La revolución permanente: el programa que triunfó en 1917
La Revolución de Octubre fue el producto de la combinación entre el Partido Bolchevique dirigido por Lenin y la Teoría de la Revolución Permanente elaborada unos diez años antes por Trotsky [1]. Pues es la fusión entre la teoría del partido revolucionario de vanguardia, que dirige a las masas obreras políticamente activas pero incluye en su interior solo a una minoría (todavía en octubre de 1917 solo 5% de los obreros rusos era militante del partido de Lenin), y la teoría de la revolución rusa como revolución socialista.
Por: Francesco Ricci
No se trata de reducir la historia a los grandes personajes sino de considerar que en algunos pasajes figuras singulares cumplen un papel insustituible. Claramente no estamos hablando de héroes homéricos sino de dirigentes revolucionarios, Lenin y Trotsky, que, a su vez, fueron el producto del anterior desarrollo de la lucha de clase y, en ella, del marxismo y de las organizaciones revolucionarias.
La teoría de la revolución permanente no nace de la nada sino de la experiencia que Trotsky hizo en la revolución rusa de 1905, en la cual surgió por la primera vez el soviet, es decir, un comité o consejo de lucha, con representantes electos directamente y revocables (algo parecido en realidad ya había nacido en la Comuna de París de 1871, con el Comité Central de la Guardia Nacional). Desde inicios del Novecientos se enfrentan tres pronósticos sobre el futuro de la revolución en Rusia.
La teoría presuntamente «ortodoxa»
La teoría más acreditada, tanto en la socialdemocracia rusa como en la Segunda Internacional, fue aquella marxista «ortodoxa» [2]. Según esta visión, cuyo máximo exponente fue Georgij Plejánov, fundador del marxismo ruso, la historia tiene que someterse a férreas leyes económicas que predeterminan el estadio de cada sociedad. Según estas leyes, el socialismo solo podía nacer en los países capitalistas maduros; por esto, la revolución socialista habría de estallar primero en países como Alemania.
En tanto, Rusia debía pasar [primero] por una revolución burguesa que abriera el camino al pleno desarrollo capitalista y solo después de un largo tiempo (décadas, si no siglos) habría podido conocer la propia revolución socialista. El papel de la socialdemocracia debía ser el de favorecer a la burguesía para cumplir esta revolución, ayudándola a llegar al gobierno.
La teoría menchevique de la revolución por etapas y de la alianza subalterna del proletariado con la burguesía, desechada por Lenin en 1917, será retomada por el estalinismo en 1926-1927, con China. Si esta teoría estuvo efectivamente basada en la elaboración y los textos de Marx, o si en cambio se basó en una interpretación equivocada de estos textos, es un tema que no puede ser desarrollado en los espacios de este artículo.
Basta decir que aunque se pueden encontrar en Marx frases aisladas que, separadas por el contexto, pueden parecer consentir esta teoría, toda la obra de Marx y Engels es extraña a cada determinismo en sentido estrecho, fatalista, que reconduce todo a presuntas leyes «económicas» absolutas. Leyes que no encuentran ningún espacio en El Capital ni en la concepción materialista marxiana, que se basa más bien sobre el concepto del desarrollo socioeconómico y la lucha de clase como motor de la historia. Más aún: incluso varios textos de Marx específicamente dedicados a Rusia [3] excluyen la posibilidad de indicar en Marx alguna referencia a esta teoría etapista, presuntamente «marxista». Es necesario agregar que en Marx no es posible encontrar tampoco una teoría acabada de la revolución permanente, aunque hay un gran número de intuiciones que la prefiguran.
La posición de Lenin (hasta abril de 1917)
Lenin, que en la escisión del Partido Obrero Socialdemócrata Ruso de 1903 fue el líder de los bolcheviques, estaba convencido, incluso él, de que la próxima revolución rusa sería una revolución burguesa. Más todavía: consideró esto un «axioma» para cada marxista. [4] Pero aquí paraba su acuerdo con las posiciones de los mencheviques. Para Lenin, en efecto, la burguesía liberal, totalmente supeditada al imperialismo, era incapaz de hacer la revolución burguesa y, entonces, la dirección de esta primera etapa recaería en las manos de una alianza (algebraica) entre el proletariado y los campesinos que sin embargo se autolimitaban, llevando a cabo la revolución burguesa, es decir, agotando las tareas democráticas (reforma agraria, libertades democráticas, jornada de 8 horas, etcétera), para pasar solo en una segunda etapa a aquellas socialistas (es decir, a la expropiación de la burguesía y a la socialización de los medios de producción). El primer estadio, según esta teoría, daría vida a una República burguesa de tipo especial, que Lenin define con la fórmula: dictadura democrática de los obreros y los campesinos.
