Trump y Putin quieren repartirse y saquear más que Ucrania

Por Tarás Shevchenko
La conversación telefónica de dos horas y media de entre los presidentes de EEUU y Rusia, según la colosal difusión mediática, fue “la más prolongada de la historia de las relaciones entre las dos potencias”. ¿Alguien cree que el contenido esencial de esa extensa conversación entre esos dos genocidas fue la “paz en Ucrania para salvar vidas”?
El mismo Trump reconoció que hablaron “de muchas cosas, además de Ucrania”. Pero a medida que aparecen más datos sobre el diálogo y los informes de prensa –aunque contradictorios– del Kremlin y la Casa Blanca, algo surge con total claridad: en el marco de la disputa por mantener la hegemonía a nivel mundial, ambos gestionan la partición y el saqueo colonial no sólo de Ucrania. Buscan desmoralizar la resistencia del pueblo ucraniano para lograrlo. En estrecha relación con eso, estuvieron muy presentes el plan sionista de Netanyahu: continuar la masacre Palestina y neutralizar a Irán.
Las conversaciones y renovación de relaciones EEUU-Rusia, comenzó en Arabia Saudita. Después se dio el teatralizado maltrato a Zelenski en la Casa Blanca. Posteriormente EEUU y Ucrania acuerdaron una propuesta para lograr un “cese del fuego” o una “tregua” general de 30 días sin condiciones, pendiente de la respuesta de Putin para su concreción. La primera reacción de Kremlin se hizo esperar y en síntesis fue: “en principio estamos de acuerdo… pero hay detalles en cómo se concreta”. Esos “detalles”, fueron explicitados por Putin en una conferencia de prensa. Ahí dejó claro que condiciona cualquier posible tregua a que Ucrania no pueda reforzar sus tropas, ni su armamento, ni recibir ayuda exterior, ni compartir datos de inteligencia. En cambio, Rusia sigue recibiendo municiones y tropas de Norcorea y drones pesados desde Irán.
Sin embargo, –en teoría– Trump llevó a su publicitada llamada telefónica con Putin la propuesta acordada con Ucrania. Los comunicados de prensa posteriores al diálogo, por parte de la Casa Blanca y del Kremlin, difieren sustancialmente. El Kremlin difundió que Rusia planteó sus anunciadas condiciones. Trump lo negó en entrevista a Fox News: “Putin no planteó nada respecto a que Ucrania no reciba ayuda”. ¿Será un problema de los traductores?
Finalmente, entre Trump y Putin no se trató un cese del fuego total, sino sólo un paso. Y también aquí otras serias contradicciones. Según la versión rusa, cesar los ataques a las infraestructuras energéticas. Según la versión de EEUU, cesar los ataques a infraestructuras energéticas y otras infraestructuras críticas. Este no es un detalle menor, porque Rusia se reserva la posibilidad de seguir atacando lo que “no es energético” e impedir que Ucrania siga golpeando a muchas refinerías y oleoductos, como viene haciendo con mucho impacto en la logística y la economía rusa. La agencia CNN define esta peligrosa confusión como una “lección dolorosamente predecible que dejó la primera incursión real de la administración Trump en la diplomacia bélica con el Kremlin. Han sido engañados sin remedio”. ¿Será o es una ambigüedad consciente de Trump?
Si hay algo que tienen en común ambos comunicados es que se congratulan con el acercamiento de ambos presidentes. ¡Y que, a propuesta de Putin, hubo acuerdo en organizar un partido de Hockey sobre hielo entre los equipos de ambos países! El único saldo concreto, pero muy modesto: se efectuó un pequeño intercambio de 175 prisioneros de guerra por cada lado, frente a los miles que ambos lados tienen. Y el lado ruso agregó la entrega de 23 ucranianos heridos de gravedad. Nada se habló sobre la urgente recuperación de las decenas de miles de niños ucranianos, secuestrados por Rusia, que representan un crimen de lesa humanidad.
