Una revolución en el “techo del mundo”

Por Alejandro Iturbe
Esta semana, estalló un levantamiento en Nepal, protagonizado por la juventud de Katmandú (la capital), que se extendió a otras ciudades del país. Está juventud se identifica como “Generación Z”. Ante la represión del gobierno, que provocó varios muertos, los jóvenes radicalizaron sus métodos, incendiaron el Parlamento y otros edificios gubernamentales, obligaron a renunciar al primer ministro KP Sharma Oil y a la huida del país de varios funcionarios[1]. Al momento de cerrar este artículo, ha llegado la información de que el presidente del país ha designado a Sushila Karki (hasta hoy jefa de la Corte Suprema de Justicia) como nueva primera ministra, “en acuerdo con los líderes de las protestas”[2].
La mayoría de la prensa internacional presenta lo ocurrido como una “rebelión anticomunista” en defensa de la libertad de prensa. La realidad es muy distinta. ¿Qué tipo de país es Nepal? ¿Cuál es el verdadero significado de este proceso revolucionario y cuáles son sus perspectivas?
Nepal es un país de casi 150.000 km2 y alrededor de 30 millones de habitantes. Está ubicado en una franja que separa China (al norte) e India (al sur). Es muy poco conocido en gran parte del mundo salvo porque allí se encuentra la cordillera del Himalaya (con las montañas más altas del planeta, como el Everest) y, por ello, es el destino de los escaladores más audaces y también de quienes practican trekking (senderismo de riesgo). A partir de la década de 1960, tomó notoriedad como destino de viajes de jóvenes occidentales en procura de la “paz interior” que les proporcionarían los diversos lugares religiosos que hay en el país (hinduistas y budistas)[3].
Otras personas quizás conozcan el país como la patria de los temibles guerreros gurkhas que desde inicios del siglo XIX se han integrado como mercenarios para combatir junto con el ejército británico en diversas guerras. Por ejemplo, en la Primera (1914-1918) y la Segunda Guerras Mundiales (1939-1945), en la Guerra de Malvinas (1982) y, más recientemente, en las guerras de Irak y Afganistán.
Un poco de historia
La actual nación nepalesa se formó en 1768 con la unificación de varias regiones y la instalación del rey gurkha Prithvi Narayan y una monarquía hinduista. Hubo un intento de ampliar su territorio hacia el sur, el cual chocó con los intereses de la Compañía Británica de las Indias Orientales. Esto generó la Guerra Anglo-Gurkha (1814-1816). Los gurkhas fueron derrotados, pero los británicos quedaron tan impresionados con su valentía que comenzaron a reclutarlos regularmente como mercenarios organizados en regimientos en el seno del ejército de la Compañía Británica de las Indias Orientales. Nepal mantuvo una independencia relativa, pero estableció lazos muy fuertes con la India colonial.
En 1950, la India (ya independizada del Reino Unido) propuso a Nepal unirse a ella. La oferta fue rechazada, pero se estableció un acuerdo de libre circulación y residencia de sus habitantes. Las relaciones económicas, lingüísticas, religiosas y culturales entre ambos países son muy profundas. Al mismo tiempo, el régimen monárquico nepalí mantenía una muy buena relación con el Reino Unido.
En esos mismos años se fundó el Partido del Congreso Nepalí, impulsado desde la India, que tomó el nombre y la ideología de la organización orientada por Mahatma Gandhi. Proponía reformas políticas para crear un Parlamento y avanzar hacia monarquía constitucional. En 1978, se fundó en la clandestinidad el Partido Comunista de Nepal (Marxista Leninista) por impulso e influencia del PCI (ML) con fuerte presencia en el Estado indio de Bihar. Se definía como maoísta y adoptó la visión maoísta del campesinado pobre como principal fuerza de la revolución. En 1991, se integraron a este partido otras organizaciones comunistas menores por lo que se agregó el término “Unificado” al final de su nombre, con la sigla PCN (MLU).