La revolución socialista es pospuesta para una segunda fase: aunque en Lenin los tiempos del pasaje de una fase a la otra están reducidos a un breve lapso, definido por la victoria de la revolución en Europa.
Trotsky rompe los esquemas etapistas
León Trotsky, que después de haberse alineado por un breve período con los mencheviques durante la escisión de 1903 queda afuera de las dos principales organizaciones socialdemócratas rusas (bolcheviques y mencheviques), comienza en 1905-1906 a elaborar una «tercera» teoría respecto de las dos vistas hasta aquí, que rompe el esquema del presunto dogma «marxista» de la evolución lineal que prescribiría a cada país el mismo recorrido.
Para Trotsky, la «madurez» de Rusia para la revolución socialista no depende únicamente del grado de desarrollo económico sino, en cambio, del grado de desarrollo socioeconómico (por ejemplo la concentración del proletariado industrial, más allá de su número; su grado de organización, etcétera); y no de Rusia tomada aisladamente sino de Rusia como parte de una totalidad en la cual se desarrollan los países «avanzados» y aquellos «atrasados» según las leyes de la dialéctica.
Es la «ley del desarrollo desigual y combinado» que, para hacerlo breve, permite a los países atrasados saltar algunos pasos precisamente porque su desarrollo no es aislado sino que ocurre paralelamente y en un punto se combina con el desarrollo de los países más avanzados. [5]
La teoría de Trotsky se acerca a la de Lenin en varios puntos: ambos concuerdan sobre la incapacidad de la burguesía liberal para llevar a cabo las tareas democráticas, y ambos sostienen que la revolución socialista solo podrá desarrollarse en el marco de un desarrollo internacional (y en primer lugar europeo) de la revolución.
Pero Trotsky considera que la próxima revolución en Rusia será socialista y su dirección tendrá que ser el proletariado, hegemónico en la alianza con los campesinos pobres, dirigido por el partido comunista.
En este marco, no será posible «autolimitar» las tareas a aquellos demócratas: hará falta proceder de forma «permanente», es decir, ininterrumpida, entrelazando la resolución de las tareas democráticas (independencia nacional, libertades democráticas, reforma agraria) con aquellas socialistas (la expropiación de los principales medios de producción y de cambio). Premisa para todo esto será, necesariamente, una dictadura del proletariado que asumirá el poder con una revolución socialista.
En Rusia la revolución socialista podrá iniciar su camino, pero el desarrollo de Rusia hacia el socialismo no podrá ocurrir sino en el marco de otras revoluciones victoriosas y el inicio de otros países hacia la misma meta.
Abril de 1917: Lenin cambia el programa
En otro artículo de este periódico [6], hemos contado más en detalle qué sucede cuando Lenin regresa a Rusia después del exilio en Suiza. Nos limitaremos aquí a recordar que encuentra su partido, dirigido por Stalin y Kamenev, firme con la vieja teoría arriba expuesta: y más bien tiene que constatar que es aplicada con una deformación mayor hacia la derecha.
No solo Stalin y Kamenev están convencidos de encontrarse en la primera etapa de la revolución sino que, empujados por el rápido desarrollo de los acontecimientos, creen necesario dar un sostén «crítico» al gobierno provisional compuesto de exponentes liberales y de los reformistas –gobierno que quiere continuar la guerra– y, coherentemente con esta postura, que reduce al mínimo las diferencias con los mencheviques, piensan que se debe encaminar una fusión entre ellos.
Con las «Tesis de abril» (inicialmente ultraminoritarios, solo después de una intensa batalla se serán mayoría en el Partido bolchevique), Lenin plantea esta línea: ningún apoyo a la guerra imperialista y por su transformación en guerras civiles (en Rusia y en los otros países); ningún apoyo al gobierno provisional, que es un gobierno burgués y, en cambio, oposición de clase contra él; ruptura del Estado burgués y de su ejército, armamento del proletariado; ninguna unidad con los mencheviques, ala izquierda del gobierno burgués.
