Un diálogo necesario con los camaradas del PCBR sobre las elecciones de 2026
El Comité Central del PCBR publicó recientemente una nota política sobre su posición frente a las elecciones burguesas de 2026. En el texto, los camaradas establecen una diferenciación entre la táctica para las elecciones presidenciales y para las elecciones proporcionales, y defienden la necesidad de unidad entre “los partidos y organizaciones revolucionarias”. Sostienen, además, que un frente entre el PCB, el PSTU y la UP en las elecciones de 2022 habría sido un punto de apoyo para el avance de la conciencia del proletariado. Al mismo tiempo, anuncian la candidatura de Jones Manoel a diputado federal por el PSOL en Pernambuco. En la misma declaración, el PCBR hace un llamado a la realización de un debate programático que esté al servicio de la construcción de una alternativa revolucionaria para las elecciones de 2026.
Respondemos a ese llamado con el presente texto, en el que buscamos dialogar públicamente con la posición presentada. Evitando debates laterales, queremos centrar la discusión en los desafíos políticos que hoy se le plantean a la clase trabajadora en Brasil, a partir de criterios políticos y estratégicos claros, en especial el papel de los revolucionarios en las elecciones, la independencia de clase y el contenido de un frente electoral de la izquierda que se reivindica revolucionaria en la situación política actual de Brasil.
Los revolucionarios y las elecciones: el criterio de Lenin y la III Internacional
Para algunos lectores puede parecer estéril iniciar este debate retomando la metodología leninista para la actuación de los revolucionarios en las elecciones. Sin embargo, conocemos las elaboraciones y el esfuerzo que los camaradas del PCBR vienen realizando para sistematizar los principios del leninismo y partimos de un acuerdo común: la relación con el parlamento, las elecciones y el Estado burgués es uno de sus principios fundamentales.
Haga una donación
En su texto “La socialdemocracia y los acuerdos electorales”, al polemizar no solo con los liberales, sino también con los anarquistas, Lenin afirmaba:
La socialdemocracia considera el parlamentarismo (la participación en las asambleas representativas) como uno de los medios para ilustrar, educar y organizar al proletariado en un partido de clase independiente; como uno de los métodos de lucha política por la liberación de los trabajadores. Este criterio marxista diferencia terminantemente a la socialdemocracia de la democracia burguesa, por un lado, y del anarquismo, por otro. Los liberales y los radicales burgueses ven en el parlamentarismo el método “natural”, el único método normal y legítimo para conducir los asuntos del Estado en general, niegan la lucha de clases y el carácter de clase del parlamentarismo moderno.
(LENIN, V. I., Obras Completas, libro 14)
La III Internacional, en sus Tesis sobre la Cuestión Parlamentaria, profundizó este criterio al analizar el parlamentarismo en la época de la decadencia imperialista, afirmando que el parlamento se había transformado en un instrumento de mentira, fraude y estabilización del régimen burgués (cualquier semejanza con la Cámara de Diputados brasileña no es mera coincidencia). Por eso, la acción parlamentaria comunista debía estar totalmente subordinada a la lucha extraparlamentaria de las masas, y “la campaña electoral debe ser conducida, no en el sentido de la obtención del máximo de mandatos parlamentarios, sino en el sentido de la movilización de las masas bajo las consignas de la revolución proletaria”.
Esta tradición no niega la posibilidad de frentes ni, mucho menos, la importancia de la participación en el parlamento, pero subordina cualquier táctica o resultado electoral a un objetivo estratégico mayor: fortalecer la independencia política de la clase trabajadora frente a la burguesía, al Estado y a los gobiernos, y elevar su conciencia revolucionaria. Cuando esta lógica se invierte, cuando el criterio pasa a ser la viabilidad electoral, la acumulación institucional o la adaptación al terreno dado, el resultado histórico es conocido: capitulación, integración al régimen y debilitamiento de la alternativa revolucionaria. Camino que siguieron, por ejemplo, nuestros excompañeros que hoy integran Resistência, corriente interna del PSOL.
Es a partir de este criterio que evaluamos cualquier política electoral, incluida la propuesta de frente presentada por el PCBR.
Brasil hoy: gobierno Lula, extrema derecha y el desafío de los revolucionarios
En Brasil hemos ingresado, con cierta anticipación, en un nuevo ciclo electoral marcado por la polarización entre el gobierno de Lula y la extrema derecha. Sostenido por un amplio frente burgués, Lula busca presentarse como una alternativa “progresista”, mientras gobierna profundamente comprometido con la burguesía, el imperialismo y la preservación del régimen político.
La extrema derecha, por su parte, sigue viva, organizada y disputando sectores de la clase trabajadora. Incluso atravesando contradicciones y reveses coyunturales, continúa siendo un peligro real, cuya derrota no puede ser delegada al gobierno de conciliación de clases, sino que depende de la movilización independiente de la clase trabajadora y de los sectores oprimidos.