Ese mismo año, la monarquía se vio forzada a realizar las primeras elecciones parlamentarias en el país. El rey mantenía el poder central del Estado mientras que gobierno se formaba un gobierno con base parlamentaria, encabezado por un primer ministro. Las organizaciones más votadas fueron el Partido del Congreso y el PCN (MLU), ya legalizado. Ambos partidos se fueron alternando el cargo de primer ministro, pero los gobiernos eran de corta duración.
Guerra civil y caída de la monarquía
En 1996, el PCN (MLU) lanzó una insurrección armada exigiendo el fin de la monarquía, la instalación de una república democrática, el fin de la discriminación contra las minorías étnicas, religiosas y lingüísticas, y “la lucha contra la pobreza”. La monarquía respondió con la acción de un ejército de casi 100.000 soldados.
Las fuerzas maoístas iban dominando regiones enteras del país en las que, “además de las medidas coercitivas, fueron reforzando su presencia debido a su popularidad entre importantes sectores de la sociedad nepalesa, en particular las mujeres, los intocables y las minorías étnicas. En ellas, se eliminaba la discriminación de casta, las mujeres recibían los mismos derechos de herencia que los hombres y se prohibían los matrimonios forzados. Además, les dispensaban gratuitamente cuidados de salud y daban cursos de alfabetización”[4].
La guerra civil duró alrededor de 10 años, con cerca de 13.000 víctimas. En 2006, el acorralado régimen monárquico impulsó la formación de un nuevo gobierno con varios partidos parlamentarios. Este gobierno firmó un alto el fuego con el PCN (MLU) que incluía la convocatoria a una Asamblea Constituyente. En 2008, esta Asamblea eliminó la monarquía y estableció una república federal democrática[5].
Fue el triunfo de una gran revolución democrática, que derribó un régimen monárquico del siglo XVIII e impuso la instauración de un régimen democrático-burgués. Esta es una definición muy importante para comprender lo que ahora está sucediendo en Nepal.
Algunos datos económico-sociales
Después de la caída de la monarquía, Nepal siguió siendo un país capitalista muy pobre. Veamos algunos datos económico-sociales: en 2024, su PIB nominal era cercano a 42.000 millones de dólares, mientras el PIB per cápita fue de 1.397 (por debajo de países africanos pobres como Sudán y Benín). La mitad de su población vive por debajo de la línea de pobreza.
Casi 80% de su población vive de la agricultura de subsistencia que se desarrolla en las planicies selváticas húmedas del Terai, en la franja sur del país. La agricultura aporta poco más de 25% del PIB. El desarrollo industrial está limitado a la fabricación artesanal de alfombras, textiles, y procesamiento artesanal de alimentos, bebidas y tabaco. El sector textil exporta gran parte de su producción, incluidas algunas empresas de mayor tamaño.
La actividad económica más dinámica es el turismo: en 2019, hubo más de 1.200.000 turistas extranjeros. Por eso, en Katmandú se ha desarrollado una amplia oferta hotelera de distintos niveles (incluido un hotel de la cadena Hilton que posee el edificio más moderno de la capital). También muchos restaurantes, así como empresas que organizan tours religiosos o deportivos. Luego del impacto negativo del fortísimo terremoto de 2015 y de la pandemia de coronavirus después, la actividad comenzó a recuperarse hasta los niveles anteriores. Se estima que en 2023 aportó cerca de 2.500 millones de dólares a la economía del país y generó más de un millón de empleos directos e indirectos[6].
Nepal recibe “ayuda internacional” de muy distintos orígenes: India, China, países europeos e incluso EE.UU. En 2024, esta “ayuda” sumó alrededor de 1.400 millones de dólares[7]. Ese mismo año, su deuda externa era de casi 10.000 millones de dólares de dólares, con una dinámica de crecimiento. Sin embargo, la gran fuente de ingresos desde el exterior son las remesas que envían a sus familias los 2.600.000 nepalíes que viven y trabajan de modo permanente en el exterior (especialmente en la India). A ellos debemos sumar los muchos trabajadores temporales que se desplazan periódicamente a la India durante algunos meses cada año. Se estima que estas remesas ascienden a casi 10.500 millones de dólares; es decir, 25% del PIB (tanto como la agricultura)[8].
