“¡Ucrania no es Rusia!”

Estas breves palabras –entonadas por miles y miles de manifestantes en decenas de ciudades ucranianas– sintetizan mejor que ninguna otra los sentimientos y la voluntad del pueblo ucraniano. Porque expresan las aspiraciones de independencia nacional ucraniana respecto al dominio de Moscú desde hace varios siglos, combinadas con la férrea decisión de movilizarse para hacer valer las libertades democráticas –aunque retaceadas los últimos años– conquistadas por las masas con la “Revolución de la dignidad” en el Maidán del 2014. El activo y contundente rechazo al intento reaccionario de Zelensky expresa también el masivo repudio a la dictadura de Putin que sigue motivando –ya tres años y medio– la resistencia armada del pueblo ucraniano contra la invasión imperialista.
Por Tarás Shevchuk
El 22 de julio, después de haberse votado en la Rada (Parlamento) la ley nº 12414 en trámite “express”, que subordinaba los organismos Buró Nacional Anticorrupción (NABU) y Fiscal Especial Anticorrupción (SAP) al nuevo Fiscal General a las órdenes directas del presidente, se produjo una ola de indignación popular activa en las calles y las plazas de todo el país.
Zelensky no alcanzó a percibir –o se arriesgó a subestimar– la magnitud del rechazo e hizo caso omiso a la generalizada exigencia de que vetara a la ley y firmó esa noche su promulgación. Miles de jóvenes activistas expresaron de manera viva el salto en el repudio de las masas: “¡Se firmó su propia condena!”.
Al día siguiente las movilizaciones crecieron y las consignas se radicalizaron. La resonancia mundial de las acciones tocaron las alarmas en las oficinas de la Unión Europea en Bruselas, pues el NABU y SAP se fundaron bajo el auspicio de la UE en el 2015. De inmediato, se iniciaron febriles negociaciones entre el gobierno y los funcionarios de NABU y SAP para evitar mayor crisis en el régimen. El imperialismo europeo se considera a sí mismo un “combatiente implacable” contra la corrupción en sus colonias y en los países candidatos a serlo, aunque no pueda dar ejemplos de ese combate en su casa.
Las movilizaciones crecían y algunos carteles ya incluían la “Renuncia de Zelensky” y otros lo acusaban “Zelensky no seas otro Yanukovich” (el presidente derrocado por el Maidán). Sin embargo, predominaban las consignas contra los diputados parásitos y “Saquen sus manos del NABU y SAP”. Presionado por ese terremoto político, 48 horas después de firmar la “escandalosa ley”, Zelensky ya tenía –elaborado en acuerdo con NABU y SAP– un nuevo proyecto de ley nº 13533, que según aseguraban “restaura plenamente la independencia de esos órganos”. Los diputados de la Rada tuvieron que suspender nuevamente sus vacaciones para “estudiar atentamente” el nuevo proyecto y votarlo de urgencia el 31 de julio. Así fue, que rodeados por miles de manifestantes ante el parlamento en el Parque Mariinsky, los mismos diputados que votaron la anterior, aprobaron la nueva ley, que de hecho anula la anterior. Incluso se sumaron los votos de los pocos que la habían rechazado.
Algunas primeras reflexiones
El sentimiento más generalizado es que la fuerza de la movilización triunfó contra un nuevo intento reaccionario. Pero no se percibe euforia, sino un cauteloso optimismo y bastante desconfianza. Porque los mismos responsables de la escandalosa ley nº 12414 ahora quieren aparecer como un ejemplo del “imperio de la democracia”, tal como ha declarado la Primer ministro Julia Sviridenko –conocida por haber firmado con el gobierno Trump el acuerdo colonial sobre minerales. El propio Zelensky, a pesar de su rápida cabriola –digna de los equilibristas del “Cirque du Soleil”– sale de este episodio debilitado y cuestionado. También queda aún más cuestionado Andriy Yermak, el “todopoderoso” Jefe de la Oficina presidencial, que muchos señalan como el “productor” de la escandalosa ley nº 12414.

Lo más importante a resaltar que los nueve días de permanentes movilizaciones –mítines y marchas– abarcaron las ciudades de todo el territorio ucraniano y se realizaron, no sólo bajo la ley marcial y el toque de queda, sino desafiando la constante amenaza de ataques rusos con misiles y drones. Otros factores a destacar son: 90% de los manifestantes eran jóvenes nacidos en este milenio y mayoría mujeres. Y los participantes llegaban en pequeños grupos y cada uno de ellos llevaba sus propios carteles expresando sus propias consignas, escritas a mano o ingeniosas caricaturas pintadas. Por otro lado, las diputadas o diputados oportunistas, que intentaron sumarse a los mítines para capitalizar el descontento, fueron rechazados con insultos y denuncias de su hipocresía.