Coincidimos con la caracterización hecha por los compañeros sobre el gobierno Lula: se trata de un gobierno burgués que aplica el marco fiscal, mantiene intactas las reformas laboral y previsional, profundiza la precarización del trabajo, avanza en privatizaciones disfrazadas, gobierna con el centrão, profundiza la subordinación del país al imperialismo y preserva los pilares del proyecto neoliberal. No se trata, por lo tanto, ni siquiera de un aliado circunstancial de los trabajadores, sino de un enemigo político a ser derrotado.
Esto no significa ignorar las contradicciones reales de la coyuntura ni adoptar una postura sectaria. Los revolucionarios pueden, y en determinadas situaciones deben, realizar acciones unitarias tácticas con amplios sectores sociales, incluso con el gobierno, para enfrentar peligros inmediatos, como una invasión militar, intentos golpistas o ataques de la extrema derecha. Sin embargo, estas acciones unitarias no implican, bajo ninguna circunstancia, apoyo político o electoral al gobierno, ni la suspensión de la crítica, ni un cambio en la ubicación de oposición de izquierda al gobierno, ni el abandono de la estrategia de derrotarlo.
La diferencia entre oposición de clase y apoyo crítico es decisiva. Ser oposición de izquierda a un gobierno burgués no es solo disentir con aspectos de su política, sino explicar pacientemente a la clase trabajadora que toda la orientación del gobierno Lula tiene como objetivo mantenerla subordinada a los intereses de la burguesía y del imperialismo. Es esta orientación para la agitación y la propaganda la que diferencia a la oposición revolucionaria tanto del oportunismo como del sectarismo.
Ante esto, la tarea central de los revolucionarios en Brasil hoy es enfrentar simultáneamente al gobierno de conciliación de clases y a la extrema derecha, construyendo una alternativa política independiente, socialista y de ruptura con el sistema capitalista. Esta tarea no es secundaria ni puede relativizarse por cálculos electorales, atajos tácticos o ilusiones en una supuesta ala progresista del gobierno.
Frente electoral: ¿para qué y con qué criterio?
Es en este punto donde surge una primera diferencia más profunda con el texto de los camaradas. Para nosotros, un frente electoral solo tiene sentido si está al servicio de la disputa de la conciencia y de la independencia de clase. No se trata de una suma aritmética de fuerzas, ni de un acuerdo táctico desligado de la estrategia.
Si el objetivo es enfrentar al gobierno Lula y a la extrema derecha, no es posible cumplir esta tarea junto con fuerzas que mantienen una política de adaptación, capitulación o ambigüedad frente al gobierno. Un frente electoral que diluye este criterio no fortalece a la clase trabajadora; por el contrario, confunde, desarma políticamente y refuerza ilusiones en el régimen.
El propio PCBR afirma, correctamente, que el partido proletario revolucionario debe ser oposición a todo gobierno burgués. Las resoluciones del XVII Congreso Extraordinario del PCB-RR defienden de forma clara la necesidad de oposición a un futuro gobierno de conciliación de clases.
Siendo así, ¿cuáles son hoy las organizaciones que encajan categóricamente en este posicionamiento político? Tomamos el ejemplo que dieron los camaradas sobre el papel que podría haber cumplido un frente electoral entre el PSTU, el PCB y la UP en las elecciones de 2022.
No sabemos si el ejemplo se da porque en ese momento los camaradas que hoy integran el PCBR aún no habían roto con el PCB, o si consideran efectivamente que el PCB puede ser parte de un frente de este tipo. De cualquier manera, sirve como ejemplo para explicar el criterio.
Como afirman en su manifiesto en defensa de la Reconstrucción Revolucionaria, la dirección del PCB, incumpliendo la posición aprobada en congreso de “oposición al futuro gobierno de conciliación de clases”, decide que “mantendrá la posición de independencia frente al gobierno”, en una postura más flexible de apoyar las medidas buenas y denunciar las malas, sin ser categóricamente oposición al gobierno. No creemos que el PCB haya cambiado esta orientación; de hecho, viene actuando de manera coherente con ella. Siguiendo este razonamiento, ¿el PCB forma parte de las organizaciones que podrían sostener una posición clara frente al gobierno Lula? Consideramos que no. Probablemente, los camaradas del PCBR piensen lo mismo.
Ahora bien, ¿cuál es la posición de la UP frente al gobierno? Nos parece muy similar a la del PCB. En su declaración política de mayo de 2023 afirman:
Apoyamos al gobierno Lula en la lucha contra el fascismo y por las libertades democráticas, y exigimos que los responsables del golpe fascista del 8 de enero —Bolsonaro y sus generales reaccionarios— sean ejemplarmente castigados. Sin embargo, no estamos de acuerdo con la política económica del gobierno, que privilegia al agronegocio en lugar de la reforma agraria (postergada desde hace más de 60 años) para millones de familias sin tierra.