La estructura social de Nepal
La economía del país limita mucho el desarrollo de una burguesía nacional sólida. Sin dudas, el sector más fuerte es el ligado al turismo y las actividades conexas. Existe también una siniestra “burguesía intermediaria”: las empresas de contratación de los trabajadores temporarios para la India, con contratos extorsivos que los obligan tanto a trabajar en condiciones de semiesclavitud en el extranjero como a pagar altas tasas por ese “servicio”, y que deben ir pagándolo a lo largo de varios años[9].
El desarrollo de clases medias urbanas también es limitada: son sectores ligados al turismo, el comercio y otros servicios, los propietarios de las industrias artesanales y un pequeño sector de profesionales. Finalmente, como vimos, un sector muy mayoritario de campesinado pobre.
Para ver a la clase trabajadora es necesario unir datos parciales, ya que las estadísticas nacionales son poco confiables. El sector más numeroso son los trabajadores del sector de turismo y anexos, a los que ya nos hemos referido. Hay 160.000 docentes entre las escuelas primarias y secundarias y las diez universidades nepalíes; en el sector de la salud trabajan 50.000 médicos y 350.000 enfermeros. Además, hay unos 90.000 empleados públicos. Es mucho más difícil calcular la cantidad de obreros industriales dado que las estadísticas de la industria engloban a los pequeños propietarios y a los trabajadores asalariados (cuyo sector más numeroso está en la rama textil). Por las mismas razones, también es muy difícil calcular la cantidad del proletariado agrícola, de la construcción y del transporte. En estos sectores hay un altísimo nivel de precariedad y subempleo. Finalmente, como vimos, para conseguir empleo, muchos trabajadores nepalíes han debido emigrar y radicarse en la India, y muchos otros emigran de modo temporario.
Una revolución en curso
Luego de esta larga introducción, podemos analizar de modo mucho más preciso el proceso revolucionario que transcurre en Nepal. Tras la revolución democrática de 2006, Nepal continuó siendo un país capitalista y así lo mantuvieron los diferentes gobiernos del PCN (MLU) asociado con el partido del Congreso. Por eso, lejos de “luchar contra la pobreza” (como planteaban en su programa insurreccional) consolidaron esta cada vez más. Eso fue alimentando un descontento creciente en la población.

Como los anteriores gobiernos nepalíes, el que acaba de ser obligado a renunciar era un gobierno de la burguesía aunque, para ocultar ese carácter, se “vistiera con banderas rojas”. Es algo que vemos en varios países del mundo, como China, Corea del Norte, Vietnam y Cuba.
Al mismo tiempo, al igual que sucede con los gobiernos “comunistas” de esos países, los dirigentes y altos cuadros del PCN (MLU) hacen esto para enriquecerse y transformarse ellos mismos en burgueses o, como mínimo, tener un nivel de vida muy superior al del conjunto del pueblo nepalí. Para ello, usufructúan los fondos que maneja el Estado e, incluso, dejan actuar libremente a la siniestra “burguesía contratista”: “El gobierno de Nepal no está abordando las prácticas generalizadas de engaño y extorsión por parte de las empresas de contratación laboral del país”, dice un informe de James Lynch, director adjunto del Programa de Asuntos Globales de Amnistía Internacional[10].
Los altos cuadros del partido en el gobierno, y sus hijos, exhiben impúdicamente su riqueza ante una población pobre. Los hijos de la elite son llamados de “Nepo Kids” (“Los niños del nepotismo”). Esta fue una de las razones de fondo de la gran bronca de los jóvenes nepalíes.
Muchos medios internacionales presentan la decisión del gobierno de bloquear las redes sociales de internet de las empresas internacionales (Facebook, X, TikTok, WhatsApp, Google y otras) como el factor que motivó la rebelión juvenil, porque difundían “noticias falsas” y “no cumplían con las leyes”, tal como afirmó el gobierno para justificar la medida.
Esto es una deformación de la realidad. Es cierto que, en Nepal, internet y las redes sociales son el principal medio de comunicación y de acceso a la información. En los días previos al estallido juvenil, se hicieron virales videos que mostraban el lujo en el que vivían los miembros de la elite “comunista” y sus hijos (los Nepo Kids). Estas eran las “noticias falsas” que el PCN (MLU) quería bloquear.