Es necesario señalar que no hubo acciones represivas por parte de las fuerzas de seguridadante las movilizaciones que tuvieron un carácter pacífico y tampoco supimos de provocaciones de incidentes violentos. Sin embargo, fue notoria la presencia de miembros de los servicios de seguridad del estado (SBU), filmando y fotografiando demostrativamente a los manifestantes y sus carteles. Y también tenemos constancia que esos mismos “servidores del estado” visitaron algunas sedes de organizaciones sociales y ONGs, al día siguiente de la votación de la nueva ley. Es posible que en lo inmediato bajen las movilizaciones. Pero lo más probable es que el movimiento de masas y en especial los trabajadores esté mucho más activo ante los múltiples y graves reclamos pendientes
El trasfondo de este “síncope” en el régimen ucraniano
A diferencia de los estalinistas, seguidores Putin y otros “campistas” –que intentan justificar la invasión a Ucrania y la resistencia ucraniana como una “guerra promovida por la OTAN contra Rusia”– nosotros definimos la invasión como una agresión imperialista contrarrevolucionaria de Putin contra Ucrania. Cuyos objetivos son la rapiña de las riquezas naturales que hay en su territorio y revertir la correlación de fuerzas que las masas conquistaron con el Maidán –al que Putin llama “golpe de estado”– y que aún se mantiene, a pesar de los reiterados desvíos reaccionarios “democráticos” promovidos por los imperialistas. Las medidas reaccionarias del régimen ucraniano sirven a su oligarquía, que aprovecha la invasión y ocupación extranjera para cercenar derechos elementales y libertades políticas y sindicales y quitar conquistas sociales de los trabajadores, estudiantes y jubilados. Es decir, objetivamente la oligarquía ucraniana es una “quinta columna” para la guerra de liberación nacional.
Un conjunto de factores, después de tres años y medio de guerra en gran escala, están agudizando cada vez más las contradicciones internas, aceleradas por las presiones colonizadoras imperialistas y los chantajes de Trump para obligar a capitular al gobierno Zelensky: 1. El carácter semicolonial de Ucrania –que además de la penetración de capitales occidentales, también mantuvo durante las últimas décadas fuerte dependencia de Moscú–, 2. El carácter oligárquico del régimen presidencial-parlamentario y 3. El tipo de gobierno, representante de algunos viejos y nuevos clanes oligárquicos contra otros clanes oligárquicos de oposición.
En resumen, los viejos oligarcas surgieron con la rapiña de la privatización, varios de ellos asociados con capitales rusos. Los nuevos oligarcas con su entramado de funcionarios y diputados corruptos surgen haciendo negocios con la guerra y la mayor dependencia del imperialismo occidental.
Sin libertades para el pueblo ucraniano no habrá liberación de Ucrania
Ante las tendencias reaccionarias jerarquizamos las demandas democráticas contra el régimen Zelensky-Rada. Denunciamos sus crecientes rasgos autoritarios justificados por la ley marcial, que agudizan la ola reaccionaria de los últimos años con ataques a las libertades y derechos sindicales y la concentración de la riqueza y el poder de los oligarcas. Llamamos a la más amplia unidad de acción en defensa de las libertades democráticas y contra el saqueo del país. Entre esas acciones están la de denunciar y combatir los abusos y casos de corrupción de los centros territoriales de reclutamiento, CTR.
Además, insistimos que el NABU y SAP, aunque sus detectives hayan protagonizado algunas investigaciones y denuncias resonantes contra diputados oficialistas, no son independientes del capitalismo y sus instituciones estatales e imperialistas. Y son esas instituciones las que promueven el saqueo de Ucrania como el “acuerdo de minerales”. Tuvo resonancia el caso –descubierto por el servicio de seguridad (SBU)– de un coordinador regional del NABU, cuya familia tenía negocios con empresas rusas, no declarados. ¿Cuántos están involucrados en negocios con empresas occidentales? Por lo tanto, es evidente que son incapaces de erradicar la corrupción.
Un programa para la acción de la clase obrera
En el marco de la guerra contra una invasión extranjera la corrupción debe identificarse como traición a la patria. Por eso, el combate a la corrupción a todos los niveles deben controlarlo los trabajadores, que están dando sus vidas en el frente como soldados, defendiendo con las armas el territorio y sosteniendo en la retaguardia la maltrecha economía que debe ser puesta al servicio de la defensa nacional y no de los oligarcas locales y los usureros extranjeros.
Es la clase obrera la que debe controlar la producción y las finanzas en las fábricas, minas y campos del país. Porque es la que está soportando privaciones y la destrucción por los bombardeos genocidas de Putin. Para que Ucrania pueda lograr la liberación nacional, la clase obrera necesita conquistar su independencia política y tomar en sus manos la conducción de la guerra contra la invasión imperialista de Putin y contra la colonización y saqueo de los imperialistas occidentales.
En el marco de esa ofensiva colonizadora denunciamos la política reaccionaria de integración a la Unión Europea y la OTAN. ¿Qué garantía significaron para la integridad de Ucrania el memorándum de Budapest, firmado en 1994?
En virtud de ese acuerdo rubricado por EEUU y Gran Bretaña, Ucrania aceptada entregar a Rusia todo su arsenal nuclear a cambio del respeto irrestricto a su integridad territorial. ¿De qué sirvió? ¡De nada! Los imperialistas una vez más mintieron y desarmaron a Ucrania para saquearla y someterla.
Por eso afirmamos, que la única garantía de integridad territorial e independencia es a través de un gobierno de la clase obrera y la perspectiva de estados obreros unidos de Europa. Y para ello apelamos a la unidad de las luchas de todos los pueblos oprimidos, comenzando por la del heroico pueblo palestino contra sionismo y la lucha de los pueblos de la Federación de Rusia y de la ex Unión Soviética contra la opresión del Kremlin y sus regímenes satélites como el de Lukashenko en Bielarús.
Apoyamos la exigencia de armas indispensables para que la resistencia del pueblo ucraniano contra la invasión de Putin pueda expulsar a los agresores.
Armados con esta perspectiva y programa llamamos a construir el partido revolucionario de la clase obrera en Ucrania.