con más dureza. Si las fábricas empiezan a cerrar porque sus inversionistas prefieren retirar su dinero del país, debemos estatizarlas y ponerlas bajo control de los trabajadores. Si los grandes empresarios quisieran retirar su dinero del país, deberemos tomar el control de los grandes bancos para que el pueblo administre esa riqueza. Todo eso solo será posible con un pueblo consciente, organizado y movilizado. Pero para que lo tengan claro, este es nuestro plan.

3) ¿Venezuela es un país socialista?

La tercera afirmación muy polémica de nuestra compañera María Rivera es que en Venezuela no hay socialismo. Los grandes medios de comunicación burgueses y los partidos de los grandes empresarios que quieran identificar a María con el chavismo tendrán un problema. El problema es que María Rivera, el MIT y nuestra corriente internacional, la Liga Internacional de Trabajadores, sostenemos hace décadas que el chavismo es un fenómeno burgués y no socialista.[6]

La primera discusión acá es: ¿qué entendemos por socialismo? Si por socialismo entendemos un Estado que tiene peso en la economía y garantiza algunos derechos sociales básicos, como los Estados de Bienestar Social en Europa, podríamos decir que el chavismo, hasta cierto punto, fue socialista, ya que utilizó la renta petrolera para ampliar los derechos sociales.

Pero el socialismo no es eso. El socialismo es una forma de organización social y económica que supera el capitalismo, no que lo complementa. El socialismo es lo opuesto al capitalismo.

Las revoluciones socialistas del siglo XX, como la Revolución Rusa, la Revolución China o la Revolución Cubana tuvieron varias cosas en común y que las caracterizan como “socialistas”. La primera de ellas fue la enorme movilización popular. La segunda, que esa movilización chocó con el Estado (que era administrado por las burguesías nacionales y extranjeras) y esa movilización resultó en la destrucción de esos Estados capitalistas. En esos países fueron organizados otro tipo de Estados, Estados obreros, es decir controlados por el pueblo, que estaba organizado y armado (aunque después los Partidos Comunistas expropiaron el poder de los trabajadores y se transformaron en burocracias contra el pueblo). En tercer lugar, toda la gran burguesía fue expropiada y sus empresas fueron organizadas bajo control de ese nuevo Estado obrero. En esos países, la economía empezó a ser planificada (de acuerdo a las necesidades de la población y no de acuerdo a la competencia por lucro) y todo el comercio exterior fue controlado por el Estado obrero. El capitalismo, en esos países, empezó a desaparecer. Sin embargo, como ya preveían gran parte de los principales teóricos marxistas, como Marx, Lenin y Trotsky, esos Estados obreros no podrían resistir por mucho tiempo si no lograban avanzar para que el socialismo existiera en todo el planeta. La política de los Partidos Comunistas – Stalin, Mao y Fidel Castro – fue de contener la revolución mundial, no de impulsarla. Así, fueron negociando y haciendo acuerdos con las potencias capitalistas, lo que terminó por crear las condiciones para que los propios Partidos Comunistas y sus burócratas restauraran el capitalismo y se transformaran en nuevas burguesías. Así pasó en China, Cuba y la ex Unión Soviética, donde el capitalismo fue restaurado.[7]

Sin embargo, Venezuela es un caso muy diferente.. En Venezuela nunca hubo socialismo, ni el proyecto de Chávez fue construir el socialismo (más allá de sus palabras). El proyecto de Chávez era utilizar la renta petrolera para desarrollar industrialmente el país, apoyado en una burguesía venezolana “progresista”. Ese proyecto sería guiado por los militares y esa nueva burguesía -la burguesía bolivariana-, supuestamente patriótica. Para meter las manos en la renta petrolera, Chávez se enfrentó a las grandes transnacionales petroleras, expropiando parte de la producción de petróleo y del sistema financiero (aunque siempre pagando enormes indemnizaciones, a veces hasta por arriba del valor del mercado -como el caso de Santander[8]-). Sin embargo, cuando la burocracia del partido de Chávez –el PSUV– y los militares se hicieron dueños de la renta petrolera, vieron que eso les daba mucho más poder político y económico y no tuvieron ningún interés en industrializar el país y disminuir la dependencia del petróleo. Empezaron a enriquecerse y negociar su cuota del saqueo con las transnacionales imperialistas.

Venezuela nunca llegó a la transición del capitalismo al socialismo, como Cuba, China o la ex URSS (hoy, países totalmente capitalistas). En Venezuela la boliburguesía utilizó el aparato de Estado para tener cada vez más dinero y poder. Para eso, tuvo que pelear con los Estados Unidos y terminó por acercarse a otras burguesías, como la china, la rusa y la iraní. En Venezuela nunca hubo control obrero de las empresas, el Estado capitalista nunca dejó de existir. Las Fuerzas Armadas, jerárquicas y controladas por una oficialidad burguesa, no solo no desaparecieron sino que se hicieron cada vez más poderosas. Lo que pasó en Venezuela está lejos de lo que pasó en Cuba, China o la ex URSS.

Por eso nosotros decimos que Venezuela nunca fue socialista, aunque Chávez y Maduro hicieran encendidos discursos por el socialismo y contra la burguesía norteamericana.

El proyecto que defiende el MIT y María Rivera no es el proyecto chavista. Es el proyecto de una revolución socialista que ponga a los trabajadores en el poder político y económico. Esa revolución puede avanzar más rápidamente en un país, pero no tiene posibilidad de sobrevivir aislada, justamente porque el poder internacional de la burguesía la puede masacrar, como discutimos en el segundo subtítulo de este texto sobre las expropiaciones. La revolución chilena tiene que ser el primer paso de la revolución mundial, para que nos liberemos de una vez por todas del yugo de los grandes capitalistas, que están llevando la humanidad y el planeta a la destrucción.


[1]     2021-05-20 | 4 : Nacional | C(C23VARTG) (elmercurio.com).

[2]     Ver comentarios en “Expropiación sin indemnización”: constituyente de la Lista del Pueblo explica frase de campaña | Nacional | BioBioChile

[3]     Propiedad privada en la nueva Constitución – Centro de Estudios Públicos (cepchile.cl). El CEP es uno de los principales Centros de Estudios del gran empresariado chileno, ligado a la familia Matte. Citación sobre el video: “En su exposición, Vergara señaló que en las sociedades capitalistas modernas, la propiedad privada está en la esencia del sistema económico: “en las constituciones en las que se consagra el derecho de propiedad se habla de que la persona no puede ser privado de él, excepto cuando hay una necesidad pública”.

[4]     Para cambiar Chile: expropiar a las 10 familias más ricas, a las mineras y AFPs | MIT (vozdelostrabajadores.cl)

[5]     JP Morgan tras comicios: “La composición de la Convención es peor de lo que esperaba el mercado” | Especial | BioBioChile

[6]     Venezuela y la crisis del chavismo – LIT-CI (litci.org) / ¿Adónde va Venezuela? – LIT-CI (litci.org) / La génesis del chavismo – LIT-CI (litci.org) / Venezuela: los debates con la izquierda – LIT-CI (litci.org)

[7]     Sobre la caída del Muro de Berlín: Prólogo al libro “El Veredicto de la Historia”, de Martín Hernández – LIT-CI (litci.org) / Prólogo al Veredicto de la Historia de Martín Hernández – LIT-CI (litci.org)

[8]     El Gobierno de Chávez y Santander formalizan la compra-venta del Banco de Venezuela – Cotizalia.com (elconfidencial.com)

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