Sin embargo, esta medida fue solo la chispa que prendió la mecha. Así lo mostró la BBC británica en el excelente artículo ya citado. El tema central es la evidente corrupción de los gobiernos: «Queremos ver el fin de la corrupción en Nepal», declaró Binu KC, una estudiante universitaria de 19 años. También, las mentiras de los políticos: «Los líderes prometen una cosa durante las elecciones, pero nunca cumplen”. Sabana Budathoki, otra estudiante universitaria, declaró que “la prohibición de las redes sociales es ‘sólo la excusa’ para la protesta”.
La Generación Z
La protagonista central del proceso que llevó a la caída del gobierno fue la juventud urbana de Katmandú. Jóvenes de entre 15 y 25 años que se identifican como Generación Z. En su mayoría, son jóvenes estudiantes secundarios o universitarios. Como dato relevante, en Nepal hay cerca de 3.000.000 de estudiantes secundarios y más 500.000 universitarios. Son los hijos de los trabajadores y sectores bajos de la clase media de Katmandú y otras ciudades (la burguesía manda a sus hijos a estudiar en el extranjero).
Esta generación siente que no tiene futuro en sociedad nepalí. Incluso aunque estudien, una parte no conseguirá trabajo (el desempleo es de 25% en la juventud urbana, el doble que el promedio general) o solo empleos mal pagos. La otra alternativa es emigrar al extranjero para conseguir trabajo (especialmente a la India, pero también a Malasia y a países petroleros del Golfo Pérsico). La cuestión del desempleo y la falta de perspectivas de futuro fue la razón de fondo del estallido de los jóvenes nepalíes frente a un régimen político y a gobiernos corruptos e hipócritas. Por eso, la juventud plebeya urbana también se sumó a la rebelión[11].
Aspiran a un cambio profundo en Nepal: “Queremos recuperar nuestro país”, declaró la ya citada estudiante Sabana Budathoki. Ante la dura represión del gobierno, la juventud nepalí radicalizó sus métodos de lucha y fue directo contra las instituciones del régimen: quemaron el Parlamento, forzaron la renuncia del primer ministro y obligaron a huir a otros funcionarios del gobierno.
Lo que sucede en Nepal es una nueva expresión de procesos que ya se han dado en varios países: la juventud estudiantil como centro de luchas muy radicalizadas contra regímenes y gobiernos. Veamos algunos ejemplos: la lucha de los estudiantes secundarios chilenos, conocida “la rebelión de los pingüinos” (2006) [12]; la lucha de los jóvenes de Hong Kong (2020)[13] y, en 2024, el proceso que llevó al derrocamiento del gobierno de Bangladesh[14].
La información de los medios es que estas protestas no fueron convocadas de modo centralizado sino por diversos “colectivos” que funcionan a través de las redes sociales. Es un primer embrión de organización que debe consolidarse y desarrollarse para impulsar la continuidad de la lucha por los reclamos que la originaron.
La clase trabajadora nepalí no participó de modo organizado, aunque seguramente hubo trabajadores que lo hicieron individualmente. Esto tiene una clara explicación: en Nepal, desde hace décadas, existen sindicatos de docentes, de trabajadores de la salud, de empleados públicos, del transporte, de la construcción y de la industria textil. La dirección de esos sindicatos siempre ha estado en manos del PCN (MLU), asociado al Partido del Congreso. Fueron muy activos y participaron de la lucha que llevó al derrocamiento de la monarquía. Desde 2006, se integraron como instituciones del nuevo régimen y apoyaron a sus diferentes gobiernos. No he podido encontrar, en los medios, ninguna declaración de algún sindicato nepalí dando una posición sobre las protestas de la Generación Z. Es muy probable que hayan guardado silencio públicamente y, en los lugares de trabajo, se hayan dedicado a impedir que los trabajadores participasen de la lucha. Este es un elemento importante para hacer una propuesta de cómo debe continuar la lucha en el país.