Toda esta zalamería es vista con mucha desconfianza, escepticismo y hasta abierto rechazo por masivos sectores del pueblo ucraniano, que sufre la agresión y ocupación rusa. Todos recuerdan las perversas mentiras y falsificaciones de Putin desde que anexó Crimea e invadió el Donbass desde el 2014. Todos tienen muy presente, cómo negó hasta último momento –e incluso acusó como calumnias– que estuviera preparando la invasión en febrero de 2022.
Quedó en evidencia para la inmensa mayoría –de Ucrania y del mundo– que Trump no es un “mediador”, sino un promotor de las necesidades y ambiciones del régimen de Putin. Ante todo, porque prioriza negociaciones sobre el presente y el futuro Ucrania con Rusia, sin la participación de Ucrania. Por otra parte, Trump intenta rehabilitar mundialmente al criminal de guerra Putin, al negarse a mencionar a su régimen como lo que es: un agresor y ocupante. Y esto se expresó en la votación de EEUU junto a Rusia sobre la declaración en Asamblea general de la ONU. ¿Más muestras de complicidad imperialista puede haber? Todos estos torpes movimientos están enmarcados en su disputa con China por mantener la hegemonía, al constatar su propia decadencia.
Esta amarga realidad se expresó en el sarcasmo de un analista estadounidense al decir “Si se sientan a la mesa a tratar sobre Ucrania y no invitan a Ucrania a sentarse a la mesa, es porque Ucrania está dentro del menú”. La réplica de Zelensky fue inmediata, alegando que “Ucrania no es ensalada ni compota para estar en ningún menú de Putin”. Pero todos entienden que su respuesta intenta suavizar el humillante lugar colonial que reserva Trump para Ucrania, con la subordinación de Zelensky. Y que éste sólo responde a la consecuente indignación de las masas de Ucrania ante la abierta política colonialista de EEUU. ¡Trump empezó exigiendo “el 50% de las tierras raras en pago por la ayuda recibida”. Y ahora propone “comprar las centrales atómicas como garantía de seguridad”!.. Ante la evidencia del descaro imperialista, ahora ajustan el aspecto formal del trato y anuncian que la próxima semana en Arabia Saudita, está invitada Ucrania. Allá la delegación de EEUU llevará negociaciones simultáneas separadas con las delegaciones de Rusia y Ucrania, en salas de un mismo hotel, el lugar subordinado de Ucrania no cambia. Los elementos de crisis se agudizan en el régimen ucraniano. Ya hay expresiones públicas de oficiales militares en retiro con mucha autoridad, que denuncian como una capitulación participar de esas reuniones.
Esto no es nuevo en la historia y menos en la del capitalismo imperialista
Lo testimonian los acuerdos de Munich en 1938, donde Chamberlain del Reino Unido, junto a imperialismo Francia aceptaron que Hitler se anexara una región de Checoslovaquia, supuestamente para “garantizar la paz”. Los pactos Hitler-Stalin sobre la partición de Polonia en agosto de 1939. O los posteriores pactos de Yalta y Postdam en 1945 entre Roosevelt-Churchill-Stalin, donde las principales potencias se repartieron países y esferas de influencia mundial.
No hay cambios militares después del diálogo telefónico Trump-Putin
La misma noche del diálogo telefónico Rusia siguió bombardeando masivamente numerosas ciudades en casi todo el territorio ucraniano, incluidos hospitales e infraestructura crítica como en Sumy. Por su parte, Ucrania siguió golpeando con drones objetivos militares claves. Se destaca el ataque a un arsenal en la base de aviones bombarderos estratégicos en la región de Saratov. La situación en el frente indica que Rusia no puede imponer una supremacía militar contundente. A pesar de todas las simulaciones de Putin, se evidencia que Rusia necesita una tregua tanto o más que Ucrania para encarar una ofensiva real. Por eso busca que la negociación del cese del fuego se oriente también hacia “recuperar la libre navegación del Mar Negro”. Para poder regresar su flota a la base de Sebastopol. Porque debido a los golpes de los drones navales ucranianos, que hundieron varios barcos, tuvo que replegarse lejos de Crimea a una base en Novorossisk, en la región de Krasnodar.
