Sobre la muerte de Mário Soares

Activista antifascista, fundador del Partido Socialista (PS); figura central en el Gobierno Provisional de la PREC (Proceso Revolucionario en Curso); primer ministro de tres gobiernos constitucionales y dos veces Presidente de la República, Mario Soares es una personalidad esencial de la política portuguesa. De cara a su muerte, el pasado 7 de enero del 2017, se multiplicaron en la prensa, nacional e internacional, las voces de lamento por la desaparición del que consideran el «padre de la democracia portuguesa» y del «moderno Portugal». Reconociéndole, como a los miles de hombres y mujeres anónimos, las contribuciones que dio a la lucha antifascista antes de 1974, no podemos dejar de apuntar una lectura distinta de la mayoritaria, del que ha sido, para nosotros, efectivamente su principal legado: la derrota del proceso revolucionario portugués en 1974-75 y sus consecuencias para el pueblo y los trabajadores.
Por Em Luta, de Portugal
25 de abril y PREC
El 25 abril Mario Soares se encontraba en el exilio en París. Unos días más tarde, Alvaro Cunhal y Mario Soares pasean cogidos del brazo en Lisboa. No sabemos de cuál de los dos salió la iniciativa. Sabemos apenas que, cada uno a su manera, contribuyeron para derrotar el mayor proceso revolucionario de la post guerra europea: la Revolución popular que tomó las calles del país en la mañana siguiente al golpe militar que derrocó al Estado Nuevo, en la madrugada del 25 de abril de 1974.
Los trabajadores y estudiantes salieron a las calles y todos los intentos de la burguesía para revertir el proceso (28 de septiembre y 11 de marzo) de la presión popular y la movilización de los trabajadores, obligaba a los gobiernos provisionales sucesivos a hacer lo que nunca pretendieron: nacionalizar la banca y las principales industrias, aceptando el hecho consumado de la ocupación de la tierra por los trabajadores de Alentejo, la participación de los estudiantes en la gestión de las escuelas secundarias y universidades, y la existencia de comités de soldados en los cuarteles que, cerrando el puño, alteraron el tradicional juramento a la bandera y en presencia de comisiones de trabajadores y residentes juraron: «Siempre, siempre con el pueblo, al servicio de la clase obrera, los campesinos y las personas que trabajan». El aparato represivo del Estado se mostró incapaz de detener la movilización popular. El poder estaba en las calles.
Lo que fue impuesto durante el PREC era mucho más que la construcción de una democracia capitalista. Era la posibilidad real de una revolución socialista victoriosa que llevase a los trabajadores al poder.
Soares jugó un papel clave en la derrota de la revolución en curso y en el desvío de los anhelos revolucionarios de cambio de la mayoría de los trabajadores y el pueblo portugués, hacia un plan de rostro socialdemócrata, pero que significaba, de hecho, el mantenimiento de los intereses de la burguesía en el país. Fue al servicio de este plan que puso toda su capacidad y conocimiento.
En primer lugar, era necesario reconstruir el Estado burgués, de modo que pudiera hacer frente a los comités de trabajadores y vecinos. Y para eso eran necesarias las elecciones, rápidamente, antes de que fuera demasiado tarde. Tomó otro año, pero las elecciones del 25 de abril de 1975 dio a la burguesía lo que, hasta entonces, había estado ausente ellas: una Asamblea Constituyente, un cuerpo que pueda gobernar el país y servir como una fuente de contrapoder para hacer frente a las organizaciones del poder popular.
Despúes, fue necesario que salir a las calles. El 19 de julio de 1975, Antonio Guterres, organiza, y Mario Soares, en nombre de la democracia, pronuncia un discurso. Los comicios de Fonte Luminosa señalan la determinación de Mario Soares para frenar el proceso revolucionario, haciéndo de él el principal líder de la contrarrevolución. Pero los trabajadores no estaban para moderaciones. El 12 de noviembre, los trabajadores de la construcción rodearon a la Asamblea Constituyente y demandaron un aumento salarial. El 21 de noviembre, los soldados realizaron una manifestación en Lisboa, haciendo un juramento a puño cerrado por la revolución socialista. El pánico se instaló en la burguesía: era la Comuna de Lisboa.
La nacionalización de los bancos, impuesta por los empleados bancarios para evitar que las arcas sean vaciadas por grupos económicos -muchos financiadores de Mario Soares y el PS-, impidió un colapso económico.
Para el embajador de Estados Unidos en Lisboa, Frank Carlucci, y el futuro vice director de la CIA, se debe evitar una salida a la chilena con el proceso revolucionario portugués. En lugar de ello, era necesario apoyar a los moderados y Mario Soares era su hombre.
El 25 de noviembre de 1975, la burguesía finalmente consigue liderar los acontecimientos en vez de reaccionar sobre ellos. No sin que Mario Soares, no muy confiado en el resultado del golpe contrarrevolucionario, decide que es más seguro observar los acontecimientos a una distancia prudente: la ciudad de Porto.