“Febrero” y “Octubre”
En primer lugar, es necesario intentar caracterizar lo que ha ocurrido y está ocurriendo en Nepal. Al estudiar el proceso de la Rusia de 1917 es posible ver que, en eso proceso, hubo dos revoluciones diferentes. La primera fue la de febrero de ese año, que derribó el régimen monárquico e instauró un régimen de amplias libertades democráticas. El Estado ruso siguió siendo capitalista. En la de octubre, no solo hubo un nuevo cambio de régimen sino que, además, se inició un cambio total de la estructura económico-social del país. Hubo un cambio del carácter de clase del Estado (Rusia pasó a ser un Estado Obrero llamado URSS).
Entonces hay revoluciones democráticas que cambian el régimen pero no el carácter de clase del Estado; La revolución de octubre de 1917 cambió todo, fue una revolución obrera y socialista. La transformación de la revolución democrática en socialista fue impulsada de modo consciente por el partido bolchevique dirigido por Lenin y Trotsky, de acuerdo con los criterios de la revolución permanente[15]. Después de la toma del poder, esta dirección puso el nuevo Estado obrero al servicio de impulsar la revolución socialista internacional, especialmente en Europa.
Desde 1917 hasta ahora, ha habido muchas revoluciones democráticas pero ninguna que repitiese el ejemplo ruso porque, a diferencia de Rusia, los procesos han sido dirigidos por direcciones no revolucionarias que frenaron la dinámica natural del proceso revolucionario. En algunos casos, esto llevó a durísimas derrotas frente a la contrarrevolución, como el triunfo del fascismo en Italia (1921), el nazismo en Alemania (1933), el franquismo en España (1939) y el golpe de Pinochet en Chile (1973). En estas situaciones, se plantea la necesidad de una nueva revolución que derribe esos regímenes y reconquiste las libertades democráticas.
En otros casos, ante la fuerza del ascenso, la burguesía optó por una política denominada “reacción democrática”: frenar y “congelar” el proceso en el marco del régimen democrático burgués y sus instituciones (elecciones y parlamento), con la colaboración o la participación directa de las direcciones no revolucionarias. Sería muy largo enumerar los casos en que esto sucedió en muchos países.
En la medida en que el régimen resultante de una revolución democrática congelada mantiene el sistema capitalista en el país, deja insatisfechas las aspiraciones más profundas de los trabajadores y las masas, dados los permanentes ataques que la burguesía debe hacer respecto de su nivel de vida, e, incluso, porque ataca de modo creciente las libertades democráticas. Los trabajadores y las masas comienzan a comprender que, para lograr sus aspiraciones, deben luchar contra ese régimen.
Se producen así procesos que el trotskista argentino Nahuel Moreno consideró revoluciones democráticas “recurrentes”: procesos de lucha contra el régimen surgido de una revolución de febrero. En algunos casos, estos procesos son tan fuertes que derriban gobiernos, como fue el caso del Argentinazo en 2001. En estos casos, la burguesía vuelve a utilizar nuevamente la misma política de la reacción democrática para intentar frenar el proceso. Nuestra opinión es que lo que está sucediendo en Nepal es claramente un “febrero recurrente” (el “original” fue en 2006).
Algunas consideraciones finales
Luego de una revolución democrática (sea “original” o “recurrente”), para lograr sus aspiraciones, las masas tienen necesidad de avanzar con su movilización hacia una revolución obrera y socialista.
Conscientes de este peligro, los partidos del régimen burgués (el PCN-MLU y el del Congreso intentarán convencer a los dirigentes de la Generación Z de que, con la renuncia del gobierno de KP Sharma Oil y la designación de Sushila Karki, “se acabó el problema” y que ahora “deben trabajar juntos” con la nueva primera ministra para “resolver los problemas del país”. Es una trampa, porque eso solo servirá para reconstruir el régimen actual y mantener el sistema capitalista en el país.