Por otro lado, si bien las tropas ucranianas se retiraron en su mayor parte de Kursk, ahora incursionaron en la región rusa de Belgorod, vecina de Kursk. En síntesis, a pesar de todas las polémicas de los especialistas militares, la maniobra de incursión en Kursk tuvo sus frutos porque logró durante 7 meses sustraer 60 mil tropas rusas del frente oriental en el Donbass, producirle muchas bajas. Ahora, la incursión en Belgorod intenta algo similar para proteger con una zona buffer la estratégica región ucraniana de Jarkov.
¿Qué hay en concreto hasta ahora?
Ante todo queda claro que aún no está en discusión una tregua global. No está claro si habrá y cuándo cese del fuego global. No está claro tampoco si será cumplido en el plazo que se acuerde. Menos aún, que después del mismo se avance hacia una tregua duradera. A pesar de las “bravatas electorales” de Trump para “terminar con esta guerra en un día” y del nuevo plazo de 100 días, que fijó al asumir el gobierno, lo más probable es que la guerra seguirá por un tiempo significativo.
¡Por lo tanto nuestra tarea es continuar como hasta ahora y con más fuerza aun, apoyando a la resistencia armada del pueblo ucraniano con sus obreros al frente! Continuaremosllamando a hacerlo a todas las organizaciones obreras y populares del mundo. ¡Seguiremos defendiendo el derecho de Ucrania a exigir armas a todos los que dicen defender sus derechos soberanos! Y seguiremos denunciando a los estalinistas y putinistas, camuflados de pacifistas, como cómplices de los planes imperialistas de Trump!
En el “menú” no sólo entró Ucrania
Es claro que en esas dos horas y media se habló de Medio Oriente. El sionismo y el imperialismo de EEUU y la UE hace tiempo han valorado el rol cómplice del régimen de Putin en esa región. Entre genocidas entendieron y “apreciaron” que durante una década Siria representó un flanco seguro para Israel, debido al sostén que el Kremlin dio a la dictadura de Assad, masacrando sin piedad a la revolución siria. Hoy Putin negocia la permanencia de sus bases naval de Tartús y aérea de Hmeymim, que son un baluarte para el plan de exterminio palestino que encara el sionismo. Para eso es que Netanyahu quiere ganar el favor de Putin. Ucrania es para el sionismo una moneda de cambio, para que Rusia no favorezca a Irán convertirse en potencia nuclear. Ante nosotros y todos los luchadores anti sionistas y antimperialistas se plantea una lucha contra la troika genocida Trump-Putin-Netanyahu. Nuevamente en esta región quedan en evidencia los campistas putinistas como cómplices del imperialismo y del sionismo.
Tomando el idioma “de casino” que usa Trump, Putin tiene “otras cartas” que le interesan al imperialismo hegemónico en decadencia: el Ártico. Trump busca su explotación conjunta con Rusia, relegando a China, que ya declaró sus pretensiones imperialistas en el Ártico. En épocas de emergencia ambiental y el deshielo del Ártico estos “ecocidas” imperialistas sólo ven oportunidades de saqueo petrolero y explotación gasífera. Por eso aparece la inmensa Groenlandia en escena después de siglos de olvido. Sin embargo, los 57 mil habitantes, que componen una diezmada, martirizada y empobrecida población originaria de mayoría inuit del territorio “autónomo” semicolonial del reino de Dinamarca, tienen aspiraciones de independencia. Encuestas de opinión realizadas este año indican que el 84% de la población quiere la independencia. Esto significa que los planes de Trump pueden generar una resistencia, que debemos apoyar incondicionalmente ante todos los depredadores imperialistas, incluidos los daneses.