La vieja teoría de las dos etapas y la «dictadura democrática de los obreros y los campesinos» es definida por Lenin digna de acabar en un museo. En su lugar sostiene ahora que hace falta desarrollar, en la actual situación (y no en un futuro indeterminado), la revolución socialista, derrocando el gobierno burgués, asumiendo el poder y estableciendo la dictadura del proletariado para expropiar a los expropiadores.
Para hacer todo eso, los bolcheviques, todavía minoría en los soviets, tienen que ganar a la mayoría, cosa que ocurrirá en setiembre, cuando Trotsky se convierte en presidente del soviet de Petrogrado.
Después de este cambio de perspectiva de los bolcheviques, Trotsky, regresado en mayo a Rusia, encamina la confluencia de la organización Interdistritos [7] con el Partido Bolchevique, que desde aquel momento, rearmado con el indispensable programa de la revolución permanente, será definido «el partido de Lenin y Trotsky».
Notas
[1] Para profundizar nos permitimos remitir a dos de nuestros ensayos publicados: «Qué es la teoría de la revolución permanente», en Trotskismo Oggi, n. 1, setiembre de 2011 y «La actualidad de un partido de tipo bolchevique. Qué era el Partido bolchevique entre 1903-1924. Porque es nuestro modelo para vencer mañana», en Trotskismo Oggi, n. 2, junio de 2012.
[2] Karl Kautsky, principal teórico de la Segunda Internacional, solo se distinguió de los mencheviques porque creyó que el papel de dirección de la revolución rusa –que también él pronosticó como burguesa– no podía ser desarrollado por la burguesía. En 1917 abandonará esta posición para sostener aquella menchevique.
[3] Se refiere en particular a la carta de Marx a la redacción de Otiecestvennye Zapiski (noviembre 1877), en la cual Marx rechaza la atribución a El Capital de una «teoría histórico-filosófica» basada sobre leyes económicas (la carta está en Marx-Engels, Cartas sobre El Capital, Laterza, 1971); y a la carta de 1881 de Marx a Vera Zasulic (ibídem).
Para estudiar el pensamiento de Marx sobre Rusia son útiles: T. Shanin, Late Marx and the russian road, Monthly Review Press, 1984; M. Musto, El último Marx. 1881-1883, Donzelli editorial, 2016. Sobre la concepción marxiana en relación con la revolución en los países dependientes, véase también M. Lowy, The politics of Combined and Uneven Development, Haymarket, 2010, consultado al respecto por nosotros en la edición en portugués de la Editora Sundermann, 2014. La parte analítica del libro de Lowy es óptima; desafortunadamente no se puede decir lo mismo de las conclusiones políticas del autor.
[4] Véase en particular V. I. Lenin, «Dos tácticas de la socialdemocracia en la revolución democrática», en Obras completas, vol. 9, p. 9 y ss.
[5] Para una síntesis sobre el tema de la «ley del desarrollo desigual y combinado» proponemos nuestro ensayo sobre la revolución permanente consignado en la nota 1, y al libro de Lowy citado en la nota 3.
[6] Véase nuestro: «1917-2017: las Tesis de abril de Lenin. Un texto escandaloso para los reformistas de ayer y de hoy», en Progetto Comunista, n.° 64, abril de 2017.
[7] La Interdistritos o Mezhraionka, organización nacida en noviembre de 1913, de unos 4.000 o 5.000 militantes, con un peso no irrelevante en Petrogrado, constituyó una coordinación de ex mencheviques y ex bolcheviques más que un partido. Al Primer Congreso de los Soviets (junio) los bolcheviques tuvieron a 105 delegados sobre 822 y la Interdistritos 35. Para una profundización sobre el tema véase: I.D. Thatcher, «The St. Petersburg/Petrograd Mezhraionka, 1913 -1917: The Rise and Fall of a Movement for Social-Democratic Unity», en Slavonic & East European Review, n.° 87, 2009.
Artículo publicado originalmente por el PdAC, Italia, 7 de noviembre de 2017. Disponible en: http://www.partitodialternativacomunista.org/
Traducción: Natalia Estrada.