La Generación Z no debe caer en esta trampa. Es necesario que mantenga y fortalezca su organización y continúe movilizada por sus reclamos. Viene de obtener un gran triunfo y su ánimo de lucha está fortalecido. Al mismo tiempo, es imprescindible que gane a los trabajadores para esa movilización y esos reclamos. Esto implica llamarlos a desbordar y/o romper con las direcciones sindicales del régimen.
La experiencia histórica muestra que, en un país pobre como Nepal, para lograr sus aspiraciones, las masas deben imponer lo que en otros países se ha llamado un Plan Obrero y Popular de Emergencia, que, sobre la base de los recursos disponibles, fije prioridades en su utilización; en primer lugar, la satisfacción de urgentes necesidades como pleno empleo digno.
Ese plan debería contener medidas tales como el No Pago de la Deuda Externa, la expropiación de la burguesía, en particular de las grandes empresas nacionales e internacionales de turismo y los siniestros “contratistas”, así como los bienes de los dirigentes del PCN-MLU y del Partido del Congreso. Para poder aplicar un plan de estas características, será necesario que los trabajadores y las masas tomen el poder e instalen un Gobierno Obrero y Popular que inicie la construcción de un Estado Obrero.
En el marco de impulsar activamente este proceso, como trotskistas sostenemos que, como surge de la experiencia histórica, teórica y programática de la Revolución Rusa de 1917, es necesaria la construcción de un partido revolucionario que impulse de modo consciente y consecuente la lucha hasta el final.
Una última consideración: debemos ser conscientes de que, en caso de conseguirlo, ese Estado obrero nepalí se asentará sobre un país pobre y con una economía muy poco desarrollada. Si queda aislado, le será muy difícil resolver los problemas de las masas y puede caer por “inanición”. Por eso, su supervivencia dependerá de que esa revolución sea una chispa que se extienda, especialmente a su poderoso vecino, la India, que cuenta con muchos más recursos y donde hay una clase obrera muy numerosa. El hecho de que ya muchos trabajadores nepalíes vivan y trabajen de modo permanente en la India, y otros lo hagan de modo temporario, será de gran ayuda para generar ese “contagio”. Al mismo tiempo, en los últimos años, la nueva clase obrera de la India ha protagonizado masivas huelga generales[16]. Es decir, hay una situación favorable para la unificación de la lucha de ambos pueblos.
[1] https://www.bbc.com/mundo/articles/cqxz8q48ej3o
[2] https://www.bbc.com/news/articles/c179qne0zw0o
[3] Sobre esto último, puede leerse Los caminos de Katmandú, novela del escritor francés René Barjavel (1969) en https://ww3.lectulandia.com/book/los-caminos-katmandu
[4] WHELPTON, John, History of Nepal, Cambridge: the University Press (2005), en https://d1i1jdw69xsqx0.cloudfront.net/digitalhimalaya/collections/journals/ebhr/pdf/EBHR_29&30_11.pdf
[5] https://www.publico.es/actualidad/nepal-declara-republica-deja-atras-240-anos-monarquia.html
[6] https://kathmandupost.com/money/2024/06/10/nepal-s-tourism-paid-for-1-19-million-jobs-in-2023
[7] https://mondediplo.com/2025/04/11nepal
[8] https://www.amnesty.org/es/latest/press-release/2017/06/nepal-unscrupulous-recruiters-given-free-rein-to-exploit-migrants/
[9] Ver la referencia anterior.
[10] Ídem.
[11] https://argmedios.com.ar/el-levantamiento-de-la-generacion-z-en-nepal-se-centra-en-el-empleo-la-dignidad-y-un-modelo-de-desarrollo-fallido/
[12] https://litci.org/es/viva-la-rebelion-de-los-pinguinos/?utm_source=copylink&utm_medium=browser
[13] https://litci.org/es/se-reanuda-la-lucha-en-hong-kong/?utm_source=copylink&utm_medium=browser
[14] https://litci.org/es/viva-los-estudiantes-victoriosos-de-bangladesh-adelante-la-revolucion-bengali/?utm_source=copylink&utm_medium=browser
[15] https://www.marxists.org/espanol/trotsky/revperm/
[16] https://litci.org/es/todo-apoyo-a-la-huelga-general/?utm_source=copylink&utm_medium=browser