En términos de contenido, esto significa apoyar al gobierno con críticas. Ser oposición de izquierda al gobierno Lula es explicar pacientemente a los trabajadores que todo el gobierno está al servicio de su contenido de clase, que es burgués.
Ante esto, cabe preguntarse: ¿es sectarismo o autoproclamación afirmar que un frente electoral que incluya partidos o candidaturas vinculadas a fuerzas que sostienen al gobierno, o que no tengan una posición categórica frente a él, no puede ser un frente nítidamente opositor?
La excepción nacional del PCBR: la candidatura de Jones Manoel por el PSOL
La candidatura de Jones Manoel por el PSOL expresa una contradicción. El PSOL integra el gobierno Lula, con Guilherme Boulos y Sônia Guajajara ocupando ministerios y con su dirección cada vez más integrada a la lógica de la gobernabilidad burguesa. No se trata de un apoyo crítico externo, sino de una participación directa en el gobierno.
Lanzar una candidatura por ese partido, aun con un discurso crítico, significa subordinar la intervención electoral a un instrumento político que actúa para sostener un gobierno de conciliación de clases. A nuestro entender, esto no es un detalle táctico, sino una elección estratégica que entra en choque con el criterio de la independencia de clase.
Los camaradas del PCBR afirman que la opción política fue tomada por la viabilidad electoral, pero esto plantea una cuestión ineludible: ¿cada voto dado a Jones Manoel con la sigla del PSOL fortalece qué proyecto político? ¿Un proyecto comunista independiente o un partido integrado al gobierno burgués? ¿Es posible preservar la independencia política de una organización revolucionaria en un frente construido en estos términos?
De nuestra parte, creemos que no. Y consideramos que esta decisión de los camaradas es un error importante. No porque no valoremos la elección de parlamentarios, sino por el costo que implica. ¿Hasta dónde la flexibilidad táctica no termina determinando la estrategia? Consideramos importante retomar la resolución de la III Internacional, que afirma categóricamente que la “campaña electoral debe ser conducida, no en el sentido de la obtención del máximo de mandatos parlamentarios, sino en el sentido de la movilización de las masas bajo las consignas de la revolución proletaria”. Es decir, el criterio para la táctica electoral no puede ser la viabilidad, sino el desafío político del momento: construir una alternativa frente al gobierno burgués de Lula y a la extrema derecha, ganando a un sector de la clase trabajadora para ese proyecto.
Estamos convencidos de que la disputa de la conciencia no se hace solo a través del contenido del discurso individual, sino también desde el lugar político objetivo que se ocupa. Y el lugar del PSOL hoy es el de un partido que ayuda a estabilizar el régimen y el gobierno Lula. Por eso, consideramos incoherente la lectura que el PCBR hace de los desafíos políticos planteados a la clase trabajadora con la táctica que presenta para las elecciones.
Caminos posibles
A pesar de estas divergencias, consideramos fundamental mantener el diálogo entre las organizaciones. La unidad no es un fin en sí mismo, pero puede y debe construirse en torno a luchas concretas: el combate a los ataques del gobierno, la resistencia a las privatizaciones, la lucha contra la jornada 6×1, la defensa de los servicios públicos, el enfrentamiento a la extrema derecha y la solidaridad internacionalista. Como ya lo venimos haciendo con los camaradas del PCBR a lo largo de este año.
Estamos dispuestos a discutir programa. Como saben los camaradas del PCBR, nosotros en el PSTU estamos en un proceso de reelaboración programática, de continuidad y superación, con una visión autocrítica sobre algunos elementos de nuestras elaboraciones pasadas y buscando también reflexionar sobre las profundas transformaciones del mundo actual. Para nosotros, este debate puede darse de manera mucho más rica si se realiza como un verdadero intercambio, en la confrontación de ideas y en la crítica constructiva. Estamos dispuestos a llevar adelante este proceso con los camaradas y también con otras organizaciones.
Entendiendo que el PCBR forma parte del campo de independencia política frente al gobierno Lula, también estamos dispuestos a realizar la cesión democrática de la sigla a la organización de los camaradas, comprendiendo los límites, cada vez mayores, impuestos por el régimen democrático burgués a la participación en las elecciones. Nuestra corriente, históricamente, realiza la cesión de sigla a otras organizaciones sin contrapartidas políticas, siempre que se respeten los principios políticos y el respeto mutuo.
Seguimos abiertos al debate fraterno, franco y público con el PCBR. Pero reafirmamos nuestra posición: si la tarea en Brasil hoy es disputar la conciencia de la clase trabajadora y construir una alternativa independiente frente al gobierno Lula y a la extrema derecha, esto no puede hacerse a través del PSOL.