1977 y 1983: El primer ministro Soares y el FMI en Portugal
Derrotado el proceso revolucionario, era el momento de revertir las pérdidas. Con los dos primeros gobiernos constitucionales, donde Mario Soares fue primer ministro (1976-1977), el FMI impone la receta de siempre: la austeridad. Es decir, menos derechos y salarios a los trabajadores y más beneficios para el capital. Era necesario recuperar para la burguesía lo que la lucha de los trabajadores había logrado hasta allí. Los planes de austeridad aplicados, en virtud de las recetas del FMI, fueron la solución. Se redujeron los salarios de los trabajadores, se precarizó el derecho a trabajar con la introducción de contratos de duración determinada y se inició la privatización de todas las industrias nacionalizadas.
En 1983, de nuevo con Mario Soares como primer ministro, ahora aliado al PSD, el desempleo subió por encima del 11% y la deuda externa desenfrenada, debido al aumento de las tasas de interés internacionales, el FMI prestó US$ 750 millones y, nuevamente, impuso recortes en los salarios del funcionariado público, aumentos de precios, trabas a la inversión pública y recortes en los subsidios de Navidad, entre otras medidas. ¿El resultado? Un país más pobre y algunos sectores de la población que pasaron hambre, algo que no había ocurrido desde el 25 de abril de 1974.
Adhesión a la UE
Durante los años 80, Mario Soares fue impulsor de la entrada de Portugal a la UE, parte fundamental del proceso de derrota de la Revolución Portuguesa, como contrapresión política y económica a las conquistas realizadas en el período revolucionario. Se garantizaba que Portugal haría parte de la arquitectura capitalista futura, con su adhesión a la entonces Comunidad Económica Europea (CEE) en 1985.
Ahora está claro que nuestra estancia en la UE nos obligó a destruir la mayor parte de la industria, la agricultura y la pesca. Ahora somos un país de servicios, lo que nos impide desarrollar y crear riqueza, y el costo de vida es actualmente mucho más caro que cuando existía el blindaje. El proyecto europeo de Soares sólo fortaleció los ataques a los trabajadores y a sus derechos.
Dime con quién andas y te diré quién eres…
Mario Soares siempre se jactó de tener amigos importantes de todo el mundo; vamos a ver algunos de estos amigos:
Ricardo Salgado: un miembro de una dinastía de 150 años que financió al PS para que éste, más tarde, le devolviese el BES (Nuevo Banco). Nacionalizado durante el PREC, le fue entregado en 1991 con la ayuda de Soares. ¿El resultado? Salgado llevó el banco a la quiebra y tuvimos que pagar la factura 10 mil millones de nuestros impuestos. (Véase el libro El último banquero, María João Babo y María João Gago).
Jonas Savimbi, el ex líder de UNITA (Unión Nacional para la Independencia Total de Angola). Soares estuvo siempre cerca del movimiento de independencia de UNITA, financiado por EE.UU., que inició y continuó en Angola una guerra civil por el control de los diamantes y el petróleo.
Frank Carlucci, embajador de EE.UU. en Portugal durante el PREC que, por el papel que desempeñó ahí, se convirtió en presidente del grupo Carlyle, dueño de varias empresas de armamento y uno de los principales impulsores de la guerra en Irak.
En pocas palabras…
Soares fue, sin duda, un luchador contra la dictadura de Salazar y en ese campo estuvimos en el mismo barco. Pero desde el 25 de abril de 1974 hemos luchado contra Soares. Por lo tanto, no podemos unirnos al coro de unanimidad nacional y sus seguidores.
Sabemos que muchos trabajadores lo asocian a la lucha contra la dictadura y por derechos en el país. Pero, de hecho, cuando se habla de «el papel de la democracia portuguesa», lo que se está diciendo no es más que el agradecimiento y la unanimidad sobre su rol ineludible en la derrota de la revolución portuguesa, alrededor de la salvación de los intereses de la gran burguesía en Portugal, en una época convulsiva y extremamente inestable de la historia portuguesa. Para nosotros, Soares fue, junto con Cunhal y el PCP, uno de los principales responsables de la derrota de la revolución portuguesa de 1974 a 1975.
Sea en el PREC, en la integración a la CEE o en los varios gobiernos que encabezó, sus grandes cualidades políticas no fueron utilizadas al servicio de los trabajadores, sino contra ellos y contra lo que conquistaron.
Después de 40 años de «democracia», Soares, con los gobiernos del PS y el PSD, las condiciones de vida de los trabajadores continuaron retrocediendo, y las nuevas generaciones, como en la época de la dictadura, volvieron a emigrar en masa. La prueba de los hechos está ahí: la democracia es para los capitalistas y los banqueros, pero no para los trabajadores, jóvenes, pensionistas, negros, mujeres, etc.
En tiempos de crisis, como los que hoy vivimos, para encarar la barbarie del capitalismo, de la Unión Europea y de la “democracia real”, no queremos recuperar la democracia de Soares (como parece querer hacer la izquierda que cree que cambia alguna cosa a través de reformas y, por eso, apoya hoy al gobierno de Costa). Preferimos recuperar el legado de aquellos que dieron sus vidas en contra de la dictadura y el colonialismo portugués, miles de trabajadores y jóvenes que hicieron el PREC y del proyecto socialista revolucionario de combate al capitalismo, que estuvo en el orden del día y contra lo cual Soares luchó…
Traducción Laura Sánchez